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domingo, 29 de enero de 2023

LOS CÁNTABROS.

Fue el nombre dado por los romanos a un conjunto de antiguos pueblos que habitaban en el norte de la península ibérica y cuyo territorio se extendía en tiempos de las guerras cántabras por la práctica totalidad de la comunidad autónoma de Cantabria, el norte de la provincia de Burgos y de Palencia, el noreste de la provincia de León, el este del Principado de Asturias y la parte más occidental de Vizcaya. Tenía por ciudad principal Amaya y eran vecinos de autrigones, turmogos, vacceos y astures.





Idioma oficial: Celta o europeo precelta. Primeras referencias en 195 a. e. c.

Habitantes: Etnia de los celtas. Tribus: avariginos, blendios, concanos, coniscos, orgenomescos, plentusios, tamáricos, vadinienses y morecanos.

El mayor hallazgo arqueológico de esta época desconocida es el castro de Los Baraones (Valdegama), en el núcleo del antiguo territorio cántabro, con 7 capas que van desde el 1200 a. e. c. hasta el 400 a. e. c.

                             En rojo el lugar del yacimiento.

Durante la Edad del Bronce, por lo tanto, parece improbable hablar de un pueblo cántabro sino de un pueblo o pueblos, culturalmente desconocido precántabro.

Es probable que se definieran como pueblo entre los siglos VIII y IV a. e. c.

Pueden rastrearse documentalmente hasta el siglo III a. C. 

Descripciones en las fuentes clásicas

La primera cita histórica documentada sobre este pueblo nos la proporciona Catón el Viejo en su obra Orígenes, de la que se conservan varios fragmentos. Uno de ellos habla de la campaña que el propio Catón realizó por la Península Ibérica cuando era cónsul en el año 195 a. C. Dice:

«[...] fluvium Hiberum: is oritur ex Cantabris, magnus atque pulcher, pisculentus.»

«[...] el río Ebro: nace en tierra de cántabros, grande y hermoso, abundante en peces.»

Marco Porcio Catón, "el Viejo". Orígenes (VII), 195 a. C.

Este tipo de referencias nos muestra que la denominación de estos pueblos como Cantabri era conocida en el siglo III a. C., lo que permitiría datar su génesis entre finales de la Edad de Bronce y principios de la Edad de Hierro. A partir de ese escrito de Catón, las citas de historiadores y geógrafos griegos y latinos son numerosas, sobre todo durante su resistencia en las guerras cántabras, nombre con el que se conocen las guerras de cántabros y astures contra Roma.

Nos han llegado algunos fragmentos que describen a estos indómitos pueblos, como el verso del poeta Horacio: «Cantabrum indoctum iuga ferre nostra», que significa «El cántabro, no enseñado a llevar nuestro yugo», o el extracto del geógrafo romano Estrabón que se recoge a continuación:

"Estos se alimentan, en dos tiempos del año, de bellota, secándola, moliéndola y haciendo pan de la harina. Forman bebida de cebada; tienen poco vino, y el que llega lo consumen luego en convites con los parientes. Usan manteca en lugar de aceite. Cenan sentados, dispuestos a este fin asientos en las paredes. La edad y la dignidad llevan los primeros lugares. Mientras se sirve la bebida bailan a son de gaita y de flauta. Vístense todos de negro con sayos, de que forman cama, echándolos sobre jergón de hierbas. Tienen vasos de cera como los celtas, y las mujeres gastan ropas floridas o de color de rosa.

En lugar de dinero conmutan una cosa por otra, o cortan algo de una lámina o plancha de plata.

A los condenados a muerte los precipitan desde una roca, y a los patricidas los cubren de piedras fuera de sus términos o de sus ríos.

Los casamientos son al modo de los griegos; y a los enfermos los sacan al público, como los egipcios, a fin de tomar consejo de los que hayan sanado de semejante accidente.

Hasta el tiempo de Bruto usaban barcas de cuero; ya tienen algunas de troncos de árboles.

La rusticidad y fiereza de sus costumbres proviene no sólo de las guerras, sino de vivir apartados de otras gentes, y faltando comunicación falta también sociedad y humanidad. Hoy se ha remediado algo por el trato con los romanos después de sujetarlos Augusto; pero los que tienen menos comunicación son más inhumanos, contribuyendo para ello la aspereza de los montes en que viven.

Lávanse con orines que dejan pudrir en las cisternas, y hombres y mujeres se limpian con ellos los dientes.

Las madres mataban a los hijos en tiempo de la guerras cántabras para que no cayesen en manos de sus enemigos. Un mozo, viendo a sus padres y hermanos prisioneros, los mató a todos por orden del padre, que le dio el hierro para ello. Otro, llamado a un convite, se arrojó en el fuego.

Parécense a los celtas, a los de la Thracia y Scitia.

Las mujeres labran los campos, y cuando paren hacen acostar a los maridos y ellas les sirven. Cuéntase también en prueba de la demencia cantábrica que algunos, viéndose clavados en cruces por sus enemigos, cantaban alegremente, lo que indica fiereza.

De una hierba semejante al apio forman un veneno activísimo que mata sin dolor, y lo tienen a la mano para usarlo en cualquier adversidad, especialmente por si daban en manos de romanos.

Otras cosas, dice, usan no tan de fieras, como es que el varón dota la mujer; que instituyen herederas a las hijas y éstas casan a los hermanos, lo que no es muy civil por incluir algún imperio de la mujer sobre el hombre."

Enrique Flórez — Estrabón. La Cantabria, 1768.

Estela cántabra de Barros (Cantabria). De piedra arenisca y con espigón de base, sus dimensiones son de 1,70 m de diámetro y 0,32 m de espesor.

Origen

El estudio de los yacimientos arqueológicos de la zona donde actualmente se cree que se asentaron los cántabros revela, sobre un substrato neolítico , objetos de factura característica de poblaciones de la región del Danubio y la cultura funeraria de Campos de Urnas que podrían haber llegado durante el Bronce para asentarse posteriormente, en torno al alto Ebro.

Tanto los gentilicios usados por algunas tribus o clanes cántabros —en particular el de los orgenomescos/¿argentomescios? desplazados finalmente al interior más montano—, así como los cultos equinos, son similares a los de los sármatas y Moesios, Mekhi o Micénicos. Estos últimos, de lengua indoeuropea también, procedían de las regiones al norte del Danubio y emigraron a lugares muy remotos conservando sus nombres originales o variantes, según James P. Mallory. Aunque lo expuesto anteriormente no permite precisar con certidumbre la procedencia original de estos grupos, estudios genéticos realizados en la actual población de la región, detectan en los genes masculinos un porcentaje mayoritariamente afiliado al haplogrupo R-SRY2627 de procedencia europea, -con origen entre el Paleolítico Superior final y el Neolítico-, y en menor medida al haplogrupo E E-M81 procedente del norte de África. Entre los Pasiegos cántabros vinculados a los Pésicos astures se ha detectado la presencia en un 41% del haplogrupo E3B de claro origen africano -cultura de ganaderos vacunos del sáhara- playa nabta,  precursores de los antiguos egipcios y bereberes; relacionados con la cultura megalítica y que se caracterizaban por una alto desarrollo de la astronomía y la cantería monumental. 8,6 % del Haplogrupo E3B en Cantabria. La presencia simultánea de estos haplotipos de procedencia africana entre la población masculina es considerada originaria, y la gran variedad de procedencia de los haplogrupos mitocondriales entre los que destacan los usualmente encontrados en el norte de África, sugieren varios posibles influjos sucesivos de poblaciones celtas cercanas a los Ilirios que podrían proceder de la región del Mar Egeo, Macedonia, Bulgaria, Albania y la antigua Tracia donde tales genes se encuentran hoy también. Alternativamente, algunos de estos subgrupos genéticos de procedencias tan dispares pudieron haber llegado posteriormente a Cantabria durante el dominio cartaginés o romano de la península ibérica, incluso durante la breve dominación musulmana sobre la zona sur de la región.

En el pueblo pasiego las pruebas en 2001 a 32 personas, determinan que el 30 por ciento de los participantes en el estudio pertenecen al haplogrupo R1a, cuando en el resto de España la prevalencia apenas alcanza el 2 por ciento.

Esto avalaría las teorías que sitúan a los pasiegos como un pueblo nómada procedente de Europa oriental o de Asia, donde este haplogrupo es predominante, aunque no se sabe cuándo y cómo llegaron a asentarse en la zona de la península ibérica.

Hasta el momento, se han realizado pruebas de ADN a 32 personas y todavía se van a realizar otra decena de test. Los resultados del estudio se pondrán a disposición de aquellos que investigan sobre el origen del pueblo pasiego.

"Se ha analizado la variabilidad del ADN mitocondrial de los restos humanos recuperados de la cueva de El Mirón (Ramales de la Victoria, Cantabria). Aunque se trata de una muestra pequeña, tiene gran importancia para ampliar nuestro conocimiento sobre los grupos de cazadores-recolectores de la región cantábrica. El linaje mitocondrial obtenido en El Mirón, corresponde al rCRS perteneciente al haplogrupo H. Hasta el momento, este linaje mitocondrial solo se ha detectado en otro cazador-recolector procedente de la cueva de la Pasiega, también en Cantabria; sin embargo sí se ha encontrado en los agropastoralistas de la franja cantábrica y de otras regiones de Europa, lo que lo que nos lleva a proponer que la diversidad del haplogrupo H aumentó a partir del Neolítico.

Los datos del ADNmt de los individuos cazadores recolectores de la región cantábrica existentes hasta el momento (El Mirón, La Pasiega, La Chora, Erralla, Aizpea y La Braña) (Hervella et al. 2012; Sánchez-Quinto et al. 2012), constituyen una limitada muestra, en la que se observa una gran diversidad haplotípica [5 linajes mitocondriales diferentes obtenidos de 6 individuos (0.9833 ± 0.1217)], que no obstante se clasifica en solo dos haplogrupos diferentes: H y U5 .

El haplotipo mitocondrial del individuo de El Mirón se ha encontrado asimismo en la cueva de La Pasiega (Puente Viesgo, Cantabria). Sin embargo, el resto de los individuos cazadores-recolectores de esta región, La Chora (Cantabria), Erralla (Gipuzkoa), Aizpea (Navarra) y La Braña (León), son portadores de otros haplotipos mitocondriales diferentes (Hervella et al. 2012; Sánchez-Quinto et al. 2012). La Chora presenta el haplotipo ht24 clasificado dentro del haplogrupo H6, Erralla el haplotipo ht21 que pertenece al haplogrupo U5, Aizpea presenta el haplotipo ht25 perteneciente al haplogrupo U5b1 y La Braña presenta el haplotipo ht26 clasificado dentro del haplogrupo U5b2c1.

En los grupos cazadores-recolectores de finales del Paleolítico Superior de Centro Europa (n = 22) y Escandinavia (n = 19) (Bramanti et al. 2009; Malmström et al. 2009; Skoglund et al. 2012; 2014) no se ha encontrado ningún individuo que presente el haplotipo ht2 descrito en El Mirón (y en La Pasiega), ni tampoco se han encontrado los haplotipos obtenidos en La Chora, Aizpea y La Braña (pertenecientes a los haplogrupos H6 y U5) (Tabla 2). Sin embargo en los cazadores–recolectores europeos sí se ha hallado el haplotipo mitocondrial descrito en Erralla (ht21, haplogrupo U5).

En los cazadores-recolectores de la región cantábrica encontramos un 50% del haplogrupo H y un 50% del haplogrupo U (todos U5) "

(Fuente: "El ADN mitocondrial de los cazadores-recolectores de la región cantábrica: nueva evidencia de la cueva de El Mirón (Ramales de la Victoria, Cantabria, España") 

Montserrat Hervella Afonso

Universidad del País Vasco (UPV/EHU), Facultad de Ciencia y Tecnología. Departamento de Genética, Antropología Física y Fisiología Animal.)

El clan dominante en la zona más fértil y de acceso a los pasos de altura, los plentusios/¿plentuish?, está relacionado con la cultura posterior de La Tène (480-50 a. e. c.), propiamente céltica y proveniente del bajo Rin. Pudiera ser de las primeras tribus desalojadas por tribus germanas con anterioridad al 300 a. e. c. Estos son, quizás, similares en etimología e identidad a los Pelendones celtibéricos entre los ríos Ebro y Duero.

Concanos, coniscos, salaenos y otros pueblos pudieron haber sido relegados a zonas menos favorables de pastoreo. Dentro de la comunidad tribal al parecer representan grupos célticos del Hallstatt (800 - 500 a. e. c.) o gentilidades matriarcales paleolíticos afines a los vascos como señala Joaquín González Echegaray.


IDIOMA.

Los cántabros hablaban una lengua aún desconocida cuyos restos se conservan en algunas inscripciones ya romanizadas. A partir de estos restos y de la toponimia de los lugares que ocuparon se han formulado dos corrientes. 

  1. Hablaban una lengua preindoeuropea preceltica, quizá similar o de parecido origen al protovasco. 
  2. Los cántabros terminaron por estar altamente influidos por la cultura celta, y su lengua era fundamentalmente céltica, y por lo tanto indoeuropea, con escaso o incluso nulo sustrato preindoeuropeo. Cabe destacar que el mismo término "cántabros" esta formado por la raíz celta "kant-" (roca, piedra, peñasco) y el sufijo "abr-", siendo los dos muy comunes dentro de las lenguas indoeuropeas. La conjunción del mismo significa algo como "pueblo/tribu que habita en las peñas" o "montañeses". Otro argumento de gran peso para recalcar el origen indoeuropeo / celta de los cántabros: Siempre aparecen luchando al lado de pueblos como los vacceos (celtas) o los aquitanos (indoeuropeos), mientras que los autrigones y berones apoyaron siempre a Roma.

TRIBUS CÁNTABRAS.

Varias fuentes clásicas citan siete tribus cántabras. Sin embargo, dos más aparecen documentadas únicamente en Mela (avariginos y salaenos), una más en Estrabón (coniacos) y la existencia de dos más se infiere por el vacío en las fuentes y los datos arqueológicos (noegos y moroecanos).

Los avariginos eran una de las tribus centrales de la antigua Cantabria, en torno a algunos tramos del río Nansa. Su posición exacta está discutida. Fueron citados únicamente por el historiador romano Mela.  Vivían en pequeños poblados sobre las colinas, circunstancia que les daba ventaja a la hora de vigilar los valles.

En su vida cotidiana comían según su orden jerárquico y edad, en bancos corridos junto a los muros de sus viviendas, y pasándose los alimentos unos a otros. Sus recipientes o vasijas eran de madera, calentado su contenido con piedras o cantos sacados de la hoguera que introducían en los mismos. Esta práctica se sigue utilizando hoy en día por los pastores de la montaña en Cantabria. Dormían sobre camas de paja, se lavaban con agua fría y utilizaban su propia orina para limpiarse la boca. Sus adornos eran de gran belleza, destacando hebillas de bronce, alfileres y arracadas de oro en forma de luna.

Los blendios o plentusios habitaron la zona central de la actual Cantabria, desde Campoo hasta la costa. En su territorio se libró la batalla por Aracillum y se construyó Portus Blendium. Se cree que los pobladores de la zona donde se asentó Julióbriga también eran blendios. Liderados por el temible Caudillo Numa.

Los camáricos o tamáricos eran una tribu cántabra que habitaba las tierras de la meseta, ya en el norte de la actual provincia de Palencia.

Los concanos eran una de las tribus antiguas existente en el territorio de la actual Cantabria. Su capital era la ciudad de Concana, que el geógrafo alejandrino Ptolomeo sitúa en el mismo meridiano que Julióbriga, siendo la ciudad más septentrional de Cantabria según este, pero la misma longitud la atribuye Ptolomeo a Lucentum (Alicante), lo que exige prevenirse ante la inexactitud de su obra.
Actualmente su situación es desconocida. Algunos autores han señalado erróneamente su relación con el topónimo Santillana, en realidad procedente del hagiónimo Santa Juliana. Para otros, podría estar localizada en Liébana, cerca del actual pueblo de Congarna, ya que los datos aportados por Ptolomeo pudieran ser erróneos debido a la concepción especial del mapa de Cantabria que este poseía.

Los coniacos, que habitaban junto a los plentusios las fuentes del Ebro según Estrabón. Probablemente la voz coniacos sea una desfiguración o variante de la de concanos, y éstos sean en realidad el mismo pueblo.
Los coniscos habitaban, según se deduce actualmente de las fuentes clásicas, la zona oriental de la actual Cantabria, en el valle del Asón y el norte de la actual provincia de Burgos. El primer vestigio de los mismos esta datado del año 1650-1400 a.C. En la cueva de Liusa, en Ogarrio, se encontraron tres espadas de bronces con remaches de plata, creyéndose que este conjunto se trataba de un ajuar funerario. Se sabe que las armas que portaban los Coniscos son la falcata, hacha de doble filo, maza de madera, lanza y escudo.

Mis antepasados de Laredo pudieron pertenecer a esta tribu cántabra.

Los orgenomescos eran una tribu cántabra asentada en el norte de España, entre el río Sella en Asturias y la zona oeste de Cantabria. Su nombre proviene del céltico org-no - golpear, matar, saquear, y mesk - locura, borrachera; por lo que se puede traducir su nombre por «los que se embriagan en la matanza».

Siendo esta tribu dirigida por un terrible guerrero llamado Corocotta. Es bien conocida la valentía y el coraje de este gran líder cantabro, ya que no se sabe bien si por arrogancia o por otros motivos, fue capaz de entregar el mismo su propia cabeza ante el emperador Augusto para cobrar la recompensa de 200.000 sextercios. Este acto dejo tan impresionado al emperador que le perdono la vida y le dio la recompensa.

Los salaenos, que vivían junto al río Saunio, sobre el que existen diversas hipótesis. Tan solo han sido mencionados por Mela.

Esta tribu surgió como una división de los cántabros orgenomescos. Tenían como capital la desaparecida población de Octaviolca y extendían sus dominios hasta Colunga, Arriendas y Llanes.

Los vadinienses fueron una tribu cántabra. Su nombre procede de la ciudad de Vadinia, de la cual se desconoce el emplazamiento aunque se discuten diversas posibilidades. Su ámbito geográfico abarcaba el oeste de Cantabria, el este de Asturias y el noreste de León (España). Dentro de la tribu se pueden distinguir cuatro clanes: arcaedunos, aroniaecinos, cantianos y corovescos. La tribu vadinense, como los demás pueblos cántabros y astures, combatió en un principio contra las tropas romanas, si bien al final aceptaron su dominio y cultura.

Los vellicos, en cuyo territorio estaba la ciudad de Vellica. Si el documento llamado Itinerario de Barros es fiable, pueden atribuírseles una larga serie de asentamientos castreños importantes, que los convertirían en una de las mayores tribus de la antigua Cantabria.

CIUDADES.


La antigua Cantabria puede dividirse en un territorio litoral o cimentano (litoral de Cantabria y de Asturias hasta el río Sella) y otro interior o cismontano (norte de Palencia y Burgos y sur de Cantabria). Se conocen las siguientes ciudades documentadas por los romanos en el territorio de la Antigua Cantabria:
CiudadCoordenadasTribuFuente coetáneaIdentificación actual
Aracillum¿C. cismontana?BlendiosLucio Anneo Floro¿Aradillos? ¿Castro de la Espina del Gallego?
Argenomescon12º / 44º 30'. C. cismontana​Ptolomeo
Amaya
Iuliobriga12º 10º / 44º. C. cismontana​PlentusiosPtolomeoRuinas de Julióbriga
Kamarica11º 45' / 44º 12'. C. cismontana​CamaricosPtolomeo
Konkana12º 10' / 44º 40'. C. cismontanaConcanosPtolomeo
Moreca11º 45º / 43º 50'. C. cismontana​MorecanosPtolomeo
Noega UcesiaC. cimentana¿Noegos?Ptolomeo
Octaviolca12º 40' / 44º 45'. C. cismontana​¿Orgenomescos?Ptolomeo¿Yacimiento arqueológico de Camesa-Rebolledo?
Vadinia11º 20' / 44º 25'. C. cismontana​VadiniensesPtolomeo
Vellica12º / 44º 25'. C. cismontana​VellicosPtolomeo
Además los cántabros disponían de una serie de castros menores y asentamientos desperdigados por toda su geografía.

Era costumbre entre los antiguos cántabros vivir en la zona sur de lo que hoy conocemos como "Cantabria", ya que el clima era menos riguroso y sus montes eran menos escarpados. No obstante, y contradiciendo muchas teorías, se han encontrado diferentes asentamientos cerca del mar: Castilnegro (Peña Cabarga), Peña Samano (Castro Urdiales) o La Garma (Omoño). Se cree que muchas de las tribus cántabras poseían una estructura claramente matriarcal, aunque no todas. En las que sí, las mujeres eran las encargadas de los cultivos y de la gestión del terreno, mientras que el hombre se dedicaba a la caza y a la guerra. La descripción del cántabro modelo era de un hombre fuerte y fornido, siendo una de las definiciones más curiosas la del poeta Silo Itálico, el cual hace referencia a un grupo militar cántabro dentro de las Guerras Púnicas, como no englobados en el bando de Anibal.

El miembro más destacado de esa milicia se llamaba Laro del que decía que "El cántabro Laro, aún desprovisto de dardos seguía siendo temible por la naturaleza de sus miembros y su gran corpulencia". Se sabe que dormían en el suelo, que se bañaban con agua fría y que comían una sola vez al día de manera abundante. Además eran aficionados a los bailes a los juegos atléticos y militares. Por desgracia para ellos se dice que sus conocimientos sobre medicina eran muy precarios, llevando a sus enfermos a los caminos a ver si alguien de los que por allí pasasen podría auxiliarle. Los romanos siempre achacaron sus bárbaras costumbres a varios factores: su carácter guerrero, la incomunicación de sus tierras y a la dureza del clima.

Aún así, no se tendría referencia alguna sobre los cántabros inmersos en una guerra hasta el año 151 a. e. c, en la campaña de Lúculo, siempre obviando algo evidente como fue la participación de los mismos en las guerras Púnicas. Por suerte o por desgracia para este pueblo, ha sido mencionado en decenas de conflictos entre los diferentes pueblos celtas contra Roma. La siguiente afirmación de Silio Itálico en el siglo III (326-331 d. e. c) nos da a entender la fiereza de nuestros antepasados:

"El cántabro, invencible ante el frío, el calor y el hambre, se lleva antes que nadie la palma en toda clase de trabajos. ¡Admirable amor a su pueblo! Cuando la inútil edad senil comienza a encanecerle, pone fin a sus años, ya no aptos para la guerra, envenenándose con el tejo. Para él es imposible vivir sin la guerra, pues toda la razón de su vida la pone en sus armas, considerando un castigo vivir para la paz."

RECURSOS.


Sus recursos no eran ilimitados, consecuencia de varios factores como el clima, el terreno, etc. Debido a esto, por ejemplo, su nivel agrícola era bastante precario, y por esto su productividad era escasa. Su aportación agrícola o vegetal más importante venia de la recolección. Bayas, frutos, avellanas, castañas, nueces… el territorio que ellos poblaban eran rico y abundante en este tipo de alimentos. Además, su aporte energético más importante era la carne. La ganadería de las diferentes tribus, en muchas ocasiones, era de cabras. Este animal se adaptaba por completo a las duras condiciones que reinaban. Les proporcionaba leche, carne y una excelente piel con la que cubrirse. No obstante existen evidencias claras de que los cantabros se dedicaban a la pesca, marisqueo y caza de jabalís y corzos. Una de las prácticas que les proporcionaba beneficio era el pillaje. Las incursiones para robar ganado, pieles, alimento, eran constantes. Entre ellos solía haber cierta tendencia a respetarse, mientras que los autrigones, vacceos y turgomos eran sus victimas habituales. Todo por la supervivencia., y por que no por fastidiar a las tribus vecinas. Se sabe que también en aquella época tuvieron relaciones comerciales con otros pueblos de diversos orígenes: celtas, iberos, e incluso culturas extranjeras como por ejemplo pueblos de las islas británicas. Claro ejemplo de este comercio es el conocido "Caldero de Cabarceno". Expertos coinciden que esta maravilla de bronce puede proceder de irlanda o territorios cercanos.

RELIGIÓN.


Era común que todas las tribus del territorio venerasen a todo tipo de elemento natural: el sol, los montes, los lagos, los bosques… Uno de sus dioses más representativos, por los descubrimientos realizados hasta ahora, es un posible dios solar. Las estelas encontradas en Barros, Lombera y Zurita hacen entender que el astro rey era blanco de sus plegarias. Se cree que estos monumentos fueron creados antes del dominio romano en Cantabria, aunque también existe constancia de elementos religiosos de este tipo bajo el yugo de Roma. Por ejemplo, trasladándonos al municipio de Cabezón de Liébana podemos ver que existe una estela discoidea con inscripciones latinas. En la actual Cantabria y provincias limítrofes (Palencia, Burgos) se han encontrado infinidad de elementos que nos descubren la variedad de dioses que los antiguos cantabros adoraban: Existía un dios todopoderoso que con el paso del tiempo fue asimilado con el Júpiter romano. Cabe destacar que de este último se encontró una escultura de bronce en Herrera de Camargo, la cual le rendía culto. También nos encontramos con el dios "Erudinus" a quien se veneraba en el monte Dobra (Torrelavega). Se cree que uno de los iconos religiosos de la Edad de Hierro se llamaba "Cantabria", y no era un dios, sino una diosa tal vez relacionada con el culto a la Luna. Se encontró un ara en el Danubio dedicada a Cantabria. ¿Por qué tan lejos?, recordemos que los cantabros estuvieron enrollados en infinidad de guerras fuera de nuestras fronteras. Hablando de guerra, no debemos de olvidar a un dios de la guerra, que más tarde seria asimilado como Marte, al cual se le ofrecían en sacrificio cabras, prisioneros y caballos. Se encuentra reconocido el hecho de que los cantabros ofrecían prisioneros en gran número a sus dioses para ganarse su beneplácito.

Siguiendo con los numerosos objetos relacionados con la religión en Cantabria nos desplazamos hasta el Monte Cildá. Allí se encontró un ara dedicada a la diosa Mater Deva, diosa conocida en el entorno celta y relacionada con el elemento del agua. Gracias al nombre, podemos establecer un nexo entre el río Deva y el poder de sus aguas. Este afán de veneración al agua no solo se practicaba en el interior, sino también el la costa. En la zona de Castro Urdiales fue encontrado una pequeña escultura de bronce de la cual se cree que esta dedicada al dios del mar. Nuestro "neptuno" (asimilación posterior) cantabro es un joven imberbe con un collar en forma de media luna. Además aparecen otros elementos clásicos como pueden ser el delfín en la mano y el tridente en la otra. Con esta figura dejamos atrás una breve introducción sobre los diferentes dioses y su asociación, pero ¿Qué se sabe de los rituales funerarios en Cantabria?. Existe la tendencia a pensar que las cuevas que recorren nuestro territorio eran tomadas como parte fundamental en ritos funerarios, aunque de la forma o conjunto de los enterramientos tampoco hay gran información. Se presupone que los difuntos que no yacían en el campo de batalla eran incinerados. Los que allí morían era dejados, al aire libre, para que los buitres abriesen sus entrañas y transportase su alma al cielo (Estela de Zurita). Por otro lado, en varias lápidas encontradas por todo el territorio, aparecen animales como ciervos o caballos, interpretando que las antiguas tribus pensaban que estos animales también transportarían el alma a un lugar mejor. Bárbaros o no, se sabe a ciencia cierta que los cantabros tenían un lado espiritual bastante fuerte, que unido a su ansia de libertad e independencia hacían de cualquiera de ellos el guerrero perfecto, consciente de que el morir por su tierra era su destino.


ARA DEL MONTE DOBRA
Ara funeraria del Monte Dobra
En este pico Hermilio Alcalde del Río encontró en 1925 un ara, un altar dedicado al dios indígena Erudino (contiene una inscripción a deo Erudino) y datado originalmente en el año 399 d.C y en el 161 d.C a partir de la década de 1990.
La fórmula interpretada es la siguiente:

CORNE(lius) VICANVS

AVNIGAINV(m),

CESTI (i) F(ilius) ARA(m)

POSSUIT DEO

ERUDINO, X K(alend)is

AVGVS(sti) MA(nlio) EV(tropio) CO(n)S(ulibus)

Así mismo, la inscripción está ligada al grupo parietal Aunigainum, del cual se ha especulado que demuestra la pervivencia de rasgos culturales cántabros en la Cantabria romanizada.

Fuentes:
  • http://www.regiocantabrorum.es/historia/los_cantabros_antes_de_roma
  • Wikipedia.
  • https://seaf.es/images/seaf/papers/vol35/reaf_35_hervella.pdf
  • https://cadenaser.com/emisora/2021/04/08/radio_santander/1617888903_654810.html



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