Aunque fueron oficialmente creados por Carlos I de España (los denominados Tercios Viejos) tras la reforma del ejército por un decreto dirigido al Virrey de Nápoles de 23 de octubre de 1534 y la ordenanza de Génova de 15 de noviembre de 1536, donde se emplea por primera vez la palabra tercio, como guarnición de las posesiones españolas en Italia y para operaciones expedicionarias en el Mediterráneo, sus orígenes se remontan a las tropas de Gonzalo Fernández de Córdoba en Italia, organizadas en coronelías que agrupaban a las capitanías.
En 1571, se firmaron las capitulaciones de la Liga Santa, para atacar a los turcos y sus dominios, acudiendo Alonso Martínez de Leiva a Italia, como general de las galeras, con veinte galeras españolas que fueron a reforzar las que allí estaban, pero como la situación en Flandes le pareció más complicada, decidió acudir en ayuda de Juan de Austria, que se había retirado al castillo de Namur, “…muy apretado de los rebeldes…”.
Alonso decidió formar una compañía, para lo cual vendió algunas posesiones que tenía en Nápoles, recibiendo su formación el nombre de “…los nobles de aventureros…”, a la que acudieron todos los hombres de “…de prendas de Nápoles, Milán y Sicilia…”.
Reino de Nápoles y Sicilia.
Fue el alférez su tío, Diego de Leiva, y su hermano Sancho de Leiva, el sargento, acompañándoles hasta 800 españoles más. Eran los primeros años de la Guerra de los Ochenta Años, contra las tropas holandesas declaradas en rebeldía al rey de España. Cerca de Gembloux se obtuvo la victoria en 1578, falleciendo ese mismo año don Juan de Austria.
Tras lo cual, empobrecido don Alonso de Leiva, llegando a perder hasta 60.000 ducados, motivo por el que, unido a la muerte de su padre, regresó a España, “…viendo el desamparo que havian quedado las cosas de su casa…”. Posiblemente por esas fechas le pintaría el cretense, ya que a finales de 1580, era capitán general de las galeras de Sicilia, acudiendo a la defensa de Portugal.
Aquel año el duque de Alba, al frente de un ejército de 26.000 hombres, desde Badajoz, procede a la invasión de Portugal como hemos dicho. Por mar estaba apoyado por una flota de más de 80 galeras y 30 naos, preparada en el Puerto de Santa María, al mando del Marqués de Santa Cruz, que entre otros jefes estaba apoyado por Alonso de Leyva, general de las galeras de Sicilia.
Habiendo regresado a Sicilia, viaja nuevamente a España para acompañar a la infanta Catalina Micaela, hija de Felipe II e Isabel de Valaois, que iba a contraer matrimonio con Carlos Manuel I de Saboya; a la cual acompañó; se trasladó la pareja a Barcelona donde embarcaron rumbo a los Estados del duque en Italia. Esto lo hizo a costa de “…empeñar su casa, por haver ydo con mucho gasto y lucimiento…”. Este favor le sirvió la obtención del cargo de capitán general de la caballería de Milán, aunque enseguida fue llamado para presentarse al servicio del duque de Medina Sidonia.
Catalina Micaela, hija de Felipe II.
Carlos Manuel I, Duque de Saboya.
Miguel de Cervantes lo ensalzó en el poema encomiástico conocido como el "Canto de Calíope" dentro de La Galatea (1585).
Tanto Alonso Martínez de Leiva como su padre don Sancho y su madre doña Leonor tienen conexiones con el círculo intelectual de Miguel de Cervantes en la década de 1580. Dentro de este círculo intelectual de los años 1580, la figura central es Diego Hurtado de Mendoza, cuya máscara pastoril en La Galatea es Meliso. El ingenio cuyas exequias fúnebres dan pie al encomio de Calíope en el libro VI de la La Galatea es el ya fallecido Diego Hurtado de Mendoza. Alonso Martínez de Leiva y Diego Hurtado de Mendoza participaron en la Guerras de Granada.
Sancho de Leiva, el padre de Alonso Martínez de Leiva, también surge en las obras de Cervantes. Sancho de Leiva es mencionado en Los trabajos de Persiles y Segismunda, "en el Persiles dijo: «Las galeras -respondió el cautivo- eran de Don Sancho de Leiva» (militar madrileño Sancho Martínez de Leiva, Conde de Baños). Su hijo y émulo el famoso militar y poeta hispano-napolitano Alonso de Leiva fue inmortalizado en el «Canto de Calíope»". Don Sancho de Leiva también mencionado en el capítulo IV del Viaje del Parnaso, fue capitán de la flotilla que incluyó la galera Sol, comandada y defendida hasta la muerte por el capitán Gaspar Pedro de Villena, en la cual habían zarpado de Nápoles Cervantes y su hermano Rodrigo, "se sospecha que" en 1575 .
A Alonso Martínez de Leiva, también lo elogiaron varios de los ingenios del Canto de Calíope. Por ejemplo, lo elogia Juan Rufo en La Austríada, canto VII, Madrid, 1584 (en Bibl. Aut. Esp. XXIX, p. 38b) y lo llama “el joven don Alonso” (Avalle Arce, La Galatea 190). Asimismo lo alabó Vicente Espinel (1551-1624), en La Casa de la Memoria, obra inserta en las Diversas rimas (Madrid, 1591; folios 32 y siguientes), donde se dice: ‘El ánimo gentil, el duce llanto, / El blando estilo, con que enternecido / Don Alonso de Leyva quando canta / A Venus enamora, á Marte espanta.' (Fitzmaurice Kelly 254; Shevill y Bonilla 297-300). Cristóbal de Mesa (1559-1633) también lo elogia en su poema épico Restauración de España (Madrid, 1607; fol. 173). Diego Hurtado de Mendoza menciona a Antonio Leiva en su Guerra de Granada.
Su obra lírica es desconocida.
En 1588 participó en la Armada Invencible, junto con otros jefes de gran prestigio, como uno de sus comandantes, con instrucciones secretas de Felipe II de tomar el mando en caso de ocurrirle algo al duque de Medina Sidonia, don Alonso Pérez de Guzmán y Sotomayor, pero después del desastre de la intervención contra Inglaterra, a su regreso hacia España, el buque de Alonso de Leiva, (Rata Santa María Encoronada), un galeón de 800 toneladas, se perdió, pasó 9 días acampado y Leyva reembarcó en la galeaza napolitana Girona, que naufragaría el 28 de octubre de 1588, frente a los arrecifes de Lacada Point, cerca del castillo de Dunluce, condado de Antrim. Fue uno de los 1300 hombres notables que se perdieron, debido a los temporales “…en la costa de Yrlanda…”.
En rojo el condado de Antrim, donde naufragó el barco.