Antes de hablar pormenorizadamente de la familia Mantilla de los Ríos estableceremos algo importante. Ignoro el hecho de que se diga en una fuente antigua que el hijo de Alonso Fernández de Santiago y de Doña María Sanz Mantilla de los Ríos, Bartolomé, no tuvo descendencia.
Libro donde se dice que Bartolomé no tuvo descendencia.
Buscando mis antepasados en Laredo, encontré un Mantilla y fui tirando del hilo. En una de las partidas de bautismo de uno de los antepasados del que encontraba me salió como antepasado Bartolomé. Bueno, podría ser otro Bartolomé con el mismo apellido pero diferente al que cita la fuente. Pero no, no es otro, es el mismo. Buscando a este Bartolomé Mantilla por los archivos eclesiásticos de Laredo, no encontraba nada. Hasta que un día venga a mirar y mirar encontré una partida de matrimonio, que solo lo miré porque ponía al lado izquierdo Bartolomé, y decía lo siguiente.
Estaba puesto como Bartolomé Fernández, que se casaba con Ana de la Duerna. Sin embargo en las partidas de sus hijos y nietos está como Bartolomé Mantilla, ya que al parecer adoptó el apellido de la madre. Se dice que sus padres eran de Ormas, en Cantabria y que eran Alonso Fernández de Santiago y Doña María Sanz Mantilla.
Así que Bartolomé casó en Laredo e hizo vida allí, al igual que sus descendientes.
Sucede igual con el padre de Ana. Aunque se dice ahí que su apellido era Duerna en otros lugares aparece como Candas. Su madre que aparece ahí como María de las Posadas, en otros lugares aparece como María de San Vicente.
Partida de bautismo de Ana de Candas, donde dice que es hija de Domingo de Candas y de María de San Vicente. 6 de agosto de 1600.
Partida de bautismo de Gabriel Mantilla, hijo de Bartolomé Mantilla y de Ana de la Duarne o Duerna.
Aquí, el nieto de Bartolomé Mantilla, hijo de Gabriel Mantilla y de Antonia de San Martín, llamado Juan (1653-1733).
Este Juan se casó con María Santos Lastra Ahedo y tuvieron a María Mantilla Lastra (1677).
María Mantilla Lastra se casó con Don José de Escorza Nates y tienen a Don Manuel Isidoro de Escorza Mantilla que se casa con Doña María Josefa de Palacio Liencres.
Sobre los antepasados de los Mantilla de los Ríos buscar en este blog.
lunes, 22 de junio de 2020
martes, 16 de junio de 2020
LA SAGA DE LOS LEIVA. ALGUNOS DE SUS PRINCIPALES PERSONAJES.
(Alcalá de Henares, 2 de febrero de 1604 – Guadalajara, 27 de marzo de 1678)
DON JUAN DE LEIVA Y DE LA CERDA.
Vivió 74 años. Larga vida en aquellos tiempos tumultuosos. No fue antepasado mío, pero sí fue primo 4 de mi antepasado, el Licenciado Don José Palacio Escalante (¿1625?-¿?), de la villa de Liendo, quien era hijo del también Licenciado Don Lorenzo de Palacio Leiva (Liendo, ¿1600?-Liendo, 1675), teniente de las Encartaciones de Vizcaya, y por lo tanto de la misma familia Leiva por la parte materna de este.
Su tronco común, el de mi antepasado y nuestro protagonista, fue, Don Juan Martínez de Leiva, Señor de Leiva y Baños. Capitán General del Rosellón. Hombre de guerra, curtido en mil batallas al servicio de los reyes católicos.
Su esposa, Doña Constanza Hurtado de Mendoza.
Firma de Don Juan Francisco de la Cerda y Martínez de Leiva.
El padre de Don Juan de Leiva, fue un Marqués, de hecho, el IV Marqués de La Andrada, Caballero de Santiago y Gentil hombre de Cámara de Su Magestad Felipe IV de España, Don Gonzalo de la Cerda de la Lama.
Así que fue criado en la más sentida opulencia. Respecto a los asuntos de familia, se puede decir que fue bastante débil, rayando la total permisividad. También fue un hombre que estaría dispuesto a todo para conseguir poder, renombre, influencia y posición social.
Fue por nacimiento V marqués de la Adrada, señor de Villovela y Las Lastras, del Estado y fortaleza de La Lama y del mayorazgo de Monjara en el obispado de Segovia; de Arteaga y Gamboa, y preboste de Guernica, Ondárroa y Bermeo. Fue además, caballero de la Orden de Santiago y gentilhombre de Felipe IV de España, casi ná.
Su esposa fue, su prima segunda, Doña María Ana Isabel de Leyva y Mendoza, II condesa de Baños, II marquesa de Leyva.
Su carrera militar comenzó cuando todavía era un niño, que aprovechando las influencias de su abuelo, empezó a navegar en las galeras de la Armada Española, formando parte de los batallones que lucharon contra la piratería argelina. Posteriormente participó junto al rey en la sublevación de Cataluña en 1640, destacando en los conflictos surgidos en el sitio de Lérida y en el de Tarragona.
VIRREY EN NUEVA ESPAÑA.
A pesar de no ser muy conocido en la Corte, Felipe IV de España se empeñó en nombrarlo virrey, cargo que le concedió el 26 de febrero de 1660, cuando tenía 56 años, y se trasladó a la Ciudad de México junto con su mujer e hijos, tomando posesión del cargo el 16 de septiembre del mismo año.
Su gobierno se caracterizó por las irregularidades administrativas, y ya a los pocos meses la virreina se dedicaba a enriquecerse a través del tráfico de influencias, vendiendo los cargos y haciendo firmar a su marido los documentos, sin que éste tuviese constancia de los hechos. Estas acciones, que pronto fueron conocidas fuera del palacio virreinal, disgustaron profundamente a la población, acostumbrada a otros virreyes de mayor seriedad y compostura, como es el caso del antecesor, Francisco IV Fernández de la Cueva, octavo duque de Alburquerque.
La mala gestión del virrey, la codicia de la virreina y las escandalosas fiestas de sus hijos llegaron a oídos de la Corte en España, quien preparó su destitución en el cargo, pero el virrey retenía la correspondencia oficial para no permitir la llegada de los documentos. El 30 de diciembre de 1663 Antonio Sebastián de Toledo y Salazar ya había recibido su nombramiento como sucesor en el virreinato.
La situación se agravó cuando Pedro, uno de los hijos del virrey insultó a un criado del conde de Santiago de Calimaya, y más tarde, lo atravesó con la espada, falleciendo a las pocas horas. Los oidores de la Real Audiencia de México quisieron poner justicia ante un escándalo como éste, nunca visto en la ciudad, pero llegó antes la justicia popular, y la familia virreinal fue apedreada al salir de misa. El virrey fue cesado de inmediato el 28 de junio de 1664. Se nombró virrey interino a Diego Osorio de Escobar, obispo de la Puebla de los Ángeles, quien entregó el bastón de mando al virrey Antonio de Toledo el 15 de octubre de 1664.
Don Diego de Osorio Escobar y a la derecha, Don Antonio Sebastián Álvarez de Toledo Molina y Salazar, el nuevo Virrey.
Los excesos y abusos cometidos por los subordinados a su cargo provocaron la revuelta de algunas comunidades indígenas en más de una ocasión, siendo la más notable la acaecida en 1661, cuando los indígenas de Tehuantepec al mando de Juan Arellano se levantaron en armas. Esta rebelión fue pacificada gracias a la intervención de Alonso de Cuevas Dávalos, obispo de Oaxaca.
Una vez en España y viudo de su mujer, ingresó en 1676 en los Carmelitas Descalzos de Guadalajara, donde permaneció hasta su muerte, acaecida en 1678.
OTRO LEIVA DEL QUE SABEMOS EL ROSTRO E HISTORIA.
Don Alfonso Martínez de Leiva y Hurtado de Mendoza (1554-1588). Pintado por el Greco.
Capitán de Mar y Guerra de España. Capitán General de la Caballería de Milán. Señor de Leiva. Señor de Baños. Comendador de Alcuéscar en la Orden de Santiago.
Se casó joven con Doña Mariana Suárez de Mendoza de la Cerda.
Alonso de Leyva sirvió en Nápoles y en la costa de Granada, acudiendo en 1571 a Italia como general de las galeras y formando posteriormente una compañía para asistir en Flandes a don Juan de Austria, participando en la victoria de Gembloux (1578), tras lo cual, empobrecido, regresó a España. Posiblemente por esas fechas le pintaría el cretense, ya que a finales de 1580 era capitán general de las galeras de Sicilia, acudiendo a la defensa de Portugal. Tras volver a Sicilia, regresó a España para acompañar a la infanta Catalina Micaela a su matrimonio con el duque de Saboya, siendo nombrado por Felipe II capitán general de la caballería de Milán. En 1588 participó en la Gran Armada, pero a su regreso a España, el buque de Alonso de Leiva (la Rata Santa María Encoronada)
fue uno de los que se perdieron. Leyva reembarcó en la galeaza napolitana Girona, que naufragaría el 28 de octubre de 1588 frente a los arrecifes de Lacada Point. En total los muertos fueron unos 1300 incluído él. Solo tenía 34 años.
DON ANTONIO MARTÍNEZ DE LEIVA Y HURTADO DE MENDOZA (1480-1536). Príncipe de Ásculi, Conde de Monza, Capitán General de la Caballería del Milanesado y Grande de España.
Se casó con Doña Castellana Vilaragut de Fabra.
Participó en la campaña de Nápoles a las órdenes del Gran Capitán, veterano de la Guerra de las Alpujarras contra los moriscos sublevados y héroe de la batalla de Pavía donde su intervención, defendiendo esta plaza, fue decisiva para la victoria española que culminó con el apresamiento del rey francés Francisco I.
Comenzó su carrera militar en las Alpujarras en 1502, derrotando a los mudéjares, últimos combatientes del reconquistado Reino de Granada. En marzo de 1503 llegó a Calabria, en el sur de la península itálica, con la armada de Luis Portocarrero enviada desde Cartagena en apoyo del Gran Capitán Gonzalo Fernández de Córdoba, que estaba enfrentado con las fuerzas francesas en la guerra de Nápoles. A las órdenes de Fernando de Andrade, sucesor de Portocarrero tras la muerte de éste, combatió al ejército francés de Bérault Stuart d'Aubigny, que fue derrotado en Seminara. Más tarde estuvo en Milán y en la desafortunada campaña contra la Provenza (1524) en el transcurso de la Guerra Italiana de 1521-1526.
Su posterior destino fue de gobernador de Pavía, ciudad que fue asediada por los ejércitos franceses de Francisco I entre octubre de 1524 y febrero de 1525 durante el cual Leyva dio tiempo a las fuerzas imperiales a reorganizarse y atacar a los franceses en la famosa batalla de Pavía.
En 1525 sucedió a Fernando de Ávalos, marqués de Pescara, como general en jefe de los ejércitos imperiales en el ducado de Milán y en 1535 cuando el último duque de Milán, Francisco II Sforza, murió sin descendencia, el emperador Carlos I designó a Leyva como gobernador de Milán.
Posteriormente luchó contra los turcos frente a Viena y junto al Emperador, en África. Se ha dicho de él que tuvo una gran experiencia militar, era valiente, enérgico, tan acostumbrado a mandar como a obedecer, fecundo en recursos y capaz de intentarlo todo y sufrirlo todo por salir airoso en sus empresas. Murió de gota durante la campaña en Provenza del año 1536, pero fue enterrado en la ahora destruida iglesia de San Dionigi.
Falleció en 1536 durante la expedición a la Provenza francesa.
Antonio de Leyva, natural de Navarra, célebre general de su tiempo, defendió Pavía, sitiada por Francisco I. Grabado de Bartolomé Vázquez, hacia 1790, a partir de un retrato que se atribuía a Leonardo da Vinci.
Él, era hermano de mi antepasada, Doña Inés de Leiva y Guzmán.
Sus descendientes vivieron en Milán, llegando a ser una de las más prominentes familias. Una de sus descendientes, fue la denominada Monja de Monza, Sor Virginia María de Leyva, de la que hablamos a continuación.
Sor Virginia María de Leyva (1575, Milán, Italia-17 de enero de 1650, Milán, Italia).
Descendiente de Don Antonio de Leiva, su biznieta; hija de Martín de Leiva y nieta de Don Luis de Leiva, II príncipe de Áscoli, II marqués de Atela, II conde de Monza y de Doña Marianna de la Cueva y Cabrera.
Fue una religiosa benedictina italiana, nacida en Milán en Palacio Marino, ahora Ayuntamiento de la ciudad. Su nombre civil era Marianna De Leyva y Marino.
Era hija del comendador español Martín de Leyva y de doña Virginia Marino y bisnieta de Antonio de Leyva que obtuvo el condado de Monza por Carlos V.
Al morir su madre Virginia en 1576, su padre la envió al Monasterio Benedictino de Monza, debido a su rudo comportamiento y porque según la costumbre de su época, la joven Mariana se sentía mental y socialmente incapacitada para tener parte en el testamento de su fallecida madre, por el hecho de ser mujer.
Mantuvo un romance con Paolo Osio, un terrateniente, de quien fue amante y con quien mantuvo correspondencia, y además, dio a luz a su primera hija, Mariana Osio De Leyva.
Murió en el monasterio de Santa Valeria en Milán, cerca de la iglesia de Sant'Ambrogio, en 1650 a la edad de 74 años, y a casi 184 años después de su muerte, su vida inspiró al poeta italiano Alessandro Manzoni para escribir su libro "I Promessi Sposi" (Los novios), y recientemente, en 2006, una miniserie en la RAI, titulada "Virginia, La monja de Monza".
Marianna de Leyva nació en Milán el 4 de diciembre de 1575, heredera de dos familias muy poderosas y ricas del Milán del siglo XVI; su padre era Martino de Leyva, conde de Monza e hijo del gobernador de Milán en nombre de la Corona de España, su madre era Virginia Maria Marino, hija de Tommaso Marino, un banquero genovés muy rico que había construido el Palazzo Marino en la piazza della Scala. Marianna, cuando no tenía ni siquiera un año de edad, heredó de la madre, quien murió de la peste, el Palazzo Marino y la mitad de un patrimonio colosal. Siendo tan pequeña, Marianna fue confiada a su tía paterna, su tocaya, Marianna marchesa Stampa-Soncino. Su padre, después de permanecer viudo, perdió por completo el interés en su hija, se mudó pronto a Valencia y se volvió a casar.
Palazzo Marino.
Marianna creció con su tía en el Palazzo Marino, una mujer que luego fue recordada por ser una católica ferviente, temerosa y casi paranoica en su inflexibilidad. Marianna había crecido en un Milán muy rico pero muy estricto. El Milán español de finales del siglo XVI está profundamente afectado por la Reforma Contra Católica y por el catolicismo hiper estricto, intolerante y obsesivo de la Casa de España. Cuando su padre regresó a Milán, con una nueva familia, se encontró con otra hija, casi una adolescente y que era una carga inoportuna. Luego ordenó a los guardianes que la educaran para una vida monástica, que pronto seguiría. Así, el padre decidió que se convirtieran en una monja de clausura, pero, tal vez con una oleada de pietas, decidió enviarla al convento de Santa Margherita en Monza, del cual era señor; automáticamente, la pequeña Marianna pronto se convertiría en la Madre Abadesa del convento, pudiendo así afirmar su apellido, su nobleza y su riqueza. El 15 de marzo de 1591, a la edad de 13 años, se vio obligada a hacer sus votos, ingresó a Santa Margherita y eligió como nombre de su monja a la madre que nunca había conocido, Virginia. Los primeros años del convento fueron felices. Acostumbrada a la soledad total en el Palazzo Marino, se encontró rodeada de chicas jóvenes como ella. En 1593 se describe de la siguiente manera:
"... fue la modesta, circunspecta, más afable de Leyva, impregnada de una blancura envidiable, amiga de todos, de las disciplinas literarias instruidas, como una niña bien educada, obediente, nada rencorosa, un ejemplo de comportamiento social, podría haber sido en ese momento perfeccionar ".
¿Cómo era ella?
En la comunidad, la mujer noble, Sor Virginia de Leyva, tenía una posición privilegiada: residía en un pequeño departamento separado, asistida por cuatro monjas auxiliares y compañeras, así como también en una conversación para tareas de servicio. Recaudó impuestos y preguntó sobre los problemas de los habitantes de Monza. El temperamento de la hermana Virginia, como señor feudal de Monza y perteneciente a una de las familias más influyentes del ducado español de Milán, era arrogante: golpeó a algunas hermanas no obedientes y persiguió a la sospechosa priora Francesca Imbresaga, despidiéndola de su posición y asignándole un humilde trabajo para hacer. La causa predominante de este comportamiento, que pronto veremos, fue la relación que había entrelazado con el noble de Paolo Gian Paolo Osio , cuya casa bordeaba el monasterio.
Pero a medida que pasaban los años, la vida de clausura comenzó a asfixiarla; disminuyó la cercanía con Dios, consciente también del sofocante catolicismo de su tía, pero una fe ilimitada en María aumentó en ella. Las innumerables cartas que la hermana Virginia envió a la Virgen de Loreto aún se conservan. A los 22 años, la hermana Virginia se convirtió en maestra de internos y sacristanes. Una mañana se da cuenta de que una de sus hijas intercambia miradas y palabras con un niño, más allá del muro fronterizo del convento.
Bordeando el monasterio era, de hecho, propiedad del noble Osio, trasplantado de Milán a Monza. La educanda, Isabella Degli Ortensi, y el heredero del Osio, Giovanni Paolo, tienen una relación. Los sorprenden haciendo el amor y la hermana Virginia informa a la familia de la joven del hecho. Isabella degli Ortensi es retirada inmediatamente del convento, también por temor al poder de la hermana Virginia; Solo 15 días después, la joven Isabella está casada para encubrir el escándalo. El joven Osio es bien conocido en Monza y, sobre todo, en el convento. Sus ayudantes, su "bien", a menudo están al servicio del convento, por los asuntos que las hermanas no podían atender fuera de los muros. Es descrito como guapo, joven, rico e inactivo, solvente con los acreedores y con una buena educación humanista. Pocos días después del matrimonio reparatorio, sin embargo, se produjo un grave asunto de sangre en Monza. Un hombre de la familia de Leyva, cierto Molteno, es encontrado muerto apuñalado. El Osio, que tal vez se sintió humillado por lo que le sucedió a su joven amante, fue inmediatamente sospechado como su director. Fue la hermana Virginia quien pidió que arrestaran a Osio. Faltan pruebas, pero el Osio, temeroso de represalias, se ve obligado a encerrarse en casa. Y justo desde las ventanas de esa casa, bordeando el convento, la hermana Virginia y Osio comenzaron a intercambiar miradas y miradas. Pero Osio se siente cada vez más en riesgo, tanto que tiene que huir más allá del Adda, en Véneto. Permanecerá durante más de un año lejos de Lombardía. Los familiares de los Osio comenzaron a presionar a la Hermana Virginia para que retirara la denuncia contra los Osio. Algunos de ellos eran amigos de varios familiares y medio hermanos de la hermana Virginia, de los Leyvas como ella.
Así, la madre abadesa del convento, Francesca Imbersaga, fue persuadida para obligar a la hermana Virginia a perdonar al Osio. Más tarde, Virginia recordó cómo la obligó la Madre Frances, según el voto de obediencia; El Osio puede así regresar a Monza.
El joven Gian Paolo, un rico terrateniente, solía ir de noche con sus secuaces para cometer actos ilegales. En 1597 asesinó a Molteno, el recaudador de impuestos de los señores de Leyva de Monza. Para evitar las consecuencias, estuvo ausente de Monza durante un año. A su regreso, el señor feudal Hermana Virginia Maria de Leyva (también conocida como Marianna), convencida por la abadesa Francesca Imbresaga (amiga de la madre de Osio), le otorgó el perdón después de haberlo denunciado.
En 1598 reanudaron las largas miradas entre los dos, hasta que el Osio escribió una carta a la hermana Virginia. Esta, finalmente acepta leerlo, pero la carta es muy explícita, los términos utilizados por el Osio son excesivos, probablemente vulgares, y tienen un cierre total por la Hermana Virginia. Así entra en juego un sacerdote que es amigo de Osio, Don Paolo Arrigone, quien escribe varias cartas a la Hermana Virginia en su propia mano, haciéndose pasar por Osio. Las cartas, que se vuelven castas y puras, logran convencer a la hermana Virginia de la bondad de corazón del Osio. Después de las numerosas cartas, comienza un intercambio de obsequios y, al mismo tiempo, también comienzan rumores, rumores y conceptos erróneos sobre esa relación, aún al comienzo pero ya potencialmente destructiva. Para silenciar las voces, los familiares de Osio comienzan a decir que quiere ser sacerdote o monje y que las cartas con la Hermana Virginia solo sirven para comprender mejor el mundo religioso ... Esto llevó a la primera reunión, en persona, entre los dos. Una noche, una monja fiel a Virginia, la hermana Octavia, arrojó la llave de una puerta para entrar al convento más allá del muro fronterizo. Osio entró y se reunió con su amada en el confesionario.
En un día no especificado en la primavera de 1598, Osio y la hermana Virginia comenzaron a intercambiar cartas; Esta correspondencia tuvo lugar gracias a sus dos más queridos colaboradores y confidentes, la hermana Ottavia Ricci y la hermana Benedetta Homati. Estas maniobras no concluyentes duraron unos meses hasta que las dos se encontraron fuera de la sala, pero no sucedió nada ya que la hermana Octavia estaba presente. La pareja se reunió por segunda vez, siempre con la presencia de amigos de confianza, y en el salón Osio, según su posterior confesión, abusó sexualmente de la monja.
«Según todos nosotros, entre una puerta y la otra, razonamos sobre varias cosas y, finalmente, aflojado por encima de la base de dicha puerta, Osio me violó arrojándome al suelo ... Inmediatamente comencé a regresar y me levanté en cursos lejos y lo plantó allí. Ni la hermana Octavia ni la hermana Benedetta me ayudaron, no sé por qué ... »
( La Monja de Monza , p. 69 )
El remordimiento es tal que la hermana Virginia se enferma durante meses, interrumpiendo así la correspondencia, pero el amor entre los dos era demasiado fuerte. Cuando se restableció, la hermana Virginia comenzó a intercambiar cartas y regalos, luego visitó la puerta del convento y finalmente dejó que el Osio entrara a sus aposentos por la noche.
En 1599, el joven Giovanni Paolo Osio y la joven hermana Virginia comenzaron a ser amantes, que duraría hasta 1608. Con la complicidad de la hermana Ottavia Ricci y la hermana Benedetta Homati, en unos meses Osio solía dormir en las habitaciones de la hermana Virginia.
Fue condesa de Monza ( 1600 - 1607 ) durante el reinado de Felipe III de España y administró el territorio (unos treinta kilómetros cuadrados) desde el monasterio, junto con los hermanos Luigi , Antonio II y Gerolamo (dos años para uno). Otro medio hermano de Marianna era el hijo del primer matrimonio de su madre, Virginia Marino , el señor de Sassuolo Marco Pio III de Saboya ( 1568 - 1599 ).
En 1602, la hermana Virginia dio a luz a un niño muerto y, en el mismo período, Osio comenzó una relación amorosa tanto con la hermana Octavia como con la hermana Benedetta. Después del nacimiento, la hermana Virginia fue llevada por un profundo estado de depresión y un intenso remordimiento. Las crisis de conciencia, que acompañaron toda su relación con el Osio, se agudizaron y la llevaron a usar la magia, convirtiéndose en coprofaga, que es comer los excrementos del amado para deshacerse de él. Algunas fuentes afirman que bebió el remedio supersticioso en el té, y algunos afirman que comió los excrementos de su amante secos y espolvoreados sobre el hígado y la cebolla. Al borde de la desesperación, decide arrojarse al pozo del claustro para suicidarse, salvada en el último momento por la hermana Octavia. Finalmente, es capaz de deshacerse de Osio, por fin, bajo pena de terribles castigos corporales, privaciones y un llamamiento obsesivo a la oración. Pero el Osio no se rinde, loco de amor, acepta seguir las órdenes de la Hermana Virginia. Fue en peregrinación a Loreto, luego a Roma, tal vez incluso del Papa, pidiéndole que lo perdonara por lo que había hecho, pero al regresar a Monza, comenzó a bombardear a la Hermana Virginia con cartas de amor loco y ciego. Virgina se resiste durante otros 4 meses, pero finalmente capitula y en diciembre de 1603 regresa el Osio a sus aposentos.
En agosto de 1604 sor Virginia dio a luz de nuevo, una niña que se llamaba Alma Francesca Margherita, quien sin temor llevó Osio a Milán para ser bautizada como su hija. La pequeña Alma creció con su padre, pero a menudo asistía al monasterio de Monza. La relación de "cuatro" continuó increíblemente durante 10 años hasta que la Hermana Caterina Cassini da Meda, recientemente en el monasterio, descubrió lo indescriptible. Listo para informar o chantajear a los cuatro, fue asesinada de inmediato por Osio, quien luego escondió el cadáver con la ayuda de las tres amantes. En los años siguientes, los cuatro eliminaron a todos los que amenazaron su historia.
En 1606, una novata descontenta amenazó con exponer el escandaloso romance. Osio mató y decapitó a la niña, enterrando su cuerpo en el gallinero del monasterio. Virginia luego lo ayudó a hacer un agujero en la pared del monasterio para que pareciera que la niña había escapado. Sin embargo, los rumores continuaron extendiéndose, y para cubrir sus huellas, Osio mató a varias personas, incluidos algunos de los amigos de Virginia, el boticario que había suministrado abortivos a Virginia, y el herrero que había suministrado a Osio llaves duplicadas del monasterio. Virginia parece haber sido cómplice en todos los asesinatos, desesperada por mantener el escándalo en secreto.
Mientras tanto, otras dos hermanas, la hermana Silvia Casati y la hermana Candida Colomba, se dan cuenta de la relación entre las cuatro. De toda esta historia, comenzó a llegar a Milán, especialmente al Gobernador, y en 1607, Osio fue arrestado y encarcelado en Pavía. Mientras tanto, el cardenal Borromeo también comenzó a investigar el convento de Monza y entre julio y agosto hizo algunas visitas al convento para hablar con las monjas. Osio escapa de la prisión y comienza a matar a todos los testigos: golpea a su Octavia en la cabeza y la arroja al Lambro, sin lograr matarla, mientras que la hermana Benedetta es arrojada a un pozo, donde también se encontrará la cabeza de la hermana Caterina. El Osio tiene algunos testigos del juicio que estaba a punto de celebrarse contra él, luego huye a Venecia en compañía de su "bien".
La Hermana Benedetta sobrevive y es interrogada por el Cardenal Borromeo, confiesa, algo que la Hermana Candida y la Hermana Silvia también harán. El 22 de diciembre de 1607 en Milán, la hermana Virginia fue interrogada, admitiendo la relación con Gian Paolo Osio y el asesinato de las personas, y ella culpa de todo al hombre. El 25 de febrero, Osio fue condenado en ausencia, a la horca, y la confiscación de bienes, su casa en Monza fue demolida:
"Gio Paolo Osio está condenado a la horca y la confiscación de bienes ... y está prohibido para siempre de todo el territorio de Milán de tal manera que, si dicho Osio cayera en manos de la justicia, debería ser transportado sobre un carro en frente en el monasterio de Santa Margarita en la ciudad de Monza y allí se corta su mano derecha; luego se conduce, sobre el mismo carro, al lugar de ejecución de la sentencia y, mientras tanto, es torturado con pinzas incandescentes; finalmente cuelgue el tenedor, para que muera; y su cadáver está cortado en pedazos, y estos están colgados en los lugares donde se cometieron los crímenes, fuera de la ciudad "
El juicio de la Hermana Virginia comenzó el 27 de noviembre de 1607. La mujer se defendió con la tesis de la nulidad de los votos y argumentó que las fuerzas diabólicas habían ejercido una fuerza irreversible sobre ella. La familia de la hermana Virginia, la poderosa Leyva, tenía como objetivo exclusivo salvaguardar lo bueno, el apellido y vino a pedirle explícitamente al cardenal Borromeo que envenenara a su pariente; Don Luis De Leyva, medio hermano de la hermana Virginia, que vino especialmente a Milán, durante una entrevista con Borromeo dijo:
"De no querer en absoluto un juicio escandaloso sobre la conducta de la media hermana, pero que tanto él como su familia hubieran preferido mil veces saber qué tan muerta estaba de veneno, porque esta habría sido la única forma de silenciar todo".
El Osio, que escribe una carta al cardenal, exonerando a la hermana Virginia y dando responsabilidad a las otras hermanas y a sí mismo, viene de su escondite. La carta se incluye en los registros del juicio, pero el resultado no cambia un poco, especialmente porque el cardenal Borromeo quiere y exige un castigo ejemplar. Está condenada a ser amurallada viva en una celda del Retiro de Santa Valeria para ser amurallada en una celda. El Retiro de Santa Valeria nació en 1532, cuando algunos ciudadanos milaneses de estatus social rico decidieron dar la posibilidad a las mujeres en dificultades de encontrar ayuda comprando para ellas una casa ubicada cerca de la iglesia de Santa Valeria, construida sobre las ruinas del Palacio Imperial, en a través de Brisa, de donde fue nombrado el refugio; Este lugar no era un monasterio, sino un refugio, inhóspito y abyecto en Milán, donde se daba refugio a las prostitutas que ya no estaban activas, como castigo y para tratar de redimirlas.
A partir de 1574, en la época del arzobispo Carlo Borromeo, también recibió, por voluntad del prelado, monjas veladas que no habían votado y dado escándalo. La celda de la hermana Virginia mide 3 metros por 1,80 y un pequeño agujero permite que se den alimentos, pero no hay ventanas. Las descripciones de la época del Retiro de Santa Valeria y las condiciones en que vivió Virginia son escalofriantes:
"... inmediatamente al entrar había sido colocado en una parte del monasterio que antes siempre estaba desierto debido a un olor desagradable que emanaba de alguna parte ... una celda de tres brazos de ancho, cinco de largo, con un solo agujero en la pared que lo permite para recibir comida y luz para recitar el breviario: aislada de todo y sin ningún consuelo humano, la sombría celda de la Hermana Virginia es un lugar infectado y oscuro donde el desafortunado se ve obligado a sufrir, sin ninguna defensa, los rigores de la humedad. y frío invierno milanés como el sofocante calor del verano, escasez de agua para abluciones, alimentación insuficiente y poco saludable, a veces incluso repulsiva, sin ropa ni ropa de repuesto, sin manta, solo una bolsa en la tierra cuya paja se pudre en dos meses y se cambia cada seis. ... el contenedor de residuos se vació cada cuatro o cinco días, lo que obligó al recluso a respirar el aire más mefítico ".
Gian Paolo Osio, aunque todavía era buscado y cuya cabeza pesaba un tamaño de 1000 escudos, mientras tanto había regresado al territorio lombardo y había llegado secretamente a Milán, se había refugiado en la casa de algunos de sus viejos amigos, la rica Taverna, su hogar, hoy es el Palazzo Isimbardi. Estos, sin embargo, lo traicionaron y lo masacraron con palos y puñaladas, luego lo decapitaron y le ofrecieron la cabeza al Gobernador Fuentes a fines de 1609. En los mismos días se emitió la sentencia también contra las otras monjas, Benedetta, Candida y Silvia, condenadas a ser amuralladas vivas para la vida en el convento de Santa Margherita. La hermana Virginia permaneció encarcelada durante 12 años en un silencio casi absoluto, sobreviviendo a castigos tremendos, a menudo incluso privaciones corporales y de todo tipo. Declarada arrepentida, trató de encontrarse con el cardenal Borromeo durante casi tres años pero, a pesar de la intercesión de monjas y confesores, que estaban convencidos de un arrepentimiento real, las dudas y sospechas de Borromeo seguían siendo graníticas.
Inundado con cartas y solicitudes de una reunión, al final, después de más de 10 años de prisión, Borromeo fue a Santa Valeria para encontrarse con la Hermana Virginia. Las palabras que dirigió fueron informadas por el único testigo presente:
"Y entonces, mujer descarada, ¿no te da vergüenza presentarte ante tu Pastor? ¿Y entonces tú, infame, te atreves incluso a presentarte ante un prelado? Tú, completamente indigna de estar en la tierra, bastante digna de cualquier tortura, digna de estar encerrada entre dos paredes, mientras estás viva, además de ser enterrada en el infierno, una vez muerta. ¡Di, vamos, di un buen momento si eres la mismo que fue tan poderosa en el pasado! ¿No has sido castigada lo suficiente hasta ahora? ¿Todavía deseas recurrir a prisiones más estrechas, para haberte impuesto torturas más severas? ¿Qué quieres, miserable mujer? Y tenga cuidado de no levantar los ojos descarados, indignos de disfrutar y disfrutar de la luz ".
La hermana Virginia, ahora reducida a un esqueleto, llorando, sucia y maloliente, le contó a Federigo Borromeo sobre las voces de los ángeles que sentía y las visiones, celestiales y demoníacas, y concluyó simplemente pidiéndole que se las explicara; no pidió perdón, y mucho menos gracia. Inicialmente, el cardenal se mantuvo firme en su actitud, sospechando que la Leyva lo estaba llevando, pero fue sorprendido por la actitud mística y las condiciones abominables de las mujeres. Lo que más le sorprendió fue que la Hermana Virginia todavía llevaba el mismo vestido, sucio y semi-destruido, de cuando había sido sentenciada, 13 años antes. Después de varios meses, el 25 de septiembre de 1622, el Borromeo decidió otorgarle la gracia; Pero Virginia quería quedarse en Santa Valeria, como una mujer libre, pero aún como monja. También decidió quedarse y vivir en la celda horrible y maloliente que la había alojado durante 13 años, pero el cardenal hizo que Virginia se mudara a una celda limpia y saludable con ventanas; él le dio mucha comida. Según los testimonios de la época, parece que la hermana Virgina era muy inestable en su comportamiento: continuó vistiendo ropa gastada y desigual, olía terriblemente y permaneció prácticamente en silencio por el resto de su vida. Sin embargo, a medida que pasaron los meses, volvió a atraer el interés de Borromeo, esta vez por sus prácticas de piedad. Después de la desconfianza inicial, el cardenal instó a la mujer a escribir cartas, para consolar a otras monjas que atravesaban momentos de crisis. Al final, el Borromeo estaba convencido de la bondad de la conversión de Virginia, tanto como para informar su caso en su trabajo "De sacris admirandis auditionibus". Cuando Borromeo murió en 1631, la hermana Virginia nunca más volvió a saber de nada hasta 1646, cuando trató, sin éxito, de mantener a Monza entre la propiedad de Leyva, que, ahora sin herederos, fue vendida a Durini. La hermana Virginia murió el 7 de enero de 1650, a la edad de 75 años, por el momento. La fecha de su muerte fue descubierta solo muchas décadas después, encontrándola por casualidad en un documento contable del Retiro. El Retiro de Santa Valeria fue suprimido por Giuseppe II en 1785. El edificio que lo albergaba fue vendido al conde Alfonso Castiglioni y demolido a principios del siglo XIX. Manzoni construyó el personaje de Gertrude de Promessi Sposi sobre el de Virginia de Leyva, pero creó una Monja de Monza muy lejos de la real. A pesar de esta considerable discrepancia entre los hechos y el carácter de las "dos monjas", la verdadera y la Manzoni, la segunda, la hermana Gertrude, prevalecieron rápidamente sobre la verdadera, la hermana Virginia. Y todo esto a pesar del hecho de que los hechos del juicio de De Leyva todavía existen, las cartas enviadas por el Retiro de Santa Valeria al Cardenal Borromeo, las cartas de Osio, los testimonios de los "buenos" y de las otras monjas, los escritos de De Leyva ... . Se han escrito docenas de ensayos, libros y películas basados en la Hermana Gertrude y no en la Hermana Virginia, lo que hace que un personaje de ficción sea real. En 1911, el prefecto de la Biblioteca Ambrosiana, Achille Ratti, entonces Papa Pío XI °, encontró accidentalmente una hoja autografiada del cardenal Federigo Borromeo, donde escribió una biografía rápida de la hermana Virginia, enumerando la vida, los pecados y el largo en 16 puntos, el camino de arrepentimiento. La biografía tuvo que incluirse en una reimpresión de su libro " Philogios, sive de amore virtutis". Ratti inmediatamente publicó el artículo de Borromeo que informaba los 16 puntos:
1) Vitae progressus et malitiae: signos de la vida de Virginia de Leyva antes de tomar votos y la primera malicia leve. 2) Casus sed moderati: primeros pecados aún no serios. 3) Tentación divina: tentaciones divinas de arrepentimiento. 4) Inter caetera perpetuus estímulo numquam amissus: a pesar de los terribles pecados, la luz divina nunca se perdió por completo. 5) Poena, confessio et illuminatio: el proceso, la confesión y los primeros actos de arrepentimiento a través de la iluminación divina. 6) Carcer: en el encarcelamiento duro. 7) Vita et experta divina: sobre el milagro del arrepentimiento, sobre visiones y diálogos con ángeles. 8) Diaboli tempamenta: sobre los posibles intentos del diablo para traer de vuelta a la hermana Virginia en pecado. 9) Lachrymae no a la naturaleza: sobre la capacidad anormal de lágrimas de la Hermana Virginia, que no era humana sino divina. 10) Gradus humilitatis: sobre humildad y privación. 11) Dilectio et obedientia superiorum: sobre la capacidad de Sor Virginia de aceptar la voluntad divina. 12) Cessatio tentationum: fin de las tentaciones diabólicas. 13) Epistolae scriptae et exceptlaria epistolarum: sobre la relación epistolar entre Virgina y el cardenal mismo. 14) Paupertas summa: sobre la pobreza y la miseria que la hermana Virginia siguió viviendo incluso después del perdón. 15) Egritudines diuturnae et cum danger magno: sobre las condiciones médico-espirituales de Virginia y las privaciones que siguió infligiendo. 16) Omnia dona celestia credit superiorum merit habere: sobre cómo la hermana Virginia no atribuyó ningún mérito al arrepentimiento, sino como si fuera solo un instrumento de Dios.
El Borromeo terminó su nota con estas palabras:
"Más allá de esto, quiero decir sobre la grandeza de esta luz divina, para aquellos que saben poco, no tienen vigor para entender mis palabras, y aquellos que entienden, no las necesitan".
La muerte de Osio dejó a su madre rogando por intereses gubernamentales y subsidios para ella y su nieta.
La niña nacida por la monja el 8 de agosto de 1604, Alma Francesca Margherita, fue confiada al cuidado de la madre de Gian Paolo, Sofía Bernareggi (de la rica familia milanesa), y no hay más noticias de ella.
SU HERENCIA ROBADA.
Maria Anna de Leyva era hija de Martino de Leyva y Virginia Maria Marino; Martino fue por herencia Conde de Monza, entonces bisnieto de ese Antonio de Leyva que se distinguió en la batalla de Pavía en 1525 por cuyos méritos fue investido con el feudo de Monza por Carlo V. Martino de Leyva fue a su vez hijo de Luigi de Leyva , primer gobernador español de Milán. La madre de Maria Anna, Virginia Maria, era hija de Tommaso Marino. Virginia Maria Marino, viuda de 1573 del conde Ercole Pio di Savoia, señor de Sassuolo, con quien tuvo un solo hijo, Marco III Pio di Savoia, y cuatro mujeres, el 22 de diciembre de 1574 se casó con Martino de Leyva, trayendo una dote conspicua entre incluidos los fondos de las granjas "Mirabello" y "Pomi" en Monza.
Ni siquiera un año después de dar a luz a su hija, Virginia Maria Marino murió de peste en Milán, en 1576, dejando a los hijos de los dos matrimonios herederos universales en partes iguales (Maria Anna era la propietaria del Palazzo Marino y la mitad del patrimonio de compartir con Marco Pio de Saboya) y el usufructo de su esposo viudo Martino de Leyva.
De esto surgieron una serie de disputas legales y malversaciones destinadas a privar a la pequeña Maria Anna de su herencia materna y también por esta razón la niña fue inducida a ingresar al monasterio de Santa Margherita en Monza, una decisión a la que el frío y tía paterna intolerante Maria Anna, marquesa Stampa-Chiari, a cuyo cuidado había sido confiada por su padre ausente. La alternativa propuesta a la joven era unirse en matrimonio con Gustavo Branciforte (o Branciforti), príncipe de Butera, veinticinco años mayor que ella.
Martino de Leyva se volvió a casar en Valencia, España, en 1588, formando una nueva familia y olvidando por completo a su hija Marianna en Monza. Es interesante notar que la nueva esposa del padre, Anna Viquez de Moncada, era la hermana de Ferdinando Moncada, conde de Cammarota y duque de San Giovanni, cuyo hijo Luigi fortaleció los lazos con la familia Branciforte.
Mi antepasado Don Lorenzo Palacio Leiva (cerca de 1600-1675), sería primo 3 de ella. Serían 12 generaciones las que les separan de mí.
LAREDO, CANTABRIA.
- Don José Palacio Escalante-¿1630?.
- Don José Antonio Palacio Escalante-1664.
- Doña María Josefa Palacio Liencres-1705.
- Don José Silbestre Antonio de Escorza Palacio-1730.
- Don Pedro Regalado de Escorza Ribera-1766. UDALLA, CANTABRIA.
- Doña Isabel de Escorza de la Cruz-1794.
- Doña Silveria Mori Escorza-1824.
- Ignacia de Otero Mori-¿1846?.
- Gregorio Eusebio Álvarez Otero-1886. ERANDIO, VIZCAYA.
- Rosa María Álvarez Ricondo-1912.
- Manuel Gabriel Lamas Álvarez-1949.
- José Manuel Lamas Revilla-1974.
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