Después del diluvio toda la tierra fue cambiada totalmente debido al gran cataclismo. Se erigieron montañas que estaban bajo el mar y hubo otros cambios de grandes magnitudes.
Todo esto ocurrió en el año 2370 a. C. La humanidad comienza con 3 hombres: Sem, Cam y Jafet. Muchos de los descendientes ponen nombres a los lugares donde eligen para vivir después de la confusión de lenguas; algunos de estos nombres permanecen hasta ahora, otros fueron cambiados hace tiempo. Si pudiéramos resumir la distribución de la descendencia de estos 3 hombres diríamos que la línea semítica se distribuyó geográficamente por Oriente Medio, al igual que Cam, a diferencia de que este último también se distribuyó por África y por Asia. Jafet o sus descendientes se distribuyeron por Euroasia y América. Como bien predijo la Biblia Jafet tendría mayor superficie, y los descendientes de Cam en muchas ocasiones estarían supeditados a los descendientes de Jafet, hablando de naciones por supuesto.
Fuente: (https://www.monografias.com/trabajos-pdf5/g026-prole-cam/g026-prole-cam.shtml)
Pero vayamos más pormenorizadamente hablando.
Vivían cerca del Lago Van entre la actual Turquía e Irán. En 2368 a. C nace Arpaksad, hijo de Sem. Quizás murió en 1968 a. E. C. Sus otros hermanos son Aram (¿2358?), Elam (¿2348?) y Lud (¿2338?). Todos mueren sobre el 1900 a. E. C probablemente.
Finalmente los hijos de Jafet fueron: Tubal (¿2340?), Gómer (¿2330?), Magog (¿2320?), Madai(¿2310?) Tirás ¿(2300?), Javán (¿2280?) y Mesec (¿2270?). Todos mueren sobre el 1900 a. C probablemente.
Algunas personas han pensado equivocadamente que la raza negra y la esclavitud de las personas de esa raza fueron el resultado de la maldición pronunciada sobre Canaán. Sin embargo, los descendientes de Canaán, sobre quien recayó la maldición, no fueron de raza negra. La raza negra descendió de Cus y posiblemente de Put, otros hijos de Cam que no estuvieron relacionados ni con el incidente ni con la maldición».
Eran 20 personas más sus esposas, 40 habitantes. El número de hijas y sus nombres no se mencionan. Teniendo en cuenta la longevidad de ese momento bien pudiéramos hablar de 50 hijas cada uno. Indiscutiblemente tuvieron que casarse con sus primas hermanas o con sus hermanas. Si esto fuera así en esa época pudiéramos hablar de 800 habitantes o quizás hasta 900. Quizás el nombre de otros varones menos importantes no se menciona.
Todos vivían bastante cerca. Por supuesto, no podemos saber los límites de extensión de la población de esos años, pero era relativamente delimitada en magnitud. Esta idea se transmite por el registro bíblico: "Ahora bien, toda la tierra seguía teniendo un mismo idioma y un solo conjunto de palabras. 2 Cuando la gente se desplazó hacia el este, descubrieron una llanura en la tierra de Sinar y se establecieron allí. 3 Entonces se dijeron unos a otros: “¡Vengan! Vamos a hacer ladrillos y a cocerlos al fuego”. Así que usaron ladrillos en vez de piedras y usaron alquitrán como mezcla. 4 Y dijeron: “¡Vamos! Construyámonos una ciudad y una torre que llegue hasta los cielos. Así nos haremos famosos y no nos dispersaremos por toda la tierra” (Génesis 11:1-4).
Representación digital de Noé.
La siguiente generación que se traslapó con la anterior fue la de los hijos de Aram: Gueter (¿2318?), Uz (¿2308?), Asur (¿2.298?), Hul (¿2278?) y Mas (¿2268?). El hijo de Arpaksad fue Selah (¿2340?), aunque quizás tuvo más hijos e hijas que no se mencionan al igual que todos de los que hablaremos. Quizás estos fueron los principales de los que salieron las naciones posteriores.
Los hijos de Cus fueron: Sabtá (¿2.340?), Sabtecá, Sebá, Havilá, Raamá y Nemrod (¿2320 a. n. e?). De Raamá también se nos citan sus hijos, que serían los biznietos de Cam, a saber, Seba y Dedán, quizás nacidos sobre el 2200 a.C. Los hijos de Mizraím, hermano de Cus fueron: Naftuhím, Ludím, Anamim, Lehabím, Patrusim, Casiumim y Caftorím.
Uno de los hijos de Cus, fue Nemrod quien llegó a ser como un rey. Este, quizás sobre el 2280 a. n. e, hasta edificó las primeras ciudades donde la maldad y la violencia fueron las protagonistas. "Y el principio de su reino llegó a ser Babel y Erec y Acad y Calne, en la tierra de Sinar. De esa tierra salió para Asiria y se puso a edificar a Nínive y a Rehobot-Ir y a Cala y a Resén entre Nínive y Cala: ésta es la gran ciudad."
Nemrod y su oposición a Jehová.
La Biblia no especifica si los descendientes de Canaán emigraron a esta tierra y se afincaron en ella después de la división de Babel (Génesis 11: 9), o si primero acompañaron al grupo principal de camitas a África y desde allí pasaron a la región de Palestina. De cualquier modo, para 1943 a. EC, cuando Abrahán dejó Harán, en Padán-aram, y se dirigió a esta tierra, los cananeos ya se habían establecido en ella, y Abrahán tuvo ciertos tratos con amorreos e hititas.
La relativa facilidad con la que Abrahán y, más tarde, Isaac y Jacob viajaron por esta región con sus grandes manadas y rebaños muestra que aún no estaba densamente poblada. Las investigaciones arqueológicas también dan prueba de que en aquel tiempo la población era bastante escasa y de que la mayoría de las ciudades se asentaban a lo largo de la costa mediterránea, en la región del mar Muerto, el valle del Jordán y la llanura de Jezreel. W.F. Albright dice que en la primera parte del II milenio a. EC prácticamente no había ninguna población sedentaria en la región montañosa de Palestina, lo que corrobora la tradición bíblica, según la cual los patriarcas vagaron por los amplios espacios de las colinas de la Palestina central y las tierras secas del Sur (Archaeology of Palestine and the Bible, 1933, páginas 131-133).
Parece ser que la principal de las once tribus cananeas era la de los amorreos. [Las] referencias a los amorreos muestran que eran poderosos tanto en el Norte como en el Sur de la región montañosa de Canaán. A los amorreos quizás los seguían en poder los hititas. Esta tribu se hallaba en tiempos de Abrahán en la zona Sur, Hebrón y sus alrededores, pero parece que más tarde se ubicaron sobre todo en las regiones del Norte, en dirección a Siria. De las otras tribus, las que se mencionan con mayor frecuencia [...] son las de los jebuseos, los heveos y los guirgaseos. Los jebuseos habitaban la región montañosa de los alrededores de Jerusalén. Los heveos estaban diseminados desde Gabaón, al Sur, hasta la base del monte Hermón, al Norte. No se especifica qué territorio ocupaban los guirgaseos.
Las seis tribus restantes —los sidonios, los arvadeos, los hamateos, los arqueos, los sineos y los zemareos— bien pueden incluirse en el término global "cananeos", usado con frecuencia con los nombres específicos de otras tribus; también es posible que la expresión "cananeos" se use sencillamente para referirse a ciudades o grupos de población cananea mixta.
De Jafet solo se mencionan sus nietos por la línea de Gómer y de Javán, que fueron respectivamente: Askenaz, Rifat, y Togarmá, y de Javán, Elisá, Tarsis, Kitím y Dodaním.
De todos los descendientes de Noé que indica la Biblia suman 40 más y quizás 4.000 más entre varones y hembras, y sumarían unos 5.000 o 6000 habitantes en total para el año 2100 o 2000 a. C.
Teniendo en cuenta si es que vivieron 400 años también, murieron sobre el 1.850 a.C.
Descendientes de Cam y de Jafet.
A partir de aquí solo se menciona la descendencia por nombre de la línea semítica, y del resto se nos habla como pueblos y naciones. Pero siguiendo la linea de Sem podemos observar cómo los hombre fueron dispersándose y también cómo las potencias mundiales fueron cambiando y su propia historia.
Descendientes después del diluvio y su primera distribución.
Sobre el 2.000 o 2.100 a. C. por la confusión de lenguas cada grupo probablemente familiar que hablaban el mismo idioma emigraron a un nuevo lugar puesto que no se entendían unos con otros. Esto dio origen al comienzo de la emigración humana y a la conquista de la extensa tierra. Estamos hablando de una población de entre 5.000 a 10.000 habitantes, quizás hasta más.
Estos habitantes de seguro fueron dispersándose según su nivel de entendimiento y probablemente por grupos familiar. Y todavía se seguirían separando según se iban alejando.
La linea de Cam.
CUS.
No obstante, puede afirmarse que Cus fue el antepasado principal (quizás junto con Put) de la rama de tez oscura de la familia humana (Jer 13:23), según indican las zonas en las que se establecieron algunos de sus descendientes. Este hecho refuta la teoría defendida por aquellos que erróneamente intentan aplicar a los pueblos de raza negra la maldición pronunciada sobre el hermano de Cus, Canaán, ya que de este no provino ningún descendiente de la raza negra, sino que fue el antepasado de las diversas tribus cananeas de Palestina. (Gé 9:24, 25; 10:6.) De modo que en las Escrituras no se establece la menor relación entre la tez oscura de ciertos descendientes de Cus y la maldición pronunciada sobre Canaán.
Según dice el artista que lo realizó, sería bastante libre su interpretación del cráneo y bastante subjetiva. De todas formas lo incluimos a modo de ilustración. (¿2.000-1.700 a. n. e?)
Pinturas rupestres de los bereberes en el norte de África, en el llamado periodo neolítico.
La identificación de Put con el “Punt” que aparece en inscripciones egipcias no suele aceptarse en la actualidad por cuestiones fonéticas.
La linea de Jafet.
Yacimientos del poblamiento de Europa, sobre el año 2.200 a. n. e.
Desde una perspectiva histórica, Jafet (a. 2470 a. E. C-a. 1970 a. E.C) fue el progenitor de la rama aria o indoeuropea (indogermánica) de la familia humana. Los nombres de sus hijos y de sus nietos aparecen en textos históricos antiguos relacionados con pueblos y tribus que residían principalmente al N. y O. de la Media Luna Fértil. Parece ser que se esparcieron desde el Cáucaso en dirección E. hasta Asia central, y en dirección O. a través del Asia Menor hacia las islas y los litorales de Europa, y quizás hasta España. Las tradiciones árabes afirman que uno de los hijos de Jafet fue también el progenitor de los pueblos chinos. Respecto a esta distribución de Jafet es interesante que en la bendición de Noé, pidió que Dios ‘concediera amplio espacio [heb. yaft]’ a Jafet. Esta expresión hebrea se deriva de la misma raíz que el nombre Jafet (heb. Yé·feth o Yá·feth), lo que parece indicar que el significado del nombre de Jafet se cumpliría en un sentido literal y que sus descendientes se esparcirían por una amplia zona. Y así mismo se cumplió.
GOMER.
La nación que descendió de Gómer se relaciona históricamente con los antiguos cimerios, una raza aria que se estableció en la región que se halla al N. del mar Negro, en la actual Rusia y Ucrania. En el siglo VIII a. E.C., durante el reinado del rey asirio Sargón, los escitas forzaron a estos antiguos cimerios a cruzar el Cáucaso (la zona montañosa que está entre el mar Negro y el mar Caspio). En su recorrido, los cimerios penetraron por la parte oriental de Asia Menor y atacaron el reino de Urartu (Ararat). El nombre griego para Capadocia, Gamirkʽ, posiblemente refleje esta invasión. Registros asirios además los ubican en la región de Azerbaiyán en el 714 a. C. Pero enfrentados al potente Imperio asirio en la zona oriental, los cimerios se extendieron hacia el O., lo que les llevó a luchar contra los frigios y lidios. Finalmente, el rey Alyates, antepasado de Creso, los expulsó de Lidia.
ESCITAS.
MADAI.
Se cree que fue el progenitor de los medos. Debido a ello, en todas las demás ocasiones en las que aparece en la Biblia el término hebreo Ma·dhái, se traduce “medos”, o “Media”, como en 2 Reyes 17:6; 18:11; Ester 1:3; Isaías 13:17; 21:2, y otros textos. A los medos también se les llamaba madaia en el idioma asirio-babilonio (acadio) y mada en persa antiguo. En algún período de su historia, los medos se establecieron en la meseta iraní, principalmente entre las cordilleras de Elburz, al S. del mar Caspio, y Zagros, hacia el E. de Asiria. El nombre Irán proviene de la palabra arya (en español, “arios”), un término que se emplea para referirse a los descendientes de Jafet.
JAVÁN (a. 2360 a. E. C-a. 1960 a. E. C).
La historia muestra que los descendientes de Javán y sus cuatro hijos se establecieron en las islas y en las regiones costeras del mar Mediterráneo, desde Chipre (Kitim) hasta el Mediterráneo occidental.
Se dice que Javán (heb. Ya·wán) es el ancestro de los antiguos jonios, a quienes algunos han llamado “la tribu madre de los griegos”. (Commentary on the Old Testament, de C. F. Keil y F. Delitzsch, 1973, vol. 1, “The First Book of Moses”, pág. 163.) El poeta Homero (quizás del siglo VIII a. E.C.) llama a los griegos primitivos i·á·o·nes, y a partir de Sargón II (del siglo VIII a. E.C.) comienza a aparecer el nombre Jawanu en las inscripciones asirias.
Con el transcurso del tiempo, el nombre Jonia llegó a aplicar tan solo a Ática (la región de Atenas), la costa occidental de Asia Menor (que corresponde a las costas de lo que con el tiempo fueron las provincias de Lidia y Caria) y a las islas vecinas del mar Egeo. El mar que se encuentra entre las zonas meridionales de Grecia e Italia aún conserva el nombre Jónico, nombre que tiene un origen muy antiguo. Este dato apoya la opinión de que el nombre Javán aplicaba a la Grecia continental y a la zona más pequeña que más tarde se llamó Jonia.
Después del registro de Génesis, el profeta Joel vuelve a hacer mención de los descendientes de Javán a finales del siglo IX a. E.C. El profeta condenó a los tirios, a los sidonios y a los filisteos por vender a los hijos de Judá y de Jerusalén en su comercio de esclavos con “los hijos de los griegos” (literalmente, “los javanitas” o “los jonios”). (Joe 3:4-6.) En el siglo VIII a. E.C. Isaías predijo que algunos de los judíos que sobrevivirían a la expresión de la ira de Dios viajarían a muchas tierras, entre ellas a “Javán”, y que allí proclamarían la gloria de Jehová. (Isa 66:19.)
KITIM.
El nombre Kitim sirvió para designar más tarde tanto a un pueblo como a una región.
Josefo llamó “Ceteim” a Kitim, y dijo que “poseyó la isla de Cetim (ahora se llama Chipre). De ahí que todas las islas, y la mayor parte de la costa marítima, sean llamadas Cetim por los hebreos”. (Antigüedades Judías, libro I, cap. VI, sec. 1.) Los antiguos fenicios llamaban a la gente de Chipre kiti. Actualmente, los entendidos por lo general concuerdan en identificar Kitim con Chipre.
Dado que la ciudad de Kition (Cition), de la costa SE. de Chipre, es más conocida como colonia fenicia, algunos eruditos han creído fuera de lugar la inclusión de Kitim entre los descendientes de Jafet. (Gé 10:2, 4; 1Cr 1:5, 7.) No obstante, hay pruebas de que los fenicios fueron unos pobladores relativamente tardíos de Chipre y que su colonia de Kition data de tan solo el siglo IX a. E.C. Por ello, The New Encyclopædia Britannica (1987, vol. 3, pág. 332), después de señalar a Kition como la “ciudad fenicia más importante de Chipre”, añade: “Los restos más tempranos encontrados en Cition son los de una colonia egea de la época micénica (c. 1400-1100 a. C.)”. (Véase también vol. 16, pág. 948.)
De las palabras de Josefo citadas antes sobre el uso que los hebreos hacían de este término, se desprende que Kitim puede abarcar otras zonas además de la isla de Chipre, pues dice que otras islas del Mediterráneo recibían esta denominación, siendo Chipre simplemente la región más cercana (a Palestina) de todas las comprendidas con el nombre Kitim. Las referencias a las “islas” y “tierras costaneras” de Kitim que aparecen en Ezequiel 27:6 y Jeremías 2:10 parecen confirmar este punto de vista. Algunos comentaristas opinan que el término Kitim también tiene ese sentido más amplio en Números 24:24. En ese pasaje, el profeta Balaam —contemporáneo de Moisés— predijo que “naves de la costa de Kitim” afligirían a Asiria y Éber, pero que el atacante finalmente perecería. Esta opinión permitiría entender que el ataque provendría de la región marítima de Macedonia, país desde donde avanzó Alejandro Magno para conquistar la tierra de “Asur” (Asiria-Babilonia) y el Imperio medopersa. No obstante, otros creen que los que atacaron fueron romanos procedentes de las regiones costeras mediterráneas de Italia. La Vulgata latina dice “Italia” en vez de “Kitim” en Números 24:24, mientras que el Targum de Onkelos lee “los romanos”; por otra parte, el libro apócrifo de 1 Macabeos (1:1, BJ) dice “Kittim” para referirse a la tierra de Macedonia.
En la declaración formal de Isaías contra Tiro, Kitim (probablemente Chipre) es el lugar donde las naves de Tarsis que navegaban en dirección E. recibieron las noticias de la caída de Tiro, y Jehová le dijo a la “virgen hija de Sidón” que ‘pasara a Kitim misma’, en un vano esfuerzo por hallar refugio. (Isa 23:1, 11, 12.) Esto concuerda con la información histórica de que había colonias fenicias en Chipre durante el período en que Isaías profetizó (c. 778-d. 732 a. E.C.). Una inscripción de Senaquerib relata la huida del rey Luli de Sidón a la isla de Iadnana (Chipre) como resultado del ataque asirio. (Ancient Near Eastern Texts, edición de J. B. Pritchard, 1974, págs. 287, 288.) De manera similar, en cumplimiento de las palabras de Isaías, muchas personas de Tiro debieron buscar refugio en Chipre durante el sitio de trece años que Nabucodonosor puso a esa ciudad.
TARSIS (a. 2330 a. E. C-a. 2030 a. E.C).
Posibles direcciones que tomaron Tarsis y sus descendientes para asentarse en España, quizás ya sobre el 2000 a. C.
Región que poblaron inicialmente los descendientes de Tarsis, hijo de Javán y nieto de Jafet. Hay algunos indicios de la dirección hacia la que emigraron los descendientes de Tarsis durante los siglos posteriores al Diluvio.
El profeta Jonás (c. 844 a. E.C.), comisionado por Jehová para ir a Nínive (Asiria), intentó eludir su asignación yendo a Jope (la moderna Tel Aviv-Yafo), puerto marítimo del Mediterráneo, donde compró un pasaje para “una nave que iba a Tarsis”. (Jon 1:1-3; 4:2.) Por consiguiente, es obvio que Tarsis tenía que estar en el Mediterráneo o junto a él y en dirección opuesta a Nínive. Además, debía ser más fácil llegar a Tarsis por mar que por tierra. En Ezequiel 27:25, 26 se usa la expresión: “El corazón del alta mar” en relación con “las naves de Tarsis”. (Compárese con Sl 48:7; Jon 2:3.)
Una inscripción del emperador asirio Esar-hadón (del siglo VII a. E.C.) hace alarde de sus victorias sobre Tiro y Egipto, y afirma que le pagaron tributo todos los reyes de las islas desde Chipre “hasta Tarsisi”. (Ancient Near Eastern Texts, edición de J. B. Pritchard, 1974, pág. 290.) Como Chipre está en la parte oriental del Mediterráneo, puede deducirse de esta referencia que Tarsis se encontraba en la parte occidental de dicho mar, por lo que algunos eruditos la identifican con la isla de Cerdeña.
Posible identificación con España. La mayor parte de los eruditos relacionan Tarsis con España, basándose en referencias antiguas a un lugar o región de España que los escritores griegos y romanos llamaban Tartesos. Aunque el geógrafo griego Estrabón (del siglo I a. E.C.) emplazaba una ciudad llamada Tartesos en la región del río Guadalquivir, en Andalucía (Geografía, 3, II, 11), parece ser que Tartesos aplica de manera general a toda la parte S. de la península ibérica.
Numerosas obras de consulta dan por sentado que los fenicios colonizaron las costas españolas, y se refieren a Tartesos como una de sus colonias. Sin embargo, no parece haber suficiente prueba que respalde esta teoría. Por ello, la Encyclopædia Britannica (1959, vol. 21, pág. 114) dice: “Ni fenicios ni cartagineses dejaron en esa tierra una huella permanente. Sin embargo, los griegos ejercieron en ella una profunda influencia. Las naves de Tiro y Sidón quizás hayan comerciado más allá del estrecho y en Cádiz por lo menos en época tan temprana como el siglo IX a. de J.C.; sin embargo, la arqueología moderna, que ha hallado y excavado ciudades griegas, íberas y romanas, no ha sacado a la luz un solo asentamiento fenicio, ni se han hallado restos fenicios más importantes que algunas baratijas, joyas y otros artículos de trueque. Se desprende, por lo tanto, que, con la posible excepción de Cádiz, los fenicios no construyeron ciudades, sino simples puestos en los que comerciar y donde sus naves pudieran hacer escala”. La historia también muestra que cuando los fenicios y los griegos empezaron a comerciar en España, el lugar ya estaba poblado y los nativos llevaban la plata, el hierro, el estaño y el plomo que iban buscando los comerciantes.
Por consiguiente, parece haber buena razón para creer que los descendientes de Javán (los jonios) por la línea de Tarsis llegaron hasta la península ibérica, donde constituyeron el grupo étnico más destacado. Esta posible ubicación de Tarsis también armoniza satisfactoriamente con las demás referencias bíblicas a este lugar.
Máxima expansión que tuvo Jafet y su descendencia antes del paso hacia América. Por supuesto después de esta expansión siguieron conquistando más territorios y aumentando su territorio.
Era un cazador-recolector occidental que murió a los veinte años. Era bastante alto, de piernas largas y robusto. Tenía piel oscura, cabello negro y ojos azules.
Aquí hay un caballero que fue enterrado en las montañas Altai de Mongolia que data de alrededor de ¿2.000-1700 a. n. e? Es de la Edad del Bronce Antiguo, fenómeno cultural de Chemurchek, parte de la cultura Elunin. Tenía entre 50 y 60 años cuando murió. Estaba en buena forma y había comido bien la mayor parte de su vida. Le faltaban dientes, la mayoría de los cuales se perdieron durante su vida y no por el deterioro del esqueleto.
Este ruso tiene miles de años. Tenia entre 20 a 25 años cuando murió. Kostenki-14 pertenecía al haplogrupo U2 de mtDNA. Su haplogrupo Y-DNA era C1b. Se descubrió que tenía una estrecha relación genética tanto con el "niño Mal'ta" del sureste de Siberia como con los cazadores-recolectores del Mesolítico posterior de Europa y Siberia occidental, así como con una población basal ancestral de los primeros agricultores europeos, pero no a los asiáticos orientales.
(¿2.000-1.600 a. n. e?) Encontrada en el Refugio Pataud en el pueblo Les Eyzies-de-Tayac-Sireuil en Dordoña. Ella murió cuando solo tenía alrededor de 20 años.
La linea de Sem.
Skhul 5 fue enterrado con conchas de Nassarius perforadas y la mandíbula de un jabalí en su pecho al parecer. Era muy robusto. Tendría miles de años.
Es evidente que una de las primeras potencias mundiales fuera una que estuviera cerca del comienzo de la humanidad. Esto fue así, siendo Egipto la primera potencia mundial que estuvo relacionada con la Biblia y con su pueblo. Siendo estos, descendientes de Cam, mediante Mizraim.
LA PRIMERA POTENCIA MUNDIAL. EGIPTO (d. 1600 a. E. C-siglo VIII a. E. C).
Posibles habitantes en el mundo, año 1900 a. E. C: ¿10 millones a 30 millones?
Es posible que después de la dispersión de Babel (Gé 11:8, 9), muchos de los descendientes de Mizraim, como los ludim, los anamim, los lehabim, los naftuhim y los patrusim, emigraran al N. de África. (Gé 10:6, 13, 14.) Como se ha dicho antes, se relaciona Patrós (singular de patrusim) con el Alto Egipto, y hay cierta base para situar a los naftuhim en la región del delta.
El hecho de que el país estuviera dividido en varias secciones (llamadas más tarde nomos) desde sus tiempos más primitivos, y el que estas siguieran existiendo y formaran parte de la estructura gubernamental cuando el país se unificó bajo un gobernante principal y continuaran hasta el fin del imperio, es un indicio de que la población de Egipto debió estar compuesta de diferentes tribus familiares. Suele hablarse de 42 nomos, 20 en el Bajo Egipto y 22 en el Alto Egipto. Aunque la continua distinción que se hace en la historia egipcia entre el Alto y el Bajo Egipto quizás obedezca a razones geográficas, también puede dar cuenta de una población original dividida en tribus. Cuando el gobierno central se debilitó, el país se dividió en estas dos grandes secciones e incluso corrió el peligro de desintegrarse en numerosos reinos pequeños dentro de los diferentes nomos.
Algunas pinturas antiguas y cuerpos momificados parecen indicar que los egipcios eran de estatura pequeña, delgados y de piel oscura, aunque no negra. No obstante, puede apreciarse una variedad considerable en estas pinturas y esculturas antiguas.
Lengua. Los eruditos modernos tienden a clasificar la lengua egipcia como “semítico-camítica”. Aunque era básicamente camítica, se dice que hay muchas analogías entre su gramática y la de las lenguas semíticas, así como algunas similitudes en el vocabulario. A pesar de estas aparentes semejanzas, se reconoce que “el egipcio difiere de todas las lenguas semíticas mucho más que estas entre sí, de modo que, al menos hasta que se defina mejor su relación con las lenguas africanas, se le debe excluir del grupo semítico”. (Egyptian Grammar, de A. Gardiner, Londres, 1957, pág. 3.) José se valió de un intérprete egipcio para hablar con sus hermanos cuando quiso esconderles su identidad. (Gé 42:23.)
Hay muchos factores que hacen extremadamente difícil llegar a conclusiones definitivas sobre el idioma primitivo utilizado en Egipto. Uno de ellos es el sistema egipcio de escritura. Las inscripciones antiguas usan signos pictográficos (representaciones de animales, pájaros, plantas u otros objetos) combinados con algunas formas geométricas, sistema de escritura que los griegos llamaron jeroglífico. Aunque algunos signos representaban sílabas, estas solo se emplearon para complementar los jeroglíficos, nunca para sustituirlos. Además, en la actualidad se desconocen los sonidos que aquellas sílabas representaban. Algunos escritos cuneiformes de mediados del II milenio a. E.C. que hablan de Egipto han aportado datos de interés. Las transcripciones griegas de nombres egipcios y de otras palabras, de aproximadamente el siglo VI E.C., y algunas transcripciones arameas de un siglo más tarde, también han ayudado a deletrear las palabras egipcias transcritas. No obstante, la reconstrucción de la fonología del antiguo egipcio aún se basa en el copto, el egipcio hablado a partir del siglo III E.C. De modo que solo se puede tener un conocimiento aproximado de la estructura original del vocabulario antiguo en su forma más primitiva, en particular anterior a la estancia israelita en Egipto.
Por otra parte, el conocimiento de otros idiomas camíticos africanos es muy limitado en la actualidad, por lo que es difícil determinar la relación del egipcio con estos. No se conoce ninguna inscripción de idiomas africanos no egipcios anterior a nuestra era. Los hechos apoyan el relato bíblico de la confusión de las lenguas, y parece claro que los egipcios primitivos, en tanto descendientes de Cam por medio de Mizraim, hablaban un idioma separado y distinto de las lenguas semíticas.
La escritura jeroglífica se usó sobre todo para inscripciones en monumentos y pinturas murales, en las que los símbolos se trazaban con gran detalle. Aunque continuó empleándose hasta el principio de la era común, en particular en textos religiosos, los escribas idearon una escritura menos incómoda, de formas cursivas y más simplificadas, que impresionaban con tinta sobre cuero y papiro. A este sistema se le denominó hierático. Le siguió otro todavía más fácil de escribir, llamado demótico, en especial a partir de la “dinastía XXVI” (siglos VII y VI a. E.C.). No se logró descifrar los textos egipcios hasta después del descubrimiento de la Piedra Rosetta, en el año 1799. Esta inscripción, actualmente en el Museo Británico, contiene un decreto en honor a Tolomeo V Epífanes que data del año 196 a. E.C. La escritura está en jeroglífico egipcio, demótico y griego; gracias al texto en este último idioma fue posible descifrar el egipcio.
HISTORIA.
Para cuando el hambre obligó a Abrahán (Abrán) a abandonar Canaán y bajar a Egipto (entre los años 1943 a. E.C. y 1932 a. E.C.), un Faraón (cuyo nombre no se da en la Biblia) gobernaba el país.
Parece que Egipto recibía bien a los extranjeros, y no hay registro de que se le tuviera ninguna animosidad a Abrahán, un nómada que moraba en tiendas. Sin embargo, el temor de Abrahán a ser asesinado por causa de su bella esposa debió estar bien fundado, e indica el bajo grado de moralidad que existía en Egipto. (Gé 12:11-13.) Las plagas que le sobrevinieron a Faraón por haber llevado a Sara a su casa tuvieron su efecto y resultaron en que se ordenase a Abrahán que abandonara el país; sin embargo, no se marchó solo con su esposa, sino con más bienes de los que había llevado. (Gé 12:15-20; 13:1, 2.) Quizás fue durante su estancia en Egipto cuando Abrahán obtuvo a la sierva de Sara, Agar. (Gé 16:1.) Esta le dio un hijo, Ismael (1932 a. E.C.), que más tarde se casó con una egipcia. (Gé 16:3, 4, 15, 16; 21:21.) Así pues, los ismaelitas fueron en su comienzo predominantemente egipcios, y las regiones donde a veces levantaban sus campamentos estaban cerca de la frontera de Egipto. (Gé 25:13-18.)
El hambre azotó por segunda vez y Egipto se convirtió en el lugar adonde acudir para obtener provisiones, pero en esa ocasión (algún tiempo después de 1843 a. E.C., el año de la muerte de Abrahán) Jehová le dijo a Isaac que no planease mudarse a este país.
José en Egipto. Unos dos siglos después de la estancia de Abrahán en Egipto, el hijo joven de Jacob, José, fue vendido en dos ocasiones: primero a una caravana madianita-ismaelita y después, en Egipto, a un oficial de la corte de Faraón (1750 a. E.C.). (Gé 37:25-28, 36.) Tal como José explicó más tarde a sus hermanos, Dios permitió esto a fin de preparar el camino para la futura mudanza de toda la familia de Jacob en un tiempo de hambre extrema. (Gé 45:5-8.) No se puede negar que la narración de los principales acontecimientos de la vida de José presenta un cuadro exacto de Egipto. La información obtenida en monumentos, pinturas y escritos egipcios corrobora los títulos de los funcionarios, las costumbres, la indumentaria, el uso de la magia y muchos otros detalles. La investidura de José como virrey de Egipto (Gé 41:42), por ejemplo, sigue el procedimiento representado en inscripciones y murales egipcios. (Gé 45-47.)
La aversión de los egipcios a comer con los hebreos, como en el caso de la comida que José ofreció a sus hermanos, tal vez haya sido el resultado del orgullo y prejuicio religioso o racial, o de su desprecio por los pastores. (Gé 43:31, 32; 46:31-34.) Es muy posible que este último sentimiento se debiera a que un sistema egipcio de castas colocaba a los pastores en uno de los últimos lugares, o quizás a un fuerte rechazo de aquellos que buscaban pasto para los rebaños, pues escaseaba la tierra de cultivo.
“El período de los hicsos.” Muchos comentaristas sitúan la entrada de José en Egipto, así como la de su padre y su familia, en lo que se suele conocer como el período de los hicsos. No obstante, Merrill Unger hace la siguiente observación (Archaeology and the Old Testament, 1964, pág. 134): “Desgraciadamente [este período] es muy oscuro en Egipto, y la conquista de los hicsos no se entiende con claridad”.
Algunos eruditos sitúan el período de los hicsos entre las dinastías XIII y XVII, que gobernaron durante unos doscientos años; otros lo circunscriben a las dinastías XV y XVI, en un período de cien a ciento cincuenta años. Algunos piensan que el nombre hicsos significa “reyes pastores”, y otros, “gobernantes de países extranjeros”. Las conjeturas sobre su raza o nacionalidad han sido aún más variadas, y se ha apuntado tanto que son pueblos indoeuropeos del Cáucaso o de Asia Central, como que son hititas, gobernantes siropalestinos (cananeos o incluso amorreos) o tribus árabes.
Algunos arqueólogos dicen que la “conquista hicsa” de Egipto fue una invasión de Palestina y Egipto por parte de hordas nórdicas en veloces carros, mientras que otros piensan que fue una conquista lenta y progresiva, es decir, una infiltración gradual, o migraciones nómadas o seminómadas que o bien tomaron poco a poco el control del país, o bien se pusieron a la cabeza del gobierno existente mediante un rápido golpe de estado. En el libro The World of the Past (1963, parte V, pág. 444), la arqueóloga Jacquetta Hawkes dice: “Ya no se piensa que los gobernantes hicsos [...] representen la invasión de unas hordas conquistadoras asiáticas. El nombre al parecer significa ‘gobernantes de las tierras altas’, y eran grupos errantes de semitas que hacía tiempo que habían ido a Egipto con fines comerciales u otros fines pacíficos”. Aunque puede que este sea el punto de vista popular hoy día, aún queda el difícil problema de explicar cómo estos “grupos errantes” pudieron conquistar la tierra de Egipto, sobre todo en vista de que se cree que la dinastía XII, anterior a ese período, llevó al país al cenit del poder.
The Encyclopedia Americana (1956, vol. 14, pág. 595) dice: “El único relato detallado acerca de [los hicsos] que nos ha legado la antigüedad es un pasaje poco confiable de una obra perdida de Manetón, citada por Josefo en su réplica a Apión”. Algunas de las declaraciones que Josefo atribuye a Manetón son la fuente del nombre “hicsos”. Es interesante el hecho de que Josefo, que afirma citar literalmente a Manetón, establezca una relación directa entre los hicsos y los israelitas. Al parecer, Josefo acepta esta relación, pero rechaza sin paliativos muchos de los detalles del relato. Prefiere traducir hicsos por “pastores cautivos” en vez de “reyes pastores”. Según Josefo, Manetón (Maneto) dice que los “hicsos” conquistaron Egipto sin pelear una batalla, destruyeron ciudades y “los templos de los dioses” y causaron estragos y una gran matanza. También dice que se asentaron en la región del delta. Por último explica que los egipcios se alzaron con 480.000 hombres y pelearon una terrible y larga guerra. Cuenta que sitiaron a los hicsos en su ciudad capital, Avaris, y que luego, extrañamente, llegaron a un acuerdo que les permitió abandonar el país junto con sus familias y posesiones sin sufrir daño, después de lo cual fueron a Judea y edificaron Jerusalén. (Contra Apión, libro I, secs. 14-16, 25, 26.)
En los escritos contemporáneos los nombres de estos gobernantes iban precedidos de títulos como “Buen Dios”, “Hijo de Reʽ” (Hik-khoswet) o “Gobernante de tierras extranjeras”. El término “hicsos” debe haberse derivado de este último título. Los documentos egipcios inmediatamente posteriores a su hegemonía los llaman ‘asiáticos’. Con respecto a este período de la historia egipcia, C. E. DeVries hizo la siguiente observación: “Al querer relacionar la historia seglar con la información bíblica, algunos eruditos han intentando asociar la expulsión de los hicsos de Egipto con el éxodo israelita, pero la cronología descarta tal identificación, y otros factores hacen asimismo insostenible la hipótesis [...]. El origen de los hicsos es incierto; llegaron de algún lugar de Asia, y, en su mayor parte, llevaban nombres semíticos”. (The International Standard Bible Encyclopedia, edición de G. Bromiley, 1982, vol. 2, pág. 787.)
Puesto que el ascenso de José al poder y los beneficios que eso supuso para Israel se debieron a la providencia divina, no hay necesidad de buscar ninguna otra razón, como la de “reyes pastores” amigables. (Gé 45:7-9.) Sin embargo, es posible que el relato de Manetón, de donde procede la teoría de los “hicsos”, tan solo evoque una tradición egipcia falseada, urdida para justificar lo que aconteció en Egipto durante la estancia israelita. La ascensión de José a la posición de gobernante (Gé 41:39-46; 45:26); sus profundos cambios administrativos, que resultaron en que los egipcios vendieran sus tierras e incluso se vendieran ellos mismos a Faraón (Gé 47:13-20); el impuesto del 20% de sus productos que pagaron más tarde (Gé 47:21-26); los doscientos quince años de residencia israelita en Gosén y el hecho de llegar a exceder en número y fuerza a la población nativa, según las palabras de Faraón (Éx 1:7-10, 12, 20); las diez plagas y la devastación que estas produjeron no solo en la economía egipcia, sino incluso en sus creencias religiosas y en el prestigio de su sacerdocio (Éx 10:7; 11:1-3; 12:12, 13); el éxodo de Israel después de la muerte de todos los primogénitos de Egipto y la posterior aniquilación de lo mejor de las fuerzas militares de Egipto en el mar Rojo (Éx 12:2-38; 14:1-28); todos estos sucesos tuvieron un tremendo efecto en el país, por lo que el estamento oficial egipcio se vio ante la necesidad de dar algún tipo de explicación.
No debe olvidarse que el registro de la historia de Egipto, así como el de muchos países del Oriente Medio, estaba ligado inseparablemente al sacerdocio, bajo cuya tutela se instruía a los escribas. Habría sido muy extraño que no se hubiera inventado alguna explicación propagandística que justificara el que los dioses egipcios no hubieran podido evitar de ningún modo la calamidad que Dios trajo sobre Egipto y sus habitantes. En la historia, incluso la reciente, se han dado muchos casos en los que tal propaganda ha desvirtuado de forma tan descarada los hechos, que a los oprimidos se les ha presentado como los opresores, y a las víctimas inocentes, como los agresores peligrosos y crueles. Si Josefo transmitió con exactitud el relato de Manetón (de unos mil años después del éxodo), este tal vez represente las tradiciones distorsionadas transmitidas por las generaciones egipcias posteriores para justificar los elementos básicos del relato verdadero de la estancia de Israel en Egipto: el registrado en la Biblia.
Esclavitud de Israel. Puesto que la Biblia no menciona el nombre del Faraón que empezó a oprimir a los israelitas (Éx 1:8-22) ni tampoco el del siguiente, ante quien se presentaron Moisés y Aarón, y en cuyo reinado tuvo lugar el éxodo (Éx 2:23; 5:1), y dado que estos acontecimientos o bien se omitieron deliberadamente de los registros egipcios o bien los registros fueron destruidos, no es posible determinar en qué dinastía específica o en el reinado de qué Faraón en particular ocurrieron estos hechos. Basándose en la referencia a la construcción de las ciudades de Pitom y Raamsés por los trabajadores israelitas (Éx 1:11), algunos han opinado que Ramsés II (Ramesés II) (de la XIX dinastía) fue el Faraón que los oprimió. Se cree que estas ciudades se edificaron durante el reinado de Ramsés II. Sin embargo, en Archaeology and the Old Testament (pág. 149), Merrill Unger comenta: “Pero a la luz de la práctica notoria de Ramsés II de atribuirse el mérito de los logros de sus antecesores, lo más seguro es que él tan solo reedificase o ampliase estos lugares”. En realidad, el nombre “Ramesés” al parecer ya se aplicaba a todo un distrito para el tiempo de José. (Gé 47:11.)
Por medio de Moisés, Dios liberó a la nación de Israel de la “casa de esclavos” y del “horno de hierro”, tal como continuaron llamando a Egipto los escritores bíblicos. (Éx 13:3; Dt 4:20; Jer 11:4; Miq 6:4.) Cuarenta años más tarde, Israel inició la conquista de Canaán. Algunos han relacionado este acontecimiento bíblico con la situación narrada en lo que se conoce como las tablillas de Tell el-Amarna, halladas junto al Nilo en Tell el-Amarna a unos 270 Km. al S. de El Cairo. Las 379 tablillas son cartas de varios gobernantes cananeos y sirios (entre los que se cuentan los de Hebrón, Jerusalén y Lakís); muchas, dirigidas al Faraón que entonces gobernaba (por lo general, Akhenatón), contienen quejas acerca de las incursiones y depredaciones de los “habirú” (ʽapiru). Aunque algunos eruditos han tratado de identificar a los habirú con los hebreos o israelitas, el contenido mismo de las cartas no da base para ello. En ellas se representa a los habirú como meros invasores, a veces aliados con algunos gobernantes cananeos en rivalidades entre ciudades o regiones. Una de las ciudades que amenazaron los habirú era Biblos, en el Líbano septentrional, lejos del radio de acción de los ataques israelitas. Además, los hechos relatados en las cartas no pueden compararse con las grandes batallas y victorias que obtuvieron los israelitas en su conquista de Canaán después del éxodo.
La estancia de Israel en Egipto quedó grabada de forma indeleble en la memoria de la nación, y la liberación milagrosa de ese país solía rememorarse como una prueba sobresaliente de la divinidad de Jehová (Éx 19:4; Le 22:32, 33; Dt 4:32-36; 2Re 17:36; Heb 11:23-29), de ahí la expresión: “Yo soy Jehová tu Dios desde la tierra de Egipto”. (Os 13:4; compárese con Le 11:45.) Ninguna circunstancia o acontecimiento eclipsó este hecho, hasta que su liberación de Babilonia les dio más prueba del poder liberador de Jehová. (Jer 16:14, 15.) Su experiencia en Egipto se registró en la Ley que se les dio (Éx 20:2, 3; Dt 5:12-15), fue la base de la fiesta de la Pascua (Éx 12:1-27; Dt 16:1-3), los guió en sus tratos con los residentes forasteros (Éx 22:21; Le 19:33, 34) y con los pobres que se vendían a sí mismos en esclavitud (Le 25:39-43, 55; Dt 15:12-15), y también suministró una base legal para la selección y santificación de la tribu de Leví para servir en el santuario. (Nú 3:11-13.) Debido a que los israelitas habían sido residentes forasteros en Egipto, los egipcios podían ser aceptados en la congregación de Israel bajo ciertos requisitos. (Dt 23:7, 8.) Los reinos de Canaán y los habitantes de las naciones vecinas sentían admiración y temor debido a los informes que oían del poder que Dios demostró contra Egipto, lo que preparó el camino para la conquista que llevó a cabo Israel (Éx 18:1, 10, 11; Dt 7:17-20; Jos 2:10, 11; 9:9), conquista que se recordó durante siglos. (1Sa 4:7, 8.) A través de su historia, toda la nación de Israel recordó estos acontecimientos en sus canciones. (Sl 78:43-51; Sl 105 y 106; 136:10-15.)
Después de la conquista de Canaán por Israel. En Egipto no se menciona a Israel hasta el reinado del faraón Merneptah, hijo de Ramsés II (en la última parte de la XIX dinastía); esta es, en realidad, la única mención directa que puede hallarse en los registros egipcios antiguos. En una estela de victorias, Merneptah alardea de las derrotas que ha infligido a varias ciudades de Canaán y pasa a afirmar: “Israel ha sido arrasada, su descendencia ya no es”. Aunque solo era un alarde infundado, parece indicar que por aquel entonces la nación de Israel estaba establecida en Canaán.
Aspecto de los cananeos según los egipcios. La primera, sobre el año 1150 a. E. C. La última, pintura de una tumba de la dinastía XII que parece mostrar en su panel superior dos cabras a punto de ser sacrificadas. (Public Domain)
No se informa que Israel tuviese contacto con Egipto durante el período de los jueces o durante los reinados de Saúl y David, aparte de la mención de un combate entre uno de los guerreros de David y un egipcio “de tamaño extraordinario”. (2Sa 23:21.) Durante el reinado de Salomón (1037-998 a. E.C.), las relaciones entre las dos naciones tuvieron tal magnitud que Salomón pudo hacer una alianza matrimonial con Faraón, casándose con su hija. (1Re 3:1.) No se especifica cuándo este Faraón desconocido conquistó Guézer, la ciudad que luego dio como dote o regalo de boda de despedida a su hija. (1Re 9:16.) Las relaciones comerciales de Salomón con Egipto incluyeron la adquisición por parte de Salomón de caballos y carros. (2Cr 1:16, 17.)
Egipto, no obstante, fue un refugio para algunos enemigos de los reyes de Jerusalén. Hadad el edomita escapó a Egipto después que David devastó Edom. Aunque era semita, el Faraón le honró con un hogar, alimento y tierra, se casó dentro de la realeza y a su hijo, Guenubat, se le trató como si fuera hijo de Faraón. (1Re 11:14-22.) Más tarde, Jeroboán, que llegó a ser rey del reino norteño de Israel después de la muerte de Salomón, también se refugió durante un tiempo en Egipto en el reinado de Sisaq. (1Re 11:40.)
El Faraón Taharka o Taharqo.
En su declaración formal contra Egipto, Isaías al parecer predice la inestable situación que existiría en Egipto durante la última parte del siglo VIII y la primera del siglo VII a. E.C. (Isa 19.) Dice que en Egipto habría guerra civil y desintegración, que guerrearía “ciudad contra ciudad, reino contra reino”. (Isa 19:2, 13, 14.) Los historiadores modernos tienen pruebas de que hubo dinastías contemporáneas que gobernaron en diferentes secciones del país en ese tiempo. La alabada “sabiduría” de Egipto, con sus ‘dioses que nada valen y encantadores’, no protegió a esta nación de ser entregada “en mano de un amo duro”. (Isa 19:3, 4.)
Invasión asiria. El rey asirio Esar-hadón (contemporáneo del rey judaíta Manasés [716-662 a. E.C.]) invadió Egipto, conquistó Menfis, en el Bajo Egipto, y envió a muchos al exilio. Al parecer el Faraón que gobernaba en ese tiempo todavía era Taharka (Tirhaqá).
Asurbanipal reanudó el ataque y saqueó la ciudad de Tebas (la bíblica No-amón), en el Alto Egipto, donde se encontraban las mayores riquezas de los templos de Egipto. De nuevo la Biblia señala la participación de etíopes, libios y otros pueblos africanos. (Na 3:8-10.)
Algún tiempo después se retiraron de Egipto las guarniciones asirias y el país empezó a recobrar algo de su anterior prosperidad y poder. Cuando Asiria cayó ante los medos y los babilonios, Egipto había obtenido suficiente fuerza (con el apoyo de tropas mercenarias) para acudir en ayuda del rey asirio. El Faraón (Nekoh II) condujo a las fuerzas egipcias, pero en el camino se enfrentó con el ejército judaíta del rey Josías en Meguidó y se vio obligado a entrar en una batalla que no deseaba, batalla que resultó en la derrota de Judá y la muerte de Josías. (2Re 23:29; 2Cr 35:20-24.) Tres meses más tarde (en 628 a. E.C.), Nekoh quitó del trono de Judá al hijo y sucesor de Josías, Jehoacaz, se lo llevó cautivo a Egipto y colocó en su lugar a su hermano Eliaquim (de sobrenombre Jehoiaquim). (2Re 23:31-35; 2Cr 36:1-4; compárese con Eze 19:1-4.) Judá se convirtió en tributaria de Egipto, pagando una cantidad inicial equivalente a 1.046.000 dólares (E.U.A.). Durante este período el profeta Uriya efectuó su vana huida a Egipto. (Jer 26:21-23.)
Estela de Nekoh II.
Derrotado por Nabucodonosor. No obstante, el intento de Egipto de restablecer su control en Siria y Palestina duró poco; se le sentenció a beber la copa amarga de la derrota, según la profecía que Jehová había pronunciado antes por medio de Jeremías (25:17-19). La caída de Egipto empezó con su derrota decisiva en Carquemis, junto al río Éufrates, ante los babilonios, mandados por el príncipe heredero Nabucodonosor, en el año 625 a. E.C. Se hace referencia a este acontecimiento en Jeremías 46:2-10, así como en una crónica de Babilonia.
Nabucodonosor, entonces rey de Babilonia, conquistó Siria y Palestina, y Judá se convirtió en un estado vasallo de Babilonia. (2Re 24:1.) Egipto intentó por última vez mantener su hegemonía en Asia. Una fuerza militar de Faraón (su nombre no se menciona en la Biblia) salió de Egipto en respuesta a la solicitud del rey Sedequías de recibir apoyo militar en su sublevación contra Babilonia en el año 609-607 a. E.C., lo que tan solo causó un levantamiento temporal del sitio babilonio, ya que se obligó a las tropas egipcias a retroceder y Jerusalén no escapó de la destrucción. (Jer 37:5-7; Eze 17:15-18.)
A pesar de las enérgicas advertencias de Jeremías (Jer 42:7-22), el resto de la población de Judá huyó a Egipto en busca de protección, y se unió a los judíos que ya estaban en ese país. (Jer 24:1, 8-10.) Los lugares donde residieron fueron: Tahpanhés, al parecer una ciudad fortificada de la región del delta (Jer 43:7-9), Migdol y Nof, otro posible nombre de Menfis, la capital primitiva del Bajo Egipto. (Jer 44:1; Eze 30:13.) Así pues, estos refugiados entonces hablaban el “lenguaje de Canaán” (seguramente el hebreo) en Egipto. (Isa 19:18.) De manera insensata, reanudaron en ese país las mismas prácticas idolátricas que habían ocasionado el juicio de Jehová sobre Judá. (Jer 44:2-25.) No obstante, el cumplimiento de las profecías de Jehová alcanzó a los refugiados israelitas cuando Nabucodonosor marchó contra Egipto y conquistó el país. (Jer 43:8-13; 46:13-26.)
Solo se ha hallado un texto babilonio, fechado en el año trigésimo séptimo de Nabucodonosor (588 a. E.C.), que mencione una campaña contra Egipto, aunque no se puede asegurar si se refiere a la conquista original o a una mera acción militar posterior. De todas formas, Nabucodonosor recibió la riqueza de Egipto como pago por el servicio militar que había prestado en la ejecución del juicio de Jehová contra Tiro, un opositor del pueblo de Dios. (Eze 29:18-20; 30:10-12.)
En Ezequiel 29:1-16 se predice que la desolación de Egipto duraría cuarenta años, lo que quizás haya sucedido después que Nabucodonosor conquistó este país. Los comentaristas que dicen que el reinado de Amasis II (Amosis II), sucesor de Hofrá, fue muy próspero durante más de cuarenta años, se basan sobre todo en el testimonio de Heródoto, quien visitó Egipto más de cien años después. No obstante, The Encyclopædia Britannica (1959, vol. 8, pág. 62) dice acerca de la historia de Heródoto sobre este período (el “período saíta”): “Sus declaraciones demuestran no ser del todo confiables cuando se examinan a la luz de las escasas pruebas autóctonas”. La obra Commentary, de F. C. Cook, hace notar que Heródoto ni siquiera menciona el ataque de Nabucodonosor contra Egipto, y después dice: “Es notorio que aunque Heródoto registró fielmente todo lo que oyó y vio en Egipto, dependía de los sacerdotes egipcios para su información acerca de la historia del pasado, cuyos relatos adoptó con credulidad ciega [...]. Todo el relato [de Heródoto] sobre Apries [Hofrá] y Amasis está tan lleno de incoherencias y leyendas que podemos rehusar aceptarlo como historia auténtica. No extraña en absoluto que los sacerdotes tratasen de disimular la deshonra nacional del sometimiento a un yugo extranjero” (nota B., pág. 132). Por lo tanto, aunque la historia seglar no aporta pruebas claras del cumplimiento de la profecía, podemos confiar en la exactitud del registro bíblico.
Bajo dominación persa. Posteriormente Egipto apoyó a Babilonia contra la ascendente potencia de Medo-Persia. Sin embargo, para el año 525 a. E.C., Cambises II, hijo de Ciro el Grande, subyugó el país, que así llegó a estar bajo la dominación imperial persa. (Isa 43:3.) Aunque muchos judíos abandonaron Egipto para regresar a su país natal (Isa 11:11-16; Os 11:11; Zac 10:10, 11), otros permanecieron en aquella tierra. Debido a este hecho, hubo una colonia judía en Elefantina (Yeb, en egipcio), isla del Nilo cercana a Asuán, a unos 690 Km. al S. de El Cairo. Un valioso hallazgo de papiros revela las condiciones existentes en ese lugar durante el siglo V a. E.C., cuando Esdras y Nehemías cumplían con su comisión en Jerusalén. Estos documentos, escritos en arameo, contienen el nombre de Sanbalat de Samaria (Ne 4:1, 2) y del sumo sacerdote Johanán. (Ne 12:22.) Es de interés una orden oficial emitida durante el reinado de Darío II (c. 423-405 a. E.C.) que mandaba que se celebrase en la colonia “la fiesta de las tortas no fermentadas”. (Éx 12:17; 13:3, 6, 7.) Asimismo, es notable el uso frecuente del nombre Yahu, una forma del nombre Jehová (o Yavé; compárese con Isa 19:18), aunque también hay considerables pruebas de la infiltración de la adoración pagana.
Bajo gobernación griega y romana. Egipto continuó bajo la gobernación persa hasta que Alejandro Magno conquistó el país en el año 332 a. E.C., supuestamente libertando a Egipto del yugo persa, pero terminando para siempre con la gobernación de Faraones nativos. El poderoso Egipto llegó a ser un “reino de condición humilde”. (Eze 29:14, 15.)
Durante el reinado de Alejandro se fundó la ciudad de Alejandría, y después de su muerte gobernaron el país los tolomeos. En el año 312 a. E.C., Tolomeo I capturó Jerusalén, de modo que Judá se convirtió en una provincia del Egipto tolemaico hasta el año 198 a. E.C. En ese año, tras una larga lucha con el Imperio seléucida de Siria, Egipto perdió al fin el control de Palestina cuando el rey sirio Antíoco III derrotó al ejército de Tolomeo V. Más tarde, Egipto llegó a estar gradualmente bajo la influencia de Roma. En el año 31 a. E.C., en la batalla decisiva de Accio, Cleopatra abandonó la flota de Antonio, su amante romano, quien fue derrotado por Octavio, el sobrino nieto de Julio César. Octavio procedió a conquistar Egipto en el año 30 a. E.C., y este país se convirtió en una provincia romana. A esta provincia romana huyeron José y María con Jesús para escapar del decreto asesino de Herodes, y de allí regresaron después de la muerte de este a fin de que se cumpliesen las palabras de Oseas: “De Egipto llamé a mi hijo”.
Nebiri, un dignatario egipcio que vivió bajo el reinado del faraón de la decimoctava dinastía de Thutmoses III, entre 1479 y 1425 antes de nuestra era.
Reconstrucción del rostro de Amun-her-Khepeshef. (Foto: Discovery Channel)
Ramsés II.
Mientras fue potencia Egipto, también hubo otras potencias en otros lugares geográficos que gobernaban con cierta libertad debido a la lejanía, y aún potencias emergentes que peleaban con Egipto.
Mapa de la ubicación de las potencias Egipto, Asiria, Babilonia y Medopersia.
LA SEGUNDA POTENCIA MUNDIAL. ASIRIA (siglo VIII a. E. C-607 a. E. C).
Posibles habitantes en el mundo, año 1500 a. E. C: ¿30 millones a 50 millones?
En este tiempo, Nínive tendría unos 40.000 habitantes. Sin embargo casi en el final de su periodo como potencia tendría unos 120.000 habitantes. Babilonia tendría unos 47.000 habitantes, y unos 100.000 para el 650 a. E. C, Menfis y Tebas, 44.000 y 60.000 habitantes, respectivamente en el siglo IX a. E. C.
El título “rey de Asiria” se aplicó al rey persa (Darío Histaspes) que dominaba Asiria al tiempo de la reconstrucción del templo de Jerusalén (terminado en 515 a. E.C.).
LA TERCERA POTENCIA MUNDIAL. BABILONIA (607-539 a. E C).
Posibles habitantes en el mundo, año 1000: ¿50 millones a 80 millones?
Nemrod, que vivió a finales del III milenio a. E.C., fundó Babilonia como la capital del primer imperio político de la humanidad. Sin embargo, su construcción se detuvo al confundirse el lenguaje. (Gé 11:9.) Posteriores generaciones se sucedieron en la construcción de la ciudad. Hammurabi la agrandó y reforzó, y la convirtió en la capital del Imperio babilonio semita.
Hoy no queda nada de Babilonia, excepto montículos y ruinas, un verdadero yermo desolado. El libro Archaeology and Old Testament Study dice: “Estas vastas ruinas, de las que solo se ha excavado una pequeña parte, pese al trabajo de Koldewey, han sido saqueadas extensamente durante los pasados siglos con el fin de conseguir materiales de construcción. En parte como consecuencia de lo antedicho, la apariencia de casi toda la superficie es ahora de un desorden tan caótico que evoca con fuerza la profecía de Isa. XIII. 19-22 y Jer. I. 39 y ss., y la impresión de desolación se ve acusada por la aridez que caracteriza el paraje donde se hallan las ruinas” (edición de D. W. Thomas, Oxford, 1967, pág. 41).
LA CUARTA POTENCIA MUNDIAL. MEDOPERSIA (539-331 a. E. C).
Posibles habitantes en el mundo, año 800 a. E. C: ¿80 millones a 100 millones?
Los medos apenas dejaron registros escritos; lo que se sabe de ellos procede del registro bíblico, de los textos asirios y también de los historiadores clásicos griegos. Parece ser que los medos estaban divididos en numerosos reinos subordinados bajo jefes tribales. Los relatos jactanciosos de los emperadores asirios Samsi-adad V, Tiglat-piléser III y Sargón II aluden a sus victorias sobre ciertos jefes de ciudades del lejano país de los medos. Después de la victoria asiria sobre el reino de Israel, en 740 a. E.C., se deportó a los israelitas a Asiria y a “las ciudades de los medos”, algunas de las cuales eran en aquel entonces vasallas de Asiria. (2Re 17:6; 18:11.)
El emperador Esar-hadón, hijo de Senaquerib y por lo visto contemporáneo del rey Manasés de Judá (716-662 a. E.C.), llevó adelante los esfuerzos asirios por subyugar a “los rebeldes medos”. En una de sus inscripciones, Esar-hadón habla de “un distrito en el límite del desierto de sal que está en la tierra de los lejanos medos, en el límite del monte Bikni, la montaña de lapislázuli, [...] jefes poderosos que no se sometieron a mi yugo —ellos mismos, junto con sus pueblos, sus caballos de montar, su ganado, sus ovejas, sus asnos y sus camellos (bactrianos)—, una gran cantidad de despojo, me los llevé a Asiria. [...] Mi tributo e impuesto real se lo impuse a ellos anualmente”. (Ancient Records of Assyria and Babylonia, de D. D. Luckenbill, 1927, vol. 2, págs. 215, 216.)
Según el historiador griego Heródoto (Historia, I, 96), un gobernante llamado Deyoces unificó los reinos medos. Algunos historiadores modernos creen que Deyoces era el gobernante llamado Daiaukku en las inscripciones. Sargón II lo capturó y deportó a Hamat después de una incursión asiria en Media. Sin embargo, la mayoría de los eruditos entienden que los reyes de Media no se unieron bajo un solo gobernante hasta el tiempo de Ciaxares (nieto de Deyoces, según Heródoto [Historia, I, 102, 103]). Incluso entonces bien pudieron ser como los pequeños reinos de Canaán, que a veces lucharon bajo la dirección de un rey en particular aunque eran prácticamente independientes. (Compárese con Jos 11:1-5.)
A pesar de las incursiones asirias, los medos aumentaron su poderío y se convirtieron en el rival más peligroso de Asiria. Cuando Nabopolasar de Babilonia, el padre de Nabucodonosor, se rebeló contra Asiria, Ciaxares el medo unió sus fuerzas a las de los babilonios. Después que los medos capturaron Asur, en el año duodécimo de Nabopolasar (634 a. E.C.), Ciaxares (llamado en los registros babilonios Ú-ma-kis-tar) se encontró con Nabopolasar ante la ciudad capturada y “llegaron a una entente cordiale”. (Assyrian and Babylonian Chronicles, de A. K. Grayson, 1975, pág. 93.) Beroso (conocido a través de Polihistor y Abideno, ambos citados por Eusebio) dice que el hijo de Nabopolasar, Nabucodonosor, se casó con la hija del rey medo, cuyo nombre era Amytis (o Amuhia, según Abideno). (Eusebio, Chronicorum liber prior, edición de A. Schoene, Berlín, 1875, col. 29, líneas 16-19, col. 37, líneas 5-7.) Sin embargo, los historiadores no están de acuerdo en si Amytis era hija de Ciaxares o de su hijo Astiages.
Derrotan a Asiria junto con los babilonios. Después de posteriores batallas contra los asirios, finalmente, en el año decimocuarto de Nabopolasar (632 a. E.C.), las fuerzas combinadas de los medos y los babilonios conquistaron Nínive. (Sof 2:13.) La resistencia asiria se trasladó a Harán (a unos 360 Km. al O.), pero aunque Asiria recibió apoyo de Egipto, el esfuerzo fue inútil y el Imperio asirio se dividió entre los medos y los babilonios. (Na 2:8-13; 3:18, 19.) Parece que los medos tomaron la parte N. del territorio y los babilonios, la parte S. y SO., que incluía Siria y Palestina. Más tarde, Ciaxares se adentró en Asia Menor hasta el río Halys, donde una guerra con Lidia hizo que se detuviera, y el río Halys se convirtió en el límite más occidental del Imperio medo. Este imperio entonces se extendía por la mayor parte de la meseta iraní, Asiria y la parte N. de Mesopotamia, Armenia y Capadocia.
Aunque los medos (descendientes de Madai, hijo de Jafet), continuaron subordinados a los persas durante la dinastía aqueménida, no cabe duda de que el imperio llegó a ser de naturaleza binaria. Por consiguiente, la obra History of the Persian Empire (de A. Olmstead, 1948, pág. 37) dice: “La estrecha relación entre persas y medos no se olvidó jamás. Ecbátana siguió siendo una residencia real favorita después de ser saqueada. Los medos recibían igual honra que los persas; se les colocaba en puestos encumbrados y se les escogía para acaudillar ejércitos persas. Por lo general, los extranjeros hablaban de los medos y los persas, y cuando usaban un solo término, empleaban ‘el medo’”.
Durante el gobierno de Ciro, el Imperio medopersa se extendió aún más hacia el O., y llegó al mar Egeo como resultado de la victoria persa sobre el rey Creso de Lidia y el sometimiento de ciertas ciudades griegas de la costa. Sin embargo, su victoria más importante se produjo en 539 a. E.C., cuando Ciro, al frente de una fuerza combinada de medos, persas y elamitas, tomó la poderosa Babilonia, en cumplimiento de las profecías bíblicas. (Isa 21:2, 9; 44:26–45:7; Da 5:28.) Con la caída de Babilonia llegó a su fin un largo período de supremacía semítica, reemplazada entonces por la primera potencia mundial dominante de ascendencia aria (jafética). También la tierra de Judá, así como Siria y Fenicia, quedó dentro del dominio medopersa. El decreto que Ciro emitió en 537 a. E.C. permitió a los judíos exiliados regresar a su tierra natal, que había yacido desolada exactamente setenta años.
Desde la muerte de Ciro hasta la de Darío. El reinado de Ciro el Grande finalizó en 530 a. E.C., cuando murió en una campaña militar. Su hijo Cambises le sucedió en el trono y conquistó Egipto. Aunque en la Biblia no se le llama Cambises, debió ser el “Asuero” a quien los opositores de la reedificación del templo enviaron falsas acusaciones contra los judíos, como se registra en Esdras 4:6.
Las circunstancias que rodearon el fin de la gobernación de Cambises son confusas. Un relato de Darío el Grande que aparece en su inscripción de Behistún y que narran Heródoto y algunos otros con ciertas variaciones, es que Cambises mandó asesinar en secreto a su hermano Bardiya (llamado Esmerdis por Heródoto). Luego, mientras Cambises estaba en Egipto, un mago llamado Gaumata (al que Heródoto también llama Esmerdis) se hizo pasar por Bardiya (Esmerdis), usurpó el trono y consiguió que lo reconocieran como rey. Cambises murió durante su regreso de Egipto, de modo que dejó al usurpador afianzado en el trono. (Historia, III, 61-67.) La otra versión, apoyada por algunos historiadores, es que Bardiya no fue asesinado y que él, no un impostor, usurpó el trono durante la ausencia de Cambises.
Sea cual fuere el caso, el reinado de Cambises terminó en 522 a. E.C. La gobernación que siguió duró siete meses, y finalizó también en 522 a. E.C., con el asesinato del usurpador, fuese Bardiya (Esmerdis) o Gaumata (el falso Esmerdis). No obstante, parece ser que durante esta breve gobernación se dirigió al trono persa una segunda acusación contra los judíos, siendo rey por entonces el “Artajerjes” bíblico (quizás un nombre o título adoptado por los reyes al ascender al trono), y esta vez las acusaciones consiguieron la proscripción real de las obras de reconstrucción del templo. (Esd 4:7-23.) A partir de entonces las obras del templo permanecieron paradas “hasta el segundo año del reinado de Darío el rey de Persia”. (Esd 4:24.)
Darío I (llamado Darío Histaspes o Darío el Grande) debió ser quien tramó o instigó la muerte del que ocupaba el trono persa, y consiguió hacerse con el poder. Durante su gobernación, las obras del templo de Jerusalén se reanudaron con aprobación real, y durante su sexto año de gobierno se finalizó la construcción del templo (a principios del año 515 a. E.C.). (Esd 6:1-15.) El reinado de Darío se caracterizó por la expansión del imperio. Extendió el dominio persa hacia el E., hasta la India, y hacia el O., hasta Tracia y Macedonia.
Para entonces los gobernantes persas ya habían cumplido los simbolismos proféticos de Daniel 7:5 y 8:4, donde, simbolizado por un oso y también por un carnero, se representa al Imperio medopersa apoderándose de territorios en tres direcciones principales: N., O. y S. Sin embargo, en una campaña contra Grecia las fuerzas de Darío fueron derrotadas en Maratón en el año 490 a. E.C. Darío murió en 486 a. E.C.
Los reinados de Jerjes y Artajerjes. Jerjes, el hijo de Darío, debió ser el rey Asuero mencionado en el libro de Ester. Sus acciones también encajan con la descripción del cuarto rey persa, que “[levantaría] todo contra el reino de Grecia”. (Da 11:2.) Intentando vengarse de la derrota persa en Maratón, Jerjes lanzó su maquinaria bélica contra la Grecia continental en 480 a. E.C. No obstante, tras la costosa victoria de las Termópilas y la destrucción de Atenas, sus fuerzas fueron derrotadas en Salamina y Platea, lo que le obligó a retirarse a Persia.
El reinado de Jerjes se caracterizó por ciertas reformas administrativas y por terminar gran parte de las obras de construcción que su padre había iniciado en Persépolis. (Compárese con Est 10:1, 2.) Las narraciones griegas sobre el final del reinado de Jerjes giran alrededor de ciertas dificultades maritales, desórdenes en su harén y la supuesta influencia que ejercían sobre él algunos de sus cortesanos. Estos relatos pueden reflejar, aunque de una manera muy confusa y distorsionada, algunos de los hechos básicos del libro de Ester, como el que se depusiera a la reina Vasti y se la reemplazara por Ester, así como la ascensión de Mardoqueo a un puesto de gran autoridad en el reino. (Est 2:17; 10:3.) Según los relatos seglares, Jerjes fue asesinado por uno de sus cortesanos.
Artajerjes Longimano, sucesor de Jerjes, se distinguió por autorizar el regreso de Esdras a Jerusalén con una importante contribución para el templo. Esto ocurrió en su año séptimo (468 a. E.C.). (Esd 7:1-26; 8:24-36.) En el año vigésimo de su reinado (455 a. E.C.), Nehemías consiguió el permiso para ir a Jerusalén y reconstruir la ciudad. (Ne 1:3; 2:1, 5-8.) Más tarde, Nehemías regresó a la corte de Artajerjes por un tiempo en el año trigésimo segundo del reinado de este rey (443 a. E.C.). (Ne 13:6.)
Los registros históricos presentan ciertas diferencias con respecto a los reinados de Jerjes y de Artajerjes. Las obras de consulta sitúan el año de ascenso de Artajerjes en 465 a. E.C. Según ciertos documentos, el reinado de Jerjes se extendió hasta su vigésimo primer año. Como tradicionalmente su reinado se cuenta a partir de 486 a. E.C., cuando murió su padre, Darío, se considera que su primer año reinante comenzó en 485 a. E.C., y su año vigésimo primero, el año de ascenso de Artajerjes, sería 465 a. E.C. Los eruditos normalmente dicen que el último año del reinado de Artajerjes comenzó en 424 a. E.C., que según algunos documentos fue su año cuadragésimo primero. De ser cierto, esto significaría que su año de ascenso fue 465 a. E.C. y su primer año reinante comenzó en 464 a. E.C.
Sin embargo, existen razones sólidas para pensar que el último año de Jerjes y el año de ascenso de Artajerjes fue 475 a. E.C. Tales pruebas provienen de tres fuentes: griegas, persas y babilonias.
Pruebas de fuentes griegas. Hay un acontecimiento de la historia griega que puede ayudarnos a determinar en qué año comenzó a gobernar Artajerjes. El estadista y héroe militar griego Temístocles fue condenado al ostracismo (destierro político acostumbrado entre los atenienses), por lo que huyó a Persia. De acuerdo con el historiador griego Tucídides (La Guerra del Peloponeso, I, CXXXVII, 3), que tiene la reputación de ser exacto, entonces Temístocles “dirigió una carta al rey Artajerjes, hijo de Jerjes, que reinaba desde hacía poco”. Plutarco (Vidas paralelas, traducción de Antonio Ranz Romanillos, “Temístocles”, [XXVII, 1]) informa que “Tucídides y Carón de Lampsaco escriben que, muerto ya [Jerjes] fue al hijo a quien Temístocles se presentó”. (Carón era un súbdito persa que vivió cuando la gobernación pasó de Jerjes a Artajerjes.) De los testimonios de Tucídides y de Carón de Lampsaco se desprende que Artajerjes acababa de comenzar su gobernación cuando Temístocles llegó a Persia.
Podemos determinar en qué año comenzó a reinar Artajerjes calculando el año en que Temístocles murió. No todas las obras de consulta dan la misma fecha para su muerte. El historiador Diodoro de Sicilia (Biblioteca Histórica, XI, 54, 1; XI, 58, 3) informa de su muerte en un relato de sucesos ocurridos “cuando Praxiergo era arconte de Atenas”, es decir, en 471/470 a. E.C. (Greek and Roman Chronology, de Alan E. Samuel, Múnich, 1972, pág. 206.) De acuerdo con Tucídides, después de llegar a Persia, Temístocles pasó un año estudiando el idioma preparándose para una audiencia ante Artajerjes. Después de eso, el rey le permitió establecerse en Persia con muchos honores. Por lo tanto, si Temístocles murió en 471/470 a. E.C., debió establecerse en Persia a más tardar en 472 a. E.C., de modo que llegó un año antes, en 473 a. E.C. Podía decirse que entonces Artajerjes “reinaba desde hacía poco”.
M. de Koutorga escribió con respecto a la fecha en que Jerjes murió y Artajerjes ascendió al trono: “Hemos visto que de acuerdo con la cronología de Tucídides, Jerjes murió a finales del año 475 a. E.C., y que según el mismo historiador, Temístocles llegó a Asia Menor poco después de la subida al trono de Artajerjes Longimano”. (Mémoires présentés par divers savants à l’Académie des Inscriptions et Belles-Lettres de l’Institut Impérial de France, serie primera, vol. 6, segunda parte, París, 1864, pág. 147.)
E. Levesque refuerza este punto de vista cuando señala: “Por lo tanto, de acuerdo con la Crónica Alejandrina, es necesario situar la muerte de Jerjes en 475 a. E.C., tras once años de reinado. El historiador Justino (III, 1) confirma esta crónica y las afirmaciones de Tucídides. Según él, cuando Jerjes murió, su hijo Artajerjes era solo un niño, un puer [muchacho], lo que sería cierto si Jerjes hubiera muerto en 475. En esa fecha Artajerjes tendría dieciséis años, mientras que en 465 habría tenido veintiséis, lo que no habría justificado la afirmación de Justino. De acuerdo con esta cronología, como Artajerjes comenzó a reinar en 475, el año vigésimo de su reinado sería 455, y no 445, como suele afirmarse”. (Revue apologétique, París, vol. 68, 1939, pág. 94.)
No obstante, si Darío murió en 486 a. E.C. y Jerjes en 475 a. E.C., ¿cómo puede explicarse que algunos documentos antiguos digan que Jerjes reinó durante veintiún años? Es de sobra conocido que un rey y su hijo pueden ser corregentes. Si tal fue el caso de Darío y Jerjes, los historiadores pueden contar los años de reinado de Jerjes desde el comienzo de la corregencia o a partir de la muerte de su padre. Si Jerjes gobernó durante diez años con su padre y otros once solo, algunas fuentes pueden atribuirle veintiún años de reinado y otras, once.
Tenemos pruebas sólidas de que Jerjes fue corregente con su padre Darío. El historiador griego Heródoto (Historia, VII, 3) dice: “Darío reconoció que [Jerjes] tenía razón y lo nombró su sucesor. (En mi opinión, sin embargo, Jerjes hubiera reinado aun sin seguir ese consejo [...].)”. Estas palabras indican que a Jerjes se le nombró rey durante el reinado de su padre Darío.
Pruebas procedentes de fuentes persas. En algunos bajorrelieves persas pueden verse especialmente indicios de la corregencia de Jerjes y Darío. En Persépolis se han encontrado varios bajorrelieves que representan a Jerjes de pie detrás del trono de su padre, vestido con las mismas prendas que él y con la cabeza al mismo nivel, algo inusitado, pues por lo general la cabeza del rey está más alta que todas las demás. En A New Inscription of Xerxes From Persepolis (de Ernst E. Herzfeld, 1932) se señala que tanto las inscripciones como las edificaciones encontradas en Persépolis muestran que Jerjes y su padre Darío fueron corregentes. En la página 8 de esta obra, Herzfeld escribió: “El tono peculiar de las inscripciones de Jerjes en Persépolis, la mayoría de las cuales no distinguen entre su propia actividad y la de su padre, así como la relación igualmente peculiar de sus edificaciones, imposibles de asignar a Darío o a Jerjes individualmente, siempre han indicado la corregencia de Jerjes. Por otra parte, dos esculturas de Persépolis ilustran tal relación”. Con respecto a una de estas esculturas, Herzfeld señaló: “Se representa a Darío con todos los atributos reales sentado en un trono sobre un estrado llevado por representantes de las varias regiones de su imperio. Tras él en el relieve, —en la realidad, a su derecha— se encuentra Jerjes de pie con los mismos atributos reales y con la mano izquierda descansando sobre el respaldo del trono. Este gesto indica con claridad algo más que sucesión; significa corregencia”.
Sobre la fecha de los relieves que muestran a Darío y Jerjes en esa postura, Ann Farkas dice en Achaemenid Sculpture (Estambul, 1974, pág. 53) que “es posible que se hubieran colocado los relieves en el Tesoro en algún momento durante la edificación del primer anexo, en 494/493-492/491 a. C.; este ciertamente sería el mejor momento para trasladar bloques de piedra tan voluminosos. No obstante, sea cual fuera la fecha de su traslado al Tesoro, es posible que se hayan esculpido entre los años 490 y 500”.
Pruebas procedentes de fuentes babilonias. Se han encontrado en Babilonia pruebas de que la corregencia de Jerjes con su padre comenzó entre los años 490 y 500 a. E.C. Las excavaciones practicadas en esa ciudad han desenterrado un palacio de Jerjes terminado en 496 a. E.C. A este respecto, A. T. Olmstead escribió en History of the Persian Empire (pág. 215): “Sabemos que el 23 de octubre del año 498 se estaba construyendo en Babilonia la casa del hijo del rey [es decir, de Jerjes, el hijo de Darío]; no cabe duda de que este es el palacio de Darío en la sección central que ya hemos descrito. Dos años después [en 496 a. E.C.] en un documento comercial de la cercana Borsipa se hace mención de ‘un nuevo palacio’ ya terminado”.
Dos tablillas de arcilla poco comunes pueden proporcionarnos más testimonio de la corregencia de Jerjes y Darío. Una es un texto comercial sobre el alquiler de un edificio en el año de ascenso al trono de Jerjes. La tablilla está fechada en el primer mes del año, Nisán. (A Catalogue of the Late Babylonian Tablets in the Bodleian Library, Oxford, de R. Campbell Thompson, Londres, 1927, pág. 13, tablilla A. 124.) Otra tablilla lleva la fecha “mes de Ab(?), año de ascenso al trono de Jerjes”. Es notable que esta última no atribuye a Jerjes el título de “rey de Babilonia, rey de las tierras”, algo común en ese tiempo. (Neubabylonische Rechts- und Verwaltungsurkunden übersetzt und erläutert, de M. San Nicolò y A. Ungnad, Leipzig, 1934, vol. 1, parte 4, pág. 544, tablilla núm. 634, llamada VAT 4397.)
Estas dos tablillas son algo extrañas. Normalmente, el año de ascenso de un rey comienza tras la muerte de su predecesor. No obstante, hay prueba de que Darío, el antecesor de Jerjes, vivió hasta el mes séptimo de su último año, mientras que estos dos documentos del año de ascenso de Jerjes llevan fechas anteriores al mes séptimo (uno está fechado en el mes primero y el otro, en el quinto). Por lo tanto, esos documentos no se refieren al período de ascenso de Jerjes que siguió a la muerte de su padre, sino al año de ascenso durante su corregencia con Darío. Si el año de ascenso fue 496 a. E.C., cuando se había terminado la construcción del palacio de Babilonia para Jerjes, su primer año de corregencia habría comenzado al siguiente Nisán, en 495 a. E.C., por lo que su vigésimo primer y último año de reinado habría empezado en 475 a. E.C. En ese caso, el reinado de Jerjes abarcaría los diez años de reinado con Darío (desde 496 hasta 486 a. E.C.) y los once años que habría gobernado solo (desde 486 a 475 a. E.C.).
Por otra parte, los historiadores concuerdan en que el primer año de reinado de Darío II comenzó en la primavera de 423 a. E.C. Una tablilla babilonia indica que Darío II ya regía el día 4 del mes 11 de su año de ascenso, es decir, el 13 de febrero de 423 a. E.C. (Babylonian Chronology, 626 B.C.-A.D. 75, de R. Parker y W. H. Dubberstein, 1971, pág. 18.) No obstante, dos tablillas muestran que Artajerjes continuaba gobernando después del día 4 del mes 11 del año cuadragésimo primero de su reinado. Una de ellas lleva la fecha del día 17 del mes 11 de su cuadragésimo primer año de gobernación (pág. 18), y la otra está fechada en el mes 12 del año cuadragésimo primero. (Old Testament and Semitic Studies, edición de Harper, Brown y Moore, 1908, vol. 1, pág. 304, tablilla núm. 12, llamada CBM, 5505.) Por lo tanto, Artajerjes no fue sucedido en el trono en su año cuadragésimo primero, sino que gobernó durante todo él. Estos hechos indican que Artajerjes debió gobernar durante más de cuarenta y un años y que su primer año reinante no comenzó en 464 a. E.C.
Se encuentran pruebas de que Artajerjes Longimano gobernó más de cuarenta y un años en un documento comercial procedente de Borsipa fechado en el año quincuagésimo de Artajerjes. (Catalogue of the Babylonian Tablets in the British Museum, vol. 7: tablillas de Sippar 2, de E. Leichty y A. K. Grayson, 1987, pág. 153; tablilla B. M. 65494.) Una de las tablillas que relaciona el fin del reinado de Artajerjes con el comienzo del de Darío II tiene la siguiente fecha: “Año quincuagésimo primero, año de ascenso al trono, mes 12, día 20, Darío, rey de las tierras”. (The Babylonian Expedition of the University of Pennsylvania, Series A: Cuneiform Texts, vol. 8, parte I, de Albert T. Clay, 1908, págs. 34, 83 y lámina 57, tablilla núm. 127, llamada CBM 12803.) Puesto que el primer año reinante de Darío II fue 423 a. E.C., el año quincuagésimo primero de Artajerjes fue 424 a. E.C., y su primer año reinante, 474 a. E.C.
Por lo tanto, los testimonios que nos proporcionan las fuentes griegas, persas y babilonias concuerdan en que el año de ascenso al trono de Artajerjes fue 475 a. E.C., y su primer año reinante, 474 a. E.C. De acuerdo con esto, el año vigésimo de Artajerjes, cuando comenzaron a contar las setenta semanas de Daniel 9:24, fue 455 a. E.C. Por eso, si basándose en Daniel 9:25, se cuentan sesenta y nueve semanas de años (483 años) desde 455 a. E.C., se llega al significativo año de la llegada de Mesías el Caudillo.
Si se cuenta desde 455 a. E.C. hasta el año 1 E.C., tenemos un total de 455 años. Añadiendo los 28 restantes (para un total de 483 años), se llega al año 29 E.C., el año exacto del bautismo en agua de Jesús de Nazaret, de su ungimiento con espíritu santo y el comienzo de su ministerio público como el Mesías o Cristo. (Lu 3:1, 2, 21, 22.)
Hasta la caída y la división del imperio. Diodoro de Sicilia nos proporciona la siguiente información respecto a los sucesores de Artajerjes Longimano en el trono de Persia: “En Asia el rey Jerjes murió tras un reinado de un año o, como algunos registran, dos meses; su hermano Sogdiano le sucedió en el trono y reinó por siete meses. Este a su vez fue asesinado por Darío, quien reinó por diecinueve años”. (Biblioteca histórica, XII, 71, 1.) El verdadero nombre de este último era Ocos, pero adoptó el de Darío (Darío II) cuando subió al trono. Al parecer se trata del Darío mencionado en Nehemías 12:22.
Después de Darío II vino Artajerjes II (llamado Mnemón), durante cuyo reinado se sublevó Egipto y se deterioraron las relaciones con Grecia. A su reinado (404-359 a. E.C.) le siguió el de su hijo Artajerjes III (llamado también Ocos), a quien se atribuye una permanencia en el trono de unos veintiún años (358-338 a. E.C.) y de quien se dice que fue el más sanguinario de todos los gobernantes persas. Su hazaña más importante fue la reconquista de Egipto. A continuación la historia extrabíblica registra una gobernación de dos años de Arsés y una de cinco años de Darío III Codomano, durante cuyo reinado se asesinó a Filipo II de Macedonia (336 a. E.C.), a quien sucedió en el trono su hijo Alejandro. En 334 a. E.C. Alejandro emprendió su ataque al Imperio persa en Asia Menor; derrotó a sus fuerzas primero en Gránico, en el extremo NO., y de nuevo en Isos, en el extremo opuesto (333 a. E.C.). Finalmente, después que los griegos conquistaron Fenicia y Egipto, en el año 331 a. E.C. aplastaron la última resistencia persa en Gaugamela, y el Imperio persa llegó a su fin.
Tras la muerte de Alejandro y la posterior división del imperio, Seleuco Nicátor obtuvo el control de la mayor parte de los territorios asiáticos, de los que Persia era la parte central. Así dio comienzo la dinastía de reyes seléucidas, que continuó hasta el año 64 a. E.C. Al parecer, con Seleuco Nicátor comenzó a manifestarse la figura profética del “rey del norte” predicho por Daniel, que se opone al linaje tolemaico de reyes de Egipto, quienes al principio desempeñaron el papel del simbólico “rey del sur”. (Da 11:4-6.)
Los reyes seléucidas vieron limitado su territorio a la parte occidental de su dominio debido a las incursiones de los partos, que conquistaron el territorio de Persia propiamente dicho durante los siglos III y II a. E.C. Los partos fueron derrotados por los sasánidas en el siglo III E.C., y el gobierno de estos últimos continuó hasta la conquista árabe, en el siglo VII.
LA QUINTA POTENCIA MUNDIAL. GRECIA (331-30 a. E. C).
Posibles habitantes en el mundo, año 400 a. E. C: ¿100 millones a 200 millones?
A partir del siglo VIII a. E.C., aparece un nombre más antiguo, jonios, en los registros asirios cuneiformes y en los relatos persas y egipcios. “Jonios” viene de Javán (heb. Ya·wán), hijo de Jafet y nieto de Noé. Javán fue el antepasado jafético de los pueblos primitivos de Grecia y las islas vecinas, y también debió serlo de los primeros habitantes de Chipre, de algunas partes del S. de Italia, de Sicilia y de España.
LA SEXTA POTENCIA MUNDIAL. ROMA (30 a. E. C-siglo V).
En el estallido del conflicto influyó de gran manera la anexión por parte de Roma de la Magna Grecia, en el sur de la península itálica, pero la causa principal del enfrentamiento entre ambas fue el conflicto de intereses entre las colonias de Cartago y la expansión de la República de Roma. El primer choque se produjo en la isla de Sicilia, parcialmente bajo control cartaginés. Al principio de la primera guerra púnica, Cartago era el poder dominante en el mar Mediterráneo occidental, pues controlaba un extenso imperio marítimo, mientras que Roma era el poder emergente en el centro de la península itálica. Al final de la tercera guerra púnica, y después de décadas de conflicto, Roma conquistó todas las posesiones cartaginesas y arrasó la ciudad de Cartago, su capital, con lo que la facción cartaginesa desapareció de la historia.
La imagen política de Roma. Roma experimentó muchas diferentes clases de gobierno a lo largo de los siglos. Algunas instituciones se importaron de otras naciones y se adaptaron, mientras que otras fueron innovaciones romanas. H. G. Wells observó en su libro Breve Historia del Mundo: “El nuevo poderío que, durante los siglos II y I antes de Jesucristo, apareciera para dominar el mundo occidental, el poderío romano, representaba en varios respectos algo distinto de los grandes imperios que hasta entonces prevalecieran en el mundo civilizado” (cap. 33, págs. 161-163). La estructura política de Roma cambió con el paso de los diferentes estilos de gobierno, entre ellos, coaliciones de jefes patriarcales, monarquías, gobiernos aristocráticos en manos de unas pocas familias de la nobleza, dictaduras y diferentes formas de gobierno republicano, en las que variaba el poder que se otorgaba a los senadores, cónsules y triunviratos (coaliciones de gobierno integradas por tres hombres), con las típicas luchas intestinas entre clases y facciones. En su última época, el imperio estuvo gobernado por emperadores. Como es característico de los gobiernos humanos, la historia política romana estuvo plagada de odios, celos, intrigas y asesinato, con muchos complots y conspiraciones generados por la fricción interna y las guerras externas.
El dominio de Roma fue extendiéndose gradualmente por todo el mundo conocido. Su influencia alcanzó primero a toda la península itálica, luego a todo el Mediterráneo y otras regiones más lejanas. El imperio llegó a ser conocido por el nombre de su capital. En Roma sobre el 25 a. n. e. pudieron vivir 450.000 personas.
Roma alcanzó el cenit de su gloria internacional durante la época de los césares. Encabeza la lista Julio César, nombrado dictador por diez años en 46 a. E.C., pero asesinado por unos conspiradores en el año 44 a. E.C. Después de un intervalo durante el cual intentó llevar las riendas del poder un triunvirato, Octavio se erigió finalmente como único gobernante del Imperio romano (31 a. E.C.–14 E.C.). En el año 27 a. E.C. consiguió ser emperador, y se hizo proclamar “Augusto”. Durante su gobernación nació Jesús, en el año 2 a. E.C. (Lu 2:1-7.) Tiberio (14-37 E.C.), el sucesor de Augusto, gobernó durante el ministerio de Jesús. (Lu 3:1, 2, 21-23.) Después vinieron Cayo (Calígula) (37-41 E.C.) y Claudio (41-54 E.C.), quien promulgó un decreto por el que se expulsaba a los judíos de Roma. (Hch 18:1, 2.) A este le siguió Nerón (54-68 E.C.), a quien Pablo apeló su causa.
Después de Nerón, los emperadores romanos del primer siglo fueron en orden de sucesión: Galba (68-69 E.C.); Otón y Vitelio (69 E.C.); Vespasiano (69-79 E.C.), durante cuyo reinado se arrasó Jerusalén; Tito (79-81 E.C.), quien antes de ser emperador dirigió el ataque contra Jerusalén; Domiciano (81-96 E.C.), durante cuyo gobierno, según la la tradición, Juan fue exiliado a la isla penal de Patmos; Nerva (96-98 E.C.), y Trajano (98-117 E.C.). Durante el gobierno de Trajano las fronteras del imperio alcanzaron sus límites máximos en todas direcciones: hasta el Rin y el mar del Norte, el Danubio, el Éufrates, las cataratas del Nilo, el gran desierto de África y, al O., el Atlántico.
La vida y las condiciones de la ciudad. En tiempos de Augusto la administración del gobierno de la ciudad se dividió en catorce distritos, con un magistrado que se escogía anualmente por suertes para gobernar cada uno de ellos. Se organizaron siete brigadas contra incendios llamadas vigiles, cada una de las cuales tenía dos distritos bajo su responsabilidad. En los límites nororientales de la ciudad había estacionada una fuerza especial de unos 10.000 hombres, conocida como la guardia pretoriana o imperial, para la protección del emperador. También había tres “cohortes urbanas”, la policía urbana que mantenía la ley y el orden en Roma.
Los ricos e influyentes solían vivir en hogares palaciegos construidos sobre las colinas, y tenían muchos siervos y esclavos —a veces cientos— a su disposición. En los valles la gente común vivía apiñada en enormes insulae, o casas de vecindad, de varios pisos, que, por orden de Augusto, no podían sobrepasar los 21 m. de altura. Estos bloques de viviendas estaban separados por calles estrechas, tortuosas y sucias, en las que había el acostumbrado tráfico y corrupción de las grandes ciudades.
Estas secciones pobres fueron las que más padecieron y las que más muertes registraron en el histórico incendio del año 64 E.C. Tácito narra aquel holocausto, y se refiere a “los lamentos de las mujeres aterradas, la incapacidad de los viejos y la inexperiencia de los niños”. (Anales, libro XV, 38.) Solo se libraron del incendio cuatro de los catorce distritos de Roma.
Había muy pocas personas en Roma a las que se pudiera encuadrar en la clase media; casi toda la riqueza se concentraba en manos de una pequeña minoría. Cuando Pablo llegó por primera vez a Roma, puede que la mitad de la población estuviese integrada por esclavos sin derechos legales, que habían sido prisioneros de guerra, criminales condenados o hijos vendidos por sus padres. La mayor parte de la población libre era pobre y prácticamente vivía de los subsidios del gobierno.
Para evitar que los pobres se amotinaran, el Estado proporcionaba dos cosas: alimento y entretenimiento. De aquí la frase satírica: panem et circenses (pan y juegos del circo), con la que se daba a entender que eso era todo lo que se necesitaba para tener contentos a los pobres de Roma. Desde el año 58 a. E.C., los cereales solían distribuirse gratis, al igual que el agua, que se llevaba a la ciudad desde muchos kilómetros de distancia por medio de acueductos. El vino era un artículo barato. Para aquellos a quienes les gustaba la lectura había bibliotecas, y el pueblo en general disponía de baños públicos y gimnasios, así como de teatros y circos. Las representaciones teatrales consistían en obras, danzas y pantomimas, tanto griegas como romanas. En los grandes anfiteatros y circos se celebraban juegos, que consistían principalmente en espectaculares carreras de carros y encarnizadas luchas de gladiadores, en las que hombres y bestias peleaban a muerte. El circo Máximo tenía un aforo de más de 150.000 personas, y la entrada a los juegos era gratis.
El pueblo de Roma no pagaba el elevado coste de estos gastos gubernamentales, pues desde la conquista de Macedonia, en el año 168 a. E.C., los ciudadanos romanos quedaron exentos de impuestos. En su lugar, se impuso una pesada carga tributaria a las provincias, con impuestos de tipo directo e indirecto. (Mt 22:17-21.)
Influencia extranjera. Roma fue en muchos sentidos un gran crisol de razas, idiomas, culturas e ideas. El código romano surgió gradualmente del largo proceso político del imperio. Sus leyes definían los derechos y limitaciones del gobierno, los tribunales y los magistrados, y proporcionaban artificios legales, como el de la ciudadanía, para la protección de los derechos humanos. (Hch 25:16.) La ciudadanía, que llegó a otorgarse hasta a las ciudades confederadas de Roma y a diversas colonias del imperio, conllevaba muchas ventajas (Hch 16:37-39; 22:25, 26), y se podía comprar o heredar. (Hch 22:28.) De esta y otras maneras, la gran metrópoli intentó romanizar los territorios que había conquistado a fin de asegurar el total control del imperio.
Uno de los mejores ejemplos de la influencia exterior que experimentó Roma se encuentra en las ruinas de sus pasadas glorias arquitectónicas. El que visita esta ciudad museo se encuentra con numerosos testimonios de la influencia helénica y de otras culturas. El llamado arco romano, tan bien utilizado por este pueblo, no es de origen romano. Los logros arquitectónicos romanos se debieron en buena medida al uso de una forma primitiva de hormigón que se utilizaba como cemento y como ingrediente principal en la manufactura de piedras artificiales.
El programa de construcción de Roma tomó auge en el último siglo de la república y, especialmente, en la época de los emperadores. Augusto dijo que Roma era una ciudad de ladrillos y que él la había convertido en una ciudad marmórea, aunque, en cualquier caso, el mármol se empleó principalmente para recubrir los ladrillos o el hormigón. Hubo una segunda reconstrucción de la ciudad después del incendio del año 64 E.C. Entre las construcciones romanas más notables se encontraban los foros, los templos, los palacios, los anfiteatros, los baños, los acueductos, las cloacas y los monumentos. Aún están en pie o semiderruidos el gran Coliseo y algunos monumentos, como el Arco de Tito, con un bajorrelieve de la caída de Jerusalén. (GRABADOS, vol. 2, pág. 536.) Los romanos también se distinguieron por la construcción de carreteras y puentes por todo el imperio.
Había tal afluencia de extranjeros, que los romanos se quejaban de que Roma había perdido su propia esencia. Procedían de todas las partes del imperio, y llevaban consigo sus oficios, costumbres, tradiciones y religiones. Aunque el latín era la lengua oficial, el lenguaje internacional era el griego común (koiné), por lo que el apóstol Pablo escribió su carta a los Romanos en griego. La influencia griega también tuvo su impacto en la literatura y en los métodos de educación. A los muchachos, y a veces también a las muchachas, se les educaba conforme al modelo ateniense, enseñándoles literatura y oratoria griegas, y a los hijos de los que podían sufragarlo se les enviaba a una de las escuelas filosóficas de Atenas.
Religión. Roma también llegó a recoger toda forma de adoración falsa. El historiador John Lord comenta: “La superstición llegó a su culminación en Roma, ya que allí se veían sacerdotes y devotos de todos los países que dominaba: ‘hijas de Isis, de tez morena, con tambor y pandereta y porte sensual; devotos del Mitra persa; eunucos asiáticos; sacerdotes de Cibeles, con sus danzas frenéticas y gritos discordes; adoradores de la gran diosa Diana; cautivos bárbaros, con los ritos del sacerdocio teutónico; sirios, judíos, astrólogos caldeos y hechiceros tesalienses’”. (Beacon Lights of History, 1912, vol. 3, págs. 366, 367.)
La devoción a estas religiones y sus desenfrenadas orgías dieron paso a que los romanos, tanto la plebe como la clase alta, abandonaran totalmente la virtud y la rectitud. Según Tácito, entre la clase alta estuvo la adúltera y asesina esposa del emperador Claudio, Mesalina. (Anales, XI, 1-34.)
Entre la maraña de religiones de Roma sobresalía el culto al emperador deificado. Este culto se practicaba especialmente en las provincias, donde se edificaban templos en los que se le ofrecían sacrificios al igual que a un dios. (GRABADO, vol. 2, pág. 536.) George Botsford escribió en A History of Rome: “El culto al emperador iba a ser la fuerza más trascendental de la religión del mundo romano hasta la adopción del cristianismo”. Una inscripción hallada en Asia Menor dice del emperador: “Es el Zeus paterno y el salvador de toda la raza humana, que contesta todas las oraciones, y hace más de lo que pedimos. Pues la tierra y el mar disfrutan de paz; las ciudades florecen; en todas partes hay armonía y prosperidad y felicidad”. Este culto desempeñó un papel importante en la persecución de los cristianos, con respecto a quienes este escritor dice: “El que rehusaran adorar al Genius, o espíritu custodio del emperador, se interpretaba como un acto impío y traidor” (1905, págs. 214, 215, 263).
El cristianismo llega a Roma. En el día del Pentecostés del año 33 E.C., “residentes temporales procedentes de Roma, tanto judíos como prosélitos”, fueron testigos de los resultados del derramamiento del espíritu santo, y algunos de ellos debieron estar entre los 3.000 que se bautizaron en aquella ocasión. (Hch 2:1, 10, 41.) Como resultado de la predicación que efectuaron al regresar a Roma, se formó una congregación cristiana muy fuerte y activa, de cuya fe, según dijo el apóstol Pablo, ‘se hablaba por todo el mundo’. (Ro 1:7, 8.) Tácito (Anales, XV, 44) y Suetonio (Los doce césares, traducción de Jaime Arnal, Orbis, Barcelona, 1985, “Nerón Claudio”, XVI [2]) hicieron mención de los cristianos de Roma.
Pablo escribió a la congregación cristiana de Roma alrededor del año 56 E.C., y unos tres años más tarde llegó a esta ciudad como prisionero. Aunque había deseado visitar Roma con anterioridad y en circunstancias diferentes (Hch 19:21; Ro 1:15; 15:22-24), le fue posible dar un testimonio cabal a pesar de estar preso, al invitar a las personas a su casa. De este modo, por dos años continuó “predicándoles el reino de Dios y enseñando las cosas respecto al Señor Jesucristo con la mayor franqueza de expresión, sin estorbo”. (Hch 28:14-31.) Hasta la guardia pretoriana del emperador llegó a conocer el mensaje del Reino. (Flp 1:12, 13.) Por todo ello, como se había predicho de él, Pablo ‘dio un testimonio cabal hasta en Roma’. (Hch 23:11.)
Durante estos dos años que permaneció detenido en Roma, Pablo escribió las cartas a los Efesios, a los Filipenses, a los Colosenses y a Filemón. En este mismo tiempo, Marcos debió escribir su relato del evangelio en Roma. Poco antes de su liberación o inmediatamente después, Pablo escribió su carta a los Hebreos, hacia el año 61 E.C. (Heb 13:23, 24.) Durante su segundo período de prisión en Roma, alrededor del año 65 E.C., Onesíforo le visitó y Pablo escribió su segunda carta a Timoteo. (2Ti 1:15-17.)
Aunque Pablo, Lucas, Marcos, Timoteo y otros cristianos del primer siglo visitaron Roma (Flp 1:1; Col 4:10, 14), no hay prueba concluyente de que Pedro estuviera jamás en Roma, como señalan algunas tradiciones. Los relatos sobre el martirio de Pedro en Roma se basan en la tradición.
La ciudad de Roma se ganó una pésima reputación debido a la persecución de los cristianos, sobre todo durante los reinados de Nerón y Domiciano. Estas persecuciones se atribuyen a dos causas: 1) el gran celo evangelizador de los cristianos por convertir a otros y 2) su postura intransigente en cuanto a dar a Dios, y no a César, las cosas que son de Dios.
Vivía en un clan con 10 a 15 miembros y comía una dieta rica en pescado. Era fornido, medía solo 1,22 cm y el análisis óseo mostró que era bastante musculoso. Es probable que Viste Boy también tuviera escafocefalia, una deformidad congénita que hace que la cabeza sea desproporcionadamente larga y estrecha. De hace miles de años, probablemente sería de las primeras hordas en llegar a Escandinavia.
LA SÉPTIMA POTENCIA MUNDIAL. GRAN BRETAÑA Y ESTADOS UNIDOS.
Posibles habitantes en el mundo, año 1763-presente.
800 millones a 8.000 millones.
El ‘cuerno pequeño’
Con el tiempo, el Imperio Romano creció hasta cubrir un área que se extendía desde las Islas Británicas y gran parte de Europa, alrededor de todo el Mediterráneo y más allá de Babilonia hasta el golfo Pérsico. Finalmente este poderoso imperio se fraccionó en muchas naciones... en los “diez cuernos” que Daniel vio*. Entonces Daniel vio que “otro cuerno, uno pequeño, salió entre ellos, y hubo tres de los primeros cuernos que fueron arrancados de delante de él”. (Daniel 7:8.) ¿Qué significó esto?
Se le dijo a Daniel: “En cuanto a los diez cuernos, de ese reino [romano] hay diez reyes que se levantarán; y hasta otro [el ‘cuerno pequeño’] se levantará después de ellos, y él mismo será diferente de los primeros, y a tres reyes humillará”. (Daniel 7:24.) ¿Quién era el ‘cuerno pequeño’, y quiénes fueron los tres reyes a quienes humilló?
Por mucho tiempo una isla que estaba en el extremo noroeste del Imperio Romano permaneció al margen de los asuntos mundiales. Como lo explicó cierto historiador: “En el siglo XVI Inglaterra había sido una potencia secundaria. Su riqueza no era grande en comparación con la de los Países Bajos. Su población era mucho menor que la de Francia. Sus fuerzas armadas (entre ellas su flota) eran inferiores a las de España”. Sin embargo, Inglaterra desarrolló una flota de alguna importancia, y sus piratas y corsarios empezaron a hacer incursiones en las colonias españolas y en sus barcos cargados de tesoros.
Los tres cuernos.
En 1588 Felipe II de España envió a la flota española, la Armada Invencible, contra los perturbadores ingleses. Esta flota de 130 barcos con más de 24.000 hombres adelantó lentamente por el canal de la Mancha, pero se convirtió en víctima de vientos contrarios y de violentas tempestades del Atlántico. En Modern Europe to 1870, el historiador Carlton Hayes escribe que aquel suceso “indicó decisivamente que la superioridad naval había pasado de España a Inglaterra”.
En el siglo XVII los holandeses desarrollaron la más grande marina mercante del mundo hasta entonces. Sus barcos dominaban los mares, y prestaban sus ganancias a gobiernos de muchos lugares. Pero Inglaterra salió vencedora en esto también cuando adquirió en el exterior colonias que se desarrollaron.
Después de la Guerra de los 30 años, que desoló Europa causando la muerte a entre 3 millones y medio a 8 millones de personas, así quedó en 1648.
Después, en el siglo XVIII, ingleses y franceses pelearon en lugares tan distantes entre sí como la América del Norte y la India, situación que culminó en el Tratado de París en 1763. Sobre este tratado William B. Willcox escribió, en su libro Star of Empire—A Study of Britain as a World Power (Estrella imperial.—Un estudio de Gran Bretaña como potencia mundial), que aunque el tratado daba la impresión de ser un acomodo, “en realidad reconoció la nueva posición de Gran Bretaña como la potencia europea que predominaba en el mundo de más allá de Europa”.
Otros historiadores concuerdan con eso, diciendo: “De dos siglos de guerra con españoles, holandeses y franceses, Gran Bretaña salió en 1763 en la condición de principal potencia comercial y colonial del mundo” (Modern Europe to 1870). “En 1763 el Imperio Británico se extendía por el mundo como una Roma revivificada y agrandada.” “Surgió de las guerras de a mediados del siglo como el más grande imperio y la más fuerte —y más profundamente odiada— potencia del mundo.” (Navy and Empire [Armada e imperio], por James L. Stokesbury.) Sí, este ‘cuerno pequeño’ se había convertido en la séptima potencia mundial de la historia bíblica.
Los británicos subieron por el río Nilo y cruzaron el río Zambeze. Penetraron en la alta Birmania, el norte de Borneo y las islas del Pacífico. Además, colonizaron a Canadá, Australia, Nueva Zelanda y la costa este de la América del Norte. “El Imperio Romano tenía sus partes en contacto unas con otras —escribe James Morris en Pax Britannica—. El Imperio Británico estaba esparcido por toda la Tierra.” Llegó a ser el más grande imperio de la historia de la humanidad, pues abarcó casi la cuarta parte de la superficie de la Tierra y más de la cuarta parte de su población. Se decía que el Sol nunca se ponía en su dominio.
Una potencia binaria
En el libro de Revelación también se dijo que esta séptima potencia mundial tendría “dos cuernos como un cordero”. (Revelación 13:11.) ¿Por qué dos cuernos? Porque el Imperio Británico y la nueva nación americana, unidas por idioma, principios y normas comunes, pronto comenzaron a trabajar juntos. Llegaron a ser, en muchos respectos, una potencia mundial binaria de habla inglesa.
En la obra Star of Empire, William B. Willcox señala que en el siglo XIX los Estados Unidos fueron “aislados de Europa por la flota británica”. Añade: “Por un siglo los Estados Unidos pudieron desarrollarse en una gran potencia sin siquiera poseer, excepto durante su guerra de secesión, el ejército o la armada por los cuales se conoció a toda otra gran potencia”. Los Estados Unidos “habían podido mantenerse aislados porque la Armada Real los había protegido de las potencias europeas”. Después los Estados Unidos también adquirieron gran poderío militar.
En el norte de Europa se vio un ejemplo sobresaliente de la actividad combinada de Gran Bretaña y los Estados Unidos el 6 de junio de 1944, cuando hubo un cambio en el curso de la II Guerra Mundial. Aquel día, 156.000 soldados británicos, estadounidenses y de otras naciones aliadas invadieron el continente europeo. Aquella fuerza combinada estuvo bajo el mando supremo de un general estadounidense y el mando de operaciones de un mariscal de campo inglés, Eisenhower y Montgomery respectivamente. Además, las bombas atómicas que finalizaron la guerra con Japón resultaron de la combinación de esfuerzos de científicos británicos y estadounidenses.
Como señaló el periódico Los Angeles Times del 5 de mayo de 1986, hasta en tiempos de paz Gran Bretaña y los Estados Unidos han colaborado “en aspectos tan delicados como la obtención de información secreta y la tecnología nuclear”. Después, con la cooperación de Canadá, Australia y Nueva Zelanda, se han “dividido el globo en zonas de responsabilidad para obtener información y han concordado en compartir hasta los datos más secretos”. Este periódico dijo que aunque la relación “no siempre ha estado libre de asperezas”, ha sido “más notable por la colaboración estrecha que por irritaciones”.
La mayoría de las colonias británicas se han independizado y han ingresado en la Comunidad de Naciones. Puede que el imperio haya desaparecido, pero la Potencia Mundial de Gran Bretaña y los Estados Unidos permanece. Sin embargo, solo durará “corto tiempo”, en comparación con los muchos siglos de dominio de la potencia romana que la precedió.
Fuente:
2.370 a. E. C HASTA LA CONFUSIÓN DEL LENGUAJE.
Los hijos de Cam fueron: Cus (¿2360?), Mizraím (¿2350?), Put (¿2340?) y Canaán (¿2330?).Todos mueren sobre el 1900 a. C probablemente.
Finalmente los hijos de Jafet fueron: Tubal (¿2340?), Gómer (¿2330?), Magog (¿2320?), Madai(¿2310?) Tirás ¿(2300?), Javán (¿2280?) y Mesec (¿2270?). Todos mueren sobre el 1900 a. C probablemente.
Algunas personas han pensado equivocadamente que la raza negra y la esclavitud de las personas de esa raza fueron el resultado de la maldición pronunciada sobre Canaán. Sin embargo, los descendientes de Canaán, sobre quien recayó la maldición, no fueron de raza negra. La raza negra descendió de Cus y posiblemente de Put, otros hijos de Cam que no estuvieron relacionados ni con el incidente ni con la maldición».
Eran 20 personas más sus esposas, 40 habitantes. El número de hijas y sus nombres no se mencionan. Teniendo en cuenta la longevidad de ese momento bien pudiéramos hablar de 50 hijas cada uno. Indiscutiblemente tuvieron que casarse con sus primas hermanas o con sus hermanas. Si esto fuera así en esa época pudiéramos hablar de 800 habitantes o quizás hasta 900. Quizás el nombre de otros varones menos importantes no se menciona.
Todos vivían bastante cerca. Por supuesto, no podemos saber los límites de extensión de la población de esos años, pero era relativamente delimitada en magnitud. Esta idea se transmite por el registro bíblico: "Ahora bien, toda la tierra seguía teniendo un mismo idioma y un solo conjunto de palabras. 2 Cuando la gente se desplazó hacia el este, descubrieron una llanura en la tierra de Sinar y se establecieron allí. 3 Entonces se dijeron unos a otros: “¡Vengan! Vamos a hacer ladrillos y a cocerlos al fuego”. Así que usaron ladrillos en vez de piedras y usaron alquitrán como mezcla. 4 Y dijeron: “¡Vamos! Construyámonos una ciudad y una torre que llegue hasta los cielos. Así nos haremos famosos y no nos dispersaremos por toda la tierra” (Génesis 11:1-4).
Algunos practicaron la poligamia.
En el 2020 a. C muere Noé, ancestro de todas éstas generaciones. Todos lamentaron su pérdida, pero en especial la línea semítica.
En el 2020 a. C muere Noé, ancestro de todas éstas generaciones. Todos lamentaron su pérdida, pero en especial la línea semítica.
Representación digital de Noé.
La siguiente generación que se traslapó con la anterior fue la de los hijos de Aram: Gueter (¿2318?), Uz (¿2308?), Asur (¿2.298?), Hul (¿2278?) y Mas (¿2268?). El hijo de Arpaksad fue Selah (¿2340?), aunque quizás tuvo más hijos e hijas que no se mencionan al igual que todos de los que hablaremos. Quizás estos fueron los principales de los que salieron las naciones posteriores.
Los hijos de Cus fueron: Sabtá (¿2.340?), Sabtecá, Sebá, Havilá, Raamá y Nemrod (¿2320 a. n. e?). De Raamá también se nos citan sus hijos, que serían los biznietos de Cam, a saber, Seba y Dedán, quizás nacidos sobre el 2200 a.C. Los hijos de Mizraím, hermano de Cus fueron: Naftuhím, Ludím, Anamim, Lehabím, Patrusim, Casiumim y Caftorím.
Uno de los hijos de Cus, fue Nemrod quien llegó a ser como un rey. Este, quizás sobre el 2280 a. n. e, hasta edificó las primeras ciudades donde la maldad y la violencia fueron las protagonistas. "Y el principio de su reino llegó a ser Babel y Erec y Acad y Calne, en la tierra de Sinar. De esa tierra salió para Asiria y se puso a edificar a Nínive y a Rehobot-Ir y a Cala y a Resén entre Nínive y Cala: ésta es la gran ciudad."
Nemrod y su oposición a Jehová.
Fue en Babel que se produjo la confusión del lenguaje de la humanidad, cuando Dios exhibió su desaprobación en cuanto a la construcción de la ciudad y de una torre vinculada con religión falsa dentro de ella, porque los edificadores se proponían hacerse un nombre célebre y evitar que se les ‘dispersara por toda la superficie de la tierra.’ No previeron la decadencia de las ciudades que está aconteciendo hoy día. (Génesis 11:1-9)
Aunque este Imperio Babilónico de Nemrod fue el primer imperio de la Tierra, no llegó a ser la Primera Potencia Mundial del registro bíblico. El antiguo Egipto llegó a ser eso. El poder político de Babel fue debilitado, porque sus edificadores, ahora desunidos por lenguajes que diferían, fueron obligados así por Jehová a dispersarse por toda la Tierra.
Finalmente los hijos de Canaán: Arqueo, Girgaseo, Amorreo, Siveo, Heveo, Jebuseo, Sidón, Het, Arvadeo, Zemareo, Hamateo.
Finalmente los hijos de Canaán: Arqueo, Girgaseo, Amorreo, Siveo, Heveo, Jebuseo, Sidón, Het, Arvadeo, Zemareo, Hamateo.
Reconstrucción del rostro de Mattan. Fuente: La Voz Digital
En el punto más alto de la antigua isla de Erytheia, corazón de la actual Cádiz, viviría Mattan, uno de los fenicios más famosos que se conocen.
Tanto Mattan como sus compatriotas llegarían movidos por la búsqueda de metales y las ansias de ganar dinero con el comercio.
Cuando murió sobre el siglo VII a. n. e. en un incendio, Mattan tendría unos 30 años, medía 1,77 y tenía una mal formación en su cráneo que haría que sus movimientos se vieran entorpecidos. A esta dificultad se le uniría una rotura de cadera y sordera. Sus análisis genéticos muestran que su padre era fenicio (descendiente de Cam por medio de Canaán y su hijo Sidón) pero su madre, indígena. De esta forma notamos, cómo hubo un intercambio genético entre parte de la población fenicia, con la íbera.
La Biblia no especifica si los descendientes de Canaán emigraron a esta tierra y se afincaron en ella después de la división de Babel (Génesis 11: 9), o si primero acompañaron al grupo principal de camitas a África y desde allí pasaron a la región de Palestina. De cualquier modo, para 1943 a. EC, cuando Abrahán dejó Harán, en Padán-aram, y se dirigió a esta tierra, los cananeos ya se habían establecido en ella, y Abrahán tuvo ciertos tratos con amorreos e hititas.
Parece ser que la principal de las once tribus cananeas era la de los amorreos. [Las] referencias a los amorreos muestran que eran poderosos tanto en el Norte como en el Sur de la región montañosa de Canaán. A los amorreos quizás los seguían en poder los hititas. Esta tribu se hallaba en tiempos de Abrahán en la zona Sur, Hebrón y sus alrededores, pero parece que más tarde se ubicaron sobre todo en las regiones del Norte, en dirección a Siria. De las otras tribus, las que se mencionan con mayor frecuencia [...] son las de los jebuseos, los heveos y los guirgaseos. Los jebuseos habitaban la región montañosa de los alrededores de Jerusalén. Los heveos estaban diseminados desde Gabaón, al Sur, hasta la base del monte Hermón, al Norte. No se especifica qué territorio ocupaban los guirgaseos.
Las seis tribus restantes —los sidonios, los arvadeos, los hamateos, los arqueos, los sineos y los zemareos— bien pueden incluirse en el término global "cananeos", usado con frecuencia con los nombres específicos de otras tribus; también es posible que la expresión "cananeos" se use sencillamente para referirse a ciudades o grupos de población cananea mixta.
De Jafet solo se mencionan sus nietos por la línea de Gómer y de Javán, que fueron respectivamente: Askenaz, Rifat, y Togarmá, y de Javán, Elisá, Tarsis, Kitím y Dodaním.
De todos los descendientes de Noé que indica la Biblia suman 40 más y quizás 4.000 más entre varones y hembras, y sumarían unos 5.000 o 6000 habitantes en total para el año 2100 o 2000 a. C.
Teniendo en cuenta si es que vivieron 400 años también, murieron sobre el 1.850 a.C.
Descendientes de Cam y de Jafet.
A partir de aquí solo se menciona la descendencia por nombre de la línea semítica, y del resto se nos habla como pueblos y naciones. Pero siguiendo la linea de Sem podemos observar cómo los hombre fueron dispersándose y también cómo las potencias mundiales fueron cambiando y su propia historia.
Descendientes después del diluvio y su primera distribución.
Sobre el 2.000 o 2.100 a. C. por la confusión de lenguas cada grupo probablemente familiar que hablaban el mismo idioma emigraron a un nuevo lugar puesto que no se entendían unos con otros. Esto dio origen al comienzo de la emigración humana y a la conquista de la extensa tierra. Estamos hablando de una población de entre 5.000 a 10.000 habitantes, quizás hasta más.
Estos habitantes de seguro fueron dispersándose según su nivel de entendimiento y probablemente por grupos familiar. Y todavía se seguirían separando según se iban alejando.
La linea de Cam.
CUS.
No obstante, puede afirmarse que Cus fue el antepasado principal (quizás junto con Put) de la rama de tez oscura de la familia humana (Jer 13:23), según indican las zonas en las que se establecieron algunos de sus descendientes. Este hecho refuta la teoría defendida por aquellos que erróneamente intentan aplicar a los pueblos de raza negra la maldición pronunciada sobre el hermano de Cus, Canaán, ya que de este no provino ningún descendiente de la raza negra, sino que fue el antepasado de las diversas tribus cananeas de Palestina. (Gé 9:24, 25; 10:6.) De modo que en las Escrituras no se establece la menor relación entre la tez oscura de ciertos descendientes de Cus y la maldición pronunciada sobre Canaán.
(Fuente: https://www.deviantart.com/philipedwin/art/Elmenteita-A-895801899)
Según dice el artista que lo realizó, sería bastante libre su interpretación del cráneo y bastante subjetiva. De todas formas lo incluimos a modo de ilustración. (¿2.000-1.700 a. n. e?)
(Fuente: https://www.deviantart.com/philipedwin/art/Hofmeyer-Skull-890229970)
MIZRAIM.
De Mizraim se originaron las tribus egipcias, así como algunas no egipcias, y su nombre llegó a ser sinónimo de Egipto. (Gé 10:13, 14; 50:11.) Por lo tanto, en las versiones españolas la palabra “Egipto” en realidad traduce el término hebreo Mits·rá·yim (o, en unos cuantos casos, Ma·tsóhr: 2Re 19:24; Isa 19:6; 37:25; Miq 7:12). Las tablillas de el-Amarna, escritas en la primera mitad del II milenio a. E.C., llaman a Egipto Misri, nombre similar al que recibe hoy día en árabe (Misr).
Muchos eruditos sostienen que Mizraim es una forma dual que representa la dualidad de Egipto, es decir, el Alto Egipto y el Bajo Egipto, pero no deja de ser mera hipótesis. Los nombres de los descendientes de Mizraim se encuentran en plural: los ludim, anamim, lehabim, naftuhim, patrusim, casluhim y caftorim. (Gé 10:13, 14; 1Cr 1:11, 12.) Por esta razón se cree que representan tribus más bien que hijos individuales. Aunque puede que así sea, hay que tener en cuenta que otros nombres cuya construcción parece dual o plural, como Efraín, Apaim y Diblaim (Gé 41:52; 1Cr 2:30, 31; Os 1:3), obviamente hacen referencia a un solo individuo.
PUT.
Según las pruebas disponibles, parece que existe una relación entre Put y los libios del N. de África. El nombre “Put” se traduce por “libios” en la Septuaginta griega y la Vulgata latina en tres de las veces que aparece. (Jer 46:9; Eze 27:10; 38:5.) El término hebreo “Put” también está estrechamente relacionado con el vocablo put[i]ja (que por lo general se identifica con Libia) de las inscripciones en persa antiguo. No obstante, Nahúm 3:9 parece indicar que Put y los lu·vím (libios) son pueblos separados, aunque este hecho no descarta que se identifique a Put con los libios, pues el término “libios” quizás tuviera un sentido más amplio que la designación hebrea lu·vím, como se puede deducir de la referencia de Heródoto (Historia, II, 32) a “libios (más exactamente, diversos pueblos de libios)”.
De Mizraim se originaron las tribus egipcias, así como algunas no egipcias, y su nombre llegó a ser sinónimo de Egipto. (Gé 10:13, 14; 50:11.) Por lo tanto, en las versiones españolas la palabra “Egipto” en realidad traduce el término hebreo Mits·rá·yim (o, en unos cuantos casos, Ma·tsóhr: 2Re 19:24; Isa 19:6; 37:25; Miq 7:12). Las tablillas de el-Amarna, escritas en la primera mitad del II milenio a. E.C., llaman a Egipto Misri, nombre similar al que recibe hoy día en árabe (Misr).
Muchos eruditos sostienen que Mizraim es una forma dual que representa la dualidad de Egipto, es decir, el Alto Egipto y el Bajo Egipto, pero no deja de ser mera hipótesis. Los nombres de los descendientes de Mizraim se encuentran en plural: los ludim, anamim, lehabim, naftuhim, patrusim, casluhim y caftorim. (Gé 10:13, 14; 1Cr 1:11, 12.) Por esta razón se cree que representan tribus más bien que hijos individuales. Aunque puede que así sea, hay que tener en cuenta que otros nombres cuya construcción parece dual o plural, como Efraín, Apaim y Diblaim (Gé 41:52; 1Cr 2:30, 31; Os 1:3), obviamente hacen referencia a un solo individuo.
PUT.
Según las pruebas disponibles, parece que existe una relación entre Put y los libios del N. de África. El nombre “Put” se traduce por “libios” en la Septuaginta griega y la Vulgata latina en tres de las veces que aparece. (Jer 46:9; Eze 27:10; 38:5.) El término hebreo “Put” también está estrechamente relacionado con el vocablo put[i]ja (que por lo general se identifica con Libia) de las inscripciones en persa antiguo. No obstante, Nahúm 3:9 parece indicar que Put y los lu·vím (libios) son pueblos separados, aunque este hecho no descarta que se identifique a Put con los libios, pues el término “libios” quizás tuviera un sentido más amplio que la designación hebrea lu·vím, como se puede deducir de la referencia de Heródoto (Historia, II, 32) a “libios (más exactamente, diversos pueblos de libios)”.
De varios miles de años. Quizás del segundo milenio antes de nuestra era. (¿1.900-1.500 a. n. e?) Los Mechta-Afalou también llamados Mechtoid o Paleo-Bereber son una población que habitó partes del norte de África durante el Epipaleolítico. Formaban parte de la cultura iberomaurusiana.
La investigación genética muestra que descendían principalmente de un grupo estrechamente relacionado con los famosos natufianos del Levante, con una minoría, pero aún una parte sustancial de su ascendencia, proveniente del África subsahariana y África oriental.
(Fuente: https: //www.deviantart.com/philipedwin/art/Mechta-Afalou-Taforalt-865933195)
Pinturas rupestres de los bereberes en el norte de África, en el llamado periodo neolítico.
La identificación de Put con el “Punt” que aparece en inscripciones egipcias no suele aceptarse en la actualidad por cuestiones fonéticas.
La linea de Jafet.
Yacimientos del poblamiento de Europa, sobre el año 2.200 a. n. e.
Desde una perspectiva histórica, Jafet (a. 2470 a. E. C-a. 1970 a. E.C) fue el progenitor de la rama aria o indoeuropea (indogermánica) de la familia humana. Los nombres de sus hijos y de sus nietos aparecen en textos históricos antiguos relacionados con pueblos y tribus que residían principalmente al N. y O. de la Media Luna Fértil. Parece ser que se esparcieron desde el Cáucaso en dirección E. hasta Asia central, y en dirección O. a través del Asia Menor hacia las islas y los litorales de Europa, y quizás hasta España. Las tradiciones árabes afirman que uno de los hijos de Jafet fue también el progenitor de los pueblos chinos. Respecto a esta distribución de Jafet es interesante que en la bendición de Noé, pidió que Dios ‘concediera amplio espacio [heb. yaft]’ a Jafet. Esta expresión hebrea se deriva de la misma raíz que el nombre Jafet (heb. Yé·feth o Yá·feth), lo que parece indicar que el significado del nombre de Jafet se cumpliría en un sentido literal y que sus descendientes se esparcirían por una amplia zona. Y así mismo se cumplió.
De las estepas, probablemente de la famosa cultura llamada Yamnaya. (¿2.000-1.800 a. n. e?). Medía unos 2 metros de altura. Su frente y su mandíbula eran prominentes. En vida había sido un hombre fuerte y musculoso. Fue enterrado en un kurgan y sus bienes funerarios aparentemente eran de alto estatus, posiblemente un jefe. El tinte rojizo del cráneo nos dice que su cuerpo fue rociado con ocre, posiblemente para ayudar a su conservación.
(Fuente: https://www.deviantart.com/philipedwin/art/Qumsai-Burial-Ground-Kurgan-1-Grave-3-896168801)
Su Kurgan estaba en el oeste de Kazajstán en el cementerio de Qumsai o Kumsay
GOMER.
La nación que descendió de Gómer se relaciona históricamente con los antiguos cimerios, una raza aria que se estableció en la región que se halla al N. del mar Negro, en la actual Rusia y Ucrania. En el siglo VIII a. E.C., durante el reinado del rey asirio Sargón, los escitas forzaron a estos antiguos cimerios a cruzar el Cáucaso (la zona montañosa que está entre el mar Negro y el mar Caspio). En su recorrido, los cimerios penetraron por la parte oriental de Asia Menor y atacaron el reino de Urartu (Ararat). El nombre griego para Capadocia, Gamirkʽ, posiblemente refleje esta invasión. Registros asirios además los ubican en la región de Azerbaiyán en el 714 a. C. Pero enfrentados al potente Imperio asirio en la zona oriental, los cimerios se extendieron hacia el O., lo que les llevó a luchar contra los frigios y lidios. Finalmente, el rey Alyates, antepasado de Creso, los expulsó de Lidia.
Su idioma se considera que podría estar emparentado con el tracio o con las lenguas iranias.
De acuerdo con las Historias de Heródoto (años 440 a. C.), los cimerios habrían sido expulsados de las estepas en algún punto del pasado por los escitas. Para asegurar el entierro en su tierra ancestral, los hombres de la familia real cimeria se dividieron en grupos y lucharon entre sí hasta la muerte. Los campesinos cimerios enterraron los cuerpos a lo largo del río Tyras y huyeron de la avanzada escita, a través del Cáucaso hasta Anatolia y el Oriente Próximo. Su influencia parece haberse extendido desde Mannae hacia el este a través de los asentamientos medos de los montes Zagros, y al sur hasta el Elam.
Las migraciones de los cimerios fueron registradas por los asirios, cuyo rey, Sargón II, murió en batalla contra ellos en 705 a. C. Subsecuentemente los registros sobre este pueblo apuntan su conquista de Frigia en 696-695 a. C., lo que llevó al rey frigio Midas a envenenarse antes de ser capturado. En 679 a. C., durante el reinado de Esarhaddon de Asiria, atacaron Cilicia y Tabal (o Tubal) bajo su nuevo líder Teushpa. Esarhaddon los derrota cerca de Hubushna (tentativamente identificada con la moderna Capadocia).
En el 654 o 652 a. C. —la fecha exacta no es clara— los cimerios atacaron el reino de Lidia,[cita requerida] matando al rey lidio Giges y causando gran destrucción en Sardes, la capital Lidia. Regresaron diez años más tarde durante el reinado del hijo de Giges Ardis II y esta vez capturaron la ciudad, con la excepción de la ciudadela. La caída de Sardes fue un gran golpe a los poderes de la región. Los poetas griegos Calino y Arquíloco registraron el pavor que este hecho inspiró en las colonias griegas de Jonia, algunas de las cuales fueron hostigadas por asaltantes cimerios y de Treres.
La ocupación cimeria de Lidia fue, sin embargo, breve, posiblemente debido a un brote de plaga. Entre los años 637 y 626 a. C. fueron derrotados por Aliates II de Lidia. Esta derrota marcó efectivamente el fin del poder cimerio. El término Gimirri fue usado cerca de una centuria después en la Inscripción de Behistún (515 a. C.) como un equivalente babilonio del persa saka (escitas), pero no existen menciones posteriores de los cimerios en Asia, siendo su destino final incierto. Se ha especulado que se asentaron en Capadocia, conocida en armenio como Gamir (el mismo nombre que la tierra ancestral cimeria en Mannae). Sin embargo, ciertas tradiciones francas los ubican en la desembocadura del Danubio (Sicambres).
Cronología
721-715 a. C.: Sargón II menciona la tierra de Gamirr, cerca de Urartu.
714: suicidio de Rusa I de Urartu, luego de su derrota frente a asirios y cimerios.
705: Sargón II de Asiria muere en una expedición contra los kulummu.
679/678: Gimirri —bajo el liderazgo de Teushpa— invade Asiria desde Hubuschna (¿Capadocia?). Esarhaddon de Asiria los derrota en batalla.
676-674: los cimerios invaden y destruyen Frigia, llegando a Paphlagonia.
654 o 652: Giges de Lidia muere en batalla contra los cimerios. Saqueo de Sardes; cimerios y treres saquean las colonias jonias.
644: los cimerios ocupan Sardes, pero se retiran poco después.
637-626: Los cimerios son derrotados por Aliattes II.
593-528: el profeta Ezequiel describe a Gomer; Ciro muere a manos de los escitas masageta.
c. 515 a. C.: último registro histórico de los cimerios, en la Inscripción de Behistún de Darío I el Grande.
Los cimerios son considerados como posibles ancestros de numerosos pueblos por algunos investigadores como el asiriólogo Jean Bottéro al encontrar evidencia reciente en tablillas cuneiformes asirias de que los cimerios quedaron fragmentados en tres grupos principales al guerrear contra los escitas, un grupo se quedó en la península de Tamán (estrecho de Kerch) en Crimea, otro emigró al noroeste de los Medos y el resto se asentó en el centro de Turquía donde siglos después se mezclaron con los Gálatas (celtas) invasores en el 390 a. C. Los tracios han sido identificados como una posible rama occidental de aquellos. Modernamente por varios historiadores se han contabilizado cerca de 77 tribus de tracios conocidas. Según Heródoto, ambos pueblos habitaron la costa norte del mar Negro, y ambos fueron desplazados en la misma época por invasores del este. Mientras que los cimerios habrían dejado su tierra ancestral dirigiéndose al este y al sur a través del Cáucaso, los tracios migraron al oeste y el sur hacia los Balcanes, donde establecieron una duradera y próspera cultura. Parte de estas migraciones fueron motivadas por el agotamiento de sus tierras y al cambio climático en las estepas (postglaciación), los desiertos desde hace 10000 años siguen expandiéndose en distintas partes de la tierra debido a las oscilaciones de la precesión de los equinoccios y otros factores asociados. Los táuridas, habitantes originarios de Crimea, se vinculan en ocasiones a los tracios en sus orígenes.
Si bien los registros históricos de los cimerios solo aparecen en el escenario de la historia mundial durante un breve período (durante el siglo vii a. C.), numerosos pueblos celtas y germánicos tienen entre sus tradiciones la de que descienden de los cimerios y escitas, y algunos de sus nombres étnicos parecen corroborar dicha creencia (por ejemplo Cymru, Cwmry o Cumbria, Cimbri). Es poco probable que tanto los protoceltas como los protogermanos hayan entrado a Europa tan tardíamente como el siglo vii a. C., ya que su conformación es comúnmente asociada con la cultura de los campos de urnas y la Edad de Bronce nórdica respectivamente. Es concebible, sin embargo, que una migración tracio-cimeria en pequeña escala (en términos de población) en el siglo viii a. C. haya disparado cambios culturales que contribuyeron a la transformación de la cultura de los campos de urnas en la cultura de Hallstatt, introducida en la Edad de Hierro europea.
Fue una nación nómada que llegó al galope y con las alforjas cargadas de botín. Estos enigmáticos guerreros dominaron las estepas de Eurasia desde el 700 hasta el 300 a.E.C. y entonces desaparecieron, pero no sin antes dejar su huella en la historia.
Durante siglos, manadas de caballos salvajes y tribus nómadas habían deambulado por los pastizales que se extienden desde los Cárpatos, situados en el este de Europa, hasta la región sudeste de la actual Rusia. En el siglo VIII a.E.C., el emperador chino Hsüan emprendió una ofensiva militar que provocó una oleada de emigración hacia el oeste. En este éxodo, los escitas lucharon contra los cimerios, quienes dominaban el Cáucaso y la zona norteña del mar Negro, y los expulsaron de allí.
En busca de riquezas, saquearon Nínive, la capital de Asiria, y más tarde se aliaron con esta potencia con el propósito de derrotar a Media, Babilonia y otras naciones. Sus incursiones llegaron incluso hasta el norte de Egipto. El hecho de que la ciudad de Bet-san, en el noreste de Israel, recibiera más tarde el nombre de Escitópolis pudiera indicar que por algún tiempo estuvo bajo dominación escita (1 Samuel 31:11, 12).
Por último se establecieron en las estepas de los territorios que ocupan actualmente Rumania, Moldova, Ucrania y la región meridional de Rusia. Allí se enriquecieron sirviendo de intermediarios entre los griegos y los productores de grano de la zona que hoy corresponde a Ucrania y el sur de Rusia. Trocaban cereales, miel, pieles y ganado por vino, tejidos, armas y obras de arte de los griegos. De esta forma llegaron a amasar fabulosas fortunas.
Para estos guerreros esteparios, el caballo tenía el mismo valor que el camello para los pueblos del desierto. Hábiles jinetes, fueron de los primeros en utilizar la silla de montar y el estribo. Consumían la leche y la carne equinas y, de hecho, hasta ofrecían al animal como holocausto. Cuando moría un guerrero escita, mataban a su cabalgadura y la enterraban, arneses y adornos incluidos, con todos los honores.
Según la descripción del historiador Heródoto, los escitas tenían costumbres sádicas; por ejemplo, usaban el cráneo de sus víctimas como recipientes para beber y, cuando se lanzaban al ataque, diezmaban a sus enemigos valiéndose de espadas de hierro, hachas, lanzas y flechas que desgarraban la carne.
Los escitas practicaban la brujería y el chamanismo y adoraban al fuego y a una diosa madre (Deuteronomio 18:10-12). Como creían que la tumba era la morada de los muertos, sacrificaban a los esclavos y los animales con el fin de que prestaran servicio a su amo fallecido. Los tesoros y los criados supuestamente hacían compañía a los caciques en el “otro mundo”. En un sepulcro real se hallaron cinco criados en posición horizontal, con los pies apuntando hacia su amo, preparados para reincorporarse y asumir de nuevo sus obligaciones.
Cuando moría un gobernante, los escitas le daban sepultura junto a espléndidas ofrendas y, durante el período de duelo, derramaban su propia sangre y se afeitaban la cabeza. Heródoto escribió: “Se cortan un trozo de oreja, se afeitan el cabello en redondo, se hacen cortes en los brazos, se desgarran la frente y la nariz y se clavan flechas a través de la mano izquierda”. En contraste, la Ley dada por Dios a los israelitas de aquella misma época ordenó: “No deben hacerse cortaduras en su carne por un alma difunta” (Levítico 19:28).
Los escitas dejaron tras de sí miles de túmulos funerarios llamados kurganes, en cuyo interior se han hallado muchos adornos que reflejan el modo de vida de aquel pueblo. El zar ruso Pedro el Grande comenzó a coleccionar estas llamativas piezas en 1715, y en la actualidad se exhiben en los museos de Rusia y Ucrania. Este tipo de arte también incluye representaciones de animales, como caballos, águilas, halcones, gatos, panteras, alces, ciervos y grifos (criaturas mitológicas, a veces aladas, que poseían el cuerpo de un animal y la cabeza de otro) con apariencia de ave y de león.
Algunos arqueólogos opinan que el nombre Askenaz, que aparece en Jeremías 51:27, es el equivalente del vocablo asirio ashguzai, el cual se aplicaba a los escitas. De hecho, unas tablillas cuneiformes mencionan una alianza que estos forjaron con Mannai (Miní) para sublevarse contra Asiria en el siglo VII a.E.C. Poco tiempo antes de que Jeremías comenzara a profetizar, los escitas habían cruzado pacíficamente la tierra de Judá en su viaje de ida y vuelta de Egipto. Por lo tanto, muchas personas que oyeron las predicciones del profeta acerca de que Judá sería invadida por un pueblo procedente del norte tal vez cuestionaron la exactitud de la profecía en esos momentos (Jeremías 1:13-15).
Ciertos eruditos opinan que se hace alusión a los escitas en Jeremías 50:42, que dice: “Arco y jabalina manejan. Son crueles, y no mostrarán misericordia. El sonido de ellos es como el mar que está bullicioso, y montarán sobre caballos; dispuestos en orden como un solo hombre para guerra contra ti, oh hija de Babilonia”. Sin embargo, este versículo se refiere ante todo a los medos y los persas, quienes conquistaron Babilonia en 539 a.E.C.
Se ha sugerido que “la tierra de Magog” mencionada en los capítulos 38 y 39 del libro de Ezequiel es el territorio de las tribus escitas. No obstante, “la tierra de Magog” tiene valor simbólico, pues hace referencia a la vecindad de la Tierra, en la que se confinó a Satanás y sus demonios tras la guerra en los cielos (Revelación [Apocalipsis] 12:7-17).
Los escitas también participaron en el cumplimiento de la profecía de Nahúm que señalaba la destrucción de Nínive (Nahúm 1:1, 14). Junto con los caldeos y los medos saquearon Nínive en el año 632 a.E.C., acontecimiento que precipitó la caída del Imperio asirio.
¿Por qué desaparecieron los escitas? “La verdad es que desconocemos lo que sucedió”, afirma un destacado arqueólogo ucraniano. Algunos historiadores creen que su afición al lujo los debilitó y acabaron por sucumbir ante otro pueblo nómada procedente de Asia, los sármatas, durante los siglos I y II a.E.C.
Otros entendidos piensan que las luchas intestinas entre los clanes los condujeron al declive. Ahora bien, también existe la opinión de que entre los osetos del Cáucaso puede hallarse un resto de escitas. En cualquier caso, este pueblo enigmático del pasado dejó su huella en la historia humana, una huella tal, que el nombre escita se convirtió en sinónimo de crueldad.
TRACIOS.
Eran un pueblo antiguo indoeuropeo del sudeste de Europa y partes del noroeste de Anatolia cuyos miembros compartían un conjunto de creencias, un modo de vida y hablaban la misma lengua con variaciones y dialectos.
Los tracios se extendieron a lo largo de la historia por los territorios de los siguientes países actuales: Bulgaria (región central para los tracios), sudeste de Rumania y Moldavia, probablemente hasta Ucrania, noroeste de Grecia, noreste de Turquía (parte europea).
Vivían en un área muy extensa que comprendía la parte oriental de la península balcánica más o menos hasta el valle del Morava, las regiones contiguas al norte del Danubio (entre los montes Cárpatos y el río Dniéster), y algunas estribaciones en Asia Menor. El territorio se extendía de un lado a otro de los Balcanes, y a la región de los getas al norte del Danubio hasta más allá del río Bug.
Las tribus del sur, vecinas de los griegos, determinaron que, más tarde, con el nombre de Tracia fuera llamada la región actualmente dividida entre Grecia, Bulgaria y Turquía. Otros nombres de antiguas regiones habitadas por los tracios eran: Moesia, Dacia, Escitia Menor, Bitinia, Misia, Panonia y otras.
En la Ilíada, los troyanos son llamados dárdanos, nombre de una tribu tracia que había ocupado el norte de Macedonia. Los tracios aparecen participando en la guerra de Troya.
Se pensaba que el nombre de la región microasiática de Misia derivaba del de los tracios misios. También eran de etnia tracia los bitinios establecidos en las costas asiáticas del mar Negro (Ponto Euxino) y del mar de Mármara, donde dieron nombre a la Bitinia.
Respecto a las estructuras sociales, las costumbres y la vida espiritual de la Tracia primitiva, sólo nos podemos basar en alguno mitos griegos que podrían reflejar una concreta realidad histórica: la función sacerdotal que oficiaba el rey y el que fuera depositario y garante de los ritos ocultos transmitidos de padre a hijo. Se ha sugerido que los prototracios, desde la edad del bronce, desarrollaron durante siglos en los Balcanes una mezcla de la cultura de los inmigrantes indoeuropeos y los indígenas neolíticos.
Para el periodo comprendido entre finales del 2000 a. C. y el siglo vi a. C., nuestra principal fuente son las tumbas, de dolmen cubierto con un amasijo de piedras o con un túmulo de tierra. Esta última forma siguió usándose hasta época romana. Heródoto, que fue el primero en describir las costumbres de los tracios, ha detallado el rito funerario, mencionando la creencia en la vida ultraterrena, impropia de los griegos de la época clásica.
La civilización tracia evolucionó rápidamente debido a la expansión colonial griega y al avance persa en el sureste europeo. Respecto a las colonias helénicas del Mar Negro y de sus relaciones con los tracios, las más importantes de la costa búlgara son las milesias de Apolonia (Sozopol) y Odeso (Varna), y la megarense de Mesembria (Nesebar), todas fundadas en el siglo vi a. C.
Contemporáneamente, el rey persa Darío I cruzó el Bósforo con un enorme ejército y atravesó las tierras de los tracios para atacar por la espalda a los escitas de la actual Ucrania.
Su hijo y sucesor Jerjes, sometió a todas las tribus tracias hasta las montañas Ródope. Convertida en provincia del gran Imperio aqueménida, Tracia fue gobernada por sátrapas que llevaban una vida fastuosa, en residencias principescas bien amuralladas. La aristocracia de los tracios imitó sus costumbres y así se intensificaron las relaciones con las ciudades griegas de la región, donde se produjeron objetos suntuarios para el mercado tracio.
Según Heródoto, en el siglo v a. C., la presencia tracia era tan amenazadora, que los considera el segundo pueblo más numeroso y ramificado del mundo conocido, detrás de los indios, y que solo por su individualismo tribal no lograban unificarse en una gran potencia.
Razonamiento desmentido por la formación del reino de los odrisios, una tribu de los montes Ródope orientales, surgida después de que los persas derrotados abandonaran definitivamente Tracia. El reino odrisio tuvo una larga vida (formalmente hasta la constitución de la provincia romana), pero ya a finales del siglo v a. C. estaba dividido en dos partes y luego fue reduciéndose cada vez más.
La mayoría de los tracios o bien fueron helenizados (la provincia de Tracia) o romanizados (Dacia, etc.). Sin embargo, es probable que pequeños grupos de tracios existieran todavía al momento de arribar a los Balcanes los eslavos en el siglo vi.
Los eruditos han sugerido que los albaneses actuales podrían ser tracios que mantuvieron su idioma, pero es controvertido.
SÁRMATAS.
Los sármatas fueron un grupo de pueblos nómadas que hablaban lenguas iranias vinculados con los escitas. Dominaron la llanura póntica durante los siglos iii y iv d. C., correspondientes al área de las actuales Ucrania, Rumanía y sur de Rusia.
En el siglo III a. C. los sármatas avanzaron desde el Cáucaso invadiendo gran parte del territorio que hasta entonces ocupaban los escitas. En el siglo II a. C. se encuentra a los sármatas fuertemente instalados en las estepas que rodean al mar Negro, principalmente en territorios que en la actualidad corresponden a Ucrania y Polonia. De ahí que en geografía se nombre a las llanuras de la Europa Oriental al este de los Cárpatos con el nombre de Llanura Sarmática. Luego alcanzaron su máxima expansión hacia el siglo I a. C., cuando se extendían desde el mar Negro hasta el mar Báltico y desde el Volga hasta el Vístula y el valle medio del Danubio. Tal territorio fue llamado por los romanos Sarmatia (Sarmacia). Su final como potencia bélica se produce hacia el siglo III d. C, cuando se extiende el «imperio» de los godos hasta Crimea y luego deben afrontar el ataque de los vándalos y los hunos.
Como pueblo iranio, los sármatas estaban relacionados con los escitas por el idioma y la mayor parte de su cultura.
Los sármatas nunca llegaron a constituir un Estado unificado, ya que se encontraban divididos en varias «tribus» o parcialidades. Algunas de ellas han persistido hasta tiempos contemporáneos y otras se han unido con otros pueblos (los sármatas son uno de los principales linajes de los actuales eslavos). Entre las parcialidades más destacadas figuran las de los alanos, roxolanos, yázigas, y algunos creen que los rashu del noroeste del mar Caspio formaron parte de estos sármatas-eslavos al emigrar, conocidos por los romanos y judíos como ros.
Los alanos eran un grupo étnico de origen iranio relacionado con los sármatas, pastores nómadas muy belicosos de diferentes procedencias, que hablaban una lengua irania y compartían con ellos la misma cultura en muchos aspectos.
Alrededor del año 370, los alanos fueron barridos por los hunos y se dividieron en varios grupos, algunos de los cuales huyeron al oeste. Una parte de esos alanos occidentales se unieron a las tribus germánicas de los vándalos y suevos cuando invadieron la Galia romana. Gregorio de Tours destaca en su Liber historiae Francorum (Libro sobre la historia de los francos) que el rey alano Respendial salvó la batalla para los vándalos en un choque con los francos cerca del Rin el 31 de diciembre de 406. Según este historiador, otro grupo de alanos dirigido por Goar cruzaron este río por esas fechas, pero al punto se unieron a los romanos y se asentaron en la Galia.
Si seguimos el derrotero de vándalos y suevos en la península ibérica (la entonces Hispania) en 409, los alanos se asentaron en las provincias de Lusitania y Cartaginense: «Alani Lusitaniam et Carthaginiensem provincias, et Wandali cognomine Silingi Baeticam sortiuntur» (Hidacio). Los vándalos silingos se asentaron en la Bética, los suevos en la Galicia costera y los vándalos asdingos en el resto de Galicia.
En 412, el rey alano Ataces conquistó la ciudad de Emérita Augusta (Mérida) y estableció en ella su corte durante seis años, hasta que en 418 murió en una batalla contra los visigodos, y esta rama de los alanos, por consiguiente, apeló al rey vándalo asdingo Gunderico para que aceptara la corona alana. Aunque algunos de estos alanos permanecieron en Iberia, la mayoría se dirigió al norte de África con los vándalos en 429. Los posteriores reyes vándalos de esta zona se hacían llamar Rex Wandalorum et Alanorum (Rey de los vándalos y de los alanos).
En la Galia, los alanos en un principio conducidos por Goar se asentaron en diversas áreas, sobre todo cerca de Orleans y Valence. Bajo este rey se aliaron con los burgundios de Gundahario (Gunther), con quienes entronizaron al emperador usurpador Jovino. Con el sucesor de Goar, Sangibano, los alanos de Orleans desempeñaron un papel crucial al repeler la invasión de Atila en la batalla de los Campos Cataláunicos. Tras el siglo v, sin embargo, los alanos de la Galia se sumieron en las luchas territoriales de los francos y los visigodos y dejaron de tener la independencia de antes. Flavio Aecio congregó a numerosos alanos en la región de Armórica para reprimir los levantamientos. El nombre bretón de Alan (antes que el francés Alain) y muchas poblaciones con nombres relacionados con «alano», como Alanville, son considerados popularmente como evidencias de que un contingente de este pueblo se asentó en la Bretaña.
En la península ibérica se centraron en las provincias romanas de Lusitania y Cartaginense. Llegaron a ser conocidos más tarde por sus cacerías masivas y sus perros de pelea, que aparentemente introdujeron en Europa. Una raza de esos canes, que sobrevive en ciertas zonas de Castilla y León, Asturias y el País Vasco, aún lleva el nombre de «alana». Normalmente los utilizaban en las cacerías de osos y para guardar el ganado. Pero no solo eso. Una parte del grupo de alanos germánicos junto con visigodos se establecen en la parte noreste de la península y según la Encyclopædia Iranica dan su nombre a Cataluña, cuyos pobladores se llaman los Got-Alanien.
Alanos y eslavos
Las tribus alanas que moraban al norte del mar Negro pudieron haberse trasladado hacia el noroeste, hacia la actual Polonia, mezclándose con los pueblos eslavos para convertirse en los ancestros de las naciones eslavas históricas (especialmente serbios y croatas). Inscripciones del siglo iii encontradas en Tanais, un pueblo situado a orillas del río Don (Rusia), menciona una tribu alana de la zona llamada horoatos o horuatos (croatas). El historiador Ptolomeo identifica a los serboi como una tribu sármata que vivía al norte del Cáucaso y otras fuentes señalan que eran una tribu alana de la estepa del Don-Volga del siglo iii.
Existen documentos donde aparecen de nuevo estos nombres en el siglo v, en los que los serboi o serbios se establecieron al este del río Elba, en la actual Polonia occidental, y los croatas en la Galitzia polaca. Las tribus alanas probablemente migraron hacia el noreste y se asentaron entre las tribus eslavas, dominándolas, movilizándolas y finalmente asimilando su cultura. En 620 el Emperador bizantino Heraclio invitó a croatas y serbios a que expulsaran a los ávaros túrquicos, asentándose entre grupos eslavos anteriores y convirtiéndose con el tiempo en los antepasados de los modernos serbios y croatas. Algunos permanecieron en la región del Elba y sus descendientes son los modernos sorbios. Las crónicas bizantinas y árabes del siglo x describen a un pueblo llamado Belochrobati (Croatas Blancos) que vivían en el alto Vístula, un área conocida más tarde como Hrobatia.
Los alanos «orientales» y los hunos
Otros alanos permanecieron bajo el dominio de los hunos. Estas tribus orientales, aunque dispersas a lo largo de las estepas hasta la Edad Media, fueron obligadas a dirigirse al Cáucaso cuando entraron los mongoles, donde se convirtieron en los modernos osetos. Su adalid más famoso fue Aspar, el magister militum del Imperio bizantino durante la década de 460. Asimismo, conformaron una red de alianzas tribales entre los siglos IX y XII.
Actualmente la ciencia genética ha descubierto una distribución geográfica de los marcadores genéticos que han convencido a algunos investigadores de que existe una conexión entre la antiquísima y profunda herencia sármato-alana y el grupo G de línea paterna del ADN, especialmente el G2.
La etnogénesis de los sármatas se produjo durante los siglos iv a iii a. C., cuando los nómadas relacionados con los escitas, originarios de las estribaciones meridionales de los Urales, emigraron hacia el suroeste, hacia el territorio de la cultura sauromana, entre el bajo Volga y el río Don. Estos nómadas conquistaron a los saurómanos, cuyo nombre acabó aplicándose al conjunto del nuevo pueblo formado a partir de estas migraciones, cuyas tribus constituyentes eran los Aorsoi, Rhoxolanoi, Alanoi, y los Iazyges. A pesar de la similitud entre los nombres sármata y sauromatiano, los autores modernos distinguen entre ambos, ya que la cultura sármata no se desarrolló directamente a partir de la cultura sauromatiana y el núcleo de la cultura sármata estaba compuesto por estos migrantes recién llegados.
A finales del siglo iv a. C., los escitas, la potencia entonces dominante en la Estepa del Mar Negro fueron derrotados militarmente por los reyes macedonios Makedon en 339 y 313 a. C. respectivamente. Experimentaron otro revés militar tras participar en la Guerra Civil del Bósforo en el 309 a. C. y se vieron presionados por los tracios Getai y los germánicos Bastarnai. Al mismo tiempo, en Asia Central, tras la conquista por Macedonia del Imperio aqueménida, el nuevo Imperio Seléucida comenzó a atacar a los nómadas Sakā y Dahā que vivían al norte de sus fronteras, quienes a su vez presionaron a los sármatas hacia el oeste. Presionados por los Sakā y Dahā en el este y aprovechando el declive del poder escita, los sármatas comenzaron a cruzar el río Don e invadieron Skythia (más tarde en el periodo medieval, las campañas militares de Ismā'īl Sāmāni contra los Oγuz en Asia Central presionarán igualmente a los húngaros para que se desplacen hacia el oeste, a la cuenca de Panonia), y también emigrarán hacia el sur, al Cáucaso Norte.
La primera oleada de migración sármata hacia el oeste se produjo durante el siglo ii a. C., y en ella participaron los sármatas reales, o Saioi (del escita-sármata *xšaya, que significa "reyes"), que se trasladaron a la estepa póntica, y los Iazyges, también llamados Iaxamatai o Iazamatai, que se asentaron inicialmente entre los ríos Don y Dniéper. Los Rhoxolanoi, que podrían haber sido una tribu mixta escita-sármata, siguieron a los Iazyges y ocuparon las estepas del Mar Negro hasta el Dnipro y asaltaron la región de Crimea durante ese siglo, al final del cual se vieron envueltos en un conflicto con los generales del Pontico rey Mithradatēs VI Eupatōr en la Bospora Khersonēsos, mientras que los Iazyges se convirtieron en sus aliados.
El hecho de que las tribus a las que antes se refería Heródoto como escitas fueran ahora llamadas sármatas por los autores helenísticos y romanos implica que la conquista sármata no supuso un desplazamiento de los escitas de la estepa póntica, sino que las tribus escitas fueron absorbidas por los sármatas. Tras su conquista de Skythia, los sármatas se convirtieron en el poder político dominante en el norte de la estepa póntica, donde empezaron a aparecer tumbas sármatas en el siglo II a. C. Mientras tanto, las poblaciones que aún se identificaban como escitas propiamente dichas se redujeron a Crimea y a la región de Dobruja, y en un momento dado los escitas de Crimea fueron vasallos de la reina sármata Amagē. El poder sármata en las estepas pónticas también se dirigió contra las ciudades de la Griega en sus costas, siendo la ciudad de Olbia Pontikē obligada a pagar repetidos tributos a los sármatas reales y a su rey Saitapharnēs, que se menciona en la Protogenēs junto con las tribus de los Thisamatai, los escitas y los Saudaratai. Otro rey sármata, Gatalos, fue nombrado en un tratado de paz celebrado por el rey Pharnakes de Pontos con sus enemigos.
Otras dos tribus sármatas, los Sirakoi, que anteriormente se habían originado en las llanuras transcaspianas inmediatamente al noreste de Kyrkania antes de emigrar al oeste, y los Aorsoi, se desplazaron hacia el oeste a través del Volga y hacia las estribaciones de las montañas del Cáucaso entre los siglos ii y i a. C. Desde allí, la presión de su creciente poder obligó a las tribus sármatas más occidentales a emigrar más al oeste, y los Aorsoi y Sirakoi destruyeron el poder de los sármatas reales y de los Iazyges, y los Aorsoi pudieron extender su dominio sobre una amplia región que se extendía desde el Cáucaso, pasando por las Tierras bajas de Terek-Kuma y Kalmykia en el oeste, hasta la región del Mar de Aral en el este. Otro nuevo grupo sármata, los Alanoi, se originó en Asia Central a partir de la fusión de algunos antiguos grupos tribales con los Massagetai. Relacionados con los Asioi que invadieron Baktrianē en el siglo ii a. C., los Alanoi fueron empujados hacia el oeste por los Kʰɑŋ-kɨɑ (conocidos por los autores grecorromanos como los Ιαξαρται Iaxartai en griego, y los Iaxartae en latín) que vivían en la cuenca del Syr Darya, desde donde expandieron su dominio desde Fergana hasta la región del Mar de Aral.
La hegemonía de los sármatas en la estepa póntica continuó durante el siglo I a. C., cuando se aliaron con los escitas contra Diophantos, un general de Mithradatēs. VI Eupatōr, antes de aliarse con Mithradatēs contra la Romana y luchar por él tanto en Europa como en Asia, demostrando la completa implicación de los sármatas en los asuntos de las regiones póntica y danubiana. Durante la primera parte del siglo, los Alanoi habían emigrado a la zona al noreste del Lago Maiōtis. Mientras tanto, los Iazyges se desplazaron hacia el oeste hasta llegar al Danubio y los Rhoxolanoi se trasladaron a la zona comprendida entre el Dnipro y el Danubio y desde allí más al oeste. Estos dos pueblos atacaron las regiones alrededor de Tomis y Moesia, respectivamente. Durante este período, los Iazyges y Rhoxolanoi también atacaron la provincia romana de Thracia, cuyo gobernador Tiberio Plaucio Silvano Aeliano tuvo que defender la frontera romana del Danubio. Durante el siglo I a. C., varios sármatas llegaron a la cuenca panónica y los Iazyges pasaron por los territorios correspondientes a las actuales Moldavia y Valaquia antes de asentarse en el valle del Tisza, a mediados de siglo.
Aunque los movimientos sármatas se detuvieron temporalmente durante el siglo I a. C. debido al ascenso del reino dacio de Burebista, se reanudaron después del colapso de su reino tras su asesinato y en el año 16 a. C. Lucius Tario Rufo tuvo que repeler un ataque sármata contra Tracia y Macedonia, mientras que otros ataques alrededor del 10 a. C. y el 2 a. C. fueron derrotados por Gneo Cornelio Léntulo.
Mientras tanto, otras tribus sármatas, posiblemente los Aorsoi, enviaron embajadores al emperador romano Augusto, que intentó establecer un acuerdo diplomático con ellos. Durante el siglo i de nuestra era, los Sirakoi y los Aorsoi, que eran mutuamente hostiles, participaron en la guerra romano-bospora en bandos opuestos: los Sirakoi y su rey Zorsines se aliaron con Mithridatēs III contra su medio hermano Kotys I, que estaba aliado con Roma y los Aorsoi. Con la derrota de Kotys, los Sirakoi también fueron derrotados y perdieron el dominio de la mayoría de sus tierras. Entre los años 50 y 60 de la era cristiana, los Alanoi aparecieron en las estribaciones del Cáucaso, desde donde atacaron las zonas del Cáucaso y el Transcaucaso y el Imperio Parto. Durante el siglo i de nuestra era, los Alanoi se expandieron por el Volga hacia el oeste, absorbiendo parte de los Aorsoi y desplazando al resto, y la presión de los Alanoi obligó a los Iazyges y a los Rhoxolanoi a seguir atacando al Imperio Romano desde el otro lado del Danubio. Durante el siglo i de nuestra era, dos gobernantes sármatas de la estepa llamados Pharzoios y Inismeōs acuñaban monedas en Olbia Pontikē.
Los Rhoxolanoi continuaron su migración hacia el oeste tras el conflicto en el Bósforo Khersonēsos, y en el año 69 d. C. estaban lo suficientemente cerca del bajo Danubio como para poder atacar a través del río cuando estaba congelado en invierno, y poco después ellos y los Alanoi vivían en la costa del Mar Negro, y más tarde se trasladaron más al oeste y vivían en las zonas correspondientes a la actual Moldavia y al oeste de Ucrania.
Los Rhoxolanoi continuaron su migración hacia el oeste tras el conflicto en el Bósforo Khersonēsos, y en el año 69 d. C. estaban lo suficientemente cerca del bajo Danubio como para poder atacar a través del río cuando estaba congelado en invierno, y poco después ellos y los Alanoi vivían en la costa del Mar Negro, y más tarde se trasladaron más al oeste y vivían en las zonas correspondientes a la actual Moldavia y al oeste de Ucrania.
La tribu sármata de los Arraei, que había tenido estrechos contactos con los romanos, acabó por asentarse al sur del río Danubio, en Tracia, y otra tribu sármata, los Koralloi, vivían también en la misma zona junto a una parte del pueblo escita Sindoi.
Durante los siglos i y ii de nuestra era, los Iazyges molestaron a menudo a las autoridades romanas en Panonia; participaron en la destrucción del reino Quadi de Vannius, y a menudo emigraban al este a través de la Meseta Transilvana y los Montes Cárpatos durante los desplazamientos estacionales o para comerciar.
En el siglo II de nuestra era, los Alanoi habían conquistado las estepas del norte del Cáucaso y de la zona norte del Mar Negro y habían creado una poderosa confederación de tribus bajo su dominio. Bajo la hegemonía de los Alanoi una ruta comercial conectaba la estepa póntica, el sur de los Urales y la región actualmente conocida como Turquestán occidental. Un grupo de los Alanoi, el Antai, emigró hacia el norte, al territorio de la actual Polonia.
La hegemonía de los sármatas en las estepas comenzó a declinar a lo largo de los siglos ii y iii de nuestra era, cuando los hunos conquistaron el territorio sármata en la estepa del Caspio y la región de los Urales. La supremacía de los sármatas fue finalmente destruida cuando los germánicos góticos, procedentes de la región del Mar Báltico, conquistaron la estepa póntica hacia el año 200 de la era cristiana. En el año 375 d. C., los hunos conquistaron la mayor parte de los Alanoi que vivían al este del río Don, masacraron a un número importante de ellos y los absorbieron en su política tribal, mientras que los Alanoi del oeste del Don permanecieron libres de la dominación huna. Como parte del estado huno, los Alanoi participaron en la derrota y conquista por parte de los hunos del reino de los ostrogodos en la estepa póntica. Algunos Alanoi libres huyeron a las montañas del Cáucaso, donde participaron en la etnogénesis de poblaciones como los osetios y los cabardos, y otras agrupaciones alanas sobrevivieron en Crimea. Otros emigraron a Europa Central y luego a Europa Occidental, desde donde algunos de ellos se dirigieron a Britania e Hispania, y algunos se unieron a los Vándalos germánicos para cruzar el Estrecho de Gibraltar y crear el Reino Vándalo en el norte de África.
Los sármatas del Reino del Bósforo se asimilaron a la civilización griega. Otros se asimilaron con los proto-Circasianos Meot, y pueden haber influido en la lengua circasiana. Algunos sármatas fueron absorbidos por los alanos y los godos.9 Durante la Alta Edad Media, la población protoeslava de Europa Oriental asimiló y absorbió a los sármatas durante las convulsiones políticas de esa época. Sin embargo, un pueblo emparentado con los sármatas, conocido como los alanos, sobrevivió en el Cáucaso Norte hasta la Alta Edad Media, dando lugar finalmente al moderno grupo étnico de los osetas.
Los hijos de Gómer fueron Askenaz, Rifat y Togarmá.
ASKENAZ.
En los escritos judaicos del Medievo, y también en los posteriores, el término “Askenaz” se usó con referencia a la raza teutónica, más concretamente para referirse a Alemania. Aún hoy se llama askenazíes a los judíos de los países germánicos, a diferencia de los sefardíes, que se asentaron en España y Portugal.
En 1914, los trabajadores de una cantera de piedra en Bonn-Oberkassel descubrieron dos esqueletos de Western Hunter Gatherer (WHG), un hombre de unos 40 años y una mujer de unos 25 años. Enterrado con ellos huesos de un perro, y dos obras de arte hechas de huesos y astas. La combinación de un doble entierro para humanos y arte y uno de los perros domésticos más antiguos del mundo, único en Europa Central, hace de este hallazgo uno de los más importantes de finales de la Edad del Hielo.
El hombre de Oberkassel era realmente musculoso (incluso para los WHG). Era bajo para la época con un 1,70 cm y pesaba alrededor de 158 libras. Probablemente era zurdo y tenía un antebrazo derecho roto (curado) y un hombro derecho menos móvil. debido a una fuerte caída. Debido a la discapacidad, su brazo izquierdo era aún más fuerte que el de una persona zurda común. Había perdido dos incisivos de la mandíbula inferior, y la mandíbula superior había perdido todos los dientes menos 4 molares. En su primera juventud, él y las mujeres deben haber sido muy activos, muy móviles, había perdido bastantes dientes y sufría de una inflamación en la mandíbula inferior.
(Fuente: https://www.deviantart.com/philipedwin/art/LVR-LandesMuseums-Oberkassel-Cromagnon-867258047)
TOGARMÁ.
Nombre que reciben los descendientes de Togarmá, el hijo de Gómer, así como la región que ocuparon. En la endecha que Ezequiel compuso con respecto a Tiro, se dice que Togarmá era el lugar del que Tiro obtenía “caballos y corceles y mulos” a cambio de ciertos artículos. (Eze 27:2, 14.) El mismo profeta incluye a Togarmá entre los aliados de Gog de Magog y ubica la región en “las partes más remotas del norte”. (Eze 38:6.)
Varios comentaristas relacionan Togarmá con los armenios. La propia tradición armenia asegura que descendieron de “Haik, hijo de Thorgom”. Según algunos escritores de la antigua Grecia, los armenios alcanzaron renombre por sus caballos y sus mulos.
Durante la Edad de Bronce, varios estados prosperaron, incluyendo el Imperio hitita (en su máximo esplendor), Mitani (Armenia histórica del sudoeste) y de Hayasa-Azzi (siglo xv a. C.) y en la Edad de Hierro, los indoeuropeos frigios y mushkis llegaron y destruyeron el reino de Mitanni;31 también floreció la gente de Nairi (siglos xii al ix a. C.) y el reino de Urartu (siglos ix al vi a. C.), pero la aportación de cada pueblo en la etnogénesis de la gente armenia es incierta. Algunos discutirían sobre una mayor influencia de los hurritas en la Armenia temprana, pero basado en patrones drásticos diversos de la lengua, la mayoría acepta que los armenios pertenecen al grupo de pueblos indoeuropeos mientras que Urartu pertenece a la familia hurro-urartiana. Ereván, la capital moderna de Armenia, fue fundada en el año 782 a. C. por el rey Argishti I de Urartu.
Se cree que fue el progenitor de los medos. Debido a ello, en todas las demás ocasiones en las que aparece en la Biblia el término hebreo Ma·dhái, se traduce “medos”, o “Media”, como en 2 Reyes 17:6; 18:11; Ester 1:3; Isaías 13:17; 21:2, y otros textos. A los medos también se les llamaba madaia en el idioma asirio-babilonio (acadio) y mada en persa antiguo. En algún período de su historia, los medos se establecieron en la meseta iraní, principalmente entre las cordilleras de Elburz, al S. del mar Caspio, y Zagros, hacia el E. de Asiria. El nombre Irán proviene de la palabra arya (en español, “arios”), un término que se emplea para referirse a los descendientes de Jafet.
La historia muestra que los descendientes de Javán y sus cuatro hijos se establecieron en las islas y en las regiones costeras del mar Mediterráneo, desde Chipre (Kitim) hasta el Mediterráneo occidental.
Se dice que Javán (heb. Ya·wán) es el ancestro de los antiguos jonios, a quienes algunos han llamado “la tribu madre de los griegos”. (Commentary on the Old Testament, de C. F. Keil y F. Delitzsch, 1973, vol. 1, “The First Book of Moses”, pág. 163.) El poeta Homero (quizás del siglo VIII a. E.C.) llama a los griegos primitivos i·á·o·nes, y a partir de Sargón II (del siglo VIII a. E.C.) comienza a aparecer el nombre Jawanu en las inscripciones asirias.
Con el transcurso del tiempo, el nombre Jonia llegó a aplicar tan solo a Ática (la región de Atenas), la costa occidental de Asia Menor (que corresponde a las costas de lo que con el tiempo fueron las provincias de Lidia y Caria) y a las islas vecinas del mar Egeo. El mar que se encuentra entre las zonas meridionales de Grecia e Italia aún conserva el nombre Jónico, nombre que tiene un origen muy antiguo. Este dato apoya la opinión de que el nombre Javán aplicaba a la Grecia continental y a la zona más pequeña que más tarde se llamó Jonia.
Después del registro de Génesis, el profeta Joel vuelve a hacer mención de los descendientes de Javán a finales del siglo IX a. E.C. El profeta condenó a los tirios, a los sidonios y a los filisteos por vender a los hijos de Judá y de Jerusalén en su comercio de esclavos con “los hijos de los griegos” (literalmente, “los javanitas” o “los jonios”). (Joe 3:4-6.) En el siglo VIII a. E.C. Isaías predijo que algunos de los judíos que sobrevivirían a la expresión de la ira de Dios viajarían a muchas tierras, entre ellas a “Javán”, y que allí proclamarían la gloria de Jehová. (Isa 66:19.)
La evidencia de presencia humana más antigua hallada en los territorios de la actual Grecia se encuentra en la caverna de Petralona, en la península Calcídica, donde se halló un cráneo conocido como hombre de Petralona, cuya datación es discutida. Dentro del territorio griego existen vestigios de asentamientos de las tres etapas de la Edad de Piedra —paleolítico, mesolítico y neolítico—; algunos sitios, como la cueva Franchthi estuvieron ocupados durante estos tres periodos. Dado que el país se ubica en la ruta por la cual la agricultura se expandió desde el Cercano Oriente hacia Europa, los asentamientos neolíticos en Grecia son los más antiguos en el continente, pues datan de miles de años.
En el actual territorio griego surgieron las primeras civilizaciones de Europa, por lo que se considera el lugar de nacimiento de la civilización occidental. Las primeras en aparecer fueron la civilización cicládica en las islas del mar Egeo, la civilización minoica en Creta (2000-1500 a. C.) y la civilización micénica en el continente (1500-1100 a. C.). Estas sociedades poseían un sistema de escritura: los minoicos utilizaron uno aún sin descifrar conocido como Lineal A, mientras que los micénicos desarrollaron el Lineal B, una forma primitiva del griego. Los micénicos gradualmente absorbieron a los minoicos, pero su cultura colapsó violentamente alrededor del 1200 a. C., durante un periodo de inestabilidad regional conocido como el colapso de la Edad de Bronce. Esto condujo a una era conocida como la Edad Oscura, de la que no se conservan registros escritos.
La civilización micénica se desarrolló en el período del Heládico reciente, es decir, la última parte de la Edad del Bronce, entre 1700-1050 a. C. aproximadamente. Representa la primera civilización avanzada de la Grecia continental con sus estados palaciales, organización urbana, obras de arte y sistema de escritura.1 Entre los centros de poder que surgieron en su seno destacaron Micenas —que da nombre a toda esta civilización— Pilos, Tirinto y Midea en el Peloponeso; Orcómeno, Tebas y Atenas en la Grecia Central, Yolco en Tesalia y Cnosos en Creta. En otros lugares del Mediterráneo también han aparecido algunos asentamientos que tuvieron fuertes vínculos con los micénicos.
La Grecia micénica estuvo dominada por una élite social guerrera y consistía en una red de estados palaciales dirigidos por reyes que desarrollaron unos rígidos sistemas jerárquicos, políticos, sociales y económicos. Los micénicos introdujeron diversas innovaciones en los campos de la ingeniería, la arquitectura y la infraestructura militar. Su sistema de escritura silabario, el Lineal B, ofrece los primeros registros escritos del griego antiguo, mientras que la religión micénica ya incluía varias divinidades que luego formarían parte de los dioses olímpicos.
El mundo micénico pereció durante el colapso de la Edad del Bronce Final en el Mediterráneo oriental para ser relevado por la llamada Edad Oscura griega, un período de transición del que poco conocemos y que daría paso a la Época arcaica, en la que ocurrieron giros significantes desde formas de organización socioeconómicas centralizadas en los palacios a descentralizadas y se introdujo el trabajo extensivo del hierro. Sobre el final de esta civilización se han propuesto varias teorías, entre ellas la de la invasión dórica o actividades conectadas con los Pueblos del mar. También se han defendido explicaciones como desastres naturales o cambios climáticos. El período micénico se convirtió en escenario histórico de gran parte de la literatura y la mitología griegas.
La civilización micénica forma parte de la civilización egea o, en plural, civilizaciones egeas, que son denominaciones historiográficas para la designación de un grupo de civilizaciones prehelénicas (es decir, anteriores a la civilización griega) que se desarrollaron en la protohistoria en el espacio en torno al mar Egeo. Además de la micénica, están las civilizaciones cicládica (en torno a las islas Cícladas), y la minoica (isla de Creta). También se ha especulado con una cuarta civilización, la luvita.
Tras la traducción de las tablillas en lineal B, se descubrió que aquellos que se llaman impropiamente «micénicos» son en realidad griegos. No obstante, estos griegos no estuvieron siempre en territorio de Grecia, sino que fueron uno de los pueblos indoeuropeos que eran seminómadas, trajeron el carro y el caballo y migraron, en torno a los años 2100-1900 a. C., desde un área indeterminada que algunas teorías sitúan en territorios al norte de los mares Negro y Caspio. Se mezclaron con la población que ya vivía en ese territorio, a los que se han denominado pelasgos.
Ninguna fuente escrita que provenga de un yacimiento micénico indica cómo se llamaba este pueblo a sí mismo (su autoetnónimo). Se ha tratado de identificar cómo nombran a los micénicos las fuentes de otros imperios de la Edad del Bronce. En este sentido se piensa que la mención de Ahhiyawa de las fuentes hititas y el topónimo Tanayu que aparece en fuentes egipcias, designaban a la Grecia micénica o, al menos, una parte de la misma. Estos nombres se han relacionado, respectivamente, con los términos aqueos y dánaos de los poemas homéricos.
Con el final de la Edad Oscura surgieron varios reinos y ciudades-estado, los cuales se extendieron hasta las costas del mar Negro, el sur de Italia (Magna Graecia) y Asia menor. Estos estados y sus colonias alcanzaron un gran nivel de prosperidad que dio paso a un florecimiento cultural sin precedentes —periodo conocido como la Grecia clásica— más evidente en la arquitectura, el teatro, la ciencia, las matemáticas y la filosofía.
ELISÁ.
Josefo, historiador judío del primer siglo, aplicó el nombre de Elisas (Elisá) a los eliseos (eolios), una de las ramas paternas de los pueblos griegos. (Antigüedades Judías, libro I, cap. VI, sec. 1.) Para el tiempo de Ezequiel, el nombre Eolia designaba solo una parte de la costa O. de Asia Menor. Hay cierta similitud entre el nombre de Elisá y el de un distrito de la costa NO. del Peloponeso (península meridional de Grecia), llamado Élide. También se sabe que los griegos fundaron colonias en el S. de Italia y en la isla de Sicilia. Al comentar sobre Ezequiel 27:7, el Targum Arameo llama a Elisá “la provincia de Italia”. Cualquiera de esas ubicaciones encajaría con el relato de Ezequiel, pues eran regiones donde se producía un tinte púrpura muy cotizado en aquel tiempo. De todos modos, no existen pruebas concluyentes sobre la ubicación de Elisá, y lo único que puede decirse es que las que hay disponibles señalan a Grecia más bien que al N. de África o Chipre. También es razonable pensar que los descendientes de Elisá no permanecieran siempre en el mismo lugar, sino que con el transcurso de los siglos se alterara o ampliara la región que ocuparon en un principio, de modo que el nombre Elisá aplicara a zonas distintas en diferentes épocas.
KITIM.
El nombre Kitim sirvió para designar más tarde tanto a un pueblo como a una región.
Josefo llamó “Ceteim” a Kitim, y dijo que “poseyó la isla de Cetim (ahora se llama Chipre). De ahí que todas las islas, y la mayor parte de la costa marítima, sean llamadas Cetim por los hebreos”. (Antigüedades Judías, libro I, cap. VI, sec. 1.) Los antiguos fenicios llamaban a la gente de Chipre kiti. Actualmente, los entendidos por lo general concuerdan en identificar Kitim con Chipre.
Dado que la ciudad de Kition (Cition), de la costa SE. de Chipre, es más conocida como colonia fenicia, algunos eruditos han creído fuera de lugar la inclusión de Kitim entre los descendientes de Jafet. (Gé 10:2, 4; 1Cr 1:5, 7.) No obstante, hay pruebas de que los fenicios fueron unos pobladores relativamente tardíos de Chipre y que su colonia de Kition data de tan solo el siglo IX a. E.C. Por ello, The New Encyclopædia Britannica (1987, vol. 3, pág. 332), después de señalar a Kition como la “ciudad fenicia más importante de Chipre”, añade: “Los restos más tempranos encontrados en Cition son los de una colonia egea de la época micénica (c. 1400-1100 a. C.)”. (Véase también vol. 16, pág. 948.)
De las palabras de Josefo citadas antes sobre el uso que los hebreos hacían de este término, se desprende que Kitim puede abarcar otras zonas además de la isla de Chipre, pues dice que otras islas del Mediterráneo recibían esta denominación, siendo Chipre simplemente la región más cercana (a Palestina) de todas las comprendidas con el nombre Kitim. Las referencias a las “islas” y “tierras costaneras” de Kitim que aparecen en Ezequiel 27:6 y Jeremías 2:10 parecen confirmar este punto de vista. Algunos comentaristas opinan que el término Kitim también tiene ese sentido más amplio en Números 24:24. En ese pasaje, el profeta Balaam —contemporáneo de Moisés— predijo que “naves de la costa de Kitim” afligirían a Asiria y Éber, pero que el atacante finalmente perecería. Esta opinión permitiría entender que el ataque provendría de la región marítima de Macedonia, país desde donde avanzó Alejandro Magno para conquistar la tierra de “Asur” (Asiria-Babilonia) y el Imperio medopersa. No obstante, otros creen que los que atacaron fueron romanos procedentes de las regiones costeras mediterráneas de Italia. La Vulgata latina dice “Italia” en vez de “Kitim” en Números 24:24, mientras que el Targum de Onkelos lee “los romanos”; por otra parte, el libro apócrifo de 1 Macabeos (1:1, BJ) dice “Kittim” para referirse a la tierra de Macedonia.
En la declaración formal de Isaías contra Tiro, Kitim (probablemente Chipre) es el lugar donde las naves de Tarsis que navegaban en dirección E. recibieron las noticias de la caída de Tiro, y Jehová le dijo a la “virgen hija de Sidón” que ‘pasara a Kitim misma’, en un vano esfuerzo por hallar refugio. (Isa 23:1, 11, 12.) Esto concuerda con la información histórica de que había colonias fenicias en Chipre durante el período en que Isaías profetizó (c. 778-d. 732 a. E.C.). Una inscripción de Senaquerib relata la huida del rey Luli de Sidón a la isla de Iadnana (Chipre) como resultado del ataque asirio. (Ancient Near Eastern Texts, edición de J. B. Pritchard, 1974, págs. 287, 288.) De manera similar, en cumplimiento de las palabras de Isaías, muchas personas de Tiro debieron buscar refugio en Chipre durante el sitio de trece años que Nabucodonosor puso a esa ciudad.
TARSIS (a. 2330 a. E. C-a. 2030 a. E.C).
Posibles direcciones que tomaron Tarsis y sus descendientes para asentarse en España, quizás ya sobre el 2000 a. C.
Región que poblaron inicialmente los descendientes de Tarsis, hijo de Javán y nieto de Jafet. Hay algunos indicios de la dirección hacia la que emigraron los descendientes de Tarsis durante los siglos posteriores al Diluvio.
El profeta Jonás (c. 844 a. E.C.), comisionado por Jehová para ir a Nínive (Asiria), intentó eludir su asignación yendo a Jope (la moderna Tel Aviv-Yafo), puerto marítimo del Mediterráneo, donde compró un pasaje para “una nave que iba a Tarsis”. (Jon 1:1-3; 4:2.) Por consiguiente, es obvio que Tarsis tenía que estar en el Mediterráneo o junto a él y en dirección opuesta a Nínive. Además, debía ser más fácil llegar a Tarsis por mar que por tierra. En Ezequiel 27:25, 26 se usa la expresión: “El corazón del alta mar” en relación con “las naves de Tarsis”. (Compárese con Sl 48:7; Jon 2:3.)
Una inscripción del emperador asirio Esar-hadón (del siglo VII a. E.C.) hace alarde de sus victorias sobre Tiro y Egipto, y afirma que le pagaron tributo todos los reyes de las islas desde Chipre “hasta Tarsisi”. (Ancient Near Eastern Texts, edición de J. B. Pritchard, 1974, pág. 290.) Como Chipre está en la parte oriental del Mediterráneo, puede deducirse de esta referencia que Tarsis se encontraba en la parte occidental de dicho mar, por lo que algunos eruditos la identifican con la isla de Cerdeña.
Posible identificación con España. La mayor parte de los eruditos relacionan Tarsis con España, basándose en referencias antiguas a un lugar o región de España que los escritores griegos y romanos llamaban Tartesos. Aunque el geógrafo griego Estrabón (del siglo I a. E.C.) emplazaba una ciudad llamada Tartesos en la región del río Guadalquivir, en Andalucía (Geografía, 3, II, 11), parece ser que Tartesos aplica de manera general a toda la parte S. de la península ibérica.
Numerosas obras de consulta dan por sentado que los fenicios colonizaron las costas españolas, y se refieren a Tartesos como una de sus colonias. Sin embargo, no parece haber suficiente prueba que respalde esta teoría. Por ello, la Encyclopædia Britannica (1959, vol. 21, pág. 114) dice: “Ni fenicios ni cartagineses dejaron en esa tierra una huella permanente. Sin embargo, los griegos ejercieron en ella una profunda influencia. Las naves de Tiro y Sidón quizás hayan comerciado más allá del estrecho y en Cádiz por lo menos en época tan temprana como el siglo IX a. de J.C.; sin embargo, la arqueología moderna, que ha hallado y excavado ciudades griegas, íberas y romanas, no ha sacado a la luz un solo asentamiento fenicio, ni se han hallado restos fenicios más importantes que algunas baratijas, joyas y otros artículos de trueque. Se desprende, por lo tanto, que, con la posible excepción de Cádiz, los fenicios no construyeron ciudades, sino simples puestos en los que comerciar y donde sus naves pudieran hacer escala”. La historia también muestra que cuando los fenicios y los griegos empezaron a comerciar en España, el lugar ya estaba poblado y los nativos llevaban la plata, el hierro, el estaño y el plomo que iban buscando los comerciantes.
Por consiguiente, parece haber buena razón para creer que los descendientes de Javán (los jonios) por la línea de Tarsis llegaron hasta la península ibérica, donde constituyeron el grupo étnico más destacado. Esta posible ubicación de Tarsis también armoniza satisfactoriamente con las demás referencias bíblicas a este lugar.
Mujer joven de hace miles de años. Las pruebas genéticas muestran que tenía la piel más clara, el cabello lacio y oscuro y los ojos marrones. Probablemente tenía entre 30 y 40 años. Tenía una contextura delgada.
(Fuente: https://www.deviantart.com/philipedwin/art/Calpeia-898881537)
Hombre que vivió el España hace miles de años, entre el 2.000 al 1.700 a. n. e.
Hombre que vivió el España hace miles de años, entre el 2.000 al 1.700 a. n. e.
(Fuente: https://www.deviantart.com/philipedwin/art/La-Brana-1-885518427)
Relaciones comerciales con Salomón. El comercio fenicio con Tarsis está corroborado claramente por el registro del tiempo del rey Salomón (unos trece siglos después del Diluvio), cuando la nación de Israel también empezó a efectuar comercio marítimo. Salomón tenía una flota de naves en la zona del mar Rojo, parte de cuya tripulación eran marineros expertos que el rey fenicio Hiram de Tiro le había proporcionado, y estaba dedicada especialmente al tráfico con la tierra de Ofir, rica en oro. (1Re 9:26-28.) Después se hace referencia a “una flota de naves de Tarsis” que Salomón tenía en el mar “junto con la flota de naves de Hiram”, y se dice que estas naves hacían viajes cada tres años para importar oro, plata, marfil, monos y pavos reales. (1Re 10:22.) Se cree que la expresión “naves de Tarsis” con el transcurso del tiempo representó un tipo de nave, como dice cierto léxico: “Naves grandes, propias para la navegación de altura, adecuadas para hacer el trayecto a Tarsis”. (A Hebrew and English Lexicon of the Old Testament, de Brown, Driver y Briggs, 1980, pág. 1077.) De manera similar, el nombre inglés Indiamen se aplicó originalmente a las grandes naves británicas que participaban en actividades comerciales con la India, pero con el tiempo el término aplicó a todas las naves de ese tipo sin importar su origen o su destino. De modo que en 1 Reyes 22:48 se muestra que el rey Jehosafat (c. 936-911 a. E.C.) “hizo naves de Tarsis para que fueran a Ofir por oro”.
No obstante, el relato de las Crónicas especifica que las naves que utilizó Salomón para los viajes trienales “iban a Tarsis” (2Cr 9:21); además, comenta que las naves de Jehosafat estaban diseñadas para que “fueran a Tarsis”, pero “se destrozaron, y no retuvieron fuerza para ir a Tarsis”. (2Cr 20:36, 37.) Estos textos indican que Ofir no era el único puerto de escala de las “naves de Tarsis” israelitas, sino que también navegaban por aguas del Mediterráneo. Naturalmente, esto plantea un problema, pues se muestra que el lugar de botadura de al menos algunas de estas naves fue Ezión-guéber, en el golfo de ʽAqaba. (1Re 9:26.) Para que las naves llegasen al mar Mediterráneo, tenían que atravesar por un canal desde el mar Rojo hasta el río Nilo y luego hasta el Mediterráneo, o circunnavegar el continente africano. Aunque hoy resulta completamente imposible determinar los detalles de las rutas de navegación (y los canales) que existían o se utilizaban en el tiempo de Salomón y en el tiempo de Jehosafat, no es suficiente razón para poner en tela de juicio el registro de sus actividades marítimas.
En la profecía. Parece ser que Tarsis fue un importante mercado para la ciudad comercial de Tiro, y quizás el que le proporcionó las mayores riquezas durante parte de su historia. Desde tiempos antiguos, España ha tenido minas para explotar sus ricos depósitos de plata, hierro, estaño y otros metales. (Compárese con Jer 10:9; Eze 27:3, 12.) Por consiguiente, la declaración formal profética de Isaías en cuanto a la caída de Tiro dice que las naves de Tarsis ‘aullarían’ cuando llegaran a Kitim (Chipre, quizás su última escala en su trayecto hacia el E.) y recibieran las noticias de que el próspero puerto de Tiro había sido ‘despojado violentamente’
TUBAL.
De lo anterior se desprende que Tubal estaba al N. de Israel, pero no a tanta distancia que le impidiese el comercio con la ciudad fenicia de Tiro. La mayoría de los investigadores opinan que el nombre corresponde a los tabali mencionados en inscripciones asirias, en las que se mencionan juntos a Tabali y Musku (posiblemente Mesec). (La Sabiduría del Antiguo Oriente, edición de J. B. Pritchard, 1966, pág. 230.) Algunos siglos después, Heródoto también mencionó a estos dos pueblos con los nombres de tibarenos y moscos. (Historia, III, 94.) Por estas razones se cree que la tierra de Tubal estaba situada (por lo menos en el tiempo de los asirios) hacia el NE. de Cilicia, en el Asia Menor oriental. La existencia de minas de cobre en dicha región concuerda con el relato bíblico.
MESEC.
Debieron recibir ese nombre sus descendientes y la tierra donde se establecieron. El profeta Ezequiel a menudo menciona juntos a Mesec y Tubal, e indica que estaban al N. de Palestina. Se dice que exportaban esclavos y cobre a Tiro, que eran pueblos belicosos y que eran aliados o súbditos de ‘Gog de Magog’ en su cruel campaña profetizada contra “las montañas de Israel”. (Eze 27:13; 32:26; 38:2, 3; 39:1, 2.) Se menciona a Mesec aparte de Tubal en el Salmo 120:5, donde debe representar a un pueblo agresivo y bárbaro.
Unos mil años después del Diluvio comienzan las referencias a los musku en las inscripciones asirias. Los musku eran un pueblo que ocupaba una zona de Asia Menor al O. de Asiria. Los emperadores asirios Tiglat-piléser I, Tukulti-Ninurta II, Asurnasirpal II y Sargón hacen referencia a conflictos con ellos. El hecho de que a los musku se les mencione con frecuencia junto a los tabali (probablemente el Tubal de la Biblia) apoya la opinión de que el nombre musku se deriva de Mesec. Posteriormente Heródoto (Historia, III, 94) se refiere a los moscos y los tibarenos del mismo modo.
Muchos eruditos indican que ha de relacionarse a los musku con los frigios, que al parecer dominaron gran parte del centro y el occidente de Asia Menor hacia el fin del II milenio a. E.C. Algunos investigadores creen que el rey Mita de Muski, mencionado por el emperador asirio Sargón, es el rey Midas de Frigia, que gobernó durante el mismo período según la tradición griega.
TIRÁS.
Por lo general, los eruditos de la actualidad identifican a Tirás con los tyr·sē·nói de los que hablan los clásicos griegos, también llamados tyr·rhē·nói. Los tyr·sē·nói eran un pueblo de navegantes que habitó el litoral y las islas del mar Egeo.
No obstante, el relato de las Crónicas especifica que las naves que utilizó Salomón para los viajes trienales “iban a Tarsis” (2Cr 9:21); además, comenta que las naves de Jehosafat estaban diseñadas para que “fueran a Tarsis”, pero “se destrozaron, y no retuvieron fuerza para ir a Tarsis”. (2Cr 20:36, 37.) Estos textos indican que Ofir no era el único puerto de escala de las “naves de Tarsis” israelitas, sino que también navegaban por aguas del Mediterráneo. Naturalmente, esto plantea un problema, pues se muestra que el lugar de botadura de al menos algunas de estas naves fue Ezión-guéber, en el golfo de ʽAqaba. (1Re 9:26.) Para que las naves llegasen al mar Mediterráneo, tenían que atravesar por un canal desde el mar Rojo hasta el río Nilo y luego hasta el Mediterráneo, o circunnavegar el continente africano. Aunque hoy resulta completamente imposible determinar los detalles de las rutas de navegación (y los canales) que existían o se utilizaban en el tiempo de Salomón y en el tiempo de Jehosafat, no es suficiente razón para poner en tela de juicio el registro de sus actividades marítimas.
En la profecía. Parece ser que Tarsis fue un importante mercado para la ciudad comercial de Tiro, y quizás el que le proporcionó las mayores riquezas durante parte de su historia. Desde tiempos antiguos, España ha tenido minas para explotar sus ricos depósitos de plata, hierro, estaño y otros metales. (Compárese con Jer 10:9; Eze 27:3, 12.) Por consiguiente, la declaración formal profética de Isaías en cuanto a la caída de Tiro dice que las naves de Tarsis ‘aullarían’ cuando llegaran a Kitim (Chipre, quizás su última escala en su trayecto hacia el E.) y recibieran las noticias de que el próspero puerto de Tiro había sido ‘despojado violentamente’
TUBAL.
De lo anterior se desprende que Tubal estaba al N. de Israel, pero no a tanta distancia que le impidiese el comercio con la ciudad fenicia de Tiro. La mayoría de los investigadores opinan que el nombre corresponde a los tabali mencionados en inscripciones asirias, en las que se mencionan juntos a Tabali y Musku (posiblemente Mesec). (La Sabiduría del Antiguo Oriente, edición de J. B. Pritchard, 1966, pág. 230.) Algunos siglos después, Heródoto también mencionó a estos dos pueblos con los nombres de tibarenos y moscos. (Historia, III, 94.) Por estas razones se cree que la tierra de Tubal estaba situada (por lo menos en el tiempo de los asirios) hacia el NE. de Cilicia, en el Asia Menor oriental. La existencia de minas de cobre en dicha región concuerda con el relato bíblico.
MESEC.
Debieron recibir ese nombre sus descendientes y la tierra donde se establecieron. El profeta Ezequiel a menudo menciona juntos a Mesec y Tubal, e indica que estaban al N. de Palestina. Se dice que exportaban esclavos y cobre a Tiro, que eran pueblos belicosos y que eran aliados o súbditos de ‘Gog de Magog’ en su cruel campaña profetizada contra “las montañas de Israel”. (Eze 27:13; 32:26; 38:2, 3; 39:1, 2.) Se menciona a Mesec aparte de Tubal en el Salmo 120:5, donde debe representar a un pueblo agresivo y bárbaro.
Unos mil años después del Diluvio comienzan las referencias a los musku en las inscripciones asirias. Los musku eran un pueblo que ocupaba una zona de Asia Menor al O. de Asiria. Los emperadores asirios Tiglat-piléser I, Tukulti-Ninurta II, Asurnasirpal II y Sargón hacen referencia a conflictos con ellos. El hecho de que a los musku se les mencione con frecuencia junto a los tabali (probablemente el Tubal de la Biblia) apoya la opinión de que el nombre musku se deriva de Mesec. Posteriormente Heródoto (Historia, III, 94) se refiere a los moscos y los tibarenos del mismo modo.
Muchos eruditos indican que ha de relacionarse a los musku con los frigios, que al parecer dominaron gran parte del centro y el occidente de Asia Menor hacia el fin del II milenio a. E.C. Algunos investigadores creen que el rey Mita de Muski, mencionado por el emperador asirio Sargón, es el rey Midas de Frigia, que gobernó durante el mismo período según la tradición griega.
Los frigios fueron un antiguo pueblo indoeuropeo, que habitaba inicialmente en los Balcanes del sur —según Heródoto— bajo el nombre de Bryges (Briges), cambiándolo a Phryges después de su migración final a Anatolia, a través de los Dardanelos.
El estado de Frigia surgió en el siglo viii a. C. con su capital en Gordium. Durante este período, los frigios se extendieron hacia el este e invadieron el reino de Urartu, los descendientes de los hurritas, un antiguo rival de los hititas.
Mientras tanto, el reino frigio se vio abrumado por los invasores cimerios alrededor del 690 a. C., luego conquistado brevemente por su vecina Lidia, antes de pasar sucesivamente al Imperio persa de Ciro el Grande y al imperio de Alejandro y sus sucesores, fue tomado por la dinastía atálida de Pérgamo y, finalmente, se convirtió en parte del Imperio romano. La última mención de la lengua frigia en la literatura data del siglo v d. C. y probablemente se extinguió antes del siglo vii.
A menudo se usa una fecha convencional el c. 1800 a. C. para la llegada (tradicionalmente de Tracia) de los briges o Mushki prefrigios, correspondiente al final del Imperio hitita. Después de esta fecha, Frigia conservó una identidad cultural separada. En la iconografía griega clásica, el troyano Paris está representado como no griego por su gorro frigio, que fue usado por Mitra y sobrevivió a las imágenes modernas como el "gorro de la libertad" de los revolucionarios estadounidenses y franceses.
Frigia desarrolló una avanzada cultura de la Edad de Bronce. Las tradiciones más tempranas de la música griega están en parte conectadas con la música frigia, transmitida a través de las colonias griegas en Anatolia, especialmente el modo frigio, que se consideraba el modo bélico en la música griega antigua. Midas, rey frigio, el rey del "toque dorado", fue instruido en música por el mismo Orfeo, según el mito. Otro invento musical que vino de Frigia fue el aulos, un instrumento de caña con dos tubos. Marsias, el sátiro que primero construyó el instrumento utilizando el asta hueca de un ciervo, era un seguidor frigio de Cibeles. Compitió imprudentemente en la música con el Apolo olímpico e inevitablemente perdió, con lo cual el Apolo despellejó vivo a Marsias y provocativamente colgó su piel del propio árbol sagrado de Cibeles, un pino.
Después del colapso del Imperio hitita a principios del siglo xii a. C., el vacío político en Anatolia central-occidental se llenó con una ola de migrantes indoeuropeos y " pueblos del mar ", incluidos los frigios, que establecieron su reino con la capital en Gordium. Actualmente se desconoce si los frigios participaron activamente en el colapso de la capital hitita Hattusa o si simplemente se trasladaron al vacío dejado por el colapso de la hegemonía hitita. Los arqueólogos encontraron los llamados artículos de artesanía hechos a mano en sitios de este período en Anatolia Occidental. Según los mitógrafos griegos,11 el primer Midas frigio había sido rey de los Moschi (Mushki), también conocido como Bryges (Brigi) en la parte occidental de la Tracia arcaica.
Aunque la teoría de la migración todavía es defendida por muchos historiadores modernos, la mayoría de los arqueólogos han abandonado la hipótesis de la migración con respecto al origen de los frigios debido a la falta de evidencia arqueológica sustancial, y la teoría de la migración se basa únicamente en los relatos de Heródoto y Xanto.
Fuentes asirias del siglo viii a. C. hablan de un rey Mita de Mushki, identificado con el rey Midas de Frigia. Una inscripción asiria registra a Mita como un aliado de Sargón de Asiria en 709 a. C. En el siglo viii antes de Cristo aparece una cerámica frigia distintiva llamada Artículos pulidos. Los frigios fundaron un reino poderoso que duró hasta el ascenso de Lidia (siglo vii a. C.). Bajo los reyes llamados alternativamente Gordias y Midas, el reino frigio independiente de los siglos viii y vii a. C. mantuvo estrechos contactos comerciales con sus vecinos en el este y los griegos en el oeste. Frigia parece haber sido capaz de coexistir con cualquier poder dominante en Anatolia oriental en ese momento.
La invasión de Anatolia a finales del siglo viii y principios del siglo séptimo antes de Cristo por los cimerios resultó ser fatal para la Frigia independiente. La presión y los ataques de los cimerios culminaron según la leyenda en el suicidio de su último rey Midas. Gordium cayó ante los cimmerios en el 696 a. C. y fue destruida y quemada como informó mucho más tarde Heródoto.
Una serie de excavaciones han hecho de Gordium como uno de los sitios arqueológicos más reveladores de Turquía. Las excavaciones confirman una destrucción violenta de Gordion alrededor del 675 a. C. Una tumba del período Midas, conocida popularmente como la "Tumba de Midas", reveló una estructura de madera profundamente enterrada bajo un vasto túmulo, que contiene tumbas, ataúdes, muebles y alimentos (Museo Arqueológico, Ankara). El sitio de Gordium contiene un considerable programa de construcción posterior, tal vez por Alyattes, el rey de Lidia, en el siglo vi a. C.
Tumba en 'Ciudad de Midas', cerca de Eskişehir (siglo vi a. C.)
Los reinos frigios menores continuaron existiendo después del final del Imperio frigio, y el arte y la cultura frigios continuaron floreciendo. Los cimerios se quedaron en Anatolia, pero no parece que crearan un reino propio. Los lidios rechazaron a los cimerios en la década de 620, y Frigia fue subsumida en un imperio de Lidia de corta duración. La parte oriental del antiguo Imperio frigio cayó en manos de los medos en el 585 a. C.
Bajo el proverbialmente rico rey Creso (que reinó entre el 560 y 546 a. C.), Frigia siguió siendo parte del imperio de Lidia que se extendía hacia el este hasta el río Halys. Puede existir un eco de conflicto con Lidia y tal vez una referencia velada a los rehenes reales, en la leyenda de Adrastus, el hijo de un rey Gordias con la reina Eurinome. Accidentalmente mató a su hermano y se exilió a Lidia, donde el rey Creso lo recibió. Una vez más, Adrastus mató accidentalmente al hijo de Creso y luego se suicidó.
La Lidia de Creso fue conquistada por Ciro en 546 a. C., y Frigia pasó bajo el dominio persa. Después de que Darío se convirtiera en emperador persa en 521 a. C., rehízo la antigua ruta comercial hacia el " Camino Real " persa e instituyó reformas administrativas que incluían el establecimiento de satrapías (provincias). En el siglo v, Frigia se convirtió en dos provincias administrativas, la de Frigia helespóntica (o Frigia Menor), con su capital provincial establecida en Dascilio, y la provincia de Gran Frigia.
Bajo el dominio persa, los frigios parecen haber perdido su agudeza intelectual y su independencia. Los frigios fueron considerados entre los griegos y romanos posteriores como pasivos y aburridos. Los frigios permanecieron sujetos a los reinos helenísticos que gobernaban el área y luego al Imperio romano, pero los frigios conservaron su cultura y su idioma hasta que se extinguieron en el siglo quinto.
TIRÁS.
Por lo general, los eruditos de la actualidad identifican a Tirás con los tyr·sē·nói de los que hablan los clásicos griegos, también llamados tyr·rhē·nói. Los tyr·sē·nói eran un pueblo de navegantes que habitó el litoral y las islas del mar Egeo.
Algunos los identifican con los Etruscos.
Los etruscos...¿Habrían emigrado de Lidia, provincia de Asia Menor, como señaló Herodoto, o serían autóctonos de Italia, como aseveró Dionisio de Halicarnaso en el siglo I a.E.C.? ¿O tendrían acaso orígenes diversos? Prescindiendo de qué respuesta se dé, existen tales diferencias étnicas y culturales entre ellos y los pueblos vecinos que hoy no podemos trazar sus orígenes con certeza.
Sí sabemos, en cambio, que su cultura floreció en la Italia central a partir del siglo VIII a.E.C. Los romanos les llamaban tusci o etrusci, y ocupaban una zona comprendida entre los ríos Arno, al norte, y Tíber, al sur, que llegó a denominarse Toscana. Hubo un momento en el que la civilización etrusca tuvo bajo su dominio a 50 pueblos itálicos.
La nación etrusca estaba organizada en ciudades estado autónomas, administradas en sus comienzos por reyes y más tarde por magistrados. Las ciudades pasaron a formar una confederación etrusca, una liga religiosa, económica y política no muy rígida. Había viviendas con agua corriente que se alzaban en calles pavimentadas que disponían de alcantarillado. En los campos se utilizaba con frecuencia el drenaje. Gracias a los reyes etruscos, la propia Roma dejó de ser un conjunto de aldeas y se convirtió en una elegante ciudad amurallada dotada de una red de alcantarillado que incluía la Cloaca Maxima, que aún se conserva.
Los etruscos prosperaron gracias a los ricos yacimientos minerales de las zonas que controlaban, como las minas de hierro de la cercana isla de Elba. Para saciar su sed de metales, trabajaban el hierro, la plata y el cobre, e incluso importaban estaño de las islas británicas. A estas riquezas han de añadirse los fértiles campos y pastizales de las zonas que ocupaban, que producían cereales, aceitunas y uvas, así como madera. Estos recursos naturales, aunados al comercio terrestre y marítimo, les permitieron disfrutar de una floreciente economía.
Eran un pueblo de grandes marinos. En el año 540 a.E.C., una flota integrada por embarcaciones etruscas y cartaginesas derrotó a los griegos, lo que les aseguró el comercio marítimo. Se hallaban listos para la batalla, pues sus barcos estaban pertrechados de espolones, que fueron invento suyo. Algunos de sus productos, como los famosos búcaros negros, los exportaban por vía marítima a lugares tan lejanos como España y Egipto, mientras que se valían de las rutas comerciales terrestres para exportar vino a la Galia (Francia) y a Germania (Alemania), lo que contribuía a difundir la fama de este pueblo.
En el año 509 a.E.C. llegó a su fin la centenaria estirpe de reyes etruscos que dominaba Roma. Este hecho fue tan solo un anticipo de lo que se avecinaba. Al norte, los etruscos vivían bajo la amenaza de los celtas, cuyas incursiones debilitaron el control que aquellos ejercían sobre la zona. Al sur, los continuos problemas fronterizos con los pueblos itálicos minaron la base de su poder, desatando conflictos en el seno de su sociedad.
Para el siglo III a.E.C., el territorio etrusco se hallaba bajo el yugo romano. Así comenzó la romanización, la etapa en que se engrandeció la cultura romana. Las últimas señas de identidad etrusca se desvanecieron en el año 90 a.E.C., cuando se concedió la ciudadanía romana a todos los pueblos itálicos. A los etruscos se les obligó a hablar en latín, y fueron asimilados en el mundo romano. Por lo visto, pocos doctos de Roma se preocuparon de traducir, o siquiera preservar, las obras de la literatura etrusca. De este modo, su civilización desapareció, dejando tras de sí una estela de misterio. Pero también dejó un legado.
Los etruscos eran un pueblo netamente comerciante desde el comienzo hasta el final de su civilización, principalmente marítimo, aunque también terrestre. Por otro lado, sus tierras se vieron invadidas varias veces por pueblos bárbaros ya que sus ciudades eran muy ricas y codiciadas, eran paso obligado hacia las fértiles tierras de la Campania y para llegar a Roma (como ocurrió, por ejemplo, con la invasión de Aníbal).
En un principio se aliaron y repartieron las zonas de influencia marítima con los fenicios, en contra de los helenos. Hacia el siglo vi a. C. estrecharon relaciones con Corinto y cesó la hostilidad con los griegos. Sin embargo, en el 545 a. C. se aliaron con los cartagineses nuevamente contra los griegos.
En cuanto a lo continental, tuvo numerosos enemigos. Desde un principio, la Liga Latina (con Roma de aliada o a la cabeza de la misma), en el Lacio; en la Campania los samnitas; en las costas e islas los siracusanos y cumitas y en las llanuras del Po los pueblos celtas serán enemigos de Etruria. Solo conservarán como aliado incondicional durante toda la historia de esta civilización a los faliscos, pueblo asentado al oeste del Tíber.
Hacia el 300 a. C. se aliaron con los helenos en contra de cartagineses y romanos, por el control de las rutas comerciales.
Hacia el 295 a. C. una liga de etruscos, sabinos, umbros y galos cisalpinos combatió contra Roma, saliendo esta última victoriosa. Sin embargo, en sucesivas alianzas temporales con los galos continúan luchando contra los romanos, hasta que se produce una alianza con Roma contra Cartago. Tras esto, los etruscos, ya en decadencia, comienzan a ser absorbidos por los romanos.
Máxima expansión que tuvo Jafet y su descendencia antes del paso hacia América. Por supuesto después de esta expansión siguieron conquistando más territorios y aumentando su territorio.
Una mujer campaniforme de la Irlanda de la Edad del Bronce. Tenía entre 50 y 55 años cuando murió, medía 1,65 cm de altura y tenía artritis crónica en las rodillas. Se encontró un pequeño colgante de piedra gris oscuro en su tumba. Estaba debidamente enterrada en un quiste de piedra, por lo que probablemente no tenía un estatus demasiado bajo. Había muchos entierros de cremación a su alrededor.
(Fuente: https://www.deviantart.com/philipedwin/art/Carrownacon-Woman-911736656)
Es una antigua chica irlandesa de hace miles de años, que fue encontrada en una tumba megalítica en el condado de Down, Irlanda del Norte, en 1855. El análisis de ADN mostró que tenía cabello y ojos oscuros, piel de clara a oliva, intolerancia a la lactosa y un trastorno hereditario relacionado con la retención de hierro. llamada hemocromatosis.
La mujer Ballynahatty era parte de un grupo de primeros agricultores europeos (EEF) que emigraron por Europa en el período Neolítico, originarios de Anatolia. Para cuando llegaron a Irlanda, se habían mezclado un poco con los cazadores recolectores occidentales y se habían vuelto más robustos.
(Fuente: https://www.deviantart.com/philipedwin/art/Ballynahatty-Woman-877453308)
Según algunas fuentes, medía 190 cm (6 "2") de altura, y se la encontró adornada con las mejores joyas mesolíticas de dientes y conchas que hace 240 siglos podían permitirse.
¿Te imaginas a una mujer de su impresionante altura caminando hacia ti vestida como una reina de Cromañón? Debe haber sido un espectáculo.
En algún momento se rompió el brazo derecho y, aunque todavía podía usarlo, parece que la movilidad limitada la hizo cambiar al izquierdo.
(Fuente: https://www.deviantart.com/philipedwin/art/Caviglione-1-894194375)
Era un cazador-recolector occidental que murió a los veinte años. Era bastante alto, de piernas largas y robusto. Tenía piel oscura, cabello negro y ojos azules.
(Fuente: https://www.deviantart.com/philipedwin/art/Villabruna-1-885638520)
Algunos descendientes de Jafet, se afincaron más hacia el noreste de Europa, llegando hasta Mongolia, Rusia y China.
Aquí hay un caballero que fue enterrado en las montañas Altai de Mongolia que data de alrededor de ¿2.000-1700 a. n. e? Es de la Edad del Bronce Antiguo, fenómeno cultural de Chemurchek, parte de la cultura Elunin. Tenía entre 50 y 60 años cuando murió. Estaba en buena forma y había comido bien la mayor parte de su vida. Le faltaban dientes, la mayoría de los cuales se perdieron durante su vida y no por el deterioro del esqueleto.
Puede haber sido un luchador, hay signos de una herida cortante en el lado izquierdo de su cráneo que se había curado por completo.
(Fuente: https://www.deviantart.com/philipedwin/art/Hulagash-skull-919545755)
Este ruso tiene miles de años. Tenia entre 20 a 25 años cuando murió. Kostenki-14 pertenecía al haplogrupo U2 de mtDNA. Su haplogrupo Y-DNA era C1b. Se descubrió que tenía una estrecha relación genética tanto con el "niño Mal'ta" del sureste de Siberia como con los cazadores-recolectores del Mesolítico posterior de Europa y Siberia occidental, así como con una población basal ancestral de los primeros agricultores europeos, pero no a los asiáticos orientales.
Estaba emparentado, básicamente, con la mayoría de los euroasiáticos occidentales.
(Fuente: https://www.deviantart.com/philipedwin/art/Kostenki-14-866949780)
Tenía entre 35 y 45 años (¿2.000-1700 a. n. e?), y probablemente era de alto estatus con ropa bien confeccionada y muy decorada, ajuar funerario muy elegante y lanzas de marfil de mamut. Medía dos metros de alto y tenía la constitución de Schwarzenegger. Parece haber muerto por un fuerte impacto en sus vértebras.
Cerca de él fueron enterrados dos niños pequeños no emparentados de la misma etnia.
(Fuente: https://www.deviantart.com/philipedwin/art/Sunghir-1-861697947)
Niño de miles de años. Esta es la reconstrucción de la tumba 2 de Sungir del sitio arqueológico del Paleolítico Superior de Sungir. Un niño del río Klyazma, cerca de Moscú. Genéticamente estaba relacionado con los antiguos euroasiáticos del norte como Mal'ta boy. El ajuar funerario marca su cultura como gravetiense europea.
Fue enterrado cabeza a cabeza con otro niño no relacionado. Llevaba ropa bien confeccionada y muy decorada.
(Fuente: https://www.deviantart.com/philipedwin/art/Sunghir-child-reconstruction-860138850)
Cuidadosamente enterrado en ocre rojo sin el resto de su esqueleto. El género era ambiguo morfológicamente y una prueba de ADN falló, por lo que aunque sabemos más o menos cómo se veían, no sabemos su sexo. Lo más probable es que fueran de mediana edad.
(Fuente: https://www.deviantart.com/philipedwin/art/Sunghir-5-861579551)
Otra versión de Gerasimov de un Yamnaya/padre protoindoeuropeo diferente.
Este hombre vivía cerca del río Volga.
(Fuente: https://www.deviantart.com/philipedwin/art/Berezhnovka-I-mound-5-burial-20-873721003)
Del cementerio de Oleneostrovsky (también conocido como Southern Reindeer Island) en el cementerio del lago Onega en Karelia.
El cementerio en South Deer Island fue descubierto en 1936 durante la extracción de depósitos de piedra caliza allí. La piedra caliza aseguró la preservación de los huesos humanos descubiertos en el cementerio. Durante el período de investigación científica (1936-1938), se descubrió un área de 2,3 kilómetros cuadrados con 177 entierros. Los restos fueron rociados con ocre y fueron ubicados en tumbas de hasta 6 'x 2.5' de tamaño y excavadas a profundidades de un pie y medio a cinco pies. Las tumbas están orientadas de oeste a este. En las tumbas se encontraron elementos para diversos fines: herramientas hechas de piedra, puntas de flecha hechas de piedra y hueso y colgantes hechos de incisivos de alce y colmillos de oso.
En los entierros también se colocaron herramientas de trabajo, arpones y pequeñas esculturas. Se encontraron varas con cabeza de alce en dos tumbas. Incluí uno en la comparación.
Algunos de los cuerpos tenían haplogrupos de ADNmt C1f, que es nuevo y solo se ha encontrado hasta ahora en este cementerio, el resto tenían varios de C, U y un poco de R1b (haplogrupo de ADNmt, no Y) J y H.
Sin embargo, Y-DNA R1a1 estaba presente en todo el cementerio.
(Fuente: https://www.deviantart.com/philipedwin/art/South-Reindeer-Island-Burial-44-894311415)
(Fuente: https://www.deviantart.com/philipedwin/art/Khaldeevsky-1-883403689)
Un entierro de élite de un hombre de Yamnaya (¿2.000-1.800 a. n. e?), (Pit-Grave Culture). Fue enterrado en un kurgan con numerosos artículos hechos de cobre y hierro de meteorito, y un carro. Uno de los primeros del mundo. Los Yamnaya fueron algunas de las primeras personas en utilizar el transporte con ruedas, y algunas de las primeras personas (aunque no las primeras) en utilizar caballos... aunque no necesariamente para tirar de sus carros.
Estas personas surgieron de las estepas ucranianas en la Edad del Bronce para convertirse en los padres (literalmente) de la mayor parte de la Europa y Eurasia modernas. A principios del período moderno, sus descendientes iban desde Islandia hasta China.
(Fuente: https://www.deviantart.com/philipedwin/art/Yamnaya-Boldyrevo-I-Kurgan-I-Grave-1-873552929)
(Fuente: https://www.deviantart.com/philipedwin/art/Berezhnovka-I-mound-5-burial-22-873760772)
En 1936, en Crimea, en la gruta de Murzak Koba, los arqueólogos descubrieron el entierro de una joven mujer mesolítica junto con un hombre de más de 40 años. Sus pequeños dedos fueron amputados durante su vida. Los arqueólogos sospechan que el ritual se llevó a cabo con el propósito de una "introducción" mágica a la cultura. El ritual de corte de dedos también fue practicado por contemporáneos de la época que vivían en el área de la Europa occidental moderna (como lo demuestran las investigaciones arqueológicas).
Supongo que es una EHG debido al lugar donde la encontraron, pero podría ser una cazadora-recolectora caucásica, que se había mudado al norte, o tal vez parte del grupo que se convirtió en los primeros granjeros iraníes, o tal vez una cazadora-recolectora occidental del extremo este. . Hasta que tengamos un perfil de ADN de ella, no lo sabremos.
(Fuente: https://www.deviantart.com/philipedwin/art/Murzak-Koba-I-871547640)
La mujer que fue enterrada en el complejo de cuevas de Koneprusy debajo de la colina Zlatý Kůň (Caballo de Oro).
El ADN autosómico de Zlatý Kůň indica que tenía la piel y el cabello oscuros.
Otro dato interesante es que, al igual que Oase, el grupo de Zlatý Kůň no tiene descendientes contemporáneos, pero parece estar más estrechamente relacionado con la población que forma el este de Eurasia actual.
(Fuente: https://www.deviantart.com/philipedwin/art/Zlaty-Kun-876523570)
Una mujer grácil, de 36 a 45 años, encontrada en Dolní Věstonice en 1949. Era gravetiense.
El examen paleopatológico de su cráneo mostró un daño extenso con asimetría significativa del área facial como resultado de una lesión traumática en el área de la cuenca del ojo izquierdo en la infancia. Una pieza de marfil tallada de una mujer con un ojo izquierdo desfigurado que se encuentra cerca puede haber sido representativa de ella, lo que lo convierte en el primer retrato conocido del mundo si es cierto.
Fue enterrada con un zorro, una escápula de mamut y otros ajuares funerarios que indican que tenía un alto estatus.
(Fuente: https://www.deviantart.com/philipedwin/art/Dolni-Vstonice-3-woman-871116448)
Al morir tenía unos 50 años. Notamos cómo en estos años no mostraban el aspecto actual en ese continente.
(Fuente: https://www.deviantart.com/philipedwin/art/Dragon-Man-889534107)
Los que llegaron a afincarse en Mongolia, algunos de estos descendientes se convirtieron en los xiongnu. Estos eran un pueblo nómada de ganaderos y guerreros, que vivía en las estepas orientales al norte de la Gran muralla. Al parecer estos pudieron disgregarse y se convirtieron en los llamados Hunos.
Mujer neolítica de la turbera de Shigir. En 1886, en la mina de oro Kudrinsky cerca de Ekaterimburgo, bajo una capa de turba, se descubrió el entierro de una mujer de 20-25 años, perteneciente a la cultura Shigir de la era Neolítica. Los huesos se perdieron, solo sobrevivió el cráneo sin la mandíbula inferior. Junto al esqueleto había cuchillos de hueso con inserciones de pedernal, el fondo de una vasija de barro y medio remo roto.
Las tribus de la cultura Shigir, que vivían en los bosques de los Trans-Urales, se dedicaban a la pesca y la caza. Con el pequeño tamaño de la cabeza, la frente de la mujer era ancha, inclinada, con una frente fuertemente protuberante. La cara es pequeña, algo aplanada, la nariz es corta, ligeramente saliente.
(Fuente: https://www.deviantart.com/philipedwin/art/Shigir-Woman-891204527)
(Fuente: https://www.deviantart.com/philipedwin/art/Chancelade-Man-864640399)
El artista nos menciona que es solo su interpretación del cráneo. Un hombre corpulento de hace miles de años.
(Fuente: https://www.deviantart.com/philipedwin/art/Combe-Capelle-Man-879150039)
El "hombre bichón" (¿1.900-1.600 a. n. e?), era un joven cazador-recolector occidental que murió en una pelea con un oso cavernario que estaba cazando cuando tenía entre 20 y 23 años.
Parece que el oso fue herido por sus flechas, se retiró a la cueva y fue perseguido por el hombre Bichon, quien encendió un fuego para fumigar al oso de la cueva, pero fue asesinado por el animal moribundo. Su esqueleto fue encontrado en la cueva entremezclado con los huesos de un oso pardo hembra, nueve puntas de flecha de pedernal y restos de carbón. Se encontraron fragmentos de pedernal de las puntas de flecha incrustados en la vértebra del oso, sin indicios de curación. Tenía cabello negro pero ojos azules.
(Fuente: https://www.deviantart.com/philipedwin/art/l-Homme-de-la-Grotte-du-Bichon-WHG-Cro-magnon-861403206)
(¿2.000-1.600 a. n. e?) Encontrada en el Refugio Pataud en el pueblo Les Eyzies-de-Tayac-Sireuil en Dordoña. Ella murió cuando solo tenía alrededor de 20 años.
(Fuente: https://www.deviantart.com/philipedwin/art/Pataud-woman-869513824)
Los hunos, fueron una confederación de pueblos nómadas y seminómadas, formada a partir de varios grupos étnicos procedentes del área esteparia del Asia Central, junto con grupos conquistados o asimilados en el área balcánica. La importancia de los hunos estaba en la creación tardía de un auténtico aparato de poder, capaz de rivalizar, en atribuciones e influencias, con las dos mitades divididas del Imperio romano, atemorizando al mismo tiempo tanto a Constantinopla como a Roma.
73-91: guerra de los hunos (xiongnu o Hsioung-nou) en China.
316: los hunos invaden el norte de China: inicio del «Imperio huno».
350: los hunos invaden Persia y la India.
352-354: los hunos subyugan al pueblo iraní de los alanos, establecido en el norte del Cáucaso.
357: los alanos se unen al ejército de los hunos en Asia occidental.
371: el imperio de los ostrogodos está en manos de los hunos; extensión de la confederación húnica en Europa.
375: fuerte empuje de los hunos que derrotan a los ostrogodos de la estepa póntica, establecidos al norte del mar Negro.
376: los visigodos que han ocupado parte de Dacia durante 150 años, piden a los romanos, bajo presión de los hunos, permiso para cruzar el bajo Danubio. El permiso es acordado.
378: invasion de la Tracia por los godos y otros pueblos (entre ellos los taifalos y los carpos) en rebelión contra las molestias impuestas por los funcionarios romanos, pero especialmente debido a la hambruna que también empujó a la confederación húnica tras el cambio climático que hubo en toda Eurasia.
395: nacimiento de Atila, futuro rey de los hunos.
400: captura y ejecución del general godo Gaïnas por el jefe huno Uldin.
422: el emperador Teodosio II acepta pagar tributo a los hunos a cambio de la paz.
423: 40 000 hunos se incorporan como mercenarios al ejército romano.
430: les hunos heftalitas, establecidos en Asia central, atacan Persia.
430: el Imperio romano de Oriente paga un tributo anual de 113 kg de oro a los hunos.
434: comienzo del reinado de Atila.
434: Ruga comparte el poder sobre los hunos entre sus dos sobrinos Atila y su hermano Bleda antes de morir.
434: los hunos duplican el tributo de Roma (226 kg de oro).
435: Tratado de Margus.
436: los burgundios son derrotados en la batalla de Wörms por los mercenarios hunos del Imperio romano.
443: en agosto, la primera «paz de Anatolio» con el Imperio romano de Oriente.
445: Atila asesina a su hermano Bleda y se convierte en el único líder de los hunos.
447: los hunos liderados por Atila cruzan el Danubio, invaden Tracia.
447: los hunos obligan a los romanos a pagar un alto precio (tres veces el anterior).
447: los hunos invaden la Panonia y Mesia.
451: Atila, líder de los hunos, invade la Galia romana (ver dominio galorromano).
el 7 de abril de 451 , los hunos quemaron Metz.
451: los hunos prefieren evitar París. La leyenda cristiana atribuye este milagro a santa Genoveva.
451: Auxerre es más fácil de tomar: es saqueado. Fraterne, el obispo que no realizó un milagro, es reemplazado por Alodio.
451: los hunos fracasan frente a Orleans gracias a la llegada del ejército romano de Aecio. La leyenda cristiana atribuye este nuevo milagro al obispo san Aignan.
septiembre: los hunos son duramente golpeados en la batalla de los Campos Cataláunicos (cerca de Troyes) por Aecio, ayudado por los francos y los visigodos aliados en Roma.
452: los hunos invaden Italia y saquean varias ciudades del norte, incluidas Padua y Verona.
452: los primeros pueblos sobre pilotes alrededor de Venecia son fundadas por refugiados romanos de Padua y de Aquileia, que huyen de los hunos.
453: muerte de Atila: la mayoría de los pueblos germánicos retiran entonces su lealtad a los hunos.
454: Batalla de Nedao, derrota de los hunos, victoria de Aldarico, rey de los gépidos.
455: guerras de sucesión, fin de la confederación huna en Europa.
455: Skandagupta derrota la invasión de los hunos y se convierte en emperador de la India.
465: los hunos conquistan la llanura de Gandhara en el norte de la India.
475: los hunos aplastan a los ejércitos del derrotado Imperio gupta.
477: Sakala se convierte en la capital de los hunos en el norte de la India.
484: los hunos derrotan a los persas, comandados por el sah Pérôz.
ca. 500: de la antigua confederación de los hunos, dos grupos irano-turcos, se despliegan a ambos lados del Don: al este, los onoguros, y, al oeste, los cutriguros (respectivamente oguces «orientales» y «occidentales»).
565: los persas y los turcos luchan juntos contra los hunos heftalitas y se dividen la Bactria, conquistada en común.
Todos estos pueblos siguieron procreándose y formando grupos menos conocidos que dieron lugar a grupos ya más conocidos.
La linea de Sem.
La artista forense Victoria Lywood con cuatro caras reconstruidas a partir de calaveras antiguas encontradas en Israel (crédito de foto: Cortesía de Associated Producers Ltd.)
Los rostros reales, hechos de barro por un artista forense canadiense, se basan en los cráneos de cuatro personas cuyos restos fueron desenterrados en Israel. Incluyen a un hombre, quizás un cazador, que vivió hace 6.000 años y fue enterrado en una cueva del desierto de Judea; un bebé que se enterró dentro de un jarrón debajo de una casa del Valle del Jordán en el mismo período; una mujer pensada para ser filistea que vivió en la costa cerca de Ashkelon hace 3.000 años; y un varón galileo que vivió en la época de Jesús.
Skhul 5 fue enterrado con conchas de Nassarius perforadas y la mandíbula de un jabalí en su pecho al parecer. Era muy robusto. Tendría miles de años.
(Fuente: https://www.deviantart.com/philipedwin/art/Skhul-V-879541816)
Abrán (Abrahán) estaba en Mesopotamia, en la ciudad de Ur de los caldeos no lejos de Babilonia (Babel) cuando se le hizo la revelación. Génesis 12:1-3 nos dice: “Y procedió Jehová a decirle a Abrán: ‘Vete de tu país y de tus parientes y de la casa de tu padre al país que yo te mostraré; y haré de ti una nación grande y te bendeciré y de veras que haré grande tu nombre; y resulta ser una bendición. Y ciertamente bendeciré a los que te bendigan, y al que invoque mal sobre ti lo maldeciré, y ciertamente se bendecirán por medio de ti todas las familias del suelo.’”
Bajo sus primeros gobernantes —Sumu-la-El, Sabium, Apil-Sin, Sîn-Muballit—, Babilonia era una nación pequeña y simple en comparación a sus otros vecinos —Isin, Larsa, Asiria al norte y Elam al este—. Situada a ambas orillas del Éufrates, la ciudad se mantuvo en margen de la cercana y más poderosa Kiš.
Mapa esquemático de la zona ocupada por la civilización del valle del Indo en este periodo, mostrando la ubicación de la ciudad de Harappa.
Abrán (Abrahán) estaba en Mesopotamia, en la ciudad de Ur de los caldeos no lejos de Babilonia (Babel) cuando se le hizo la revelación. Génesis 12:1-3 nos dice: “Y procedió Jehová a decirle a Abrán: ‘Vete de tu país y de tus parientes y de la casa de tu padre al país que yo te mostraré; y haré de ti una nación grande y te bendeciré y de veras que haré grande tu nombre; y resulta ser una bendición. Y ciertamente bendeciré a los que te bendigan, y al que invoque mal sobre ti lo maldeciré, y ciertamente se bendecirán por medio de ti todas las familias del suelo.’”
CIVILIZACIONES DESDE EL 2200 AL 1600 a. E. C, ANTES DE LA POTENCIA EGIPCIA.
Desde alrededor del 2200 a. E. C el imperio formado por Babilonia tuvo adelantos que fueron copiados y dispersados por toda la zona.
Una de las ciudades descubiertas con más habitantes fue la ciudad de Çatal Hüyük (Turquía) que se cree que tenía unos 88.000 habitantes.
Se formaron ciudades-estado que pugnaban las unas con las otras. En diferentes periodos unas eran más fuertes que otras. Entre ellas ya hemos hablado de Elam, Uruk, Mari (unos 50. 000 habitantes) o Ur. Otras también pugnaron en ciertos momentos con todas estas como Umma (unos 35. 000 habitantes), Larsa (unos 10. 000 habitantes) y Lagash (unos 40. 000 habitantes). Algunas de las antiguas ciudades babilonias eran Adab, Akkad, Babilonia, Borsippa, Erec, Kish (unos 40. 000 habitantes), Lagash (unos 40. 000 habitantes), Nippur (unos 13. 000 habitantes) y Ur. Por supuesto, el Imperio babilonio abarcaba más que solo Babilonia; incluía Siria y Palestina, y llegaba hasta la frontera de Egipto.
Bajo sus primeros gobernantes —Sumu-la-El, Sabium, Apil-Sin, Sîn-Muballit—, Babilonia era una nación pequeña y simple en comparación a sus otros vecinos —Isin, Larsa, Asiria al norte y Elam al este—. Situada a ambas orillas del Éufrates, la ciudad se mantuvo en margen de la cercana y más poderosa Kiš.
Uruk fue la ciudad sumeria más grande conocida sobre el 2200 a. n .e. hasta que fue absorbida finalmente por Babilonia, con una superficie de 5,5 km² y varios templos de carácter monumental, entre los que destacaba el dedicado al dios An y a la diosa Inanna. Conocían ya la rueda, el arado, la navegación, el sello cilíndrico y la escritura.
Posteriormente prevaleció, durante siglo y medio, el Imperio acadio. Tras su caída se produjo un renacimiento sumerio durante el cual la III dinastía de Ur tuvo un papel dominante. Los soberanos de Ur fueron considerados reyes de las cuatro regiones, creando un potente aparato burocrático que controlaba los tributos de todas las provincias y ciudades sometidas. Durante esta época se levantó el enorme zigurat de Ur.
Del Levante mediterráneo destacaron dos ciudades-estado cuya economía fue básicamente comercial: Ebla y Ugarit. La primera, situada en el norte de la actual Siria, es famosa por las veinte mil tablillas cuneiformes halladas en un palacio, escritas en eblaíta y en sumerio. Su desarrollo estuvo ligado al comercio con Mesopotamia, aspecto en el que rivalizó militarmente con Mari. Fue destruida por los acadios, pero resurgió de sus cenizas viviendo un nuevo período de esplendor entre los siglos XIX-XVII a. n. e.
Aunque de Ugarit hay evidencias neolíticas, la primera fecha datable de su existencia es fruto de sus contactos con Egipto: un abalorio de cornalina identificado con el faraón Sesostris I, el segundo de la dinastía XII (1956-1911 a. n. e). La ciudad portuaria de Ugarit mantuvo estrechos lazos comerciales no solo con Egipto, sino también con Siria, Anatolia y Chipre (denominada por entonces Alasiya).
Las ciudades más pobladas de Babilonia eran Ur (unos 65.000 habitantes), Babilonia (unos 60.000 habitantes) y Nínive (unos 23.000 habitantes). Mari llegó a tener 50.000 habitantes.
En Siria también tenemos a Tell Halula, Tell Churra con 20. 000, a Tell Leilan con 20.000 habitantes también, a Nagar con 22.000 y a Ebla que llegó a tener 200.000.
En Irán, Shahr-i Sokhta con 20.000 habitantes, Susa, con 25.000 habitantes y Anshan con 10.000 habitantes.
En la India, Harappa unos 35. 000 habitantes y Mohenjo-Daro, unos 40. 000.
En Israel, la ciudad de Jericó.
Aïn Gazal en Jordania.
En Iraq a Jarmo.
Mapa esquemático de la zona ocupada por la civilización del valle del Indo en este periodo, mostrando la ubicación de la ciudad de Harappa.
A2-BR36 era una mujer de 40-50 años de la ciudad de Rakhigarhi, de la civilización del valle del Indo, hace 4200 - 4600 años. La ciudad estaba cerca del río estacional Ghaggar-Hakra.
(Fuente: https://www.deviantart.com/philipedwin/art/Rakhigarhi-Cemetery-A2-BR36-922339144)
A1-BR02 era un niño de 16 a 18 años de la ciudad de Rakhigarhi, de la civilización del valle del Indo, hace 4200 a 4600 años. La ciudad estaba cerca del río estacional Ghaggar-Hakra.
(Fuente: https://www.deviantart.com/philipedwin/art/Rakhigarhi-A1-BR02-919846317)
DOMINACIÓN DE MARI EN MESOPOTAMIA.
Aunque escritos antiguos daban testimonio de la existencia de Mari, su localización exacta fue un misterio por mucho tiempo. Según los escribas sumerios, esta ciudad era la sede de una dinastía que bien pudo haber gobernado alguna vez en toda Mesopotamia. Levantada a orillas del Éufrates, Mari estaba situada estratégicamente en la encrucijada de rutas comerciales que unían el golfo Pérsico con Asiria, Mesopotamia, Anatolia y la costa mediterránea. Por la ciudad pasaban mercancías muy escasas en Mesopotamia, como la madera, el metal y la piedra. Los impuestos sobre estos artículos la enriquecieron en gran manera, lo que le permitió imponer su autoridad en aquella región. Sin embargo, este predominio terminó cuando el rey Sargón de Akkad conquistó Siria sobre el 2.100 a. n .e.
DOMINACIÓN DE ELAM SOBRE BABILONIA.
La historia confirma que a principios del II milenio a. E.C., hubo un período de dominación elamita en la región mesopotámica. Un oficial elamita llamado Kudur-Mabuk tomó Larsa, una ciudad importante que se encontraba junto al Éufrates, al norte de Ur, y colocó como rey a su hijo Warad-Sin. Es digno de mención que tanto el nombre de este último como el de su hermano —Rim-Sin, quien le sucedió en el trono— son semíticos, lo que confirma la influencia de los semitas en Elam. Era una de las regiones pobladas en su mayor parte por semitas; limitaba con zonas habitadas por los otros descendientes de Noé, en especial los de la rama jafética.
Durante unos trescientos años luego de la conquista de Sargón, Mari fue dirigida por una serie de gobernadores militares, bajo los cuales recuperó cierta medida de prosperidad. No obstante, para el reinado del último monarca, Zimri-Lim, Mari estaba en decadencia. Este gobernante intentó consolidar su imperio mediante una serie de conquistas militares, tratados y alianzas matrimoniales.
Los reyes anteriores a Hammurabi habían empezado a consolidar el dominio de Babilonia sobre el centro de Mesopotamia y, en la época de su reinado, ya había logrado la hegemonía sobre las ciudades-estado de Borsippa, Kiš y Sippar. Por lo tanto, Hammurabi ascendió al trono como el rey de un reino menor en medio de una compleja situación geopolítica, pues Ešnunna controlaba la parte alta del río Tigris y Larsa el delta del río. Al este Babilonia lindaba con el reino de Elam, mientras que al norte el rey asirio Šamšiadad I estaba llevando a cabo guerras expansionistas, aunque su prematura muerte provocaría la fragmentación de su recién conquistado imperio semítico.
Hacia el 1801 a. C. el poderoso reino de Elam, que dominaba importantes rutas comerciales a lo largo de los montes Zagros, invadió la llanura de Mesopotamia y, con la ayuda de aliados de la planicie, destruyó el imperio de Ešnunna y arrasó varias ciudades para imponer su dominio por primera vez en varias zonas del llano. Para consolidarse, Elam intentó provocar una guerra entre el reino babilónico de Hammurabi y el reino de Larsa, pero los soberanos de ambos reinos se percataron de ello y firmaron una alianza que consiguió aplastar a los elamitas. A pesar de ello, Larsa no hizo una gran contribución al esfuerzo de guerra, por lo que, enfurecido por la deserción de su aliado en la prestación de ayuda, Hammurabi extendió su poder al sur y se hizo con el control de toda la parte meridional de la llanura mesopotámica en torno al 1763 a. C.
Continuando con su expansión, Hammurabi volvió su atención hacia el norte, donde sofocó las revueltas y aplastó a Ešnunna. A continuación los ejércitos babilónicos conquistaron el resto de los estados norteños, incluida Mari, su antigua aliada, aunque es muy posible que esta «conquista» fuera más una simple rendición que un conflicto real. En tan solo unos años, Hammurabi había unificado con éxito toda Mesopotamia bajo su dominio.
Hacia el año 1760 antes de nuestra era, el rey Hammurabi de Babilonia conquistó y destruyó la ciudad de Mari, y así puso fin a lo que Parrot llamó “una de las civilizaciones que iluminó el mundo antiguo”. Hammurabi también puso fin al período de poder elamita en Babilonia. Para esta época, la lengua de uso oficial era el acadio, mientras que el idioma sumerio se usaba ya solo para ritos religiosos y actividades científicas. Babilonia jugó un papel fundamental como centro cultural durante todo el Bronce y el Hierro inicial, continuando así incluso cuando cayó bajo dominio externo. Hammurabi constituyó un reino muy poderoso que su hijo Samsu-iluna (1749–1712 a. n. e.) logró preservar a pesar de varias revueltas. Sin embargo, una grave crisis afectó al sur del país, donde la influencia de Babilonia disminuyó y fue suplantada por la I Dinastía del País del Mar. Los reyes babilónicos posteriores se enfrentaron a la lenta desintegración de su reino y a la aparición de nuevos rivales en el norte y este (elamitas, hurritas, casitas).
Sin embargo, para la última parte del II milenio a. E.C., Elam conquistó de nuevo Babilonia y volvió a ejercer su dominio durante varios siglos. Se cree que fue en ese tiempo cuando se trasladó de Babilonia a Susa la famosa estela que contiene el código de Hammurabi, y fue allí donde los arqueólogos la descubrieron.
LOS HITITAS.
A partir del siglo XVIII a. C. Anatolia vio surgir el imperio hitita, que tenía su capital en el norte de la península, en Hattusa. Hacia el siglo XIV a. C. llegó a su clímax, abarcando todo el centro anatólico, el sudoeste de Siria hasta Ugarit y la alta Mesopotamia. Simultáneamente, las confederaciones de Arzawa y Assuwa reunieron, respectivamente, a una serie de reinos anatólicos del sur y del oeste que, a lo largo de todo el período, unas veces se enfrentaron y otras fueron reducidos a vasallaje por los hititas. A su vez, Mitani fue un estado que ocupó el sudeste de Anatolia y el norte de Siria entre el 1500-1300 a. C., estableciendo alianzas alternativas con sus principales rivales, Egipto y los hititas, aunque fue sometido a vasallaje finalmente por los asirios.
Los hititas tenían como capital Hattusa. Hablaban una lengua indoeuropea, escrita con jeroglíficos o caracteres cuneiformes tomados de Asiria. Su reino reunió a numerosas ciudades-estado de culturas muy distintas entre ellas y llegó a crear un influyente imperio gracias a su superioridad militar y a su habilidad diplomática, por lo que fue la «tercera» potencia en Oriente Próximo de la época, junto con Babilonia y Egipto. Perfeccionaron el carro de combate ligero y lo emplearon con gran éxito. Se les atribuye una de las primeras utilizaciones del hierro en Oriente Próximo para elaborar armas y objetos de lujo.
Los hititas liderados por Mursili I puso fin a este primer reino babilónico, cuya capital fue saqueada y conquistada hacia el 1595 a. C.
Al igual que sumerios, elamitas o urartianos, no dejaron apenas rastro en la memoria de los pueblos que posteriormente ocuparon sus tierras. Los bajorrelieves de los hititas y de sus vasallos, como el del paso de Karabel en Kemalpaşa, son bien conocidos.
La historia hitita abarca aproximadamente quinientos años, desde el reinado de Labarna a comienzos del siglo XVII a. n. e. hasta el colapso del reino a finales del siglo XIII a. n. e. o comienzos del siglo XII a. n. e. En 1274 a. n. e. los hititas y los egipcios (Primera Potencia desde el 1600 a. n. e. al menos), protagonizaron una de las mayores batallas de la Antiguedad, con la presencia de miles de carros de combate. El resultado de la batalla fue indeciso. A partir del 1207 a. n. e. el último rey conocido llamado Suppiluliuma II derrotó en numerosas batallas a enemigos internos y externos. A partir de ahí el rastro de los hititas se desvanece. Recientes investigaciones proponen que una sequía extrema desde los años de 1198 a 1196 a. n. e. contribuyeron a su disolución como imperio.
El Mediterráneo oriental se convirtió en una importante vía de comunicación y comercio entre Anatolia, Siria-Palestina, Egipto y el mar Egeo. Así lo atestiguan la relevancia de ciudades costeras como Ugarit o Biblos y pecios como los de Ulum Burum y Gelidonya (sur de la actual Turquía), datados hacia el Bronce final. La primera embarcación, de 17 m de longitud, contenía varias toneladas de lingotes metálicos y en la segunda, de 10 m, se halló cerca de una tonelada de lingotes, productos ya acabados como hachas o punzones y abundantes herramientas de herrero, lo que hace suponer que se trataba de una especie de taller flotante.
Pero aunque Egipto se convirtió en la primera potencia (después del 1600 a. n. e.), la influencia de Babilonia fue mayúscula.
La tecnología relacionada con el bronce fue desarrollada en el Próximo Oriente en primer lugar, fechándose posteriormente en Asia Menor.; en la antigua Grecia se comenzó a utilizar sobre el 2.200 a. n .e; en Asia Central el bronce se conocía alrededor del 2000 a. C., en Afganistán, Turkmenistán e Irán, aunque en China no comenzó a usarse hasta 1800 a. C., adoptándolo la dinastía Shang.
El Magreb recibió algunas influencias de los grupos culturales del Bronce europeo, como lo demuestran los hallazgos relacionados con las tradiciones del vaso campaniforme encontrados en Marruecos. A pesar de ello, la región no produjo su propia metalurgia hasta la colonización fenicia (hacia el 1100 a. n. e.).
Las ciudades más pobladas de Egipto eran Menfis (unos 30.000 habitantes), Tebas (unos 65.000 habitantes) y Avaris (unos 100.000 habitantes).
Uruk desempeñó un papel preponderante en la temprana urbanización de Sumer. En su apogeo, Uruk tenía una zona amurallada de unos 6,5 km², estimándose su población entre 50 000 y 80 000 habitantes, siendo por lo tanto la mayor ciudad del mundo en esa época. Según la tradición sumeria, de acuerdo con la cronología presentada en la lista de reyes sumerios, fue el hogar de Gilgamesh, héroe de una de las obras literarias más antiguas de la historia, el Poema de Gilgamesh, y de quien se dice que construyó el templo de Eanna y las murallas de la ciudad. Uruk fue probablemente lugar de nacimiento del sello cilíndrico, así como del cálculo y la contabilidad.
1531 a. n. e- El gobierno de los sucesores de Hammurabi en el imperio babilónico acabó por un ataque fugaz de los hititas, que saquearon la ciudad de Babilonia hacia el 1531 a. C. Sin embargo, fueron los casitas los que finalmente conquistaron Babilonia y gobernaron Mesopotamia durante 400 años adoptando la cultura babilónica y las leyes del código de Hammurabi. Fueron los casitas, un pueblo de origen incierto que llegó a constituir la dinastía reinante en Babilonia (o Karduniash, como ellos la llamaban), desde aproximadamente 1531 a. n. e (1595 a. n. e. según la cronología media) hasta el año 1155 a. n. e. (cronología corta), en que fueron derrocados por los elamitas. Su conquista de la vieja Babilonia de Hammurabi y el territorio mesopotámico con sus diferentes ciudades-estado dio lugar a lo que se podría llamar el Estado territorial de Babilonia en la mitad sur de Mesopotamia, cuya rivalidad con el Estado de la mitad norte, Asiria, configurará el futuro de la región.
Es evidente que una de las primeras potencias mundiales fuera una que estuviera cerca del comienzo de la humanidad. Esto fue así, siendo Egipto la primera potencia mundial que estuvo relacionada con la Biblia y con su pueblo. Siendo estos, descendientes de Cam, mediante Mizraim.
LA PRIMERA POTENCIA MUNDIAL. EGIPTO (d. 1600 a. E. C-siglo VIII a. E. C).
Posibles habitantes en el mundo, año 1900 a. E. C: ¿10 millones a 30 millones?
Es posible que después de la dispersión de Babel (Gé 11:8, 9), muchos de los descendientes de Mizraim, como los ludim, los anamim, los lehabim, los naftuhim y los patrusim, emigraran al N. de África. (Gé 10:6, 13, 14.) Como se ha dicho antes, se relaciona Patrós (singular de patrusim) con el Alto Egipto, y hay cierta base para situar a los naftuhim en la región del delta.
El hecho de que el país estuviera dividido en varias secciones (llamadas más tarde nomos) desde sus tiempos más primitivos, y el que estas siguieran existiendo y formaran parte de la estructura gubernamental cuando el país se unificó bajo un gobernante principal y continuaran hasta el fin del imperio, es un indicio de que la población de Egipto debió estar compuesta de diferentes tribus familiares. Suele hablarse de 42 nomos, 20 en el Bajo Egipto y 22 en el Alto Egipto. Aunque la continua distinción que se hace en la historia egipcia entre el Alto y el Bajo Egipto quizás obedezca a razones geográficas, también puede dar cuenta de una población original dividida en tribus. Cuando el gobierno central se debilitó, el país se dividió en estas dos grandes secciones e incluso corrió el peligro de desintegrarse en numerosos reinos pequeños dentro de los diferentes nomos.
Algunas pinturas antiguas y cuerpos momificados parecen indicar que los egipcios eran de estatura pequeña, delgados y de piel oscura, aunque no negra. No obstante, puede apreciarse una variedad considerable en estas pinturas y esculturas antiguas.
Lengua. Los eruditos modernos tienden a clasificar la lengua egipcia como “semítico-camítica”. Aunque era básicamente camítica, se dice que hay muchas analogías entre su gramática y la de las lenguas semíticas, así como algunas similitudes en el vocabulario. A pesar de estas aparentes semejanzas, se reconoce que “el egipcio difiere de todas las lenguas semíticas mucho más que estas entre sí, de modo que, al menos hasta que se defina mejor su relación con las lenguas africanas, se le debe excluir del grupo semítico”. (Egyptian Grammar, de A. Gardiner, Londres, 1957, pág. 3.) José se valió de un intérprete egipcio para hablar con sus hermanos cuando quiso esconderles su identidad. (Gé 42:23.)
Hay muchos factores que hacen extremadamente difícil llegar a conclusiones definitivas sobre el idioma primitivo utilizado en Egipto. Uno de ellos es el sistema egipcio de escritura. Las inscripciones antiguas usan signos pictográficos (representaciones de animales, pájaros, plantas u otros objetos) combinados con algunas formas geométricas, sistema de escritura que los griegos llamaron jeroglífico. Aunque algunos signos representaban sílabas, estas solo se emplearon para complementar los jeroglíficos, nunca para sustituirlos. Además, en la actualidad se desconocen los sonidos que aquellas sílabas representaban. Algunos escritos cuneiformes de mediados del II milenio a. E.C. que hablan de Egipto han aportado datos de interés. Las transcripciones griegas de nombres egipcios y de otras palabras, de aproximadamente el siglo VI E.C., y algunas transcripciones arameas de un siglo más tarde, también han ayudado a deletrear las palabras egipcias transcritas. No obstante, la reconstrucción de la fonología del antiguo egipcio aún se basa en el copto, el egipcio hablado a partir del siglo III E.C. De modo que solo se puede tener un conocimiento aproximado de la estructura original del vocabulario antiguo en su forma más primitiva, en particular anterior a la estancia israelita en Egipto.
Por otra parte, el conocimiento de otros idiomas camíticos africanos es muy limitado en la actualidad, por lo que es difícil determinar la relación del egipcio con estos. No se conoce ninguna inscripción de idiomas africanos no egipcios anterior a nuestra era. Los hechos apoyan el relato bíblico de la confusión de las lenguas, y parece claro que los egipcios primitivos, en tanto descendientes de Cam por medio de Mizraim, hablaban un idioma separado y distinto de las lenguas semíticas.
La escritura jeroglífica se usó sobre todo para inscripciones en monumentos y pinturas murales, en las que los símbolos se trazaban con gran detalle. Aunque continuó empleándose hasta el principio de la era común, en particular en textos religiosos, los escribas idearon una escritura menos incómoda, de formas cursivas y más simplificadas, que impresionaban con tinta sobre cuero y papiro. A este sistema se le denominó hierático. Le siguió otro todavía más fácil de escribir, llamado demótico, en especial a partir de la “dinastía XXVI” (siglos VII y VI a. E.C.). No se logró descifrar los textos egipcios hasta después del descubrimiento de la Piedra Rosetta, en el año 1799. Esta inscripción, actualmente en el Museo Británico, contiene un decreto en honor a Tolomeo V Epífanes que data del año 196 a. E.C. La escritura está en jeroglífico egipcio, demótico y griego; gracias al texto en este último idioma fue posible descifrar el egipcio.
HISTORIA.
El origen de las deidades. La notable similitud que en seguida se observa cuando se comparan entre sí los dioses y diosas de pueblos antiguos difícilmente puede atribuirse a la casualidad. Concerniente a este hecho, J. Garnier escribe: “No solo los egipcios, caldeos, fenicios, griegos y romanos, sino también los hindúes, los budistas de China y del Tíbet, los godos, anglosajones, druidas, mexicanos y peruanos, los aborígenes de Australia y hasta los salvajes de las islas de Oceanía, todos deben haber derivado sus ideas religiosas de una fuente común y de un centro común. En todas partes hallamos las coincidencias más asombrosas en ritos, ceremonias, costumbres, tradiciones y en los nombres y relaciones de sus respectivas deidades”. (The Worship of the Dead, Londres, 1904, pág. 3.)
Las Escrituras señalan a la tierra de Sinar como el lugar donde se originaron los conceptos religiosos falsos después del Diluvio. Sin duda bajo la dirección de Nemrod, “un poderoso cazador en oposición a Jehová”, empezó la construcción de la ciudad de Babel y su torre, probablemente un zigurat que se utilizaría en la adoración falsa. Este proyecto de edificación no se emprendió para la honra de Jehová Dios, sino para la autoglorificación de los edificadores, que deseaban hacerse para sí mismos un “nombre célebre”. Además, aquella obra era completamente contraria al propósito de Dios de que la humanidad se esparciese por la Tierra. El Todopoderoso frustró los planes de estos edificadores confundiendo su lenguaje. Al no poder entenderse unos a otros, poco a poco dejaron de edificar la ciudad y se dispersaron. (Gé 10:8-10; 11:2-9.) Sin embargo, parece ser que Nemrod se quedó en Babel y extendió su dominio, y así fundó el primer Imperio babilonio. (Gé 10:11, 12.)
Las personas a las que se dispersó llevaron consigo su religión falsa adondequiera que fueron, y la practicaron con nuevos nombres, en su nuevo lenguaje y en nuevas ubicaciones. Esta dispersión se produjo en los días de Péleg, quien nació alrededor de un siglo después del Diluvio y murió a la edad de doscientos treinta y nueve años. Como Noé y su hijo Sem aún continuaban vivos, la dispersión lógicamente ocurrió en un tiempo en el que se conocían los hechos sobre acontecimientos anteriores, como el Diluvio. (Gé 9:28; 10:25; 11:10-19.) Este conocimiento sin duda subsistió de alguna manera en la memoria de las personas dispersadas. Prueba de ello son las reminiscencias de diversas partes del registro bíblico que se hallan en los antiguos relatos mitológicos, aunque distorsionadas y salpicadas de politeísmo. Por ejemplo, en dichos relatos hay dioses que dan muerte a serpientes; además, en las religiones de muchos pueblos antiguos aparece también el culto a un dios benefactor a quien se le restauró a la vida después de sufrir una muerte violenta en la Tierra. Este hecho parece indicar que tal dios era en realidad un humano deificado al que erróneamente se le consideraba como la ‘descendencia prometida’. (Compárese con Gé 3:15.) Los mitos hablan de amoríos entre dioses y mujeres terrestres, y de las gestas de su prole híbrida. (Compárese con Gé 6:1, 2, 4; Jud 6.) No hay apenas una nación sobre la Tierra que no tenga una leyenda concerniente a un diluvio universal, y en las leyendas de la humanidad hay también indicios de un relato sobre la construcción de una torre.
Deidades babilonias. Era normal que después de la muerte de Nemrod los babilonios lo tuviesen en alta estima como fundador, edificador y primer rey de su ciudad, y organizador del Imperio babilonio original. Según la tradición, Nemrod sufrió una muerte violenta. El que al dios Marduk (Merodac) se le considerara fundador de Babilonia ha hecho pensar a algunos que se trata de una deificación de Nemrod. Sin embargo, la opinión de los eruditos respecto a la identificación de deidades con determinados humanos es bastante dispar.
Con el transcurso del tiempo, la cantidad de dioses del primer Imperio babilonio empezó a multiplicarse. El panteón llegó a tener varias tríadas de dioses o deidades. Una de ellas estaba compuesta por Anu (el dios del cielo), Enlil (el dios de la Tierra, el aire y la tormenta) y Ea (el dios que presidía sobre las aguas). Otra tríada era la del dios-luna Sin, el dios-sol Shamash y la diosa de la fertilidad Istar, la amante o consorte de Tamuz. Los babilonios tenían incluso tríadas de diablos, tal como la tríada de Labartu, Labasu y Akhazu. Además, llegó a adquirir importancia la adoración de cuerpos celestes (Isa 47:13), y se asociaban diversos planetas con ciertas deidades. El planeta Júpiter se identificaba con el principal dios de Babilonia: Marduk; Venus, con Istar, diosa del amor y la fertilidad; Saturno, con Ninurta, dios de la guerra y la caza y el patrón de la agricultura; Mercurio, con Nebo, dios de la sabiduría y la agricultura, y Marte, con Nergal, dios de la guerra y la pestilencia y el señor del mundo de los muertos.
Las ciudades de la antigua Babilonia llegaron a tener su propia deidad protectora, como si fuese un “santo patrón”. La de Ur era Sin; la de Eridú, Ea; la de Nippur, Enlil; la de Cuta, Nergal; la de Borsippa, Nebo, y la de Babilonia, Marduk (Merodac). Cuando Hammurabi convirtió a Babilonia en capital del imperio, Marduk, la deidad protectora de la ciudad, adquirió una mayor importancia. Finalmente, a Marduk se le confirieron los atributos de dioses anteriores y terminó desbancándolos de la mitología babilonia. En tiempos posteriores, se reemplazó el nombre Marduk por el título “Belu” (“Dueño”), que fue apocopado a Bel. A su esposa se le llamó Belit (“Señora” por excelencia).
La imagen que los antiguos textos babilonios ofrecen de sus deidades no es más que un reflejo del comportamiento pecaminoso de los mortales. Estas fuentes hablan del nacimiento de las deidades —como Tamuz—, sus amores, sus familias, sus luchas y hasta de su muerte. Dicen además que, aterrorizados por el Diluvio, se ‘acurrucaron como perros’. Se les presenta como avariciosos, dados a la glotonería y a la borrachera, irascibles, vengativos y recelosos, dioses que se tenían un odio implacable. Por ejemplo, Tiamat, resuelta a destruir a los demás dioses, fue vencida por Marduk, quien la cortó en dos mitades; con una formó el firmamento y la otra la usó para fundar la Tierra. Ereshkigal, la soberana de los infiernos, ordenó a su mensajero, Namtaru, que encarcelara a su hermana Istar y la afligiese con sesenta enfermedades.
Por lo tanto, la sociedad egipcia, lo único que hizo fue extender geográficamente la forma de adoración a esos mismos dioses, y después fue ampliándolos según sus propias circunstancias históricas.
Deidades egipcias. Los dioses y las diosas adorados por los egipcios dan prueba de una herencia babilonia subyacente. Había tríadas de deidades e incluso tríadas triples o “enéadas”. Una de las tríadas populares la componían Osiris, su consorte Isis y su hijo Horus.
Osiris era el más popular de los dioses egipcios, y se le consideraba el hijo del dios-tierra Geb y la diosa-cielo Nut. Se decía que Osiris había llegado a ser el esposo de Isis y había reinado sobre Egipto. Los relatos mitológicos cuentan que a Osiris lo asesinó su hermano Set, pero que luego fue resucitado y llegó a ser el juez y rey de los muertos. La relación entre Osiris e Isis y sus respectivas características tienen un enorme parecido con la relación y las características de los dioses babilonios Tamuz e Istar, por lo que para numerosos eruditos eran idénticos.
La adoración de una madre con su hijo también era muy popular en Egipto. A menudo se representa a Isis con el infante Horus sobre sus rodillas. Esta representación es tan semejante a la de la virgen y el niño, que, por ignorancia, algunas personas de la cristiandad a veces la han venerado. Respecto al dios Horus, hay indicios de que se distorsionó la promesa edénica concerniente a la descendencia que magullaría a la serpiente en la cabeza (Gé 3:15), pues a veces se le representa pisando cocodrilos y agarrando serpientes y escorpiones. Según un relato, cuando Horus quiso vengar la muerte de su padre Osiris, Set, su asesino, se transformó en serpiente.
En las escrituras y pinturas egipcias aparece con mucha frecuencia un símbolo sagrado, la cruz egipcia (cruz ansada). Este signo, parecido a la letra “T” con un asa ovalada en la parte superior, era símbolo de la vida y probablemente representaba los órganos de reproducción masculino y femenino unidos. A las deidades egipcias a menudo se las representa sosteniendo la cruz egipcia (cruz ansada). (GRABADO, vol. 2, pág. 530.)
Los egipcios sacralizaron y veneraron una gran diversidad de criaturas: el buitre, el carnero, el cocodrilo, el chacal, el escarabajo, el escorpión, el gato, el halcón, el hipopótamo, el ibis, el león, el lobo, la rana, la serpiente, el toro y la vaca. Sin embargo, a algunas se las consideraba sagradas en una parte de Egipto, pero no en otra, lo que en ocasiones resultaba en guerras civiles. No solo había animales consagrados a ciertos dioses, de algunos hasta se decía que eran la encarnación de un dios o una diosa. Por ejemplo, se creía que el toro Apis era la encarnación misma de Osiris y, también, una emanación del dios Ptah.
Según Heródoto (II, 65-67), quien matara a un animal sagrado intencionadamente tenía que ser muerto; si la muerte del animal era accidental, los sacerdotes estipulaban una multa. Sin embargo, al que matase un ibis o un halcón, fuese por accidente o no, se le daba muerte, aunque por lo general la muchedumbre enfurecida se adelantaba a hacerlo. Cuando un gato doméstico moría, todas las personas de la casa se depilaban las cejas, y si el que moría era el perro, se afeitaban todo el cuerpo. A los animales sagrados se les momificaba y eran objeto de elaboradas exequias. Se han encontrado toros, gatos, cocodrilos y halcones momificados, solo por mencionar algunos.
Los relatos mitológicos atribuyen a las deidades egipcias debilidades e imperfecciones humanas, como angustia o miedo, y con cierta frecuencia se las representa en situaciones de peligro. Por ejemplo, el dios Osiris fue asesinado, y de Horus se dijo que en su infancia sufrió de dolores internos, cefaleas y disentería, que murió de la picadura de un escorpión y que luego se le devolvió a la vida. Se creía que Isis tenía un absceso mamario. Respecto a Ra, el dios-sol, se explicaba que con el transcurso de los años su fuerza se había ido desvaneciendo y babeaba. Estuvo en peligro de perder la vida a causa de la mordedura de una serpiente sobrenatural que Isis había formado, aunque se recuperó gracias al conjuro pronunciado por Isis. A la diosa Sekhmet, que representaba el poder destructor del Sol, se le atribuía una sed insaciable de sangre. Tanto se deleitaba en dar muerte a los hombres, que Ra temió por el futuro de la raza humana. Para salvar a la humanidad del exterminio, Ra hizo derramar sobre el campo de batalla siete mil jarras de una mezcla de cerveza y zumo de granadas. Sekhmet, creyendo que se trataba de sangre humana, la bebió con ansiedad hasta quedar tan ebria que no pudo proseguir la matanza. De Neftis se contaba que emborrachó a su hermano Osiris, el marido de su hermana Isis, y tuvo relaciones sexuales con él. Y, por último, se decía que los dioses solares Tem y Horus acostumbraban a masturbarse.
La historia egipcia procedente de fuentes seglares es muy imprecisa, sobre todo en sus períodos iniciales.
Se cree que el primer faraón fue Narmer. Nosotros le ponemos como fecha máxima de datación del 2200 al 2000 a. E. C de fecha de reinado.
Cabeza de un rey en piedra caliza. Según Petrie podría ser Narmer. Conservado en el Museo Petrie de Arqueología Egipcia, Londres.
Supuestamente él habría unido Egipto como un solo país. Pudiera ser, ya que esto evidencia lo que dice la Biblia, que probablemente fueron un grupo de tribus con parentesco genético habiendo emigrado a un mismo lugar.
Supuestamente él habría unido Egipto como un solo país. Pudiera ser, ya que esto evidencia lo que dice la Biblia, que probablemente fueron un grupo de tribus con parentesco genético habiendo emigrado a un mismo lugar.
Es interesante que uno de los primeros faraones, en este caso Dyet, haya pasado por lo que se dice que fue un tiempo de hambre. Él fue el 4, de la I Dinastía.
Este faraón sería el 5 de la I Dinastía. Se llamaba Den. Se dice que hizo un empadronamiento en su tiempo.
Del 6, Adyib se nos dice que según las investigaciones fue muy violento. Tuvo que enfrentarse a varias rebeliones en el Bajo Egipto.
Del 6, Adyib se nos dice que según las investigaciones fue muy violento. Tuvo que enfrentarse a varias rebeliones en el Bajo Egipto.
El 7 Semerjet, se le considera un usurpador porque borró deliberadamente el nombre de predecesor Adyib de numerosos objetos, y su propio nombre fue borrado y omitido en la lista real de Saqqara por orden de su sucesor, Qaa.
Manetón afirmó que era hijo del anterior faraón, Adyib, y que durante su reinado «ocurrieron numerosos prodigios y una gran calamidad (asociada a plagas o epidemias) cayó sobre Egipto», pero alega que ello se debió a que Semerjet era un usurpador del trono. También le considera hijo de la reina Batirites, esposa de Adyib pero algunos dudan de ello, pues al parece no era el heredero designado, (puesto que se le consideró usurpador). En la traducción de uno de los fragmentos complementarios de la Piedra de Palermo llamado la Piedra del Cairo (C1) realizada en 1997 por el arqueólogo John D. Degreef, documento que en el registro III, cartucho II, indica que Egipto fue destruido, no se sabe a ciencia cierta a que se refiere, pero se cree que tiene que ver con las calamidades y revueltas provocadas por la inestabilidad política de su predecesor.
Hetepsejemuy, el primer faraón de la II Dinastía. Según Manetón en su época se abrió una grieta en el suelo de Bubastis en la que perecieron numerosas personas.
Se cree que Hetepsejemuy fue apartado del trono mediante un complot organizado por su propio hermano.
Sejemib fue un faraón de la II Dinastía, tomó el trono bajo el nombre de Horus-Sejemib, pero lo cambió posteriormente por el de Seth-Peribsen; tal vez por una revuelta del norte contra el sur de Egipto.
Jasejemuy, fue otro posterior faraón de la II Dinastía.
Es considerado el reunificador de las Dos Tierras (Egipto) bajo su mando, dividida después del reinado de Peribsen. Acabó con las rebeliones de los nomos septentrionales y mediante su enlace con la princesa Nemaathapy, procedente del Bajo Egipto, consolidó su poder sobre todo el territorio. Se cree que al reunificar el país cambio su nombre Jasejem por el de Jasejemuy. Por la semejanza del nombre, muchos estudiosos ven en Jasejemuy una titulatura diferente adoptada después de la reconciliación nacional, que estuvo en precario por la rebelión del sur.
Jasejemuy trasladó la capital a Hieracómpolis, en la zona sur del país, y fue la primera y última vez que Egipto era gobernado desde esa ciudad. Reafirmó el sentimiento nacionalista y restableció el culto a Horus, junto con el de Seth que fue propagado por Sejemib durante la época de crisis. Fue sepultado en la necrópolis real de Umm el-Qaab, en Abidos; en la tumba de Jasejemuy se encontraron muchos sellos con el nombre de Necherjet, que fue el responsable de los ritos funerarios (pudo haber sido su hijo o su yerno). Con Jasejemuy concluye la segunda dinastía, y con esta, el periodo arcaico de Egipto, o periodo Tinita.
Se piensa que abandonó Menfis (Seth representaba el Alto Egipto y Horus era protector del Bajo Egipto) y vuelve a enterrarse en Abidos, al sur, regresando a una tradición que rompieron sus predecesores. Posiblemente en esta época el poder estaba dividido y gobernaron reyes coetáneos, separándose el Alto y el Bajo Egipto.
Huny, el útimo faraón de la III Dinastía, sí tenía aspecto negroide.
Kefrén, 4 faraón de la IV Dinastía, Heródoto escribe que Kefrén era hermano de Keops, reinó 57 años y que en su época todos los templos estaban cerrados al culto y Egipto se encontraba en la mayor indigencia, siendo detestado por los egipcios (esta narración se contradice con la construcción de sus templos).
Para cuando el hambre obligó a Abrahán (Abrán) a abandonar Canaán y bajar a Egipto (entre los años 1943 a. E.C. y 1932 a. E.C.), un Faraón (cuyo nombre no se da en la Biblia) gobernaba el país.
Parece que Egipto recibía bien a los extranjeros, y no hay registro de que se le tuviera ninguna animosidad a Abrahán, un nómada que moraba en tiendas. Sin embargo, el temor de Abrahán a ser asesinado por causa de su bella esposa debió estar bien fundado, e indica el bajo grado de moralidad que existía en Egipto. (Gé 12:11-13.) Las plagas que le sobrevinieron a Faraón por haber llevado a Sara a su casa tuvieron su efecto y resultaron en que se ordenase a Abrahán que abandonara el país; sin embargo, no se marchó solo con su esposa, sino con más bienes de los que había llevado. (Gé 12:15-20; 13:1, 2.) Quizás fue durante su estancia en Egipto cuando Abrahán obtuvo a la sierva de Sara, Agar. (Gé 16:1.) Esta le dio un hijo, Ismael (1932 a. E.C.), que más tarde se casó con una egipcia. (Gé 16:3, 4, 15, 16; 21:21.) Así pues, los ismaelitas fueron en su comienzo predominantemente egipcios, y las regiones donde a veces levantaban sus campamentos estaban cerca de la frontera de Egipto. (Gé 25:13-18.)
El hambre azotó por segunda vez y Egipto se convirtió en el lugar adonde acudir para obtener provisiones, pero en esa ocasión (algún tiempo después de 1843 a. E.C., el año de la muerte de Abrahán) Jehová le dijo a Isaac que no planease mudarse a este país.
José en Egipto. Unos dos siglos después de la estancia de Abrahán en Egipto, el hijo joven de Jacob, José, fue vendido en dos ocasiones: primero a una caravana madianita-ismaelita y después, en Egipto, a un oficial de la corte de Faraón (1750 a. E.C.). (Gé 37:25-28, 36.) Tal como José explicó más tarde a sus hermanos, Dios permitió esto a fin de preparar el camino para la futura mudanza de toda la familia de Jacob en un tiempo de hambre extrema. (Gé 45:5-8.) No se puede negar que la narración de los principales acontecimientos de la vida de José presenta un cuadro exacto de Egipto. La información obtenida en monumentos, pinturas y escritos egipcios corrobora los títulos de los funcionarios, las costumbres, la indumentaria, el uso de la magia y muchos otros detalles. La investidura de José como virrey de Egipto (Gé 41:42), por ejemplo, sigue el procedimiento representado en inscripciones y murales egipcios. (Gé 45-47.)
La aversión de los egipcios a comer con los hebreos, como en el caso de la comida que José ofreció a sus hermanos, tal vez haya sido el resultado del orgullo y prejuicio religioso o racial, o de su desprecio por los pastores. (Gé 43:31, 32; 46:31-34.) Es muy posible que este último sentimiento se debiera a que un sistema egipcio de castas colocaba a los pastores en uno de los últimos lugares, o quizás a un fuerte rechazo de aquellos que buscaban pasto para los rebaños, pues escaseaba la tierra de cultivo.
“El período de los hicsos.” Muchos comentaristas sitúan la entrada de José en Egipto, así como la de su padre y su familia, en lo que se suele conocer como el período de los hicsos. No obstante, Merrill Unger hace la siguiente observación (Archaeology and the Old Testament, 1964, pág. 134): “Desgraciadamente [este período] es muy oscuro en Egipto, y la conquista de los hicsos no se entiende con claridad”.
Algunos eruditos sitúan el período de los hicsos entre las dinastías XIII y XVII, que gobernaron durante unos doscientos años; otros lo circunscriben a las dinastías XV y XVI, en un período de cien a ciento cincuenta años. Algunos piensan que el nombre hicsos significa “reyes pastores”, y otros, “gobernantes de países extranjeros”. Las conjeturas sobre su raza o nacionalidad han sido aún más variadas, y se ha apuntado tanto que son pueblos indoeuropeos del Cáucaso o de Asia Central, como que son hititas, gobernantes siropalestinos (cananeos o incluso amorreos) o tribus árabes.
Algunos arqueólogos dicen que la “conquista hicsa” de Egipto fue una invasión de Palestina y Egipto por parte de hordas nórdicas en veloces carros, mientras que otros piensan que fue una conquista lenta y progresiva, es decir, una infiltración gradual, o migraciones nómadas o seminómadas que o bien tomaron poco a poco el control del país, o bien se pusieron a la cabeza del gobierno existente mediante un rápido golpe de estado. En el libro The World of the Past (1963, parte V, pág. 444), la arqueóloga Jacquetta Hawkes dice: “Ya no se piensa que los gobernantes hicsos [...] representen la invasión de unas hordas conquistadoras asiáticas. El nombre al parecer significa ‘gobernantes de las tierras altas’, y eran grupos errantes de semitas que hacía tiempo que habían ido a Egipto con fines comerciales u otros fines pacíficos”. Aunque puede que este sea el punto de vista popular hoy día, aún queda el difícil problema de explicar cómo estos “grupos errantes” pudieron conquistar la tierra de Egipto, sobre todo en vista de que se cree que la dinastía XII, anterior a ese período, llevó al país al cenit del poder.
The Encyclopedia Americana (1956, vol. 14, pág. 595) dice: “El único relato detallado acerca de [los hicsos] que nos ha legado la antigüedad es un pasaje poco confiable de una obra perdida de Manetón, citada por Josefo en su réplica a Apión”. Algunas de las declaraciones que Josefo atribuye a Manetón son la fuente del nombre “hicsos”. Es interesante el hecho de que Josefo, que afirma citar literalmente a Manetón, establezca una relación directa entre los hicsos y los israelitas. Al parecer, Josefo acepta esta relación, pero rechaza sin paliativos muchos de los detalles del relato. Prefiere traducir hicsos por “pastores cautivos” en vez de “reyes pastores”. Según Josefo, Manetón (Maneto) dice que los “hicsos” conquistaron Egipto sin pelear una batalla, destruyeron ciudades y “los templos de los dioses” y causaron estragos y una gran matanza. También dice que se asentaron en la región del delta. Por último explica que los egipcios se alzaron con 480.000 hombres y pelearon una terrible y larga guerra. Cuenta que sitiaron a los hicsos en su ciudad capital, Avaris, y que luego, extrañamente, llegaron a un acuerdo que les permitió abandonar el país junto con sus familias y posesiones sin sufrir daño, después de lo cual fueron a Judea y edificaron Jerusalén. (Contra Apión, libro I, secs. 14-16, 25, 26.)
En los escritos contemporáneos los nombres de estos gobernantes iban precedidos de títulos como “Buen Dios”, “Hijo de Reʽ” (Hik-khoswet) o “Gobernante de tierras extranjeras”. El término “hicsos” debe haberse derivado de este último título. Los documentos egipcios inmediatamente posteriores a su hegemonía los llaman ‘asiáticos’. Con respecto a este período de la historia egipcia, C. E. DeVries hizo la siguiente observación: “Al querer relacionar la historia seglar con la información bíblica, algunos eruditos han intentando asociar la expulsión de los hicsos de Egipto con el éxodo israelita, pero la cronología descarta tal identificación, y otros factores hacen asimismo insostenible la hipótesis [...]. El origen de los hicsos es incierto; llegaron de algún lugar de Asia, y, en su mayor parte, llevaban nombres semíticos”. (The International Standard Bible Encyclopedia, edición de G. Bromiley, 1982, vol. 2, pág. 787.)
Puesto que el ascenso de José al poder y los beneficios que eso supuso para Israel se debieron a la providencia divina, no hay necesidad de buscar ninguna otra razón, como la de “reyes pastores” amigables. (Gé 45:7-9.) Sin embargo, es posible que el relato de Manetón, de donde procede la teoría de los “hicsos”, tan solo evoque una tradición egipcia falseada, urdida para justificar lo que aconteció en Egipto durante la estancia israelita. La ascensión de José a la posición de gobernante (Gé 41:39-46; 45:26); sus profundos cambios administrativos, que resultaron en que los egipcios vendieran sus tierras e incluso se vendieran ellos mismos a Faraón (Gé 47:13-20); el impuesto del 20% de sus productos que pagaron más tarde (Gé 47:21-26); los doscientos quince años de residencia israelita en Gosén y el hecho de llegar a exceder en número y fuerza a la población nativa, según las palabras de Faraón (Éx 1:7-10, 12, 20); las diez plagas y la devastación que estas produjeron no solo en la economía egipcia, sino incluso en sus creencias religiosas y en el prestigio de su sacerdocio (Éx 10:7; 11:1-3; 12:12, 13); el éxodo de Israel después de la muerte de todos los primogénitos de Egipto y la posterior aniquilación de lo mejor de las fuerzas militares de Egipto en el mar Rojo (Éx 12:2-38; 14:1-28); todos estos sucesos tuvieron un tremendo efecto en el país, por lo que el estamento oficial egipcio se vio ante la necesidad de dar algún tipo de explicación.
No debe olvidarse que el registro de la historia de Egipto, así como el de muchos países del Oriente Medio, estaba ligado inseparablemente al sacerdocio, bajo cuya tutela se instruía a los escribas. Habría sido muy extraño que no se hubiera inventado alguna explicación propagandística que justificara el que los dioses egipcios no hubieran podido evitar de ningún modo la calamidad que Dios trajo sobre Egipto y sus habitantes. En la historia, incluso la reciente, se han dado muchos casos en los que tal propaganda ha desvirtuado de forma tan descarada los hechos, que a los oprimidos se les ha presentado como los opresores, y a las víctimas inocentes, como los agresores peligrosos y crueles. Si Josefo transmitió con exactitud el relato de Manetón (de unos mil años después del éxodo), este tal vez represente las tradiciones distorsionadas transmitidas por las generaciones egipcias posteriores para justificar los elementos básicos del relato verdadero de la estancia de Israel en Egipto: el registrado en la Biblia.
Esclavitud de Israel. Puesto que la Biblia no menciona el nombre del Faraón que empezó a oprimir a los israelitas (Éx 1:8-22) ni tampoco el del siguiente, ante quien se presentaron Moisés y Aarón, y en cuyo reinado tuvo lugar el éxodo (Éx 2:23; 5:1), y dado que estos acontecimientos o bien se omitieron deliberadamente de los registros egipcios o bien los registros fueron destruidos, no es posible determinar en qué dinastía específica o en el reinado de qué Faraón en particular ocurrieron estos hechos. Basándose en la referencia a la construcción de las ciudades de Pitom y Raamsés por los trabajadores israelitas (Éx 1:11), algunos han opinado que Ramsés II (Ramesés II) (de la XIX dinastía) fue el Faraón que los oprimió. Se cree que estas ciudades se edificaron durante el reinado de Ramsés II. Sin embargo, en Archaeology and the Old Testament (pág. 149), Merrill Unger comenta: “Pero a la luz de la práctica notoria de Ramsés II de atribuirse el mérito de los logros de sus antecesores, lo más seguro es que él tan solo reedificase o ampliase estos lugares”. En realidad, el nombre “Ramesés” al parecer ya se aplicaba a todo un distrito para el tiempo de José. (Gé 47:11.)
Por medio de Moisés, Dios liberó a la nación de Israel de la “casa de esclavos” y del “horno de hierro”, tal como continuaron llamando a Egipto los escritores bíblicos. (Éx 13:3; Dt 4:20; Jer 11:4; Miq 6:4.) Cuarenta años más tarde, Israel inició la conquista de Canaán. Algunos han relacionado este acontecimiento bíblico con la situación narrada en lo que se conoce como las tablillas de Tell el-Amarna, halladas junto al Nilo en Tell el-Amarna a unos 270 Km. al S. de El Cairo. Las 379 tablillas son cartas de varios gobernantes cananeos y sirios (entre los que se cuentan los de Hebrón, Jerusalén y Lakís); muchas, dirigidas al Faraón que entonces gobernaba (por lo general, Akhenatón), contienen quejas acerca de las incursiones y depredaciones de los “habirú” (ʽapiru). Aunque algunos eruditos han tratado de identificar a los habirú con los hebreos o israelitas, el contenido mismo de las cartas no da base para ello. En ellas se representa a los habirú como meros invasores, a veces aliados con algunos gobernantes cananeos en rivalidades entre ciudades o regiones. Una de las ciudades que amenazaron los habirú era Biblos, en el Líbano septentrional, lejos del radio de acción de los ataques israelitas. Además, los hechos relatados en las cartas no pueden compararse con las grandes batallas y victorias que obtuvieron los israelitas en su conquista de Canaán después del éxodo.
La estancia de Israel en Egipto quedó grabada de forma indeleble en la memoria de la nación, y la liberación milagrosa de ese país solía rememorarse como una prueba sobresaliente de la divinidad de Jehová (Éx 19:4; Le 22:32, 33; Dt 4:32-36; 2Re 17:36; Heb 11:23-29), de ahí la expresión: “Yo soy Jehová tu Dios desde la tierra de Egipto”. (Os 13:4; compárese con Le 11:45.) Ninguna circunstancia o acontecimiento eclipsó este hecho, hasta que su liberación de Babilonia les dio más prueba del poder liberador de Jehová. (Jer 16:14, 15.) Su experiencia en Egipto se registró en la Ley que se les dio (Éx 20:2, 3; Dt 5:12-15), fue la base de la fiesta de la Pascua (Éx 12:1-27; Dt 16:1-3), los guió en sus tratos con los residentes forasteros (Éx 22:21; Le 19:33, 34) y con los pobres que se vendían a sí mismos en esclavitud (Le 25:39-43, 55; Dt 15:12-15), y también suministró una base legal para la selección y santificación de la tribu de Leví para servir en el santuario. (Nú 3:11-13.) Debido a que los israelitas habían sido residentes forasteros en Egipto, los egipcios podían ser aceptados en la congregación de Israel bajo ciertos requisitos. (Dt 23:7, 8.) Los reinos de Canaán y los habitantes de las naciones vecinas sentían admiración y temor debido a los informes que oían del poder que Dios demostró contra Egipto, lo que preparó el camino para la conquista que llevó a cabo Israel (Éx 18:1, 10, 11; Dt 7:17-20; Jos 2:10, 11; 9:9), conquista que se recordó durante siglos. (1Sa 4:7, 8.) A través de su historia, toda la nación de Israel recordó estos acontecimientos en sus canciones. (Sl 78:43-51; Sl 105 y 106; 136:10-15.)
Después de la conquista de Canaán por Israel. En Egipto no se menciona a Israel hasta el reinado del faraón Merneptah, hijo de Ramsés II (en la última parte de la XIX dinastía); esta es, en realidad, la única mención directa que puede hallarse en los registros egipcios antiguos. En una estela de victorias, Merneptah alardea de las derrotas que ha infligido a varias ciudades de Canaán y pasa a afirmar: “Israel ha sido arrasada, su descendencia ya no es”. Aunque solo era un alarde infundado, parece indicar que por aquel entonces la nación de Israel estaba establecida en Canaán.
Merneptah, el faraón mencionado.
Aparte de sofocar una revuelta en Siria, Merenptah llevó a cabo muchas campañas militares durante su gobierno, luchando principalmente contra los libios quienes, con la ayuda de los Pueblos del Mar, comenzaron a amenazar Egipto desde el oeste. En el quinto año de su reinado, Merenptah dirigió una batalla de seis horas en la que logró la victoria contra las fuerzas aliadas de los libios y los Pueblos del Mar en la ciudad de Perira, probablemente situada en el margen occidental del Delta.
El relato de esta campaña contra los libios y los Pueblos del Mar fue escrito en prosa sobre un muro al lado del sexto pilón en Karnak (Estela del Muro), a la vez que aparece en verso en la Estela de Merenptah. Al final de esta estela, Merenptah afirma que derrotó a todos los invasores, matando a 6000 soldados enemigos y tomando a 9000 prisioneros.
Aspecto de los cananeos según los egipcios. La primera, sobre el año 1150 a. E. C. La última, pintura de una tumba de la dinastía XII que parece mostrar en su panel superior dos cabras a punto de ser sacrificadas. (Public Domain)
No se informa que Israel tuviese contacto con Egipto durante el período de los jueces o durante los reinados de Saúl y David, aparte de la mención de un combate entre uno de los guerreros de David y un egipcio “de tamaño extraordinario”. (2Sa 23:21.) Durante el reinado de Salomón (1037-998 a. E.C.), las relaciones entre las dos naciones tuvieron tal magnitud que Salomón pudo hacer una alianza matrimonial con Faraón, casándose con su hija. (1Re 3:1.) No se especifica cuándo este Faraón desconocido conquistó Guézer, la ciudad que luego dio como dote o regalo de boda de despedida a su hija. (1Re 9:16.) Las relaciones comerciales de Salomón con Egipto incluyeron la adquisición por parte de Salomón de caballos y carros. (2Cr 1:16, 17.)
Egipto, no obstante, fue un refugio para algunos enemigos de los reyes de Jerusalén. Hadad el edomita escapó a Egipto después que David devastó Edom. Aunque era semita, el Faraón le honró con un hogar, alimento y tierra, se casó dentro de la realeza y a su hijo, Guenubat, se le trató como si fuera hijo de Faraón. (1Re 11:14-22.) Más tarde, Jeroboán, que llegó a ser rey del reino norteño de Israel después de la muerte de Salomón, también se refugió durante un tiempo en Egipto en el reinado de Sisaq. (1Re 11:40.)
Esfinge con su nombre inscrito.
Sisaq (conocido como Sesonq I en los registros egipcios) fue un faraón de origen bereber de la tribu libia de los Mashauash, fundado una dinastía libia de Faraones (la dinastía XXII), con su capital en Bubastis, en la región oriental del delta. En el quinto año del reinado del hijo de Salomón, Rehoboam (993 a. E.C.), Sisaq invadió Judá con una fuerza poderosa de carros, caballería e infantería, en la que figuraban soldados libios y etíopes; capturó muchas ciudades e incluso amenazó Jerusalén. Debido a la misericordia de Jehová, Jerusalén no fue devastada, pero Sisaq se llevó sus muchas riquezas. (1Re 14:25, 26; 2Cr 12:2-9.) Un relieve hallado en un muro de un templo en Karnak describe la campaña de Sisaq y enumera numerosas ciudades de Israel y Judá que fueron capturadas.
Es probable que Zérah el etíope, quien condujo sus tropas formadas por un millón de etíopes y libios contra el rey Asá de Judá (967 a. E.C.), iniciase su marcha desde Egipto. Sus fuerzas, reunidas en el valle de Zefata, al SO. de Jerusalén, sufrieron una derrota total. (2Cr 14:9-13; 16:8.)
Durante los siguientes dos siglos, Judá e Israel no sufrieron ningún ataque egipcio. Al parecer, por aquel entonces Egipto tenía considerables problemas internos, con ciertas dinastías que gobernaban simultáneamente. Mientras tanto, Asiria se convirtió en la potencia mundial dominante. Hosea, el último rey del reino de diez tribus de Israel (c. 758-740 a. E.C.), llegó a ser vasallo de Asiria, pero más tarde trató de romper el yugo asirio conspirando con el rey So de Egipto. El intento fracasó, y el reino norteño israelita pronto cayó ante Asiria. (2Re 17:4.)
Parece que entonces los nubioetíopes dominaban en Egipto, pues se cree que la XXV dinastía era etíope. Rabsaqué, el vociferante oficial del rey asirio Senaquerib, dijo a los habitantes de la ciudad de Jerusalén que confiar en la ayuda de Egipto era confiar en una “caña quebrantada”. (2Re 18:19-21, 24.) Al rey Tirhaqá de Etiopía, que entró en Canaán en ese tiempo (732 a. E.C.) y que distrajo temporalmente la atención de los asirios y sus fuerzas, se le suele relacionar con el gobernante etíope de Egipto: el faraón Taharka. (2Re 19:8-10.) La profecía que había pronunciado Isaías con anterioridad (7:18, 19) parece confirmarlo, pues dice que Jehová silbaría “a las moscas que están a la extremidad de los canales del Nilo de Egipto y a las abejas que están en la tierra de Asiria”, lo que resultaría en un choque entre las dos potencias en la tierra de Judá y sometería a ese país a una doble presión. El docto Franz Delitzsch observó a este respecto: “Los emblemas también corresponden a la naturaleza de los dos países: la mosca, al Egipto [pantanoso] con sus enjambres de insectos [...], y la abeja, a la Asiria más montañosa y boscosa”. (Commentary on the Old Testament, 1973, vol. 7, “Isaiah”, pág. 223.)
Sisaq (conocido como Sesonq I en los registros egipcios) fue un faraón de origen bereber de la tribu libia de los Mashauash, fundado una dinastía libia de Faraones (la dinastía XXII), con su capital en Bubastis, en la región oriental del delta. En el quinto año del reinado del hijo de Salomón, Rehoboam (993 a. E.C.), Sisaq invadió Judá con una fuerza poderosa de carros, caballería e infantería, en la que figuraban soldados libios y etíopes; capturó muchas ciudades e incluso amenazó Jerusalén. Debido a la misericordia de Jehová, Jerusalén no fue devastada, pero Sisaq se llevó sus muchas riquezas. (1Re 14:25, 26; 2Cr 12:2-9.) Un relieve hallado en un muro de un templo en Karnak describe la campaña de Sisaq y enumera numerosas ciudades de Israel y Judá que fueron capturadas.
Es probable que Zérah el etíope, quien condujo sus tropas formadas por un millón de etíopes y libios contra el rey Asá de Judá (967 a. E.C.), iniciase su marcha desde Egipto. Sus fuerzas, reunidas en el valle de Zefata, al SO. de Jerusalén, sufrieron una derrota total. (2Cr 14:9-13; 16:8.)
Durante los siguientes dos siglos, Judá e Israel no sufrieron ningún ataque egipcio. Al parecer, por aquel entonces Egipto tenía considerables problemas internos, con ciertas dinastías que gobernaban simultáneamente. Mientras tanto, Asiria se convirtió en la potencia mundial dominante. Hosea, el último rey del reino de diez tribus de Israel (c. 758-740 a. E.C.), llegó a ser vasallo de Asiria, pero más tarde trató de romper el yugo asirio conspirando con el rey So de Egipto. El intento fracasó, y el reino norteño israelita pronto cayó ante Asiria. (2Re 17:4.)
Parece que entonces los nubioetíopes dominaban en Egipto, pues se cree que la XXV dinastía era etíope. Rabsaqué, el vociferante oficial del rey asirio Senaquerib, dijo a los habitantes de la ciudad de Jerusalén que confiar en la ayuda de Egipto era confiar en una “caña quebrantada”. (2Re 18:19-21, 24.) Al rey Tirhaqá de Etiopía, que entró en Canaán en ese tiempo (732 a. E.C.) y que distrajo temporalmente la atención de los asirios y sus fuerzas, se le suele relacionar con el gobernante etíope de Egipto: el faraón Taharka. (2Re 19:8-10.) La profecía que había pronunciado Isaías con anterioridad (7:18, 19) parece confirmarlo, pues dice que Jehová silbaría “a las moscas que están a la extremidad de los canales del Nilo de Egipto y a las abejas que están en la tierra de Asiria”, lo que resultaría en un choque entre las dos potencias en la tierra de Judá y sometería a ese país a una doble presión. El docto Franz Delitzsch observó a este respecto: “Los emblemas también corresponden a la naturaleza de los dos países: la mosca, al Egipto [pantanoso] con sus enjambres de insectos [...], y la abeja, a la Asiria más montañosa y boscosa”. (Commentary on the Old Testament, 1973, vol. 7, “Isaiah”, pág. 223.)
El Faraón Taharka o Taharqo.
En su declaración formal contra Egipto, Isaías al parecer predice la inestable situación que existiría en Egipto durante la última parte del siglo VIII y la primera del siglo VII a. E.C. (Isa 19.) Dice que en Egipto habría guerra civil y desintegración, que guerrearía “ciudad contra ciudad, reino contra reino”. (Isa 19:2, 13, 14.) Los historiadores modernos tienen pruebas de que hubo dinastías contemporáneas que gobernaron en diferentes secciones del país en ese tiempo. La alabada “sabiduría” de Egipto, con sus ‘dioses que nada valen y encantadores’, no protegió a esta nación de ser entregada “en mano de un amo duro”. (Isa 19:3, 4.)
Invasión asiria. El rey asirio Esar-hadón (contemporáneo del rey judaíta Manasés [716-662 a. E.C.]) invadió Egipto, conquistó Menfis, en el Bajo Egipto, y envió a muchos al exilio. Al parecer el Faraón que gobernaba en ese tiempo todavía era Taharka (Tirhaqá).
Asurbanipal reanudó el ataque y saqueó la ciudad de Tebas (la bíblica No-amón), en el Alto Egipto, donde se encontraban las mayores riquezas de los templos de Egipto. De nuevo la Biblia señala la participación de etíopes, libios y otros pueblos africanos. (Na 3:8-10.)
Algún tiempo después se retiraron de Egipto las guarniciones asirias y el país empezó a recobrar algo de su anterior prosperidad y poder. Cuando Asiria cayó ante los medos y los babilonios, Egipto había obtenido suficiente fuerza (con el apoyo de tropas mercenarias) para acudir en ayuda del rey asirio. El Faraón (Nekoh II) condujo a las fuerzas egipcias, pero en el camino se enfrentó con el ejército judaíta del rey Josías en Meguidó y se vio obligado a entrar en una batalla que no deseaba, batalla que resultó en la derrota de Judá y la muerte de Josías. (2Re 23:29; 2Cr 35:20-24.) Tres meses más tarde (en 628 a. E.C.), Nekoh quitó del trono de Judá al hijo y sucesor de Josías, Jehoacaz, se lo llevó cautivo a Egipto y colocó en su lugar a su hermano Eliaquim (de sobrenombre Jehoiaquim). (2Re 23:31-35; 2Cr 36:1-4; compárese con Eze 19:1-4.) Judá se convirtió en tributaria de Egipto, pagando una cantidad inicial equivalente a 1.046.000 dólares (E.U.A.). Durante este período el profeta Uriya efectuó su vana huida a Egipto. (Jer 26:21-23.)
Estela de Nekoh II.
Derrotado por Nabucodonosor. No obstante, el intento de Egipto de restablecer su control en Siria y Palestina duró poco; se le sentenció a beber la copa amarga de la derrota, según la profecía que Jehová había pronunciado antes por medio de Jeremías (25:17-19). La caída de Egipto empezó con su derrota decisiva en Carquemis, junto al río Éufrates, ante los babilonios, mandados por el príncipe heredero Nabucodonosor, en el año 625 a. E.C. Se hace referencia a este acontecimiento en Jeremías 46:2-10, así como en una crónica de Babilonia.
Nabucodonosor, entonces rey de Babilonia, conquistó Siria y Palestina, y Judá se convirtió en un estado vasallo de Babilonia. (2Re 24:1.) Egipto intentó por última vez mantener su hegemonía en Asia. Una fuerza militar de Faraón (su nombre no se menciona en la Biblia) salió de Egipto en respuesta a la solicitud del rey Sedequías de recibir apoyo militar en su sublevación contra Babilonia en el año 609-607 a. E.C., lo que tan solo causó un levantamiento temporal del sitio babilonio, ya que se obligó a las tropas egipcias a retroceder y Jerusalén no escapó de la destrucción. (Jer 37:5-7; Eze 17:15-18.)
A pesar de las enérgicas advertencias de Jeremías (Jer 42:7-22), el resto de la población de Judá huyó a Egipto en busca de protección, y se unió a los judíos que ya estaban en ese país. (Jer 24:1, 8-10.) Los lugares donde residieron fueron: Tahpanhés, al parecer una ciudad fortificada de la región del delta (Jer 43:7-9), Migdol y Nof, otro posible nombre de Menfis, la capital primitiva del Bajo Egipto. (Jer 44:1; Eze 30:13.) Así pues, estos refugiados entonces hablaban el “lenguaje de Canaán” (seguramente el hebreo) en Egipto. (Isa 19:18.) De manera insensata, reanudaron en ese país las mismas prácticas idolátricas que habían ocasionado el juicio de Jehová sobre Judá. (Jer 44:2-25.) No obstante, el cumplimiento de las profecías de Jehová alcanzó a los refugiados israelitas cuando Nabucodonosor marchó contra Egipto y conquistó el país. (Jer 43:8-13; 46:13-26.)
Solo se ha hallado un texto babilonio, fechado en el año trigésimo séptimo de Nabucodonosor (588 a. E.C.), que mencione una campaña contra Egipto, aunque no se puede asegurar si se refiere a la conquista original o a una mera acción militar posterior. De todas formas, Nabucodonosor recibió la riqueza de Egipto como pago por el servicio militar que había prestado en la ejecución del juicio de Jehová contra Tiro, un opositor del pueblo de Dios. (Eze 29:18-20; 30:10-12.)
En Ezequiel 29:1-16 se predice que la desolación de Egipto duraría cuarenta años, lo que quizás haya sucedido después que Nabucodonosor conquistó este país. Los comentaristas que dicen que el reinado de Amasis II (Amosis II), sucesor de Hofrá, fue muy próspero durante más de cuarenta años, se basan sobre todo en el testimonio de Heródoto, quien visitó Egipto más de cien años después. No obstante, The Encyclopædia Britannica (1959, vol. 8, pág. 62) dice acerca de la historia de Heródoto sobre este período (el “período saíta”): “Sus declaraciones demuestran no ser del todo confiables cuando se examinan a la luz de las escasas pruebas autóctonas”. La obra Commentary, de F. C. Cook, hace notar que Heródoto ni siquiera menciona el ataque de Nabucodonosor contra Egipto, y después dice: “Es notorio que aunque Heródoto registró fielmente todo lo que oyó y vio en Egipto, dependía de los sacerdotes egipcios para su información acerca de la historia del pasado, cuyos relatos adoptó con credulidad ciega [...]. Todo el relato [de Heródoto] sobre Apries [Hofrá] y Amasis está tan lleno de incoherencias y leyendas que podemos rehusar aceptarlo como historia auténtica. No extraña en absoluto que los sacerdotes tratasen de disimular la deshonra nacional del sometimiento a un yugo extranjero” (nota B., pág. 132). Por lo tanto, aunque la historia seglar no aporta pruebas claras del cumplimiento de la profecía, podemos confiar en la exactitud del registro bíblico.
Bajo dominación persa. Posteriormente Egipto apoyó a Babilonia contra la ascendente potencia de Medo-Persia. Sin embargo, para el año 525 a. E.C., Cambises II, hijo de Ciro el Grande, subyugó el país, que así llegó a estar bajo la dominación imperial persa. (Isa 43:3.) Aunque muchos judíos abandonaron Egipto para regresar a su país natal (Isa 11:11-16; Os 11:11; Zac 10:10, 11), otros permanecieron en aquella tierra. Debido a este hecho, hubo una colonia judía en Elefantina (Yeb, en egipcio), isla del Nilo cercana a Asuán, a unos 690 Km. al S. de El Cairo. Un valioso hallazgo de papiros revela las condiciones existentes en ese lugar durante el siglo V a. E.C., cuando Esdras y Nehemías cumplían con su comisión en Jerusalén. Estos documentos, escritos en arameo, contienen el nombre de Sanbalat de Samaria (Ne 4:1, 2) y del sumo sacerdote Johanán. (Ne 12:22.) Es de interés una orden oficial emitida durante el reinado de Darío II (c. 423-405 a. E.C.) que mandaba que se celebrase en la colonia “la fiesta de las tortas no fermentadas”. (Éx 12:17; 13:3, 6, 7.) Asimismo, es notable el uso frecuente del nombre Yahu, una forma del nombre Jehová (o Yavé; compárese con Isa 19:18), aunque también hay considerables pruebas de la infiltración de la adoración pagana.
Bajo gobernación griega y romana. Egipto continuó bajo la gobernación persa hasta que Alejandro Magno conquistó el país en el año 332 a. E.C., supuestamente libertando a Egipto del yugo persa, pero terminando para siempre con la gobernación de Faraones nativos. El poderoso Egipto llegó a ser un “reino de condición humilde”. (Eze 29:14, 15.)
Durante el reinado de Alejandro se fundó la ciudad de Alejandría, y después de su muerte gobernaron el país los tolomeos. En el año 312 a. E.C., Tolomeo I capturó Jerusalén, de modo que Judá se convirtió en una provincia del Egipto tolemaico hasta el año 198 a. E.C. En ese año, tras una larga lucha con el Imperio seléucida de Siria, Egipto perdió al fin el control de Palestina cuando el rey sirio Antíoco III derrotó al ejército de Tolomeo V. Más tarde, Egipto llegó a estar gradualmente bajo la influencia de Roma. En el año 31 a. E.C., en la batalla decisiva de Accio, Cleopatra abandonó la flota de Antonio, su amante romano, quien fue derrotado por Octavio, el sobrino nieto de Julio César. Octavio procedió a conquistar Egipto en el año 30 a. E.C., y este país se convirtió en una provincia romana. A esta provincia romana huyeron José y María con Jesús para escapar del decreto asesino de Herodes, y de allí regresaron después de la muerte de este a fin de que se cumpliesen las palabras de Oseas: “De Egipto llamé a mi hijo”.
Algunas reconstrucciones faciales de egipcios antiguos:
Nebiri, un dignatario egipcio que vivió bajo el reinado del faraón de la decimoctava dinastía de Thutmoses III, entre 1479 y 1425 antes de nuestra era.
Reconstrucción del rostro de Amun-her-Khepeshef. (Foto: Discovery Channel)
Ramsés II.
Mientras fue potencia Egipto, también hubo otras potencias en otros lugares geográficos que gobernaban con cierta libertad debido a la lejanía, y aún potencias emergentes que peleaban con Egipto.
Mapa de la ubicación de las potencias Egipto, Asiria, Babilonia y Medopersia.
LA SEGUNDA POTENCIA MUNDIAL. ASIRIA (siglo VIII a. E. C-607 a. E. C).
Posibles habitantes en el mundo, año 1500 a. E. C: ¿30 millones a 50 millones?
En este tiempo, Nínive tendría unos 40.000 habitantes. Sin embargo casi en el final de su periodo como potencia tendría unos 120.000 habitantes. Babilonia tendría unos 47.000 habitantes, y unos 100.000 para el 650 a. E. C, Menfis y Tebas, 44.000 y 60.000 habitantes, respectivamente en el siglo IX a. E. C.
El nombre de esta tierra se derivó de Asur, hijo de Sem. (Gé 10:22.) Por lo tanto, parece que poco después del Diluvio sus primeros pobladores eran semitas. Sin embargo, pronto se fueron infiltrando otros, como Nemrod, nieto de Cam, que entró en Asiria y edificó a “Nínive y a Rehobot-Ir y a Cálah y a Resen entre Nínive y Cálah: esta es la gran ciudad”. (Gé 10:11, 12; compárese con Miq 5:6.) No se indica si la construcción de estas ciudades siguió a la de la Torre de Babel y a la posterior confusión de lenguas (Gé 11:1-9), si bien en ese capítulo ya se mencionan diversas lenguas. (Gé 10:5, 20, 31.) De todos modos, se deja claro que la construcción de la ciudad de Nínive, la capital de Asiria, se dirigió desde Babilonia, hecho con el que concuerda la historia seglar. En fechas posteriores, se dice que las tribus que descendieron de Ismael, hijo de Abrahán, llegaron en sus marchas nómadas hasta Asiria. (Gé 25:18.)
En el período aproximado de 1100-900 a. E.C. (que siguió al reinado de Tiglat-piléser I), Asiria vivió una época de decadencia, y a menudo se ha opinado que esta circunstancia favoreció la extensión de los límites de la nación de Israel durante el reinado de David (1077-1038 a. E.C.) y la posterior extensión de su influencia durante el reinado de Salomón (1037-998 a. E.C.). Por supuesto, tal expansión se debió principalmente al apoyo de Dios y no tanto al debilitamiento de Asiria. (2Sa 8, 10; 1Re 4:21-24.)
Asurnasirpal II y Salmanasar III. La amenaza asiria empezó a acercarse a Israel durante el reinado de Asurnasirpal II, célebre por sus despiadadas campañas bélicas y crueldades ya mencionadas. Según algunas inscripciones, cruzó el río Éufrates, invadió la zona septentrional de Siria y exigió tributo de las ciudades fenicias. Su sucesor, Salmanasar III, es el primer rey que registra haber tenido un contacto directo con el reino septentrional de Israel. Los registros asirios informan que Salmanasar avanzó hacia Qarqar, junto al río Orontes, donde luchó contra una coalición de reyes. Aquella batalla no tuvo resultados decisivos. El Obelisco Negro de Salmanasar, en Nimrud, registra que Jehú (c. 904-877 a. E.C.) le pagó tributo, y tiene un relieve que probablemente representa al emisario de Jehú entregando el tributo a dicho monarca asirio.
Salmanasar III.
Adad-nirari III y sus sucesores. Después de Samsi-adad V, sucesor de Salmanasar III, ascendió al trono asirio Adad-nirari III. Las inscripciones informan que atacó Damasco y recibió tributo de Jehoás de Samaria. Tal vez fue hacia mediados del siglo IX a. E.C. (c. 844) cuando se comisionó al profeta Jonás para que fuera a Nínive, la capital de Asiria. Como resultado de su advertencia de la inminente destrucción que les iba a sobrevenir, todos los habitantes de la ciudad, incluso el rey, se arrepintieron. (Jon 3:2-6.) Puede ser que por aquel entonces el rey de Asiria fuese Adad-nirari III, aunque esto no se sabe con certeza.
Según el registro histórico, entre los reyes que sucedieron a Adad-nirari III estuvieron sus hijos: Salmanasar IV, Asur-dan III y Asur-nirari V. Sin embargo, cabe destacar que en ese período la agresividad asiria estaba en decadencia.
Tiglat-piléser III. El primer rey asirio que se menciona por nombre en la Biblia es Tiglat-piléser III (2Re 15:29; 16:7, 10), también llamado “Pul” en 2 Reyes 15:19. Debido a que en 1 Crónicas 5:26 aparecen ambos nombres, en el pasado se pensó que se trataba de dos reyes distintos. Sin embargo, las listas de reyes babilonios y asirios dan ambos nombres a la misma persona. De modo que es posible que en un principio se conociera a este rey por el nombre de Pul y que al ascender al trono asirio, adoptara el nombre de Tiglat-piléser.
Durante el reinado de Menahem de Israel (c. 790-781 a. E.C.) Tiglat-piléser III invadió el territorio del reino septentrional. Menahem le pagó 1.000 talentos de plata (6.606.000 dólares [E.U.A.]) y así consiguió la retirada de los asirios. (2Re 15:19, 20.) Más tarde, el rey Péqah de Israel (c. 778-759 a. E.C.) se unió al rey Rezín de Siria para luchar contra el rey Acaz de Judá (761-746 a. E.C.). A pesar de que Isaías profetizó la segura desaparición de esta amenaza siro-israelita debido al poder del rey de Asiria (Isa 7:1-9, 16, 17; 8:3, 4), Acaz escogió el proceder insensato de enviar un soborno a Tiglat-piléser para que atacara a aquella coalición y así aliviase la presión bajo la que estaba Judá. El monarca asirio respondió capturando varias ciudades de la zona N. de Israel, así como las regiones de Galaad, Galilea y Neftalí. Tiglat-piléser había adoptado la táctica de deportar la población de las zonas conquistadas a otros lugares con el fin de reducir el riesgo de sublevaciones, y lo mismo hizo en esta ocasión con algunos israelitas. (1Cr 5:6, 26.) Además, Judá quedó entonces subordinado a Asiria, por lo que el rey Acaz viajó a Damasco, que también había caído ante los asirios, para rendir homenaje a Tiglat-piléser. (2Re 15:29; 16:5-10, 18; 2Cr 28:16, 20, 21; compárese con Isa 7:17-20.)
Salmanasar V. Salmanasar V sucedió a Tiglat-piléser III. Hosea (c. 758-740 a. E.C.), usurpador del trono de Israel, al principio se sometió a la exacción de tributo impuesta por Asiria, pero después conspiró con Egipto para liberar a Israel del yugo asirio. Ante esto, Salmanasar dio comienzo a un sitio de tres años de la ciudad de Samaria, que terminó con la caída de dicha ciudad (740 a. E.C.) y el exilio de Israel. (2Re 17:1-6; 18:9-11; Os 7:11; 8:7-10.) Según la mayoría de las obras de consulta, Salmanasar murió antes de finalizar la conquista de Samaria, y la ciudad cayó ante Sargón II.
Sargón II. Los registros de Sargón hablan de la deportación de 27.290 israelitas a diferentes lugares del Alto Éufrates y Media. También se narra la campaña contra Filistea, en la que conquistó Gad, Asdod y Asdudimmu. Fue para el tiempo de esta campaña cuando se le dijo al profeta Isaías que advirtiese al pueblo de la futilidad de confiar en Egipto o Etiopía como protección contra el agresor asirio. (Isa 20:1-6.) Al parecer, durante el reinado de Sargón, por primera vez se llevó gente de Babilonia y Siria para repoblar Samaria, y después ese rey asirio hizo volver del exilio a un sacerdote israelita para que instruyera a estas personas en “la religión del Dios del país”. (2Re 17:24-28).
En el período aproximado de 1100-900 a. E.C. (que siguió al reinado de Tiglat-piléser I), Asiria vivió una época de decadencia, y a menudo se ha opinado que esta circunstancia favoreció la extensión de los límites de la nación de Israel durante el reinado de David (1077-1038 a. E.C.) y la posterior extensión de su influencia durante el reinado de Salomón (1037-998 a. E.C.). Por supuesto, tal expansión se debió principalmente al apoyo de Dios y no tanto al debilitamiento de Asiria. (2Sa 8, 10; 1Re 4:21-24.)
Asurnasirpal II y Salmanasar III. La amenaza asiria empezó a acercarse a Israel durante el reinado de Asurnasirpal II, célebre por sus despiadadas campañas bélicas y crueldades ya mencionadas. Según algunas inscripciones, cruzó el río Éufrates, invadió la zona septentrional de Siria y exigió tributo de las ciudades fenicias. Su sucesor, Salmanasar III, es el primer rey que registra haber tenido un contacto directo con el reino septentrional de Israel. Los registros asirios informan que Salmanasar avanzó hacia Qarqar, junto al río Orontes, donde luchó contra una coalición de reyes. Aquella batalla no tuvo resultados decisivos. El Obelisco Negro de Salmanasar, en Nimrud, registra que Jehú (c. 904-877 a. E.C.) le pagó tributo, y tiene un relieve que probablemente representa al emisario de Jehú entregando el tributo a dicho monarca asirio.
Salmanasar III.
Adad-nirari III y sus sucesores. Después de Samsi-adad V, sucesor de Salmanasar III, ascendió al trono asirio Adad-nirari III. Las inscripciones informan que atacó Damasco y recibió tributo de Jehoás de Samaria. Tal vez fue hacia mediados del siglo IX a. E.C. (c. 844) cuando se comisionó al profeta Jonás para que fuera a Nínive, la capital de Asiria. Como resultado de su advertencia de la inminente destrucción que les iba a sobrevenir, todos los habitantes de la ciudad, incluso el rey, se arrepintieron. (Jon 3:2-6.) Puede ser que por aquel entonces el rey de Asiria fuese Adad-nirari III, aunque esto no se sabe con certeza.
Según el registro histórico, entre los reyes que sucedieron a Adad-nirari III estuvieron sus hijos: Salmanasar IV, Asur-dan III y Asur-nirari V. Sin embargo, cabe destacar que en ese período la agresividad asiria estaba en decadencia.
Tiglat-piléser III. El primer rey asirio que se menciona por nombre en la Biblia es Tiglat-piléser III (2Re 15:29; 16:7, 10), también llamado “Pul” en 2 Reyes 15:19. Debido a que en 1 Crónicas 5:26 aparecen ambos nombres, en el pasado se pensó que se trataba de dos reyes distintos. Sin embargo, las listas de reyes babilonios y asirios dan ambos nombres a la misma persona. De modo que es posible que en un principio se conociera a este rey por el nombre de Pul y que al ascender al trono asirio, adoptara el nombre de Tiglat-piléser.
Durante el reinado de Menahem de Israel (c. 790-781 a. E.C.) Tiglat-piléser III invadió el territorio del reino septentrional. Menahem le pagó 1.000 talentos de plata (6.606.000 dólares [E.U.A.]) y así consiguió la retirada de los asirios. (2Re 15:19, 20.) Más tarde, el rey Péqah de Israel (c. 778-759 a. E.C.) se unió al rey Rezín de Siria para luchar contra el rey Acaz de Judá (761-746 a. E.C.). A pesar de que Isaías profetizó la segura desaparición de esta amenaza siro-israelita debido al poder del rey de Asiria (Isa 7:1-9, 16, 17; 8:3, 4), Acaz escogió el proceder insensato de enviar un soborno a Tiglat-piléser para que atacara a aquella coalición y así aliviase la presión bajo la que estaba Judá. El monarca asirio respondió capturando varias ciudades de la zona N. de Israel, así como las regiones de Galaad, Galilea y Neftalí. Tiglat-piléser había adoptado la táctica de deportar la población de las zonas conquistadas a otros lugares con el fin de reducir el riesgo de sublevaciones, y lo mismo hizo en esta ocasión con algunos israelitas. (1Cr 5:6, 26.) Además, Judá quedó entonces subordinado a Asiria, por lo que el rey Acaz viajó a Damasco, que también había caído ante los asirios, para rendir homenaje a Tiglat-piléser. (2Re 15:29; 16:5-10, 18; 2Cr 28:16, 20, 21; compárese con Isa 7:17-20.)
Salmanasar V. Salmanasar V sucedió a Tiglat-piléser III. Hosea (c. 758-740 a. E.C.), usurpador del trono de Israel, al principio se sometió a la exacción de tributo impuesta por Asiria, pero después conspiró con Egipto para liberar a Israel del yugo asirio. Ante esto, Salmanasar dio comienzo a un sitio de tres años de la ciudad de Samaria, que terminó con la caída de dicha ciudad (740 a. E.C.) y el exilio de Israel. (2Re 17:1-6; 18:9-11; Os 7:11; 8:7-10.) Según la mayoría de las obras de consulta, Salmanasar murió antes de finalizar la conquista de Samaria, y la ciudad cayó ante Sargón II.
Sargón II. Los registros de Sargón hablan de la deportación de 27.290 israelitas a diferentes lugares del Alto Éufrates y Media. También se narra la campaña contra Filistea, en la que conquistó Gad, Asdod y Asdudimmu. Fue para el tiempo de esta campaña cuando se le dijo al profeta Isaías que advirtiese al pueblo de la futilidad de confiar en Egipto o Etiopía como protección contra el agresor asirio. (Isa 20:1-6.) Al parecer, durante el reinado de Sargón, por primera vez se llevó gente de Babilonia y Siria para repoblar Samaria, y después ese rey asirio hizo volver del exilio a un sacerdote israelita para que instruyera a estas personas en “la religión del Dios del país”. (2Re 17:24-28).
Sargón II.
Senaquerib. Senaquerib, el hijo de Sargón II, atacó al reino de Judá durante el decimocuarto año del reinado de Ezequías (732 a. E.C.). (2Re 18:13; Isa 36:1.) Este se rebeló contra el yugo asirio —yugo que había resultado de la maniobra de su padre Acaz (2Re 18:7)—, a lo que Senaquerib reaccionó invadiendo todo Judá y conquistando 46 ciudades. (Compárese con Isa 36:1, 2.) Después, desde su campamento de Lakís, exigió que Ezequías pagase un tributo de 30 talentos de oro (c. 11.560.000 dólares [E.U.A.]) y 300 talentos de plata (c. 1.982.000 dólares [E.U.A.]). (2Re 18:14-16; 2Cr 32:1; compárese con Isa 8:5-8.) Aunque las cantidades exigidas se pagaron, Senaquerib envió a sus voceros para conminar a Jerusalén a rendirse sin condiciones. (2Re 18:17–19:34; 2Cr 32:2-20.) Sin embargo, Jehová mató a 185.000 soldados en una sola noche, y de ese modo obligó al jactancioso rey asirio a retirarse y volver a Nínive. (2Re 19:35, 36.) Allí lo asesinaron más tarde dos de sus hijos, y otro de sus hijos, Esar-hadón, lo reemplazó en el trono. (2Re 19:37; 2Cr 32:21, 22; Isa 37:36-38.) Estos acontecimientos, con la excepción de la aniquilación de las tropas asirias, también están registrados en el Prisma de Senaquerib y en un prisma de Esar-hadón.
Senaquerib. Senaquerib, el hijo de Sargón II, atacó al reino de Judá durante el decimocuarto año del reinado de Ezequías (732 a. E.C.). (2Re 18:13; Isa 36:1.) Este se rebeló contra el yugo asirio —yugo que había resultado de la maniobra de su padre Acaz (2Re 18:7)—, a lo que Senaquerib reaccionó invadiendo todo Judá y conquistando 46 ciudades. (Compárese con Isa 36:1, 2.) Después, desde su campamento de Lakís, exigió que Ezequías pagase un tributo de 30 talentos de oro (c. 11.560.000 dólares [E.U.A.]) y 300 talentos de plata (c. 1.982.000 dólares [E.U.A.]). (2Re 18:14-16; 2Cr 32:1; compárese con Isa 8:5-8.) Aunque las cantidades exigidas se pagaron, Senaquerib envió a sus voceros para conminar a Jerusalén a rendirse sin condiciones. (2Re 18:17–19:34; 2Cr 32:2-20.) Sin embargo, Jehová mató a 185.000 soldados en una sola noche, y de ese modo obligó al jactancioso rey asirio a retirarse y volver a Nínive. (2Re 19:35, 36.) Allí lo asesinaron más tarde dos de sus hijos, y otro de sus hijos, Esar-hadón, lo reemplazó en el trono. (2Re 19:37; 2Cr 32:21, 22; Isa 37:36-38.) Estos acontecimientos, con la excepción de la aniquilación de las tropas asirias, también están registrados en el Prisma de Senaquerib y en un prisma de Esar-hadón.
Senaquerib.
Esar-Hadón. Durante el reinado de Manasés (716-662 a. E.C.), Jehová permitió que los jefes del ejército asirio se llevaran cautivo a este rey judaíta a Babilonia, para aquel entonces bajo el control asirio. (2Cr 33:11.) Hay quien cree que se deportó a Manasés para el tiempo de la victoriosa campaña de Esar-hadón contra Egipto. Sea como sea, en algunas inscripciones se menciona a Menasi (Manasés) de Judá entre los que pagaban tributo a Esar-hadón. Más tarde Manasés fue devuelto a Jerusalén. (2Cr 33:10-13.) Según Esdras 4:2, parece que el intercambio de población entre el reino septentrional de Israel y otros lugares todavía continuaba en los días de Esar-hadón, lo que puede explicar el período de “sesenta y cinco años” mencionado en la profecía de Isaías 7:8.
Asurbanipal. Antes de su muerte, Esar-hadón había nombrado príncipe heredero de Asiria a su hijo Asurbanipal, y a su otro hijo, Shamash-shum-ukin, heredero del trono de Babilonia. Más tarde, Shamash-shum-ukin se rebeló contra su hermano, pero Asurbanipal aplastó la rebelión y saqueó la ciudad de Babilonia.
Asurbanipal fue quien consiguió la mayor expansión del imperio. Reprimió una sublevación de Egipto y saqueó la ciudad de Tebas (No-amón). Para entonces los límites del Imperio asirio abarcaban las regiones de Elam y parte de Media, y se extendían hasta Ararat; por el O. llegaban hasta Cilicia, en Asia Menor, y de ahí, hasta Egipto y luego Arabia, pasando por Siria e Israel (pero no por Jerusalén), hasta Babilonia. Al parecer “el grande y honorable Asnapar” mencionado en Esdras 4:10 es el mismo Asurbanipal.
Esar-Hadón. Durante el reinado de Manasés (716-662 a. E.C.), Jehová permitió que los jefes del ejército asirio se llevaran cautivo a este rey judaíta a Babilonia, para aquel entonces bajo el control asirio. (2Cr 33:11.) Hay quien cree que se deportó a Manasés para el tiempo de la victoriosa campaña de Esar-hadón contra Egipto. Sea como sea, en algunas inscripciones se menciona a Menasi (Manasés) de Judá entre los que pagaban tributo a Esar-hadón. Más tarde Manasés fue devuelto a Jerusalén. (2Cr 33:10-13.) Según Esdras 4:2, parece que el intercambio de población entre el reino septentrional de Israel y otros lugares todavía continuaba en los días de Esar-hadón, lo que puede explicar el período de “sesenta y cinco años” mencionado en la profecía de Isaías 7:8.
Asurbanipal. Antes de su muerte, Esar-hadón había nombrado príncipe heredero de Asiria a su hijo Asurbanipal, y a su otro hijo, Shamash-shum-ukin, heredero del trono de Babilonia. Más tarde, Shamash-shum-ukin se rebeló contra su hermano, pero Asurbanipal aplastó la rebelión y saqueó la ciudad de Babilonia.
Asurbanipal fue quien consiguió la mayor expansión del imperio. Reprimió una sublevación de Egipto y saqueó la ciudad de Tebas (No-amón). Para entonces los límites del Imperio asirio abarcaban las regiones de Elam y parte de Media, y se extendían hasta Ararat; por el O. llegaban hasta Cilicia, en Asia Menor, y de ahí, hasta Egipto y luego Arabia, pasando por Siria e Israel (pero no por Jerusalén), hasta Babilonia. Al parecer “el grande y honorable Asnapar” mencionado en Esdras 4:10 es el mismo Asurbanipal.
Asurbanipal.
La caída del imperio. La Crónica de Babilonia (B. M. [Museo Británico] 21901) relata la caída de Nínive, capital de Asiria, después del sitio al que la sometió el rey babilonio Nabopolasar, con el apoyo de Ciaxares el medo, en el año decimocuarto de su reinado (632 a. E.C.). Esta dice: “La ciudad [convirtieron] en montes de ruinas y cúmu[los (de restos)]”. (La Sabiduría del Antiguo Oriente, edición de J. B. Pritchard, 1966, pág. 239.) De esta manera llegó a un fin ignominioso el cruel gobierno asirio. (Isa 10:12, 24-26; 23:13; 30:30-33; 31:8, 9; Na 3:1-19; Sof 2:13.)
Según esta misma crónica, en el año decimocuarto de Nabopolasar (632 a. E.C.), Asur-uballit II intentó perpetuar el dominio asirio, con la ciudad de Harán como capital de su reino. Respecto al decimoséptimo año (629 a. E.C.) de Nabopolasar, dice: “En el mes Duʼuzu, Asur-uballit, rey de Asiria, (y) un gran [ejército de] E[gip]to [que había venido en su ayuda] cruzó el río (Éufrates) y [marchó a] la conquista de Harán”. (Ancient Near Eastern Texts, edición de J. B. Pritchard, 1974, pág. 305.) De hecho, lo que este pasaje narra es el intento de Asur-uballit de reconquistar Harán, pues con anterioridad se le había hecho huir de la ciudad. Esta referencia concuerda con las palabras sobre el faraón Nekoh —cuya intervención le costó la vida al rey Josías de Judá (c. 629 a. E.C.)— que se hallan en 2 Reyes 23:29, donde dice que “Faraón Nekoh el rey de Egipto subió al rey de Asiria junto al río Éufrates”, seguramente con el fin de ayudarle. Este “rey de Asiria” bien pudo haber sido Asur-uballit II. Sin embargo, la campaña militar contra Harán fracasó: el Imperio asirio había llegado a su fin.
La caída del imperio. La Crónica de Babilonia (B. M. [Museo Británico] 21901) relata la caída de Nínive, capital de Asiria, después del sitio al que la sometió el rey babilonio Nabopolasar, con el apoyo de Ciaxares el medo, en el año decimocuarto de su reinado (632 a. E.C.). Esta dice: “La ciudad [convirtieron] en montes de ruinas y cúmu[los (de restos)]”. (La Sabiduría del Antiguo Oriente, edición de J. B. Pritchard, 1966, pág. 239.) De esta manera llegó a un fin ignominioso el cruel gobierno asirio. (Isa 10:12, 24-26; 23:13; 30:30-33; 31:8, 9; Na 3:1-19; Sof 2:13.)
Según esta misma crónica, en el año decimocuarto de Nabopolasar (632 a. E.C.), Asur-uballit II intentó perpetuar el dominio asirio, con la ciudad de Harán como capital de su reino. Respecto al decimoséptimo año (629 a. E.C.) de Nabopolasar, dice: “En el mes Duʼuzu, Asur-uballit, rey de Asiria, (y) un gran [ejército de] E[gip]to [que había venido en su ayuda] cruzó el río (Éufrates) y [marchó a] la conquista de Harán”. (Ancient Near Eastern Texts, edición de J. B. Pritchard, 1974, pág. 305.) De hecho, lo que este pasaje narra es el intento de Asur-uballit de reconquistar Harán, pues con anterioridad se le había hecho huir de la ciudad. Esta referencia concuerda con las palabras sobre el faraón Nekoh —cuya intervención le costó la vida al rey Josías de Judá (c. 629 a. E.C.)— que se hallan en 2 Reyes 23:29, donde dice que “Faraón Nekoh el rey de Egipto subió al rey de Asiria junto al río Éufrates”, seguramente con el fin de ayudarle. Este “rey de Asiria” bien pudo haber sido Asur-uballit II. Sin embargo, la campaña militar contra Harán fracasó: el Imperio asirio había llegado a su fin.
El título “rey de Asiria” se aplicó al rey persa (Darío Histaspes) que dominaba Asiria al tiempo de la reconstrucción del templo de Jerusalén (terminado en 515 a. E.C.).
LA TERCERA POTENCIA MUNDIAL. BABILONIA (607-539 a. E C).
Posibles habitantes en el mundo, año 1000: ¿50 millones a 80 millones?
Nemrod, que vivió a finales del III milenio a. E.C., fundó Babilonia como la capital del primer imperio político de la humanidad. Sin embargo, su construcción se detuvo al confundirse el lenguaje. (Gé 11:9.) Posteriores generaciones se sucedieron en la construcción de la ciudad. Hammurabi la agrandó y reforzó, y la convirtió en la capital del Imperio babilonio semita.
A partir del siglo XVIII a. C. Anatolia vio surgir el imperio hitita, que tenía su capital en el norte de la península, en Hattusa. Hacia el siglo XIV a. C. llegó a su clímax, abarcando todo el centro anatólico, el sudoeste de Siria hasta Ugarit y la alta Mesopotamia. Simultáneamente, las confederaciones de Arzawa y Assuwa reunieron, respectivamente, a una serie de reinos anatólicos del sur y del oeste que, a lo largo de todo el período, unas veces se enfrentaron y otras fueron reducidos a vasallaje por los hititas. A su vez, Mitani fue un estado que ocupó el sudeste de Anatolia y el norte de Siria entre el 1500-1300 a. C., estableciendo alianzas alternativas con sus principales rivales, Egipto y los hititas, aunque fue sometido a vasallaje finalmente por los asirios.
El Mediterráneo oriental se convirtió en una importante vía de comunicación y comercio entre Anatolia, Siria-Palestina, Egipto y el mar Egeo. Así lo atestiguan la relevancia de ciudades costeras como Ugarit o Biblos y pecios como los de Ulum Burum y Gelidonya (sur de la actual Turquía), datados hacia el Bronce final. La primera embarcación, de 17 m de longitud, contenía varias toneladas de lingotes metálicos y en la segunda, de 10 m, se halló cerca de una tonelada de lingotes, productos ya acabados como hachas o punzones y abundantes herramientas de herrero, lo que hace suponer que se trataba de una especie de taller flotante.
1531 a. C-El gobierno de los sucesores de Hammurabi en el imperio babilónico acabó por un ataque fugaz de los hititas, que saquearon la ciudad de Babilonia hacia el 1531 a. C. Sin embargo, fueron los casitas los que finalmente conquistaron Babilonia y gobernaron Mesopotamia durante 400 años adoptando la cultura babilónica y las leyes del código de Hammurabi.
Fueron los casitas, un pueblo de origen incierto que llegó a constituir la dinastía reinante en Babilonia (o Karduniash, como ellos la llamaban), desde aproximadamente 1531 a. n. e (1595 a. n. e. según la cronología media) hasta el año 1155 a. n. e. (cronología corta), en que fueron derrocados por los elamitas. Su conquista de la vieja Babilonia de Hammurabi y el territorio mesopotámico con sus diferentes ciudades-estado dio lugar a lo que se podría llamar el Estado territorial de Babilonia en la mitad sur de Mesopotamia, cuya rivalidad con el Estado de la mitad norte, Asiria, configurará el futuro de la región.
Para el 607 a. n. e. la ciudad de Babilonia tendría unos 200.000 habitantes.
Durante la hegemonía de la potencia mundial asiria, Babilonia figuró en diversas luchas y revueltas. Luego, con la decadencia de este segundo imperio mundial, Nabopolasar fundó una nueva dinastía caldea en Babilonia alrededor de 645 a. E.C. Su hijo Nabucodonosor II concluyó la restauración de la ciudad y la llevó a su máxima gloria, por lo que se jactaba diciendo: “¿No es esta Babilonia la Grande, la cual yo mismo he construido?”. (Da 4:30.)
Durante la hegemonía de la potencia mundial asiria, Babilonia figuró en diversas luchas y revueltas. Luego, con la decadencia de este segundo imperio mundial, Nabopolasar fundó una nueva dinastía caldea en Babilonia alrededor de 645 a. E.C. Su hijo Nabucodonosor II concluyó la restauración de la ciudad y la llevó a su máxima gloria, por lo que se jactaba diciendo: “¿No es esta Babilonia la Grande, la cual yo mismo he construido?”. (Da 4:30.)
El vacío de poder fue ocupado rápidamente por Nabopolasar, quien, luego de exitosas campañas contra las posiciones asirias en ciudades como Nippur o Uruk, fue coronado rey de Babilonia en el 626 a. C. A pesar de ello, se cree que Assur-etil-ilani y Sin-shar-ishkun, sucesivos reyes de Asiria, mantuvieron por un tiempo en su poder buena parte de Babilonia.
En este primer período la guerra se desarrolló en el territorio de Babilonia, lo que llevó a la destrucción de templos y el saqueo de ciudades. Después del 623 a. C. las crónicas nos presentan una laguna de siete años, pero en el 616 a. C. se ve a Nabopolasar mucho más afianzado y adoptando una posición ofensiva. El ejército babilonio sometió varias ciudades del Éufrates medio, alcanzando Suhu e Hindanu (al sur de Harrán), y regresando con un lucrativo botín. En el año 615 a. C., Nabopolasar remontó el curso del Tigris hasta sitiar Assur, pero fue rechazado. Por entonces los asirios ya eran apoyados por las fuerzas egipcias de Psamético I, el cual era independiente de Asiria desde el 654 a. C.
En su año de ascensión (626 a. C.), Nabopolasar había devuelto estatuas divinas a la ciudad elamita de Susa, tratando de ganarse el favor de Elam, tradicional aliado de los líderes caldeos. Elam se encontraba por entonces en plena decadencia, pero su rol sería ocupado por los emergentes medos (llamados umman-manda en las Crónicas de Babilonia). Tras repetidos ataques sobre Asiria, la ciudad de Asur cayó en manos de los medos en el 614 a. C. Nabopolasar llegó a Assur unos días más tarde, pactando allí mismo una alianza con el rey medo Ciáxares, la cual fue, según informes tardíos (Beroso), confirmada por el matrimonio de Nabucodonosor, heredero de Babilonia, con una princesa meda. En el 612 a. C. los medos y los babilonios atacaron la ciudad de Nínive, devastando y saqueando la gran capital asiria. Sin-shar-ishkun, el rey asirio, pudo haber perecido durante la destrucción de Nínive.
Con el apoyo egipcio, un nuevo rey, Assur-uballit II, formó un último foco de resistencia en Harrán, ciudad que cayó en el año 609 a. C. En los años siguientes las campañas de Nabopolasar se concentraron en las fronteras de Urartu, donde se especula que se habría refugiado Assur-uballit. Durante los futuros encuentros con los egipcios en el Alto Éufrates, el ejército de Babilonia fue comandado por Nabucodonosor. Nabopolasar, enfermo y probablemente a una edad avanzada, murió en Babilonia el 15 o 16 de agosto de 605 a. C.
Las campañas de Nabopolasar lograron el establecimiento de la hegemonía babilonia sobre los valles del Tigris y el Éufrates, y sentaron la base para la futura expansión sobre Siria y el Levante.
Asiria perdió su entidad política, y sus grandes ciudades fueron saqueadas. No se sabe mucho sobre lo que sucedió en Asiria después de la conquista, aunque se cree que fue repartida entre Babilonia y los medos. En otras áreas, como Hindanu o Rasapu en el Éufrates, Nabopolasar aplicó la deportación masiva, sentando un precedente que sería seguido por su hijo Nabucodonosor. Reinó entre el año 604 a. n.e. y el 562 a. n. e.
Es conocido por la conquista de Judá y Jerusalén, y por su monumental actividad constructora en Babilonia, como los famosos Jardines Colgantes de Babilonia. Ha sido tradicionalmente llamado Nabucodonosor el Grande, pero la destrucción del Templo de Jerusalén y la conquista de Judá le granjearon una mala imagen en las tradiciones judías y en la Biblia, al contrario de lo que sucede en el Irak contemporáneo, donde es glorificado como un líder histórico. Según Beroso, contrajo matrimonio con la hija de Ciáxares, por lo que las dinastías de los Medos y los Babilonios se unieron.
Necao II, rey de Egipto, obtuvo una victoria ante los Asirios en Megido. Nabopolasar estaba decidido en reconquistar de Necao las provincias del oeste de Siria, y para este fin mandó a su hijo junto a un poderoso ejército en dirección al oeste. En la batalla de Karkemish en el año 605 a. C., el ejército egipcio fue derrotado y Siria y Fenicia cayeron bajo el dominio de Babilonia. Nabopolasar murió el 15 de agosto del 605 a. C. y Nabucodonosor regresó a Babilonia para ascender al trono.
Después de vencer a los Cimerios y Escitas, todas las expediciones de Nabucodonosor estuvieron dirigidas hacia el oeste, aunque un poderoso vecino, los medos, estaba ubicado en el norte. El matrimonio de Nabucodonosor con Amuhia, hija del rey de los medos, aseguró la paz entre los dos imperios.
Nabucodonosor llevó a cabo varias campañas sobre Siria y Judá. Un intento de invasión a Egipto en 601 a. C. tuvo algunos contratiempos, causados por diversas rebeliones en el área del Levante, incluyendo Judá. Nabucodonosor terminó con las rebeliones, capturando a Jerusalén en el 597 a. C., y llevando al rey Jeconías a Babilonia. Cuando el faraón Apries intentó nuevamente una invasión a Canaán, el 589 a. C., Judá y otros estados de la región se rebelaron. Un segundo asedio de Jerusalén ocurrió en 587 a. C./586 a. C., finalizando con la destrucción del templo y la ciudad, así como con la deportación de muchos ciudadanos a Babilonia. Estos hechos se describen en los libros bíblicos de Reyes, Jeremías y Crónicas. Después de la destrucción de Jerusalén, Nabucodonosor sostuvo un asedio sobre Tiro (585 a. C.-572 a. C.), que terminó con un compromiso, donde la ciudad aceptaba la autoridad de Babilonia.
Completando la subyugación de Fenicia, y luego de atormentar Egipto, Nabucodonosor se dedicó a adornar la ciudad de Babilonia, construir canales, acueductos y reservas.
Después de su muerte en octubre de 562 a. C., tras un reinado 43 años, le sucedió su hijo Evilmerodac, quien, después de reinar dos años, fue sucedido por Nebuzaradam (560 a. C.-556 a. C.), a quien prosiguió el corto reinado de Labashi-Marduk, quien fue luego sucedido por Nabonido (556 a. C.-539 a. C.), al final de estos reinados (menos de un cuarto de siglo después de la muerte de Nabucodonosor).
La ciudad mantuvo este esplendor como capital de la tercera potencia mundial hasta la noche del 5 de octubre de 539 a. E.C. (calendario gregoriano), cuando cayó ante las fuerzas invasoras medopersas bajo el mando de Ciro el Grande.
Aquella noche decisiva Belsasar celebró en Babilonia un banquete para mil de sus grandes. Nabonido no estaba allí para ver la portentosa escritura que apareció sobre la pared: “MENÉ, MENÉ, TEQUEL y PARSÍN”. (Da 5:5-28.) Tras una derrota sufrida a manos de los persas, Nabonido se había refugiado en la ciudad de Borsippa, al SO. de la capital. Pero Daniel, el profeta de Jehová, estaba en Babilonia aquella noche del 5 de octubre de 539 a. E.C., e interpretó el significado de lo que se había escrito en la pared. Los hombres del ejército de Ciro no dormían en su campamento, levantado alrededor de los inexpugnables muros de la ciudad. Para ellos era una noche de actividad incesante. Siguiendo una brillante estrategia, los ingenieros del ejército de Ciro desviaron el caudaloso río Éufrates, que cruzaba la ciudad de Babilonia. Una vez conseguido esto, los persas avanzaron por el lecho del río y tomaron la ciudad por sorpresa, entrando en ella a través de las puertas que había en el muelle. Corrieron rápidamente por sus calles, matando a todo el que ofrecía resistencia, capturaron el palacio y dieron muerte a Belsasar. Todo había terminado. Babilonia había caído en una sola noche, un acontecimiento que señalaba el fin de siglos de supremacía semita. Babilonia pasó a poder de los arios, y así se cumplió la palabra profética de Jehová. (Isa 44:27; 45:1, 2; Jer 50:38; 51:30-32)
A partir de esa fecha memorable, 539 a. E.C., Babilonia fue decayendo y su gloria se desvaneció. En dos ocasiones se rebeló contra el emperador persa Darío I Histaspes, y en la segunda de ellas fue demolida. La ciudad, restaurada parcialmente, se rebeló contra Jerjes I y fue saqueada.
Aquella noche decisiva Belsasar celebró en Babilonia un banquete para mil de sus grandes. Nabonido no estaba allí para ver la portentosa escritura que apareció sobre la pared: “MENÉ, MENÉ, TEQUEL y PARSÍN”. (Da 5:5-28.) Tras una derrota sufrida a manos de los persas, Nabonido se había refugiado en la ciudad de Borsippa, al SO. de la capital. Pero Daniel, el profeta de Jehová, estaba en Babilonia aquella noche del 5 de octubre de 539 a. E.C., e interpretó el significado de lo que se había escrito en la pared. Los hombres del ejército de Ciro no dormían en su campamento, levantado alrededor de los inexpugnables muros de la ciudad. Para ellos era una noche de actividad incesante. Siguiendo una brillante estrategia, los ingenieros del ejército de Ciro desviaron el caudaloso río Éufrates, que cruzaba la ciudad de Babilonia. Una vez conseguido esto, los persas avanzaron por el lecho del río y tomaron la ciudad por sorpresa, entrando en ella a través de las puertas que había en el muelle. Corrieron rápidamente por sus calles, matando a todo el que ofrecía resistencia, capturaron el palacio y dieron muerte a Belsasar. Todo había terminado. Babilonia había caído en una sola noche, un acontecimiento que señalaba el fin de siglos de supremacía semita. Babilonia pasó a poder de los arios, y así se cumplió la palabra profética de Jehová. (Isa 44:27; 45:1, 2; Jer 50:38; 51:30-32)
A partir de esa fecha memorable, 539 a. E.C., Babilonia fue decayendo y su gloria se desvaneció. En dos ocasiones se rebeló contra el emperador persa Darío I Histaspes, y en la segunda de ellas fue demolida. La ciudad, restaurada parcialmente, se rebeló contra Jerjes I y fue saqueada.
Alejandro Magno pretendió hacer de ella su capital, pero murió de repente en 323 a. E.C. Nicátor la conquistó en 312 a. E.C. y transportó una gran parte de sus materiales a las orillas del Tigris con el fin de usarlos en la construcción de Seleucia, su nueva capital. Sin embargo, en tiempos cristianos primitivos aún existía la ciudad, que a la sazón contaba con una colonia de judíos, por lo que el apóstol Pedro decidió visitarla, como indica en una de sus cartas. (1Pe 5:13.) Las inscripciones allí encontradas muestran que el templo babilonio de Bel subsistía en el año 75 E.C. No obstante, para el siglo IV E.C., la ciudad estaba en ruinas y con el tiempo dejó de existir. Se había convertido en nada más que “montones de piedras”. (Jer 51:37.)
Hoy no queda nada de Babilonia, excepto montículos y ruinas, un verdadero yermo desolado. El libro Archaeology and Old Testament Study dice: “Estas vastas ruinas, de las que solo se ha excavado una pequeña parte, pese al trabajo de Koldewey, han sido saqueadas extensamente durante los pasados siglos con el fin de conseguir materiales de construcción. En parte como consecuencia de lo antedicho, la apariencia de casi toda la superficie es ahora de un desorden tan caótico que evoca con fuerza la profecía de Isa. XIII. 19-22 y Jer. I. 39 y ss., y la impresión de desolación se ve acusada por la aridez que caracteriza el paraje donde se hallan las ruinas” (edición de D. W. Thomas, Oxford, 1967, pág. 41).
LA CUARTA POTENCIA MUNDIAL. MEDOPERSIA (539-331 a. E. C).
Posibles habitantes en el mundo, año 800 a. E. C: ¿80 millones a 100 millones?
Los medos apenas dejaron registros escritos; lo que se sabe de ellos procede del registro bíblico, de los textos asirios y también de los historiadores clásicos griegos. Parece ser que los medos estaban divididos en numerosos reinos subordinados bajo jefes tribales. Los relatos jactanciosos de los emperadores asirios Samsi-adad V, Tiglat-piléser III y Sargón II aluden a sus victorias sobre ciertos jefes de ciudades del lejano país de los medos. Después de la victoria asiria sobre el reino de Israel, en 740 a. E.C., se deportó a los israelitas a Asiria y a “las ciudades de los medos”, algunas de las cuales eran en aquel entonces vasallas de Asiria. (2Re 17:6; 18:11.)
El emperador Esar-hadón, hijo de Senaquerib y por lo visto contemporáneo del rey Manasés de Judá (716-662 a. E.C.), llevó adelante los esfuerzos asirios por subyugar a “los rebeldes medos”. En una de sus inscripciones, Esar-hadón habla de “un distrito en el límite del desierto de sal que está en la tierra de los lejanos medos, en el límite del monte Bikni, la montaña de lapislázuli, [...] jefes poderosos que no se sometieron a mi yugo —ellos mismos, junto con sus pueblos, sus caballos de montar, su ganado, sus ovejas, sus asnos y sus camellos (bactrianos)—, una gran cantidad de despojo, me los llevé a Asiria. [...] Mi tributo e impuesto real se lo impuse a ellos anualmente”. (Ancient Records of Assyria and Babylonia, de D. D. Luckenbill, 1927, vol. 2, págs. 215, 216.)
Según el historiador griego Heródoto (Historia, I, 96), un gobernante llamado Deyoces unificó los reinos medos. Algunos historiadores modernos creen que Deyoces era el gobernante llamado Daiaukku en las inscripciones. Sargón II lo capturó y deportó a Hamat después de una incursión asiria en Media. Sin embargo, la mayoría de los eruditos entienden que los reyes de Media no se unieron bajo un solo gobernante hasta el tiempo de Ciaxares (nieto de Deyoces, según Heródoto [Historia, I, 102, 103]). Incluso entonces bien pudieron ser como los pequeños reinos de Canaán, que a veces lucharon bajo la dirección de un rey en particular aunque eran prácticamente independientes. (Compárese con Jos 11:1-5.)
A pesar de las incursiones asirias, los medos aumentaron su poderío y se convirtieron en el rival más peligroso de Asiria. Cuando Nabopolasar de Babilonia, el padre de Nabucodonosor, se rebeló contra Asiria, Ciaxares el medo unió sus fuerzas a las de los babilonios. Después que los medos capturaron Asur, en el año duodécimo de Nabopolasar (634 a. E.C.), Ciaxares (llamado en los registros babilonios Ú-ma-kis-tar) se encontró con Nabopolasar ante la ciudad capturada y “llegaron a una entente cordiale”. (Assyrian and Babylonian Chronicles, de A. K. Grayson, 1975, pág. 93.) Beroso (conocido a través de Polihistor y Abideno, ambos citados por Eusebio) dice que el hijo de Nabopolasar, Nabucodonosor, se casó con la hija del rey medo, cuyo nombre era Amytis (o Amuhia, según Abideno). (Eusebio, Chronicorum liber prior, edición de A. Schoene, Berlín, 1875, col. 29, líneas 16-19, col. 37, líneas 5-7.) Sin embargo, los historiadores no están de acuerdo en si Amytis era hija de Ciaxares o de su hijo Astiages.
Derrotan a Asiria junto con los babilonios. Después de posteriores batallas contra los asirios, finalmente, en el año decimocuarto de Nabopolasar (632 a. E.C.), las fuerzas combinadas de los medos y los babilonios conquistaron Nínive. (Sof 2:13.) La resistencia asiria se trasladó a Harán (a unos 360 Km. al O.), pero aunque Asiria recibió apoyo de Egipto, el esfuerzo fue inútil y el Imperio asirio se dividió entre los medos y los babilonios. (Na 2:8-13; 3:18, 19.) Parece que los medos tomaron la parte N. del territorio y los babilonios, la parte S. y SO., que incluía Siria y Palestina. Más tarde, Ciaxares se adentró en Asia Menor hasta el río Halys, donde una guerra con Lidia hizo que se detuviera, y el río Halys se convirtió en el límite más occidental del Imperio medo. Este imperio entonces se extendía por la mayor parte de la meseta iraní, Asiria y la parte N. de Mesopotamia, Armenia y Capadocia.
Babilonia podría haber tenido en esa ciudad unos 80.000 habitantes. Para el 430 a. E. C, podría haber tenido unos 200.000 habitantes. Para esa fecha Atenas (Grecia) podría haber tenido unos 155.000 y Menfis (Egipto), unos 100.000 habitantes.
Pierden la hegemonía ante los persas. En este tiempo los medos, que tenían su capital en Ecbátana (Esd 6:2), dominaban a sus parientes persas, que habían ocupado la zona al S. de Media. Los historiadores griegos Heródoto (Historia, I, 107, 108) y Jenofonte (Ciropedia, I, II, 1) relatan que el sucesor de Ciaxares, Astiages (llamado en los textos cuneiformes Ishtumegu), dio a su hija Mandane en matrimonio al rey persa Cambises, y como fruto de ese matrimonio nació Ciro (II). Cuando Ciro se convirtió en rey de la provincia persa de Anshan, aunó el contingente persa en un esfuerzo por deshacerse del yugo medo. La Crónica de Nabonido indica que “el ejército de Ishtumegu [Astiages] se rebeló” y “en grilletes” lo llevaron a Ciro, quien después sitió la capital meda. (Ancient Near Eastern Texts, edición de J. B. Pritchard, 1974, pág. 305.) A partir de ese momento, Media se unió a Persia para formar el Imperio medopersa. Por lo tanto, la visión que recibió el profeta Daniel asemejó la potencia binaria medopersa a un carnero de dos cuernos, el más alto de los cuales fue “el que subió después”, lo que representaba la ascensión de los persas y su dominación del imperio durante el resto de su existencia. (Da 8:3, 20.)
Sin embargo, la historia indica que Ciro dio a los medos puestos de poder y autoridad, de modo que conservaron un grado considerable de importancia dentro del gobierno. En conformidad con este hecho, el profeta Daniel interpretó para el rey Belsasar la escritura misteriosa en la pared diciéndole que predecía la división del Imperio babilonio, el cual sería dado “a los medos y los persas”, y en otras partes del libro de Daniel los medos también aparecen en primer lugar en la frase “la ley de los medos y los persas”. (Da 5:28; 6:8, 12, 15.) Un siglo después, el libro de Ester (Est 1:3, 14, 18, 19) invierte el orden, con una excepción (Est 10:2), en la que se antepone los medos a los persas.
Derrotan a Babilonia junto con los persas. En el siglo VIII a. E.C., el profeta Isaías predijo que Jehová levantaría contra Babilonia a “los medos, que consideran la plata misma como nada, y que, respecto al oro, no se deleitan en él. Y sus arcos harán añicos hasta a los jóvenes”. (Isa 13:17-19; 21:2.) Aquí el término “medos” puede muy bien incluir a los persas, uso semejante al que por lo general le daban los historiadores clásicos griegos para englobar en él tanto a los medos como a los persas. El que desdeñaran la plata y el oro probablemente indica que en el caso de Babilonia su motivo principal era la conquista más bien que el despojo, de manera que ningún soborno u oferta de tributo les compraría para que abandonasen su propósito. El arco era el arma principal tanto de los medos como de los persas. Los arcos solían ser de madera, aunque a veces eran de bronce o cobre. (Compárese con Sl 18:34.) Probablemente con arcos como estos se ‘hizo añicos a los jóvenes de Babilonia’ con una lluvia de flechas pulidas para penetrar profundamente. (Jer 51:11.)
Puede observarse que Jeremías (51:11, 28) hace referencia a los “reyes de Media” entre los que atacaron Babilonia. El uso del plural tal vez indique que incluso en el tiempo de Ciro aún existía un rey o reyes medos subordinados, una situación que de ningún modo era incompatible con la costumbre antigua. (Compárese también con Jer 25:25.) Por ejemplo, cuando un contingente aliado de medos, persas, elamitas y otras tribus vecinas capturó Babilonia, un medo llamado Darío fue “hecho rey sobre el reino de los caldeos”, por lo visto nombrado por el rey Ciro el persa. (Da 5:31; 9:1)
Pierden la hegemonía ante los persas. En este tiempo los medos, que tenían su capital en Ecbátana (Esd 6:2), dominaban a sus parientes persas, que habían ocupado la zona al S. de Media. Los historiadores griegos Heródoto (Historia, I, 107, 108) y Jenofonte (Ciropedia, I, II, 1) relatan que el sucesor de Ciaxares, Astiages (llamado en los textos cuneiformes Ishtumegu), dio a su hija Mandane en matrimonio al rey persa Cambises, y como fruto de ese matrimonio nació Ciro (II). Cuando Ciro se convirtió en rey de la provincia persa de Anshan, aunó el contingente persa en un esfuerzo por deshacerse del yugo medo. La Crónica de Nabonido indica que “el ejército de Ishtumegu [Astiages] se rebeló” y “en grilletes” lo llevaron a Ciro, quien después sitió la capital meda. (Ancient Near Eastern Texts, edición de J. B. Pritchard, 1974, pág. 305.) A partir de ese momento, Media se unió a Persia para formar el Imperio medopersa. Por lo tanto, la visión que recibió el profeta Daniel asemejó la potencia binaria medopersa a un carnero de dos cuernos, el más alto de los cuales fue “el que subió después”, lo que representaba la ascensión de los persas y su dominación del imperio durante el resto de su existencia. (Da 8:3, 20.)
Sin embargo, la historia indica que Ciro dio a los medos puestos de poder y autoridad, de modo que conservaron un grado considerable de importancia dentro del gobierno. En conformidad con este hecho, el profeta Daniel interpretó para el rey Belsasar la escritura misteriosa en la pared diciéndole que predecía la división del Imperio babilonio, el cual sería dado “a los medos y los persas”, y en otras partes del libro de Daniel los medos también aparecen en primer lugar en la frase “la ley de los medos y los persas”. (Da 5:28; 6:8, 12, 15.) Un siglo después, el libro de Ester (Est 1:3, 14, 18, 19) invierte el orden, con una excepción (Est 10:2), en la que se antepone los medos a los persas.
Derrotan a Babilonia junto con los persas. En el siglo VIII a. E.C., el profeta Isaías predijo que Jehová levantaría contra Babilonia a “los medos, que consideran la plata misma como nada, y que, respecto al oro, no se deleitan en él. Y sus arcos harán añicos hasta a los jóvenes”. (Isa 13:17-19; 21:2.) Aquí el término “medos” puede muy bien incluir a los persas, uso semejante al que por lo general le daban los historiadores clásicos griegos para englobar en él tanto a los medos como a los persas. El que desdeñaran la plata y el oro probablemente indica que en el caso de Babilonia su motivo principal era la conquista más bien que el despojo, de manera que ningún soborno u oferta de tributo les compraría para que abandonasen su propósito. El arco era el arma principal tanto de los medos como de los persas. Los arcos solían ser de madera, aunque a veces eran de bronce o cobre. (Compárese con Sl 18:34.) Probablemente con arcos como estos se ‘hizo añicos a los jóvenes de Babilonia’ con una lluvia de flechas pulidas para penetrar profundamente. (Jer 51:11.)
Puede observarse que Jeremías (51:11, 28) hace referencia a los “reyes de Media” entre los que atacaron Babilonia. El uso del plural tal vez indique que incluso en el tiempo de Ciro aún existía un rey o reyes medos subordinados, una situación que de ningún modo era incompatible con la costumbre antigua. (Compárese también con Jer 25:25.) Por ejemplo, cuando un contingente aliado de medos, persas, elamitas y otras tribus vecinas capturó Babilonia, un medo llamado Darío fue “hecho rey sobre el reino de los caldeos”, por lo visto nombrado por el rey Ciro el persa. (Da 5:31; 9:1)
Darío I, intentó en 490 a.E.C. invadir Grecia por segunda vez, pero los persas sufrieron una derrota aplastante en la batalla de Maratón y se retiraron a Asia Menor. Aunque Darío proyectó cuidadosamente otra campaña contra Grecia, no pudo llevarla a cabo antes de su muerte, acaecida cuatro años después. La empresa quedó reservada a su hijo y sucesor, el “cuarto” rey, Jerjes I. Este fue el rey Asuero, esposo de Ester.
Jerjes I verdaderamente ‘levantó todo contra el reino de Grecia’, es decir, el conjunto de estados griegos independientes. El libro The Medes and Persians—Conquerors and Diplomats (Los medos y los persas: conquistadores y diplomáticos) dice: “Apremiado por cortesanos ambiciosos, Jerjes lanzó un ataque por tierra y por mar”. Heródoto, historiador griego del siglo V a.E.C., escribe que “de todas las expediciones militares, esta fue, con gran ventaja, la más importante”. En su crónica indica que sus fuerzas navales “en total suponían quinientos diecisiete mil seiscientos diez hombres. Por otro lado, las fuerzas de infantería ascendían a un millón setecientos mil hombres y las de caballería a ochenta mil, y a estas últimas —sigue diciendo— debo añadir, además, los contingentes de árabes, que montaban los camellos, y los de libios, que guiaban los carros, cuyo número estimo en veinte mil hombres. En resumidas cuentas, las cifras totales de las fuerzas navales y terrestres ascendían a dos millones trescientos diecisiete mil seiscientos diez hombres”.
Decidido a obtener una victoria completa, Jerjes I movilizó su enorme ejército contra Grecia en 480 a.E.C. Aunque los griegos contuvieron a los persas en las Termópilas, estos se impusieron y posteriormente saquearon Atenas. En Salamina, no obstante, sufrieron una terrible derrota, seguida al año siguiente (479 a.E.C.) de otra victoria griega en Platea. Ninguno de los siete reyes que sucedieron a Jerjes en el trono del Imperio persa durante los siguientes ciento cuarenta y tres años invadió territorio griego. Transcurrido ese período, surgió en Grecia un rey poderoso.
Alejandro Magno los conquista. En los días del rey Asuero (probablemente Jerjes I) todavía se hacía referencia a la “fuerza militar de Persia y Media”. El consejo privado del rey estaba formado por “siete príncipes de Persia y Media”, y las leyes todavía se conocían como las “leyes de Persia y Media”. (Est 1:3, 14, 19.) En 334 a. E.C. Alejandro Magno obtuvo las primeras victorias decisivas sobre las fuerzas persas y en 330 a. E.C. ocupó Media. Después de su muerte, la parte meridional de Media formó parte del Imperio seléucida, mientras que la parte septentrional constituyó un reino independiente. Aunque estuvo dominada por los partos y también por el Imperio seléucida, el geógrafo griego Estrabón indicó que en el siglo I E.C. aún existía una dinastía meda. (Geografía, 11, XIII, 1.) En el Pentecostés del año 33 E.C., estuvieron presentes en Jerusalén medos junto con partos, elamitas y personas de otras nacionalidades. Debido a que se dice que eran “judíos, varones reverentes, de toda nación”, posiblemente eran descendientes de aquellos judíos exiliados a las ciudades medas después de la conquista asiria de Israel, o quizás algunos eran prosélitos de la fe judía. (Hch 2:1, 5, 9.)
Para el siglo III E.C., los medos se habían mezclado con los iranios, con lo que cesaron de existir como pueblo diferenciado.
El desarrollo del Imperio medopersa. Parece ser que los persas, al igual que los medos, fueron gobernados por varias familias nobles. Una de estas produjo la dinastía de reyes aqueménidas, linaje real del que procedió el fundador del Imperio persa: Ciro el Grande. Según Heródoto (Historia, I, 107, 108) y Jenofonte (Ciropedia, I, II, 1), Ciro nació de padre persa y madre meda, y unió a los persas bajo su caudillaje. Hasta entonces los medos habían dominado a los persas, pero Ciro consiguió una rápida victoria sobre el rey medo Astiages y capturó su capital, Ecbátana (550 a. E.C.). (Compárese con Da 8:3, 20.) El Imperio medo quedó así bajo el control de los persas.
Para el siglo III E.C., los medos se habían mezclado con los iranios, con lo que cesaron de existir como pueblo diferenciado.
El desarrollo del Imperio medopersa. Parece ser que los persas, al igual que los medos, fueron gobernados por varias familias nobles. Una de estas produjo la dinastía de reyes aqueménidas, linaje real del que procedió el fundador del Imperio persa: Ciro el Grande. Según Heródoto (Historia, I, 107, 108) y Jenofonte (Ciropedia, I, II, 1), Ciro nació de padre persa y madre meda, y unió a los persas bajo su caudillaje. Hasta entonces los medos habían dominado a los persas, pero Ciro consiguió una rápida victoria sobre el rey medo Astiages y capturó su capital, Ecbátana (550 a. E.C.). (Compárese con Da 8:3, 20.) El Imperio medo quedó así bajo el control de los persas.
Los medos no aparecen en la historia bíblica como pueblo hasta el siglo VIII a. E.C., mientras que la primera mención extrabíblica que se hace de ellos se remonta al tiempo del rey asirio Salmanasar III, contemporáneo del rey Jehú (c. 904-877 a. E.C.). Los hallazgos arqueológicos y otros factores indican que estuvieron presentes en la meseta iraní desde aproximadamente mediados del II milenio a. E.C.
En tiempos antiguos, como en la actualidad, la mayor parte de la gente debía ser nómada o debía vivir en pequeños poblados, y la ganadería era la ocupación principal. Algunos textos cuneiformes que relatan las incursiones asirias en Media presentan este cuadro, y muestran que los magníficos caballos medos eran uno de los preciados trofeos que buscaban los invasores. También abundaban las manadas de asnos, mulas, vacas, ovejas y cabras en los buenos pastos de los valles altos. En los relieves asirios a veces se representaba a los medos con una especie de prendas de piel de oveja sobre sus túnicas y con botas altas atadas, indumentaria necesaria para el pastoreo en las mesetas, donde los inviernos eran muy fríos y solía nevar. Los hallazgos arqueológicos muestran que los medos tenían buenos metalarios que trabajaban el bronce y el oro.
Los medos apenas dejaron registros escritos. Parece ser que los medos estaban divididos en numerosos reinos subordinados bajo jefes tribales. Los relatos jactanciosos de los emperadores asirios Samsi-adad V, Tiglat-piléser III y Sargón II aluden a sus victorias sobre ciertos jefes de ciudades del lejano país de los medos. Después de la victoria asiria sobre el reino de Israel, en 740 a. E.C., se deportó a los israelitas a Asiria y a “las ciudades de los medos”, algunas de las cuales eran en aquel entonces vasallas de Asiria.
El emperador Esar-hadón, hijo de Senaquerib y por lo visto contemporáneo del rey Manasés de Judá (716-662 a. E.C.), llevó adelante los esfuerzos asirios por subyugar a “los rebeldes medos”. En una de sus inscripciones, Esar-hadón habla de “un distrito en el límite del desierto de sal que está en la tierra de los lejanos medos, en el límite del monte Bikni, la montaña de lapislázuli, [...] jefes poderosos que no se sometieron a mi yugo —ellos mismos, junto con sus pueblos, sus caballos de montar, su ganado, sus ovejas, sus asnos y sus camellos (bactrianos)—, una gran cantidad de despojo, me los llevé a Asiria. [...] Mi tributo e impuesto real se lo impuse a ellos anualmente”. (Ancient Records of Assyria and Babylonia, de D. D. Luckenbill, 1927, vol. 2, págs. 215, 216.)
Según el historiador griego Heródoto (Historia, I, 96), un gobernante llamado Deyoces unificó los reinos medos. Algunos historiadores modernos creen que Deyoces era el gobernante llamado Daiaukku en las inscripciones. Sargón II lo capturó y deportó a Hamat después de una incursión asiria en Media. Sin embargo, la mayoría de los eruditos entienden que los reyes de Media no se unieron bajo un solo gobernante hasta el tiempo de Ciaxares (nieto de Deyoces, según Heródoto [Historia, I, 102, 103]). Incluso entonces bien pudieron ser como los pequeños reinos de Canaán, que a veces lucharon bajo la dirección de un rey en particular aunque eran prácticamente independientes. (Compárese con Jos 11:1-5.)
A pesar de las incursiones asirias, los medos aumentaron su poderío y se convirtieron en el rival más peligroso de Asiria. Cuando Nabopolasar de Babilonia, el padre de Nabucodonosor, se rebeló contra Asiria, Ciaxares el medo unió sus fuerzas a las de los babilonios. Después que los medos capturaron Asur, en el año duodécimo de Nabopolasar (634 a. E.C.), Ciaxares (llamado en los registros babilonios Ú-ma-kis-tar) se encontró con Nabopolasar ante la ciudad capturada y “llegaron a una entente cordiale”. (Assyrian and Babylonian Chronicles, de A. K. Grayson, 1975, pág. 93.) Beroso (conocido a través de Polihistor y Abideno, ambos citados por Eusebio) dice que el hijo de Nabopolasar, Nabucodonosor, se casó con la hija del rey medo, cuyo nombre era Amytis (o Amuhia, según Abideno). (Eusebio, Chronicorum liber prior, edición de A. Schoene, Berlín, 1875, col. 29, líneas 16-19, col. 37, líneas 5-7.) Sin embargo, los historiadores no están de acuerdo en si Amytis era hija de Ciaxares o de su hijo Astiages.
Aunque los medos (descendientes de Madai, hijo de Jafet), continuaron subordinados a los persas durante la dinastía aqueménida, no cabe duda de que el imperio llegó a ser de naturaleza binaria. Por consiguiente, la obra History of the Persian Empire (de A. Olmstead, 1948, pág. 37) dice: “La estrecha relación entre persas y medos no se olvidó jamás. Ecbátana siguió siendo una residencia real favorita después de ser saqueada. Los medos recibían igual honra que los persas; se les colocaba en puestos encumbrados y se les escogía para acaudillar ejércitos persas. Por lo general, los extranjeros hablaban de los medos y los persas, y cuando usaban un solo término, empleaban ‘el medo’”.
Durante el gobierno de Ciro, el Imperio medopersa se extendió aún más hacia el O., y llegó al mar Egeo como resultado de la victoria persa sobre el rey Creso de Lidia y el sometimiento de ciertas ciudades griegas de la costa. Sin embargo, su victoria más importante se produjo en 539 a. E.C., cuando Ciro, al frente de una fuerza combinada de medos, persas y elamitas, tomó la poderosa Babilonia, en cumplimiento de las profecías bíblicas. (Isa 21:2, 9; 44:26–45:7; Da 5:28.) Con la caída de Babilonia llegó a su fin un largo período de supremacía semítica, reemplazada entonces por la primera potencia mundial dominante de ascendencia aria (jafética). También la tierra de Judá, así como Siria y Fenicia, quedó dentro del dominio medopersa. El decreto que Ciro emitió en 537 a. E.C. permitió a los judíos exiliados regresar a su tierra natal, que había yacido desolada exactamente setenta años.
Desde la muerte de Ciro hasta la de Darío. El reinado de Ciro el Grande finalizó en 530 a. E.C., cuando murió en una campaña militar. Su hijo Cambises le sucedió en el trono y conquistó Egipto. Aunque en la Biblia no se le llama Cambises, debió ser el “Asuero” a quien los opositores de la reedificación del templo enviaron falsas acusaciones contra los judíos, como se registra en Esdras 4:6.
Las circunstancias que rodearon el fin de la gobernación de Cambises son confusas. Un relato de Darío el Grande que aparece en su inscripción de Behistún y que narran Heródoto y algunos otros con ciertas variaciones, es que Cambises mandó asesinar en secreto a su hermano Bardiya (llamado Esmerdis por Heródoto). Luego, mientras Cambises estaba en Egipto, un mago llamado Gaumata (al que Heródoto también llama Esmerdis) se hizo pasar por Bardiya (Esmerdis), usurpó el trono y consiguió que lo reconocieran como rey. Cambises murió durante su regreso de Egipto, de modo que dejó al usurpador afianzado en el trono. (Historia, III, 61-67.) La otra versión, apoyada por algunos historiadores, es que Bardiya no fue asesinado y que él, no un impostor, usurpó el trono durante la ausencia de Cambises.
Sea cual fuere el caso, el reinado de Cambises terminó en 522 a. E.C. La gobernación que siguió duró siete meses, y finalizó también en 522 a. E.C., con el asesinato del usurpador, fuese Bardiya (Esmerdis) o Gaumata (el falso Esmerdis). No obstante, parece ser que durante esta breve gobernación se dirigió al trono persa una segunda acusación contra los judíos, siendo rey por entonces el “Artajerjes” bíblico (quizás un nombre o título adoptado por los reyes al ascender al trono), y esta vez las acusaciones consiguieron la proscripción real de las obras de reconstrucción del templo. (Esd 4:7-23.) A partir de entonces las obras del templo permanecieron paradas “hasta el segundo año del reinado de Darío el rey de Persia”. (Esd 4:24.)
Darío I (llamado Darío Histaspes o Darío el Grande) debió ser quien tramó o instigó la muerte del que ocupaba el trono persa, y consiguió hacerse con el poder. Durante su gobernación, las obras del templo de Jerusalén se reanudaron con aprobación real, y durante su sexto año de gobierno se finalizó la construcción del templo (a principios del año 515 a. E.C.). (Esd 6:1-15.) El reinado de Darío se caracterizó por la expansión del imperio. Extendió el dominio persa hacia el E., hasta la India, y hacia el O., hasta Tracia y Macedonia.
Para entonces los gobernantes persas ya habían cumplido los simbolismos proféticos de Daniel 7:5 y 8:4, donde, simbolizado por un oso y también por un carnero, se representa al Imperio medopersa apoderándose de territorios en tres direcciones principales: N., O. y S. Sin embargo, en una campaña contra Grecia las fuerzas de Darío fueron derrotadas en Maratón en el año 490 a. E.C. Darío murió en 486 a. E.C.
Los reinados de Jerjes y Artajerjes. Jerjes, el hijo de Darío, debió ser el rey Asuero mencionado en el libro de Ester. Sus acciones también encajan con la descripción del cuarto rey persa, que “[levantaría] todo contra el reino de Grecia”. (Da 11:2.) Intentando vengarse de la derrota persa en Maratón, Jerjes lanzó su maquinaria bélica contra la Grecia continental en 480 a. E.C. No obstante, tras la costosa victoria de las Termópilas y la destrucción de Atenas, sus fuerzas fueron derrotadas en Salamina y Platea, lo que le obligó a retirarse a Persia.
El reinado de Jerjes se caracterizó por ciertas reformas administrativas y por terminar gran parte de las obras de construcción que su padre había iniciado en Persépolis. (Compárese con Est 10:1, 2.) Las narraciones griegas sobre el final del reinado de Jerjes giran alrededor de ciertas dificultades maritales, desórdenes en su harén y la supuesta influencia que ejercían sobre él algunos de sus cortesanos. Estos relatos pueden reflejar, aunque de una manera muy confusa y distorsionada, algunos de los hechos básicos del libro de Ester, como el que se depusiera a la reina Vasti y se la reemplazara por Ester, así como la ascensión de Mardoqueo a un puesto de gran autoridad en el reino. (Est 2:17; 10:3.) Según los relatos seglares, Jerjes fue asesinado por uno de sus cortesanos.
Artajerjes Longimano, sucesor de Jerjes, se distinguió por autorizar el regreso de Esdras a Jerusalén con una importante contribución para el templo. Esto ocurrió en su año séptimo (468 a. E.C.). (Esd 7:1-26; 8:24-36.) En el año vigésimo de su reinado (455 a. E.C.), Nehemías consiguió el permiso para ir a Jerusalén y reconstruir la ciudad. (Ne 1:3; 2:1, 5-8.) Más tarde, Nehemías regresó a la corte de Artajerjes por un tiempo en el año trigésimo segundo del reinado de este rey (443 a. E.C.). (Ne 13:6.)
Los registros históricos presentan ciertas diferencias con respecto a los reinados de Jerjes y de Artajerjes. Las obras de consulta sitúan el año de ascenso de Artajerjes en 465 a. E.C. Según ciertos documentos, el reinado de Jerjes se extendió hasta su vigésimo primer año. Como tradicionalmente su reinado se cuenta a partir de 486 a. E.C., cuando murió su padre, Darío, se considera que su primer año reinante comenzó en 485 a. E.C., y su año vigésimo primero, el año de ascenso de Artajerjes, sería 465 a. E.C. Los eruditos normalmente dicen que el último año del reinado de Artajerjes comenzó en 424 a. E.C., que según algunos documentos fue su año cuadragésimo primero. De ser cierto, esto significaría que su año de ascenso fue 465 a. E.C. y su primer año reinante comenzó en 464 a. E.C.
Sin embargo, existen razones sólidas para pensar que el último año de Jerjes y el año de ascenso de Artajerjes fue 475 a. E.C. Tales pruebas provienen de tres fuentes: griegas, persas y babilonias.
Pruebas de fuentes griegas. Hay un acontecimiento de la historia griega que puede ayudarnos a determinar en qué año comenzó a gobernar Artajerjes. El estadista y héroe militar griego Temístocles fue condenado al ostracismo (destierro político acostumbrado entre los atenienses), por lo que huyó a Persia. De acuerdo con el historiador griego Tucídides (La Guerra del Peloponeso, I, CXXXVII, 3), que tiene la reputación de ser exacto, entonces Temístocles “dirigió una carta al rey Artajerjes, hijo de Jerjes, que reinaba desde hacía poco”. Plutarco (Vidas paralelas, traducción de Antonio Ranz Romanillos, “Temístocles”, [XXVII, 1]) informa que “Tucídides y Carón de Lampsaco escriben que, muerto ya [Jerjes] fue al hijo a quien Temístocles se presentó”. (Carón era un súbdito persa que vivió cuando la gobernación pasó de Jerjes a Artajerjes.) De los testimonios de Tucídides y de Carón de Lampsaco se desprende que Artajerjes acababa de comenzar su gobernación cuando Temístocles llegó a Persia.
Podemos determinar en qué año comenzó a reinar Artajerjes calculando el año en que Temístocles murió. No todas las obras de consulta dan la misma fecha para su muerte. El historiador Diodoro de Sicilia (Biblioteca Histórica, XI, 54, 1; XI, 58, 3) informa de su muerte en un relato de sucesos ocurridos “cuando Praxiergo era arconte de Atenas”, es decir, en 471/470 a. E.C. (Greek and Roman Chronology, de Alan E. Samuel, Múnich, 1972, pág. 206.) De acuerdo con Tucídides, después de llegar a Persia, Temístocles pasó un año estudiando el idioma preparándose para una audiencia ante Artajerjes. Después de eso, el rey le permitió establecerse en Persia con muchos honores. Por lo tanto, si Temístocles murió en 471/470 a. E.C., debió establecerse en Persia a más tardar en 472 a. E.C., de modo que llegó un año antes, en 473 a. E.C. Podía decirse que entonces Artajerjes “reinaba desde hacía poco”.
M. de Koutorga escribió con respecto a la fecha en que Jerjes murió y Artajerjes ascendió al trono: “Hemos visto que de acuerdo con la cronología de Tucídides, Jerjes murió a finales del año 475 a. E.C., y que según el mismo historiador, Temístocles llegó a Asia Menor poco después de la subida al trono de Artajerjes Longimano”. (Mémoires présentés par divers savants à l’Académie des Inscriptions et Belles-Lettres de l’Institut Impérial de France, serie primera, vol. 6, segunda parte, París, 1864, pág. 147.)
E. Levesque refuerza este punto de vista cuando señala: “Por lo tanto, de acuerdo con la Crónica Alejandrina, es necesario situar la muerte de Jerjes en 475 a. E.C., tras once años de reinado. El historiador Justino (III, 1) confirma esta crónica y las afirmaciones de Tucídides. Según él, cuando Jerjes murió, su hijo Artajerjes era solo un niño, un puer [muchacho], lo que sería cierto si Jerjes hubiera muerto en 475. En esa fecha Artajerjes tendría dieciséis años, mientras que en 465 habría tenido veintiséis, lo que no habría justificado la afirmación de Justino. De acuerdo con esta cronología, como Artajerjes comenzó a reinar en 475, el año vigésimo de su reinado sería 455, y no 445, como suele afirmarse”. (Revue apologétique, París, vol. 68, 1939, pág. 94.)
No obstante, si Darío murió en 486 a. E.C. y Jerjes en 475 a. E.C., ¿cómo puede explicarse que algunos documentos antiguos digan que Jerjes reinó durante veintiún años? Es de sobra conocido que un rey y su hijo pueden ser corregentes. Si tal fue el caso de Darío y Jerjes, los historiadores pueden contar los años de reinado de Jerjes desde el comienzo de la corregencia o a partir de la muerte de su padre. Si Jerjes gobernó durante diez años con su padre y otros once solo, algunas fuentes pueden atribuirle veintiún años de reinado y otras, once.
Tenemos pruebas sólidas de que Jerjes fue corregente con su padre Darío. El historiador griego Heródoto (Historia, VII, 3) dice: “Darío reconoció que [Jerjes] tenía razón y lo nombró su sucesor. (En mi opinión, sin embargo, Jerjes hubiera reinado aun sin seguir ese consejo [...].)”. Estas palabras indican que a Jerjes se le nombró rey durante el reinado de su padre Darío.
Pruebas procedentes de fuentes persas. En algunos bajorrelieves persas pueden verse especialmente indicios de la corregencia de Jerjes y Darío. En Persépolis se han encontrado varios bajorrelieves que representan a Jerjes de pie detrás del trono de su padre, vestido con las mismas prendas que él y con la cabeza al mismo nivel, algo inusitado, pues por lo general la cabeza del rey está más alta que todas las demás. En A New Inscription of Xerxes From Persepolis (de Ernst E. Herzfeld, 1932) se señala que tanto las inscripciones como las edificaciones encontradas en Persépolis muestran que Jerjes y su padre Darío fueron corregentes. En la página 8 de esta obra, Herzfeld escribió: “El tono peculiar de las inscripciones de Jerjes en Persépolis, la mayoría de las cuales no distinguen entre su propia actividad y la de su padre, así como la relación igualmente peculiar de sus edificaciones, imposibles de asignar a Darío o a Jerjes individualmente, siempre han indicado la corregencia de Jerjes. Por otra parte, dos esculturas de Persépolis ilustran tal relación”. Con respecto a una de estas esculturas, Herzfeld señaló: “Se representa a Darío con todos los atributos reales sentado en un trono sobre un estrado llevado por representantes de las varias regiones de su imperio. Tras él en el relieve, —en la realidad, a su derecha— se encuentra Jerjes de pie con los mismos atributos reales y con la mano izquierda descansando sobre el respaldo del trono. Este gesto indica con claridad algo más que sucesión; significa corregencia”.
Sobre la fecha de los relieves que muestran a Darío y Jerjes en esa postura, Ann Farkas dice en Achaemenid Sculpture (Estambul, 1974, pág. 53) que “es posible que se hubieran colocado los relieves en el Tesoro en algún momento durante la edificación del primer anexo, en 494/493-492/491 a. C.; este ciertamente sería el mejor momento para trasladar bloques de piedra tan voluminosos. No obstante, sea cual fuera la fecha de su traslado al Tesoro, es posible que se hayan esculpido entre los años 490 y 500”.
Pruebas procedentes de fuentes babilonias. Se han encontrado en Babilonia pruebas de que la corregencia de Jerjes con su padre comenzó entre los años 490 y 500 a. E.C. Las excavaciones practicadas en esa ciudad han desenterrado un palacio de Jerjes terminado en 496 a. E.C. A este respecto, A. T. Olmstead escribió en History of the Persian Empire (pág. 215): “Sabemos que el 23 de octubre del año 498 se estaba construyendo en Babilonia la casa del hijo del rey [es decir, de Jerjes, el hijo de Darío]; no cabe duda de que este es el palacio de Darío en la sección central que ya hemos descrito. Dos años después [en 496 a. E.C.] en un documento comercial de la cercana Borsipa se hace mención de ‘un nuevo palacio’ ya terminado”.
Dos tablillas de arcilla poco comunes pueden proporcionarnos más testimonio de la corregencia de Jerjes y Darío. Una es un texto comercial sobre el alquiler de un edificio en el año de ascenso al trono de Jerjes. La tablilla está fechada en el primer mes del año, Nisán. (A Catalogue of the Late Babylonian Tablets in the Bodleian Library, Oxford, de R. Campbell Thompson, Londres, 1927, pág. 13, tablilla A. 124.) Otra tablilla lleva la fecha “mes de Ab(?), año de ascenso al trono de Jerjes”. Es notable que esta última no atribuye a Jerjes el título de “rey de Babilonia, rey de las tierras”, algo común en ese tiempo. (Neubabylonische Rechts- und Verwaltungsurkunden übersetzt und erläutert, de M. San Nicolò y A. Ungnad, Leipzig, 1934, vol. 1, parte 4, pág. 544, tablilla núm. 634, llamada VAT 4397.)
Estas dos tablillas son algo extrañas. Normalmente, el año de ascenso de un rey comienza tras la muerte de su predecesor. No obstante, hay prueba de que Darío, el antecesor de Jerjes, vivió hasta el mes séptimo de su último año, mientras que estos dos documentos del año de ascenso de Jerjes llevan fechas anteriores al mes séptimo (uno está fechado en el mes primero y el otro, en el quinto). Por lo tanto, esos documentos no se refieren al período de ascenso de Jerjes que siguió a la muerte de su padre, sino al año de ascenso durante su corregencia con Darío. Si el año de ascenso fue 496 a. E.C., cuando se había terminado la construcción del palacio de Babilonia para Jerjes, su primer año de corregencia habría comenzado al siguiente Nisán, en 495 a. E.C., por lo que su vigésimo primer y último año de reinado habría empezado en 475 a. E.C. En ese caso, el reinado de Jerjes abarcaría los diez años de reinado con Darío (desde 496 hasta 486 a. E.C.) y los once años que habría gobernado solo (desde 486 a 475 a. E.C.).
Por otra parte, los historiadores concuerdan en que el primer año de reinado de Darío II comenzó en la primavera de 423 a. E.C. Una tablilla babilonia indica que Darío II ya regía el día 4 del mes 11 de su año de ascenso, es decir, el 13 de febrero de 423 a. E.C. (Babylonian Chronology, 626 B.C.-A.D. 75, de R. Parker y W. H. Dubberstein, 1971, pág. 18.) No obstante, dos tablillas muestran que Artajerjes continuaba gobernando después del día 4 del mes 11 del año cuadragésimo primero de su reinado. Una de ellas lleva la fecha del día 17 del mes 11 de su cuadragésimo primer año de gobernación (pág. 18), y la otra está fechada en el mes 12 del año cuadragésimo primero. (Old Testament and Semitic Studies, edición de Harper, Brown y Moore, 1908, vol. 1, pág. 304, tablilla núm. 12, llamada CBM, 5505.) Por lo tanto, Artajerjes no fue sucedido en el trono en su año cuadragésimo primero, sino que gobernó durante todo él. Estos hechos indican que Artajerjes debió gobernar durante más de cuarenta y un años y que su primer año reinante no comenzó en 464 a. E.C.
Se encuentran pruebas de que Artajerjes Longimano gobernó más de cuarenta y un años en un documento comercial procedente de Borsipa fechado en el año quincuagésimo de Artajerjes. (Catalogue of the Babylonian Tablets in the British Museum, vol. 7: tablillas de Sippar 2, de E. Leichty y A. K. Grayson, 1987, pág. 153; tablilla B. M. 65494.) Una de las tablillas que relaciona el fin del reinado de Artajerjes con el comienzo del de Darío II tiene la siguiente fecha: “Año quincuagésimo primero, año de ascenso al trono, mes 12, día 20, Darío, rey de las tierras”. (The Babylonian Expedition of the University of Pennsylvania, Series A: Cuneiform Texts, vol. 8, parte I, de Albert T. Clay, 1908, págs. 34, 83 y lámina 57, tablilla núm. 127, llamada CBM 12803.) Puesto que el primer año reinante de Darío II fue 423 a. E.C., el año quincuagésimo primero de Artajerjes fue 424 a. E.C., y su primer año reinante, 474 a. E.C.
Por lo tanto, los testimonios que nos proporcionan las fuentes griegas, persas y babilonias concuerdan en que el año de ascenso al trono de Artajerjes fue 475 a. E.C., y su primer año reinante, 474 a. E.C. De acuerdo con esto, el año vigésimo de Artajerjes, cuando comenzaron a contar las setenta semanas de Daniel 9:24, fue 455 a. E.C. Por eso, si basándose en Daniel 9:25, se cuentan sesenta y nueve semanas de años (483 años) desde 455 a. E.C., se llega al significativo año de la llegada de Mesías el Caudillo.
Si se cuenta desde 455 a. E.C. hasta el año 1 E.C., tenemos un total de 455 años. Añadiendo los 28 restantes (para un total de 483 años), se llega al año 29 E.C., el año exacto del bautismo en agua de Jesús de Nazaret, de su ungimiento con espíritu santo y el comienzo de su ministerio público como el Mesías o Cristo. (Lu 3:1, 2, 21, 22.)
Hasta la caída y la división del imperio. Diodoro de Sicilia nos proporciona la siguiente información respecto a los sucesores de Artajerjes Longimano en el trono de Persia: “En Asia el rey Jerjes murió tras un reinado de un año o, como algunos registran, dos meses; su hermano Sogdiano le sucedió en el trono y reinó por siete meses. Este a su vez fue asesinado por Darío, quien reinó por diecinueve años”. (Biblioteca histórica, XII, 71, 1.) El verdadero nombre de este último era Ocos, pero adoptó el de Darío (Darío II) cuando subió al trono. Al parecer se trata del Darío mencionado en Nehemías 12:22.
Después de Darío II vino Artajerjes II (llamado Mnemón), durante cuyo reinado se sublevó Egipto y se deterioraron las relaciones con Grecia. A su reinado (404-359 a. E.C.) le siguió el de su hijo Artajerjes III (llamado también Ocos), a quien se atribuye una permanencia en el trono de unos veintiún años (358-338 a. E.C.) y de quien se dice que fue el más sanguinario de todos los gobernantes persas. Su hazaña más importante fue la reconquista de Egipto. A continuación la historia extrabíblica registra una gobernación de dos años de Arsés y una de cinco años de Darío III Codomano, durante cuyo reinado se asesinó a Filipo II de Macedonia (336 a. E.C.), a quien sucedió en el trono su hijo Alejandro. En 334 a. E.C. Alejandro emprendió su ataque al Imperio persa en Asia Menor; derrotó a sus fuerzas primero en Gránico, en el extremo NO., y de nuevo en Isos, en el extremo opuesto (333 a. E.C.). Finalmente, después que los griegos conquistaron Fenicia y Egipto, en el año 331 a. E.C. aplastaron la última resistencia persa en Gaugamela, y el Imperio persa llegó a su fin.
Tras la muerte de Alejandro y la posterior división del imperio, Seleuco Nicátor obtuvo el control de la mayor parte de los territorios asiáticos, de los que Persia era la parte central. Así dio comienzo la dinastía de reyes seléucidas, que continuó hasta el año 64 a. E.C. Al parecer, con Seleuco Nicátor comenzó a manifestarse la figura profética del “rey del norte” predicho por Daniel, que se opone al linaje tolemaico de reyes de Egipto, quienes al principio desempeñaron el papel del simbólico “rey del sur”. (Da 11:4-6.)
Los reyes seléucidas vieron limitado su territorio a la parte occidental de su dominio debido a las incursiones de los partos, que conquistaron el territorio de Persia propiamente dicho durante los siglos III y II a. E.C. Los partos fueron derrotados por los sasánidas en el siglo III E.C., y el gobierno de estos últimos continuó hasta la conquista árabe, en el siglo VII.
LA QUINTA POTENCIA MUNDIAL. GRECIA (331-30 a. E. C).
Posibles habitantes en el mundo, año 400 a. E. C: ¿100 millones a 200 millones?
A partir del siglo VIII a. E.C., aparece un nombre más antiguo, jonios, en los registros asirios cuneiformes y en los relatos persas y egipcios. “Jonios” viene de Javán (heb. Ya·wán), hijo de Jafet y nieto de Noé. Javán fue el antepasado jafético de los pueblos primitivos de Grecia y las islas vecinas, y también debió serlo de los primeros habitantes de Chipre, de algunas partes del S. de Italia, de Sicilia y de España.
Origen de las tribus griegas. La historia moderna ofrece varias explicaciones sobre el origen de las tribus griegas y su asentamiento en la zona. La idea, bastante extendida, de que hubo una serie de “invasiones” sucesivas de tribus septentrionales, se basa en gran parte en mitos griegos y en la especulación arqueológica. De hecho, la historia del pueblo griego da comienzo en torno al siglo VIII a. E.C. (en 776 a. E.C. se celebró la primera olimpiada), y solo se dispone de un registro histórico ininterrumpido a partir del siglo V a. E.C., es decir, en una fecha muy posterior al Diluvio y, por ende, a la dispersión de las familias humanas por causa de la confusión de las lenguas en Babel. (Gé 11:1-9.) Puede ser que durante todos esos siglos se infiltrasen otros grupos étnicos en el tronco original de Javán y sus hijos, pero lo que se conoce de todo el período anterior al I milenio a. E.C. solo da pie a teorías de dudoso valor histórico.
Las principales tribus griegas. Entre estas están: los aqueos, de Tesalia, la parte central del Peloponeso, y Beocia; los eolios, que ocupaban la parte oriental de la Grecia central, la parte noroccidental de Asia Menor llamada Eolia y las islas cercanas; los dorios, de la parte oriental del Peloponeso, las islas meridionales del mar Egeo y la parte suroccidental de Asia Menor, y los jonios, del Ática, la isla de Eubea, las islas de la zona central del Egeo y la costa occidental de Asia Menor. Sin embargo, no se sabe si en los albores de la civilización griega hubo alguna relación entre estas tribus y los macedonios.
Tradición patriarcal y ciudades-estado. Las tribus de habla griega eran bastante independientes entre sí e incluso dentro de la tribu misma las ciudades-estado eran de igual manera bastante independientes. Las condiciones geográficas propiciaron esta característica: muchos vivían en la región insular, y la mayor parte de los que habitaban la península se habían establecido en pequeños valles encerrados entre montañas. Respecto a su estructura social primitiva, la Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-Americana (Espasa-Calpe) (vol. 26, pág. 1197) hace esta observación: “La constitución interior de todos los Estados en general era la monarquía patriarcal con una aristocracia formada por las familias más distinguidas [...], de la que salían los consejeros del rey (Gerusia o Consejo de los Ancianos), y el pueblo, constituido por todos los hombres libres que formaban parte de las agrupaciones gentilicias”. Esta estructura social se parece bastante a la de la sociedad patriarcal postdiluviana que se describe en el libro bíblico de Génesis.
El modelo de organización griego tenía cierto parecido con el de Canaán, donde las diversas tribus (descendientes de Canaán) constituyeron pequeños reinos, con frecuencia organizados en torno a una ciudad en particular. Los griegos llamaban a la ciudad-estado pó·lis, un término que al parecer al principio se aplicó a una acrópolis, o altura fortificada, en torno a la cual se fueron asentando grupos de colonos. Con el tiempo, se designó con el término toda la zona poblada y a los ciudadanos que integraban la ciudad-estado. La mayor parte de las ciudades-estado griegas eran de poca extensión y por lo general no tenían más de 10.000 ciudadanos (aparte de mujeres, esclavos y niños). Hacia el siglo V a. E.C., cuando Atenas se hallaba en su cenit, se dice que solo tenía alrededor de 43.000 ciudadanos varones; Esparta solo tuvo unos 5.000. A semejanza de los pequeños reinos cananeos, las ciudades-estado griegas se coligaban y también luchaban entre sí. El país permaneció fragmentado hasta la llegada de Filipo II de Macedonia.
Ensayos democráticos. A excepción de Atenas y Esparta, no se sabe mucho del tipo de gobierno de la mayoría de las ciudades-estado griegas, pero debió diferir considerablemente de los de Canaán, Mesopotamia o Egipto. Al menos durante lo que pudiera llamarse período histórico, en lugar de reyes tenían magistrados, consejos y una asamblea (ek·klē·sí·a) de ciudadanos. Atenas ensayó un gobierno puramente democrático (la palabra “democracia” viene del griego dḗ·mos, “pueblo”, y krá·tos, “gobierno”), en el que todos los ciudadanos formaban el cuerpo legislativo y tenían voz y voto en la asamblea. Sin embargo, solo una minoría eran “ciudadanos”, pues ni a las mujeres ni a los residentes nacidos en el extranjero ni a los esclavos se les reconocía el derecho a la ciudadanía. Se cree que una tercera parte de la población de muchas de las ciudades-estado estaba formada por esclavos, y sin duda fue esa mano de obra lo que les permitió a los “ciudadanos” tener el tiempo libre que necesitaban para participar en la asamblea política. La primera referencia a Grecia en las Escrituras Hebreas, hecha alrededor del siglo IX a. E.C., es con respecto a los judaítas que Tiro, Sidón y Filistea vendieron como esclavos a los “hijos de los griegos [literalmente, “javanitas” o “jonios”]”.
Período de las guerras persas. La aparición del Imperio medopersa bajo el rey Ciro (quien conquistó Babilonia en 539 a. E.C.) supuso una amenaza para Grecia. Ciro ya había conquistado Asia Menor, y también las colonias griegas que allí había. En su tercer año (seguramente como gobernante de Babilonia), el mensajero angélico de Jehová informó a Daniel que el cuarto rey de Persia “[levantaría] todo contra el reino de Grecia”. (Da 10:1; 11:1, 2.) El tercer rey persa (Darío Histaspes) reprimió una sublevación de las colonias griegas en 499 a. E.C. y se preparó para invadir Grecia, pero la flota invasora persa naufragó debido a una tormenta en el año 492 a. E.C. En 490 a. E.C., una gran fuerza persa penetró en Grecia, pero un pequeño ejército de atenienses la derrotó en las llanuras de Maratón, al NE. de Atenas. Cuando Jerjes, el hijo de Darío, se propuso vengar esta derrota, actuó como el predicho ‘cuarto rey’, de modo que agitó a todo el imperio, consiguió formar una imponente fuerza militar y en el año 480 a. E.C. cruzó el Helesponto.
Aunque en esta ocasión diversas ciudades-estado principales griegas se unieron para detener la invasión, las tropas persas marcharon a través de la parte septentrional y central de Grecia, llegaron a Atenas y quemaron la Acrópolis, su elevada fortificación. Sin embargo, en el mar, los atenienses y otros griegos que los apoyaban superaron en estrategia a sus enemigos e hicieron naufragar la flota persa (junto con los fenicios y sus otros aliados) en Salamina. Reforzaron esta victoria derrotando a los persas en tierra, en Platea y en Micale, en la costa occidental de Asia Menor, lo que obligó a las fuerzas persas a abandonar Grecia.
Supremacía ateniense. Gracias a su gran flota, Atenas consiguió el liderazgo de Grecia. Desde entonces hasta aproximadamente el año 431 a. E.C. Atenas vivió su “edad de oro”, cuando se produjeron las obras de arte y arquitectura más famosas. Pudo tener unos 155. 000 habitantes en su ciudad. Atenas encabezó la Liga de Delos, que estaba formada por varias ciudades griegas y diversas islas. La Liga del Peloponeso, encabezada por Esparta, se resintió de la supremacía ateniense y como consecuencia estalló la guerra del Peloponeso. Duró desde 431 hasta 404 a. E.C., cuando los espartanos derrotaron definitivamente a los atenienses. El rígido régimen de Esparta continuó hasta aproximadamente el año 371 a. E.C., y le siguió la hegemonía de Tebas. Grecia entró en un período de decadencia política, aunque Atenas continuó siendo el centro cultural y filosófico del Mediterráneo. Finalmente, la naciente potencia macedonia, bajo Filipo II, conquistó Grecia en 338 a. E.C., cuando el país fue unificado y comenzó el control macedonio.
Grecia bajo Alejandro Magno. En el siglo VI a. E.C. Daniel recibió una visión profética que predecía que Grecia acabaría con el Imperio medopersa. Alejandro, el hijo de Filipo, fue educado por Aristóteles, y después del asesinato de Filipo, llegó a ser el adalid de los pueblos de habla griega. En el año 334 a. E.C. se propuso vengarse de Persia por sus ataques a algunas ciudades griegas de la costa occidental de Asia Menor. Su conquista relámpago, no solo de toda Asia Menor, sino también de Siria, Palestina, Egipto y todo el Imperio medopersa, hasta la India, cumplió el cuadro profético de Daniel 8:5-7, 20, 21. (Compárese con Da 7:6.) Cuando Grecia asumió el control de Judea en 332 a. E.C., llegó a ser la quinta potencia mundial desde el punto de vista de la nación de Israel. Las cuatro anteriores habían sido: Egipto, Asiria, Babilonia y Medo-Persia.
Siguiendo los planes de su padre, Filipo II, conquistó las provincias persas de Oriente Medio. Sus 47.000 hombres cruzaron los ríos Éufrates y Tigris y dispersaron en Gaugamela a los 250.000 soldados de Darío III. Este huyó y posteriormente fue asesinado, lo que puso fin a la dinastía persa. Grecia se convirtió entonces en la potencia mundial, y Alejandro ‘gobernó con dominio extenso e hizo según su voluntad’.
Para el año 328 a. E.C. las conquistas de Alejandro terminaron, y entonces tuvo su cumplimiento la parte restante de la visión de Daniel. En 323 a. E.C., Alejandro murió en Babilonia, y, tal como se había predicho, su imperio se dividió en cuatro reinos, ninguno de los cuales alcanzó el poder del imperio original. (Da 8:8, 21, 22; 11:3, 4).
Sin embargo, antes de su muerte Alejandro había conseguido introducir la cultura y el idioma griegos en todo su vasto imperio. En muchas tierras conquistadas se fundaron colonias griegas. En Egipto se edificó la ciudad de Alejandría, que llegó a rivalizar con Atenas como centro cultural. Así se empezó a helenizar a muchas de las regiones mediterráneas y del Oriente Medio. La koiné (el griego común) llegó a ser la lingua franca internacional. Fue el idioma que emplearon eruditos judíos de Alejandría para hacer la Versión de los Setenta, una traducción de las Escrituras Hebreas de la Biblia. Más tarde, las Escrituras Griegas Cristianas se escribieron en este mismo idioma y la internacionalidad de este contribuyó a la rápida propagación de las buenas nuevas cristianas por todo el Mediterráneo.
El vasto imperio de Alejandro no pasó “a su posteridad”. Su hermano, Filipo III Arrideo, reinó menos de siete años y en 317 a.E.C. fue asesinado a instancias de Olimpia, la madre de Alejandro. El hijo de este, Alejandro IV, gobernó hasta 311 a.E.C., fecha en que halló la muerte a manos de Casandro, uno de los generales de su padre. Heracles, hijo ilegítimo de Alejandro, procuró ocupar el puesto de su padre, pero en 309 a.E.C. fue asesinado. Así terminó el linaje de Alejandro, y “su dominio” se apartó de su familia.
A la muerte de Alejandro, su reino fue “dividido hacia los cuatro vientos”. Sus numerosos generales pelearon entre sí en su afán por apoderarse de los territorios que él había conquistado. El general tuerto Antígono I trató de dominar todo el imperio de Alejandro, pero cayó en Frigia, en la batalla de Ipsos. Para el año 301 a.E.C., cuatro generales de Alejandro gobernaban los inmensos territorios que su comandante en jefe había conquistado. Casandro regía Macedonia y Grecia; Lisímaco controlaba Asia Menor y Tracia; Seleuco I Nicátor, Mesopotamia y Siria, y Tolomeo Lago, Egipto y Palestina. En fiel cumplimiento de la profecía, el gran imperio de Alejandro se dividió en cuatro reinos helenísticos.
Casandro murió a los pocos años de llegar al poder, y en 285 a.E.C., Lisímaco tomó posesión de la sección europea del Imperio griego. En 281 a.E.C., Lisímaco cayó en combate ante Seleuco I Nicátor, dejando a este el dominio de la mayoría de los territorios asiáticos. Antígono II Gonatas, nieto de un general de Alejandro, subió al trono de Macedonia en 276 a.E.C. Con el tiempo, Macedonia pasó a depender de Roma hasta acabar por convertirse, en 146 a.E.C., en una de sus provincias.
De los cuatro reinos helenísticos, solo dos siguieron desempeñando un papel destacado: los de Seleuco I Nicátor y Tolomeo Lago. El primero estableció la dinastía seléucida en Siria, y fundó, entre otras, la ciudad de Antioquía —la nueva capital siria— y la ciudad portuaria de Seleucia. Más tarde, el apóstol Pablo enseñó en Antioquía, donde por vez primera se llamó cristianos a los discípulos de Jesús (Hechos 11:25, 26; 13:1-4). Aunque Seleuco murió asesinado en 281 a.E.C., su dinastía se mantuvo en el poder hasta 64 a.E.C., año en que el general romano Cneo Pompeyo hizo de Siria una provincia de Roma.
De los cuatro reinos helenísticos, el que más duró fue el de Tolomeo Lago, o Tolomeo I, quien se proclamó rey en 305 a.E.C. La dinastía tolemaica que fundó siguió gobernando Egipto hasta que el país cayó en poder de Roma, en 30 a.E.C.
Por consiguiente, de los cuatro reinos helenísticos surgieron dos reyes poderosos: el de Siria, Seleuco I Nicátor, y el de Egipto, Tolomeo I.
Escuchemos las palabras con las que el ángel de Jehová narra el comienzo de este intenso conflicto: “El rey del sur se hará fuerte, aun uno de sus príncipes [de Alejandro]; y [el rey del norte] prevalecerá contra él y ciertamente gobernará con dominio extenso mayor que el poder gobernante de aquel” (Daniel 11:5). Los títulos “rey del norte” y “rey del sur” hacen alusión a los reyes que se encontraban, respectivamente, al norte y al sur del pueblo de Daniel, que para aquel tiempo se hallaba libre del cautiverio babilónico y de vuelta en la tierra de Judá. El primer “rey del sur” fue Tolomeo I de Egipto. Por otro lado, el papel de “rey del norte” lo desempeñó Seleuco I Nicátor, un general de Alejandro que, tras convertirse en rey de Siria, prevaleció sobre Tolomeo I y gobernó “con dominio extenso”.
Al inicio del conflicto, la tierra de Judá se hallaba bajo el dominio del rey del sur. Hacia el año 320 a.E.C., Tolomeo I comenzó a animar a los judíos a establecerse como colonos en Egipto, de modo que floreció una comunidad judía en Alejandría, ciudad en la que dicho rey fundó una famosa biblioteca. Los judíos que habitaban Judá permanecieron sometidos al Egipto tolemaico —el rey del sur— hasta el año 198 a.E.C.
Tocante a los dos reyes, el ángel profetizó: “Al fin de algunos años se aliarán uno con otro, y la hija misma del rey del sur vendrá al rey del norte para hacer un arreglo equitativo. Pero ella no retendrá el poder de su brazo; y él no subsistirá, ni su brazo; y ella será cedida, ella misma, y los que la trajeron, y el que causó su nacimiento, y el que la hizo fuerte en aquellos tiempos” (Daniel 11:6). ¿Cómo se cumplieron estas palabras?
La profecía no hizo alusión alguna al hijo y sucesor de Seleuco I Nicátor, Antíoco I, pues este no libró ninguna batalla decisiva contra el rey del sur. En cambio, su sucesor, Antíoco II, sostuvo una larga contienda con Tolomeo II, hijo de Tolomeo I. Antíoco II y Tolomeo II constituyeron, respectivamente, el rey del norte y el rey del sur. Antíoco II se casó con Laodice, y ambos tuvieron un hijo llamado Seleuco II. Tolomeo II, por su parte, tuvo una hija llamada Berenice. En 250 a.E.C., estos dos reyes llegaron a “un arreglo equitativo”. A fin de cumplir los términos de esta alianza, Antíoco II se divorció de su esposa, Laodice, y se casó con Berenice, “la hija misma del rey del sur”, la cual le dio un hijo que se convirtió en el heredero del trono de Siria en lugar de los hijos de Laodice.
El “brazo” de Berenice, el poder que la respaldaba, era su padre, Tolomeo II. Cuando este murió en 246 a.E.C., ella ‘no retuvo el poder de su brazo’, pues no encontró el mismo apoyo en su marido. Antíoco II la repudió, se volvió a casar con Laodice y nombró sucesor al hijo de esta. De acuerdo con los planes de Laodice, Berenice y su hijo fueron asesinados, y parece que los sirvientes que habían llevado a Berenice de Egipto a Siria —“los que la trajeron”— corrieron la misma suerte. Laodice llegó al punto de envenenar a Antíoco II, así que el “brazo” o poder de este no subsistió. Por consiguiente, fallecieron tanto el padre de Berenice —“el que causó su nacimiento”— como su esposo sirio —quien por un tiempo “la hizo fuerte”. La muerte de ambos convirtió a Seleuco II, el hijo de Laodice, en rey de Siria. ¿Qué represalias tomaría el siguiente rey tolemaico?
“Uno del brote de las raíces de ella ciertamente se pondrá de pie en la posición suya —dijo el ángel—, y él vendrá a la fuerza militar y vendrá contra la plaza fuerte del rey del norte y ciertamente actuará contra ellos y prevalecerá.” (Daniel 11:7.) “Uno del brote” de los padres, o “raíces”, de Berenice fue el hermano de esta, el faraón de Egipto Tolomeo III. A la muerte de su padre ‘se puso de pie’ como rey del sur e inmediatamente se dispuso a vengar el asesinato de su hermana. Avanzó contra el rey de Siria Seleuco II —de quien Laodice se había servido para dar muerte a Berenice y al hijo de esta—, y atacó “la plaza fuerte del rey del norte”. Tolomeo III tomó el sector fortificado de Antioquía y mató a Laodice. Luego se dirigió hacia el este a través de los dominios del rey del norte, saqueó la región de Babilonia y prosiguió hacia la India.
¿Qué sucedió a continuación? El ángel de Dios nos lo dice: “Y también con los dioses de ellos, con sus imágenes fundidas, con sus objetos deseables de plata y de oro, y con los cautivos vendrá a Egipto. Y él mismo por algunos años se mantendrá apartado del rey del norte” (Daniel 11:8). Más de doscientos años antes, el rey persa Cambises II había conquistado Egipto y se había llevado consigo los dioses egipcios, “sus imágenes fundidas”. Tolomeo III recuperó aquellos dioses en el saqueo de Susa, la antigua capital real persa, y se los llevó ‘cautivos’ a Egipto junto con un botín de guerra en el que figuraban numerosos “objetos deseables de plata y de oro”. Forzado, sin embargo, a sofocar una revuelta interna, ‘se mantuvo apartado del rey del norte’ y no le causó más daño.
¿Cómo reaccionó el rey del norte? A Daniel se le dijo: “Él realmente entrará en el reino del rey del sur y volverá a su propio suelo” (Daniel 11:9). El rey del norte —el rey de Siria Seleuco II— devolvió el golpe. Entró en los dominios —“en el reino”— del rey del sur egipcio, pero fue derrotado. Alrededor del año 242 a.E.C. ‘volvió a su propio suelo’, replegándose con su diezmado ejército a la capital de Siria, Antioquía. A su muerte, su hijo Seleuco III le sucedió.
¿Qué se profetizó respecto a la descendencia del rey sirio Seleuco II? El ángel dijo a Daniel: “Ahora bien, en cuanto a sus hijos, se excitarán y realmente reunirán una muchedumbre de grandes fuerzas militares. Y al venir él ciertamente vendrá e inundará y pasará adelante. Pero volverá atrás, y él se excitará hasta llegar a su misma plaza fuerte” (Daniel 11:10). El asesinato de Seleuco III truncó su reinado antes de los tres años. Su hermano, Antíoco III, lo reemplazó en el trono de Siria. Este hijo de Seleuco II reunió un gran ejército para lanzar un ataque contra el rey del sur, a la sazón Tolomeo IV. El nuevo rey del norte sirio derrotó a Egipto y recuperó el puerto marítimo de Seleucia, la provincia de Celesiria y las ciudades de Tiro y Tolemaida con sus poblaciones aledañas. Tras aplastar a un ejército del rey Tolomeo IV y conquistar numerosas ciudades de Judá, Antíoco III salió de Tolemaida, en la primavera del año 217 a.E.C., y se dirigió hacia el norte “hasta llegar a su misma plaza fuerte”, en Siria. Sin embargo, se avecinaba un cambio.
Al igual que Daniel, escuchamos con expectación lo que el ángel de Jehová pasa a predecir: “Y el rey del sur se amargará y tendrá que salir y pelear con él, es decir, con el rey del norte; y ciertamente hará que una muchedumbre grande se ponga de pie, y la muchedumbre realmente será dada en mano de aquel” (Daniel 11:11). El rey del sur, Tolomeo IV, avanzó con 75.000 hombres hacia el norte, al encuentro de su enemigo. El rey del norte sirio, Antíoco III, había reclutado “una muchedumbre grande” de 68.000 soldados para hacerle frente, pero esta “muchedumbre” fue “dada en mano” del rey del sur en la batalla que se libró en la ciudad costera de Rafia, no muy lejos de la frontera egipcia.
La profecía continúa: “Y la muchedumbre ciertamente será llevada. El corazón de él se ensalzará, y realmente hará que decenas de millares caigan; pero no usará su fuerte posición” (Daniel 11:12). El rey del sur, Tolomeo IV, ‘llevó’ a la muerte a 10.000 soldados de infantería y 300 de caballería del ejército sirio e hizo 4.000 prisioneros. Seguidamente, ambos reyes firmaron un tratado en virtud del cual Antíoco III conservó el puerto sirio de Seleucia, pero perdió Fenicia y Celesiria. A raíz de esta victoria, el corazón del rey del sur egipcio ‘se ensalzó’, especialmente contra Jehová. Judá siguió estando bajo el dominio de Tolomeo IV. Sin embargo, este ‘no usó su fuerte posición’ para seguir cosechando victorias sobre el rey del norte sirio, sino que se entregó a una vida disoluta. Su hijo, Tolomeo V, se convirtió con cinco años de edad en el siguiente rey del sur, varios años antes de la muerte de Antíoco III.
A raíz de sus conquistas, a Antíoco III se le llegó a llamar Antíoco el Grande. El ángel dijo de él: “El rey del norte tiene que volver y establecer una muchedumbre mayor que la primera; y al fin de los tiempos, algunos años, vendrá, haciéndolo con una gran fuerza militar y con muchísimos bienes” (Daniel 11:13). Esos “tiempos” fueron los dieciséis años o más que habían transcurrido desde que los egipcios derrotaron a los sirios en Rafia. Cuando Tolomeo V se convirtió a tierna edad en el rey del sur, Antíoco III se dispuso a recuperar con “una muchedumbre mayor que la primera” los territorios que le había arrebatado el rey del sur egipcio. Para ello, se alió con el rey macedonio Filipo V.
El rey del sur tuvo asimismo dificultades en su propio reino. “En aquellos tiempos habrá muchos que se pondrán de pie contra el rey del sur”, había señalado el ángel (Daniel 11:14a). En efecto, mucha gente ‘se puso de pie contra él’. Aquel joven rey del sur no se enfrentó únicamente a las fuerzas de Antíoco III y el aliado macedonio de este, sino también a problemas internos en Egipto. Su tutor, Agatocles, que gobernaba en su nombre, trató con arrogancia a los egipcios, y muchos de ellos se sublevaron. El ángel añadió: “Y los hijos de los salteadores que pertenecen a tu pueblo, por su parte, serán llevados a tratar de hacer que se realice una visión; y tendrán que tropezar” (Daniel 11:14b). Hasta algunos individuos del pueblo de Daniel se hicieron ‘hijos de salteadores’, revolucionarios en cierto sentido. Sin embargo, cualquier “visión” que estos judíos tuvieran en cuanto al fin de la dominación gentil sobre su tierra natal sería falsa, y fracasarían o, dicho de otro modo, ‘tropezarían’.
El ángel de Jehová predijo además: “El rey del norte vendrá y levantará un cerco de sitiar y realmente tomará una ciudad con fortificaciones. Y en cuanto a los brazos del sur, no se mantendrán firmes, ni el pueblo de sus escogidos; y no habrá poder para mantenerse firmes. Y aquel que viene contra él hará según su voluntad, y no habrá nadie que se mantenga firme delante de él. Y se plantará en la tierra de la Decoración, y habrá exterminio en su mano” (Daniel 11:15, 16).
Las fuerzas militares de Tolomeo V, “los brazos del sur”, sucumbieron al ataque procedente del norte. Tras su victoria en Paneas (Cesarea de Filipo), Antíoco III forzó al general egipcio Scopas y a 10.000 soldados “escogidos” a refugiarse en Sidón, “una ciudad con fortificaciones”. Allí ‘levantó un cerco de sitiar’, y en el año 198 a.E.C. conquistó esa ciudad portuaria fenicia. ‘Hizo según su voluntad’, pues las fuerzas del rey del sur egipcio no pudieron mantenerse firmes delante de él. Antíoco III marchó entonces sobre Jerusalén, capital de “la tierra de la Decoración”, Judá. En 198 a.E.C., la dominación sobre Jerusalén y Judá pasó de manos del rey del sur egipcio al rey del norte sirio. De ese modo, el rey del norte, Antíoco III, ‘se plantó en la tierra de la Decoración’, y hubo “exterminio en su mano” para todos los judíos y egipcios opositores. ¿Cuánto tiempo podría actuar a su antojo este rey del norte?
El ángel de Jehová responde: “[El rey del norte] pondrá su rostro para venir con el vigor de su reino entero, y habrá términos equitativos con él; y actuará eficazmente. Y en lo que respecta a la hija de las mujeres, a él se otorgará reducirla a ruina. Y ella no se mantendrá firme, y ella no continuará siendo de él” (Daniel 11:17).
El rey del norte, Antíoco III, ‘puso su rostro’ hacia Egipto a fin de conquistarlo “con el vigor de su reino entero”, pero acabó negociando “términos equitativos” de paz con Tolomeo V, el rey del sur. Las exigencias de Roma habían obligado a Antíoco III a cambiar de planes. Anteriormente, este se había aliado con Filipo V de Macedonia para tomar los territorios del rey de Egipto, por lo que los tutores de Tolomeo V —quien en ese momento era menor de edad— habían buscado la protección de Roma. Esta aprovechó la oportunidad de ampliar su esfera de influencia e hizo una demostración de fuerza.
Coaccionado por Roma, Antíoco III presentó los términos de un acuerdo de paz al rey del sur. En vez de entregar los territorios conquistados, como Roma le había demandado, Antíoco III pensó en transferirlos nominalmente casando a su hija Cleopatra —“la hija de las mujeres”— con Tolomeo V, y otorgándole a esta en concepto de dote algunas provincias, entre ellas Judá, “la tierra de la Decoración”. Sin embargo, aunque la boda se celebró en el año 193 a.E.C., el rey de Siria no dejó que tales provincias pasaran a manos de Tolomeo V. Fue un matrimonio político, concebido para que Egipto quedara sujeto a Siria. Pero el ardid fracasó debido a que Cleopatra I ‘no continuó siendo de él’, pues acabó poniéndose de parte de su esposo. Cuando estalló la guerra entre Antíoco III y Roma, Egipto tomó partido por esta última.
En alusión a los reveses que sufriría el rey del norte, el ángel añadió: “Y él [Antíoco III] volverá su rostro a las tierras costaneras y realmente tomará muchas. Y un comandante [Roma] tendrá que hacer que el oprobio procedente de él cese para sí [para Roma], para que su oprobio [por causa de Antíoco III] no sea. Él [Roma] hará que vuelva sobre aquel. Y él [Antíoco III] volverá su rostro a las plazas fuertes de su propio país, y ciertamente tropezará y caerá, y no se le hallará” (Daniel 11:18, 19).
“Las tierras costaneras” fueron las de Macedonia, Grecia y Asia Menor. Una guerra que estalló en Grecia en el año 192 a.E.C. atrajo a Antíoco III a ese país. Roma, molesta por los intentos del rey de Siria de aumentar sus conquistas en esos territorios, le declaró la guerra formalmente y lo derrotó en las Termópilas. En 190 a.E.C. perdió la batalla de Magnesia, y alrededor de un año después tuvo que renunciar a todas sus posesiones en Grecia, Asia Menor y las zonas al oeste de los montes Tauro. Roma le impuso un tributo gravoso, y así comenzó su dominación sobre el rey del norte sirio. Tras su expulsión de Grecia y Asia Menor y la pérdida de casi toda su flota, Antíoco III ‘volvió su rostro a las plazas fuertes de su propio país’, Siria. Los romanos ‘habían hecho que el oprobio’ que les había causado ‘volviera sobre él’. Antíoco ‘cayó’ o murió en 187 a.E.C., mientras intentaba saquear un templo en Elymais (Persia). Le sucedió su hijo Seleuco IV, el siguiente rey del norte.
El rey del sur, Tolomeo V, trató de conseguir las provincias que componían la dote de Cleopatra y que, por tanto, debería haber recibido, pero sus planes quedaron truncados, pues murió envenenado. El trono pasó a Tolomeo VI. ¿Y Seleuco IV? Necesitado de dinero para pagar el cuantioso tributo que adeudaba a Roma, envió a su tesorero, Heliodoro, a requisar los tesoros que, según se cree, albergaba el templo de Jerusalén. Heliodoro ambicionó el trono y mató a Seleuco IV, pero el rey Eumenes de Pérgamo y el hermano de este, Atalo, hicieron que fuera Antíoco IV, hermano del rey asesinado, quien subiera al poder.
El nuevo rey del norte, Antíoco IV, quiso demostrar que era más poderoso que Dios tratando de suprimir el culto a Jehová. Insolentemente, dedicó el templo de Jerusalén a Zeus, o Júpiter. En diciembre del año 167 a.E.C., se erigió un altar pagano encima del gran altar en que se efectuaba a diario una ofrenda quemada a Jehová y que se hallaba en el patio del templo. Diez días después, se ofreció un sacrificio a Zeus sobre el altar pagano. Esta profanación provocó la sublevación de los judíos comandados por los Macabeos, a quienes Antíoco IV combatió durante tres años. En 164 a.E.C., en el aniversario de la profanación, Judas Macabeo volvió a dedicar el templo a Jehová, instituyéndose la fiesta de la Dedicación (Hanuká) (Juan 10:22).
En el año 161 a.E.C., los Macabeos probablemente firmaron un tratado con Roma, y en 104 a.E.C. establecieron su propio reino. Sin embargo, las fricciones entre ellos y el rey del norte sirio no cesaron. Al final, se solicitó la intervención de Roma. El general romano Cneo Pompeyo tomó Jerusalén en 63 a.E.C., tras un asedio de tres meses. En 39 a.E.C., el Senado romano nombró rey de Judea a un edomita, Herodes, que acabó con el gobierno macabeo cuando conquistó Jerusalén en 37 a.E.C.
El monarca sirio Antíoco IV invade Egipto y se proclama rey de ese territorio. A instancias del rey egipcio Tolomeo VI, Roma envía al embajador Cayo Popilio Lenas, quien lleva consigo una flota impresionante y órdenes del Senado romano de que Antíoco IV renuncie al trono de Egipto y abandone el país. El rey de Siria y el embajador romano se encuentran frente a frente en un barrio de las afueras de Alejandría, Eleusis. Antíoco IV pide tiempo para consultar con sus consejeros, pero Lenas traza un círculo en torno a él y le dice que ha de responderle antes de cruzar la línea. Humillado, Antíoco IV se pliega a las exigencias de Roma y regresa a Siria (año 168 a.E.C.), lo que pone fin a la confrontación entre el rey del norte sirio y el rey del sur egipcio.
En virtud de su supremacía en Oriente Medio, Roma sigue dominando a Siria. Por consiguiente, si bien otros reyes de la dinastía seléucida gobiernan en ese país tras la muerte de Antíoco IV, en 163 a.E.C., no ocupan la posición de “rey del norte” (Daniel 11:15). Finalmente, Siria se convierte en una provincia romana en 64 a.E.C.
La dinastía tolemaica de Egipto conserva el puesto de “rey del sur” durante algo más de ciento treinta años después de la muerte de Antíoco IV (Daniel 11:14). En el año 31 a.E.C., el gobernante romano Octavio derrota en la batalla de Accio a las fuerzas aliadas de la última reina tolemaica, Cleopatra VII, y del amante de esta, el romano Marco Antonio. Tras el suicidio de Cleopatra al año siguiente, Egipto también se convierte en una provincia romana, con lo que deja de ser el rey del sur. En el año 30 a.E.C., Roma ha subyugado tanto a Siria como a Egipto.
El efecto de la helenización en los judíos. Cuando el Imperio griego se dividió entre los cuatro generales de Alejandro, Judá se convirtió en un estado fronterizo, entre el régimen tolemaico de Egipto y la dinastía seléucida de Siria. En el año 198 a. E.C. los seléucidas conquistaron esta tierra, que en un principio estuvo bajo el control de Egipto. Con el fin de unificar a Judá con Siria en el espíritu de la cultura helénica, se promovió la religión griega en todo el territorio, así como el idioma, la literatura y el estilo de vestir.
Para el año 200 a. E. C, Seleucia del Tigris en Babilonia tenía unos 600.000 habitantes. Alejandría unos 400.000 a 600.000 habitantes. Cartago unos 150.000 a 300.000 habitantes. Otras fuentes señalan que en 300 a. E. C, Cartago pudo tener casi 700.000 habitantes. Roma, unos 150.000 habitantes.
Se fundaron colonias griegas por todo el país, incluso en Samaria (que a partir de entonces se llamó Sebaste), en Akkó (Tolemaida) y Bet-seán (Escitópolis), así como en algunos lugares situados al E. del Jordán donde no había poblaciones. En la ciudad de Jerusalén se abrió un gimnasio, que atrajo a muchos jóvenes judíos. Como los juegos griegos estaban ligados íntimamente a la religión, el gimnasio era un medio de erosionar la adherencia judía a los principios bíblicos. Durante todo ese período, la infiltración helénica alcanzó incluso al sacerdocio judío. Por esa vía comenzaron a enraizarse paulatinamente un conjunto de creencias en otro tiempo ajenas al pensamiento judío, como la enseñanza pagana de la inmortalidad del alma y la idea de la existencia de un mundo subterráneo donde se sufría tormento después de la muerte.
Cuando Antíoco Epífanes profanó el templo de Jerusalén (168 a. E.C.) introduciendo en él el culto a Zeus, se alcanzó el punto álgido de la helenización judía; la rebelión no se hizo esperar y estallaron las guerras macabeas.
En Alejandría (Egipto), donde la colonia judía ocupaba un sector importante de la ciudad, la helenización fue también muy fuerte. Algunos judíos alejandrinos se dejaron arrastrar por la popularidad de la filosofía griega, y hubo autores judíos que pensaron que era necesario adecuar las creencias judías a las “nuevas tendencias”. Pretendieron demostrar que las ideas filosóficas griegas en boga en realidad habían estado antecedidas por ideas similares recogidas en las Escrituras Hebreas o que hasta se derivaban de estas.
Régimen romano sobre los estados griegos. Macedonia y Grecia (una de las cuatro divisiones del imperio de Alejandro) cayeron ante los romanos en el año 197 a. E.C. Al año siguiente, el general romano proclamó la “libertad” de todas las ciudades griegas. Esto significaba que no se exigiría ningún tributo, pero a cambio Roma esperaba una total cooperación, lo que llevó a un fuerte sentimiento antirromano. Macedonia guerreó contra los romanos, pero volvió a ser derrotada en 168 a. E.C., y unos veinte años después se convirtió en una provincia romana. La Liga Aquea, encabezada por Corinto, se rebeló en 146 a. E.C.; los ejércitos romanos marcharon hacia el S. de Grecia y destruyeron Corinto. Se formó la provincia de “Acaya”, que para el año 27 a. E.C. llegó a incluir toda la parte meridional y central de Grecia. (Hch 19:21; Ro 15:26).
El período de la dominación romana supuso para Grecia la decadencia política y económica. Lo único que prevaleció fue su cultura, que ejerció una notable influencia en los conquistadores romanos. Importaron con avidez la escultura y la literatura griegas. Templos enteros se desmantelaron y embarcaron hacia Italia. A muchos de los jóvenes de Roma se les educó en Atenas y en otros centros docentes griegos. Grecia, por otro lado, adoptó una actitud retrógrada, concentrándose en su pasado.
“Helenos” del siglo I E.C. En el tiempo del ministerio de Jesucristo y de sus apóstoles todavía se conocía a los nativos de Grecia o a los que eran de la raza griega por el nombre de hél·lē·nes (singular, hél·lēn). Los griegos llamaban a las personas de otras razas “bárbaros”, que significa simplemente extranjeros o los que hablan una lengua extranjera. En Romanos 1:14 el apóstol Pablo también contrasta a los “griegos” con los “bárbaros”.
Sin embargo, en algunas ocasiones Pablo usa el término hél·lē·nes con un sentido más amplio. Particularmente cuando lo contrasta con los judíos, emplea el vocablo hél·lē·nes o griegos en representación de todos los pueblos que no eran judíos. (Ro 1:16; 2:6, 9, 10; 3:9; 10:12; 1Co 10:32; 12:13.) De ahí que en el capítulo 1 de Primera a los Corintios, Pablo parangone a los “griegos” (vs. 22) con las “naciones” (vs. 23). Parece ser que este uso se debió a la importancia y preeminencia del lenguaje y la cultura griegos en todo el Imperio romano. En cierto sentido, ‘encabezaban la lista’ de los pueblos que no eran judíos. Pero esto no significaba que Pablo o los otros escritores de las Escrituras Griegas Cristianas usaran hél·lē·nes en sentido vago, como sinónimo de “pagano”, según han supuesto algunos comentaristas. Como prueba de que hél·lē·nes se usaba para identificar a un pueblo determinado, en Colosenses 3:11 Pablo se refiere a los ‘griegos’ y los distingue del “extranjero [bár·ba·ros]” y el “escita”.
En la misma línea, el helenista Hans Windisch, dice: “No se puede demostrar que el sentido del término ‘gentil’ [por hél·lēn] [...] provenga del judaísmo helénico o del N.T.”. (Theological Dictionary of the New Testament, edición de G. Kittel; traducción y edición de G. Bromiley, 1971, vol. 2, pág. 516.) No obstante, Windisch indica que en algunas ocasiones los escritores griegos emplearon el término hél·lēn para referirse a personas de otras razas que habían adoptado la lengua y la cultura griegas, es decir, personas que se habían “helenizado”. Por consiguiente, cuando en la Biblia se emplea el término hél·lē·nes, o griegos, hay que tener en cuenta que existe la posibilidad de que en muchos casos las personas aludidas no fuesen en realidad griegos de nacimiento o ascendencia.
Es probable que se llamase “griega” a la mujer de nacionalidad sirofenicia cuya hija sanó Jesús (Mr 7:26-30) por ser de ascendencia griega. Los “griegos entre los que había subido a adorar” en la Pascua y que solicitaron ver a Jesús debían ser prosélitos griegos de la religión judía. (Jn 12:20; obsérvese la declaración profética de Jesús en el vs. 32 en cuanto a ‘atraer a él a hombres de toda clase’.) El término hél·lēn se aplica tanto al padre de Timoteo como a Tito (Hch 16:1, 3; Gál 2:3), lo que quizás signifique que eran de raza griega. Sin embargo, en vista de la supuesta tendencia de algunos escritores griegos a emplear hél·lē·nes para referirse a los que no eran griegos, pero que hablaban griego y eran de cultura griega, y en vista de que Pablo usó dicho término en el sentido representativo considerado antes, cabe la posibilidad de que todas estas personas fuesen griegas en este último sentido. Sin embargo, el hecho de que la mujer griega estuviese en Sirofenicia, el que el padre de Timoteo residiese en Listra (Asia Menor) o que Tito al parecer hubiese residido en Antioquía de Siria, no es prueba de que no fueran de raza griega o descendientes de griegos, pues en todas estas regiones había colonos e inmigrantes griegos.
Cuando Jesús le dijo a cierto grupo que iba a ‘irse al que le había enviado’ y que ‘donde él estaba yendo ellos no podían ir’, los judíos se dijeron entre sí: “¿A dónde piensa ir este, de modo que nosotros no hayamos de hallarlo? No piensa ir a los judíos dispersos entre los griegos y enseñar a los griegos, ¿verdad?”. (Jn 7:32-36.) Con la expresión “los judíos dispersos entre los griegos” querían decir simplemente eso: no los judíos de Babilonia, sino los que estaban esparcidos por todas las lejanas ciudades griegas y países occidentales. Los relatos de los viajes misionales de Pablo revelan la extraordinaria cantidad de inmigrantes judíos que había en tales regiones griegas.
Las personas mencionadas en Hechos 17:12 y 18:4, donde se habla de las ciudades griegas de Berea y Corinto, ciertamente eran de ascendencia griega, como también pudieron haberlo sido los “griegos” de Tesalónica, en Macedonia (Hch 17:4); de Éfeso, en la costa occidental de Asia Menor, colonizada durante mucho tiempo por los griegos y en otro tiempo la capital de Jonia (Hch 19:10, 17; 20:21), e incluso de Iconio, en la parte central de Asia Menor (Hch 14:1). Aunque la combinación ‘judíos y griegos’ que aparece en algunos de estos textos puede indicar que Lucas, al igual que Pablo, utilizó el término “griegos” para designar a los pueblos no judíos en general, en realidad solo Iconio estaba situada geográficamente fuera del mundo propiamente griego.
Para el año 100 a. E. C, Seleucia del Tigris en Babilonia tenía unos 250.000 habitantes; Alejandría entre 500.000 a 750.000 habitantes; Cartago, de 350.000 a 500.000 habitantes; y Roma, 1.000.000 de habitantes.
LA SEXTA POTENCIA MUNDIAL. ROMA (30 a. E. C-siglo V).
Posibles habitantes en el mundo, año 40 a. E. C: ¿200 millones a 800 millones?
Una maqueta de la Roma imperial.
Una maqueta de la Roma imperial.
Cuándo se fundó Roma y quién lo hizo son datos que están envueltos en la leyenda y la mitología. La tradición dice que la fundó un tal Rómulo, su primer rey, en 753 a. E.C., pero hay sepulturas y otros indicios que muestran que fue habitada mucho antes.
Sobre el siglo VII a. n. e. en Sicilia se cree que vivían unas 200.000 personas.
Los primeros poblados conocidos se asentaron sobre siete colinas al E. del río Tíber. Según la tradición, la ubicación del poblado más antiguo fue el Palatino. Las otras seis colinas situadas alrededor del Palatino eran, empezando desde el N. y en la dirección de las agujas del reloj, el Quirinal, el Viminal, el Esquilino, el Celio, el Aventino y el Capitolio. Posteriormente se desecaron los pantanosos valles que separaban las colinas y se construyeron en ellos casas, foros y circos. Según Plinio el Viejo, en el año 73 E.C. las murallas de la ciudad tenían un perímetro de unos 21 Km. Con el tiempo se anexionaron las colinas y los valles del lado occidental del Tíber, lo que incluye las más de 40 Ha. que ocupa actualmente el Vaticano. Según cálculos moderados, la población de la ciudad sobrepasaba el millón de habitantes antes del gran incendio de los días de Nerón.
Los primeros poblados conocidos se asentaron sobre siete colinas al E. del río Tíber. Según la tradición, la ubicación del poblado más antiguo fue el Palatino. Las otras seis colinas situadas alrededor del Palatino eran, empezando desde el N. y en la dirección de las agujas del reloj, el Quirinal, el Viminal, el Esquilino, el Celio, el Aventino y el Capitolio. Posteriormente se desecaron los pantanosos valles que separaban las colinas y se construyeron en ellos casas, foros y circos. Según Plinio el Viejo, en el año 73 E.C. las murallas de la ciudad tenían un perímetro de unos 21 Km. Con el tiempo se anexionaron las colinas y los valles del lado occidental del Tíber, lo que incluye las más de 40 Ha. que ocupa actualmente el Vaticano. Según cálculos moderados, la población de la ciudad sobrepasaba el millón de habitantes antes del gran incendio de los días de Nerón.
Se conoce con el nombre de las guerras púnicas a los tres conflictos armados que enfrentaron entre los años 264 a. C. y 146 a. C. a las dos principales potencias del Mediterráneo occidental de la época: Roma y Cartago.
Roma se convirtió así en el estado más poderoso del Mediterráneo occidental, lo que sumado al fin de las guerras macedónicas y la derrota del emperador seléucida Antíoco III Megas en la guerra romano-siria en el Mediterráneo oriental, convirtió a la República romana en el poder dominante en el Mediterráneo. La derrota aplastante de Cartago supuso un punto de inflexión que provocó que el conocimiento de las antiguas civilizaciones mediterráneas pasara al mundo moderno a través de Europa en lugar de África.
La imagen política de Roma. Roma experimentó muchas diferentes clases de gobierno a lo largo de los siglos. Algunas instituciones se importaron de otras naciones y se adaptaron, mientras que otras fueron innovaciones romanas. H. G. Wells observó en su libro Breve Historia del Mundo: “El nuevo poderío que, durante los siglos II y I antes de Jesucristo, apareciera para dominar el mundo occidental, el poderío romano, representaba en varios respectos algo distinto de los grandes imperios que hasta entonces prevalecieran en el mundo civilizado” (cap. 33, págs. 161-163). La estructura política de Roma cambió con el paso de los diferentes estilos de gobierno, entre ellos, coaliciones de jefes patriarcales, monarquías, gobiernos aristocráticos en manos de unas pocas familias de la nobleza, dictaduras y diferentes formas de gobierno republicano, en las que variaba el poder que se otorgaba a los senadores, cónsules y triunviratos (coaliciones de gobierno integradas por tres hombres), con las típicas luchas intestinas entre clases y facciones. En su última época, el imperio estuvo gobernado por emperadores. Como es característico de los gobiernos humanos, la historia política romana estuvo plagada de odios, celos, intrigas y asesinato, con muchos complots y conspiraciones generados por la fricción interna y las guerras externas.
El dominio de Roma fue extendiéndose gradualmente por todo el mundo conocido. Su influencia alcanzó primero a toda la península itálica, luego a todo el Mediterráneo y otras regiones más lejanas. El imperio llegó a ser conocido por el nombre de su capital. En Roma sobre el 25 a. n. e. pudieron vivir 450.000 personas.
Roma alcanzó el cenit de su gloria internacional durante la época de los césares. Encabeza la lista Julio César, nombrado dictador por diez años en 46 a. E.C., pero asesinado por unos conspiradores en el año 44 a. E.C. Después de un intervalo durante el cual intentó llevar las riendas del poder un triunvirato, Octavio se erigió finalmente como único gobernante del Imperio romano (31 a. E.C.–14 E.C.). En el año 27 a. E.C. consiguió ser emperador, y se hizo proclamar “Augusto”. Durante su gobernación nació Jesús, en el año 2 a. E.C. (Lu 2:1-7.) Tiberio (14-37 E.C.), el sucesor de Augusto, gobernó durante el ministerio de Jesús. (Lu 3:1, 2, 21-23.) Después vinieron Cayo (Calígula) (37-41 E.C.) y Claudio (41-54 E.C.), quien promulgó un decreto por el que se expulsaba a los judíos de Roma. (Hch 18:1, 2.) A este le siguió Nerón (54-68 E.C.), a quien Pablo apeló su causa.
Después de Nerón, los emperadores romanos del primer siglo fueron en orden de sucesión: Galba (68-69 E.C.); Otón y Vitelio (69 E.C.); Vespasiano (69-79 E.C.), durante cuyo reinado se arrasó Jerusalén; Tito (79-81 E.C.), quien antes de ser emperador dirigió el ataque contra Jerusalén; Domiciano (81-96 E.C.), durante cuyo gobierno, según la la tradición, Juan fue exiliado a la isla penal de Patmos; Nerva (96-98 E.C.), y Trajano (98-117 E.C.). Durante el gobierno de Trajano las fronteras del imperio alcanzaron sus límites máximos en todas direcciones: hasta el Rin y el mar del Norte, el Danubio, el Éufrates, las cataratas del Nilo, el gran desierto de África y, al O., el Atlántico.
Nerón.
Trajano.
Durante los años de decadencia del Imperio romano, llegó a ser emperador Constantino el Grande (306-337 E.C.), quien trasladó la capital a Bizancio (Constantinopla). Al siglo siguiente se produjo la caída del imperio, y en el año 476 E.C. un jefe militar germano llamado Odoacro se convirtió en el primer rey “bárbaro”.
Trajano.
Durante los años de decadencia del Imperio romano, llegó a ser emperador Constantino el Grande (306-337 E.C.), quien trasladó la capital a Bizancio (Constantinopla). Al siglo siguiente se produjo la caída del imperio, y en el año 476 E.C. un jefe militar germano llamado Odoacro se convirtió en el primer rey “bárbaro”.
Unos trescientos años después de que Octavio convirtió a Egipto en una provincia de Roma, el emperador romano Aureliano personificó al rey del norte, mientras que Septimia Zenobia, reina de la colonia romana de Palmira, representó al rey del sur. En 269, el ejército de Palmira invadió Egipto con el pretexto de asegurar la dominación de Roma en ese territorio. Zenobia deseaba convertir a Palmira en la ciudad preponderante de Oriente y gobernar las provincias romanas orientales. Su ambición provocó la inquietud de Aureliano, y este alzó “su poder y su corazón” contra ella.
El rey del sur, la entidad gobernante que Zenobia encabezaba, ‘se excitó’ para guerrear contra el rey del norte “con una fuerza militar sumamente grande y poderosa” a las órdenes de dos generales, Zabdas y Zabbai. Pese a ello, Aureliano conquistó Egipto, y luego dirigió sus tropas a Asia Menor y Siria. Zenobia fue derrotada en Emesa (la actual Homs) y se retiró a Palmira. Tras una defensa valiente y, sin embargo, inútil de la ciudad ante el asedio de Aureliano, huyó con su hijo hacia Persia, pero los romanos la capturaron a orillas del río Éufrates. En el año 272, los palmirenos entregaron la ciudad. Aureliano perdonó la vida a Zenobia y en 274 la convirtió en la principal atracción de su procesión triunfal por las calles de Roma. La reina guerrera vivió el resto de sus días como una matrona romana.
El propio Aureliano ‘no se mantuvo firme, porque tramaron tramas contra él’. En 275 se dispuso a lanzar una ofensiva contra los persas. Mientras esperaba en Tracia la oportunidad de cruzar el estrecho y entrar en Asia Menor, ‘los que comían de su mesa’ conspiraron contra él y causaron su “quebranto”. Aureliano estaba a punto de pedir cuentas por ciertas irregularidades a Eros, su secretario. Este, no obstante, falsificó una lista de nombres de oficiales a los que supuestamente se pretendía dar muerte. Al verla, los oficiales tramaron y perpetraron el asesinato de Aureliano.
La muerte del emperador Aureliano no supuso el fin del rey del norte. Otros gobernantes romanos lo reemplazaron. Durante un tiempo, hubo un emperador de Occidente y otro de Oriente. Bajo el mandato de esos hombres, la “fuerza militar” del rey del norte fue “llevada por la inundación”, o sea, “esparcida (dispersada)”,* y muchos ‘cayeron muertos’ debido a las incursiones que las tribus germánicas efectuaron desde el norte. En el siglo IV, los godos cruzaron las fronteras romanas. Las invasiones se sucedieron, y en el año 476 el caudillo germano Odoacro derrocó al último emperador que gobernó en Roma. A principios del siglo VI, la zona occidental del Imperio romano ya se había desmembrado, y los germanos reinaban en Britania, la Galia, Italia, el norte de África y España. La sección oriental del imperio perduró hasta el siglo XV.
Sin mencionar detalles innecesarios de la desintegración del Imperio romano —una desintegración que se extendió por varios siglos—, el ángel de Jehová pasó a predecir otras hazañas de los reyes del norte y del sur. Sin embargo, un breve repaso de ciertos hechos históricos concernientes al Imperio romano nos permitirá determinar la identidad de los dos reyes rivales en tiempos posteriores.
En el siglo IV, el emperador romano Constantino otorgó el reconocimiento estatal al cristianismo apóstata, y hasta convocó y presidió personalmente un concilio eclesiástico en Nicea (Asia Menor) en el año 325. Posteriormente, Constantino trasladó la residencia imperial de Roma a Bizancio (Constantinopla) e hizo de esta última la nueva capital. El Imperio romano permaneció bajo el mando de un único emperador hasta el fallecimiento de Teodosio I, acaecido el 17 de enero del año 395.
A la muerte de Teodosio, el Imperio romano se dividió entre sus hijos. Honorio obtuvo el sector occidental; Arcadio, el oriental, con su capital Constantinopla. Los territorios de Britania, la Galia, Italia, España y el norte de África formaron parte de la sección occidental; los de Macedonia, Tracia, Asia Menor, Siria y Egipto, de la oriental. Alejandría, la capital egipcia, cayó ante los sarracenos (árabes) en 642 y se convirtió en una provincia sometida a los califas. En enero de 1449 subió al trono Constantino XI, el último emperador de Oriente. Los turcos otomanos a las órdenes del sultán Mehmet II acabaron con el Imperio romano de Oriente cuando tomaron Constantinopla el 29 de mayo de 1453. En 1517, Egipto llegó a ser una provincia turca. Con el tiempo, sin embargo, esa tierra del rey del sur original llegaría a estar bajo la dominación de otro imperio que vendría de la sección occidental.
En el ala occidental del Imperio romano surgió la figura del obispo católico de Roma. El pontífice León I, en particular, se hizo célebre por afianzar la autoridad del papado en el siglo V. Posteriormente, otro Papa se arrogó la prerrogativa de coronar al emperador de la sección occidental. El acontecimiento tuvo lugar el día de Navidad del año 800, cuando el pontífice León III coronó en Roma a Carlos (Carlomagno), rey de los francos, como emperador del nuevo Imperio romano de Occidente. Esta coronación supuso el restablecimiento en Roma de la figura del emperador y, según algunos historiadores, marcó el principio del Sacro Imperio Romano. A partir de entonces coexistieron dos imperios: el de Oriente y el Sacro Imperio Romano (en occidente), ambos autodenominados cristianos.
El paso de los años demostró la ineptitud para gobernar de los sucesores de Carlomagno. Incluso hubo un lapso en que el puesto de emperador estuvo vacante. Entretanto, el rey germano Otón I obtuvo el control de la mayor parte del norte y centro de Italia y se proclamó rey de ese país. El 2 de febrero del año 962, el papa Juan XII coronó a Otón I emperador del Sacro Imperio Romano. La capital de este se hallaba en Alemania, y los emperadores y la mayoría de sus súbditos eran alemanes. Cinco siglos más tarde, el título de “emperador” pasó a la austriaca casa de Habsburgo, y esta lo conservó durante la mayor parte de los años que perduraría el Sacro Imperio Romano.
Napoleón I asestó un golpe mortal al Sacro Imperio Romano cuando se negó a reconocer su existencia tras las victorias que en 1805 logró en Alemania. El emperador Francisco II, incapaz de defender la corona, renunció a su condición de emperador romano el 6 de agosto de 1806 para conformarse con el título de emperador de Austria y su gobierno nacional. Fundado mil seis años antes por el papa León III y el rey franco Carlomagno, el Sacro Imperio Romano había llegado a su fin. En 1870, Roma se convirtió en la capital del reino de Italia, independiente del Vaticano. Al año siguiente se instauró un imperio germánico en el que Guillermo I ostentó el título de césar (káiser). Por lo tanto, el nuevo rey del norte, Alemania, se había presentado en la escena mundial.
¿Quién, entonces, llegó a ser el nuevo rey del sur? La historia muestra que Gran Bretaña se convirtió en un imperio en el siglo XVII. En 1798, Napoleón I conquistó Egipto con el objetivo de entorpecer las rutas comerciales británicas. Declarada la guerra, la alianza entre británicos y otomanos obligó a los franceses a retirarse de Egipto, que en el inicio del conflicto había representado al rey del sur. En el siglo siguiente, Gran Bretaña incrementó su presencia en Egipto, y en 1882 el país se convirtió de hecho en una dependencia británica. En 1914, año en que estalló la I Guerra Mundial, Egipto pertenecía a Turquía y se hallaba bajo el mando de un jedive, o virrey. Sin embargo, cuando Turquía se alió con Alemania en la contienda, los británicos depusieron al jedive y declararon a Egipto protectorado británico. Los estrechos lazos que se fueron creando entre Gran Bretaña y Estados Unidos de América dieron lugar a la potencia mundial angloamericana. Juntas, estas dos naciones llegaron a ocupar la posición de rey del sur.
La vida y las condiciones de la ciudad. En tiempos de Augusto la administración del gobierno de la ciudad se dividió en catorce distritos, con un magistrado que se escogía anualmente por suertes para gobernar cada uno de ellos. Se organizaron siete brigadas contra incendios llamadas vigiles, cada una de las cuales tenía dos distritos bajo su responsabilidad. En los límites nororientales de la ciudad había estacionada una fuerza especial de unos 10.000 hombres, conocida como la guardia pretoriana o imperial, para la protección del emperador. También había tres “cohortes urbanas”, la policía urbana que mantenía la ley y el orden en Roma.
Los ricos e influyentes solían vivir en hogares palaciegos construidos sobre las colinas, y tenían muchos siervos y esclavos —a veces cientos— a su disposición. En los valles la gente común vivía apiñada en enormes insulae, o casas de vecindad, de varios pisos, que, por orden de Augusto, no podían sobrepasar los 21 m. de altura. Estos bloques de viviendas estaban separados por calles estrechas, tortuosas y sucias, en las que había el acostumbrado tráfico y corrupción de las grandes ciudades.
Estas secciones pobres fueron las que más padecieron y las que más muertes registraron en el histórico incendio del año 64 E.C. Tácito narra aquel holocausto, y se refiere a “los lamentos de las mujeres aterradas, la incapacidad de los viejos y la inexperiencia de los niños”. (Anales, libro XV, 38.) Solo se libraron del incendio cuatro de los catorce distritos de Roma.
Había muy pocas personas en Roma a las que se pudiera encuadrar en la clase media; casi toda la riqueza se concentraba en manos de una pequeña minoría. Cuando Pablo llegó por primera vez a Roma, puede que la mitad de la población estuviese integrada por esclavos sin derechos legales, que habían sido prisioneros de guerra, criminales condenados o hijos vendidos por sus padres. La mayor parte de la población libre era pobre y prácticamente vivía de los subsidios del gobierno.
Para evitar que los pobres se amotinaran, el Estado proporcionaba dos cosas: alimento y entretenimiento. De aquí la frase satírica: panem et circenses (pan y juegos del circo), con la que se daba a entender que eso era todo lo que se necesitaba para tener contentos a los pobres de Roma. Desde el año 58 a. E.C., los cereales solían distribuirse gratis, al igual que el agua, que se llevaba a la ciudad desde muchos kilómetros de distancia por medio de acueductos. El vino era un artículo barato. Para aquellos a quienes les gustaba la lectura había bibliotecas, y el pueblo en general disponía de baños públicos y gimnasios, así como de teatros y circos. Las representaciones teatrales consistían en obras, danzas y pantomimas, tanto griegas como romanas. En los grandes anfiteatros y circos se celebraban juegos, que consistían principalmente en espectaculares carreras de carros y encarnizadas luchas de gladiadores, en las que hombres y bestias peleaban a muerte. El circo Máximo tenía un aforo de más de 150.000 personas, y la entrada a los juegos era gratis.
El pueblo de Roma no pagaba el elevado coste de estos gastos gubernamentales, pues desde la conquista de Macedonia, en el año 168 a. E.C., los ciudadanos romanos quedaron exentos de impuestos. En su lugar, se impuso una pesada carga tributaria a las provincias, con impuestos de tipo directo e indirecto. (Mt 22:17-21.)
Influencia extranjera. Roma fue en muchos sentidos un gran crisol de razas, idiomas, culturas e ideas. El código romano surgió gradualmente del largo proceso político del imperio. Sus leyes definían los derechos y limitaciones del gobierno, los tribunales y los magistrados, y proporcionaban artificios legales, como el de la ciudadanía, para la protección de los derechos humanos. (Hch 25:16.) La ciudadanía, que llegó a otorgarse hasta a las ciudades confederadas de Roma y a diversas colonias del imperio, conllevaba muchas ventajas (Hch 16:37-39; 22:25, 26), y se podía comprar o heredar. (Hch 22:28.) De esta y otras maneras, la gran metrópoli intentó romanizar los territorios que había conquistado a fin de asegurar el total control del imperio.
Uno de los mejores ejemplos de la influencia exterior que experimentó Roma se encuentra en las ruinas de sus pasadas glorias arquitectónicas. El que visita esta ciudad museo se encuentra con numerosos testimonios de la influencia helénica y de otras culturas. El llamado arco romano, tan bien utilizado por este pueblo, no es de origen romano. Los logros arquitectónicos romanos se debieron en buena medida al uso de una forma primitiva de hormigón que se utilizaba como cemento y como ingrediente principal en la manufactura de piedras artificiales.
El programa de construcción de Roma tomó auge en el último siglo de la república y, especialmente, en la época de los emperadores. Augusto dijo que Roma era una ciudad de ladrillos y que él la había convertido en una ciudad marmórea, aunque, en cualquier caso, el mármol se empleó principalmente para recubrir los ladrillos o el hormigón. Hubo una segunda reconstrucción de la ciudad después del incendio del año 64 E.C. Entre las construcciones romanas más notables se encontraban los foros, los templos, los palacios, los anfiteatros, los baños, los acueductos, las cloacas y los monumentos. Aún están en pie o semiderruidos el gran Coliseo y algunos monumentos, como el Arco de Tito, con un bajorrelieve de la caída de Jerusalén. (GRABADOS, vol. 2, pág. 536.) Los romanos también se distinguieron por la construcción de carreteras y puentes por todo el imperio.
Había tal afluencia de extranjeros, que los romanos se quejaban de que Roma había perdido su propia esencia. Procedían de todas las partes del imperio, y llevaban consigo sus oficios, costumbres, tradiciones y religiones. Aunque el latín era la lengua oficial, el lenguaje internacional era el griego común (koiné), por lo que el apóstol Pablo escribió su carta a los Romanos en griego. La influencia griega también tuvo su impacto en la literatura y en los métodos de educación. A los muchachos, y a veces también a las muchachas, se les educaba conforme al modelo ateniense, enseñándoles literatura y oratoria griegas, y a los hijos de los que podían sufragarlo se les enviaba a una de las escuelas filosóficas de Atenas.
Religión. Roma también llegó a recoger toda forma de adoración falsa. El historiador John Lord comenta: “La superstición llegó a su culminación en Roma, ya que allí se veían sacerdotes y devotos de todos los países que dominaba: ‘hijas de Isis, de tez morena, con tambor y pandereta y porte sensual; devotos del Mitra persa; eunucos asiáticos; sacerdotes de Cibeles, con sus danzas frenéticas y gritos discordes; adoradores de la gran diosa Diana; cautivos bárbaros, con los ritos del sacerdocio teutónico; sirios, judíos, astrólogos caldeos y hechiceros tesalienses’”. (Beacon Lights of History, 1912, vol. 3, págs. 366, 367.)
La devoción a estas religiones y sus desenfrenadas orgías dieron paso a que los romanos, tanto la plebe como la clase alta, abandonaran totalmente la virtud y la rectitud. Según Tácito, entre la clase alta estuvo la adúltera y asesina esposa del emperador Claudio, Mesalina. (Anales, XI, 1-34.)
Entre la maraña de religiones de Roma sobresalía el culto al emperador deificado. Este culto se practicaba especialmente en las provincias, donde se edificaban templos en los que se le ofrecían sacrificios al igual que a un dios. (GRABADO, vol. 2, pág. 536.) George Botsford escribió en A History of Rome: “El culto al emperador iba a ser la fuerza más trascendental de la religión del mundo romano hasta la adopción del cristianismo”. Una inscripción hallada en Asia Menor dice del emperador: “Es el Zeus paterno y el salvador de toda la raza humana, que contesta todas las oraciones, y hace más de lo que pedimos. Pues la tierra y el mar disfrutan de paz; las ciudades florecen; en todas partes hay armonía y prosperidad y felicidad”. Este culto desempeñó un papel importante en la persecución de los cristianos, con respecto a quienes este escritor dice: “El que rehusaran adorar al Genius, o espíritu custodio del emperador, se interpretaba como un acto impío y traidor” (1905, págs. 214, 215, 263).
El cristianismo llega a Roma. En el día del Pentecostés del año 33 E.C., “residentes temporales procedentes de Roma, tanto judíos como prosélitos”, fueron testigos de los resultados del derramamiento del espíritu santo, y algunos de ellos debieron estar entre los 3.000 que se bautizaron en aquella ocasión. (Hch 2:1, 10, 41.) Como resultado de la predicación que efectuaron al regresar a Roma, se formó una congregación cristiana muy fuerte y activa, de cuya fe, según dijo el apóstol Pablo, ‘se hablaba por todo el mundo’. (Ro 1:7, 8.) Tácito (Anales, XV, 44) y Suetonio (Los doce césares, traducción de Jaime Arnal, Orbis, Barcelona, 1985, “Nerón Claudio”, XVI [2]) hicieron mención de los cristianos de Roma.
Pablo escribió a la congregación cristiana de Roma alrededor del año 56 E.C., y unos tres años más tarde llegó a esta ciudad como prisionero. Aunque había deseado visitar Roma con anterioridad y en circunstancias diferentes (Hch 19:21; Ro 1:15; 15:22-24), le fue posible dar un testimonio cabal a pesar de estar preso, al invitar a las personas a su casa. De este modo, por dos años continuó “predicándoles el reino de Dios y enseñando las cosas respecto al Señor Jesucristo con la mayor franqueza de expresión, sin estorbo”. (Hch 28:14-31.) Hasta la guardia pretoriana del emperador llegó a conocer el mensaje del Reino. (Flp 1:12, 13.) Por todo ello, como se había predicho de él, Pablo ‘dio un testimonio cabal hasta en Roma’. (Hch 23:11.)
Durante estos dos años que permaneció detenido en Roma, Pablo escribió las cartas a los Efesios, a los Filipenses, a los Colosenses y a Filemón. En este mismo tiempo, Marcos debió escribir su relato del evangelio en Roma. Poco antes de su liberación o inmediatamente después, Pablo escribió su carta a los Hebreos, hacia el año 61 E.C. (Heb 13:23, 24.) Durante su segundo período de prisión en Roma, alrededor del año 65 E.C., Onesíforo le visitó y Pablo escribió su segunda carta a Timoteo. (2Ti 1:15-17.)
Aunque Pablo, Lucas, Marcos, Timoteo y otros cristianos del primer siglo visitaron Roma (Flp 1:1; Col 4:10, 14), no hay prueba concluyente de que Pedro estuviera jamás en Roma, como señalan algunas tradiciones. Los relatos sobre el martirio de Pedro en Roma se basan en la tradición.
La ciudad de Roma se ganó una pésima reputación debido a la persecución de los cristianos, sobre todo durante los reinados de Nerón y Domiciano. Estas persecuciones se atribuyen a dos causas: 1) el gran celo evangelizador de los cristianos por convertir a otros y 2) su postura intransigente en cuanto a dar a Dios, y no a César, las cosas que son de Dios.
Constantinopla se convirtió en la capital del Imperio Romano en el año 324. Sin embargo, hasta la caída de Roma no logró ser la ciudad más grande de su período. Llegó a tener 450.000 habitantes en el siglo V.
Reconstrucción de Constantinopla.
306-337: Constantino I el Grande, finaliza la persecución de los cristianos y establece Bizancio como nueva capital del imperio.
312: se produce la batalla del Puente Milvio donde el emperador Constantino derrota a Majencio y establece el fin de la tetrarquía.
350: los hunos invaden el Imperio sasánida.
376: los visigodos cruzan el Danubio adentrándose en territorio del Imperio romano ante la presión de los hunos.
378: en la batalla de Adrianópolis el emperador Valente es derrotado y asesinado, esta batalla cambió la estrategia de batalla romana.
395: muere Teodosio I el Grande y divide el Imperio romano entre sus dos hijos, Honorio y Arcadio.
406: Las tribus germánicas cruzan el río Rin ante la pasividad del imperio romano de Occidente; dichas tribus se disgregan por la Galia e Hispania.
407: El autoproclamado emperador Constantino III abandona la provincia de Britania, asentándose en Arlés; abandonándola a merced de los bárbaros.
411: Los suevos se asientan en Gallaecia, donde forman un reino que durará más de 100 años.
412: El rey alano Ataces conquista Augusta Emérita y la establece como capital de su corte.
425: Los vándalos saquean Cartago Nova.
426: Los vándalos saquean Sevilla.
429: Los vándalos y alanos liderados por Genserico cruzan al norte de África.
439: Los vándalos toman Cartago y se apoderan de África, provincia del imperio romano de Occidente.
440: Los anglos, jutos y sajones se asientan en la Britania posromana.
451: Un ejército formado por romanos y sus aliados bárbaros, dirigido por Flavio Aecio y Teodorico I derrota al ejército de Atila, compuesto por hunos y sus aliados bárbaros, en la batalla de los Campos Cataláunicos.
453: Muere Atila. Su hijo Elak hereda su imperio, que no tardará en quedar dividido.
454: Se produce la batalla de Nedao, donde un ejército combinado de gépidos y ostrogodos derrota al ejército huno del hijo de Atila, Elak.
461: Una pequeña flota vándala destruye totalmente la flota romana en la batalla de Cartagena.
472: Muere Ricimero, gobernante de facto del imperio occidental y apodado el «Hacedor de Emperadores».
476: El último emperador del Imperio romano de Occidente, Rómulo Augústulo, es depuesto por Odoacro, rey de los hérulos, alzándose como rey de Italia; desapareciendo oficialmente el imperio occidental.
480: Es asesinado Julio Nepote, último emperador oficial del imperio romano de Occidente.
490: Se produce la batalla del Monte Badon, donde un ejército britano y romano dirigido supuestamente por el rey Arturo rechaza una incursión de sajones y anglos.
493: Teodorico el Grande, rey de los ostrogodos, asesina a Odoacro y es proclamado rey de Italia.
496: El rey franco Clodoveo I vence a los alamanes en la batalla de Tolbiac.
527: Justiniano I sucede a Justino I como emperador del Imperio bizantino.
532 Se produce la niká en el hipódromo de Constantinopla, la revuelta es sofocada por los generales Belisario y Mundus que acaba con 30 000 fallecidos.
533: El general bizantino Belisario derrota al rey vándalo Gelimer en la batalla de Ad Decimum, esto es el comienzo de la desaparición del Reino vándalo
537: Se produce la batalla de Camlann, la batalla final del legendario rey Arturo.
554: El Imperio bizantino se anexiona el Reino ostrogodo gracias principalmente a las campañas del general Belisario, siendo acabada la conquista por el general Narsés.
565: Mueren ese mismo año Justiniano I y Belisario, principales artífices de la expansión del Imperio bizantino.
568: Los lombardos invaden Italia.
570: Nace Mahoma, profeta del islam.
585: El Reino suevo es conquistado por los visigodos.
589: China se reunifica bajo la dinastía Sui.
Imperio Bizantino.
603: Última mención del Senado romano.
615: El Imperio Sasánida, dirigido por el rey Cosroes II saquea Jerusalén y se llevan la Vera Cruz.
618: La dinastía Tang se hace con el poder en China.
622: Hégira de los musulmanes de la Meca hacia Medina. Esta fecha es el inicio del calendario lunar musulmán.
622: Mahoma funda la religión del islam con su predicación por el mundo árabe.
626: Los ávaros, los eslavos y el Imperio Sasánida se unen en un intento de tomar Constantinopla, pero fracasan estrepitosamente.
627: El emperador Heraclio derrota a los persas-sasánidas poniendo fin a las Guerras Romano-Sasánidas.
632: Comienza la denominada expansión musulmana.
634: Comienzan las Guerras arabo-bizantinas, muchos territorios bizantinos serán conquistados por los árabes.
636: En la Batalla de al-Qadisiyya, los árabes vencen de manera decisiva a los Sasánidas.
637: Los árabes conquistan Jerusalén y, al año siguiente, toda Palestina.
642: Los árabes conquistan la provincia romana de Egipto, terminando con casi 1000 años de dominación greco-romana (desde la conquista del Egipto persa a manos de Alejandro Magno en el año 332 a. C.)
651: Desaparece el Imperio Sasánida tras el asesinato de Yazdgerd III y la toma de Ctesifonte por los árabes. La región de Irán será gobernada por fuerzas extranjeras hasta el auge del Imperio Safávida en el Siglo XVI.
657: El Imperio Chino derrota a los Turcos occidentales, expandiendo significativamente su territorio.
661: Tras el asesinato de Ali Ibn Abi Tálib se establece el Segundo Califato.
664: Los musulmanes conquistan Kabul (actual Afganistán)
674-678: Los árabes inician el asedio de Constantinopla, los bizantinos triunfan gracias en gran medida al fuego griego.
680: El califato Omeya asesina a los familiares de Mahoma en la Batalla de Kerbala.
682: Los turcos occidentales recuperan su independencia de China y establecen un nuevo Kanato.
690: La consorte Wu Zetian se hace con el poder de China y establece la efímera Dinastía Zhou.
697: Paolo Lucio Anafesto es elegido como primer Dux de Venecia dando inicio a la República de Venecia, uno de los Estados más longevos de la historia (que existirá hasta la campaña itálica de Napoleón Bonaparte exactamente 1100 años después)
688: El emperador bizantino Justiniano II derrota a los búlgaros.
694: El rey visigodo Egica acusa a los judíos de colaborar con los musulmanes y los condena a la esclavitud.
698: Los árabes capturan Cartago, ciudad en manos de los bizantinos.
698: Inicia el Período de Estados Norte y Sur en Corea.
Imperio Carolingio.
Inicia el colapso de la Civilización Maya
Auge del Imperio de Ghana en África occidental.
701: En Japón se publica el Código Taihō
705: La Dinastía Tang es restaurada en China tras el derrocamiento de la Emperador Wu Zetian.
711: Táriq ibn Ziyad desembarca cerca de Gibraltar, derrotando a los visigodos en la batalla de Guadalete y poniendo fin al reino visigodo de Toledo.
717-718: los árabes inician el asedio sobre Constantinopla, la ciudad es liberada gracias a la ayuda de los búlgaros.
732: Carlos Martel derrota a los musulmanes en la batalla de Poitiers, frenando el avance musulmán de manera definitiva.
751: En la batalla del Talas, un ejército árabe-turco derrota a un ejército chino de la dinastía Tang en el actual Kirguistán. Tras esto, los árabes logran conquistar toda Asia Central.
754: Carlomagno conquista Italia y crea los Estados Pontificios, que serán gobernados por el papa. Dichos Estados sobrevivirán más de 1000 años hasta la Unificación italiana del siglo xix.
756: Abderramán I el último miembro de los Omeyas toma Córdoba fundando el emirato de Córdoba separándose del califato de Bagdad.
755-763: La Rebelión de An Lushan devasta los territorios de China durante el período de gobierno de la dinastía Tang, la cual queda sumamente debilitada.
772-804: Carlomagno invade el noroeste de Alemania, anexionando el Ducado de Sajonia al Imperio Carolingio tras 30 años de luchas.
792: Los búlgaros derrotan a los bizantinos en la Batalla de Marcelae, dirigidos por el emperador Constantino VI.
793: Primer ataque vikingo a las islas británicas, en el monasterio de Lindisfarne.
794: Comienza el Período Heian en Japón y su capital Kioto.
800: El emirato de Aglabí se establece en el norte de África tras separarse del Califato abasí.
800: En Navidad, Carlomagno es coronado como "Emperador de los Romanos" por el papa León III. Algunos historiadores consideran a este evento como el inicio del Sacro Imperio Romano Germánico.
Auge del Reino de Takrur en África occidental.
802 : Jayavarman || funda el imperio jemer en Camboya.
809-817: Guerra entre el Imperio bizantino y los búlgaros.
811: El emperador bizantino Nicéforo I muere en la Batalla de Pliska, donde los bizantinos son derrotados.
814: Carlomagno muere en Aquisgrán.
818: Revuelta del Arrabal de Saqunda en Qurtuba (Córdoba). Fundación posterior, al ser derrotados y parte emigrados, con parte de ellos, del Barrio de los Andalusíes en Fez (Marruecos).
827: Los aglabíes desembarcan en Sicilia.
840: Muere Ludovico Pío, lo que inicia una nueva guerra civil en el Imperio Carolingio.
841: Dublín es fundada por los vikingos.
843: Tratado de Verdún
862: Auge de la Dinastía Rúrikovich en la actual Rusia. Los Rúricos gobernarán la región por casi mil años hasta 1612, cuando Basilio IV de Rusia murió sin un heredero.
867: Basilio I funda la Dinastía Macedónica, iniciando una nueva edad dorada en el Imperio Romano Oriental (bizantino).
878: Batalla de Ethandun entre sajones y vikingos.
882: Se establece la Rus de Kiev, primer gran Estado de Rusia.
885: Auge de la Dinastía Bagratuni en Armenia.
Fin de la Dinastía Pallava en el sur de India.
899-907: Ocurren incursiones de la caballería magiar en Europa occidental.
907: Colapsa la Gran Moravia, dando origen al Gran Principado de Hungría.
907: Colapso de la Dinastía Tang e inicio del Periodo de Cinco Dinastías y Diez Reinos
909: El Califato fatimí se asienta en el este de Argelia.
911: Los normandos se asientan en Normandía.
917: Los búlgaros de Simeón I derrotan al Imperio bizantino en la batalla de Aqueloo.
918: Comienza la Dinastía Goryeo en Corea.
927: Se funda el Reino de Inglaterra tras la unificación de los reinos anglosajones.
928: La dinastía Ziyárida se asienta en el norte de Irán.
929: Abderramán III se proclama califa, nace el Califato de Córdoba.
937: Batalla de Brunanburh en la que Æðelstān derrota a los vikingos de Dublín y a los celtas de Escocia y Strathclyde.
939: La batalla de Simancas se convierte en una importante victoria de los cristianos contra los musulmanes.
950: Se establece el Imperio Tuʻi Tonga en Oceanía.
962: Nace el Sacro Imperio Romano-Germánico, primer Reich Alemán
979: Reunificación de China bajo la Dinastía Song
982: Una campaña militar de Otón II sobre Italia fracasa.
985: Groenlandia es descubierta por los vikingos.
987: Es coronado Hugo Capeto como rey de Francia, iniciando la dinastía de los Capetos. Sus descendientes gobernarán Francia hasta la Revolución Francesa. Otras ramas de los Capetos sobreviven en forma de las monarquía de España y Luxemburgo.
999: Los samánidas son conquistados por el Imperio gaznávida.
Entre los siglos IX y X, Europa occidental se vio sacudida por los ataques de los pueblos normandos, sarracenos, húngaros y eslavos. Estos ataques son conocidos históricamente como las segundas invasiones.
Por el norte llegaron los vikingos; por el sur, los sarracenos; y por el este, los eslavos y los húngaros. Estos pueblos periféricos aprovecharon, entre otras, las debilidades de los estados sucesores del Imperio Carolingio: por tierra, las marcas o territorio fronterizos no fueron defensa suficiente; por mar, no desarrolló una marina fuerte que pudiera hacer frente a los invasores.
Al mismo tiempo, Europa oriental sufrió el ataque de búlgaros y eslavos, que el Imperio bizantino tuvo capacidad de frenar.
Las nuevas invasiones fueron expediciones de saqueo, las cuales ocasionaron inestabilidad política y social en los estados sucesores del Imperio carolingio. Estas incursiones provocaron la consolidación de los señores locales, quienes se organizaron para defender sus tierras y dar protección a sus vasallos, sentando las bases del futuro feudalismo. Al mismo tiempo se retrajo el comercio y finalmente se crearon nuevos reinos, aumentando el espacio de la Europa cristiana, que llegó hasta Islandia, en el norte, y el río Volga, en el este.
VIKINGOS.
Koelbjerg Man fue encontrado en un pantano en 1941 y durante 75 años todos pensaron que era una niña. No estoy seguro de por qué, porque el hombre de Koelbjerg era bastante musculoso y enjuto. Sin embargo, la magia del ADN finalmente reveló la verdad en 2016.
Koelbjerg Man probablemente se ahogó en un lago danés alrededor de los 20-25 años, fue enterrado en el limo y durante miles de años el lago se convirtió en un pantano. El pantano fue cortado por turba, y fue descubierto.
No era un hombre alto de alrededor de un metro sesenta. Tenía buenos dientes y estaba en gran forma. Es posible que haya vivido en un asentamiento de la cultura Maglemosiana cercano que se encuentra a 2,5 km de donde fue encontrado, que data de su período de tiempo.
(Fuente: https://www.deviantart.com/philipedwin/art/Koelbjerg-Man-867331729)
1. Noruegos
(Fuente: https://www.deviantart.com/philipedwin/art/Viste-Boy-862565810)
Los vikingos noruegos se caracterizaron por ser exploradores.
Estos parten de Bergen y se dirigieron al litoral del océano Atlántico, ocuparon las islas británicas, Islandia y Groenlandia. También se desplazaron hasta la península ibérica, donde combatieron contra los musulmanes en el sur y los cristianos en el norte. Llegaron hasta las costas de Marruecos y penetraron en el Mediterráneo, asolando algunas ciudades portuarias e internándose por algunos ríos.
Las primeras noticias de los vikingos noruegos se recogen a finales del siglo viii cuando atacan el monasterio de Lindisfarne en Inglaterra (793).
2. Suecos
Mujer de hace miles de años que vivió en la Suecia antigua. Vivió por bastante tiempo para la época.
Los vikingos suecos, también conocidos como varegos, se caracterizan por su interés por el comercio y el dinero, por eso trabajaron como mercenarios y mercaderes.
Penetraron en Europa oriental, dando origen a Rusia —los pobladores de la estepa los llamaban «rus»— y desde allí llegaron a Asia a través del mar Negro y el mar Caspio, y desde mediados del siglo ix aparecen en Bizancio.
3. Daneses
Los vikingos daneses se caracterizan por ser depredadores primero, y colonos después. Partieron de Sleswig y se establecieron con éxito en Normandía y en Inglaterra, en cuya parte oriental crearon Danelaw o territorio de dominio danés, separado del reino de Wessex por la línea de demarcación pactada con el rey Alfredo en 878.3
Los vikingos y luego los normandos, provenientes de Escandinavia, fueron los primeros en invadir el Imperio carolingio. Cuando comenzó el desplazamiento invasor de los nórdicos, Carlomagno ordenó defender las costas construyendo torres vigías. A su muerte, la situación empeoró, puesto que los vikingos establecieron diversos asentamientos, fueron contratados como mercenarios y más tarde formaron el Ducado de Normandía al norte de Francia, cuyo primer duque fue Hrolf Ganger.
Los vikingos asentados en Normandía o normandos, además, contratados como mercenarios por lombardos y bizantinos, llegaron a ocupar además Sicilia y Malta, expulsando de estas islas a los musulmanes y creando el efímero Condado de Sicilia (1071-1130), que comprendía Malta, Sicilia y el tercio sur de Italia, pues también se apoderaron de gran parte del sur de la Península Itálica; este condado se transformó después en el más longevo Reino de Sicilia (1130-1816).
En el siglo x las invasiones vikingas estaban llegando a su fin, una vez que muchos de ellos ya se habían establecido en los nuevos territorios. Su cese tuvo lugar por varios motivos. Un primer motivo se debe al mayor control por parte de los monarcas de Noruega, Suecia y Dinamarca sobre sus súbditos, además de una creciente cristianización de todos ellos. Un segundo motivo fue la mejora en la situación económica, se había revitalizado la economía gracias a los recursos financieros que estaban en los monasterios y que ahora habían salido a la circulación; a lo que hay que sumar la aparición de ciudades, tanto en Inglaterra como en Rusia, que supuso la creación de nuevos itinerarios comerciales.
HÚNGAROS.
Los húngaros o magiares eran un pueblo de jinetes nómadas supuestamente emparentado con los hunos, establecidos en la zona de los Montes Urales. Sin embargo, a mediados del siglo IX, por la presión de los pechenegos, se desplazaron hacia el oeste. Atacaron violentamente las fronteras del Este del Imperio germánico, y acabaron estableciéndose en Panonia en el 896, siendo guiados por el Gran Príncipe Árpad.
Desde Panonia hicieron continuas incursiones en Germania, Italia y Francia. En sesenta años, hasta 955 se realizaron cuarenta invasiones.
Estas incursiones hicieron que se construyeran castillos fortificados en el sur de Alemania y en el Norte de Italia. En concreto, en Lombardía, proliferaron los castillos rurales en propiedades de la Iglesia.
Los húngaros son nómadas. Se movían para obtener riquezas y esclavos que cultivasen sus tierras de Panonia, no para buscar territorios. Se caracterizaban por infundir terror, al tratarse de jinetes armados con arcos y flechas que atacan con rapidez y sorpresa. Entre otras, en 915 robaron y quemaron varias ciudades del Imperio germánico como Fulda y Bremen. Llevarían a cabo aventuramientos en la península ibérica, la itálica y en el Oeste de Francia.
Solo a partir del año 930, el asentamiento en Panonia y la mayor fortificación de sus enemigos, y las sucesivas derrotas, hicieron que las invasiones se espaciaran. Un ejemplo ilustrativo es como los húngaros le harían pagar un impuesto casi por una década al emperador germánico Enrique I el Pajarero, el cual les propinaría una derrota en el 933 cerca de Merseburg.
Los húngaros serían nuevamente derrotados en 955 en la batalla de Lechfeld por Otón I el Grande.
En el 973, Otón I volvería a vencer a los húngaros en Quedlinburg y en esa oportunidad firmaría la paz con el príncipe Géza de Hungría, el cual permitiría la llegada de misioneros cristianos y bautizaría a su hijo Vajk, bajo el nombre de Esteban. Esteban sería el primer rey húngaro en el 1000 y conduciría un estricto proceso de cristianización durante todo su reinado. Tras este suceso, se configuran en un reino cristiano que sirvió de frontera para futuras invasiones, hasta que en el siglo XIII llegaran los mongoles.
SARRACENOS.
Los sarracenos eran piratas musulmanes que, desde algunas localidades costeras de la península ibérica (Pechina y Denia) y el norte de África, al margen de sus respectivos emiratos, atacaron las costas de Francia e Italia.
En concreto, en el siglo ix llegaron a las islas de Córcega y Cerdeña. Sus expediciones llegaron hasta Roma, que fue saqueada en el año 846. Aunque su principal objetivo era obtener botín, se instalaron en Sicilia.
Desde el 870, establecieron su base de operaciones en la Provenza. Y desde allí, llegaron a controlar los Alpes occidentales. En el año 972, los condes del Piamonte y la Provenza consiguieron eliminar a los piratas.
ESLAVOS.
El origen de los eslavos es bastante incierto. Se sabe que pertenecen al grupo oriental de las lenguas indoeuropeas. El primer texto referente a los eslavos es del siglo VI, y aparecen situados entre el Danubio, el Dniester y el Vístula.
Desde la región comprendida entre los ríos Elba y Dniéper, los eslavos se expandieron y ocuparon parcialmente todo el este de Europa.
La expansión de los eslavos tiene tres direcciones:
Hacia el nordeste, una rama de los eslavos atravesó el territorio de la actual Rusia. Allí se unieron con los normandos procedentes de Suecia y fundaron la Rus de Kiev, considerado el primer Estado ruso, desde donde establecieron relaciones comerciales con Bizancio y el Islam.
Hacia el oeste, se dirigieron hasta las pocas tierras pobladas del Elba, Bohemia y los Alpes orientales. Allí crearon la “Gran Moravia”, Bohemia y Polonia.
Hacia el sur, llegaron hasta los Balcanes. En el siglo IX, los eslavos fueron cristianizados por la obra de Cirilo y Metodio, que tradujeron las Sagradas Escrituras al eslavo.
1001: Mahmud de Ghazni ataca el sur la India.
1002: los vikingos, dirigidos por Leif Eriksson, llegan a América del Norte.
1003: Roberto II de Francia invade el ducado de Borgoña y se anexiona el territorio en el año 1016.
1005: un tratado pone fin a la guerra entre la dinastía Song china y los kitanos.
1014: los bizantinos, dirigidos por el emperador Basilio II vencen a los búlgaros de Samuel en la batalla de Clidio.
1015: un conflicto naval en las costas de Noruega, donde el rey Olaf II el Santo vence en la batalla de Nesjar.
1018: el Primer Imperio búlgaro es conquistado por el Imperio bizantino.
1020: Avicena escribe El canon de medicina.
1025: la dinastía Chola de la India conquista la dinastía Srivijaya.
1027: primera asamblea de Paz y Tregua de Dios en los condados catalanes.
1035: muere Canuto el Grande, rey de Noruega, Inglaterra y Dinamarca.
1037: Fernando I de León conquista el reino de Galicia.
1042: los normandos establecen Melfi como su capital en el sur de Italia.
1043: el Imperio bizantino y el Rus de Kiev se enzarzan en un combate naval.
1044: el Sacro Imperio romano-germánico derrota a los húngaros en la batalla de Ménfő.
1045: los bereberes rompen su alianza con los fatimíes y reconocen la autoridad del califa de Bagdad.
1054: los astrónomos observan una gran supernova (la Nebulosa del Cangrejo).
1054: en la batalla de Atapuerca, un ejército castellano-leonés derrota a otro del reino de Pamplona.
1055: los turcos selyúcidas capturan Bagdad tomando prisionero al califa abasí.
1056: Fernando I de León es coronado Imperator totius Hispaniae.
1061-1091: se produce la conquista normanda del sur de Italia.
1065: los selyúcidas, bajo el mando de Alp Arslan, invaden Georgia.
1066: el ejército del rey Haroldo II derrota a un ejército vikingo invasor en la batalla de Stamford Bridge.
1066: el rey Haroldo II muere en la batalla de Hastings, Guillermo de Normandía se hace con el trono de Inglaterra.
1071: el sultán Alp Arslan derrota a los bizantinos en la batalla de Manzikert.
1072: el rey Sancho II de Castilla derrota a su hermano Alfonso VI de León en la batalla de Golpejera.
Ermita de Santa Cecilia de Granera
1073: comienza la Querella de las Investiduras.
1073-1074: los selyúcidas capturan Ankara y Jerusalén de manos de los bizantinos.
1075: el emperador Enrique IV sofoca una rebelión en Sajonia.
1076: los almorávides atacan el reino de Ghana.
1077: Enrique IV realiza el llamado paseo de Canossa para pedir perdón al papa Gregorio VII.
1078: se produce la revuelta de Nicéforo III contra el emperador bizantino Miguel VII.
1085: Alfonso VI de León libera Toledo.
1086: los almorávides derrotan a un ejército arago-leonés en la batalla de Sagrajas.
1086: Guillermo el Conquistador escribe el Libro Domesday.
1088: se produce una rebelión contra Guillermo II de Inglaterra, conocida como rebelión de 1088.
1088: en el norte de Italia se funda la Ermita de Santa Cecilia de Bolonia.
1091: los normandos se hacen con el control de la isla de Malta.
1091: los bizantinos bajo Alejo I Comneno derrotan a los pechenegos en la batalla de Levounion.
1093: el rey Malcolm III de Escocia muere luchando contra Enrique II de Inglaterra.
1094: El Cid conquista Valencia, en manos de los almorávides.
1095: el papa Urbano II llama a los reinos cristianos europeos a la primera cruzada.
1096: cerca de Londres se funda la Universidad de Oxford, la primera universidad de habla inglesa.
1096-1099: se produce la primera cruzada, que resultará un total éxito para la cristiandad.
1097: los cruzados toman Nicea.
1099: los cruzados capturan la sagrada ciudad de Jerusalén tras un asedio.
1102: el rey Colomán de Hungría unifica los países de Hungría y Croacia en la denominada
Flag of Hungary (13th century).svg
Reino de Hungría.
1108: por el Tratado de Devol, Antioquía se convierte en un estado vasallo del Imperio bizantino.
1109: Beltrán de Tolosa captura el Condado de Trípoli.
1111: el rey Enrique V marcha a Roma donde es coronado emperador por el papa.
1113: el rey Suryavarman II de Camboya expande el Imperio jemer y restablece las relaciones diplomáticas con China.
1118: el rey Alfonso I de Aragón, llamado el Batallador, reconquista la ciudad y reino taifa de Zaragoza a los invasores musulmanes establecidos en la península ibérica.
1118: el caballero francés Hugo de Payns (Champaña-Ardenas), que había participado en la Primera Cruzada (1096-1099) en la que se liberó Jerusalén, funda junto con otros ocho caballeros la Orden del Temple, orden religiosa cuya finalidad era la custodia de los Peregrinos y la guarda de los peligrosos caminos que conducían a los lugares de Peregrinación. La denominaron Orden de los Pobres Soldados de Cristo.
1120: el hijo de Enrique I de Inglaterra fallece en un accidente naval, creando una crisis de sucesión por la corona de Inglaterra.
1122: en la batalla de Beroia, el emperador Juan II Comneno aplasta a los pechenegos y estos quedan borrados del mapa.
1122: el rey David IV libera Tiflis de manos de los selyúcidas.
1125: los cruzados derrotan a los selyúcidas en la batalla de Azaz.
1127: la dinastía Song de China pierde el control del norte de Manchuria en favor del pueblo Yunchen.
1130: Rogelio II es coronado rey de Sicilia.
1135: el rey Alfonso VII de León se hace coronar Imperator totius Hispaniae (Emperador de toda España).
1139: los portugueses derrotan a los almorávides en la batalla de Ourique.
1141: acaba el conflicto entre la dinastía Jin y la dinastía Song.
1143: el Tratado de Zamora, firmado por Alfonso I de Portugal y Alfonso VII de León, reconoce la independencia de Portugal.
1145-1148: se produce la Segunda Cruzada.
1151: se firma el Tratado de Tudilén, entre el rey Alfonso VII de León y Ramón Berenguer IV de Barcelona.
1153: mediante el Tratado de Wallingford, el rey Esteban de Inglaterra reconoce al hijo de su esposa, Enrique de Anjou y lo nombra su heredero.
1154: es coronado rey Enrique II de Inglaterra, se inicia la dinastía Plantagenet.
1158: se firma el Tratado de Sahagún entre los reyes Fernando II de León y Sancho III de Castilla.
1162: Nacimiento de Gengis Kan.
1169: los normandos invaden Irlanda.
1170: se firma el Tratado de Sahagún entre los reyes Alfonso VIII de Castilla y Alfonso II de Aragón.
1171: Saladino depone al último califa fatimí, iniciando la dinastía ayubí.
1173: Conversión de Pedro Valdo, considerado el fundador del movimiento valdense, que surge, a partir del movimiento de los Pobres de Lyon.
1176: los selyúcidas derrotan a los bizantinos en la batalla de Miriocéfalo.
1176: Federico I Barbarroja se enfrentó contra la Liga Lombarda en la región septentrional de Milán en la Batalla de Legnano.
1177: se firma la Paz de Venecia entre el papado y el rey Federico I Barbarroja.
1179: se firma el Tratado de Cazola entre los reyes Alfonso II de Aragón y Alfonso VIII de Castilla.
1180-1185: se producen las Guerras Genpei en Japón.
1182: se producen revueltas en Constantinopla que acaban en una masacre de latinos, se proclama a Andrónico I Comneno coemperador.
1183: se establece la Paz de Constanza entre el emperador alemán Federico I Barbarroja y la Liga Lombarda.
1185: el emperador bizantino Andrónico I Comneno es brutalmente ejecutado, siendo sucedido por Isaac II Ángelo, dando fin a la dinastía Comneno.
1187: Saladino derrota de manera decisiva a los cruzados en la batalla de Hattin.
1188: Alfonso IX de León convoca las Cortes de León con los representantes de las ciudades. Considerándose el testimonio documental más antiguo del parlamentarismo europeo.
1189-1192: estalla la Tercera Cruzada, en un nuevo intento de los reinos cristianos de recuperar Tierra Santa de manos de los musulmanes.
1191: Ricardo Corazón de León vence a Saladino en la batalla de Arsuf.
1192: Las Cortes Catalanas son convocadas con participación de representantes civiles.
1192: Conrado de Montferrato es elegido rey de Jerusalén, solo para ser asesinado pocos días después.
1192: los cruzados del rey Ricardo I toman la ciudad de Jaffa.
1192: se firma el Tratado de Ramla entre Ricardo y Saladino; Jerusalén permanece bajo control musulmán pero se permite el acceso a peregrinos cristianos.
1200: colapsa la cultura tolteca.
1202-1204: Se produce la Cuarta Cruzada, Constantinopla es saqueada y se da inicio al efímero Imperio latino.
1204: Normandía cae en manos del rey Felipe Augusto.
1205: Se produce la segunda batalla de Adrianópolis, entre los búlgaros y el recién creado Imperio latino, donde el rey Balduino I es capturado.
1206: Gengis Kan funda el Imperio Mongol tras unificar a las tribus nómadas mongolas. Su imperio será el más extenso en la historia de la humanidad (en tierra), solo siendo comparable al Imperio británico a inicios del Siglo XX.
1212: Los almohades son derrotados en la batalla de las Navas de Tolosa, donde los reinos ibéricos dan un paso de gigante en la Reconquista.
1213: Los franceses y sus aliados cruzados derrotan a la Corona de Aragón en la batalla de Muret.
1214: El rey francés Felipe Augusto derrota a un ejército anglo-alemán en la batalla de Bouvines.
1215: El rey inglés Juan sin Tierra firma la Carta Magna.
1217-1221: Se produce la Quinta Cruzada, en un intento de capturar la ciudad de Damieta, de manos de los ayubíes, la invasión resultó ser un fracaso.
1221: La Serenísima República de Venecia firma un tratado comercial con el Imperio mongol.
1228-1229: Se produce la Sexta Cruzada donde el emperador Federico II logra tomar las ciudades de Jerusalén y Sidón entre otras, de manos de los ayubíes.
1228-1250: Se producen enfrentamientos entre el papado y el Sacro Imperio Romano Germánico.
1234: Conquista mongol del norte de China.
1235: Fundación del Imperio de Malí en África occidental, que se convertirá en uno de los Estados más prósperos y ricos de la región.
1237-1240: Los mongoles conquistan toda la Rus de Kiev (actual Rusia).
1238: Fundación del Reino de Sukhothai en Tailandia.
1241: Los mongoles derrotan de manera consecutiva a húngaros y polacos.
1242: La República de Nóvgorod vence a los caballeros teutónicos en la batalla del Lago Peipus.
1244: Los ayubíes derrotan a un ejército cruzado compuesto de templarios, hospitalarios y teutónicos.
1248-1254: Se produce la Séptima Cruzada, una cruzada dirigida por el rey Luis IX de Francia que captura Damieta pero fracasa en tomar Egipto.
1249: Finaliza la Reconquista portuguesa, cuando el rey Alfonso III de Portugal libera el Algarve.
1261: Los bizantinos, dirigidos por el emperador Miguel VIII Paleólogo, expulsan a los cruzados de Constantinopla, dando fin al Imperio latino. El Imperio romano oriental es restaurado, pero queda en un estado deplorable.
1265-1268: Se produce la Octava Cruzada.
1268: Caen los estados cruzados de oriente cuando Antioquía es conquistada por los mamelucos.
1271-1272: Se produce la Novena Cruzada, que vuelve a fracasar estrepitosamente.
1279: Los mongoles terminan de conquistar toda China tras derrotar a la Dinastía Song.
1282: La Corona de Aragón se anexiona Sicilia.
1291: Los mamelucos toman Acre, acabando con el Reino de Jerusalén.
1299: Osmán I funda el Imperio Otomano en Anatolia (actual Turquía). El vacío de poder dejado por los mongoles permite a los turcos otomanos expandirse por toda la región.
Expansión del islam en Indonesia.
1322: Se produce la reunificación de Polonia bajo el reinado de Vladislao I.
1328: Con la muerte de Carlos IV de Francia se da fin a la dinastía de los capetos.
1335: Con la muerte de Abu Saíd Bahador Jan se fragmenta el Ilkanato, gobierno mongol instaurado en Persia.
1336: Se funda el Imperio vijayanagara en el sur de la India.
1337: En Francia comienza la guerra de los Cien Años, con la pretensión del rey inglés Eduardo III a la corona francesa.
Surgimiento de la Peste negra en Asia.
1340: La flota inglesa vence a la francesa en la batalla de Sluys.
1340-1396: Se producen las guerras búlgaro-otomanas.
1346: Los franceses son derrotados en la batalla de Crécy por los ingleses, en la primera gran batalla de la guerra de los Cien Años.
1347: La peste negra llega a Messina, Sicilia, y rápidamente se expande por todo Europa
1351-1369: Estalla la Primera Guerra Civil Castellana, entre Pedro I y Enrique de Trastámara, apoyado el primero por Inglaterra y el segundo por Francia.
1356: Los ingleses vencen a los franceses en la batalla de Poitiers donde el propio rey Juan II cae prisionero.
1368: En China se establece la dinastía Ming tras expulsar a los mongoles.
1370: Tamerlán establece la Dinastía timúrida en Asia Central.
1372: Una flota castellana (aliada de Francia) aniquila a una inglesa en la batalla de La Rochelle.
1378: Se produce la revuelta de los Ciompi en Florencia.
1381: En Inglaterra estalla la rebelión de Wat Tyler.
1385: Se produce la fusión de Polonia y Lituania bajo el reinado de Vladislao II mediante la Ley de Krėva.
1389: Se produce la batalla de Kosovo entre otomanos y serbios.
1396: En la batalla de Nicópolis, el sultán Bayaceto I vence a un ejército aliado de húngaros, franceses y valacos.
1397: Suecia, Noruega y Dinamarca se reunifican en un solo reino mediante la Unión de Kalmar.
LA SÉPTIMA POTENCIA MUNDIAL. GRAN BRETAÑA Y ESTADOS UNIDOS.
Posibles habitantes en el mundo, año 1763-presente.
800 millones a 8.000 millones.
El ‘cuerno pequeño’
Con el tiempo, el Imperio Romano creció hasta cubrir un área que se extendía desde las Islas Británicas y gran parte de Europa, alrededor de todo el Mediterráneo y más allá de Babilonia hasta el golfo Pérsico. Finalmente este poderoso imperio se fraccionó en muchas naciones... en los “diez cuernos” que Daniel vio*. Entonces Daniel vio que “otro cuerno, uno pequeño, salió entre ellos, y hubo tres de los primeros cuernos que fueron arrancados de delante de él”. (Daniel 7:8.) ¿Qué significó esto?
Se le dijo a Daniel: “En cuanto a los diez cuernos, de ese reino [romano] hay diez reyes que se levantarán; y hasta otro [el ‘cuerno pequeño’] se levantará después de ellos, y él mismo será diferente de los primeros, y a tres reyes humillará”. (Daniel 7:24.) ¿Quién era el ‘cuerno pequeño’, y quiénes fueron los tres reyes a quienes humilló?
Por mucho tiempo una isla que estaba en el extremo noroeste del Imperio Romano permaneció al margen de los asuntos mundiales. Como lo explicó cierto historiador: “En el siglo XVI Inglaterra había sido una potencia secundaria. Su riqueza no era grande en comparación con la de los Países Bajos. Su población era mucho menor que la de Francia. Sus fuerzas armadas (entre ellas su flota) eran inferiores a las de España”. Sin embargo, Inglaterra desarrolló una flota de alguna importancia, y sus piratas y corsarios empezaron a hacer incursiones en las colonias españolas y en sus barcos cargados de tesoros.
Los tres cuernos.
En 1588 Felipe II de España envió a la flota española, la Armada Invencible, contra los perturbadores ingleses. Esta flota de 130 barcos con más de 24.000 hombres adelantó lentamente por el canal de la Mancha, pero se convirtió en víctima de vientos contrarios y de violentas tempestades del Atlántico. En Modern Europe to 1870, el historiador Carlton Hayes escribe que aquel suceso “indicó decisivamente que la superioridad naval había pasado de España a Inglaterra”.
Representación de la Armada Invencible.
En el siglo XVII los holandeses desarrollaron la más grande marina mercante del mundo hasta entonces. Sus barcos dominaban los mares, y prestaban sus ganancias a gobiernos de muchos lugares. Pero Inglaterra salió vencedora en esto también cuando adquirió en el exterior colonias que se desarrollaron.
Después de la Guerra de los 30 años, que desoló Europa causando la muerte a entre 3 millones y medio a 8 millones de personas, así quedó en 1648.
Después, en el siglo XVIII, ingleses y franceses pelearon en lugares tan distantes entre sí como la América del Norte y la India, situación que culminó en el Tratado de París en 1763. Sobre este tratado William B. Willcox escribió, en su libro Star of Empire—A Study of Britain as a World Power (Estrella imperial.—Un estudio de Gran Bretaña como potencia mundial), que aunque el tratado daba la impresión de ser un acomodo, “en realidad reconoció la nueva posición de Gran Bretaña como la potencia europea que predominaba en el mundo de más allá de Europa”.
Otros historiadores concuerdan con eso, diciendo: “De dos siglos de guerra con españoles, holandeses y franceses, Gran Bretaña salió en 1763 en la condición de principal potencia comercial y colonial del mundo” (Modern Europe to 1870). “En 1763 el Imperio Británico se extendía por el mundo como una Roma revivificada y agrandada.” “Surgió de las guerras de a mediados del siglo como el más grande imperio y la más fuerte —y más profundamente odiada— potencia del mundo.” (Navy and Empire [Armada e imperio], por James L. Stokesbury.) Sí, este ‘cuerno pequeño’ se había convertido en la séptima potencia mundial de la historia bíblica.
Los británicos subieron por el río Nilo y cruzaron el río Zambeze. Penetraron en la alta Birmania, el norte de Borneo y las islas del Pacífico. Además, colonizaron a Canadá, Australia, Nueva Zelanda y la costa este de la América del Norte. “El Imperio Romano tenía sus partes en contacto unas con otras —escribe James Morris en Pax Britannica—. El Imperio Británico estaba esparcido por toda la Tierra.” Llegó a ser el más grande imperio de la historia de la humanidad, pues abarcó casi la cuarta parte de la superficie de la Tierra y más de la cuarta parte de su población. Se decía que el Sol nunca se ponía en su dominio.
Una potencia binaria
En el libro de Revelación también se dijo que esta séptima potencia mundial tendría “dos cuernos como un cordero”. (Revelación 13:11.) ¿Por qué dos cuernos? Porque el Imperio Británico y la nueva nación americana, unidas por idioma, principios y normas comunes, pronto comenzaron a trabajar juntos. Llegaron a ser, en muchos respectos, una potencia mundial binaria de habla inglesa.
En la obra Star of Empire, William B. Willcox señala que en el siglo XIX los Estados Unidos fueron “aislados de Europa por la flota británica”. Añade: “Por un siglo los Estados Unidos pudieron desarrollarse en una gran potencia sin siquiera poseer, excepto durante su guerra de secesión, el ejército o la armada por los cuales se conoció a toda otra gran potencia”. Los Estados Unidos “habían podido mantenerse aislados porque la Armada Real los había protegido de las potencias europeas”. Después los Estados Unidos también adquirieron gran poderío militar.
En el norte de Europa se vio un ejemplo sobresaliente de la actividad combinada de Gran Bretaña y los Estados Unidos el 6 de junio de 1944, cuando hubo un cambio en el curso de la II Guerra Mundial. Aquel día, 156.000 soldados británicos, estadounidenses y de otras naciones aliadas invadieron el continente europeo. Aquella fuerza combinada estuvo bajo el mando supremo de un general estadounidense y el mando de operaciones de un mariscal de campo inglés, Eisenhower y Montgomery respectivamente. Además, las bombas atómicas que finalizaron la guerra con Japón resultaron de la combinación de esfuerzos de científicos británicos y estadounidenses.
Como señaló el periódico Los Angeles Times del 5 de mayo de 1986, hasta en tiempos de paz Gran Bretaña y los Estados Unidos han colaborado “en aspectos tan delicados como la obtención de información secreta y la tecnología nuclear”. Después, con la cooperación de Canadá, Australia y Nueva Zelanda, se han “dividido el globo en zonas de responsabilidad para obtener información y han concordado en compartir hasta los datos más secretos”. Este periódico dijo que aunque la relación “no siempre ha estado libre de asperezas”, ha sido “más notable por la colaboración estrecha que por irritaciones”.
La mayoría de las colonias británicas se han independizado y han ingresado en la Comunidad de Naciones. Puede que el imperio haya desaparecido, pero la Potencia Mundial de Gran Bretaña y los Estados Unidos permanece. Sin embargo, solo durará “corto tiempo”, en comparación con los muchos siglos de dominio de la potencia romana que la precedió.
Hasta el siglo XIX, una ciudad de más de un millón de habitantes era algo raro, salvo contadas excepciones históricas. Este tipo de poblaciones se volvería un estándar tras la industrialización, toda vez que salubridad y transporte dejaron de ser factores limitantes del crecimiento de las ciudades.
Fuente:
- Perspicacia para comprender las Escrituras, editado por los Testigos de Jehová.
- https://www.geografiainfinita.com/2017/05/las-mayores-ciudades-del-mundo-en-cada-epoca/
- Wikipedia.
- Libro, "Las profecías de Daniel" editado por los Testigos de Jehová.