DOMINGO MARTÍNEZ DE IRALA.
En el año 1535, con 26 años se enrola en la expedición del Adelantado Pedro de Mendoza al Río de la Plata. Participa en la fundación de Buenos Aires. Fue capitán de nave en la expedición de Juan de Ayolas para remontar el rio Paraná, cuya misión era descubrir la Sierra de La Plata, hasta el lugar en el que Ayolas decidió fundar la ciudad de La Candelaria, en 1537. Irala fue nombrado gobernador de La Candelaria mientras su jefe se dirigía tierra adentro para seguir explorando y poder encontrar las míticas «Sierras de la Plata» y las «amazonas».
El Fuerte de la ciudad de Asunción, fundado en 1537.
Como era incierta la suerte corrida por Ayolas, del que se tenía noticias que había sido asesinado por los indios payaguás, el veedor Alonso de Cabrera había marchado, a principios de mayo, desde la primera Buenos Aires hacia la ciudad de Asunción con el otro pretendiente a la gobernación, el capitán Francisco Ruiz Galán quien fuera nombrado por el anterior adelantado como teniente de gobernador de Buen Ayre, Corpus Christi y Buena Esperanza.El 23 de junio de 1539, Cabrera pudo comprobar efectivamente el poder entregado por Juan de Ayolas a Martínez de Irala, por lo que dispuso en forma definitiva fuera reconocido este último como legítimo gobernador interino y capitán general de todas las tierras del Río de la Plata y del Paraguay con sede en Asunción —la cual había sido fundada el 15 de agosto de 1537 por el capitán Juan de Salazar y Espinosa— que Martínez de Irala con la ayuda de los demás conquistadores fortificó y aumentó la guarnición de la misma hasta seiscientos hombres, logrando pacificar sus alrededores.
La decisión fue acatada por toda la población ya que esta resolución era consecuencia de la voluntad del emperador que había enviado secretamente con el veedor Cabrera una real cédula con connotaciones democráticas para que sea el pueblo quien decidiese.
LLEGADA DEL NUEVO ADELANTADO ÁLVAR NÚÑEZ CABEZA DE VACA.
Al llegar el nuevo adelantado Álvar Núñez Cabeza de Vaca en 1542, las autoridades se negaron en un principio a entregar el gobierno al mismo, aduciendo que Juan de Ayolas estaba vivo y por lo tanto, seguía Irala en el mando por ser su lugarteniente, situación que no se podía mantener debido a las provisiones que traía el adelantado, por lo cual, se le debía entregar el mando aunque Juan de Ayolas siguiese con vida.Al acatar la Real provisión, Martínez de Irala fue nombrado maestre de campo por el adelantado y partió al frente de una expedición ordenada por este, en busca de la sierra de la Plata. Durante la misma, Martínez de Irala conspiró secretamente contra el nuevo adelantado en varias ocasiones.
Al año siguiente, el 23 de marzo de 1544 el adelantado consultó a sus capitanes sobre el hecho de abandonar la nueva población o continuar habitándola, por lo cual decidirían por lo primero y partieron todos del Puerto de los Reyes, y llegarían enfermos y cansados el 8 de abril a la ciudad de Asunción, por lo cual, el gran salto al cerro de la Plata y al río Amazonas había fracasado por culpa de las epidemias, las inundaciones, de los aborígenes belicosos y de las intrigas de Irala, Andrés de Cabrera y demás oficiales.
Por lo cual, efectuaron una votación en la que Martínez de Irala fue nuevamente escogido. Irala dispuso enviar al adelantado a la Península, donde fue juzgado y sentenciado, privado de oficio y desterrado a Orán, aunque más tarde sería liberado.
En el mismo año, las tribus locales se rebelaron ferozmente contra los españoles mientras estos se hallaban en un conflicto interno por el cargo de gobernador. Aprovechando tal situación los guaraníes, agaces y carios marchaban hacia Asunción con 15.000 hombres al mando del jefe Macaria y al llegar acamparon en sus cercanías. Irala los enfrentó con 300 españoles y 1.000 a 1.500 jheperús y bataheis. Tras tres horas de lucha los rebeldes fueron forzados a huir caóticamente, produciéndose más de 2.000 bajas aborígenes y muchos más heridos. Durante la persecución los vencidos se refugiaron en el pueblo fortificado de Froedimidiere, que luego de tres días de asedio, los españoles lo tomaron masacrando a los defensores y pobladores, tras esto, algunos huyeron a Carayba que no pudo ser tomada. Otros sobrevivientes huyeron a Hieruquizaba pero antes de llegar fueron derrotados por los jheperús. Posteriormente entre junio de 1545 y diciembre de 1546 el jefe Tavaré de los carios organizó una nueva rebelión con su tribu y los guaraníes en las zonas de Guarnapitán y Acaraíba (o Acahaí) hasta su captura y muerte en Hieruquizaba.
En 1545, Irala se embarcó en la expedición exploradora por el Chaco Boreal, quedándose en su puesto el lugarteniente Francisco de Mendoza, y preparó la campaña contra los guaraníes, además de descubrir la tierra de los sabayas. Al regresar a la ciudad de Asunción en 1549, se enteró que se habían producido grandes disturbios y los rebeldes habían decapitado a Francisco de Mendoza, sumado a que también había sido depuesto de su cargo el año anterior y había tomado el poder Diego de Abreu, autonombrándose teniente de gobernador general de Asunción, y habían obligado al capitán Gonzalo de Mendoza a que se proclamara gobernador interino, pero por mayoría popular Irala fue repuesto el 13 de marzo del corriente. El gobernador interino Martínez de Irala hizo ajusticiar al lugarteniente Abreu y nombró como teniente de gobernador a Mendoza.
Confirmación real de su gobernación y fallecimiento
Tras recuperar el poder, se internó hacia el Oeste en una expedición de desastrosos resultados. En 1554, envió a Madrid a su sobrino Esteban de Vergara, para que diese cuenta al rey de sus servicios y vicisitudes y, en recompensa, el rey le nombró gobernador del Río de la Plata,
Finalmente sería confirmado por Real cédula portada por el obispo Pedro Fernández de la Torre en 1555, la cual por mandato del emperador Carlos V ocuparía como titular en el cargo de gobernador-propietario del Río de la Plata y del Paraguay, después de haber fracasado la Corona en todos sus intentos de enviar a un adelantado para ocupar el cargo vacante, ya que Juan de Sanabria había fallecido en la península y su hijo heredero Diego de Sanabria no logró llegar a destino, aunque sí pudiera hacerlo su madrastra Mencia Calderón que traía a las primeras mujeres hidalgas al Nuevo Mundo para iniciar una aristocracia colonial americana.
El emperador también le había prohibido continuar con las empresas descubridoras, por lo cual fundó varias poblaciones y emprendió diversas obras. Finalmente, el gobernador Domingo Martínez de Irala fallecería el 3 de octubre de 1556 en la ciudad de Asunción, como consecuencia de una fiebre elevada.
Concubinatos y descendencia.
Irala no solo convivió con varias concubinas desde el inicio de la ocupación de Asunción, sino que además permitió que los españoles también vivieran cada uno de ellos con varias mujeres indígenas, lo que le valió la crítica de las autoridades religiosas, quienes para calumniar al gobernador ante el rey, llegaron a comentarle que llamaban a la Asunción el "paraíso de Mahoma". Sin embargo, esta permisividad fue el modo que halló Irala para concertar la paz con diferentes parcialidades indígenas, y en ello fue exitoso.Consecuentemente tuvo gran descendencia mestiza, que fue base de la raza criolla en esa parte de América. Sus hijas fueron entregadas en matrimonio a diferentes conquistadores también con el espíritu de establecer alianzas y equilibrios entre las distintas facciones cuya existencia caracterizó a la primitiva Asunción.
El testamento del conquistador del 13 de marzo de 1556 expresa lo siguiente:
"Digo y declaro y confieso que yo tengo y Dios me ha dado en esta provincia ciertas hijas y hijos que son: Diego Martínez de Irala y Antonio de Irala y doña Ginebra Martínez de Irala, mis hijos, y de María mi criada, hija de Pedro de Mendoza, indio principal que fue desta tierra; y doña Marina de Irala, hija de Juana mi criada; y doña Isabel de Irala, hija de Águeda, mi criada; y doña Úrsula de Irala, hija de Leonor, mi criada; y Martín Pérez de Irala, hijo de Escolástica, mi criada; e Ana de Irala, hija de Marina, mi criada; y María, hija de Beatriz, criada de Diego de Villalpando, y por ser como yo los tengo y declaro por mis hijos y hijas y portales he casado a ley y a bendición, según lo manda la Santa Madre Iglesia [...] "
SU HIJA Y YERNO, SIGUIENTE GENERACIÓN. ÚRSULA DE IRALA.
ALONSO RIQUELME DE GUZMÁN Y PONCE DE LEÓN.
De una india, hija de un cacique guaraní, llamada Leonor, Domingo Martínez de Irala, tuvo en el año 1539, una hija mestiza a la que llamó Úrsula y dio como esposa a uno de sus capitanes en diciembre de 1552, cuando solo tenía 13 años y él 33 años. El nombre del capitán fue Alonso Pérez de Guzmán y Ponce de León.
Español, de Jérez de la Frontera, descendiente entre otros de Don Pedro de Vera, Conquistador, Gobernador y Capitan General de las Canarias de 1480 a 1489; de Don Pedro López de Ayala, Canciller de Castilla y de la opulenta familia Haro, Señores de Vizcaya.
Ruy Díaz de Guzmán - su padre - le declaró hijo suyo y de Violante Ponce de León, el 13-VIII-1528, en una escritura de poder general a favor de Juan de Xerez, procurador de Sevilla, a fin de que éste lo representara en ciertos pleitos motivados por la herencia de aquella señora difunta. Desde su infancia y hasta su primera juventud, el muchacho sirvió de paje y luego como secretario de sus presuntos deudos los Duques de Medina Sidonia, Juan Alonso de Guzmán, y su relevante pareja Ana de Aragón. Tenía más o menos el mozo 21 años de edad, cuando dejando los bienes que poseía en Jerez (entre ellos unas casas que le donó su abuela Brianda de Guzmán, el 8-VI-1534) se alistó en la armada de su pariente Alvar Núñez Cabeza de Vaca (tío carnal de su madrastra y del mismo linaje de su abuela Catalina de Zurita), dispuesto a correr la aventura de la conquista en el Río de la Plata.
Y la historia comienza de esta manera
La expedición - alrededor de 400 hombres embarcados en dos navíos y una carabela, además del personal marinante - zarpó de Cádiz el 2-XII-1540. Después de recalar en las islas Canarias - conquistadas antaño por Pedro de Vera y Mendoza, tatarabuelo del bisoño aventurero - y en el Cabo Verde - donde se repusieron bastimientos y repararon averías - las naves de Cabeza de Vaca internáronse a impulsos de vientos favorables en el océano, para arribar, con relativa felicidad, a las costas brasileñas, al "punto que se llama Cananea". De ahí la flotilla navegó hasta la isla de Santa Catalina donde fondeó el 29-III-1541. En ese lugar, Cabeza de Vaca divide en dos a su facción: una parte de ella seguiría al Paraguay navegando en los barcos, de cuya guía se hace cargo Pero Estopiñán, primo del Jefe supremo; en tanto la gente desembarcada en tierra firme, emprende la marcha hacia el mismo destino paraguayo con Alvar Núñez al frente de 250 arcabuceros y ballesteros "muy diestros en las armas"; y de un selecto grupo de Capitanes - entre estos Riquelme de Guzmán -, jinetes en los 26 caballos sobrevivientes de los 46 que se cargaron en España. Esa hueste atravesó entonces selvas, esteros y serranías, "haciendo grandes talas y cortes en los montes y bosques" - se lee en los Comentarios de Alvar Núñez -, "abriendo caminos por donde la gente y caballos pudieran pasar, por que toda la tierra era despoblada". Más tarde dieron los trajinantes con pueblos de indios "que se llamaban guaraníes", y el Gobernador tomó posesión de la comarca que intituló "Provincia de Vera", en honor de su linaje paterno; ello mediante acta que labró el Escribano Juan de Araoz. Camino andando, el 1 de diciembre, se alcanza el río Iguazú - "que quiere decir agua grande" -, y tras de unos recodos del trayecto, aparece las imponentes cataratas que, dentro del marco de una vegetación lujuriante, precipitan con estrépito el torrente de su acuático caudal. "Da el río un salto por unas peñas abajo muy altas - relatan los Comentarios -, y da el agua en lo bajo de la tierra tan grande golpe, que de muy lejos se oye, y la espuma del agua, como cae con tanta fuerza sube en alto dos lanzas y más, de manera que fue necesario de salir de las canoas y sacallas del agua y llevallas por tierra hasta pasar el salto". El 11-III-1542, al cabo de muchas peripecias y trabajos, llegaron los expedicionarios a la Asunción. El viaje había sido muy penoso; varias veces faltaron víveres y el hambre obligó a los conquistadores a alimentarse con gusanos.
Quiméricas ilusiones y la realidad circundante.
Ya instalado en el reducto paraguayo, el joven Riquelme hizo su estreno militar en esos contornos a las órdenes inmediatas de Irala, cuando este Capitán - con los elementos que tenía dispuestos - salió comisionado por Cabeza de Vaca a explorar los ignotos terrenos del norte,como anticipo de una futura "gran entrada" hacia aquella quimérica "Sierra de la Plata" que, en la imaginación de ese puñado de aventureros, resplandecía cual espejismo maravilloso. Noventa y tres españoles y un nutrido cortejo de indios amigos partieron de la incipiente base operativa asuncena, el 20-X-1542, a bordo de una flotilla de tres navíos; uno bajo el comando de Riquelme de Guzmán. Otra columna, a poco andar, se internó para descubrir "el camino del los mayáes". La encabezaban los Capitanes Rodrigo Gómez, Juan Fustes y Alvaro Chaves y, en plena selva, dicho destacamento descubridor fue abandonado por los indios auxiliares que lo guiaban. Sabedor Alvar Núñez de esta artería - que dejó a aquellos europeos en muy crítica situación - le remitió sus instrucciones a Irala para que el cacique Aracaré, considerado responsable de la deserción, fuese ajusticiado sin más trámite; e Irala, puntualmente, puso en práctica la sentencia. Esa ejecución de Aracaré provocó el levantamiento general de las tribus lugareñas; y refiere en La Argentina Ruy Díaz de Guzmán como su padre en tal ocasión derrochó valentía. "Sabido por el Adelantado este atrevimiento y libertad de aquellos indios - dice el cronista -, despachó al castigo de ellos a su sobrino Alonso Riquelme con trescientos soldados y más de mil (guaraníes) amigos". Trabados en batalla contra una "manga" de 8.000 infieles, los cristianos y sus aliados fueron conducidos a la pelea por el Capitán Riquelme de Guzmán, quien "con cota y celada, espada y rodela, iba delante rodeado de soldados, matando a cuantos encontraba". Corridos y acorralados los enemigos por el empuje castellano, trataron de resistir en un gran fuerte de maderas, pero los atacantes resueltos al arrasamiento del reducto, se ingeniaron en armar "dos castilletes sobre ruedas, de modo que excediera en alto a la palizada; estaban tejidos de varas y cañas con sus troneras, por donde pudiesen disparar los arcabuces" - leemos en la crónica citada. Así, merced a estos verdaderos tanques de guerra primitivos, se tomó aquella fortificación con gran mortandad de salvajes y sometimiento a los que sobrevivieron de la carnicería. En 1543-44 Alonso tomó parte en la expedición que Cabeza de Vaca llevó personalmente al norte, hasta el asiento llamado de los Reyes. Y a la vuelta de tan infructuosa como desmoralizadora jornada, fue cuando los Oficiales Reales y los conquistadores viejos realizaron el motín que dió por tierra el poder del Adelantado.
El primer golpe insurreccional en esta región sureña.
A propósito de la conspiración previa a aquella revuelta política, el historiador jesuita Pedro Lozano, en su Historia de la Conquista del Paraguay, Río de la Plata y Tucumán, escribe lo siguiente; "El principal motor de todo era el Contador Felipe de Cáceres, hombre altivo y bullicioso y amigo de novedades, quien principalmente se hallaba más sentido de Alvar Núñez por que en cierta consulta por ponerle en razón, le trató mal de palabra, y aún su sobrino Alonso Riquelme viendo que dicho Cáceres se desmandaba contra su tío, le dió una puñalada". El incidente aludido por Lozano - en el que no corrió sangre - se produjo cierta tarde, luego de un violento altercado entre Alvar Núñez y el contador Cáceres. Cabeza de Vaca como toro enfurecido trató de embestirlo al Contador que casi no cuenta el cuento; pero al Adelantado lo sujetaron a tiempo mi lejano abuelo Francisco de Mendoza y Hernán Arias Mansilla. En ese instante apareció Alonso Riquelme de Guzmán con la mano crispada en el mango del puñal, y retó al oponente de su tío con estas palabras; "mal criado sois señor Contador con su Señoría"; a lo que Cáceres respondió; "Acá nos entendemos señor Alonso Riquelme, no os metais entre nosotros". Y se hubieran acuchillado los dos, si Arias Mansilla no se interpone apartando a ambos antagonistas. El día de la asonada que derrocó a su pariente, protector y jefe, Riquelme - según le escribió a su padre a Jerez de la Frontera - se encontraba indispuesto en su vivienda, y al sentir el alboroto intentó salir a la calle con Pedro Méndez, empuñando una ballesta. Al trasponer la puerta del alojamiento, sin embargo, 10 hombres armados le cerraron el paso; "y viendome solo que más no podía, me torné a mi casa". Ese viernes, "a las dos horas de la noche, día del señor San Marcos" - prosigo con la transcripción de la carta de Riquelme, aunque con ortografía moderna -, "fueron los cuatro Oficiales del Rey llevando espadas seguras, y consigo amigos y engañados; y en fin, con mano armada de arcabuces y ballestas así entraron y lo prendieron (a Alvar Núñez), que estaba echado malo (enfermo en cama) con una mujer que lo curaba, que todos sus criados estaban malos, salvo uno que lo vendió ... Lo sacaron de su casa a rempuxones y lo llevaron y metieron en la de uno de ellos, que fue el Tesorero (Garci Venegas); y así lo han tenido preso con sus prisiones diez meses, sin que nadie lo haya visto ni oído sino sus enemigos".
Y las conjuras y represiones cobran cuerpo día tras día.
Como acontece siempre en la historia, después de una revolución triunfante los partidarios del régimen depuesto - en este caso los amigos de Alvar Núñez - son vijilados, perseguidos y hostilizados por sus ocasionales vencedores; ya que, generalmente, aquellos vencidos, en seguida de su caída se dedican a conspirar, empeñosos en reinstalarse en el poder mediante otro golpe de mano. Por eso, no sin razón, Diego de Abreu, Ruy Díaz Melgarejo, Alonso Riquelme de Guzmán y Juan Pavón fueron sospechados de contrarevolucionarios. Y cuando la noche del 1-V-1544 ardió la vivienda de Luis Ramírez, Irala y los Oficiales Reales que detentaban el gobierno de "facto", atribuyeron el siniestro a los "alvaristas" desalojados; los cuales pretendían, con actos terroríficos, crear un clima de espanto que les permitiera liberar al Adelantado cautivo, validos del desconcierto consiguiente. A raíz, pues, del incendio de la casa de Ramírez, ordenóse por las autoridades una investigación en la que depusieron muchas personas, al tiempo que se tomaron medidas de seguridad para reprimir cualquier conato subversivo. El nombre de Riquelme de Guzmán, como es de suponer, aparece citado en el proceso aludido. Y el testigo Hernando de Castañeda declaró que al salir de misa en el templo de Guadalupe, había encontrado a Riquelme quien le dijo en secreto; "Dígale al señor Diego de Abrego que yo le enviaré una firma o anillo del Gobernador" (credencial del recluso Cabeza de Vaca); a lo que Castañeda asustado contestó "que fuese con Dios ... que no quería meterse en esas cosas". Tal equívoco testimonio bastó para que los Alguaciles, Bartolomé de la Marilla y Sancho de Salinas, prendieran a Riquelme en su propia casa, cargándolo de grillos. A poco fue soltado, mas sería bien corta su libertad: los corchetes no tardaron en buscarle en casa de García de Villalobos, donde le echaron cadenas nuevamente. Se lo acusaba de urdir, con otros conspicuos "alvaristas", un traslado importante de vecinos opositores a la costa del Brasil, a fin de poblar allí otra ciudad a nombre de Cabeza de Vaca, desconociendo al gobierno de la Asunción. Ante los jueces, Riquelme de Guzmán negó todas esas imputaciones. Declaró frisar en los 21 año, "más o menos", por lo que en su calidad de menor hubo de nombrársele un curador ad litem para seguir el juicio; curador que, a pedido suyo, resultó Silvestre de Sandoval. Cuatro meses después, el Alcalde que entendía en la causa autorizó salir al reo en libertad bajo fianza - que dió Pedro Méndez Guerrero -, con la condición de no comunicarse, ni pública ni privadamente, bajo pena de 2.000 maravedíes de multa, con los cabecillas partidarios del Gobernador depuesto. Pese a las enérgicas precauciones que tomaba Irala contra los "alvaristas", estos no perdían la esperanza de retomar el mando. Despachado Cabeza de Vaca mas o menos subrepticiamente a España, pudo saberse en la Asunción que el ex gobernante había otorgado, a escondidas, un poder a favor de Juan de Salazar de Espinosa, al cual dejaba por sustituto suyo. Irala, entonces, ordenó la captura del clandestino apoderado - que cuando lo prendieron estaba en compañía de Riquelme de Guzmán y de Díaz Melgarejo -, y el sorprendido Salazar, puesto sobre un batel, salió desterrado al encuentro de la carabela en que viajaba su infeliz amigo Alvar Núñez, con quien prosiguió el forzado derrotero hasta la madre patria. Tiempo después, en los sucesos que tuvieron lugar en la Asunción provocados por los leales de Cabeza de Vaca a fin de derrocar a Francisco de Mendoza, so pretexto de que Irala, cuando marchó al Perú, carecía de facultades para delegar el mando en dicho caballero, nuestro biografiado tomó parte muy activa. Fueron precisamente el clérigo Luis de Miranda y los Capitanes Hernando de Rivera y Alonso Riquelme de Guzmán, quienes presionaron sobre el ánimo vacilante de don Francisco, impugnando su tenientazgo, y exigiéndole la convocatoria de esas elecciones que epilogaron con su decapitación. Y luego cuando Abreu resolvió enviar a España emisarios para que en la corte abogaran por su reconocimiento como Gobernador del Paraguay, entre aquellos delegados despachó a Riquelme de Guzmán. Pero estaba de Dios que mi antepasado no volvería a sus lares: la carabela en que viajaba naufragó al salir del Río de la Plata - en el hoy llamado "Banco Inglés", salvándose tripulantes y pasaje en la costa oriental, donde fueron recogidos por otra nave piloteada por Hernando de Rivera, quien tornó a la Asunción con los frustrados mensajeros de Abreu. Entretanto Irala había vuelto de su incursión altoperuana; y una vez en la ciudad paraguaya, puso preso a Abreu, a Melgarejo y a otros cabecillas "alvaristas" responsables de la muerte de Mendoza; los cuales - parece que ayudados por Riquelme de Guzmán -, en junio de 1549, consiguieron limar sus cadenas y huir del encierro para ocultarse en las espesuras del monte aledaño. Irala, sin embargo, estaba resuelto a imponer la paz a todo trance entre los conquistadores insumisos y someter el bando rebelde a su autoridad. Y si en los momentos necesarios sabía actuar con mano dura, también era capaz de mostrarse conciliador si las circunstancias lo aconsejaban. Por eso, en 1552, a raíz de los buenos oficios de un cura Andrada, que hizo de intermediario, el gran Caudillo aceptó pactar con dos de sus más enconados enemigos: Alonso Riquelme de Guzmán y Francisco Ortiz de Vergara, quienes estando presos y condenados a muerte, se avinieron - sino, la horca! - a casarse cada cual con dos de las hijas de Irala: Ursula y Marina, respectivamente. De suerte que ligados así por la sangre, convertidos en yernos de Irala, ambos capitanes de peligroso arrastre entre los opositores de aquel, hubieron de pasarse a su partido, o, por lo menos, acallar la antigua solidaridad política con sus compañeros insurgentes de la víspera.
Ulterior trayectoria pública del antepasado que me ocupa.
A partir de su enlace con Ursula, los arrebatos subversivos de Riquelme de Guzmán cesan por completo: no le iba a hacer una revolución al padre de su mujer, al abuelo de sus hijos! En consecuencia, en 1553, muy juiciosamente, ocupó el cargo de Regidor en el Cabildo asunceno, bajo la mirada benévola del suegro poderoso. También en 1556 se desempeñó como Alguacil Mayor hasta después del fallecimiento de Irala (ocurrido el 3-X-1556), ya que su concuñado Ortiz de Vergara, que sucedió en el mando al gran Caudillo, le confirmó en dicho puesto el 2-XI-1557. De la actividad militar de nuestro Capitán, diré que en 1557 combate a los indios agaces en compañía de Díaz Melgarejo; y que, al año siguiente, con su concuñado el Teniente de Gobernador Ortiz de Vergara, fue a pacificar la comarca llamada Carayba, donde libró sangrientas guaçavaras contra las tribus levantiscas. Posteriormente Ortiz de Vergara lo envió a Ciudad Real en el Guayrá, a fin de que socorriese a Ruy Díaz Melgarejo, que cercado por una multitud de indios enardecidos estaba a punto de sucumbir. Riquelme cumplió con éxito su cometido, y logró liberar a aquel conquistador en apuros. Poco después, el hombre fue nombrado Lugarteniente General del Guayrá, en reemplazo de Melgarejo, que se aprestaba a viajar a España. Durante su lugartenientazgo, en 1567, cerca de Ciudad Real, descubriéronse unas piedras colorinches que los pobladores tomaron por preciosas. Para apoderarse del supuesto tesoro y huir al Brasil se sublevó esa gente contra Riquelme. Vista la desairada situación en que este se hallaba a causa de tal motín, el Gobernador interino Juan de Ortega dispuso su cesantía. A ese efecto envió a Ruy Díaz Melgarejo con el encargo de tomar aquel gobierno: por lo que el 7-XI-1567 Riquelme entregó la vara de justicia a su reemplazante. Mas tarde, sin embargo, el yerno de Irala volvió a Guayrá repuesto en el mando de esa provincia. Empero Melgarejo - antiguo camarada de Alvar Núñez y de Abreu, que no le perdonaba a Alonso el haberse casado con la hija de su mayor enemigo - lo desconoció como jefe, y lo metió preso en una mazmorra de Ciudad Real. Catorce mese permaneció el cautivo en dicho encierro; para ser luego confinado a un fortín próximo - Guaracyberá, futuro Villa Rica - donde hubo de pasarse dos años más; hasta que el rencoroso Melgarejo fuera llamado por las autoridades de la Asunción. Liberado entonces Riquelme de Guzmán por los vecinos de Ciudad Real, reasumió el cargo de Teniente de Gobernador de esa localidad; cargo que llegó a ejercer hasta el día de su muerte, en 1573, a los 54 años de edad.
por Carlos F. Ibarguren Aguirre
Sources Los Antepasados, Ibarguren Aguirre, Carlos Federico, (Trabajo inédito), Tomo X, Los Riquelme (Reliability: 3)
Nota:En 1556 llegan junto con Mencía de Calderón, 60 hombre y 40 mujeres. Entre estos hombres llegan hidalgos españoles capitanes. Con Juan Ortíz de Zárate vinieron unos 400 hombres más y unas 50 doncellas española, en 1575.
Situación geográfica de Asunción.
TERCERA GENERACIÓN: DOÑA BLANCA RIQUELME DE GUZMÁN.
El aspecto de ella ya debía ser bastante europeizado. Quizás hasta de tez blanca; podría tener el aspecto de cualquier española de origen. Nació sobre el 1570. Su abuelo Domingo Martínez de Irala ya habría muerto hace algunos años.
Su vida, comparada con una española peninsular no debió ser demasiado cómoda. Vivir todos los pericuetos que su padre aguantó no debió ser plato de buen gusto. De seguro, su madre la cuidó bien, aún después de quedarse huérfana de padre bien niña. Quizás cuando tenía unos 15 años, se casó sobre 1584 con el capitán García Venegas de Hoces.
Venegas de Hoces era un mestizo hijo del Capitán y Tesorero Real Don García Venegas de Hoces con una indígena guaraní.
Una hija de ellos, de este capitán con Doña Blanca Riquelme de Guzmán, fue la que sigue la línea, Doña Clara Venegas de Guzmán, con doble linea indígena guaraní.
CUARTA GENERACIÓN, DOÑA CLARA VENEGAS DE GUZMÁN.
Ya nació sobre el 1600. Las gentes de estas tierras ya estaban más distribuidas, y eran más populosas. No había habido mucho recambio generacional de españoles ni españolas así que eran ya pocos los españoles que todavía quedaban. Casi todos ya eran mestizos, quizás entre 5000 a 10.000 habitantes.
Poseedora de una estancia en Pirayú por herencia de los Venegas.
Testó ante Don Salvador Marecos, Alcalde Ordinario, el 16 de septiembre de 1679.
Se casó con otro capitán, en este caso Don Alonso Rojas de Aranda, hijo de Don Juan Rojas de Aranda y Alarcón, Tesorero Real de la Hacienda, quien vino en la expedición del Adelantado Juan Ortíz de Zárate. Su abuelo materno, fue Francisco García de Acuña, quien fue Contador Real de Asunción y también conquistador. También vino en la expedición de Juan Ortíz de Zárate.
De nuevo, tercera generación en casarse con descendientes de conquistadores. Vivió la larga cifra de 83 años. Hidalgo de Toledo, Madrid, España. Expedicionario con Ortíz de Zavala. Participó activamente en la Revolución Comunera del siglo XVII(1641/1649), aunque su protagonista más activo fue su hermano, Francisco; y mediante María González de Santacruz, de Don Bartolomé González de Villaverde, escribano real, capitán y Conquistador del Adelantado Pedro de Mendoza y de Pedro de Santacruz, también capitán y Conquistador del Adelantado Pedro de Mendoza.
Su tatarabuela por parte materna, era también indígena guaraní.
La siguiente en la línea es otra mujer: Mariana de Rojas y Guzmán.
QUINTA GENERACIÓN: DOÑA MARIANA DE ROJAS Y GUZMÁN.
Nació sobre el 1630. Eran todavía tiempos de conquista, de asentamientos, de fundación de pueblos...
Como dama principal y descendiente de conquistadores, se esperaba mucho de ella. Sus padres elegirían un buen partido matrimonial para ella. Eligieron otro capitán, a Don Francisco de Avendaño, natural de Buenos Aires, hijo del vasco de Galdácano, Don Juan de Avendaño, quien llega a Buenos Aires en 1625 y llega a ser Teniente de Gobernador de Corrientes.
Su abuelo materno, Don Francisco de Aguero, también llega a ser como su padre Teniente de Gobernador de Corrientes.
Su madre descendía de Don Francisco de Valdenebro, quien fue capitán y por medio de la esposa de éste, su abuela, del capitán Don Toribio González, encomendero de Tombostiné en Argentina.
Este matrimonio tuvo otra vez una hija, que se llamó, Doña Clara Avendaño y Guzmán, nacida alrededor del 1665.
SEXTA GENERACIÓN: DOÑA CLARA DE AVENDAÑO Y GUZMÁN.
Ya habría unos 20.000 habitantes en el Paraguay.
Se casó con el Sargento Mayor Don Salvador Fernández de Valenzuela (1668-1753), de Tenerife, España.
Don Salvador, se estableció en Paraguay antes de 1700. Se dedicaba al comercio de la yerba-mate. Vivió en un principio en Asunción, pero luego se trasladó a las nuevas tierras del sur de Caañabé. Murió en 1753 en su quinta del valle de Mburicaó.
Tienen por hija a Doña Petrona Fernández de Valenzuela siguiente generación.
SÉPTIMA GENERACIÓN: DOÑA PETRONA FERNÁNDEZ DE VALENZUELA.
Nace sobre 1730. Se casa con un capitán, Don José de la Peña Caballero de Añazco, de familia de antigua raigambre conquistadora. Era hijo del capitán Don José de la Peña Rojas Aranda quien fue regidor y parte activa del Cabildo de Asunción. Doña Petrona era prima segunda del padre de su marido, por lo tanto su marido era su sobrino tercero.
Don José de la Peña y Caballero de Añazco era parte de la élite asunceña, así como todos sus antepasados por ser descediente de los primero conquistadores del Paraguay.
Tuvieron una hija quien se llamó Doña María del Carmen de la Peña. Sigue.
OCTAVA GENERACIÓN: DOÑA MARIA DEL CARMEN DE LA PEÑA.
Al parecer se casa sobre 1769 con un comerciante de yerba, llamado Don Agustín de Isasi Barriozábal (1738-c. 1800), vasco, de Elorrio, en España.
Desde este matrimonio tienen a Don Carlos Isasi (1778-c. 1844), quien se desempeña también como comerciante y sobre todo en la vida política asunceña. Su hija Doña Juana Isabel Isasi Rodas (1824-1912) se casa con Don Juan Bautista Camilo Egusquiza, comerciante, Jefe de Milicias y juez de paz de Quiindy. Él, era hijo de Juan Bautista Egusquiza, vasco y también comerciante y cabildante concepcionero. Su madre fue Doña María Antonia del Rosario Quevedo Magallanes, de quien ya se habló en este blog.(Para más información sobre los Isasi, Egusquiza o Quevedo, buscar en el blog).
Fuentes:
- https://www.geni.com/people/Alonso-Riquelme-de-Guzm%C3%A1n-Ponce-de-Le%C3%B3n-Conquistador-espa%C3%B1ol/6000000000119271176
- Wikipedia.
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