Los textos egipcios, hebreos y asirios nos hablan de ellos. Eran politeístas (Baal-Zebub, Dagón y Astarté). Consultaban supersticiosamente a sus sacerdotes y adivinos para tomar decisiones. Cuando sus guerreros iban a la batalla, llevaban ídolos de sus dioses. Durante siglos, cada una de sus 5 ciudades fue gobernada por un señor del eje. Las cinco ciudades principales de la [pentápolis filistea nunca se unieron en un solo reino. Sus gobernantes se denominaban «señores» (serenim) o «reyes» y gobernaban como en conjunto como una federación, tomando las decisiones por votación. Se cree que el cargo de «señor» era hereditario.
Se han descubierto fraguas de hierro, así como centros de actividad industrial en numerosos asentamientos filisteos, algunos de los cuales datan del siglo XII a. E. C. Además, las ciudades filisteas se ocuparon del comercio de una manera similar a las fenicias (ubicadas algo más al norte). Este incluía esclavos, objetos preciosos y, presumiblemente, productos agrícolas como los ya mencionados.
Posiblemente fueran descendientes de Cam por medio de Mizraim, los Casluhim (alrededor de 2200 a. E. C) y que emigraran hacia el territorio de los caftorim (Creta). Desde Creta, la isla que está a la izquierda de la imagen, emigraron a la zona antigua de Canaán. Existe prueba que indica que los egipcios (también descendientes de Mizraim) comerciaron con los cretenses desde tiempos primitivos, posiblemente desde tiempos de Abrahán. Sobre 1919 a. E. C, Abrahán y Sara se mudaron a Guerar, donde el rey de esa ciudad filistea tomó a Sara para su harén, lo que indica que para esa fecha ya estaban instalados los filisteos en Canaán.
Al asentarse en Canaán sobre unos 30.000 con el tiempo quizás, la convirtieron en una pentápolis.
Estatuilla de basalto usurpada por Pa-di-iset alrededor del año 900 a. C., en la que aparece caracterizado como «imparcial mensajero a Filistea y Canaán». Se ha visto en esta mención una comprobación externa de que los filisteos todavía hablaban en esa fecha una lengua diferenciada del resto de lenguas cananeas.
Dejó de escribirse, y presumiblemente de hablarse, hacia finales del siglo IX a. C., cuando fue sustituida por alguna rama de las lenguas cananeas locales (fenicia o hebrea).
Parece probado que el idioma original de los filisteos era distinto de las lenguas de la región, pero las inscripciones de Tell es-Safi demuestran que en algún momento de la edad del hierro local los filisteos comenzaron a utilizar alguna de las ramas de las lenguas cananeas locales, así como su escritura.
Con el tiempo, la nueva lengua cananea enmascaró y reemplazó a las tradiciones lingüísticas anteriores, que para entonces habrían quedado reducidas a sustrato lingüístico, ya que dejan de registrarse en las inscripciones. A finales de la edad del hierro local, en el siglo VIII o VII a. C., el principal idioma escrito de la Filistea era un dialecto cananeo (fenicio o hebreo), escrito en una versión del alfabeto semítico occidental tan característica que Frank Moore Cross la denominó Escritura neo-filistea. Este dialecto se denomina en ocasiones «lengua de Ecrón» a raíz de la inscripción hallada en Ecrón en 1996, la más extensa relacionada con los filisteos. Un hecho llamativo es que la Biblia no menciona ningún problema lingüístico entre los israelitas y los filisteos, como sí hace en el caso de otros pueblos. Finalmente, los filisteos comenzaron a utilizar alrededor del 300 a. C. el arameo, que era entonces la lingua franca de la región y estaba emparentado directamente con el cananeo.
TERRITORIO.
Sus 3 enemigos eran los egipcios, los israelitas y los cananeos. Terminaron por absorber la cultura cananea.
El territorio se extendía desde el barranco de Egipto (el Shihor) al sur hasta la frontera de Ecrón, al norte. Al oeste estaba limitado por el mar Mediterráneo y al este por un territorio poco definido marcado por Judea. Se trataba, por tanto, de un país muy reducido, de unos 45 km de norte a sur y una anchura media este-oeste de 20 km.
Con todo, se trataba de una tierra muy fértil y producía cereales, olivares y frutales, y contenía varias ciudades y aldeas; cinco de ellas (Ascalón, Asdod, Ecrón, Gat y Gaza) controlaban el territorio formando una especie de (federación) Machinist, Biblical Traditions: The Philistines and Israelite History.
Como complemento, tenían ganadería de ovejas, cabras y bueyes.
CERÁMICA.
La cerámica suele ser uno de los hallazgos más comunes en las excavaciones arqueológicas. Mientras que la cerámica cananea (incluida la hebrea) de los siglos XII y XI a. C. carecía casi completamente de decoración y era de factura muy sencilla, la cerámica filistea destaca por estar realizada en arcilla fina y bien cocida y presentar profusa decoración en forma de espirales, figuras geométricas y aves. Su similitud con la cerámica micénica y minoica es unos de los principales argumentos esgrimidos a favor del origen egeo de los filisteos.
ARMAMENTO.
La panoplia filistea era bastante peculiar. Destacaba sobre todo un tocado de plumas, con el que aparecen representados sistemáticamente en los documentos egipcios. Por lo demás, iban descalzos y vestían unas faldillas con borlas, como hoy algunos soldados griegos. El resto de armamento era de bronce o de hierro, incluyendo las espadas. La vestimenta de guerra hubo de ampliarse con el tiempo, a juzgar por la compleja armadura de Goliat mencionada en la Biblia, ante la cual los hebreos quedan maravillados.
Conocían además el uso de la caballería y los carros de guerra ligeros, construidos en madera reforzada con hierro.
Los filisteos poseían unos conocimientos sobre metalurgia muy avanzados en contraste con el resto de los pueblos del Levante mediterráneo, a excepción probablemente de los hititas.
El cobre, que es fácil de fundir y forjar, había sido el metal dominante para realizar herramientas y armas. Los filisteos no solo sabían alearlo con estaño para producir bronce, que es considerablemente más resistente, sino que también conocían cómo trabajar el hierro. Este último metal era muy difícil de fundir y trabajar, y sus propiedades eran tan estimadas que se atesoraba junto al oro y plata, como si se tratara de un metal precioso.
Los filisteos guardaron celosamente el secreto del proceso de fundición del hierro, lo que les otorgó superioridad tecnológica durante varios siglos. Hasta el siglo X a. C. tuvieron el monopolio incluso de la reparación y afilado de herramientas, negándose en ocasiones a reparar las que pudieran usarse como armas.
ASENTAMIENTO.
Teniendo en cuenta que se asentaron sobre el 2000 a. E. C, la población, entre los siglos XII y XI probablemente era relativamente numerosa para la región, lo que permitió a las ciudades mantener su independencia y una cierta predominancia política en la región.
El New Bible Dictionary (edición de J. Douglas, 1985, pág. 933) comenta: “Como no se menciona a los filisteos en inscripciones extrabíblicas hasta el siglo XII a. de C., y los restos arqueológicos relacionados con ellos no aparecen antes de esa época, muchos comentaristas rechazan las referencias que se hacen a ellos en el período patriarcal por considerarlas anacrónicas”. Sin embargo, para mostrar por qué tal postura no está bien fundada, se señala a la prueba de una gran expansión comercial egea que se remontaría hasta el siglo XX a. E.C. Se indica que el hecho de que un grupo en particular no sea lo bastante importante como para que se le mencione en las inscripciones de otras naciones, no prueba que no existiera. El New Bible Dictionary llega a la siguiente conclusión: “No hay razón para pensar que no hubiera pequeños grupos de filisteos entre los primeros mercaderes egeos, grupos que no destacaban lo suficiente como para que potencias más importantes los tuvieran en cuenta”.
Cuando Israel partió de Egipto, en 1513 a. E.C., Jehová decidió no conducir a los israelitas por Filistea (la ruta más directa desde Egipto hasta la Tierra Prometida) para que no se desanimaran debido a tener que guerrear en seguida y decidieran regresar a Egipto. No es probable que los filisteos vieran el paso de millones de israelitas como el tráfico internacional que habitualmente cruzaba su tierra. El pueblo filisteo estaba bien afincado, mientras que la región del Sinaí, a la que Jehová dirigió a Israel, estaba poblada en gran parte por tribus nómadas y tenía muchas regiones deshabitadas, de modo que Israel podría cruzarla sin provocar conflictos inmediatos.
Para cuando el anciano Josué (alrededor del 1450 a. E. C), repartió la tierra que estaba al O. del Jordán, la conquista todavía no había afectado los territorios filisteos. Sin embargo, más tarde los hombres de Judá capturaron tres de las principales ciudades filisteas: Gaza, Asquelón y Eqrón. Pero esto fue solo una victoria parcial, pues Judá “no pudo desposeer a los habitantes de la llanura baja, porque tenían carros de guerra con hoces de hierro”.
Sobre el 1200 a. E. C. en una batalla los filisteos asesinaron a 30.000 israelitas, quitándoles el Arca.
Bajorrelieve del templo de Medinet Habu, construido durante el reinado de Ramsés III (1186 a 1155 a. E. C.), representando un grupo de peleset cautivos. Destaca el característico tocado de plumas que portan en la cabeza.
Posteriormente los israelitas fueron recuperando las ciudades perdidas.
Desde el reinado de Saúl hasta que David los subyugó. Sin embargo, esto no puso fin a las dificultades de Israel con los filisteos. Al parecer, antes del reinado de Saúl habían colocado guarniciones en territorio israelita. Los filisteos eran lo suficientemente poderosos como para prohibir a los israelitas que tuviesen sus propios herreros, y de esta forma los mantenían desarmados. Esto también obligaba a los israelitas a acudir a los filisteos para que les afilasen sus aperos de labranza. La situación era tan crítica, que hasta algunos hebreos se pusieron de parte de los filisteos y en contra de sus compañeros israelitas. No obstante, con la ayuda de Jehová, la primera campaña importante de Saúl contra los filisteos resultó en que Israel los derribase “desde Micmash hasta Ayalón”.
Más tarde, sobre el 1090 a. E. C, cuando los filisteos se recuperaron de esta derrota, reunieron sus fuerzas para luchar contra Israel. Los dos ejércitos tomaron su posición a cada lado de la llanura baja de Elah. Durante cuarenta días, todas las mañanas y todas las tardes, un guerrero llamado Goliat salía del campamento filisteo desafiando a Israel para que presentase a un hombre que luchase con él en un combate individual. El pastor David aceptó el desafío, derribó a Goliat con una piedra de su honda y le dio muerte con la propia espada del gigante. Luego, los israelitas persiguieron a los filisteos que huían y los derribaron hasta llegar a las ciudades de Gat y Eqrón.
Después David combatió con éxito a los filisteos. Cuando regresaba de la batalla, las mujeres decían para celebrar la victoria: “Saúl ha derribado sus miles, y David sus decenas de miles”. Esto hizo que Saúl tuviese celos de David, lo que resultó finalmente en que David tuviera que huir a la ciudad filistea de Gat para salvar su vida. Parece ser que una vez allí los siervos del rey Akís quisieron matarle, pero David se hizo el loco y así pudo abandonar la ciudad a salvo. Algún tiempo después, mientras todavía lo perseguía Saúl, David salvó de los saqueadores filisteos a Queilá, una ciudad que pertenecía a Judá. Una incursión posterior de los filisteos en el territorio israelita obligó a Saúl a desistir temporalmente de perseguir a David.
Debido al continuo hostigamiento de Saúl, David decidió refugiarse de nuevo en territorio filisteo. En esta ocasión el rey Akís de Gat lo acogió y le dio la ciudad de Ziqlag. Uno o dos años más tarde, cuando los filisteos se estaban preparando para luchar contra las fuerzas de Saúl, el rey Akís, invitó a David a ir con él, creyendo que había llegado a ser “un hedor entre su pueblo Israel”; pero los otros señores del eje de los filisteos no confiaron en David, así que, ante su insistencia, él y sus hombres volvieron a Filistea. En el siguiente conflicto con Israel, los filisteos consiguieron una victoria decisiva: Saúl y tres de sus hijos perecieron.
Finalmente, cuando se ungió a David como rey sobre todo Israel, los filisteos invadieron la llanura baja de Refaím (al SO. de Jerusalén), pero sufrieron una derrota humillante. Una ofensiva filistea posterior finalizó también en victoria israelita. Durante su reinado, David entabló numerosas batallas contra los filisteos y tuvo éxito en subyugarlos. Sin embargo, en una ocasión estuvo a punto de perder la vida.
Desde el reinado de Salomón en adelante. Durante varios años a partir de ese momento, no hay registro de guerras con los filisteos. Salomón, hijo de David, disfrutó de un reinado pacífico (1037-998 a. E.C.), y sus dominios se extendieron hasta la ciudad filistea de Gaza.
Unos veinte años después de la división del reino, los filisteos ocuparon Guibetón, ciudad asignada originalmente a Dan. Mientras los israelitas intentaban capturar esta ciudad, Baasá mató al rey Nadab de Israel y empezó a gobernar. Unos veinticuatro años más tarde, Guibetón todavía estaba bajo el control filisteo, y para ese tiempo, Omrí, el jefe del ejército de Israel, acampó contra ella.
Al principio del siglo X a. E.C. el faraón Sisaq de Egipto afirmó que había tomado Eqrón.
Parece ser que el rey Jehosafat (936-c. 911 a. E.C.) tuvo sometidos a los filisteos, pues le llevaban regalos y tributo; pero durante el reinado de su hijo Jehoram, los filisteos y los árabes invadieron Judá y se llevaron una cantidad considerable de despojo de Jerusalén. También se llevaron cautivos a las esposas e hijos de Jehoram, con la excepción de Jehoacaz, el más joven. Décadas después, el rey Uzías de Judá luchó contra los filisteos, capturó Gat, Jabné y Asdod, y hasta edificó algunas ciudades dentro del territorio filisteo. Sin embargo, durante el reinado de Acaz, nieto de Uzías, los filisteos capturaron varias ciudades israelitas y se pusieron a morar en ellas, desde el Négueb hasta el límite septentrional del reino de Judá.
El rey Hazael de Siria arrebató a Jehoás la ciudad de Gat poco después del año vigésimo tercero (876 a. E.C.) de este rey de Judá.
Los filisteos debieron recuperar el control de la ciudad más tarde, pues Uzías la capturó de nuevo en su campaña contra ellos.
En cumplimiento de una profecía de Isaías (14:28, 29), Ezequías (745 a. E. C), hijo de Acaz “derribó a los filisteos aun hasta Gaza”.
El rey asirio Sargón se jactó de conquistar Gat poco después de 740 a. E.C., y desde entonces no se hacen más referencias históricas a esa ciudad.
Las ciudades filisteas dominaron la región hasta la conquista asiria de Tiglatpileser III en el año 732 a. C. Seguidamente, fueron sometidas a los imperios regionales y parecen haber asimilado progresivamente las culturas dominantes.
En un prisma de piedra de Senaquerib de Asiria se menciona que “Mitinti de Asdod” le llevó regalos costosos y le rindió homenaje, y añade lo siguiente concerniente al rey Ezequías de Judá (745-717 a. E.C.): “Las ciudades que había pasado a saco desgajé de su país y las entregué a Mitinti, rey de As̆dod”. (La Sabiduría del Antiguo Oriente, edición de J. B. Pritchard, 1966, pág. 237.) Parece que para el tiempo de Jeremías (después de 647 a. E.C.) Asdod estaba en una condición debilitada, puesto que él habló del “resto de Asdod”. Nabucodonosor, cuya gobernación empezó en el año 624 a. E.C., hace mención del rey de Asdod como uno de los prisioneros en la corte de Babilonia.
Nabucodonosor saqueó Asquelón, al principio de su reinado (c. 624 a. E.C.)
Nabucodonosor II devastó el territorio filisteo en 604 a. E. C.
En el período postexílico, Asdod todavía constituía un foco de oposición para los israelita, y Nehemías reprendió con severidad a los judíos que se habían casado con esposas asdoditas, cuyos hijos hablaban “asdodeo, y no había ninguno de ellos que supiera hablar judío”.
332 a. E. C-El comentarista C. F. Keil observa: “Alejandro Magno y sus sucesores pusieron en libertad a muchos de los prisioneros de guerra judíos que estaban en sus tierras (compárese con la promesa del rey Demetrio a Jonatán [Jonatás]: ‘Pongo en libertad a los judíos prisioneros de guerra que se encuentran en nuestro territorio’, Ant., F. Josefo, XIII, 2, 3), y parte de las tierras filisteas y fenicias estuvieron por un tiempo bajo el dominio judío”. (Commentary on the Old Testament, 1973, vol. 10, “Joel”, pág. 224; compárese con Abd 19, 20.) Cabe mencionar también que Alejandro Magno capturó la ciudad filistea de Gaza. A muchos de los habitantes los mataron y a los sobrevivientes se les vendió como esclavos.
En la segunda mitad del siglo IV a. E.C., Alejandro Magno tomó Gaza después de un sitio de cinco meses (dos meses según Antigüedades Judías, libro XI, cap. VIII, sec. 4). Muchos de sus habitantes sufrieron una muerte violenta y se vendió a los sobrevivientes como esclavos. Pasaron más de doscientos años, y el judío Alejandro Janeo devastó por completo la ciudad después de un sitio de un año. (Antigüedades Judías, libro XIII, cap. XIII, sec. 3.)
Para dicho momento, parece que los filisteos ya habían perdido buena parte de su identidad cultural.
Durante el período macabeo, Judas Macabeo atacó la idólatra ciudad de Asdod (llamada Azotus) alrededor del año 163 a. E.C., y más tarde, hacia el año 148 a. E.C., la atacó por segunda vez Jonatán, el hermano de Judas, ataque en el que se quemó el templo de Dagón. (1 Macabeos 5:68; 10:84.)
Análisis recientes de ADN de individuos enterrados en la ciudad filistea de Ascalón muestran que los filisteos eran una población inmigrante en Oriente Medio y que sus parientes más cercanos se encontraban en Creta, Cerdeña, Grecia o incluso España, es decir, eran de origen europeo.
Se localizaron restos humanos de distintos períodos: sepulturas del Bronce Medio-Final (hacia 1650-1200 a. E. C.); tumbas infantiles datadas hacia 1100 a. E. C. y tumbas filisteas individuales en una necrópolis del Hierro final (hacia los siglos X y IX a.C.). O sea, muestras desde cerca de 1650 a 850 a. E. C.
Los filisteos generalmente enterraban a sus muertos en fosas individuales y con sus propios objetos funerarios, por ejemplo un pequeño frasco cerámico que contenía perfumes y que se depositaba junto a la nariz del difunto.
En la actualidad, los investigadores han realizado análisis de ADN a diez individuos pertenecientes a cada uno de estos períodos y los resultados parecen sostener la teoría del origen extranjero de estas personas, pero también revelan que los odiados filisteos mantuvieron relaciones sexuales con las poblaciones locales.
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