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domingo, 17 de julio de 2022

HISTORIA DE LOS BOSQUES EN ESPAÑA.


COMIENZO DE LA HUMANIDAD HASTA EL SIGLO V.

Los encinares pululaban por toda la península en un comienzo. También los hayedos y los abetos en el norte.


Así, Estrabon, al hablar de los pueblos de la Península Ibérica, nos dice que éstos se nutrían la mayor
parte del año de bellotas, las cuales, después de secas y trituradas, se molían para hacer un pan que podía
guardarse durante largo tiempo.

Es muy común encontrar iglesias construidas junto a tejos sagrados como estrategia del cristianismo para atraer a los paganos que acudían a venerar al árbol. Silio Itálico (III, 326-331) decía de los cántabros (también los galaicos y los astures), que el suicidio era una decisión que practicaban con cierta frecuencia, sirviéndose del veneno del tejo que siempre llevaban encima.

J.M. Blázquez nos recuerda el epigrama de Marcial (2, 25) en el que se menciona el bosque sagrado del monte Burado (quizá el bosque de Beretón, localidad de Soria situada a los pies del Moncayo) en torno al cual han surgido leyendas y mitos quizá como consecuencia de la sacralidad pasada auspiciada por su amplio encinar. Además, en el bronce de Botorrita hallado en la localidad aragonesa del mismo nombre se hace alusión a un bosque sagrado de encinas protegido con varios castigos, normas y prohibiciones, además de informar de que estaba bajo vigilancia.

El ciprés, el roble, el olivo, el haya y el abedul también fueron árboles sagrados para los celtíberos de la península. Por ejemplo el famoso árbol de Gernika donde juraba el fuero de Vizcaya su señor, era un roble.

La llamada Selva de Irati, en el País Vasco es el hayedal más extenso de la península.



                                         Selva de Irati.

En el monte Burado que mencionábamos antes se puede encontrar en su centro geográfico un enorme y regio roble que pudo servir de centro de reuniones entre tribus y clanes, un lugar en el que podían celebrarse fiestas estacionales, acuerdos de paz y de comercio, bodas o cualquier evento comunitario. Imaginamos que como éste, habría otros ejemplos en la Península.

                                    El roble de Soria.


En el siglo I, se decía, exageradamente, que una ardilla podía cruzar la península Ibérica desde los Pirineos hasta Cádiz, de árbol en árbol sin tocar tierra. Pero, en el siglo V, media España estaba ya desarbolada.

El cultivo del almendro (Prunus dulcis) en España tiene más de 2000 años y se cree que fueron los fenicios quienes lo introdujeron en la Península.

Los romanos introdujeron el cerezo, el albaricoque, la palmera de dátiles, el almendro, el granado, la morera negra. Inclusive quizás el granado fue introducido por los fenicios siglos antes.

El manzano fue introducido en España por los pueblos del norte de África y durante el proceso de romanización de la península.
El cultivo del peral fue introducido por griegos y romanos en la Cuenca del Ebro.

Atentos al peligro de deforestación que ya se barruntaba se tomó la primera medida conocida en el mundo antiguo. Se introdujo la silvicultura (Grupo de actividades relacionadas con la explotación, cultivo y cuidado de los montes y bosques).



Abeto blanco.

Pero no bastaba. Para resarcir a la tierra del menoscabo sufrido era necesario un cambio de conciencia. Se plantaron entonces pinos piñoneros y castaños, y parece que data de los primeros siglos, en España, la introducción del ciprés.

Se tomó conciencia de la necesidad de reforestar, de repoblar extensas zonas. A aquel deplorable estado de cosas contribuyó el fin del paganismo, que había protegido y fomentado los bosques sagrados, muy numerosos en España.

Árbol Tejo de Bermiego (Asturias)

Aunque denominado tradicionalmente como el Tejo de Bermiego, en Asturias es conocido como “Teixo de Bermiego” y en Bermiego como “Teixu l'iglesia”. Su historia resulta muy curiosa dado que la iglesia parroquial de Santa María fue construida para estar cercana al árbol. Tanta es la veneración por este tejo que existen numerosos documentos en los que es mencionado, el primero data del año 857. Incluso se conservan cartas de vecinos que habrían emigrado y preguntaban por el estado del árbol. Se le considera uno de los árboles más longevos de España y de Europa, así como uno de los más bellos.


 
       Árbol Farga Arion (Tarragona).

Las Fargas de Arion son un conjunto de olivos de gran historia. Se denominan de esta forma por pertenecer a la variedad “farga” y se sitúan en Ulldecona, Tarragona. De entre todos, encontramos al que sería el olivo más viejo España. Se conoce que fue plantado en el año 314 d. C durante el reinado de Constantino el Grande, por lo que tendría nada más y nada menos que 1.704 años.

Castaños zamoranos (San Justo de Sanabria). Unos 1800 años.

La oliva de Agua Amarga (Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar) Unos 2000 años.


Tejo de Valhondillo, Rascafría (Madrid). Unos 2000 años.


DESDE EL SIGLO V HASTA LOS MUSULMANES.

Pero no fue aquel hecho lo único que ayudó a conservar la masa forestal peninsular. Fue también un factor positivo el cese del comercio tras la caída del Imperio Romano de Occidente, hecho que supuso un freno a las talas indiscriminadas: no se vendía la madera.




El árbol 'Patriarca', un cedro canario, supera en antigüedad al pino griego Adonis, con una edad de 1.481 años. Se ubica en el Parque Nacional del Teide (Tenerife). Por lo tanto, del año 600 más o menos.

Con este hallazgo, 'Patriarca' supera en edad al que hasta ahora era considerado por la propa ESA como el árbol europeo más antiguo, conocido como Adonis, un pino bosnio de la especie Pinus heldreichii con una edad de 1.075 años y que se encuentra en el norte de Grecia. Su edad se calculó mediante los anillos de su tronco. Éste árbol tiene 400 años menos que el cedro canario.

Por otro lado, ha superado a otro árbol que se ubica en Italia. Se trata de Italus, un ejemplar de la misma especie que el árbol del país heleno, cuya edad es de unos 1.230 años y que crece en el Parque Nacional Pollino, al sur del país italiano.


Los visigodos supusieron asimismo un cambio de política forestal: Chindasvinto, a mediados del siglo VII prohibía en su Liber Judiciorum, origen del Fuero Juzgo, talar o quemar bosques.

La invasión musulmana del siglo VIII supuso una acción positiva al principio. Ya que Mahoma había igualado en bondad y práctica positiva siembra de árboles y obligación de la limosna. Ambas cosas eran igualmente bien vistas por Dios y cosas que debía tener presente el hombre juicioso. La literatura árabe incluye obras con excelentes instrucciones forestales.

En el siglo X llega el naranjo amargo. El limonero y el limero,  ya estaban en el siglo XII. 

Como consecuencia de esta visión mejoraron algunas masas boscosas y aumentó la superficie arbolada. La Edad Media central ofrece mucha documentación sobre el trato dado al bosque.

Encinas milenarias, Siruela (Badajoz)

Aunque las encinas son la especie dominante en Extremadura no siempre se puede ver un conjunto de estos ejemplares tan impresionante como el que podemos disfrutar en Siruela, municipio del noroeste de Badajoz. Allí, podemos encontrar un grupo de encinas que supera los mil años de antigüedad.


Castaño Sagrado (Istán, Málaga), del año 1000.

Tejo en Asturias del año 1000.



Olivo “Olivera de la Morruda”, Castellón, 1000 años.


Imagen: Turismo de Ponferrada
Tejo milenario de San Cristóbal de Valdueza (León). Unos 1250 años.

Imagen: Cazorla Rural

Tejo milenario de Sierra de Cazorla (Jaén). Algunos le calculan unos 2000 años. Parece exagerado, quizás 1000.


Encina en Cáceres.

Cuando empezó el origen (siglo X a XIII), de los apellidos algunos usaron el nombre de árboles. Esto es una muestra de la antiguedad de tales árboles en la península.


Encinas (de la Encina), Pomar, Manzanedo (Manzano), Castañeda (Castaño), Almendros (Almendro), Avellaneda (Avellano).


Carcedo y Carracedo (del Carruzo o manzano).


Figueredo, Peral, Perales, Pereda, Perales y Pereira (Peral).


Nogueral, Noguera, Nogareda, Noceda y Nocedal (del nogal).


Cereceda (Cerezo), Olivares (Olivo), etc.


Pineda, Pinedo, Piñero, (Pino), Alameda (Álamo) y Poveda (del chopo).


Rebollar, Rebolledo, Reboredo, Robles (del roble tocio o rebollo).


Carbajal, Carballedo (del carballo o roble).


Carrasco, Carrascosa, Carrasquero.


Alisal, Alisedo, (del aliso), Fresneda (Fresno).


Salcedo, (del sauce), Olmeda, Olmedo, Olmos (del Olmo).


Haedo y, por aféresis, Edo (del haya).


Sobrado, Sobral, Sobroso, (del alcornoque, en latín suber).


Descendiendo en su porte, otros árboles y arbustos también están representados entre los patronímicos españoles:


Espinedo, Espinar, Acebedo, Acebal. (Espino y Acebo).

Morales (del Moral), Granados (del Granado).


Cajigal, Caixal, (del quejigo). Buxeda (del boj).


Nebreda, Neda (del enebro). Loredo (del laurel).

El geógrafo ceutí del siglo XII Edrisí dice en su Geografía universal que por el río Júcar se conducían pinos, también por el Cabriel. Y, que con la madera de los bosques de la sierra de Cazorla se hacían platos y cazuelas muy apreciadas en el norte de África. Habla asimismo de territorios cuya riqueza estribaba en sus montes.


Drago “Icod”, Santa Cruz de Tenerife, de unos 800 años de antigüedad.

EDAD MEDIA Y RECONQUISTA.

Pero la reacción política a la invasión fue temprana, y aquellas luchas seculares por recuperar la España perdida tuvo su parte negativa. Suponía la tala continua e indiscriminada de vegas y montes. A esto se unía la roturación necesaria para crear nuevas villas y poblados a que daban lugar los repartimientos y encomiendas.

Pero como dice el Sabio: “nada en el desarrollo histórico es totalmente negativo”. Fruto positivo fue la necesidad de plantar frutales y de legislar para proteger el bosque y los campos.

En el Libro de las Partidas, de Alfonso X, mediado el siglo XIII, se lee: Quienes cortan o destruyen árboles facen maldad conocida, y se castiga a quien queme un bosque con ser arrojado a las llamas que él mismo ha ocasionado.

Estas leyes bárbaras tenían efecto positivo en la protección forestal. Las Cortes de Valladolid de 1352 condenaban a muerte a quien arrancase árboles para dedicar el suelo a otros usos. Y, pena de azotes a quien derribara un pino o una encina. Asimismo, en la Corona de Aragón se protegía los bosques, y gracias a ello se recuperaron en el siglo XIV, como refleja el Libro de la montería, de tiempos de Alfonso XI.


Bosque de Hayas.

Hay pragmáticas medievales que hablan de la necesidad de la repoblación forestal y aumento de los plantíos porque el bosque es como una parcela grande que debe rendir fruto.

Un cúmulo de medidas protectoras de la masa forestal dio como fruto el que ya en el siglo XIV se repoblara el doble de lo que se talaba: ese tratamiento tenía por ley el pino piñonero. En aquella época se habla de los bosques como el refugio del lobo.


Ciprés “Árbol de la Sultana”, Granada, siglo XV.

Pero no todo el monte era orégano, lo que beneficia a muchos acaso perjudica a otros, y como es sabido, a lo largo de la Historia se ha contemplado más el beneficio de unos pocos poderosos que el de la comunidad mayoritaria.

Para el ámbito forestal emergió un peligro formidable: la Mesta. La ganadería trashumante en el XV, fue el mayor azote que conoció el bosque. El pastoreo acababa con los brotes de nuevas plantas y árboles e impedía la regeneración natural, amén de que a su paso se endurecía el suelo (cómo por ejemplo el de la oveja).

El naranjo dulce al parecer fue traído por los portugueses que lo trajeron de sus viajes de China, en el siglo XVI.



Abetos.

El pastor trashumante tenía derecho a cortar una rama de cada árbol para hacer su cabaña, y además quemaba parte del bosque para crear más pastos en otoño, a la vez que exigía paso franco por los caminos: las cañadas.

Amén de esto, la Mesta permitía que en el paso de montes y bosques se pudiera utilizar un pasillo de trescientos metros de ancho, de modo que el ganado apenas tenía obstáculos.

Solo se prohibían cinco cosas: entrar en trigal, viñedo o dehesa y cruzar huerta y adentrarse en el llamado prado de guadaña, y meterse en las dehesas. El término dehesa procede del participio pasivo del latín defendere: defessa = defendido, por ser lugar de pasto de los ganados locales.

SIGLOS XVI Y XVII. UNOS 8 MILLONES DE HABITANTES.

 
 Bosque en Cantabria.

En el siglo XVI, aunque la legislación de montes de los Reyes Católicos era buena, factores ajenos hicieron que no se cumpliera. aumentó la roturación de bosques en las tierras de realengo y en los baldíos de la Corona.

Finalizada la Edad Media sobre el panorama forestal se tendían densos nubarrones. La construcción de barcos chocó frontalmente con las políticas de reforestación.


La Armada Española decide planificar las extracciones de árboles, porque durante varios siglos la construcción de barcos requirió de grandes cantidades de madera, ¡para la construcción de un barco se necesitaba la corta de más de 50 hectáreas de bosque de roble! Al comprobar que se agotaban los recursos por esta desforestación, se tomó la decisión de planificar las cortas. Se podría decir que la armada Española fue la primera administración forestal.

Es cierto que los Reyes Católicos salieron al encuentro de este peligro prohibiendo en 1501 la exportación de barcos. Aquello era un remedio muy relativo ya que la flota nacional de finales del siglo XVI había requerido para su creación de la tala de ciento veinte mil hectáreas.




Encinas.

También la flota iba a suponer un peligro para el bosque debido a una circunstancia. La vida de un buque no era superior al cuarto de siglo, por lo que se imponía renovarla cuatro veces cada cien años, y aquello requería un río de oro y… de madera, claro, nada menos que la monstruosa cifra de doce millones de metros cúbicos de madera labrada, y teniendo en cuenta que la tara suponía casi otro tanto, las cifras se disparaban.

Afortunadamente el siglo XVII no necesitó tal demanda, pero lo peor continuaba: los lugareños accedían al bosque y se aprovisionaban de leña para cocinar y calentarse, y tras ellos venía el pastor, y al final se transformaba la tierra en cultivo. Para el bosque todo eran amenazas y peligros.

La inseguridad de los caminos propició de manera indirecta la deforestación de extensas zonas en tiempos de Felipe II por iniciativa del virrey García de Toledo. Quien mandó quemar los árboles a ambos lados de los caminos reales para evitar saqueos de bandoleros.
Roble.

Las crónicas de la época recogen lo desolador del paisaje en la región catalana. A la deforestación contribuyó mucho la demanda de madera para los astilleros. Pero aquello no era un peligro insalvable: sí lo fue el crecimiento de la población ya que la madera era el combustible de las casas para cocinar y calentarse.

Cuando en 1570 se ordenó la realización de las Relaciones, se mandó incluir en el cuestionario preguntas relativas al uso de la madera en cada municipio, lugar y aldea y una descripción del estado de los bosques.

Todavía entonces quedaban extensos robledales en Castilla y León, y ricos encinares en Extremadura y Toledo. Pero Aragón y Murcia ya adolecían gravemente de falta de arbolado. En Madrid la deforestación era atroz: solo se salvaba la sierra de Guadarrama, los montes de El Pardo, la Casa de Campo y algunos bosques pertenecientes a la nobleza.

Por entonces la industria requería grandes cantidades de leña, pues un horno de fundición empleaba tres toneladas de carbón vegetal por cada tonelada de hierro producido, y a ese ritmo se acababa en un mes con los árboles de un kilómetro a la redonda, ya que el carbón mineral, aunque desarrollado en el siglo XVI no se generalizó hasta mucho después.


El Moral de Burgos, uno de los árboles más viejos de España, siglo XVI.

Era natural que el árbol fuera bien de primera necesidad. Carlos I mandó en 1518 plantarlos por todo el reino, y estimuló la formación de nuevos plantíos de monte y arbolado a la par que propugnó conservar los viejos.

En 1547 una ordenanza real dice: “Quien en Guipúzcoa o Vizcaya corte un árbol, ponga o plante dos previamente”. Y Felipe II escribía en 1582: Una cosa deseo ver acabada, y es lo que toca a la conservación de los montes y aumento de ellos, que es mucho menester… temo que los que vinieren después de nosotros han de tener mucha queja de que se los dejamos consumidos, y plega a Dios que no lo veamos en nuestros días.

Ante la costumbre perniciosa ya entonces implantada de incendiar el bosque Felipe II ordenó que no se dejase entrar a pacer en los montes quemados para evitar que los pastores vieran rentable prenderle fuego, medida que en nuestro tiempo se ha recuperado, aunque ahora en relación con la construcción.



Haya.

El rey fomentó la repoblación forestal en la cuenca del Duero y tuvo presente la necesidad de poner coto a las continuas roturaciones de tierra y a las exigencias del pastoreo, siempre en aumento. Debemos decir que, de hecho, los reyes de la Casa de Austria trataron de recuperar la superficie forestal, en cuyo afán destaca la instrucción dada por Toribio López Bustamante en 1656.


Ahuehuete, Madrid, 1630.

Pero la crisis económica y la decadencia eran tales que las medidas tomadas para salir al paso dieron al traste con tan buenas intenciones, ya que repercutieron negativamente en el bosque.

La necesidad de allegar dineros al Tesoro hizo necesario vender tierras realengas, por lo que cientos de pueblos pasaron de la Corona a la nobleza a mediados del XVII, y el cambio de propiedad, la nueva condición jurídica de las antaño tierras del rey o de realengo, a las de señorío hizo que se talaran los bosques que ahora estaban en manos privadas.


Imagen: Turismo Monfragüe, Reserva de la Biosfera y Parque Nacional
Alcornoque «Grueso» (Mirabel, Cáceres), del 1600.


SIGLO XVIII. UNOS 10 MILLONES DE HABITANTES.

Con el cambio de dinastía en el año 1700 los Borbones heredaron una situación forestal catastrófica: apenas había bosques y la necesidad de madera inspiró medidas protectoras. El bosque se convirtió en una especie de cantera para carboneros y leñadores, para tallistas y carpinteros.

Felipe V ordenó una reforestación rápida. Amén de esto, la aparición en 1714 de la Marina Real hizo que esta institución tomara a su cargo la administración de ciertos montes. Iba a nacer la conciencia ecologista, conciencia que tomó impulso en 1719 con las ordenanzas alusivas a la defensa del pinsapar de Grazalema.


 
 Pino carrasco.

Más tarde se estableció una organización territorial para el fomento de los árboles, base del actual sistema administrativo gestor de los bosques.

Fernando VI, dispuso que la Marina se hiciera cargo de los montes próximos al mar y a ríos navegables, y aunque parecía que aquello tendría efectos negativos dado el volumen de tierras envuelto, las medidas tuvieron repercusiones positivas debido a que contemplaban la obligación de plantar tres árboles por cada uno talado.

De cuyo cumplimiento iba a ser garante la Marina como institución, siendo la misma Marina la que se comprometía a realizar siembra de árboles en los claros, y a marcar los árboles cuya tala estaba prohibida, como los robles gigantes del Valle de Ormoier en el Pirineo catalán.


Pino albar.

Fernando VI, promulgó la Real Ordenanza para el aumento y conservación de las masas forestales y plantíos en 1748, fecha en que se promulgaron las Reales Ordenanzas para el aumento y conservación de montes y plantíos, obligándose a cada vecino a plantar cinco árboles por año y a sembrar bellotas, castañas y piñones donde les fuera indicado por el corregidor local. Entre otras medidas punitivas se castigó a los pastores que quemaban el bosque y apareció la figura del guarda forestal o guardabosques.

En 1755, el ministro de Marina Francisco Fernández de Sandoval promovió en la entonces provincia de Jerez de la Frontera la realización de un inventario de árboles. Uno de los hechos destacados de la historia forestal es la creación de la provincia marítima de Segura de la Sierra mediado ese siglo, instituida para proveer a la Armada de madera de roble, la más utilizada en los astilleros junto con la de pino.

SIGLOS XIX Y XX.

En cuanto al siglo XIX, fue un siglo negro para el bosque español. La desastrosa desamortización de Mendizábal le dio la puntilla. Como los bienes subastados eran en su mayoría extensas fincas de monte, sus nuevos propietarios los talaron enseguida a fin de recuperar la inversión, al tiempo que otros roturaron las tierras para ponerlas a producir.

El avance de la agricultura, aprovechó todas estas superficies deforestadas a lo largo tiempo para ser cultivadas. También la industrialización y la construcción del ferrocarril necesitaron hacer un gasto enorme de madera.

Introdujo cierta racionalidad en este problema Javier de Burgos, personaje a quien debemos la división de España en provincias. Fue él quien en 1835 dispuso las Ordenanzas de Montes poniendo coto a la tala de árboles derivada de la desastrosa desamortización, tala que había supuesto un aumento de la erosión del suelo debido a la acción corrosiva de las aguas, mengua de masa forestal que propiciaba terribles riadas.

Para poner remedio se reforestaron las cabeceras de las cuencas hidrográficas y de ríos como el Júcar o el Lozoya. En 1848, se creó la Escuela Superior de Ingenieros de Montes en el castillo de la villa madrileña de Villaviciosa de Odón. Y poco después, se creó el Distrito Forestal de Guadalajara, que iba a suponer la puesta en marcha de una administración forestal moderna. El ambiente regeneracionista de finales del XIX hizo decir a Alfonso XII: “Si yo hubiera de seguir una carrera, elegiría la de ingeniero de montes”.

Este nuevo paisaje agrícola y ganadero extensivo, en el que todavía no existía mecanización en las labores agrarias se convirtió en el escenario ideal para la caza menor. Los trabajos del campo se realizaban a mano y con empleo de animales, utilizando métodos de abonado y mejoras naturales. Todas estas prácticas favorecían el establecimiento de la caza menor, que en comparación con la época actual, no estaban enfrentadas a la mecanización de siembra y cosecha ni al uso de fitosanitarios y agroquímicos. Se daba lugar al hábitat idóneo de la reina de la caza menor: La perdiz roja. Esa gran abundancia en realidad corresponde a un periodo muy corto de la historia.

Este retroceso del terreno forestal en fomento del uso agrícola, unido al avance de la ganadería, da lugar a una modificación en las costumbres del lobo, que es predador natural de ungulados silvestre. Sin embargo en esta época se ve desplazado y realiza ataques sobre el ganado con mayor frecuencia para alimentarse.


Eucalipto “El Abuelo”, Lugo, 1880.

También Miguel Primo de Rivera, en el primer tercio del siglo XX, hizo hincapié en la repoblación forestal. Tras la Guerra Civil de 1936 se restableció la vigencia del Patrimonio Forestal del Estado y se repoblaron más de tres millones de hectáreas, y por primera vez se plantaron más árboles de los que se talaron o quemaron.

Se calculaba que alrededor de seis millones de hectáreas habían sido deforestadas. Diversas experiencias de Ingenieros de Montes y Forestales hacen que se inicien proyectos de reforestación con especies pioneras, aptas para crecer bajo insolación directa, como son los pinos. De alguna forma el estado reconoce una antigua mala gestión y se hace cargo del proceso de restauración.

Estos nuevos bosques evidentemente no son lo que habían sido antes, incluso las repoblaciones de pinos se las podría ver como un desierto verde. Sin embargo es el momento de replantear los objetivos técnicos de una restauración ecológica. Estas repoblaciones son ideales para que se establezcan otras especies de árboles, como el roble, la encina, y el haya, que necesitan sombra para su desarrollo inicial. Se presenta por tanto una oportunidad para que en nuestros bosques se lleve a cabo una gestión integral de los recursos naturales renovables en los que sean compatibles todos los usos y aprovechamientos: Paisajístico, recreativo, maderero, resinas, setas, frutos y piñones, ganadería y por supuesto la caza y la pesca. Es el momento de replantear los objetivos ambientales y aprovechar la gran oportunidad que nos ofrecen estos nuevos bosques.

En concreto no podemos dejar de lado su gestión para fomentar la biodiversidad y la fauna silvestre.

Estas repoblaciones son ideales para que se establezcan otras especies de árboles, como el roble, la encina, y el haya, que necesitan sombra para su desarrollo inicial. Se presenta por tanto una oportunidad para que en nuestros bosques se lleve a cabo una gestión integral de los recursos naturales renovables en los que sean compatibles todos los usos y aprovechamientos: Paisajístico, recreativo, maderero, resinas, setas, frutos y piñones, ganadería y por supuesto la caza y la pesca. Es el momento de replantear los objetivos ambientales y aprovechar la gran oportunidad que nos ofrecen estos nuevos bosques.



Existen unas 182 especies de árboles en la península ibérica, de las cuales 111 son nativas. Esta lista incluye tanto especies autóctonas como aquellas introducidas que se han naturalizado en el medio ibérico.

En el año 2020, los paisajes forestales intactos cubrían 11,3 millones de km2, localizados mayormente en Canadá, Rusia, Brasil, Perú y República Democrática del Congo. Tristemente, están siendo destruidos o degradados por la actividad humana.

Suecia es el país con más extensión de bosques de Europa y España, el segundo. Le siguen Finlandia, Francia, Alemania, Italia y Polonia.



Dicho mapa, abajo, señala más de 1,37 millones de hectáreas, repartidas en 34 países diferentes, España incluida –sobre todo en Pirineos y la cornisa cantábrica–. El estudio ha sido publicado en la revista Diversity and Distributions.







España cuenta con más de 7.000 millones de árboles. La encina el árbol más predominante y ocupa más del 20% de la zona arbolada de todo el país. Tras este primer puesto le siguen el pino albar (ocupando el 11%) y, en tercer lugar, el pino carrasco
(apropiándose de un 9,8% de la zona arbolada). Tenemos también el roble continental, con un 8,72 %, el pino salgareño con un 7,65 %, el pino rodeno con un 5,90 %,  el roble mediterráneo con un 4,27 %, el haya, con un 3,95 %, el eucalipto, con un 3,47 %, el pino rodeno mediterráneo, con un 2,89 %, el roble atlántico con un 2,75 %, el castaño con 2,02 %, el pino piñonero con 1,91 %, el pino insigne con 1,64 %, sabinas y enebros con 1,62 %, el alcornoque, con un 1,51 %, el pino negro con un 1,09 %. Otras especies con 10,90 %.

España es el primer país del mundo, en cuanto a extensión del dominio de la encina, siendo considerado el árbol nacional del país.


El eucalipto es un árbol introducido en España a finales del siglo XIX y desde entonces se ha plantado de manera masiva por su idoneidad para la producción de celulosa, sobre todo en la cornisa cantábrica por su clima templado y su abundante humedad, pero tiene un fuerte impacto en el medio ambiente porque deteriora el suelo, consume una gran cantidad de agua y reduce notablemente la biodiversidad, según SEO/BirdLife.


Entre Galicia, Asturias, Cantabria y el País Vasco, esta especie de árbol ocupa una superficie de 300.000 hectáreas, de las 760.000 de toda España.


Galicia es la región con más superficie de eucalipto en España, con 174.000 hectáreas, seguida de Asturias (60.000), Cantabria (39.000) y el País Vasco (14.500).

Especies autóctonas:

  • Abeto blanco.
  • Pinsapo.
  • Arce menor.
  • Arce de Montpellier.
  • Acirón.
  • Arce real.
  • Arce blanco.
  • Aliso.
  • Madroño.
  • Abedul.
  • Boj.
  • Carpe.
  • Castaño.
  • Almez.
  • Algarrobo.
  • Palmito.
  • Espantalobos.
  • Cornejo.
  • Avellano.
  • Acerolo.
  • Espino.
  • Brezo blanco.
  • Bonetero.
  • Haya.
  • Higuera.
  • Arraclán.
  • Fresno.
  • Acebo.
  • Nogal.
  • Enebro.
  • Sabina.
  • Laurel.
  • Maíllo.
  • Labiérnago.
  • Pino carrasco, negral, resinero, negro de montaña, albar y piñonero.
  • Lentisco.
  • Cornicabra.
  • Álamo.
  • Chopo.
  • Cerezo.
  • Ciruelo silvestre.
  • Loro.
  • Marel.
  • Cerezo de racimo.
  • Endrino.
  • Piruétano.
  • Peral silvestre y de monte.
  • Quejigo y quejigo andaluz.
  • Coscoja.
  • Encina.
  • Roble.
  • Crespo.
  • Alcornoque.
  • Aladierno.
  • Pudio.
  • Sauce.
  • Bardaguera.
  • Sarga.
  • Mimbrera.
  • Bimi.
  • Saúco.
  • Mostajo.
  • Serbal.
  • Mostrajo híbrido.
  • Tamariz.
  • Tilo de hojas pequeñas y de hojas grandes.
  • Olmo de montaña, blanco y común.


FUENTES:

  • https://curiosfera-historia.com/historia-de-los-bosques-en-espana/
  • Wikipedia.
  • https://www.club-caza.com/blog/conservador/postver.asp?p=97
  • https://www.ajardina.es/poda-de-altura/arboles-mas-frecuentes-en-espana/#:~:text=Espa%C3%B1a%20cuenta%20con%20m%C3%A1s%20de,%25%20de%20la%20zona%20arbolada).
  • https://www.expansion.com/fueradeserie/cultura/2019/02/04/5bcef92146163f11878b4624.html
  • https://as.com/diarioas/2022/01/28/actualidad/1643350483_893923.html#:~:text=El%20%C3%A1rbol%20m%C3%A1s%20antiguo%20de,tiene%201.481%20a%C3%B1os%20de%20edad.
  • https://www.descubrir.com/los-10-arboles-centenarios-mas-bonitos-de-espana/
  • https://hablandoenvidrio.com/arboles-mas-longevos-y-emblematicos-espana/
  • https://www.elespanol.com/curiosidades/espana-pueblos/historia-arboles-antiguos-espana/498200971_0.amp.html
  • https://www.eleconomista.es/status/noticias/10871018/11/20/Turismo-en-otono-cinco-arboles-milenarios-en-Espana-y-donde-encontrarlos.html
  • https://www.celticahispana.com/el-culto-celtiberico-a-los-arboles/
  • https://www.mapa.gob.es/ministerio/pags/biblioteca/fondo/pdf/10281_7.pdf
  • https://www.rtve.es/noticias/20160321/ecologistas-piden-poner-freno-expansion-del-eucalipto-norte-espana/1322764.shtml#:~:text=Entre%20Galicia%2C%20Asturias%2C%20Cantabria%20y,debajo%20de%20los%20400%20metros.
  • https://es.greenpeace.org/es/trabajamos-en/bosques/