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viernes, 10 de noviembre de 2023

VALLIRANA.

 VALLIRANA.



Vallirana es un municipio de la comarca del Bajo Llobregat, en la provincia de Barcelona, comunidad autónoma de Cataluña, España. Se encuentra a tan solo 25 km de Barcelona. Pertenece a un extremo de la "Serra d'Ordal" y está situado en el interior del macizo del Garraf, entre los municipios del Ordal y Cervelló.

La noticia más antigua que se conserva en relación a Vallirana es un documento del año 904  que detalla la donación de la capilla de San Silvestre por parte del obispo de Barcelona Teodorico al abad de Sant Cugat. El nombre de Vallirana (Valleriana) aparece mencionado por primera vez en el Cartulario de Sant Cugat, el año 949, con motivo de la donación de unos viñedos. En aquella época, Vallirana era sólo un conjunto de terrenos agrícolas, principalmente viñedos, que formaba parte del término del castillo de Cervelló bajo la condición administrativa de cuadra (una especie de jurisdicción semiautónoma). 

En 1262, Guillem ll de Cervelló fundó el hospital de Olesa de Bonesvalls, como lugar de acogida de los viajeros que recorrían el antiguo camino de Vilafranca a Barcelona, ​​que pasaba por Olesa y Sant Boi, y lo dotó con los derechos que poseía sobre los hombres y masías de Vallirana. Durante el siglo XIV el hospital, administrado por el obispado de Barcelona, ​​adquirió la plena jurisdicción de la cuadra de Vallirana y la mantuvo durante casi 500 años. A lo largo de estos siglos la población de Vallirana era bastante escasa. El censo de 1365-1370 menciona  un total de 25 fuegos  (hogares), 17 de ellos situados en tierras de Humbert de Vilafranca, y 8 pertenecientes al monasterio de Sant Cugat.

Desde la segunda mitad del siglo XIV y todo a lo largo de los siglos XV y XVI, Cataluña sufrió los estragos de epidemias y guerras dentro de un largo período de decadencia económica y demográfica en todo el país. En el término de Vallirana, poblado por unas pocas masías dispersas, los efectos debieron ser menores. Sin embargo, el censo de 1533  contabiliza  en Vallirana sólo  11 cabezas de casa : Pedro de la Libra, Joan Campderròs, Bertomeu Bogunyà, Joan, blanco, Antoni Rovira, Matheu Muntaner, Antoni Julià, Antoni Presas, Nicolás Campenar, Bernat Romagosa y Jaume Balle. (En rojo dos de mis antepasados de esa zona).

A partir del siglo XVI empezó a afianzarse el papel de las municipalidades, a la vez que el poder señorial, a pesar de mantener la jurisdicción y el vínculo feudal, tiende a debilitarse. La organización municipal se canalizaba a través de la asamblea vecinal, presidida por el alcalde.

A partir de 1714, la nueva administración borbónica suprimió la autonomía de las municipalidades e introdujo un nuevo régimen de ayuntamientos donde el alcalde era nombrado por el titular de la jurisdicción señorial, en el caso de Vallirana, por el obispo de Barcelona como señor del hospital de Olesa de Bonesvalls. Sin embargo, es a partir de aquellos años que Cataluña inició una etapa de rápida recuperación que en Vallirana se tradujo en un progresivo aumento de la población. En 1718 se contabilizaban en el término 178 almas .

La construcción de la carretera del Ordal a partir de la segunda mitad del siglo XVIII es uno de los hechos históricos más trascendentales de la historia de Vallirana. Hasta ese momento la población se reducía a un conjunto de masías dispersas por el término, centradas por la antigua iglesia de Sant Mateu, situada cerca de la masía de Can Julià. A partir de 1776 comienzan a edificarse las primeras casas a ambos lados de la carretera y se forman las primeras calles perpendiculares como la de la Riera o la de la Iglesia. El crecimiento demográfico fue bastante intenso: en 1787 la población alcanzaba los 261 habitantes. Según datos del Ayuntamiento de la época, Vallirana contaba con  doce masías , además del pequeño grupo urbano de la carretera, dos hostales y dos molinos de harina.

La agricultura era básicamente de secano, dedicada sobre todo al trigo, la viña y el olivo. Había doce pares de bueyes y varios rebaños de cabras, cuya leche se comercializaba en Barcelona. Es curiosa la descripción que el propio Ayuntamiento hace de la gente de Vallirana, « gente medianamente acomodada (..) y quieta ». Por las visitas pastorales documentadas en el Archivo Diocesano, sabemos que había una iglesia pública dedicada a San Mateo, sufragánea de Cervelló, y dos capillas: la de San  Silvestre  y la de  San Francisco del Lledoner .

Fruto de la ola expansiva de la segunda mitad del siglo XVII, fue la construcción de un nuevo templo parroquial dentro del casco urbano, terminado en 1804, dependiente de la parroquia de Cervelló hasta 1851. Vallirana vivió con intensidad la Guerra de la independencia (1808-1814) y sus alrededores fueron escenario de diversas acciones bélicas del general Manso contra los franceses. En 1823 fue asesinado cerca de la carretera el obispo de Vic, probablemente a manos de una guerrilla liberal.

A partir de la segunda mitad del siglo XIX se inicia el proceso de industrialización del municipio, cuya economía se había reducido hasta entonces en la agricultura, sobre todo la vitivinícola (337 hectáreas de viñedo en 1881). La actividad industrial se centró en el  sector textil , agrupado en las inmediaciones de la calle de la Riera, la fabricación de cal, yeso y cemento y las minas de plomo. En 1887, el censo de Vallirana alcanzaba los  1.517 habitantes.






San Lorenzo de Hortóns.

 San Lorenzo de Hortóns.

Es un municipio de la comarca del Alto Panadés, provincia de Barcelona. 

Alt Penedès-A partir del siglo X empieza a haber documentos históricos como el que designa el nombre de la región como 'territorio Penetense', denominación que algunas fuentes creen que puede derivar de 'pinna'o'penna', es decir, 'peña'. Desde la mitad de este siglo, el Penedès pasa a formar parte del condado de Barcelona y de su obispado.

La fundación de la actual capital, Vilafranca del Penedès, data del siglo XII, período a partir del cual la comarca experimentó un considerable aumento de la demografía, aunque se vería reducida por el hambre y las epidemias durante los siglos XIV y XV.

Después de la Guerra del Francés, el cultivo vitícola experimentó un espectacular crecimiento que enriqueció a toda la comarca. Pero la filoxera, a finales del siglo XIX, arrasó los viñedos y provocó una crisis económica y un descenso demográfico.

El término municipal se divide en ocho núcleos relacionados con la historia de Sant Llorenç d’Hortons, cuyo nacimiento deriva de la creación, durante la Edad Media, de una serie de parroquias y masías.

Sant Joan Samora

De época medieval, se conserva la iglesia románica de Sant Joan Samora, otro de los pequeños núcleos urbanos del municipio.

Históricamente San Lorenzo formó parte del término municipal del Castillo de Gelida desde tiempo medieval, integrado por varias masías  de las que todavía se conservan algunas. 

La documentación posterior sobre St. Juan es poca y no empieza a abundar hasta el siglo XIV donde encontramos un documento de la Pía Almoina fechado el 17 de noviembre de 1316 donde un Bernat de Fonollar toma posesión de la cuadra de San Juan Samora, del término del castillo de Gelida, que los condes de Pallars y señores de Cervelló, Hug de Mataplana y Sibil·la, le han otorgado mientras no le hagan entrega total de 15.000 sb por la dote de Blanca, hija de Ferrer de Abella, con quien ellas casó. en esta ocasión prestan homenaje y hacen juramento de fidelidad a Bernat de Fonollar a los habitantes de dicha cuadra.

Pocos años después (1327) en una cabecera donde se relacionan, en gran parte, los censos que pagaban los habitantes de la baronía de Gelida a los Señores (los condes del Pallars) constan un buen número de habitantes de St. Juan con todo lo que tributaban. Es difícil de definir exactamente quienes correspondían a cada parroquia, pero aún así, y en los cuadros, podemos ver algunos, perfectamente identificados como hombres de St. Juan. En la transmisión de la propiedad por herencia, por venta, o nuevo establecimiento, ya en el siglo XVI, podemos encontrar que aquellos antiguos habitantes sólo quedan presentes como topónimos, bien con masías o con piezas de tierra.

La implantación del cultivo de la viña de manera extensiva, a partir de la segunda mitad del siglo XVIII, provoca la llegada de trabajadores del campo. De los 136 habitantes que tenía la parroquia de San Lorenzo en 1719 se pasa a los 318 de 1842 y en 1887 se llega a 1.299. Este crecimiento de la población conlleva la aparición de calles aisladas de casas entre medianeras que serán el embrión del núcleo de Hortons (1750-1818) primero y, más tarde, los de la Bebida Alta, Bebida Baja, Torrentfondo y de San Juan Samora (1818-1891).

La más antigua, La Casa Vella, es del siglo XIII-XIV, siendo la mayoría de los siglos XVI y XVII y reformadas en siglos posteriores. 

El lugar formó parte de la baronía de Gelida. El término comprende, además, los pueblos de la Bebida Alta (en parte en Masquefa y en parte en Sant Esteve Sesrovires), la Bebida Baja, San Juan Samora y la casería del Torrent Fondo. 

Estas masías, citadas anteriormente, se constituyeron en dos parroquias. Ya en el año 945, se menciona la iglesia con cementerio y segrega de San Lorenzo de la que todavía quedan vestigios románicos. La otra iglesia, también de estilo románico y bien conservada, es la de San Juan Samora documentada del año 1080.


Conjunto solariega formado por la masía y construcciones auxiliares situado en una terraza del cauce izquierdo de la Rierussa con un amplio dominio visual en dirección sur y suroeste. El edificio principal de la masía es de planta rectangular consta de planta baja, piso y buhardilla, con la cubierta de tejas árabes a cuatro aguas. La fachada principal, orientada a suroeste tiene una composición simétrica a partir de tres ejes de verticalidad, en planta baja y piso, formados por las diferentes aberturas. Destaca el portal redondo adovelado en el eje central de esta simetría, con piedra de baldosas a ambos lados. Encima de ella una ventana geminada en planta piso y sendos balcones con barandilla de hierro a cada lado. En el desván hay una galería de siete arcadas de medio punto. Los menaje son lisos, rebozado y pintados de rosa viejo. En el interior la distribución es la tradicional con una gran entrada distribuidora del comedor, cocina, despacho, dos bodegas de bóveda, y escalera que conduce al primer piso con la acostumbrada sala Distribuidora de las habitaciones. En frente hay un cuerpo de planta rectangular con un nivel sobre levantado y un sótano. La cubierta es de tejas árabes a dos aguas y una cumbrera transversal, soportada por cerchas y una quincena de arcadas que abren este edificio en el exterior en nada de sus cuatro fachadas. Se trata de un secador de grano, con los silos en el sótano.



A la derecha hay un cuerpo rectangular con cubierta a dos aguas y cumbrera perpendicular a la fachada principal, donde hay un reloj de sol. Se trata de un antiguo porche.

Adosadas a la masía principal hay una serie de masoverías en las que destaca la adosada al ángulo norte de la masía con planta baja y dos pisos, que por la fachada posterior se convierte en planta baja y piso. La cubierta es de tejas árabes a dos aguas y la cumbrera paralela a la fachada principal, donde destacan las galerías con balaustrada de las dos plantas piso.

Observaciones: 

La documentación más antigua de la masía fue donada al Archivo municipal de Sant Llorenç de Hortons donde se está evaluando y se encuentra en proceso de clasificación. El árbol genealógico de la familia comienza en 1628, mencionando nombres anteriores sin fecha.

Hasta hace poco se creía que el documento más antiguo que hablaba de Ca l'Esteve de la Riera era del siglo XVI, pero se encontró un documento del año 1380 donde se habla de la compra de un crédito y donde sale el patronímico Esteve. En 1587 se documenta con el nombre de casa de Benet Esteve. 

El 21 de julio de 1882 presentó el proyecto Ramon Quera i Torras, maestro de obras y agrimensor, el cual posiblemente fue el autor de las obras de la casa y de las masías vecinas de Can Raimundet y Can Carafí. 

Las reformas más importantes datan del siglo XIX y la última de 1940 realizada por la madre de Manel Esteve.


Se trata de una variedad local de Martorell y que se puede encontrar cultivada de forma dispersa en el Penedès. Es una variedad a proteger.

Olivo monumental tipo bequerut plantado a mano izquierda en la entrada de Ca l'Esteve de la Riera. Se trata de un árbol de la familia de las oleáceas de dimensiones excepcionales; mide 7 metros de altura por 11 de copa, 5,9 de vuelta de cañón y 5,10 de vuelta de cepa.

Los de Ca l'Esteve de la Riera le llaman el olivo ladra. Quizás porque es de la variedad bequeruda, no tan preciada como la arbequina, presente en 150 hectáreas entre el Vallès Occidental, el Baix Llobregat y el Alt Penedès. Según el dicho "Aceite de abedul, aceite sucio".




LA RIERUSSA.

La Rierussa es un curso de agua de la Depresión Prelitoral con la cabecera en Masquefa (Anoia), atraviesa de norte a sur todo el término de Sant Llorenç y desemboca en el río Anoia, cerca de Gelida. Está considerada como el eje hidrográfico más importante del municipio. Su curso transcurre sobre un terreno formado en el Mioceno fuertemente erosionado. Su caudal hidráulico no es constante y fluye con discontinuidad según la época del año. Destacan saltos de agua importantes como el de La Pedrera, de 15 metros de altura, o el de Can Raimundet, donde la arena desaparece y deja paso a una plataforma rocosa formada por arenosas de cemento calcáreo y arcillas por donde el agua transcurre hasta caer seis metros en un hoyo de unos dos metros de profundidad donde ralentiza el curso por una cama arenosa. Si en la plataforma del salto existe una elevada presencia de restos fósiles marinos, en las paredes del talud de Can Raimundet se observan los diferentes sedimentos intercalados de gravas y conglomerados testigo de un pasado marino. La formación vegetativa del bosque de ribera está representada en todas sus variantes, estrechamente ligadas en función de la disponibilidad del agua de las capas del nivel freático, de la dinámica de la riera y de los factores históricos. Un mosaico de ambientes ricos en comunidades arbustivas, herbáceas y arbóreas que han sabido adaptarse a la especificidad de un régimen hídrico variable. Estos bosques caducifolios están representados por especies como el chopo (Populus nigra), el aliso (Alnus glutinosa), el álamo (Populus alba) y el fresno de hoja pequeña (Fraxinus angustifolia ssp. angutifolia), que toleran bien las épocas de más sequía y pueden desarrollarse en lugares donde la profundidad de la capa freática se encuentra a dos metros. También mezclado con robles, se localiza algún olmo (Ulmus minor), mucho menos exigente en cuanto al agua y la encina o el pino carrasco (Pinus halepensis) que se encuentra repartido en mayor o menor grado por todas las torrenteras del municipio. Además de algunas de las especies más representativas, cerca de masías, como Ca l'Esteve de la Riera se pueden localizar otros árboles alóctonos que han sido plantados por el hombre, ya sea con intenciones reforestadoras o bien ornamentales. Es el caso de una comunidad arbórea de plátano (Platanus x hispanica) en muy buen estado de conservación y de la que se pueden localizar ejemplares subespontáneos procedentes de las semillas que se dispensan con el viento. Otra especie, ejemplo del caso anterior, es la falsa acacia (Robinia pseudoacacia) de la que se pueden observar gran cantidad de ejemplares por los distintos tramos del recorrido de la riera, sobre todo a proximidad de las casas.

De la comunidad arbustiva destaca el espino blanco (Crataegus monogyna), el romegueró (Rubus caesius), la zarza (Rubus ulmifolius), el sanguinol (cornus sanguinea), el durillo (Viburnum tinus), el gatillo (Salix cinerea ssp. Oleifolia) o el romegueró (Rubus caesius). En el estrato herbáceo encontramos el fenazo boscano (Brachypodium sylvaticum) o la lechetrezna de bosque (Euphorbia amygdaloides) y en las zonas más húmedas, la cola de caballo, sobre todo muy extendida a proximidad de los saltos de agua y en umbrías, junto con la boba borda (Sparganium erectum).

La disminución de los cultivos ha provocado el incremento de la caña (Arundo donax), declarada como planta invasiva, ocupando el espacio del carrizo autóctono (Phrasmites australis). El entorno de las fuentes y de los saltos de agua constituye un hábitat privilegiado por helechos como la capilera (Adiantum capillus-veneris), propia de escorrentías y goteros sombríos y buena indicadora de presencia de aguas carbonatadas.


sábado, 18 de marzo de 2023

LOS GUANCHES.

Guanche es el nombre que se aplica a los antiguos aborígenes de la isla de Tenerife, Canarias, España, quienes la habitaban antes de la conquista castellana en 1496. Se trata de uno de los pueblos aborígenes de Canarias entroncados genética y culturalmente con los bereberes del norte de África.

Las dataciones más antiguas para el poblamiento de Tenerife obtenidas en yacimientos arqueológicos de Icod de los Vinos −Cueva de los Guanches− sitúan la llegada de los primeros pobladores en torno al siglo VI a. n. e.

Estas poblaciones estaban entroncadas con los antiguos bereberes del norte de África. Un 55% de los linajes aborígenes tienen sus homólogos más cercanos en el Magreb. Sin embargo, estos no incluyen al haplogrupo U6b1, por lo que el origen concreto de los primeros pobladores sigue siendo una incógnita. Tejera Gaspar, director del comité técnico creado por el Gobierno regional, no duda de que fueron bereberes traídos por los romanos del año 25 a. n. e al 25 d. n. e, pero hay otras tesis. En lo que dice no tener ninguna seguridad es en si fue un poblamiento homogéneo o escalonado. "Sí creo que se dio en no más de un siglo por las cronologías y trajeron las cabras, ovejas, cochinos y perros. Hay diferencias culturales entre las Islas porque ya en el Norte de África son enormes. Tampoco se sabe por dónde se dio primero, si por una isla u otra. También se especula sobre si hubo contactos entre los pobladores de las distintas islas, aunque está claro que desde Tenerife se ve Gran Canaria, La Gomera... O que el Teide se ve desde todas y hay hechos arqueológicos por muestras religiosas".

La colonización de las islas por norteafricanos se produjo probablemente en diversas migraciones, a las que contribuyó la desertización del Sáhara y el empuje de los establecimientos fenicios y romanos en el norte de África.

Una evidencia de la procedencia norteafricana de los guanches es la toponimia, que muestra un claro parentesco con las lenguas bereberes. Muchos de los topónimos guanches son interpretables a partir del bereber continental. Usualmente en bereber los nombres y adjetivos masculinos empiezan por a- (a veces i- o u-), mientras que los nombres femeninos empiezan en t-.

Aparte de la vecindad y del parecido físico de muchos habitantes de ambos pueblos y en el parecido de algunas costumbres, existen varias coincidencias como que los guanches no eran marinos, aunque eran pobladores de islas, ni tenían armas de largo alcance, como las tribus bereberes del norte de África.

Un caso a destacar es cómo teniendo grandes bosques en las islas, no tenían ningún tipo de embarcación, simplemente en algunos casos excepcionales tenían balsas de zurrones. También siendo grandes guerreros no utilizaban ni tenían conocimiento del uso de las flechas. Pues todos estos acontecimientos también se repetían con los pueblos berberiscos fronterizos de las costa de África. Se cree que la invasión del archipiélago por los bereberes fue gracias a que fueron transportados por ribereños de otro pueblo, tal vez por los descendientes de las colonias tirias que en la Antigüedad se establecieron en las costas occidentales de Mauritania.

ASPECTO FÍSICO.


Resultado de la reconstrucción del rostro de la momia del barranco de Erques realizada por el escultor forense Juan Morillo ABC.

El fraile Espinosa da una descripción física de los guanches:

"Es esta gente (los de la banda del Sur) de color algo tostada y morena, agora sea por traer este color de generación, agora sea por ser la tierra algo cálida y tostarlos el sol, por andar casi desnudos, como andaban. Mas los de la banda del Norte eran blancos, y las mujeres hermosas y rubias y de lindos cabellos."












Tras los estudios antropológicos modernos se suele englobar a los guanches en dos tipos según la tipología craneal: cromañoides, de cara ancha y robusta y cráneo alargado y estrecho, y mediterranoides, de caras altas y delicadas con cráneos cortos.

Los guanches presentaban un acusado dimorfismo sexual, siendo los hombres robustos con alturas comprendidas entre los 164 y 170 centímetros, y las mujeres entre 152 y 158 cm. Estas estaturas variaban en las conocidas como zonas de aislamiento −macizos montañosos de Anaga y Teno−, donde los hombres no superarían los 160 cm y las mujeres los 150, siendo en estos lugares menos marcada la diferencia sexual.

Las investigaciones suponen una esperanza de vida para los guanches de entre 30 y 45 años. Los miembros de la nobleza, con una mejor alimentación y menores esfuerzos físicos, podían alcanzar los 65 años.

DEMOGRAFÍA.

Aunque no existen cifras exactas para el número de guanches que poblaban la isla antes de la conquista, las investigaciones al respecto apuntan una posible población total de entre 15 000 y 20 000 habitantes para el momento final de la cultura aborigen.

Dentro de la demografía guanche cabe destacar que los territorios del norte de la isla estaban más densamente poblados que los del sur, dadas sus mejores condiciones ambientales.​ Así, los primeros historiadores apuntan a que el rey de Taoro −el más poderoso de la isla ubicado en el fértil valle de La Orotava− «tenía seis mil hombres de pelea»

Tenerife era, junto a Gran Canaria, la isla más poblada a la llegada de los conquistadores en el siglo XV.

ECONOMÍA Y SUBSISTENCIA.

La actividad principal del guanche era la ganadería. Su cabaña ganadera se componía principalmente de cabras y ovejas, de cabra: una de cornamenta cerrada y ubre pequeña, y otra de cornamenta abierta y ubre más voluminosa. La oveja por su parte, era de un tipo africano de pelo liso y cola lanuda.

Habían introducido también cerdos de tipo arcaico y perros de una raza de pequeño tamaño que llamaban cancha. En algunos yacimientos arqueológicos también han aparecido restos de gatos y erizos. Todos estos animales parecen haber formado parte también de la dieta aborigen.

Desarrollaban un pastoreo de trashumancia. Los pastores del sur de la isla desplazaban sus ganados constantemente por todo su territorio, mientras que los del norte llevaban a cabo una trashumancia estacional, trasladándose a la alta montaña en el entorno de Las Cañadas del Teide en verano y aprovechando los pastos de las zonas medias y costeras en invierno. Los habitantes de los macizos de Anaga y Teno, que constituían áreas de aislamiento, limitaban sus movimientos a las montañas de su entorno inmediato.

Del ganado además de carne −que consumían a medio asar sin acompañamiento− obtenían leche o ahof, con la cual hacían manteca, que denominaban oche, y queso.

La agricultura se desarrollaba de manera complementaria, siendo rudimentaria y de secano. Se cultivaban la cebada o tamo, el trigo o irichen y diversas legumbres —habas y guisantes— o hacichey. Con los cereales, una vez tostado y molido el grano, hacían gofio, también llamado por los guanches ahoren, que era consumido mezclado con agua, leche o manteca. Asimismo, con el trigo molido y cocido con leche y manteca hacían gachas.

La presencia de la agricultura era mayor en los territorios del norte de la isla, dadas sus mejores condiciones climáticas, donde existe la posibilidad de cultivos de regadío.

La tierra era propiedad del rey o mencey, quien la repartía en usufructo entre los miembros de la comunidad. Los huertos, de pequeña extensión, se situaban en áreas de medianías entre los 200 y 400 m s. n. m. en el dominio del bosque termófilo, donde existían mejores condiciones climáticas, y en las proximidades de las cuevas de habitación. Los sembrados eran protegidos de los animales por cercas de madera o piedra.

Los historiadores aportan la manera en que sembraban los guanches. Así, Espinosa dice que «...con unos cuernos de cabra o unas como palas de tea (...), cavaban o, por mejor decir, escarbaban la tierra, y sembraban su cebada. Esto hacía el varón, porque todo lo demás, hasta encerrarlo en los graneles o cuevas, era oficio de las mujeres», siendo la época de la cosecha entre julio y agosto.

La recolección de recursos naturales como frutos, semillas o raíces también constituía un importante complemento. Los frutos y bayas recolectadas eran bicácaros, higos, moras de zarza, frutos del madroño, la palmera canaria, la faya y el mocán, siendo consumidos también los piñones de pino canario. Con los frutos del mocán o yoyas confeccionaban una especie de miel denominada chacerquen, utilizada como remedio medicinal para los problemas intestinales. Los rizomas de varias especies de helecho −Pteridium aquilinum, Pteris arguta y Pteris longifolia− servían también como alimento, realizándose gofio con ellos.

Otros productos naturales explotados por los guanches eran la miel de colmenas silvestres y la sal marina.

El aprovechamiento de recursos marinos también constituía una práctica importante. Se mariscaban especies como las lapas, burgados, carnadillas, erizos o cangrejos, y se pescaba en la zona intermareal con anzuelos hechos de hueso.

La caza de distintos tipos de aves como las palomas Columba livia, C. junoniae y C. bollii, o las pardelas, así como la de lagartos y cerdos asilvestrados completaban el modo de subsistencia aborigen.

La introducción por parte de los guanches de animales domésticos y plantas cambió la ecología de la isla, provocándose la extinción de algunas especies como el lagarto gigante y la rata gigante de Tenerife. Asimismo, la actividad ganadera y el aprovechamiento forestal de los guanches provocaron el retroceso de las formaciones de bosque termófilo.

VIVIENDAS.

Los guanches poseían un hábitat principalmente troglodita. A este respecto, fray Espinosa indica que «su morada era comúnmente en cuevas que naturaleza crio, o en otras hechas a mano en piedra tosca, con muy buena orden labradas, y donde no habían cuevas hacían casas de piedra seca y paja encima...».

Como se ve, era mayoritario el uso de las cuevas naturales que abundan en la geografía insular, eligiendo con preferencia las situadas en las laderas de los barrancos y en los acantilados costeros.

Las cuevas de habitación eran acondicionadas con muros de cerramiento de piedra seca. En cuanto a la disposición de la habitación, se reservaba la parte más externa y mejor iluminada como cocina, donde se hallaban el hogar, los utensilios necesarios como molinos y vasijas, así como recipientes con agua. La parte más protegida y oscura se destinaba a dormitorio, confeccionándose las camas con tres muros de piedra apoyados contra la pared de la cueva. El interior se rellenaba con lapilli, gravilla o arena sobre el que se extendía una capa de material vegetal y luego las pieles. Las cuevas de mayor tamaño también presentaban lugares de reunión con grandes lajas a modo de asientos.

En algunos casos como refiere Espinosa, se habilitaban cuevas artificiales labradas en la toba volcánica, sobre todo en los territorios del sur de la isla. También se construían chozas de piedra seca con techumbre de paja en aquellos lugares en donde no existían cuevas apropiadas para habitación.

No existían los poblados propiamente dichos, sino que los individuos y grupos familiares se agrupaban según la disposición de las cavidades naturales.

INDUSTRIA.

La cultura guanche se caracteriza por un desarrollo cultural avanzado, que posiblemente está en relación con los rasgos culturales bereberes importados desde el norte de África, y por un desarrollo tecnológico pobre, determinado por la escasez de materias primas, dada la inexistencia de metales en la isla.

La industria del guanche se basaba en la piedra y el hueso principalmente, trabajando además la madera y un estilo de alfarería sin torno que ha sobrevivido en la cultura canaria.

Al contrario que en la mayoría de las culturas antiguas que surgieron en el entorno de islas oceánicas aisladas, en Tenerife no se han encontrado evidencias arqueológicas o documentales de la existencia de embarcaciones o conocimientos de navegación. Las crónicas de los primeros europeos llegados a Canarias recogen el hecho de que los guanches habían perdido por completo los conocimientos sobre navegación, de modo que las distintas islas permanecieron aisladas unas de otras durante siglos, desarrollando modos culturales diferentes.

INDUMENTARIA.

La vestimenta del guanche consistía en una especie de capa hecha de piel de cabra u oveja amarrada con correas de cuero al cuello. Esta capa, llamada tamarco y común a todas las culturas aborígenes de Canarias, mantenía el pelaje del animal, utilizándose con este hacia dentro en invierno a modo de abrigo. Las mujeres además llevaban un camisón o traje talar sin mangas, constituido por dos piezas de piel gamuzada y cosida con correas de cuero. Los genitales eran cubiertos por una especie de faldilla de piel amarrada a la cintura denominada ahico, común a hombres y mujeres.

La habilidad en la costura de las pieles es destacado por los primeros historiadores, siendo un trabajo femenino llevado a cabo con punzones de hueso o espinas de pescado.

Las pieles eran teñidas de amarillo y marrón con tintes naturales, decorándose con trazados incisos horizontales y verticales en la cara interna del tamarco, que embellecería la pieza durante el invierno cuando el pelo quedaba junto al cuerpo.







Antonio de Viana apunta además al uso de unas especies de mangas de piel que cubrían los antebrazos llamadas huirmas y unas polainas o guaycas. También usaba el guanche de unas sandalias de cuero de cerdo denominadas xercos.

Para el historiador Juan Bethencourt Alfonso, el uso de todas las piezas de vestir estaba limitado a los estamentos nobles de la sociedad guanche, siendo un rasgo más de diferenciación social.

ARMAS.

Era también una sociedad guerrera, existiendo enfrentamientos entre los diferentes bandos sobre todo por hurtos de ganado o por invasión de territorios. Las armas que usaban eran lanzas, venablos, mazas o garrotes y piedras arrojadizas. A modo de escudo utilizaban sus propios vestidos —tamarco— enrollados en el brazo, o unas pequeñas rodelas de madera de drago. Los guanches eran educados en las artes de la guerra desde temprana edad, siendo muy diestros en el lance y esquive de proyectiles.

ESTRUCTURA SOCIAL Y GOBIERNO.

Los guanches poseían una sociedad de jefatura fuertemente jerarquizada de manera piramidal, con un estamento de nobles que poseía la propiedad de los medios de producción −ganados y tierras− y otro plebeyo que aportaba la mano de obra para poner estos medios en rendimiento.

En la cima de esta jerarquía se hallaba el rey o mencey, encargado de la redistribución de los medios productivos, del que partían otros tres estratos por proximidad sanguínea. Así, la alta nobleza estaba formada por sus parientes más cercanos, los achimencey −'descendiente o sucesor del mencey'−, comparados por los primeros historiadores con la figura medieval del hidalgo. En segundo lugar se hallaban los cichiciquitzo −'descendiente de la cabellera', o figurativamente 'calidad opulenta'−,3​ que se correspondía con la nobleza de segunda clase y que fue identificada con los escuderos europeos. En la base de la sociedad se encontraban los achicaxna −'descendiente del esquilo', 'tener aspecto rasurado', figurativamente 'calidad humilde'−, plebeyos o villanos.

La diferenciación social estaba representada por el aspecto físico, poseyendo los hombres nobles barbas y cabellos largos, mientras los plebeyos llevaban estos rasurados. También, según Bethencourt Alfonso, la indumentaria era diferente para nobles y villanos.

Al mencey ayudaban en su gobierno un consejo formado por nobles, los ancianos de la comunidad y algunos personajes relevantes. Esta asamblea se reunía en el tagoror, lugar donde era impartida además la justicia por el mencey. A este respecto, Abréu Galindo menciona que entre los castigos empleados se hallaban los azotes públicos dados con la vara del rey o añepa, no existiendo la pena capital. Al homicida se le condenaba al destierro y a indemnizar a la familia del fallecido con cabezas de ganado.

DIVISIÓN TERRITORIAL.

A la llegada de los conquistadores la isla de Tenerife se encontraba dividida en varias demarcaciones territoriales autónomas denominadas menceyatos −neologismo popularizado a partir del siglo xix compuesto del vocablo guanche mencey y el sufijo castellano –ato, utilizado para señalar jurisdicción−.

El menceyato era la unidad político-administrativa en la que se desarrollaba la sociedad guanche bajo el liderazgo de un mencey. Constaba de un territorio con los suficientes recursos naturales para la supervivencia de los diversos grupos humanos, por ello los menceyatos del sur de la isla, más áridos y pobres, eran más extensos que los del norte, abundantes en aguas y pastos.

Según los historiadores, un único mencey con su corte en Adeje gobernaba toda la isla antes de la llegada de los europeos, pero a su muerte o vejez sus nueve hijos se dividieron el reino en otros tantos territorios, instituyéndose cada uno como mencey del mismo. Así, a la llegada de los conquistadores castellanos en el siglo xv, la isla se encontraba dividida en los menceyatos de:

  • Abona
  • Adeje
  • Anaga
  • Daute
  • Güímar
  • Icod
  • Tacoronte
  • Taoro
  • Tegueste

El menceyato de Taoro mantenía un estatus superior frente al resto, siendo considerado el más poderoso de la isla y ejerciendo de primus inter pares. Su mencey tenía la consideración de Gran Rey.

Durante la conquista de la isla los menceyatos se dividieron entre aquellos que pactaron con los conquistadores, llamados bandos de paces —Abona, Adeje, Anaga y Güímar—, y los que se opusieron a la invasión o bandos de guerra —Daute, Icod, Tacoronte, Taoro y Tegueste—.

Ritos y celebraciones.

Entre los aborígenes canarios, especialmente entre los guanches de Tenerife, el mes de agosto recibía en nombre de Beñesmer o Beñesmen, que era también la fiesta de la cosecha celebrada en este mes.

Sacrificios.

El Teide, morada del espíritu del mal Guayota según la mitología guanche.

Se trata de un rasgo muy poco conocido de los aborígenes Guanches, pero se ha comprobado tanto arqueológicamente como por las crónicas que estos realizaban tanto sacrificios de animales como sacrificios humanos.

Así, durante el solsticio de verano, los guanches tenían la costumbre de degollar a una parte del ganado y arrojarlo a una hoguera hasta que el humo subiera al cielo. Juan Bethencourt Alfonso afirmó, sin embargo, que los cabritos eran arrojados a la hoguera vivos con las patas atadas para que sus balidos fueran oídos por la divinidad. También en las otras islas se sacrificaban animales.

En cuanto a los sacrificios humanos ya Béthencourt Alfonso habla de que «hubo tiempo en que inmolaron víctimas humanas en los altares isleños», mencionando la presencia de un sacrificio de un niño durante el solsticio de verano. De hecho, los guanches tenían por costumbre arrojar por la Punta de Rasca a un niño vivo justo a la salida del sol en el solsticio de verano. En ocasiones estos infantes provenían de cualquier menceyato de la isla, incluso del menceyato más alejado de la Punta de Rasca, el de Anaga. De esto se deduce que era una costumbre común de toda la isla.

También se conocen otros tipos sacrificios humanos asociados a la muerte del mencey, donde hombres adultos se precipitaban al mar. Los embalsamadores que elaboraban las momias también tenían la costumbre de arrojarse al mar un año después de la muerte del mencey.

Práctica de la momificación.

Esta costumbre estaba destinada a preservar el cuerpo del fallecido mediante técnicas de embalsamamiento muy similares a las que se realizaban en otras civilizaciones antiguas. Su finalidad, vinculada a sus creencias religiosas, era proteger al cadáver y también distinguir su relevancia social. La momificación que se practicó en Tenerife fue la que alcanzó mayor perfección en Canarias, y según investigadores actuales, probablemente Tenerife sea la única isla donde existió una intencionalidad clara de momificación de los difuntos.

Cabe resaltar que la momificación guanche es en muchos aspectos parecida a la practicada por los antiguos egipcios. Para preservar la corrupción en los cadáveres cuidaban mucho el proceso, el cuerpo, y sobre todo guardaban una especial memoria y honra a los difuntos. La momificación o mirlado, como le llamaron los primeros historiadores, no fue de uso general entre la población guanche, existiendo varios procesos que muestran cierta gradación en la práctica funeraria que corresponden a una diferencia social y económica entre las diferentes castas de su sociedad. Lógicamente las momias de sus reyes eran las que recibían mayores cuidados en la momificación. Los guanches, al igual que los antiguos egipcios, guardaban en ocasiones las vísceras de sus reyes.

En el año 1933 fue descubierta la mayor necrópolis guanche hallada hasta la fecha, la necrópolis guanche de Uchova en el municipio de San Miguel de Abona. Dicho yacimiento fue saqueado casi en su totalidad, calculándose que había entre 74 y 60 momias. El estudio de esta cueva funeraria reveló las particularidades de los ritos mortuorios aborígenes que hasta entonces se desconocían, como la colocación de los cadáveres y el acondicionamiento de sus lechos.

Contacto con otras culturas.

Los primeros contactos de los guanches con europeos comenzaron en la segunda mitad del siglo xiv, cuando las islas eran visitadas esporádicamente por navegantes mallorquines. A partir de la llegada de los conquistadores normandos capitaneados por Jean IV de Béthencourt y Gadifer de La Salle en 1402, Tenerife fue lugar de frecuentes incursiones en busca de esclavos.


En 1464 se produce el primer intento de conquista de la isla. El señor de Canarias, Diego García de Herrera, pretende someter a los guanches, pero viéndose en inferioridad prefiere llevar a cabo un acto simbólico de toma de posesión, protocolarizado por el escribano de Fuerteventura Fernando de Párraga en la conocida como Acta del Bufadero. Diego de Herrera se reúne con los nueve menceyes, que firman un tratado de paz con él y le permiten construir una torre. Sin embargo, la ruptura de las paces sobreviene hacia 1472, y los europeos son expulsados de la isla.

En mayo de 1494, Alonso Fernández de Lugo desembarca con las tropas conquistadoras en la zona de Añazo —Santa Cruz de Tenerife—. Tras atraerse la amistad de los cuatro bandos de paces —Abona, Adeje, Anaga y Güímar—, se reúne con el mencey Bencomo de Taoro en las proximidades de La Laguna. Las negociaciones no llevan a buen puerto y ambos bandos se preparan para el enfrentamiento. Lugo se repliega a su campamento de Añazo, mientras Bencomo forma una alianza con los demás menceyatos del norte en contra de los conquistadores.

A finales del mes de mayo, las tropas conquistadoras se internan en la isla sin mayores contratiempos hasta su llegada al reino de Taoro. En el barranco de Acentejo son cercados por los guanches, que derrotan completamente a los castellanos en la conocida como primera batalla o Matanza de Acentejo. Los supervivientes regresan a su campamento, embarcándose hacia Gran Canaria.

Lugo reunirá en los meses siguientes capital para una nueva entrada, accediendo el duque de Medina Sidonia a enviar tropas veteranas a la conquista. A principios de 1495 Lugo envía un destacamento a Tenerife para reforzar el campamento de Añazo, renegociar las paces con los bandos guanches aliados y para construir una nueva torre en la zona de Gracia. En noviembre, llegadas y preparadas las tropas auxiliares del duque, Lugo vuelve a Tenerife.

El ejército conquistador avanza hacia la torre de Gracia. En las proximidades de este se encuentran acantonadas las fuerzas guanches, teniendo lugar el enfrentamiento conocido como batalla de la Laguna el 14 de noviembre. En este choque son derrotados los guanches, muriendo Bencomo y su hermano.

Terminada la batalla, los conquistadores se reagrupan en su campamento de Añazo, subsistiendo en los meses siguientes problemas de avituallamiento que posponen la campaña. Durante este tiempo los conquistadores se dedican a llevar a cabo campañas de castigo y correrías en los bandos próximos de Tegueste y Tacoronte. Asimismo, por este tiempo se propaga en los bandos de guerra una epidemia denominada «modorra guanche», enfermedad de la que mueren muchos guanches y que los investigadores relacionan con la gripe, la peste, un tipo de tifus o la rabia.

Resuelto el problema de avituallamiento, los conquistadores avanzan hacia el interior de la isla hacia el 20 de diciembre de 1495. El 25 de diciembre tiene lugar un nuevo choque en las cercanías del barranco donde fueran derrotados los conquistadores en 1494, denominado batalla de la victoria de Acentejo, resultando vencedores los europeos. Lugo y sus huestes llegan a Taoro, estableciendo un nuevo campamento en la zona del moderno núcleo de Realejo Alto.

Los guanches se encuentran cada vez más débiles. A lo largo de los meses siguientes se llevan a cabo por parte de los conquistadores incursiones y cabalgadas en los bandos de guerra. Finalmente, en mayo de 1496, los menceyes de guerra deciden rendir sus territorios en el acto de sumisión conocido como Paz de los Realejos.





domingo, 29 de enero de 2023

LOS CÁNTABROS.

Fue el nombre dado por los romanos a un conjunto de antiguos pueblos que habitaban en el norte de la península ibérica y cuyo territorio se extendía en tiempos de las guerras cántabras por la práctica totalidad de la comunidad autónoma de Cantabria, el norte de la provincia de Burgos y de Palencia, el noreste de la provincia de León, el este del Principado de Asturias y la parte más occidental de Vizcaya. Tenía por ciudad principal Amaya y eran vecinos de autrigones, turmogos, vacceos y astures.





Idioma oficial: Celta o europeo precelta. Primeras referencias en 195 a. e. c.

Habitantes: Etnia de los celtas. Tribus: avariginos, blendios, concanos, coniscos, orgenomescos, plentusios, tamáricos, vadinienses y morecanos.

El mayor hallazgo arqueológico de esta época desconocida es el castro de Los Baraones (Valdegama), en el núcleo del antiguo territorio cántabro, con 7 capas que van desde el 1200 a. e. c. hasta el 400 a. e. c.

                             En rojo el lugar del yacimiento.

Durante la Edad del Bronce, por lo tanto, parece improbable hablar de un pueblo cántabro sino de un pueblo o pueblos, culturalmente desconocido precántabro.

Es probable que se definieran como pueblo entre los siglos VIII y IV a. e. c.

Pueden rastrearse documentalmente hasta el siglo III a. C. 

Descripciones en las fuentes clásicas

La primera cita histórica documentada sobre este pueblo nos la proporciona Catón el Viejo en su obra Orígenes, de la que se conservan varios fragmentos. Uno de ellos habla de la campaña que el propio Catón realizó por la Península Ibérica cuando era cónsul en el año 195 a. C. Dice:

«[...] fluvium Hiberum: is oritur ex Cantabris, magnus atque pulcher, pisculentus.»

«[...] el río Ebro: nace en tierra de cántabros, grande y hermoso, abundante en peces.»

Marco Porcio Catón, "el Viejo". Orígenes (VII), 195 a. C.

Este tipo de referencias nos muestra que la denominación de estos pueblos como Cantabri era conocida en el siglo III a. C., lo que permitiría datar su génesis entre finales de la Edad de Bronce y principios de la Edad de Hierro. A partir de ese escrito de Catón, las citas de historiadores y geógrafos griegos y latinos son numerosas, sobre todo durante su resistencia en las guerras cántabras, nombre con el que se conocen las guerras de cántabros y astures contra Roma.

Nos han llegado algunos fragmentos que describen a estos indómitos pueblos, como el verso del poeta Horacio: «Cantabrum indoctum iuga ferre nostra», que significa «El cántabro, no enseñado a llevar nuestro yugo», o el extracto del geógrafo romano Estrabón que se recoge a continuación:

"Estos se alimentan, en dos tiempos del año, de bellota, secándola, moliéndola y haciendo pan de la harina. Forman bebida de cebada; tienen poco vino, y el que llega lo consumen luego en convites con los parientes. Usan manteca en lugar de aceite. Cenan sentados, dispuestos a este fin asientos en las paredes. La edad y la dignidad llevan los primeros lugares. Mientras se sirve la bebida bailan a son de gaita y de flauta. Vístense todos de negro con sayos, de que forman cama, echándolos sobre jergón de hierbas. Tienen vasos de cera como los celtas, y las mujeres gastan ropas floridas o de color de rosa.

En lugar de dinero conmutan una cosa por otra, o cortan algo de una lámina o plancha de plata.

A los condenados a muerte los precipitan desde una roca, y a los patricidas los cubren de piedras fuera de sus términos o de sus ríos.

Los casamientos son al modo de los griegos; y a los enfermos los sacan al público, como los egipcios, a fin de tomar consejo de los que hayan sanado de semejante accidente.

Hasta el tiempo de Bruto usaban barcas de cuero; ya tienen algunas de troncos de árboles.

La rusticidad y fiereza de sus costumbres proviene no sólo de las guerras, sino de vivir apartados de otras gentes, y faltando comunicación falta también sociedad y humanidad. Hoy se ha remediado algo por el trato con los romanos después de sujetarlos Augusto; pero los que tienen menos comunicación son más inhumanos, contribuyendo para ello la aspereza de los montes en que viven.

Lávanse con orines que dejan pudrir en las cisternas, y hombres y mujeres se limpian con ellos los dientes.

Las madres mataban a los hijos en tiempo de la guerras cántabras para que no cayesen en manos de sus enemigos. Un mozo, viendo a sus padres y hermanos prisioneros, los mató a todos por orden del padre, que le dio el hierro para ello. Otro, llamado a un convite, se arrojó en el fuego.

Parécense a los celtas, a los de la Thracia y Scitia.

Las mujeres labran los campos, y cuando paren hacen acostar a los maridos y ellas les sirven. Cuéntase también en prueba de la demencia cantábrica que algunos, viéndose clavados en cruces por sus enemigos, cantaban alegremente, lo que indica fiereza.

De una hierba semejante al apio forman un veneno activísimo que mata sin dolor, y lo tienen a la mano para usarlo en cualquier adversidad, especialmente por si daban en manos de romanos.

Otras cosas, dice, usan no tan de fieras, como es que el varón dota la mujer; que instituyen herederas a las hijas y éstas casan a los hermanos, lo que no es muy civil por incluir algún imperio de la mujer sobre el hombre."

Enrique Flórez — Estrabón. La Cantabria, 1768.

Estela cántabra de Barros (Cantabria). De piedra arenisca y con espigón de base, sus dimensiones son de 1,70 m de diámetro y 0,32 m de espesor.

Origen

El estudio de los yacimientos arqueológicos de la zona donde actualmente se cree que se asentaron los cántabros revela, sobre un substrato neolítico , objetos de factura característica de poblaciones de la región del Danubio y la cultura funeraria de Campos de Urnas que podrían haber llegado durante el Bronce para asentarse posteriormente, en torno al alto Ebro.

Tanto los gentilicios usados por algunas tribus o clanes cántabros —en particular el de los orgenomescos/¿argentomescios? desplazados finalmente al interior más montano—, así como los cultos equinos, son similares a los de los sármatas y Moesios, Mekhi o Micénicos. Estos últimos, de lengua indoeuropea también, procedían de las regiones al norte del Danubio y emigraron a lugares muy remotos conservando sus nombres originales o variantes, según James P. Mallory. Aunque lo expuesto anteriormente no permite precisar con certidumbre la procedencia original de estos grupos, estudios genéticos realizados en la actual población de la región, detectan en los genes masculinos un porcentaje mayoritariamente afiliado al haplogrupo R-SRY2627 de procedencia europea, -con origen entre el Paleolítico Superior final y el Neolítico-, y en menor medida al haplogrupo E E-M81 procedente del norte de África. Entre los Pasiegos cántabros vinculados a los Pésicos astures se ha detectado la presencia en un 41% del haplogrupo E3B de claro origen africano -cultura de ganaderos vacunos del sáhara- playa nabta,  precursores de los antiguos egipcios y bereberes; relacionados con la cultura megalítica y que se caracterizaban por una alto desarrollo de la astronomía y la cantería monumental. 8,6 % del Haplogrupo E3B en Cantabria. La presencia simultánea de estos haplotipos de procedencia africana entre la población masculina es considerada originaria, y la gran variedad de procedencia de los haplogrupos mitocondriales entre los que destacan los usualmente encontrados en el norte de África, sugieren varios posibles influjos sucesivos de poblaciones celtas cercanas a los Ilirios que podrían proceder de la región del Mar Egeo, Macedonia, Bulgaria, Albania y la antigua Tracia donde tales genes se encuentran hoy también. Alternativamente, algunos de estos subgrupos genéticos de procedencias tan dispares pudieron haber llegado posteriormente a Cantabria durante el dominio cartaginés o romano de la península ibérica, incluso durante la breve dominación musulmana sobre la zona sur de la región.

En el pueblo pasiego las pruebas en 2001 a 32 personas, determinan que el 30 por ciento de los participantes en el estudio pertenecen al haplogrupo R1a, cuando en el resto de España la prevalencia apenas alcanza el 2 por ciento.

Esto avalaría las teorías que sitúan a los pasiegos como un pueblo nómada procedente de Europa oriental o de Asia, donde este haplogrupo es predominante, aunque no se sabe cuándo y cómo llegaron a asentarse en la zona de la península ibérica.

Hasta el momento, se han realizado pruebas de ADN a 32 personas y todavía se van a realizar otra decena de test. Los resultados del estudio se pondrán a disposición de aquellos que investigan sobre el origen del pueblo pasiego.

"Se ha analizado la variabilidad del ADN mitocondrial de los restos humanos recuperados de la cueva de El Mirón (Ramales de la Victoria, Cantabria). Aunque se trata de una muestra pequeña, tiene gran importancia para ampliar nuestro conocimiento sobre los grupos de cazadores-recolectores de la región cantábrica. El linaje mitocondrial obtenido en El Mirón, corresponde al rCRS perteneciente al haplogrupo H. Hasta el momento, este linaje mitocondrial solo se ha detectado en otro cazador-recolector procedente de la cueva de la Pasiega, también en Cantabria; sin embargo sí se ha encontrado en los agropastoralistas de la franja cantábrica y de otras regiones de Europa, lo que lo que nos lleva a proponer que la diversidad del haplogrupo H aumentó a partir del Neolítico.

Los datos del ADNmt de los individuos cazadores recolectores de la región cantábrica existentes hasta el momento (El Mirón, La Pasiega, La Chora, Erralla, Aizpea y La Braña) (Hervella et al. 2012; Sánchez-Quinto et al. 2012), constituyen una limitada muestra, en la que se observa una gran diversidad haplotípica [5 linajes mitocondriales diferentes obtenidos de 6 individuos (0.9833 ± 0.1217)], que no obstante se clasifica en solo dos haplogrupos diferentes: H y U5 .

El haplotipo mitocondrial del individuo de El Mirón se ha encontrado asimismo en la cueva de La Pasiega (Puente Viesgo, Cantabria). Sin embargo, el resto de los individuos cazadores-recolectores de esta región, La Chora (Cantabria), Erralla (Gipuzkoa), Aizpea (Navarra) y La Braña (León), son portadores de otros haplotipos mitocondriales diferentes (Hervella et al. 2012; Sánchez-Quinto et al. 2012). La Chora presenta el haplotipo ht24 clasificado dentro del haplogrupo H6, Erralla el haplotipo ht21 que pertenece al haplogrupo U5, Aizpea presenta el haplotipo ht25 perteneciente al haplogrupo U5b1 y La Braña presenta el haplotipo ht26 clasificado dentro del haplogrupo U5b2c1.

En los grupos cazadores-recolectores de finales del Paleolítico Superior de Centro Europa (n = 22) y Escandinavia (n = 19) (Bramanti et al. 2009; Malmström et al. 2009; Skoglund et al. 2012; 2014) no se ha encontrado ningún individuo que presente el haplotipo ht2 descrito en El Mirón (y en La Pasiega), ni tampoco se han encontrado los haplotipos obtenidos en La Chora, Aizpea y La Braña (pertenecientes a los haplogrupos H6 y U5) (Tabla 2). Sin embargo en los cazadores–recolectores europeos sí se ha hallado el haplotipo mitocondrial descrito en Erralla (ht21, haplogrupo U5).

En los cazadores-recolectores de la región cantábrica encontramos un 50% del haplogrupo H y un 50% del haplogrupo U (todos U5) "

(Fuente: "El ADN mitocondrial de los cazadores-recolectores de la región cantábrica: nueva evidencia de la cueva de El Mirón (Ramales de la Victoria, Cantabria, España") 

Montserrat Hervella Afonso

Universidad del País Vasco (UPV/EHU), Facultad de Ciencia y Tecnología. Departamento de Genética, Antropología Física y Fisiología Animal.)

El clan dominante en la zona más fértil y de acceso a los pasos de altura, los plentusios/¿plentuish?, está relacionado con la cultura posterior de La Tène (480-50 a. e. c.), propiamente céltica y proveniente del bajo Rin. Pudiera ser de las primeras tribus desalojadas por tribus germanas con anterioridad al 300 a. e. c. Estos son, quizás, similares en etimología e identidad a los Pelendones celtibéricos entre los ríos Ebro y Duero.

Concanos, coniscos, salaenos y otros pueblos pudieron haber sido relegados a zonas menos favorables de pastoreo. Dentro de la comunidad tribal al parecer representan grupos célticos del Hallstatt (800 - 500 a. e. c.) o gentilidades matriarcales paleolíticos afines a los vascos como señala Joaquín González Echegaray.


IDIOMA.

Los cántabros hablaban una lengua aún desconocida cuyos restos se conservan en algunas inscripciones ya romanizadas. A partir de estos restos y de la toponimia de los lugares que ocuparon se han formulado dos corrientes. 

  1. Hablaban una lengua preindoeuropea preceltica, quizá similar o de parecido origen al protovasco. 
  2. Los cántabros terminaron por estar altamente influidos por la cultura celta, y su lengua era fundamentalmente céltica, y por lo tanto indoeuropea, con escaso o incluso nulo sustrato preindoeuropeo. Cabe destacar que el mismo término "cántabros" esta formado por la raíz celta "kant-" (roca, piedra, peñasco) y el sufijo "abr-", siendo los dos muy comunes dentro de las lenguas indoeuropeas. La conjunción del mismo significa algo como "pueblo/tribu que habita en las peñas" o "montañeses". Otro argumento de gran peso para recalcar el origen indoeuropeo / celta de los cántabros: Siempre aparecen luchando al lado de pueblos como los vacceos (celtas) o los aquitanos (indoeuropeos), mientras que los autrigones y berones apoyaron siempre a Roma.

TRIBUS CÁNTABRAS.

Varias fuentes clásicas citan siete tribus cántabras. Sin embargo, dos más aparecen documentadas únicamente en Mela (avariginos y salaenos), una más en Estrabón (coniacos) y la existencia de dos más se infiere por el vacío en las fuentes y los datos arqueológicos (noegos y moroecanos).

Los avariginos eran una de las tribus centrales de la antigua Cantabria, en torno a algunos tramos del río Nansa. Su posición exacta está discutida. Fueron citados únicamente por el historiador romano Mela.  Vivían en pequeños poblados sobre las colinas, circunstancia que les daba ventaja a la hora de vigilar los valles.

En su vida cotidiana comían según su orden jerárquico y edad, en bancos corridos junto a los muros de sus viviendas, y pasándose los alimentos unos a otros. Sus recipientes o vasijas eran de madera, calentado su contenido con piedras o cantos sacados de la hoguera que introducían en los mismos. Esta práctica se sigue utilizando hoy en día por los pastores de la montaña en Cantabria. Dormían sobre camas de paja, se lavaban con agua fría y utilizaban su propia orina para limpiarse la boca. Sus adornos eran de gran belleza, destacando hebillas de bronce, alfileres y arracadas de oro en forma de luna.

Los blendios o plentusios habitaron la zona central de la actual Cantabria, desde Campoo hasta la costa. En su territorio se libró la batalla por Aracillum y se construyó Portus Blendium. Se cree que los pobladores de la zona donde se asentó Julióbriga también eran blendios. Liderados por el temible Caudillo Numa.

Los camáricos o tamáricos eran una tribu cántabra que habitaba las tierras de la meseta, ya en el norte de la actual provincia de Palencia.

Los concanos eran una de las tribus antiguas existente en el territorio de la actual Cantabria. Su capital era la ciudad de Concana, que el geógrafo alejandrino Ptolomeo sitúa en el mismo meridiano que Julióbriga, siendo la ciudad más septentrional de Cantabria según este, pero la misma longitud la atribuye Ptolomeo a Lucentum (Alicante), lo que exige prevenirse ante la inexactitud de su obra.
Actualmente su situación es desconocida. Algunos autores han señalado erróneamente su relación con el topónimo Santillana, en realidad procedente del hagiónimo Santa Juliana. Para otros, podría estar localizada en Liébana, cerca del actual pueblo de Congarna, ya que los datos aportados por Ptolomeo pudieran ser erróneos debido a la concepción especial del mapa de Cantabria que este poseía.

Los coniacos, que habitaban junto a los plentusios las fuentes del Ebro según Estrabón. Probablemente la voz coniacos sea una desfiguración o variante de la de concanos, y éstos sean en realidad el mismo pueblo.
Los coniscos habitaban, según se deduce actualmente de las fuentes clásicas, la zona oriental de la actual Cantabria, en el valle del Asón y el norte de la actual provincia de Burgos. El primer vestigio de los mismos esta datado del año 1650-1400 a.C. En la cueva de Liusa, en Ogarrio, se encontraron tres espadas de bronces con remaches de plata, creyéndose que este conjunto se trataba de un ajuar funerario. Se sabe que las armas que portaban los Coniscos son la falcata, hacha de doble filo, maza de madera, lanza y escudo.

Mis antepasados de Laredo pudieron pertenecer a esta tribu cántabra.

Los orgenomescos eran una tribu cántabra asentada en el norte de España, entre el río Sella en Asturias y la zona oeste de Cantabria. Su nombre proviene del céltico org-no - golpear, matar, saquear, y mesk - locura, borrachera; por lo que se puede traducir su nombre por «los que se embriagan en la matanza».

Siendo esta tribu dirigida por un terrible guerrero llamado Corocotta. Es bien conocida la valentía y el coraje de este gran líder cantabro, ya que no se sabe bien si por arrogancia o por otros motivos, fue capaz de entregar el mismo su propia cabeza ante el emperador Augusto para cobrar la recompensa de 200.000 sextercios. Este acto dejo tan impresionado al emperador que le perdono la vida y le dio la recompensa.

Los salaenos, que vivían junto al río Saunio, sobre el que existen diversas hipótesis. Tan solo han sido mencionados por Mela.

Esta tribu surgió como una división de los cántabros orgenomescos. Tenían como capital la desaparecida población de Octaviolca y extendían sus dominios hasta Colunga, Arriendas y Llanes.

Los vadinienses fueron una tribu cántabra. Su nombre procede de la ciudad de Vadinia, de la cual se desconoce el emplazamiento aunque se discuten diversas posibilidades. Su ámbito geográfico abarcaba el oeste de Cantabria, el este de Asturias y el noreste de León (España). Dentro de la tribu se pueden distinguir cuatro clanes: arcaedunos, aroniaecinos, cantianos y corovescos. La tribu vadinense, como los demás pueblos cántabros y astures, combatió en un principio contra las tropas romanas, si bien al final aceptaron su dominio y cultura.

Los vellicos, en cuyo territorio estaba la ciudad de Vellica. Si el documento llamado Itinerario de Barros es fiable, pueden atribuírseles una larga serie de asentamientos castreños importantes, que los convertirían en una de las mayores tribus de la antigua Cantabria.

CIUDADES.


La antigua Cantabria puede dividirse en un territorio litoral o cimentano (litoral de Cantabria y de Asturias hasta el río Sella) y otro interior o cismontano (norte de Palencia y Burgos y sur de Cantabria). Se conocen las siguientes ciudades documentadas por los romanos en el territorio de la Antigua Cantabria:
CiudadCoordenadasTribuFuente coetáneaIdentificación actual
Aracillum¿C. cismontana?BlendiosLucio Anneo Floro¿Aradillos? ¿Castro de la Espina del Gallego?
Argenomescon12º / 44º 30'. C. cismontana​Ptolomeo
Amaya
Iuliobriga12º 10º / 44º. C. cismontana​PlentusiosPtolomeoRuinas de Julióbriga
Kamarica11º 45' / 44º 12'. C. cismontana​CamaricosPtolomeo
Konkana12º 10' / 44º 40'. C. cismontanaConcanosPtolomeo
Moreca11º 45º / 43º 50'. C. cismontana​MorecanosPtolomeo
Noega UcesiaC. cimentana¿Noegos?Ptolomeo
Octaviolca12º 40' / 44º 45'. C. cismontana​¿Orgenomescos?Ptolomeo¿Yacimiento arqueológico de Camesa-Rebolledo?
Vadinia11º 20' / 44º 25'. C. cismontana​VadiniensesPtolomeo
Vellica12º / 44º 25'. C. cismontana​VellicosPtolomeo
Además los cántabros disponían de una serie de castros menores y asentamientos desperdigados por toda su geografía.

Era costumbre entre los antiguos cántabros vivir en la zona sur de lo que hoy conocemos como "Cantabria", ya que el clima era menos riguroso y sus montes eran menos escarpados. No obstante, y contradiciendo muchas teorías, se han encontrado diferentes asentamientos cerca del mar: Castilnegro (Peña Cabarga), Peña Samano (Castro Urdiales) o La Garma (Omoño). Se cree que muchas de las tribus cántabras poseían una estructura claramente matriarcal, aunque no todas. En las que sí, las mujeres eran las encargadas de los cultivos y de la gestión del terreno, mientras que el hombre se dedicaba a la caza y a la guerra. La descripción del cántabro modelo era de un hombre fuerte y fornido, siendo una de las definiciones más curiosas la del poeta Silo Itálico, el cual hace referencia a un grupo militar cántabro dentro de las Guerras Púnicas, como no englobados en el bando de Anibal.

El miembro más destacado de esa milicia se llamaba Laro del que decía que "El cántabro Laro, aún desprovisto de dardos seguía siendo temible por la naturaleza de sus miembros y su gran corpulencia". Se sabe que dormían en el suelo, que se bañaban con agua fría y que comían una sola vez al día de manera abundante. Además eran aficionados a los bailes a los juegos atléticos y militares. Por desgracia para ellos se dice que sus conocimientos sobre medicina eran muy precarios, llevando a sus enfermos a los caminos a ver si alguien de los que por allí pasasen podría auxiliarle. Los romanos siempre achacaron sus bárbaras costumbres a varios factores: su carácter guerrero, la incomunicación de sus tierras y a la dureza del clima.

Aún así, no se tendría referencia alguna sobre los cántabros inmersos en una guerra hasta el año 151 a. e. c, en la campaña de Lúculo, siempre obviando algo evidente como fue la participación de los mismos en las guerras Púnicas. Por suerte o por desgracia para este pueblo, ha sido mencionado en decenas de conflictos entre los diferentes pueblos celtas contra Roma. La siguiente afirmación de Silio Itálico en el siglo III (326-331 d. e. c) nos da a entender la fiereza de nuestros antepasados:

"El cántabro, invencible ante el frío, el calor y el hambre, se lleva antes que nadie la palma en toda clase de trabajos. ¡Admirable amor a su pueblo! Cuando la inútil edad senil comienza a encanecerle, pone fin a sus años, ya no aptos para la guerra, envenenándose con el tejo. Para él es imposible vivir sin la guerra, pues toda la razón de su vida la pone en sus armas, considerando un castigo vivir para la paz."

RECURSOS.


Sus recursos no eran ilimitados, consecuencia de varios factores como el clima, el terreno, etc. Debido a esto, por ejemplo, su nivel agrícola era bastante precario, y por esto su productividad era escasa. Su aportación agrícola o vegetal más importante venia de la recolección. Bayas, frutos, avellanas, castañas, nueces… el territorio que ellos poblaban eran rico y abundante en este tipo de alimentos. Además, su aporte energético más importante era la carne. La ganadería de las diferentes tribus, en muchas ocasiones, era de cabras. Este animal se adaptaba por completo a las duras condiciones que reinaban. Les proporcionaba leche, carne y una excelente piel con la que cubrirse. No obstante existen evidencias claras de que los cantabros se dedicaban a la pesca, marisqueo y caza de jabalís y corzos. Una de las prácticas que les proporcionaba beneficio era el pillaje. Las incursiones para robar ganado, pieles, alimento, eran constantes. Entre ellos solía haber cierta tendencia a respetarse, mientras que los autrigones, vacceos y turgomos eran sus victimas habituales. Todo por la supervivencia., y por que no por fastidiar a las tribus vecinas. Se sabe que también en aquella época tuvieron relaciones comerciales con otros pueblos de diversos orígenes: celtas, iberos, e incluso culturas extranjeras como por ejemplo pueblos de las islas británicas. Claro ejemplo de este comercio es el conocido "Caldero de Cabarceno". Expertos coinciden que esta maravilla de bronce puede proceder de irlanda o territorios cercanos.

RELIGIÓN.


Era común que todas las tribus del territorio venerasen a todo tipo de elemento natural: el sol, los montes, los lagos, los bosques… Uno de sus dioses más representativos, por los descubrimientos realizados hasta ahora, es un posible dios solar. Las estelas encontradas en Barros, Lombera y Zurita hacen entender que el astro rey era blanco de sus plegarias. Se cree que estos monumentos fueron creados antes del dominio romano en Cantabria, aunque también existe constancia de elementos religiosos de este tipo bajo el yugo de Roma. Por ejemplo, trasladándonos al municipio de Cabezón de Liébana podemos ver que existe una estela discoidea con inscripciones latinas. En la actual Cantabria y provincias limítrofes (Palencia, Burgos) se han encontrado infinidad de elementos que nos descubren la variedad de dioses que los antiguos cantabros adoraban: Existía un dios todopoderoso que con el paso del tiempo fue asimilado con el Júpiter romano. Cabe destacar que de este último se encontró una escultura de bronce en Herrera de Camargo, la cual le rendía culto. También nos encontramos con el dios "Erudinus" a quien se veneraba en el monte Dobra (Torrelavega). Se cree que uno de los iconos religiosos de la Edad de Hierro se llamaba "Cantabria", y no era un dios, sino una diosa tal vez relacionada con el culto a la Luna. Se encontró un ara en el Danubio dedicada a Cantabria. ¿Por qué tan lejos?, recordemos que los cantabros estuvieron enrollados en infinidad de guerras fuera de nuestras fronteras. Hablando de guerra, no debemos de olvidar a un dios de la guerra, que más tarde seria asimilado como Marte, al cual se le ofrecían en sacrificio cabras, prisioneros y caballos. Se encuentra reconocido el hecho de que los cantabros ofrecían prisioneros en gran número a sus dioses para ganarse su beneplácito.

Siguiendo con los numerosos objetos relacionados con la religión en Cantabria nos desplazamos hasta el Monte Cildá. Allí se encontró un ara dedicada a la diosa Mater Deva, diosa conocida en el entorno celta y relacionada con el elemento del agua. Gracias al nombre, podemos establecer un nexo entre el río Deva y el poder de sus aguas. Este afán de veneración al agua no solo se practicaba en el interior, sino también el la costa. En la zona de Castro Urdiales fue encontrado una pequeña escultura de bronce de la cual se cree que esta dedicada al dios del mar. Nuestro "neptuno" (asimilación posterior) cantabro es un joven imberbe con un collar en forma de media luna. Además aparecen otros elementos clásicos como pueden ser el delfín en la mano y el tridente en la otra. Con esta figura dejamos atrás una breve introducción sobre los diferentes dioses y su asociación, pero ¿Qué se sabe de los rituales funerarios en Cantabria?. Existe la tendencia a pensar que las cuevas que recorren nuestro territorio eran tomadas como parte fundamental en ritos funerarios, aunque de la forma o conjunto de los enterramientos tampoco hay gran información. Se presupone que los difuntos que no yacían en el campo de batalla eran incinerados. Los que allí morían era dejados, al aire libre, para que los buitres abriesen sus entrañas y transportase su alma al cielo (Estela de Zurita). Por otro lado, en varias lápidas encontradas por todo el territorio, aparecen animales como ciervos o caballos, interpretando que las antiguas tribus pensaban que estos animales también transportarían el alma a un lugar mejor. Bárbaros o no, se sabe a ciencia cierta que los cantabros tenían un lado espiritual bastante fuerte, que unido a su ansia de libertad e independencia hacían de cualquiera de ellos el guerrero perfecto, consciente de que el morir por su tierra era su destino.


ARA DEL MONTE DOBRA
Ara funeraria del Monte Dobra
En este pico Hermilio Alcalde del Río encontró en 1925 un ara, un altar dedicado al dios indígena Erudino (contiene una inscripción a deo Erudino) y datado originalmente en el año 399 d.C y en el 161 d.C a partir de la década de 1990.
La fórmula interpretada es la siguiente:

CORNE(lius) VICANVS

AVNIGAINV(m),

CESTI (i) F(ilius) ARA(m)

POSSUIT DEO

ERUDINO, X K(alend)is

AVGVS(sti) MA(nlio) EV(tropio) CO(n)S(ulibus)

Así mismo, la inscripción está ligada al grupo parietal Aunigainum, del cual se ha especulado que demuestra la pervivencia de rasgos culturales cántabros en la Cantabria romanizada.

Fuentes:
  • http://www.regiocantabrorum.es/historia/los_cantabros_antes_de_roma
  • Wikipedia.
  • https://seaf.es/images/seaf/papers/vol35/reaf_35_hervella.pdf
  • https://cadenaser.com/emisora/2021/04/08/radio_santander/1617888903_654810.html