Alrededor del año 1 d. E. C., es probable que formas antiguas del euskera se hablaran no solo en los territorios mencionados, sino más allá de sus actuales fronteras, ocupando un espacio geográfico delimitado aproximadamente por el cauce de los ríos Garona en Francia y Ebro en España.
La extensión del euskera arcaico en el año 1 d. C., según Luis Núñez Astrain.
La historia interna del euskera se suele clasificar en los siguientes periodos:
Al igual que el resto de Europa occidental, son tres los grupos que se asentaron en la región hace más de 2.000 años: la cultura yamna (posible origen de los idiomas indoeuropeos), los granjeros anatolios y los cazadores recolectores occidentales.
Preprotoeuskera: reconstrucción deductiva realizada entre otros por Joseba Lakarra, Joaquín Gorrochategui e Iván Igartua del euskera hablado en tiempos anteriores a la llegada de los celtas. Si tenemos en cuenta la teoría de las 3 migraciones del pasado al continente europeo, y descartamos la de los yamnaya que trajeron las lenguas indoeuropeas quedan:
Los nativos cazadores-recolectores que poblaban Europa Occidental que llegaron primero.
Es bastante probable que sobre el 2.200 o 2.000 a. E. C. descendientes de Tarsis (quizás acompañados de otros descendientes de Jafet) (estos serían los llamados aquí nativos cazadores-recolectores), migraran hacia Europa trayendo la lengua de confusión originaria de Babel, al norte de España, este sería el preprotoeuskera. Y posteriormente se dividiera entre el aquitano y el ibero.
Y los descendientes de los primeros agricultores de Oriente Medio (actuales Siria, Irak, Israel) que migraron hace miles de años.
Protoeuskera: reconstrucción realizada por Koldo Mitxelena (y, en menor medida, por Larry Trask) del euskera hablado desde el siglo V a. C. hasta el año 1 aproximadamente.
La Sociedad de Ciencias Aranzadi realizó trabajos de recuperación del castillo medieval y a partir de 2017 localizó, a pie del castillo, un poblado de la Edad del Hierro datado en el siglo I a. C. que se ubicaba en territorio que las fuentes clásicas atribuían a los vascones. El yacimiento ha sido excavado y estudiado por Aranzadi desde ese año y en él se han encontrado multitud de piezas arqueológicas. El 14 de noviembre de 2022 el Gobierno de Navarra comunicó oficialmente un hallazgo de excepción realizado en dicho yacimiento.
En la campaña dirigida por Mattin Aiestaran se encontró una pieza de bronce con forma de mano derecha extendida con una escritura en el dorso realizada en caracteres paleohispánicos, anterior a la llegada de los romanos a la península, en una lengua definida por los especialistas en epigrafía y lingüística como «vascónica», y relacionada con la lengua vasca actual.
La transcripción de los caracteres hallados en la pieza ha dado el resultado de poder entender la primera palabra desde la similitud con el euskera actual, dicha palabra se transcribe como "SORIONEKU" relacionada con el actual zorionak que en castellano es 'buena suerte'. El resto del texto todavía está sin descifrar.
Esta palabra se convierte en el primer rastro escrito en lengua vascónica y además escrito en un signario que es también vascónico, con un sistema gráfico derivado del sistema ibérico, en el que se ha añadido o adaptado algún signo para marcar algún sonido o fonema vascónico que no existe en el signario ibérico.
“Los vascones seguramente aprendieron a escribir de los íberos, al igual que hicieron los celtíberos; pero es que los íberos aprendieron de los pueblos del sur, y éstos a su vez aprendieron de los fenicios”, apunta Velaza. Es decir, la mano de Irulegi viene a demostrar el continuo contacto entre culturas y pueblos que se dio en la Antigüedad en la zona de la actual Navarra.
Mapa de las escrituras paleohispánicas. Joan Ferrer i Jané / Fontes Linguae Vasconum
Según estudios epigráficos recientes, la presencia del euskera en el norte de la provincia de Soria es anterior a que se impusiese una lengua céltica y después latina, es decir, anterior a los otros hallazgos epigráficos.
El aquitano histórico sería sucesor o descendiente directo del protoeuskera, reconstrucción deductiva realizada por Mitxelena del euskera desde la llegada de los celtas hasta el primer contacto con el latín. En muchos casos los testimonios del aquitano igualan a los del protoeuskera, por lo que las diferencias entre el protoeuskera y el aquitano parecen menores que las existentes entre protoeuskera y euskera moderno.
El euskera se habría desarrollado desde muy antiguo por pueblos asentados durante el paleolítico superior en lo que actualmente es el suroeste de Francia y norte de la península ibérica. La evidencia disponible es que, en tiempos romanos, los habitantes de la zona comprendida entre el río Garona al norte y la sierra de la Demanda al sur hablaban una lengua que parece ser claramente un antecesor del moderno euskera, lengua que se denominó aquitano.
El ibero pertenecería también a este grupo de lenguas que descendían del preprotoeuskera, y sería, por decirlo así, "prima" del euskera o aquitano de época romana.
Algunas palabras en ibero y euskera son similares, como "adin" y "edad", "aur" y "haur", "ba" y "bai", "bi" y "biga", "irur" y "hiru", "laur" y "lau", "borste" y "bost".
Comparación de palabras ibero y euskera
Ibero: -atin: Euskera: adin, que significa "edad" en castellano
Ibero: aur: Euskera: haur, que significa "niño" en castellano
Ibero: ba: Euskera: bai, que significa "si" en castellano
Ibero: bai: Euskera: ibai, que significa "río" en castellano
Ibero: bi: Euskera: bi, que significa "dos"
Ibero: irur: Euskera: hiru, que significa "tres"
Ibero: laur: Euskera: lau, que significa "cuatro"
Ibero: borste: Euskera: bost, que significa "cinco"
Fonéticas
sistema de cinco vocales en oposición fonológica: /a/, /e/, /i/, /o/ y /u/
no hay [w] antes de vocal
ausencia de [l] final
no hay vibrante (r) en inicio de palabra
ausencia de consonante tras (s) inicial
ausencia de grupos de más de dos consonantes
no existen grupos silábicos formados por consonante oclusiva más vibrante o lateral más vocal (tales como "bra" o "cle") ni en protovasco ni en íbero. La estructura silábica es (C)-V-(S) en ambas lenguas, siendo C cualquier consonante, S una sibilante (s, z,...) o sonorante (n, r) y V un núcleo vocálico (formado por una vocal o diptongo decreciente).
existen dos fonemas róticos en oposición fonológica, se ha propuesto que en ambas lenguas uno sea vibrante simple [ɾ] y otro múltiple [r] ((r) fuerte heredado por el castellano), pero su valor en íbero está por determinar.
hay dos sibilantes en íbero que se ha propuesto paralelizar con las dos series de sibilantes vascas. Cabe decir que el sonido apicoalveolar [s] de las lenguas ibéricas, incluyendo el vasco, es relativamente extraño fuera de la península ibérica.
inexistencia de las labiodentales sorda /f/ y sonora /v/
Morfológicas
etnónimos y gentilicios en -tar, tanto en aquitano "-tar" y "-thar" como en vasco "-tar", "-ar"
genitivos quizás en -en [la identificación de -en como genitivo en ibérico es una conjetura y es ampliamente discutida]
plurales quizás en -k [identificación conjetural para el ibérico, todavía discutida]
ablativo quizás en -te [identificación conjetural para el ibérico, todavía discutida]
alternancias similares del tipo ibérico "-ildun/iltu-/iltur-" y vasco "egun/egu-/egur-"
presencia de prefijos i-, b-, ba-, da- (cuyas funciones en íbero aún no son bien entendidas)
presencia de sufijos -la. -ra, -k, -ik (cuyas funciones en íbero aún no son bien entendidas)
Sintácticas
anteposición del genitivo
orden substantivo - adjetivo
Léxicas
"ilti/iltiŕ" ILI/ILER ciudad ibérico con "iri" (<*ili) ciudad en euskera
"beleś/bels" se puede comparar con el aquitano "Belex", "-bels" y el vasco "beltz" negro (téngase en cuenta que hay indicios de que en la grafía aquitana el signo X se usaba para ts/tz y que este uso de X se observa en algunos textos vascos medievales).
"ilun" oscuro en vasco e "Ilunn-" en aquitano con el ibérico iltun (-illun en alfabeto latín e ildun en alfabeto griego), aunque el significado "oscuro" en íbero se considera improbable.
el íbero "-atin" con el aquitano "Dannadinnis" y el vasco "adin" edad
"śalir" quizás unidad monetaria en ibérico con "sari" (<*sali) valor, precio en euskera tal y como propuso Mitxelena.
"ekiar/ekien" quizás él ha hecho en ibérico con "egin" hacer / egian él lo hizo en euskera
erder / erdi en ibérico, erdi en protovasco y euskera actual, significa mitad en español.
"ebanen" quizás él ha erigido en ibérico con "ibeni" colocar, erigir en euskera. Velaza y otros defienden que "eban/ebanen" significa hijo, equivalente al "filius" latino; interpretación que Untermann considera insostenible.
posibles equivalencias de otras palabras semejantes a las vascas: "bizkar" atrás/alto en los montes, "argi" luz/brillante, "lagun" compañero también "kide", o "nabar" oscuro.
Antropónimos: algunos son tan parecidos que en un par de casos no se puede afirmar la pertenencia a uno u otro grupo
el nombre íbero "Enne-ges" puede compararse con el aquitano "Ennebox" y el vasco medieval "Enneco"
el antropónimo íbero "talsku-bilos" con el aquitano Talsco, Halsco
íbero "biośildun" con el aquitano "Bihoxus"
íbero "Torsinno", aquitano "Torsteginno"
íbero "Borste", aquitano "Borsus" y el vasco "bortz" cinco
íbero "Baiser", aquitano "Baeserte", "Baisothar" (?) y el vasco "baso" (?) bosque
Ibero[]
Vasco
GLOSA
ban
bat
'uno'
bi ~ bin
bi < *biga
'dos'
irur
hiru
'tres'
laur
lau
'cuatro'
borste
bost ~ bortz
'cinco'
śei
sei
'seis'
sisbi
zazpi
'siete'
sorse
zortzi
'ocho'
abaŕ
hamar
'diez'
oŕkei
hogei
'veinte'
Vasco-iberismo: durante la mayor parte del Siglo XX, desde las llamadas teorías vasco-iberistas se defendió la consideración del euskera como un idioma emparentado con las lenguas íberas prerromanas de la península ibérica (de las que únicamente se conservan textos breves en inscripciones en planchas de bronce y en monedas).
El más conocido defensor de esta teoría fue el padre de la lingüística moderna, Wilhelm von Humboldt, que afirmaba que el idioma íbero era de hecho el antecesor del euskera; tesis que defendería también Miguel de Unamuno. Dentro del vasco-iberismo algunos investigadores propugnaron la relación filológica entre estas lenguas, mientras que para otros la relación entre las lenguas ibéricas y el vascuence se limitaría a ser de área de convergencia lingüística. Una tercera opinión defendería que ambas lenguas pertenecían a un mismo grupo lingüístico, pero que el íbero no sería el antepasado del euskera. El esclarecimiento sucesivo del sistema de palabras numerales ibérico ha revelado un sistema muy similar en el que los números ibéricos mantienen similitudes con las formas más antiguas del euskera. Por ejemplo, el íbero borste borste recuerda al euskera bost; no obstante, en las forma del País Vasco francés aparece como borst que es aún más similar.
Localización de los rastros de nombres aquitanos en estelas funerarias de la época del Imperio Romano
Se tienen muy pocos textos completos, aunque sí inscripciones sobre piedra de aproximadamente 400 antropónimos y 70 teónimos aquitanos, muchos interpretables desde el euskera moderno.
Algunos de los nombres son los siguientes:
Umme sahar (Lerga, Navarra), leído por Marcos Pous (1960) y Koldo Mitxelena como Umme saharri (trad. "al hijo mayor") o como nombre personal Ummesahar por Joaquín Gorrochategui.
Narhungesi (Lerga, Navarra), equivalente al Narhonsus aquitano.
Abisunhari (Lerga, Navarra), sin paralelos, pero terminando en -har con aspiración después de una nasal, al igual que en Aquitania
Dusanharis (Sofuentes, Zaragoza)
Serhuhoris (Valpalmas, Zaragoza)
Eihar (Tabla de Contrebia), defensor de Salluienses en el litigio del uso del agua.
Uxama Barca (Espejo, Álava), si bien el primer componente significa «superior» en celta, el componente Barca podría ser interpretado mediante un derivado del vasco ibar (valle).
Illuna (o Eluna, en Trespuentes), como antropónimo femenino al estilo de teónimos aquitanos como Ilunni, los cuales se pueden interpretar mediante el vasco ilhun / ilun (oscuro).
Helasse (en Miñano Mayor) es un teónimo de fonética aquitanovasca por la H aspirada, la S geminada y la vocal final.
Beltesonis (en Andrearriaga, cerca de Oiartzun, la antigua Oiasso vascona), relacionado con el vasco bel-, beltz (negro).
Losae (Lerate y Cirauqui) y Loxae (Arguiñaniz), relacionado con lotsa (vergüenza).
Larrahe (Mendigorria), con la misma terminación de Artahe y Herauscorritsehe y relacionado con larre (prado).
Lutbelscottio, antropónimo que aparece junto a Sintilla en una estela del pueblo fronterizo de San Román de San Millán (Álava)
Luntbelsar, otro antropónimo que apareció en la misma localidad anterior.
Getaria (en zona várdula según la Geographia de Ptolomeo), es un topónimo relativamente reciente, ya que si su etimología fuese el latín CETARIA (fábrica de salazones de pescado), ofrecería una evolución fonética atribuible al vasco, con sonorización de la oclusiva inicial que además queda sin palatalizar, no sonoriza la oclusiva intervocálica, ni crea -ai- secundario desde -ARIA.
Sesenco (La Laguna, Soria), nombre indígena transparente en euskera (Gómez-Pantoja y Alfaro 2001). En euskera actual, zezenko (torete).
Euskera arcaico (también llamado histórico o aquitano): testificado entre los siglos I a III d. C. en inscripciones latinas o sobre monedas en ambos lados de los pirineos.
Tras las inscripciones sorianas, se considera que los siguientes textos más antiguos de esta lengua encontrados hasta ahora son varias palabras aparecidas en epitafios del siglo II d. C. en Aquitania, investigadas por primera vez por Achille Luchaire, después por Julio Caro Baroja y Koldo Mitxelena, y en épocas más recientes por Joaquín Gorrochategui. En el municipio navarro de Lerga (Estela de Lerga) se encontró una estela funeraria hispanorromana con antropónimos indígenas, datada en el siglo I. Mitxelena definió el parentesco entre la inscripción de Lerga y la epigrafía aquitana, así como con las inscripciones hispánicas éuscaras que se encontraría posteriormente. Es por ello que hoy en día se considera que el aquitano, que probablemente se extinguió en la Alta Edad Media, es simplemente vasco antiguo o euskera arcaico.
Estela de Lerga con el comienzo UMME SAHAR FI[lius]Inscripción funeraria romana procedente de Lerga (Navarra, España), escrita en latín, pero con nombres prerromanos en vasco, correspondiente con HEp 7, 1997, 470: Umme(?) Sahar(i) fi(lius) / Narhungesi(?) Abi/sunhari(?) filio / ann(orum) XXV t(itulum) p(osuit) s(umptu) s(uo)
Los nombres propios que aparecen en la estela, Umme Sahar (en vasco Ume zahar ‘el hijo mayor o primogénito’) y Narhunges hijo de Abisunhat, se consideran vasco-aquitanos.
Según los historiadores romanos Estrabón, Plinio el Viejo, Pomponio Mela, Lucio Floro o Silio Itálico, la zona en la que se han encontrado restos del idioma aquitano estaba habitada en tiempos prerromanos por diversas tribus cuyo idioma y filiación son desconocidos. La distribución de Ptolomeo, la más completa, era la siguiente
Aquitanos, grupo de alrededor de 20 tribus (según Estrabón) que estaban entre el río Garona y los Pirineos.
Vascones, que ocupaban lo que hoy es Navarra, noroeste de Aragón y noreste de La Rioja.
Jacetanos, establecidos al este de los vascones hasta Lérida y Huesca.
Autrigones, establecidos entre el río Asón y el río Nervión.
Caristios, establecidos entre el río Nervión y el río Deva en la actual Guipúzcoa.
Várdulos, que ocupaban la actual Guipúzcoa a excepción del valle del Deva y del Bidasoa.
Berones, establecidos entre Soria, La Rioja, Álava y sur de la actual Navarra.
Extensión geográfica. Incluye ciudades que originariamente no eran vasconas recibidas como premio por apoyar a Pompeyo.
Los vascones (¿siglo III a. E. C?) hablaban el euskera arcaico.
La mayor parte de los restos epigráficos aquitanos se han encontrado en la zona de las tribus aquitanas (curso superior del río Garona), en zona vascona (actual Navarra) y en zona berona (actuales La Rioja y Soria).
Euskera arcaico
Euskera batúa (estándar)
Significado
andere, andre-
andere, andre
señora, dama
belex, -belex, -bel(e)s
beltz
negro
cis(s)on
gizon
hombre
nescato
neska (neskato se usa como diminutivo)
chica
sembe-
seme (<*senbe)
hijo
seni
senide (<*seni)
niño, hermano
sahar
zahar
viejo
corri
gorri
rojo
-co
-ko
sufijo genitivo locativo
-tar
-tar
sufijo gentilicio
Algunos rastros geográficos del euskera.
Puntos azules: toponimia actual euskérica en los límites más externos.
Puntos rojos: rastros epigráficos (estelas funerarias, etc.) de la época del Imperio romano.
Mancha azul: extensión de los rastros.
Periodo oscuro (y el euskera común): desde el siglo IV d. C. hasta el siglo X, con la consolidación del Reino de Navarra. Entre los siglo V-VI se encontraría el llamado euskera común, del que habrían nacido los dialectos del euskera en épocas posteriores.
En las Glosas Emilianenses (siglo X-XI) aparecen las primeras dos frases encontradas del euskera:
"içioqui dugu" y "guec ajutu eç dugu". Nos alegramos,
nosotros no tenemos adecuado
Euskera medieval: desarrollado entre los siglos XI-XV, se centra principalmente en fuentes documentales monásticas.
Euskera clásico: entre los siglos XVI-XVIII se desarrolla la literatura en euskera principalmente y se tienen los primeros testimonios de los dialectos literarios y hablados como tal.
Euskera moderno: aunque la literatura en el País Vasco francés no pierda su importancia, esta se traslada a la Vasconia continental entre los siglos XVIII-XX.
Euskera batúa: a partir del 1968, la Real Academia de la Lengua Vasca, tomando como base las directrices de Koldo Mitxelena y el padre Luis Villasante (entre otros), empieza a adoptar una serie de normas en busca de un euskera literario unificado, también llamado euskera batúa.
Estos pueblos que hablaban el aquitano o el euskera arcaico, convivían con pueblos que llegaron o que ya estaban, y que hablaban un número indeterminado de lenguas. Algunas conocidas son:
El ibérico, del que ya hablamos.
El celtibérico es la única lengua del grupo de lenguas hispano-célticas documentada directamente mediante inscripciones en la propia lengua, sin embargo, se han encontrado deónimos y antropónimos procedentes del celta galaico contenidos en inscripciones en latín. Las inscripciones celtibéricas se distribuyen en monedas, téseras, plaquetas, cerámicas, ánforas, fusayolas, placas de piedra, etc. Se desconoce cuándo comenzó a hablarse, pero sí se sabe que hacia el siglo II a. C. se empezó a plasmar por escrito.
El lusitano, que puede identificarse o no como una lengua hispano-céltica, pero que es indudablemente indoeuropea.
Lusitano.
El tartésico (también conocida como sudlusitana suroccidental o del sudoeste), de difícil clasificación, no pudiéndose establecer con certeza si se trataba de una lengua indoeuropea o preindoeuropea.
Las lenguas celtas diferentes del celtíbero (celta hispánico oriental), entre ellas el celta galaico. La evidencia filogenética muestra que el idioma galaico, si bien comparte algunas características con el celtíbero, muestra evoluciones fonéticas que los distinguen como dos lenguas diferentes. Otros autores sostienen que la evidencia disponible permite hablar de lenguas indoeuropeas no célticas en el oeste de la península. Claramente la lengua lusitana es de este tipo, y al parecer otros grupos, como los vetones (vettones) o los galaicos (callaeci), podrían igualmente haber hablado lenguas indoeuropeas no célticas.
Celta galaico.
Los topónimos de la España Central aportan gran cantidad de información acerca de la influencia de celtas y romanos en el interior de la Península. Análisis filológicos y estadísticos del origen de los nombres antiguos de poblaciones de esta región revelan un fuerte predominio de los topónimos celtas entre los Celtiberi y Turmogi, mientras que existe una proporción similar de nombres celtas y pre-celtas entre los Arevaci, Pelendones y Vaccaei. La mayor proporción de topónimos romanizados (alrededor del 25 por ciento) se observa entre los Carpetani y los Arevaci.
El área de los pueblos denominados íberos fue el este y sur peninsular, junto a los valles del Ebro y Guadalquivir; caracterizada por la mayor influencia de los pueblos colonizadores, lo que se ha denominado "proceso de iberización". Mantenían una explotación agropecuaria con base cerealista, que en algunas zonas se diversificaba con el olivo y que incluso incluía la irrigación. La minería era la base de una metalurgia del bronce, el hierro y los metales preciosos, muy demandada por los pueblos colonizadores. El desarrollo comercial de los excedentes, que incluyó el uso de la moneda, estimuló la jerarquización social y la formación de una élite guerrera aristocrática, que demandaba productos de lujo de importación para consolidar su prestigio. Localmente, se desarrollaron programas artísticos de cierta sofisticación, y se usaron alfabetos de origen fenicio o griego para la escritura de algunos textos. Los núcleos de población más importantes, verdaderas ciudades, localizadas en eminencias naturales, se amurallaron (la tipología que los romanos llamaron oppidum), como Asido (Medina Sidonia), Astigi (Écija), Sisapo (junto a las minas de Almadén), Castulo (Linares), Basti (Baza), Illici (Elche), Saiti (Játiva), Arse (Sagunto), Edeta (Liria), Castellet de Banyoles, Ullastret, Ilerda (Lérida), Castellar de Santisteban, Castellar de Meca o el Cerro de los Santos.
La Meseta, el oeste y el norte peninsular fue el área de un conjunto de pueblos de entorno cultural centroeuropeo que se denomina convencionalmente como "celtas", y de hecho están atestiguadas arqueológicamente varias penetraciones de población de origen centroeuropeo en la primera mitad del I milenio a. C., de un peso demográfico imposible de constatar, pero que se instalaron entre los pueblos indígenas (Cortes, Las Cogotas) y determinaron un proceso general de celtización; aunque los vascones y otros pueblos de ámbito lingüístico aquitano se interpretan como pervivencias del sustrato pre-indoeuropeo (cuya lengua evolucionó a lo largo del tiempo hasta el actual vasco).
El nivel de desarrollo cultural de este variado conjunto de pueblos era relativamente menor a los de la zona íbera; aunque con mucha disparidad entre ellos, encontrándose los denominados celtíberos en una zona de transición tanto cultural como geográfica (en torno al Sistema Ibérico –que los romanos llamaban Idubeda–). Su economía era de predominio ganadero, con una agricultura relativamente menos desarrollada que en la zona íbera (con las notables excepciones de vacceos y carpetanos, en las estepas cerealistas de la meseta central), además de una limitada actividad comercial. Sus manufacturas textiles fueron apreciadas por los romanos (en ocasiones pedían como tributo millares de prendas llamadas sago). Muchos de sus núcleos de población también respondían al concepto romano de oppidum (Aeminium –Coímbra–, Conimbriga, Egitania, Brigantia –Braganza–, Helmantica –Salamanca–, Toletum –Toledo–, Kombouto –Alcalá de Henares–, Arriaca –Guadalajara–, Segovia, Cauca –Coca–, Numancia, Segeda, Bilbilis –Calatayud–, Calagurris –Calahorra–); que en el cuadrante noroccidental de la península eran castrum de menor tamaño que definen la cultura castreña (Santa Tecla, Baroña, Coaña, Monte Cueto, Mesa de Miranda, El Raso, Ulaca, Cabeço das Fráguas). Algunos núcleos urbanos estaban ubicados con otros criterios, como Talabriga (Talavera, literalmente "ciudad del valle") o Pintia.
Ciudad de Cantabria.
Los Berones se encontraban en el Valle del Ebro preferentemente por la Rioja Alta, los Vascones por la Rioja Baja en el Ebro y en las cuencas bajas de sus afluentes, y los Pelendones en las zonas de sierra. Los principales asentamientos Berones fueron Vareia (capital de facto situada en los alrededores de Logroño), Oliva (actual Herramélluri), Tritium (actual Tricio). La principal ciudad vascona de las que se documentan en la Rioja fue Calagurris, la otra ciudad vascona fue Graccurris/Gracouri, localizada en las actuales eras de San Martín de Alfaro. Los Pelendones ocuparon entre otros el asentamiento de Contrebia Leucade, situado en la actual Aguilar del Río Alhama. La ciudad celtíbera de Cantabria es el nombre sui generis dado a un importante yacimiento protohistórico ubicado al sur del término o paraje denominado Cerro de Cantabria en Logroño.
Durante toda esta época se mantuvo en España un sistema de reclutamiento consistente en que la monarquía autorizaba mediante patente a un capitán para levantar una tropa, por medios generalmente voluntarios, aunque se dieron algunos abusos. En caso de necesidad se recurría al sistema de levas forzosas. En ambos casos se firmaban contratos anuales.
La mayor parte de la oficialidad procedía de los hidalgos, nobles españoles sin fortuna, que aspiraban a conseguirla en los ejércitos. Los altos mandos generalmente eran asumidos por la alta nobleza. Unos y otros procedían de la peculiar forma de combatir durante toda la reconquista, en la que se forjó el concepto de almogávar o guerrero de frontera. Para esta casta, no era suficiente con ser de sangre noble, sino que valoraban sobre todo el valor en la guerra y solo respetaban a quienes así lo demostraran.
En cuanto a la organización militar, el esquema ideado por Felipe V divide al ejército en dos grandes estructuras: “La Guardia Real” que es un ejército profesional y las “Milicias Provinciales”, mucho menos preparado. En esta organización, el acceso de los plebeyos a los cuadros de mando queda vedado y sólo podrán incluirse en ellos personas de la nobleza. De esta manera queda conformada dentro del mismo una división de clases sociales en las que existían diferentes categorías dependiendo del origen social de sus miembros.
Felipe V (1683-1746).
Únicamente podrían llegar a los cargos más altos de la milicia los que tenían el privilegio de haber nacido dentro de una familia noble.
Luis I (1707-1724).
Durante el siglo XVIII, con la llegada de los Borbones a España (1704) y la necesidad de soldados para el ejército, en el ámbito de la guerra de sucesión española (1701-1715), se asentaron en España las bases del reclutamiento militar. Tras la finalización del conflicto bélico, la falta de tropas se hizo constante, por lo que se optó por la progresiva implantación del método de reclutamiento conocido como las quintas pese a que conllevaban una gran impopularidad, alternándolos con levas de vagos y maleantes, que resultaban poco efectivas. Las milicias provinciales adquirieron un carácter forzoso. El reclutamiento que había sido empleado hasta entonces de forma muy limitada adquirió más importancia ante las necesidades de un ejército permanente. El "sorteo" les deparaba sorpresas, ya que mientras unos pudieron quedarse al "lado de casa" otros tuvieron que desplazarse a los restos de Imperio español (Cuba, Puerto Rico y Filipinas hasta 1.898.
Fernando VI (1713-1759).
Carlos III (1716-1788).
Carlos IV (1748-1819).
Fernando VII (1784-1833).
Isabel II (1830-1904).
Guerra de sucesión española (1701 - 1714) unos 30.000 combatientes españoles y de 10.000 a 12.000 muertos.
Guerra de los Siete Años
(1756 - 1763) unos 45.000 combatientes españoles y unos 13.000 muertos.
Guerra del Rosellón
(1793 - 1795) unos 70.000 combatientes españoles y unos21.000 muertos.
Guerra anglo-española
(1796-1802) unos 7.000 muertos.
Va a ser en 1770 cuando se imponga un nuevo sistema de reclutamiento haciendo anuales las quintas con la Ordenanza impuesta por Carlos III y que conseguirá que todo varón soltero o viudo sin hijos, desde los 18 hasta los 36 años quede sujeto a la obligación de someterse a un sorteo anual para cubrir el cupo de soldados asignado a su lugar de residencia, pero hasta 1837 no se inició el sistema que llamamos soldado de reemplazo.
En mi propio caso tengo un antepasado nacido en 1762 en Villasantán, Lugo, llamado Juan Álvarez, que fue militar artillero, supongo sobre 1782, destinado a La Coruña.
Tengo otro, también en Villasantán, llamado Juan de Agra, y nacido en 1782, que fue militar de la Guardia Nacional, supongo sobre 1802.
El sueldo que cobran los soldados de la época es muy bajo, lo que produce un descontento general. Fernando VII se da cuenta de que una sublevación a escalas tan bajas puede perjudicarle, por lo que decide subirles el jornal hasta 56 reales y 16 maravedíes, cifra hasta entonces desconocida.
Siglo XIX
La ordenanza de 27 de octubre de 1800 consolidó el reclutamiento obligatorio como contribución a la que quedaba sometida la población masculina y estableció la hegemonía del soldado de quintas como base del reemplazo del Ejército español. El sistema se caracterizaba por la existencia de una gran cantidad de exenciones al servicio que impide hablar de igualdad jurídica en las obligaciones de los ciudadanos propia del liberalismo.
Guerra de la Independencia Española (1808 - 1814) unos 450.000 muertos.
Guerras de independencia hispanoamericanas
(1810 - 1833) unos 30.000 muertos.
Primera guerra carlista
(1833-1840) unos 66.000 cristinos muertos.
En 1837, la Ordenanza de reemplazos aprobada ese año abolió las exenciones existentes hasta la fecha que incluían a los estamentos privilegiados, las profesiones liberales, parte del campesinado y la menestralía. Estas exenciones de carácter «subjetivo» por pertenencia a determinados colectivos, fueron reemplazadas por otras de carácter más «objetivo» como la redención en metálico y la facultad de poner sustitutos, por las cuales en definitiva, mediante el pago de una cantidad de dinero, se podía evitar el cumplimiento del servicio militar obligatorio y que comportaron una elevada conflictividad en la sociedad española de finales del siglo XIX y a principios del XX debido a la enorme discriminación que suponían, ya que los hijos de las clases acomodadas mediante esos dos métodos se libraban del servicio militar. La generalización del cumplimiento del servicio militar tampoco era completa desde el punto de vista territorial ya que en Navarra, Cataluña y el País Vasco el reclutamiento fue voluntario hasta 1833, 1845 y 1876 respectivamente.
En 1844 el gobierno de Narváez hace una serie de reformas en las que establece que las funciones del ejército son: la custodia del prestigio exterior de la Monarquía, la defensa del territorio nacional y la salvaguardia de la Constitución.
Para ello creará varias compañías como los Alabarderos y la Escolta Real, encargados de la seguridad de la Familia Real; la Guardia Civil, dedicada al mantenimiento del orden público y los Carabineros, encargados de la política fiscal del Estado.
En mi caso, nacido en 1847, tengo un antepasado llamado Prudencio Álvarez, de Santo Tomé de Lebruxo, en Lugo que fue carabinero, supongo que como mínimo en 1867, destinado a la Comandancia de Udalla, en Cantabria.
Alfonso XII (1857-1885).
Alfonso XIII (1886-1941).
Segunda guerra carlista (1846 - 1849) unos 50.000 carlistas muertos y 5000 liberales.
LISTA CRONOLÓGICA DE TERRITORIOS PERDIDOS DE ESPAÑA.
1587. Nagasaki (Japón).
1599. Protectorado sobre Camboya.
1623. San Cristóbal y Nieves.
1624. Barbados.
1632. Antigua y Barbuda.
1640. Portugal. Macao (China). Malaca (Malasia).
1642. Norte de Taiwán.
1654. Santa Lucia.
1655. Jamaica.
1663. Territorios de Ternate, Tidore a Indonesia y una parte de la isla de Borneo.
1670. Bahamas.
1674. Granada.
1700. Territorios de la casa Habsburgo: Austria, Hungría y Bohemia (hoy Rep.Checa, Austria, Hungría, Eslovaquia y Alemania)
1704. Gibraltar.
1711. Paises Bajos y Flandes, actualmente: Bélgica, Luxemburgo y Países Bajos, también algún territorio del norte de Francia, como Artois.
1714. Ducado de Milán
1734. Reino de Nápoles (actualmente sur Italia) junto a las islas de Sicilia, Cerdeña y Malta.
1783. Dominica.
1794. Oregón, Idaho, Montana, Washington y sur de Alaska, USA: y, el Suroeste de Columbia Británica, de Canadá.
1791. Ciudad de Oran (Argelia).
1801. Estados de Luisiana, Arkansas, Oklahoma, Kansas, Nebraska, Dakota del Sur, Dakota del Norte, Wyoming, Montana, Idaho, Minnesota y Iowa.
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1802. Trinidad y Tobago.
1811. Paraguay y las Isles Malvinas.1819. Colombia y Ecuador.
1819. Estado de Florida y partes de los estados de Luisiana y Texas.
1821. Guatemala, El Salvador, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, Panamá, Belice.
1828. Uruguay.
1836. México, que también contenía los estados de California, Nevada, Utah, Arizona, parte de Colorado, Kansas, Oklahoma, parte de Wyoming, y parte de Nuevo México.
1844. Chile
1845. Venezuela.
1847. Bolivia.
1863. Argentina.
1865. República Dominicana.
1879. Perú.
1885. Islas Marshall, pertenecientes a las Carolinas Orientales.
1888. Isla de Pascua.
1892. Islas Gilbert, pertenecientes a las Carolinas Orientales, fueron abandonadas en 1885 y ocupadas 7 años más tarde por el Reino Unido.
1898. Cuba y Puerto Rico. Florida, Luisiana.
1898. Capitanía General de las Filipinas, que incluía Filipinas, Marianas, Guam, Carolinas y pretensiones sobre Sabah en Malasia.
1898. Varios asentamientos en la isla de Nueva Guinea (hoy dividida entre Malasia y Papúa Nueva Guinea).
Mayordomo mayor del rey es una dignidad de los antiguos reinos de León y Castilla. También existió la figura del submayordomo mayor. El cargo fue siempre desempeñado por miembros de la alta nobleza1 o incluso de la realeza.
Requisitos para el ejercicio del cargo
En el título IX de la segunda de las Partidas aparecen enumerados los requisitos para poder acceder al cargo de mayordomo mayor del rey y sus funciones:
Ser de buen linaje, pues ello, según la mentalidad de la época, le impulsaría a obrar el bien.
El mayordomo debía ser conocedor de las rentas y derechos del rey, para poder administrar y aumentar las rentas.
El mayordomo debía saber llevar la contaduría de la Casa Real, para poder luego informar al rey sobre el estado de las cuentas.
Ser leal al rey, para ganarle la amistad de sus súbditos, ya que todo lo concerniente a la Casa Real entraba dentro de su jurisdicción.
Era el cargo palaciego al cuidado de la organización de la Real Casa y Patrimonio de la Corona de España.
Dependía la organización entera de Palacio y su gobierno, teniendo jurisdicción tanto civil como criminal privativa en su interior, con expresa inhibición de los tribunales, jueces y ministros. El mayordomo mayor se hallaba siempre junto a la persona del rey y el cargo, a partir del siglo XVI, debía ser desempeñado por un grande de España.
En la corte de los Austrias y después en la de los Borbones al mayordomo correspondía acompañar al rey en Palacio en todo momento, servir los útiles de la comida así como la almohada en los oficios religiosos. Asimismo presidía el llamado bureo, que era la instancia encargada de dirimir las diferencias entre personas al servicio regio.
El duque de Alba, mayordomo mayor de Carlos V y Felipe II
Mayordomos mayores del rey de León (1156-1230)
Vela Gutiérrez (1156-1157)
Conde Ponce Giraldo de Cabrera (1157)
Abril (1158- 1159)
Pedro Arlote (1159)
Conde Ponce Giraldo de Cabrera (1159-1162)
Pedro Balzán (1162).
Fernando Rodríguez de Castro el Castellano, señor de la Casa de Castro (1162-1164)
Conde Gómez González de Manzanedo (1164-1165)
Fernando Rodríguez de Castro el Castellano, señor de la Casa de Castro (1165-1166)
Pedro Arias de Limia (1166-1167)
Conde Ponce de Minerva (1167)
Ermengol VII de Urgel, conde de Urgel (1167-1173)
Álvaro Rodríguez de Castro, hijo de Rodrigo Fernández de Castro el Calvo (1173-1174)
Ermengol VII de Urgel, conde de Urgel (1175)
Gonzalo Osorio, señor de Villalobos, hijo del conde Osorio Martínez y la condesa Teresa Fernández.
Ermengol VII de Urgel, conde de Urgel (1179-1184)
Pedro Rodríguez de Castro, hijo de Rodrigo Fernández de Castro el Calvo (1184)
Rodrigo López de Haro, hijo de Lope Díaz I de Haro, señor de Vizcaya (1184-1185)
Conde Pedro Manrique de Lara, vizconde de Narbona y señor de Molina y Mesa (1185)
Rodrigo López de Haro, hijo de Lope Díaz I de Haro, señor de Vizcaya (1185)
Bermudo Álvarez, hijo del conde Álvaro Rodríguez de Sarria y la condesa Sancha Fernández de Traba.
Munio Fernández de Rodeiro (1188)
Pedro Vélaz (1188), hijo del conde Vela Gutiérrez, archidiácono de la Compostela y abad del Monasterio de Santa María la Real de Osera.
Pedro García de Aza, tenente en Lerma, nieto del conde García Ordóñez(1188)
Conde Fernando Ponce (1189), hijo del conde Ponce de Minerva
García Rodríguez de Sanabria (1190-1191)
Pedro Fernández de Castro el Castellano, señor de la Casa de Castro (1191)
Juan Fernández de Limia, hijo de Fernando Arias y Teresa Bermúdez de Traba (1192-1193)
Conde Gómez González de Traba (1193), hijo del conde Gonzalo Fernández de Traba y nieto de Fernando Pérez de Traba.
Pedro Fernández de Castro el Castellano, señor de la Casa de Castro (1194)
Juan Fernández de Limia (1194)
Fernando García de Villamayor (1194-1195)
Pedro Fernández de Castro el Castellano, señor de la Casa de Castro (1195-1196)
García Pérez de Braganza (1196)
Pedro Fernández de Castro el Castellano (1196-1197)
Pelayo Muñoz (1197)
Fernando García de Villamayor (1197-1203)
Gonzalo Rodríguez Girón (1203)
Juan Fernández de Limia (1204)
Pedro Fernández de Castro el Castellano, señor de la Casa de Castro (1204)
Lorenzo Suárez de Valladares (1205)
Rodrigo Ordóñez, merino mayor de León (1210-1211)
Álvaro Gutiérrez de Castro, hijo de Gutierre Rodríguez de Castro (1211-1213)
Pedro Gutiérrez de Castro, hijo de Gutierre Rodríguez de Castro (1213)
Pedro, Maestre de la Orden del Temple (1214)
Álvaro Núñez de Lara, hijo del conde Nuño Pérez de Lara (1217-1218)
Lorenzo Suárez de Valladares (1219)
Fernando Fernández de Braganza (1219-1222)
Álvaro Pérez de Castro el Castellano, señor de la Casa de Castro (1223)
Pedro de Portugal, hijo del rey Sancho I de Portugal (1223-1230)
Mayordomos mayores del rey de Castilla y, desde 1230, también el rey de León
Martín Muñoz (1149-1152)
Gutierre Fernández de Castro (1153-1155)
Fernando Pérez Hurtado, hijo ilegítimo de la reina Urraca I de León y el conde Pedro González de Lara (1155-1156)
Conde Gómez González de Manzanedo (1157-1158)
Pedro García de Lerma (1161-1172)
Conde Ponce de Minerva (1172-1173)
Conde Gómez González de Manzanedo (1173)
Rodrigo Gutiérrez Girón (1173-1193)
Pedro Rodríguez de Guzmán (1194-1195), hijo de Rodrigo Muñoz de Guzmán y Mayor Díaz.
Pedro García de Lerma (1195-1198)
Gonzalo Rodríguez Girón (1198-1216)
Martín Muñoz de Hinojosa (1217)
Gonzalo Rodríguez Girón (1217-1231)
García Fernández de Villamayor (1232-1238)
Rodrigo González Girón, hijo de Gonzalo Rodríguez Girón (1238-1252)
Juan García de Villamayor, hijo de García Fernández de Villamayor (1252-1260)
Fernando de la Cerda, infante de Castilla e hijo de Alfonso X el Sabio (1260)
Alfonso García de Villamayor, hijo de García Fernández de Villamayor (1262)
Fernando de la Cerda, infante de Castilla e hijo de Alfonso X el Sabio (1270-1272)
Gil García de Azagra (1272)
Fernando de la Cerda, infante de Castilla e hijo de Alfonso X el Sabio (1274)
Sancho de Castilla, infante de Castilla e hijo de Alfonso X el Sabio (c. 1276-1277)
Manuel de Castilla, infante de Castilla e hijo de Fernando III el Santo (1278-1282)
Alfonso Fernández, hijo del infante Felipe de Castilla y nieto de Fernando III el Santo (1283)
Fernán Pérez Ponce de León, Adelantado mayor de la frontera de Andalucía y nieto del rey Alfonso IX de León (1284)
Juan de Castilla el de Tarifa, infante de Castilla e hijo de Alfonso X el Sabio (1284-1285)
Pedro Álvarez de las Asturias, señor de Noreña (1285-1286)
Lope Díaz III de Haro, señor de Vizcaya (1286-1288)
Juan Fernández Cabellos de Oro, Adelantado mayor de la frontera de Andalucía y nieto del rey Alfonso IX de León (1288-1292)
Ruy Pérez Ponce de León, Maestre de la Orden de Calatrava y nieto del rey Alfonso IX de León (1293-1295)
Pedro Ponce de León, Adelantado mayor de la frontera de Andalucía y bisnieto del rey Alfonso IX de León (1295)
Rodrigo Rodríguez Carrillo (1296)
Don Juan Manuel, Señor de Villena (1297)
Juan Osórez, Maestre de la Orden de Santiago (1298-1302)
Juan Núñez II de Lara, señor de la Casa de Lara (1302)
Enrique de Castilla el Senador, infante de Castilla e hijo de Fernando III el Santo (1302)
Pedro Ponce de León, Adelantado mayor de la frontera de Andalucía y bisnieto del rey Alfonso IX de León (1302-1305)
Juan Núñez II de Lara, señor de la Casa de Lara (1307)
Diego López V de Haro, señor de Vizcaya y bisnieto del rey Alfonso IX de León (1307-1309)
Juan Núñez II de Lara, señor de la Casa de Lara (1308)
Pedro de Castilla, infante de Castilla e hijo de Sancho IV el Bravo (1310-1311)
Don Juan Manuel, nieto de Fernando III el Santo (1311-1314)
Juan Núñez II de Lara, señor de la Casa de Lara (1315)
Alfonso de Valencia, Pertiguero mayor de Santiago y nieto de Alfonso X el Sabio (1315-1316)
Don Juan Manuel, nieto de Fernando III el Santo (1318-1319)
Fernando de la Cerda, nieto de Alfonso X el Sabio (1320)
Felipe de Castilla, infante de Castilla e hijo de Sancho IV el Bravo (1325-1327)
Álvar Núñez Osorio, conde de Trastámara, Lemos y Sarria (1328)
Fernando Rodríguez de Valbuena, prior de la Orden del Hospital de San Juan de Jerusalén (1328-1332)
Pedro Fernández de Castro, nieto de Sancho IV de Castilla (1332-1342)
Juan Núñez III de Lara, señor de Lara y bisnieto de Alfonso X el Sabio (1345-1350)
Nuño Díaz de Haro, señor de Lara y Vizcaya y tataranieto de Alfonso X el Sabio (1351)
Fernán Ruiz de Castro, bisnieto de Sancho IV el Bravo (1351-1355)
Juan Fernández de Hinestrosa (1355)
Diego García de Padilla, Maestre de la Orden de Calatrava (1357-1363)
Martín López de Córdoba, Maestre de la Orden de Alcántara (1365-1368)
Alvar García de Albornoz, señor de Albornoz (1369-1374)
Juan Martínez de Luna III, señor de Gotor e Illueca (c. 1374)
Pedro González de Mendoza, señor de Hita y Buitrago (1379-1385)
Diego Hurtado de Mendoza, Almirante de Castilla, señor de Hita y Buitrago (1385-1389)
Juan Hurtado de Mendoza, señor de Almazán, Morón y Gormaz (1391-1419)
Juan Hurtado de Mendoza, hijo del anterior, señor de Morón y Gormaz (1419-1426)
Ruy Díaz de Mendoza, hijo del anterior, conde de Castrojeriz y señor de Morón (1426-1454)
Juan Pacheco, marqués de Villena y Gran Maestre de la Orden de Santiago (1454-1472)
Diego López Pacheco y Portocarrero, marqués de Villena y Gran Maestre de la Orden de Santiago (1472-1480)
Juan Chacón de Alvarnéz, señor de Albox, Alborea, Oria, María, Benitagla y Albanchez (1480-1503)
Periodo
Inicio
Finalización
Nombre
Notas
Reinado de Carlos V (1516-1556)
1512
1518
Ferry de Croy, señor de Roeulx
1518
1518
Diego de Guevara, señor de Jouvel
1518
1522
Ferry de Croy, señor de Roeulx
1522
1526
Laurent de Gorrevod, conde de Pont-de-Vaux
1526
1527
Carlos de Lannoy, señor de Sanzeilles
1527
1529
Laurent de Gorrevod, conde de Pont-de-Vaux
1529
1540
Adrien de Croy, conde de Roeulx
1541
1556
Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, duque de Alba
Reinado de Felipe II (1556-1598)
1556
1582
Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, duque de Alba
1582
1598
Pedro López de Ayala, conde de Fuensalida
Reinado de Felipe III (1598-1621)
1598
1599
Gómez Dávila y Toledo, marqués de Velada
1599
1621
Juan Hurtado de Mendoza, duque del Infantado
Reinado de Felipe IV (1621-1665)
1621
1624
Juan Hurtado de Mendoza, duque del Infantado
1629
1639
Antonio Álvarez de Toledo y Beaumont, duque de Alba
1640
1642
Gómez de Mendoza y Manrique, conde de Castrojeriz
1643
1647
Juan Alfonso Enríquez de Cabrera y Colonna, duque de Medina de Rioseco, almirante de Castilla
1649
1651
Manuel de Moura y Corte-Real, marqués de Castel-Rodrigo
1651
1658
Juan Gabriel Pacheco Téllez Girón, conde de la Puebla de Montalbán
1658
1660
García de Avellaneda y Haro, conde de Castrillo
1660
1664
Juan Gaspar Enríquez de Cabrera y Sandoval, duque de Medina de Rioseco, almirante de Castilla
Reinado de Carlos II (1665-1701)
1665
1667
Bernardo Manrique de Silva y Mendoza, marqués de Aguilar de Campoo
1667
1671
Antonio Álvarez de Toledo y Enríquez de Ribera, duque de Alba
1671
1674
Rodrigo Díaz de Vivar de Silva y Mendoza, duque de Pastrana y duque consorte del Infantado
1674
1676
Francisco Fernández de la Cueva y Enríquez de Cabrera, duque de Alburquerque
1676
1696
Íñigo Melchor Fernández de Velasco, duque de Frías, condestable de Castilla
1699
1701
Juan Clarós Pérez de Guzmán y Fernández de Córdoba, duque de Medina Sidonia
Reinado de Felipe V (1701-1724)
1701
1705
Fadrique Álvarez de Toledo Osorio y Ponce de León, marqués de Villafranca
1705
1713
José Fernández de Velasco y Tovar, duque de Frías
1713
1724
Juan Manuel Fernández Pacheco, marqués de Villena
Reinado de Luis I (1724)
1724
1724
Juan Manuel Fernández Pacheco, marqués de Villena
Reinado de Felipe V (1724-1746)
1724
1725
Juan Manuel Fernández Pacheco, marqués de Villena
1725
1738
Mercurio Antonio López Pacheco, marqués de Villena
1738
1746
Francesco Pico, duque de la Mirandola
Reinado de Fernando VI (1746-1759)
1746
1747
Francesco Pico, duque de la Mirandola
1747
1747
Juan Manuel López de Zúñiga y Castro, duque de Béjar,
1747
1753
Fadrique Vicente Álvarez de Toledo y Moncada, marqués de Villafranca
1753
1759
Fernando de Silva y Álvarez de Toledo, duque de Huéscar
Reinado de Carlos III (1759-1788)
1759
1760
Fernando de Silva y Álvarez de Toledo, duque de Alba
1760
1781
José de Guzmán y Guevara, marqués de Montealegre
1781
1787
Pedro de Alcántara Fernández de Córdoba, duque de Medinaceli
1787
1788
José Joaquín de Silva-Bazán, marqués de Santa Cruz
CAMARERO MAYOR DEL REY.
En Castilla, el camarero mayor o camarero del rey era el jefe de la cámara del rey. No ha de confundirse con el «mayordomo mayor», cuyo cargo mira más al servicio de la casa que al de la persona.
La ley 12, título 9, Partida 2, dice del camarero del rey que:
ha este nome por quel debe guardar la Cámara do el rey albergare, é su lecho, é los paños de su cuerpo, é las arcas, é los escritos del rey.
Su origen se remonta al comes cubicularium del reino visigodo y el cargo se conservó hasta los últimos tiempos aunque ya fuese solo nominal y de honor, pues desde la entrada en España de la casa de Borgoña variaron los servicios y las denominaciones sustituyendo al camarero del rey, el sumiller de corps y todavía algunas atenciones de dicho cargo se distribuyeron entre el conserje de palacio, alcaide, secretarios particulares, etc. según confianza y voluntad de la real persona.
REPOSTERO MAYOR DEL REY.
El repostero mayor del rey era un oficial de la Casa real encargado, durante la Baja Edad Media, del «repuesto o depósito» donde, en arcones o cofres, se guardaban los objetos personales del rey junto con todos aquellos que este le entregara para que los vigilara.
Historia
En la Primera Crónica General, como señaló Jaime de Salazar y Acha, se menciona que un individuo llamado Venito Pérez era el repostero mayor del rey Alfonso VI de León, aunque fue en el reinado de Alfonso X de Castilla, y concretamente en 1262, cuando un ricohombre castellano, Enrique Pérez de Arana, que llegó a ser adelantado mayor del reino de Murcia y contaba, según dicho historiador, con la «máxima confianza» del monarca, aparece ocupando el cargo de repostero mayor del rey.
Hay constancia de que el salario de los reposteros mayores del rey ascendía a 12.000 maravedís anuales, siendo dicha suma, según Salazar y Acha, equivalente a la que percibían el ballestero mayor del rey y su maestresala, y si alguien asesinaba al repostero mayor, sufría la misma pena que si hubiera dado muerte a uno de los alcaldes del rey.
Reposteros menores
En la segunda mitad del siglo XIV había cuatro clases de reposteros menores que actuaban a las órdenes del repostero mayor del rey:
Repostero de camas. Eran personas que gozaban de toda la confianza del rey, y desde que este se levantaba hasta que se iba a dormir, se mantenían siempre a su vista. Entre otras funciones, eran los encargados de custodiar las puertas de su aposento a lo largo del día.
Repostero de estrados y mesa. Se encargaban de preparar y custodiar el mobiliario usado en las comidas del rey o en sus apariciones públicas, y disponían la colocación de la mesa del monarca y también los cojines, sillones, alfombras o doseles que se necesitaran.
Repostero de plata. El camarero del rey era el encargado de custodiar los objetos de plata y la vajilla del monarca, aunque ese oficial la ponía en manos de estos reposteros para que la depositaran en el aparador. Los objetos más valiosos o de importancia se custodiaban bajo llave y los trasladaban a otro lugar cuando se necesitaban, pero previa expedición de un recibo.
Repostero de capilla. Era el encargado de preparar los estrados, los cortinajes y los sitiales del monarca o de su familia cuando asistían a misa o a cualquier otra celebración litúrgica, y cuando estas finalizaban, eran los responsables de llevar todos esos objetos a la Cámara real.
COPERO MAYOR DEL REY.
Dignatario que en las cortes de los antiguos reyes servía a estos la copa en las comidas solemnes.
Copero era un oficial o encargado de alto rango en las cortes reales, cuya tarea era servir las bebidas en la mesa. A causa del temor constante a las conspiraciones e intrigas, esta persona debía ser considerada totalmente digna de confianza para poder mantener su posición. Debía proteger la copa del rey ante el riesgo de envenenamientos, por lo que se requería, a veces, probar un poco de vino antes de servirlo.
Sus relaciones de confianza con el rey, a menudo les granjeaba una posición de gran influencia y era muy valorada, por lo que fueron pocos los elegidos a lo largo de la historia. Los requisitos para obtener el trabajo no se llevaban a cabo a la ligera, valorándose y apreciando además de su porte, su modestia, laboriosidad y coraje.
En Europa, los reyes, príncipes y gran nobleza tenían sus propios coperos mayor o "mayordomos" -buticularius- (en un principio, también encargados de los aprovisionamientos) y toneleros (responsable del mantenimiento de las barricas y toneles o almudes).
PORTERO MAYOR.
El portero mayor del rey era un oficial de la Casa real de Castilla1 encargado de múltiples labores en la Corte y en relación con los individuos que acudían ante el monarca.
Historia
En un primer momento los porteros del rey eran simplemente soldados encargados de custodiar las puertas y continuadores o «herederos», como señaló Jaime de Salazar y Acha, de los ostiarii del mundo romano, pero con el transcurso de los siglos las funciones que acabaron ejerciendo los porteros reales les alejaron del aspecto militar y pasaron a ser hombres que actuaban de ujieres y mensajeros del rey.
Era un oficio importante de la Corte, y por ello los porteros debían ser nobles «de buen linaje», según consta en las Partidas, y también hay constancia de que comenzaron a ser mencionados en la documentación oficial durante el reinado de Alfonso VIII de Castilla, y de que en el repartimiento de Sevilla, llevado a cabo tras la conquista de la ciudad por el rey Fernando III en 1248, ocho porteros reales castellanos y otros nueve del reino de León recibieron algunas propiedades,3 y también en esta época, como señaló Manuel González Jiménez, cuarenta porteros castellanos y treinta y dos «gallegos» o leoneses recibieron algunas heredades en la alquería de Rexuxena,1 y en otra ocasión otros cincuenta y un porteros de Castilla fueron recompensados con propiedades en Mures al igual que otros empleados y oficiales menores de la Corte.
En el reinado de Alfonso X de Castilla no era frecuente, según el historiador Manuel González Jiménez, que los nombres de algunos oficiales o funcionarios de la Casa del rey, como en el caso de los porteros o los coperos mayores, fueran mencionados en los documentos oficiales.
Funciones
A las órdenes del portero mayor estaban los porteros reales, cuyas obligaciones eran, entre otras:
Recibir a los individuos que llegaran a la Corte y decidir si éstos podían ser llevados o no ante el propio monarca. Y en las Partidas consta, como subrayó Salazar y Acha, que precisamente por esa razón debían ser hombres experimentados, «entendidos», con facilidad de palabra y «bien razonados».
Otra de las funciones más destacadas de los porteros reales era la de, según consta en el Fuero Viejo de Castilla, recibir de manos del propio monarca las tenencias de los castillos y demás fortalezas del reino y ponerlas en manos del tenente que fuera a hacerse cargo de ellas, mediante una ceremonia que se llevaba a cabo ante las puertas del castillo y contando con la presencia del portero real.
La tercera labor más importante de los porteros era la de actuar de intermediarios o mensajeros entre los reyes y otros individuos, y esta obligación incluía la de servir como pregoneros del rey y publicar en todo el reino las disposiciones dictadas por el soberano.
También debían recibir a los pleiteantes que acudieran ante el monarca y eran los responsables de llevarlos hasta los jueces, ejecutar los emplazamientos, y aplicar los veredictos fallados por los tribunales reales, por lo que en este caso actuaban como «ujieres» de estos últimos. Y hay constancia de que en las Cortes de Zamora de 1274, que fueron unas de las más importantes de las convocadas a lo largo del reinado de Alfonso X, este dispuso que en todos aquellos lugares donde los alcaldes del rey libraran los pleitos debería haber dos porteros y seis monteros, aunque conviene señalar que estos últimos no eran monteros de Espinosa, sino individuos que actuaban a las órdenes del alguacil mayor del rey y que eran los responsables de hacer cumplir las sentencias emitidas por los tribunales.
OFICIAL DE LA ESCUDILLA DEL REY.
El oficial de la escudilla del rey era un funcionario de la Casa Real de Castilla de categoría inferior, como señaló Jaime de Salazar y Acha, a los reposteros y coperos mayores del rey, y conviene señalar que la escudilla era un recipiente destinado a contener el «potaje o sopa» que comería el soberano.
Historia
Según Salazar y Acha, este oficio cortesano no fue mencionado ni en los ordenamientos de los monarcas Alfonso X y Alfonso XI, ni tampoco en la extensa obra del célebre escritor y magnate Don Juan Manuel, que era hijo del infante Manuel de Castilla y nieto de Fernando III. Y según dicho autor, la primera vez que se mencionó a este oficial en la documentación oficial fue en 1350, y más concretamente en el primer año del reinado de Pedro I de Castilla, que subió al trono tras la muerte de Alfonso XI, ocurrida en marzo de ese mismo año mientras asediaba Gibraltar.
Además, a mediados del siglo XIV el oficio no era desempeñado por ricoshombres, como subrayó Salazar y Acha, sino por miembros de la alta nobleza, y el mismo historiador afirma que debió ser suprimido a finales de ese mismo siglo y que desde entonces sus funciones serían desempeñadas posiblemente por los maestresalas del rey, que precisamente aparecieron en esa época.
Oficiales de la escudilla del rey
Reinado de Alfonso XI de Castilla (1312-1350)
(1350) Garcilaso II de la Vega. Era hijo de Garcilaso I de la Vega y de Juana de Castañeda, y fue señor de la Casa de la Vega, adelantado mayor de Castilla, justicia mayor de la Casa del rey y merino mayor de Castilla.
Reinado de Pedro I de Castilla (1350-1369)
(1350-1353) Fernán Pérez Portocarrero. Fue señor de Pinto, adelantado mayor de Castilla, guarda mayor del rey Pedro I de Castilla, y oficial de la escudilla del rey, y era hijo de Martín Fernández Portocarrero y de Inés Pardo.
(1353) Gutierre Gómez de Toledo. A lo largo de su vida llegó a ser maestre de la Orden de Alcántara, prior de la Orden de San Juan en el reino de Castilla, adelantado mayor del reino de Murcia, mayordomo mayor del infante Fernando, señor de Haro e hijo de Pedro I, comendador de Montalbán en la Orden de Santiago, señor de las villas de Móstoles y Malpica y oficial de la escudilla del rey Pedro I, de quien fue uno de sus más íntimos colaboradores junto con sus hermanos Diego Gómez de Toledo, que fue alcalde mayor y notario mayor del reino de Toledo y guarda mayor del rey, y Suero Gómez de Toledo, que llegó a ser arzobispo de Santiago de Compostela y capellán mayor del rey16 y murió asesinado por orden de Pedro I en 1366.
(1353) Pedro González de Mendoza. Fue un noble castellano de la Casa de Mendoza, y era hijo de Gonzalo Yáñez de Mendoza y de Juana de Orozco. Fue señor de Hita y Buitrago, entre otras muchas villas, mayordomo mayor del rey Juan I de Castilla,19 y adelantado mayor de Castilla.
Reinado de Juan I de Castilla (1379-1390)
(1385) Juan Duque. Fue un noble castellano, como señaló Francisco de Paula Cañas Gálvez, y era hijo de Álvaro González Duque, noble asturiano, y de Urraca López. Y conviene señalar que el rey Juan I de Castilla dispuso en el testamento que otorgó en 1385 que los oficiales de su propia Casa y Corte deberían componer, cuando él falleciera, la de su hijo y heredero del trono, el infante Enrique de Castilla, que a la muerte de su padre reinaría como Enrique III, por lo que Juan Duque fue nombrado en 1385 oficial de la escudilla del mencionado infante.
Reinado de Juan II de Castilla (1406-1454)
(1445) Diego de Valera. Era hijo del maestre Alonso Chirino, que fue médico del rey Juan II de Castilla y examinador de los físicos de la Corona de Castilla. Contrajo matrimonio con María de Valencia, con quien tuvo descendencia.
JUSTICIA MAYOR DEL REY.
Justicia mayor del Rey. Dignidad del antiguo reino de Castilla y León. El cargo era desempeñado por miembros de la alta nobleza y tenía funciones policiales y judiciales.
Descripción
En el siglo XIII comenzó a utilizarse el término de alguacil en la Corte castellano-leonesa para designar al suplente del Alférez del rey en las cuestiones judiciales. Sin embargo, en el siglo XIV comenzó a utilizarse el nombre de Justicia mayor del rey para designar al mismo oficial, al tiempo que pasaba a ocupar un lugar de importancia en la Corte, como brazo ejecutor del rey y de los jueces, y desempeñando funciones parecidas a las que en el ámbito territorial ejercían los Merinos mayores.
A las órdenes del Justicia mayor de la Casa del Rey se hallaban otros alguaciles menores, aunque era frecuente que también actuaran a sus órdenes los monteros, ballesteros y porteros reales, ya que, desde el punto de vista policial, el Justicia mayor era la máxima autoridad de la Casa Real castellano-leonesa.
Las funciones del Justicia mayor de la Casa del Rey, que se podían dividir entre policiales y judiciales, eran las siguientes:
Funciones judiciales:
Dotar a los tribunales de los elementos necesarios para facilitar los procedimientos judiciales.
Prender a aquellos a los que había que juzgar y encargarse de su custodia.
Encargarse de ordenar los tormentos impuestos por orden del rey o de sus jueces.
Llevar a cabo la ejecución de las sentencias, civiles o penales, fueran estas capitales o no.
Funciones policiales:
Detención y encarcelamiento de los presuntos delincuentes.
Prevención de los delitos.
Imposición de castigos y sanciones en virtud de su potestad disciplinaria penal.
Vigilancia nocturna y diurna en la Corte.
Expulsión de los merodeadores en la Corte.
Arresto de los sujetos peligrosos y represión de los juegos prohibidos.
Control de las actividades mercantiles, impidiendo el fraude en los pesos y medidas.
Defensa del orden establecido, impidiendo los tumultos.
Imposición de la tregua en los desafíos, actuando como jueces en los intentos de avenencia entre las partes.
Mantenimiento del orden en las ceremonias y actos cortesanos.
Justicias mayores de la Casa del Rey
Tello Gutiérrez de Meneses.
Ruy Páez de Sotomayor.
Tello Gutiérrez de Meneses.
Fernán Gutiérrez Quijada.
Sancho Sánchez de Velasco, Adelantado mayor de Castilla.
Pedro López de Padilla I.
Juan Rodríguez de Rojas, Adelantado y Merino mayor de Castilla.
Martín Fernández de Toledo, Notario mayor de Castilla y de Andalucía.
Álvar Núñez Osorio, conde de Trastámara, Lemos y Sarria y privado de Alfonso XI.
Garcilaso I de la Vega, Adelantado y Merino mayor de Castilla.
Garcilaso II de la Vega, hijo del anterior y Adelantado y Merino mayor de Castilla.
Enrique Enríquez el Mozo, Adelantado mayor de la frontera de Andalucía y bisnieto de Fernando III.
Juan Alfonso de Benavides, Mayordomo mayor de la reina Blanca de Borbón y notario mayor de Andalucía.
Diego González de Oviedo, Merino mayor de León y de Asturias.
Juan Fernández de Villagarcía.
Juan Núñez de Villasán, señor de Castrillo y Sariñana.
Diego Gómez Sarmiento, mariscal de Castilla.
Diego Hurtado de Mendoza, señor de Hita y Buitrago.
Diego López de Zúñiga, señor de Béjar.
Pedro de Zúñiga, conde de Ledesma y Plasencia y II señor de Béjar.
Álvaro de Zúñiga y Guzmán, primer duque de Béjar.
NOTARIO MAYOR.
La Notaría Mayor de Andalucía fue creada en 1252 por el rey Alfonso X el Sabio, junto a las de Castilla y León, siendo su primer titular Garci Pérez de Toledo. Posteriormente este oficio se vinculó hereditariamente a la Casa de Alcalá (formada sobre la casa de Ribera y una rama de la casa de Enríquez), cuyos jefes lo ostentaron junto con el Adelantamiento Mayor de Andalucía.
El notario mayor del reino era un funcionario de alto rango de la corona de Castilla. Había uno para Andalucía, otro para el reino de Castilla, otro para el de León y por último uno para el reino de Toledo.
El historiador David Torres Sanz, como señaló Jaime de Salazar y Acha, incluyó a los notarios mayores del reino en el grupo de los oficiales encargados de la «organización burocrática» de la Corona castellana, entre los que también figuraban el canciller mayor del rey, el canciller del sello de la Puridad, el notario mayor de la Cámara del rey, el notario mayor de la Corte y el notario mayor de los privilegios rodados, aunque también figuraban entre ellos los escribanos, los secretarios, los registradores, los selladores, los refrendarios y los relatores.
En 1431, durante el reinado de Juan II de Castilla, los notarios mayores y los cancilleres y mayordomos mayores percibían un salario de 98.400 maravedís, y los notarios, mayordomos y cancilleres menores uno de 49.200.
Notarías mayores del reino
Entre los notarios mayores del reino figuraban los siguientes:
Notario mayor de Andalucía.
Notario mayor de Castilla.
Notario mayor del reino de León.
Notario mayor del reino de Toledo.
El canciller o chanciller del sello de la puridad (o poridad) era un título honorífico de grado de oficial real, entre cuyas funciones más importantes se encontraba la custodia del real sello.
CANCILLER DEL SELLO DE LA PURIDAD.
Solían tratarse de personas de mucha confianza del rey, y se encargaban del sellado de la correspondencia real. El oficio se extinguió en el año 1496, y la custodia del sello pasó a la secretaría de despacho.
ALFÉREZ DEL REY.
El alférez del pendón real o alférez del rey era un magistrado de alta categoría que llevaba antiguamente el pendón o estandarte real en las batallas a las que asistía personalmente el rey, cuyo ejército mandaba en ausencia suya como general en jefe.
En virtud de la calidad que le incumbía de justicia mayor de la corte, estaba obligado a lo siguiente:
Defender y acrecentar el reino.
Hacer venir a reto y demandar al que perdiese o menoscabase los heredamientos, villas, castillos u otras pertenencias del rey.
Juzgar a las personas de distinción que delinquiesen.
Pedir merced al rey por los que fuesen acusados sin culpa.
Decidir los pleitos que ocurriesen entre aquellos por razón de deudas pero sin poder imponer pena de muerte o pérdida de miembro.
Tenía mesa en el palacio real y le pertenecía por Pascua florida la copa de oro o plata en que el rey hubiese usado en aquellos días y además un caballo de valor de cien maravedises de oro. Gozaba también de la prerrogativa de firmar en lugar preferente y confiar las donaciones y privilegios reales.
Condestable de Castilla fue un título creado por el rey Juan I de Castilla para sustituir al de alférez mayor del Reino. En él recaía el mando supremo del ejército y tenía el derecho de llevar pendón, mazas y rey de armas. El condestable era el máximo representante del rey en ausencia del mismo.
El 6 de julio de 1382 Juan I concedió el título a Alfonso de Aragón el Viejo, primer marqués de Villena, teniendo carácter vitalicio pero no hereditario. Este tipo de transmisión se llevaría a cabo hasta 1473, cuando Enrique IV nombra condestable a Pedro Fernández de Velasco, a partir del cual el título se haría hereditario en la familia de los duques de Frías. José Fernández de Velasco Tovar fue el último condestable de Castilla, con motivo de la guerra de sucesión española.
Los titulares del título de condestable de Castilla moraron tradicionalmente en el Castillo de Pedraza, en la provincia de Segovia. Posteriormente el castillo fue quemado por los franceses durante la guerra de sucesión española, en represalia a un acontecimiento histórico celebérrimo: el hecho de que el rey Francisco I de Francia estuviera cautivo en el mismo. Siglos más tarde, el pintor Ignacio Zuloaga utilizará su fortuna personal para adquirir el castillo, en el que moró el resto de su vida, utilizando uno de los torreones como estudio.
El condestable Pedro Fernández de Velasco ordenó la construcción de la casa del Cordón de Burgos y la llamada capilla del Condestable en la catedral de Burgos, donde está sepultado.
Condestables
Condestable
Mandato
Investido por
Monarca
Título no hereditario
1.º
Alfonso de Aragón el Viejo (1332-1412) Duque de Gandía, marqués de Villena, conde de Denia y conde de Ribagorza
1390-1391
Juan I
Enrique III (1390-1406)
2.º
Pedro Enríquez de Castilla (1355-1400) Conde de Trastámara, Lemos y Sarria
1393-1400
Enrique III
Ruy López Dávalos (1357-1428) conde de Ribadeo
1400-1423
Enrique III
3.º
Juan II (1406-1454)
4.º
Álvaro de Luna (1390-1453) Maestre de la Orden de Santiago
1423-1453
Juan II
5.º
Miguel Lucas de Iranzo (¿-1473)
1458-1473
Enrique IV
Enrique IV (1454-1474)
Título hereditario
Pedro Fernández de Velasco y Manrique de Lara (1425-1492) II conde de Haro
1473-1492
Enrique IV
1.º
Isabel I (1474-1504)
Bernardino Fernández de Velasco y Mendoza (1454-1512) I duque de Frías y III conde de Haro
1492-1512
hereditario
2.º
Juana I (1504-1506)
Regencia (1506-1516)
Íñigo Fernández de Velasco y Mendoza (1462-1528) II duque de Frías y IV conde de Haro
1512-1528
3.º
Carlos I (1516-1556)
Pedro Fernández de Velasco y Tovar (1485-1559) III duque de Frías y V conde de Haro
1528-1559
4.º
Felipe II (1556-1598)
5.º
Íñigo Fernández de Velasco y Tovar (1520-1585) IV duque de Frías y VI conde de Haro
1559-1585
Juan Fernández de Velasco y Tovar (1550-1613) V duque de Frías y VII conde de Haro
1585-1613
6.º
Felipe III (1598-1621)
Bernardino Fernández de Velasco y Tovar (1609-1652) VI duque de Frías y VIII conde de Haro
1613-1652
7.º
Felipe IV (1621-1665)
Íñigo Melchor Fernández de Velasco (1629-1696) VII duque de Frías y IX conde de Haro
1652-1696
8.º
Carlos II (1665-1700)
José Manuel Fernández de Velasco y Tovar (1665-1713) VIII duque de Frías y X conde de Haro
1696-1713
9.º
Felipe V (1700-1713)
MERINO MAYOR.
El merino era un cargo administrativo existente en las Coronas de Castilla y de Aragón y en los reinos de Navarra y de Portugal durante las edades Media y Moderna.
Según las Siete Partidas, "es nombre antiguo de España, que quiere tanto decir como home que ha la mayoría para facer justicia sobre algún logar señalado". El merino era la figura encargada de resolver conflictos en sus territorios, cumpliendo funciones que en la actualidad son asignadas a los jueces. Además administraba el patrimonio real y tenía alguna función militar. Se encargaba de las cosechas, arrendamientos del suelo y caloñas (multas que se imponían por ciertos delitos o faltas).
Los merinos podían ser nombrados directamente por el rey (merino mayor, con amplia jurisdicción en su territorio), o por otro merino (merino menor, con jurisdicción limitada a territorios más pequeños). El poeta y clérigo riojano Gonzalo de Berceo no les tenía simpatía, quizá a causa de sus desafueros o corrupción, y así escribió: "Por ende subió al cielo, donde no entra merino". Los merinos mayores eran reclutados entre la alta nobleza.
El nombramiento de merinos mayores fue muy habitual entre los diferentes reyes españoles a partir del siglo XIV. Este cargo también se conoce con el nombre de adelantado mayor, usándose más corrientemente el de merino mayor para los territorios del norte (Castilla, León y Galicia), mientras que en los del sur (Andalucía y Murcia) se empleaba el de adelantado. Desde el reinado de Enrique II de Castilla, los territorios con personalidad histórica propia fueron desgajados de los adelantamientos en los que estaban incluidos para pasar a ser gestionados por merinos mayores como fue el caso de Asturias, Álava y Guipúzcoa.
La ciudad de Burgos será la capital de la llamada merindad mayor de Castilla que se extendía por más de treinta mil kilómetros cuadrados entre el Cea al oeste y la frontera con el reino de Navarra al este, así como entre el Duero al sur y el mar Cantábrico en el norte, comprendiendo así en ella la totalidad de las actuales provincias de Cantabria y Palencia así como la mayor parte de las de Burgos y Valladolid y algunos territorios limítrofes de la hoy provincias de León, Soria, Álava y La Rioja.
En el libro Becerro de las Behetrías de Castilla figura la gran merindad subdividida en 19 merindades menores, una de las cuales llevaba el nombre de Merindad de Burgos con río de Ubierna, cuyo merino residía en la ciudad de Burgos. Esta división administrativa continúa vigente durante toda la Edad Media.
El merino mayor de Castilla en 1352 ejercía su jurisdicción sobre 19 merindades menores integradas en la Merindad Mayor de Castilla. En el Becerro constan 15 y se echan en falta otras cuatro: Bureba, Rioja-Montes de Oca, Logroño y Allende Ebro. Hasta 1335 Guipúzcoa formaba parte como la vigésima merindad, pasando entonces a constituirse en Merindad Mayor propia.
Merinos mayores de Castilla
Desde finales del siglo XII hasta el siglo XIV hubo varios merinos mayores de Castilla:
Gutierre Peláez (1170-1171). Fue nombrado como primer merino mayor de Castilla desde el 1 de febrero de 1170.
Lope Díaz de Fitero (1171-1173).
Gutierre Peláez (1174-1176). Volvió a ocupar el puesto como tercer merino mayor de Castilla hasta julio de 1176.
Lope Díaz de Fitero (1176-1193). Otra vez en el cargo como cuarto merino mayor de Castilla desde julio de 1176 hasta el 28 de julio de 1193.
Diego López de Fitero (1193-1195). Lo ostentó desde diciembre de 1193 a 10 de septiembre de 1195.
Rodrigo Pérez Malavilla (1195-1198). Desde el 8 de diciembre de 1195 al 2 de abril de 1198.
Gutierre Díaz de Sandoval (1198-1205). Desde el 8 de mayo de 1198 hasta el 15 de octubre de 1205.
García Ruiz Barba (1205-1211).
Pedro Fernández Moro (1211-1215).
Ordoño Martínez (1215-1217).
Gonzalo Pérez de Arnillas (1217-1220).
Fernando Ladrón de Rojas (1221-1224).
Gonzalo González de Cevallos (1225-1226).
García González de Herrera (1226-1230).
Álvaro Rodríguez de Herrera (1230-1235).
Moriel Rodríguez de Rojas (1235-1239).
Martín González de Mijangos (1240-1241).
Martín Álvarez (1242).
Sancho Sánchez de Velasco (1243).
Fernando González de Rojas (1245-1253).
Diego López de Salcedo (1252-1256).
Fernando González de Rojas (1256-1258).
Pedro Núñez de Guzmán (1258-1267), hijo de Guillén Pérez de Guzmán también con el título de adelantado mayor de Castilla.
Castillo de Leiva (La Rioja).
? (1267-1275)
Nuño Fernández de Valdenebro (1276-1278), hijo de Fernando Álvarez de Lara, señor de Valdenebro.
? (1279-1284)
Sancho Martínez de Leiva (1284-1292).
Juan Rodríguez de Rojas (1293).
Juan Ortiz de Valmaseda (1294).
Fernán Ruiz de Saldaña (1295-1313). De 1308 hasta 1309 y en 1312 fue merino y adelantado mayor de Castilla.
Pedro López de Padilla I (1314).
Garcilaso I de la Vega (1315-1326). Desde 1316 pasó a ser simultánemamente merino y adelantado mayor de Castilla.
Juan Martínez de Leiva (1326-1330).
Gutier González de Quijada (1331-1333). En 1331 con Fernando Ladrón de Rojas, en 1332 con Lope Díaz de Rojas y en 1233 con Gutierre González de Quijada.
Garcilaso II de la Vega (1334).
Juan Martínez de Leiva (1334-1335). En esta última fecha pasaría a ser adelantado mayor de Castilla.
Ruy Gutiérrez Quijada (1335).
Fernán López de Rojas (1345). Era hijo de Juan Rodríguez de Rojas, adelantado mayor de Castilla desde 1298 hasta 1302.
Lope Díaz de Rojas (ca. 1347). Era hijo de Diego Martínez de Rojas, señor de Rojas.
Fernán Pérez Portocarrero (ca. 1348-1350). En esta última fecha sería nombrado adelantado mayor de Castilla pero lo ostentaría hasta finales del mismo año.
Garcilaso II de la Vega (1350-1351). Era también adelantado mayor de Castilla.
Juan García Manrique (1351). Era también adelantado mayor de Castilla.
Garci II Fernández Manrique de Lara (1352-1353). Figuraba también como adelantado mayor de Castilla.
Pedro Ruiz II de Villegas (1353-1354). Posteriormente sería adelantado mayor de Castilla desde noviembre de 1354 hasta abril de 1355.
Diego Pérez Sarmiento (1354-1359). En noviembre de 1354 y confirmado en febrero de 1355, y a finales pasó además a ser adelantado mayor hasta 1359.
Fernán Sánchez de Tovar (1360-1361). También figura con el título de adelantado mayor de Castilla.
Garci II Fernández Manrique de Lara (1362).
Pedro Manrique (1363-1365). Era hijo del anterior y también era adelantado mayor de Castilla cuando lo ocupó simultáneamente.
Álvar Rodríguez Cueto (1366). Nombrado merino y adelantado mayor por el rey Pedro I de Castilla durante la primera guerra civil castellana.
Pedro Manrique (1366-1380). Nombrado merino y adelantado mayor por el nuevo rey Enrique II de Castilla durante la primera guerra civil castellana.
Rodrigo Rodríguez de Torquemada (1367). Nombrado merino y adelantado mayor por el rey Pedro I de Castilla. durante la primera guerra civil castellana.
Diego Gómez Manrique (1380-1383). Era merino y adelantado mayor de Castilla pero en este último hasta 1385.
Pedro Fernández de Velasco (1384).
Juan (Fernández) de Velasco (1385), hijo del anterior.
Gómez Manrique (1385-1388). Era merino y adelantado mayor de Castilla pero en este último hasta 1411.
Ruy Pérez II de Villegas (1388-1411). Era hijo del merino y adelantado mayor Pedro Ruiz II de Villegas.
Siglo XIV
La totalidad de la merindad mayor de Castilla alcanzaba en pleno siglo XIV la suma de 39 777 km², que se repartía desde los límites del reino leonés al occidente hasta el reino navarro al oriente, excluyendo los territorios pertenecientes al señorío de Vizcaya y la merindad mayor de Guipúzcoa. Al norte el límite venía marcado por el mar Cantábrico, mientras que al sur era la línea de Comunidades de Villa y Tierra, dibujadas a lo largo del río Duero, la que establecía el fin de esta gran división administrativa.
ALMIRANTE DE CASTILLA.
El almirante de Castilla era el oficial del rey de Castilla al frente de la Armada. Fue una dignidad creada en 1247 y que perduró hasta el año 1705.
El título de almirante de Castilla fue creado por el rey Fernando III el Santo en 1247 para la toma de Sevilla, nombrando a Ramón de Bonifaz para ese cargo. Este título se encontraba revestido de gran autoridad, poder y preeminencias, que aparecen especificadas por Alfonso X el Sabio en la segunda Partida de las Leyes; en ella se decía que quien fuese elegido, había de llegar ante el rey ataviado con valiosas vestiduras de seda, recibir un anillo en la mano derecha, en señal de la honra que se le hacía, una espada representando el poder delegado, y un estandarte con la armas reales por acabdillamiento otorgado en representación del monarca.
El almirante residía ordinariamente en Sevilla, por estar allí las Atarazanas Reales y ser lugar donde se armaban y organizaban las flotas y radicar allí también el tribunal especial marítimo. Entre las múltiples atribuciones y facultades del almirante, figuraban tener voz y voto de calidad en el Consejo de Castilla.
Desde 1405 hasta 1705, año en que este cargo desaparece, se constituyó en patrimonio de los Enríquez, descendientes del infante Fadrique Alfonso de Castilla, hijo natural del rey Alfonso XI el Justiciero. Alfonso Enríquez, por concesión de Enrique III, fue el primero de esta familia que ostentó el Almirantazgo.
En el siglo XV, durante el reinado de los tres últimos Trastámara, la institución del Almirantazgo se transforma: «el Almirante pasa a ser un palaciego que intriga para acrecentar sus preeminencias». Las funciones de servicio a la Corona perdieron importancia frente a la mera obtención de ingresos para la familia Enríquez. El almirante de Castilla dejó de participar personalmente en las guerras navales, a la vez que la marina de guerra castellana se transformaba, reemplazando las galeras reales por veleros privados contratados para cada campaña. El afán recaudatorio de los Enríquez les llevó a conflictos con los nobles andaluces, con la ciudad de Sevilla e incluso con la propia Corona.
En 1726 después de un corto intervalo, sin haberse hecho nuevo nombramiento de tal dignidad, Felipe V acordó no proveerla, y en 1737 fundió los almirantazgos españoles en la suprema jerarquía de almirante general de la Armada, concedida al infante don Felipe.4
Almirantes de Castilla
La siguiente es una lista de las personalidades que ostentaron esta dignidad:
Almirante
Ramón de BonifazFue I almirante de Castilla desde 1247.
Ruy López de MendozaOstentó esta dignidad entre 1253 y 1262.
Fernando GutiérrezEntre 1262 y 1269.
Pedro Laso de la VegaFue IV almirante de Castilla desde 1269, y su almirante subalterno de la costa de Andalucía era Pedro Martínez de Fee.
Payo Gómez Chariño
Pedro Ruiz de Castañeda
Nuño Díaz de CastañedaHermano del anterior. Muerto en 1293.
Benito ZacaríasGenovés. Muerto en 1295.
Juan Mathé de LunaFue IX almirante de Castilla y murió en 1299.
Fernán Pérez Maymon
Alonso Fernández de MontemolínSevillano.
Alvar PérezFalleció en 1304.
Diego García de ToledoSeñor de Magan y de Mejorada.
Diego Gutiérrez de CevallosFue XIV almirante de Castilla desde 1303.
Bernal de SoriaEntre 1307 y 1311.
Gilberto de CastelnouItaliano.
Alonso Jofre TenorioI señor de Moguer. Nació en 1292 y murió en combate en 1340.
Alonso Ortiz CalderónGran Prior de la orden de San Juan. Renunció en 1341.
Egidio BoccanegraGenovés. Ejecutado en 1367.
Ambrosio BocanegraGenovés. Hijo del anterior. Murió en 1373.
Fernando Sánchez de TovarMurió durante el sitio de Lisboa en 1384.
Juan Fernández de TovarHijo del anterior. Señor de Berlanga. Murió en la batalla de Aljubarrota de 1385.
Rui Díaz de MendozaSeñor de Mendivil. Muerto en 1390.
Álvaro Pérez de GuzmánNombrado el 29 de abril de 1391,7 en el cargo hasta 1393.
Diego Hurtado de MendozaMuerto en julio de 1404.
Alfonso EnríquezI señor de Medina de Rioseco, hijo del infante Fadrique de Castilla. Murió en 1429.
Fadrique EnríquezII señor de Medina de Rioseco. Hijo del anterior.
Alonso EnríquezHijo del anterior. Murió en 1485.
Fadrique Enríquez de VelascoHijo del anterior. Murió sin sucesión en 1538.
Fernando Enríquez de VelascoHermano del anterior. Murió en 1542.
Luis Enríquez y Téllez-GirónHijo del anterior. Murió en 1572.
Luis Enríquez de CabreraHijo del anterior. Muerto en 1596.
Luis Enríquez de Cabrera y MendozaHijo del anterior. Muerto en 1600.
Juan Alfonso Enríquez de CabreraHijo del anterior. Murió en 1647.
Juan Gaspar Enríquez de CabreraHijo del anterior. Murió en 1691.
Juan Tomás Enríquez de CabreraHijo del anterior. Felipe V le despojó de sus cargos por haber tomado el partido austracista durante la guerra de sucesión.
MARISCAL DE CASTILLA.
Fue una antigua ocupación militar del reino de Castilla, cuyas funciones fueron asumidas en el reinado de Carlos I por los maestres de campo.
El clérigo e historiador renacentista Pedro de Salazar y Mendoza señaló que el cargo de mariscal de Castilla fue creado en 1382 por el rey Juan I de Castilla, y afirmó que:
La jurisdiccion que el Rey (de Castilla) dió a sus Mariscales fue para todos los negocios civiles y criminales en sus exércitos, reconociendo al Condestable que era el general. Dióles también facultad para muchas de las cosas que la tenían los Tribunos de los soldados Romanos, y con esto quedó oficio muy calificado, y con mucha autoridad.
También afirmó Salazar y Mendoza que los dos primeros mariscales de Castilla fueron Fernando Álvarez de Toledo, señor de Valdecorneja y notario mayor del reino de Toledo y de quien descienden los condes de Alba de Tormes y los duques de Alba, y Diego Gómez Sarmiento,4 que fue adelantado mayor de Castilla y de Galicia y esposo de Leonor Enríquez de Castilla, nieta de Alfonso XI de Castilla, de quienes descienden los condes de Salinas.
También fueron mariscales de Castilla varios miembros de la Casa de Valencia, que descendían en línea directa del infante Juan de Castilla el de Tarifa, hijo de Alfonso X, y del rey Alfonso IV de Portugal, y entre los que figuraron los mariscales Juan de Valencia, Diego de Valencia y Alfonso de Valencia y Bracamonte. Les sucedieron los miembros de la Casa de Córdoba.
Numerosos individuos fueron mariscales de Castilla a lo largo de la historia, y Salazar y Mendoza señala que sus funciones fueron asumidas posteriormente por los maestres de campo, creados durante el reinado de Carlos I.
MAESTRE DE CAMPO.
El maestre de campo, también conocido como maese o maestro de campo, era un rango militar establecido en 1534 por el monarca Carlos I de España. Este cargo fue creado para dotar a los Tercios de una estructura de mando intermedia que asegurara la coordinación y disciplina entre los soldados en un contexto de guerra, especialmente en el marco de las campañas en Europa y América.
Funciones y Atribuciones
El maestre de campo ocupaba un rango destacado dentro de la jerarquía militar de los Tercios, posicionándose por debajo del capitán general y por encima del sargento mayor. Su nombramiento era una prerrogativa del monarca y se realizaba en el Consejo de Estado, lo que añadía a su cargo una dimensión de relevancia tanto política como militar. Esta designación directa del rey reforzaba su autoridad y lo convertía en una figura de confianza dentro del ejército imperial español.
Al mando de un tercio, el maestre de campo ejercía una autoridad que abarcaba tanto el control táctico de sus tropas como la administración de justicia y la gestión del avituallamiento. En este sentido, sus funciones eran comparables a las de los antiguos mariscales de Castilla, lo cual incluía la responsabilidad de mantener la disciplina, organizar la defensa, y garantizar el suministro de víveres y equipo para las campañas.
Además de su rol operativo, el maestre de campo tenía potestad judicial, lo que le permitía resolver disputas y mantener la disciplina entre sus soldados, aplicando tanto sanciones menores como medidas disciplinarias severas. Este poder era esencial para la cohesión y eficiencia de las tropas, especialmente en largas campañas donde el orden interno podía ser difícil de mantener. En muchos casos, el maestre de campo era el encargado de imponer el código de conducta en el campo de batalla, lo que le confería una gran influencia sobre sus subordinados.
Guardia Personal
Como señal de su alto estatus y de la confianza que el monarca depositaba en él, el maestre de campo contaba con una guardia personal formada por ocho alabarderos alemanes, cuyos sueldos eran costeados directamente por el rey. Estos guardias, además de protegerlo, simbolizaban su rango y autoridad dentro de la estructura militar. La presencia de estos soldados de élite enfatizaba su posición superior y servía como un recordatorio visible de la conexión directa entre el maestre de campo y la corona.
Además, el maestre de campo estaba facultado para emitir órdenes de marcha y despliegue de las tropas, coordinar la logística y supervisar las fortificaciones necesarias para la defensa de sus posiciones. Estas responsabilidades hacían de él una figura multifacética, crucial para la efectividad y cohesión de los tercios en campaña. En tiempos de guerra, el maestre de campo era el responsable directo de implementar las estrategias militares en el campo de batalla, actuando como intermediario entre las decisiones estratégicas de alto mando y la ejecución operativa a nivel táctico.
Relación con Otros Oficiales
El maestre de campo interactuaba con otros oficiales clave, como el sargento mayor, quien le ayudaba en la organización y administración diaria de la unidad, y los capitanes de las compañías que formaban el tercio, cada uno de los cuales estaba a cargo de un grupo de soldados. Esta relación jerárquica facilitaba la implementación de órdenes de manera ágil y coordinada, asegurando que la autoridad del maestre de campo fuera respetada y sus decisiones ejecutadas rápidamente. Además, colaboraba estrechamente con los encargados de logística y provisiones para asegurar la sostenibilidad del ejército en campaña.
Estas funciones y la estructura de poder consolidada alrededor del maestre de campo garantizaban una cadena de mando clara y eficaz en el ejército español, contribuyendo al éxito y resistencia de los tercios en múltiples escenarios de combate.
Figuras destacadas
A lo largo de los siglos XVI, XVII y XVIII, numerosos soldados y nobles ocuparon el rango de maestre de campo, destacándose por su capacidad de liderazgo, valentía en combate y contribuciones a la defensa y expansión de los territorios del Imperio español. Estos hombres provenían de distintos estratos sociales, desde nobles hasta soldados plebeyos, y fueron fundamentales en la consolidación del prestigio y la efectividad de los Tercios. A continuación se destacan algunos de los maestres de campo más célebres:
Siglo XVI
Francisco Sarmiento de Mendoza y Manuel (1498-1539): Maestre de campo durante el Sitio de Castelnuovo (1539), donde defendió el fuerte hasta el último hombre. Conocido por su heroísmo en situaciones extremas, Sarmiento es una figura destacada en la historia de los tercios.
Julián Romero de Ibarrola (ca. 1518-1577): Militar español, veterano de las guerras de Italia y de los Países Bajos. Maestre de campo del Tercio gemelo de Sicilia (1565-1577), participó en la Batalla de San Quintín (1557) y en la Batalla de Gravelinas (1558). Romero es recordado como uno de los más valientes oficiales de los tercios españoles.
Lope de Acuña y Avellaneda (c. 1520-1584): General de la Caballería y maestre de campo de los tercios de la Liga de Lombardía en Italia (1555-1557); lugarteniente general de Caballería del ejército de Flandes (1557-1573). Sirvió durante el Asedio de Valenciennes y fue crucial en la Batalla de Mons (1572).
Sancho Dávila y Daza (1523-1583): "El Rayo de la Guerra". Capitán de Guardia del Gran Duque de Alba, inaugurando el "Camino Español" en Pavía y más tarde en Amberes. Mano derecha del Gran Duque de Alba en la guerra contra el Prior de Crato por la sucesión al trono de Portugal de Felipe II. Dávila fue conocido por su valentía y estrategias militares que contribuyeron a la consolidación del poder español en Portugal.
Francisco de Valdés y Meneses (c. 1530-1583): Maestre de campo general en Holanda (1573-1574), Tercio de Italia (1574-1575) y Tercio Gemelo de Sicilia (1578-1580). Valdés fue clave en la defensa de territorios italianos y holandeses contra los protestantes y rebeldes.
Diego Enríquez de Castañeda y Manrique (ca. 1535-1601): Maestre de campo del Tercio Fijo de Sicilia (1569-1601). Sirvió en Sicilia, enfrentándose a piratas y amenazas en el Mediterráneo. Su liderazgo contribuyó a mantener la paz en la región durante varias décadas.
Álvaro de Sande y Ulloa (1537-1593): Maestre de campo del Tercio de Saboya; maestre de campo general de todo el ejército imperial en Italia. Su experiencia en el Asedio de Malta (1565) y en las Guerras de Flandes le otorgó gran prestigio. Lideró a las tropas del Emperador en diversas campañas por Italia.
Cristóbal de Mondragón y Zúñiga (1539-1600): Maestre de campo (1582-1592) del Tercio de Sicilia; Maestre de campo general de los ejércitos de Flandes (1592-1596). Destacado en la guerra en los Países Bajos.
Manuel de Vega Cabeza de Vaca (1540-1593): Maestre de Campo del Tercio de Bobadilla (1590-1591). Participó en la Guerra de los 80 Años en Flandes.
Sancho Martínez de Leyva (c. 1540-1596): Maestre de Campo del Tercio gemelo de Lombardía (1588-1589), y maestre de Campo General del Ejército de Caballería e Infantería de la Armada (1596). Leyva fue fundamental en la organización y liderazgo de las tropas durante las campañas en Flandes, donde su capacidad táctica fue muy valorada.
Luis de Queralt y de Rojas (c. 1540-1598): Noble, maestre de Campo que reclutó y llevó el Tercio de Queralt (1587), también llamado de "valones españoles" o de los "Papagayos". Este tercio fue famoso por su disciplina y efectividad en combate, participando en varias campañas en Flandes y en Italia.
Gonzalo de Bracamonte y Zúñiga (1540-1602): Maestre de Campo del Tercio Viejo de Cerdeña y del Tercio de Flandes. Reconocido por su valentía y habilidades tácticas.
Antonio de Zúñiga y Zúñiga (c. 1540-1605): Maestre de Campo del Tercio gemelo de Sicilia (1590-1597). Conocido por su experiencia en la guerra y su participación en campañas decisivas en el norte de Italia y Flandes.
Francisco Arias de Bobadilla (c. 1540-1606): Maestre de campo del Tercio de Bobadilla (1581); fue clave en las campañas de Portugal y en la defensa del Estrecho de Gibraltar contra incursiones inglesas. Lideró a sus tropas durante la Campaña de Inglaterra en 1588.
Lope de Figueroa y Barradas (c. 1541-1585): Maestre de campo del Tercio Costa de Granada; maestre de campo general de los ejércitos de Portugal (octubre de 1583). Participó en la disolución del Tercio de la Sacra Liga.
Juan Manrique de Lara y Urrea (c. 1545-1600): Maestre de Campo del Tercio gemelo de Sicilia (1588-1590). Participó en diversas campañas en Italia y Flandes, siendo conocido por su habilidad táctica y su valentía en combate.
Juan de Águila y Arellano (ca. 1545-1602): Maestre de campo del Tercio gemelo de Sicilia (1582-1584), participó en la Guerra de los Ocho Años en Flandes y luego en la Batalla de Kinsale en Irlanda, donde lideró el apoyo español a los rebeldes irlandeses contra Inglaterra.
Alonso de Mendoza y Aguirre (1545-1614): Maestre de Campo del Tercio de Bobadilla, en 1591. Destacado militar en el Imperio español.
Alonso de Idiáquez (c. 1547-1606): Maestre de Campo del Tercio departamental de Flandes en 1590 (anteriormente llamado Tercio gemelo de Lombardía). Participó activamente en la defensa de las posiciones españolas en Flandes y se le reconoce por su experiencia y liderazgo en el campo de batalla.
Carlos Coloma y de Saa (c. 1550-1610): Maestre de Campo del Tercio gemelo de Sicilia (1597-1600). Destacó en varias campañas en Flandes, siendo un comandante respetado por su liderazgo y tácticas en el campo de batalla.
Agustín Íñiguez de Zárate (1550-1612): Maestre de Campo del Tercio viejo de Sicilia. Participó en la defensa del Mediterráneo.
Juan del Águila y Arellano (1550-1621): Maestre de campo (1584-1598) del Tercio de Sicilia; maestre de campo general de las fuerzas de invasión de Irlanda (1600-1602). Conocido por su liderazgo en Irlanda.
Gabriel Manríquez y Ladrón de Guevara (c. 1550-1623): Maestre de campo (1594) del Tercio de Saboya. Información limitada, pero participó en campañas relevantes.
Juan de Guevara y Guzmán (1553-1600): Maestre de campo del Tercio de Saboya, sirvió en las campañas de Flandes bajo las órdenes del Duque de Alba. Reconocido por su lealtad y disciplina, participó en la Batalla de Jemmingen y otras batallas cruciales de la guerra.
Alonso de Navarrete y Cortés (1554-1600): Maestre de campo del Tercio de Saboya, acompañó al Duque de Alba en la campaña de Flandes y participó en la Batalla de Mook (1574). Navarrete destacó por su habilidad en maniobras defensivas.
Agustín Messía Carrillo y Manrique de Lara (1555-1614): Maestre de campo de Infantería española (1587-96); maestre de campo general de España (1609). Destacado en la administración militar.
Fernando Girón de Salcedo y Briviesca (1560-1623): Maestre de campo de Infantería española (1597-1605); maestre de campo general de Aragón (1610-1615). Reconocido por su liderazgo militar.
Siglo XVII
Íñigo de Borja y Velasco (1600): Maestre de campo del Tercio de Lombardía.
Fernando Álvarez de Toledo (1605-1610): Maestre de campo del Tercio de Saboya; maestre de campo general de Portugal (1638).
Martín de Aragón y Tafalla (1629): Maestre de campo del Tercio de Lombardía.
Luis Francisco de Benavides y Carrillo de Toledo, marqués de Caracena (1636): Maestre de campo y, posteriormente, maestre de campo general en Flandes (1639).
Antonio de Ceballos, maestre de campo (1603), Tercio de Villar.
Francisco Ponte, maestre de campo (1610), Tercio de Saboya.
Sancho de Lima, maestre de campo (1613), Tercio de Saboya. Muerto en acción, junto a 800 de sus soldados, en el combate de Crevecoeur (1617), siendo maestre de campo del Tercio de Saboya.
Alonso Pacheco Girón, maestre de campo (1618), Tercio de Saboya.
Juan Bravo de Laguna, maestre de campo (1613-1621), Tercio de Saboya.
Juan de Cárdenas y Manrique de Lara, maestre de campo (1621), Tercio de Saboya.
Francisco de Ibarra y Barresi, maestre de campo (1622), Tercio de Fernández de Córdoba.
Baltasar López de Árbol, teniente del maestre de campo general (1604-1622), Tercio de Velasco; maestre de campo (1622), Tercio de Velasco.
Juan de Orellana, maestre de campo (1624), Tercio de Nueva Leva.
Jacinto de Velasco y Hénin, maestre de campo de Infantería española, 1632.
Rodrigo López de Quiroga, maestre de campo (1630-1633), Tercio de Saboya.
Juan Díaz Zamorano, maestre de campo (1633-1634), Tercio de Saboya.
Martín de Idiáquez y Camarena, maestre de campo (1634), Tercio de Saboya.
Juan Álvarez Cornado, maestre de campo (1634-1638), Tercio de Saboya.
Pedro Antonio de Aragón y Fernández de Córdoba, maestre de campo (1637-1638).
Juan Martínez de Vergara, maestre de campo (1640) en Chile.29
Antonio de Vergara Azcárate, maestre de Campo en Cartagena de Indias.
Pedro de Zapata de Mendoza y Cisneros, maestre de campo (1640) en Cataluña.
Francisco Fernández de la Cueva, duque de Alburquerque, maestre de campo de Infantería española (1641-1643); maestre de campo (1646).
Antonio de Velandia, maestre de campo del Tercio Gemelo de Sicilia (1642-1643), caído en Rocroi
Clemente Soriano, capitán del Tercio de la Sangre (Flandes), maestre de campo del Tercio Clemente Soriano (Sitio de Tarragona, 1641), gobernador de Tarragona, y gobernador de Cartagena de Indias (1646-1648).
Álvaro de Miranda, maestre de campo de Caballería (1649).
José Martínez de Salazar, maestre de campo en Galicia durante la guerra de Restauración portuguesa y en 1644 durante la invasión francesa de Cataluña, posteriormente nombrado gobernador-presidente del Río de la Plata de 1663 a 1674.
Martín de Redín y Cruzat, miembro de la Orden de Malta, maestre de Campo en Navarra y Cataluña. Nombrado Gran Prior de Navarra en 1641. Se le designó Virrey de Sicilia en 1656. Fue elegido Gran Maestre de la Orden el 17 de agosto de 1657.
Juan Caro de Montenegro y Bienfar, maestre de campo (1680-1682).
Francisco Dávila Orejón, maestre de campo (1684). Publicó Política y mecánica militar, para sargento mayor de Tercio.
Juan López de la Flor y Reinoso, maestre de campo.
Juan Francisco Sáenz Vázquez de Quintanilla y Sendín de Sotomayor, maestre de campo (1671).
Manuel de Bustamante y Vivero, maestre de campo (1690-1692), caballero de la Orden de Santiago.
Joseph Rico, teniente de maestre de campo general en el Tercio de Baltasar Mercader (antiguo del Duque de Alburquerque).
+ Alonso de Peñalosa Briceño y Berdugo. Maestre de Campo. Lima. Perú.
Siglo XVIII
José de la Puente y Peña (1703): Maestre de campo destacado por su labor en la defensa de las fronteras.
Francisco Félix de Vega y Cruzat, marqués de Feria: Maestre de campo y fortificador del castillo de Barletta (Italia), en 1704.
José Julián Orbe (1799): Maestre de campo en el partido de Lamas, subdelegación de Chachapoyas, intendencia de Trujillo, Virreinato del Perú.3031
Luis Carvajal y Osorio, maestre de campo (1701).
Bernardo López del Sueldo, maestre de campo (fuerte de Villa Concepción del Tiyú).
Silvestre De las Cuentas Niño de Guzmán-Valverde y Valdés, maestre de campo, teniente general y justicia mayor en Chucuito y Paucarcolla (Puno), Virreinato del Perú.
Luis de Saavedra , maestre de campo (difuntos en 1763).
Manuel González Carrasco, Piura maestre de campo (1765).
Importancia del Cargo
El maestre de campo desempeñaba un papel crucial en la estructura militar de los Tercios, actuando como enlace entre la estrategia general decidida por el capitán general y la ejecución operativa en el campo de batalla. Gracias a su poder en la administración de justicia y en el manejo de los recursos, los maestres de campo no solo se destacaban en lo militar, sino que también eran figuras influyentes en la sociedad de la época.
CANCILLER MAYOR DEL REINO.
Este tenía a su cargo los sellos reales para autorizar cartas o provisiones regias hasta que el título fue honorífico y se vinculó en el arzobispo primado de Toledo.
GUARDA MAYOR.
El guarda mayor del rey o guarda mayor del Cuerpo del Rey era un oficial de la Casa real de Castilla cuya función era proteger al monarca y estar al mando de su guardia personal.
Algunos autores, al hablar de este cargo, afirmaron que era más «honorífico que efectivo», pero Jaime de Salazar y Acha señaló que tal vez sería así durante el último periodo de la Baja Edad Media, pero no en sus comienzos, ya que en un primer momento la seguridad del rey estaba en manos de su alférez, pero este a su vez posiblemente delegaría esa responsabilidad en otro oficial de rango inferior que posiblemente con el transcurso de los siglos evolucionaría hasta pasar a ser, en opinión de ese historiador, el oficial conocido como guarda mayor del rey.
Y cuando en el siglo XIII el cargo de alférez del rey fue monopolizado por miembros de la alta nobleza, como los Lara y los Haro, y también por miembros jóvenes de la realeza o incluso por niños de corta edad, la protección del rey quedó en manos de su guarda mayor, que es mencionado por primera vez en el reinado de Sancho IV de Castilla, ya que en la Crónica de este monarca el noble portugués Esteban Pérez Florián es mencionado como «guarda del Rey», y en otro documento de 1290 Diego Gómez de Roa es mencionado como «guarda mayor de nuestro cuerpo».
Hacia el año 1424, el cargo de guarda mayor pasó a ser compartido por dos individuos, aunque se desconoce si fue porque se había convertido en un título más «honorífico que efectivo», o porque se rotaban para ejercerlo. Pero si está comprobado que en 1447, durante el reinado de Juan II de Castilla, y según consta en uno de los libros de asientos de su reinado, varios individuos ocupaban el cargo de guarda mayor del rey, que se había convertido en hereditario para varias familias del reino, y percibían 20.000 maravedís anuales en concepto de salario.
En el reinado de Alfonso X de Castilla, como señaló Manuel González Jiménez, el guarda mayor del rey era el responsable de la seguridad del rey y de su familia en la Corte o en su palacio, y a sus órdenes se hallaba un pequeño grupo de hombres entre los que se contaban veinte ballesteros de infantería y otros diez montados,4 que custodiaban la Corte o el lugar donde se hallara el monarca, aunque por otro lado otros veinte caballeros y un número similar de escuderos de a pie eran los protectores del monarca y de sus familiares. Y las otras obligaciones del guarda mayor del rey eran:
Comandar la guardia personal que protegía al rey.
Coordinar todo lo relativo a la seguridad del monarca y encargarse de su organización.
Interactuar también con otros oficiales de la Corte como los Justicias mayores de la Casa del rey o los alguaciles mayores del rey, que tenían encomendadas algunas labores policiales y de orden público dentro de la misma.
Reinado de Sancho IV de Castilla (1284-1295)
(1286) Esteban Pérez Florián. También fue merino mayor de León y Asturias, alcaide de Serpa y Mora y tenente de las fortalezas de San Esteban de Gormaz, Castrojeriz, Fermoselle y Trastámara.
(1290) Diego Gómez de Roa. También fue teniente de gran comendador de Castilla y León en la Orden de San Juan de Jerusalén.
(1291) Fernán Pérez de Andrade.
(1293-1294) Sancho Sánchez de Ulloa. Fue un noble castellano de la familia Ulloa, y también fue señor de Ulloa y de Monterroso y repostero mayor del rey Sancho IV de Castilla.
Reinado de Alfonso XI de Castilla (1312-1350)
(1327) Juan Martínez de Leiva. Fue señor de Leiva, Baños, Coruña y Valdescaray, merino mayor de Castilla, guarda y camarero mayor del rey Alfonso XI de Castilla, merino mayor de Vizcaya, caballero de la Orden de la Banda, prestamero mayor de Vizcaya, notario mayor de los privilegios rodados y mayordomo mayor de la infanta Leonor de Castilla, hermana de Alfonso XI y posteriormente reina consorte de Aragón por su matrimonio con el rey Alfonso IV de Aragón.
(1327-1340) Alonso Jofre Tenorio. Fue señor de Moguer, almirante de Castilla, guarda mayor del rey, alcaide de Sevilla y alguacil mayor de Toledo, y era hijo de Diego Alfonso Tenorio, tesorero mayor del rey, y de Aldonza Jofre de Loaysa. Y murió combatiendo contra los musulmanes en una batalla naval librada en el Estrecho de Gibraltar en 1340.
(1350) Lope Díaz de Cifuentes. Ricohombre castellano y señor de Almansa. Era hijo de Diego Ramírez de Cifuentes, adelantado mayor de León y de Asturias y señor de Almanza y Cifuentes, y de Leonor Fernández de Saldaña.
Reinado de Pedro I de Castilla (1350-1369)
(1350) Gutier Fernández de Toledo. Fue señor de Anamella, camarero mayor del rey Pedro I de Castilla y también su repostero y guarda mayor.
(1351) Fernán Pérez Calvillo. Fue señor de Cotillas, alcalde de las sacas del reino de Murcia en los territorios comprendidos desde Veas hasta Ontur, alcalde del rey y su guarda mayor, y teniente de adelantado mayor de este reino en nombre de Martín López de Córdoba, maestre de las órdenes de Alcántara y Calatrava. Y era hijo de Hernán Calvillo, señor de Cotillas, y de Teresa García.
(1352) Díaz Martín afirmó que en febrero de 1352 Gómez Pérez de Toledo, que fue alguacil mayor de Toledo, era guarda mayor a las órdenes del guarda mayor del rey, pero Jaime de Salazar y Acha señaló que ese autor tal vez confundió al padre con el hijo y que en realidad el guarda mayor del rey en estos momentos era Día Gómez de Toledo, hijo de Gómez Pérez y señor de Casarrubios, Valdepusa y Malpica, notario mayor del reino de Toledo y alcalde mayor de dicha ciudad.
(1353) Pedro González de Mendoza. Fue un noble castellano de la Casa de Mendoza, y era hijo de Gonzalo Yáñez de Mendoza y de Juana de Orozco. Fue señor de Hita y Buitrago, entre otras muchas villas, mayordomo mayor del rey Juan I de Castilla, y ocupó el cargo de adelantado mayor de Castilla entre finales de 1365 y principios de 1366.
(1354) Juan Rodríguez de Cisneros. Hay constancia de que ocupó el cargo en diciembre de 1354, y fue un ricohombre castellano que fue señor de la Casa de Viduerna y también de Castrillo y Guardo, guarda mayor del rey, y adelantado y merino mayor de León y Asturias. Y era hijo de Arias González de Cisneros, ricohombre de Castilla, y de Mencía de Manzanedo.
(1355-1356) Fernán Pérez Portocarrero. A principios de octubre de 1355 ya era guarda mayor del rey, y ocupó el cargo al menos hasta mediados de octubre de 1356. Fue señor de Pinto, adelantado mayor de Castilla,20 guarda mayor del rey y oficial de la escudilla del rey, y era hijo de Martín Fernández Portocarrero y de Inés Pardo.
(1361-1368) Men Rodríguez de Biedma. Adoptó el nombre de Men Rodríguez de Benavides tras haber sido designado heredero de los bienes de la Casa de Benavides por su primo, Juan Alfonso de Benavides, que era hijo de Juan Alonso de Benavides y de Teresa Alonso Godínez, y fue mayordomo mayor de la reina Blanca de Borbón y justicia mayor de la Casa del rey, entre otros muchos cargos, y fue además señor de Santisteban del Puerto, La Mota, Tenorio, Mayela, Estiviel y Ardiles, caudillo mayor del obispado de Jaén y capitán general de la frontera en el año 1360.
(1368) Gonzalo González Dávila. En 1368 era guarda mayor del rey, según consta en un privilegio rodado expedido el día 26 de mayo de ese mismo año. Y Luis Vicente Díaz Martín señaló que esa fue la única ocasión en que un guarda mayor del rey figuró entre los confirmantes de un documento de esa clase.
(1368-1369) Men Rodríguez de Biedma.
Reinado de Enrique II de Castilla (1369-1379)
(1369-1379) Men Rodríguez de Biedma.
(1370-1374) Fernando Sánchez de Tovar. Fue señor de Astudillo, Castroponce, Los Gelves y el El Aljarafe de Sevilla, y ocupó los cargos de adelantado mayor de Castilla, almirante de Castilla, guarda mayor del rey y alcalde entregador de la Mesta. Además, murió de peste en 1384, durante el sitio de Lisboa, y era hijo de Ruy Fernández de Tovar y de Elvira Ruiz Cabeza de Vaca.
(1375-1379) Sancho Fernández de Tovar. Era hijo del anterior y de Isabel de Padilla, y contrajo matrimonio con Teresa de Toledo. Fue señor de Cevico de la Torre y guarda mayor de los reyes Enrique II, Juan I y Enrique III.
Reinado de Juan I de Castilla (1379-1390)
(1379-1381) Men Rodríguez de Biedma. Según Jaime de Salazar y Acha este individuo ocupó el cargo de guarda mayor del rey a lo largo de varios reinados y hasta el año 1381, pero Francisco de Paula Cañas Gálvez afirmó que lo hizo hasta 1380.
(1379-1390) Sancho Fernández de Tovar.
(1380) Íñigo Ortiz de Zúñiga. Fue señor de Alesanco, camarero mayor de la reina Blanca de Borbón y alcalde mayor de Sevilla, y era hijo de Diego López de Zúñiga, señor de Alesanco, y de Teresa Hurtado de Mendoza. Y Salazar y Acha, basándose en la Crónica del rey Don Pedro, afirmó que fue guarda mayor de la reina Blanca de Borbón en 1361.
(1386) Pedro Rodríguez de Fonseca.25 En Portugal poseía los señoríos de Mora, Casiano y Condacunto, entre otros, y también fue alcaide del castillo de Olivenza, posadero mayor del rey Juan I de Castilla y de su hijo Enrique III, guarda mayor del rey Juan I de Castilla, y acemilero mayor del mismo monarca. Y era hijo del caballero portugués Rui Pires de Fonseca y de Inés de Acuña.
Reinado de Enrique III de Castilla (1390-1406)
(1390-1394) Sancho Fernández de Tovar.
Guardas mayores desde el siglo XV
Desde este siglo varias familias ocuparon el cargo hereditariamente y de forma simultánea:
Los Tovar, señores de Cevico de la Torre.
Los Mendoza, señores de Almazán.
Los Fonseca, señores de las tercias de Badajoz.
Los Estúñiga, señores de Alesanco.
Los Osorio, condes de Trastámara.
Los Acuña, condes de Buendía.
Los Manuel, señores de Belmonte de Campos y descendientes del rey Fernando III de Castilla.
Guardas mayores de la reina
(1361) Íñigo Ortiz de Zúñiga, mencionado anteriormente. En 1361 era guarda mayor de la reina Blanca de Borbón, esposa de Pedro I de Castilla.
ALCAIDE.
El alcayde o alcaide era, desde la Edad Media, el gobernador o el máximo jefe militar y oficial jurisdiccional de un alcázar, castillo o fortaleza. Sus facultades eran de diferente orden y se extendían tanto a la jurisdicción civil como a la criminal, tanto al gobierno militar como al político.
En la versión cristiana, en ausencia, representación, o empresa del rey o del vasallo noble, estos delegaban usualmente en este cargo la gestión de sus tropas ubicadas en las fortalezas, conforme a sus leyes y privilegios, en admisión de sus servicios militares como Alcaydes cuyo ámbito era la alcaidía.
Era el oficial militar fiel (fieldad) y que en fundamento de esta premisa, sine qua non, gobierna las tropas confiadas y está al mando de un castillo o alcázar militar de rey o señor, extensivamente, de una «cibdad» o «lugar fortificado», tal como Ávila. La alcaidia representa una síntesis de funciones militares entre la variedad de comandancias de las prefecturas romanas, «praefectus castrorum, vigilum, vehiculorum, alae, cohortis, equitum, fabrum, legionis».
El castillo, (lat. castra, los campamentos. Gr. seekazoo, encerrar, separar, amurallar. Castillo, lat. castellum, caetillo, los reales o campamentos) era homólogo del alcázar árabe . Varias de las casas nobles españolas eran Mozárabes, y muy a menudo los pobladores de lugares fortificados. Las ciudades podían contener alcázares dentro de sus murallas y estos tener alcaydes, como también en las Alcazabas.
Los castillos casi siempre estaban asociados a sus villas más próximas, y estas a sus aldeas (en ocasiones emplazados en lugares despoblados sin más habitantes que los residentes en el mismo castillo o por tropas itinerantes en acampada). Este castillo con Alcaidia, se articulaba en un «término» o jurisdicción con demarcación geográfica, política y militar, que podía ser simultáneamente constitutiva de un Señorío, ducado, marquesado, condado, e incluso infantado. Los alcaides podían alcanzar altos rangos a razón de la importancia de la plaza que defendían.
«Viendo esto el emperador, llamole que pareciese en su corte, y recibiole en su gracia, y hizole segundo príncipe (esto es, segundo alcaide de Toledo) y mando a todos los caballeros y gente de guerra, que eran de los puertos afuera, que le obedeciesen como tal, y asimismo todos los capitanes y soldados de Extremadura, sabiendo cuan extremado capitán era, se regían por el, y gustaban pelear bajo su bandera. Nuño Alfonso en la Historia de Toledo.
Toledo, cuyo primer Alcaide en la Alcaidia de Toledo fue Rodrigo Díaz de Vivar, seguido de, Álvar Fáñez, Gutiérrez Suárez (Goter Suario), Miguel Cidiz, Martín González, Rodrigo Álvarez, Gutierre Hermegildes, Rodrigo Gutiérrez Girón, Rodrigo Fernández de Castro, Nuño Alfonso y otros.
Los vasallos genéricos podían desempeñar más de un cargo a la vez. Por ejemplo, Andrés Cabrera era mayordomo mayor del Rey Enrique IV de Castilla y Alcaide de la fortaleza de Segovia, donde se custodiaba el tesoro real.
Alcaidia, era el destino o encargo que desempeñaban los alcaides, también expresa esta voz todo lo que en conjunto se refiere a los alcaides, como el territorio en que tenían jurisdicción y la creación y denominación legal que los comprende a todos (también llamada castellania). La práctica era más antigua, según declara el propio Alfonso X en la ley V, cuando el oficio y cargo de alcaide de fortaleza se regulaba en las leyes de partida.
El que tenía a su cargo la Alcaidia de un castillo del soberano, debía ser noble por parte de padre y madre, fiel, magnánimo, de buen juicio, ni pródigo, ni avaro, debía tener bien guarnecido el castillo de hombres y armas, y jamás entregarlo ni mandarlo entregar a los enemigos, sin que le sirviesen de pretexto para verificarlo los motivos más poderosos y urgentes y las causas más apremiantes (Ley 6).
Se le prohibía desampararlo o ausentarse de él en tiempo de peligro, y si debiese hacerlo por alguna justa causa, se le mandaba confiarle a persona con quien tuviese parentesco o grande amistad, que fuese noble por ambos costados, no traidor, ni alevoso, ni descendiente de los que lo hubiesen sido, y con la condición de tomar al delegado o sustituto el correspondiente homenaje sobre aquellas cosas a que quedaba obligado, circunstancias que determinan la importancia de su deber y que todas tienden a la mejor y más segura guarda y defensa de la fortaleza (Ley 7).
En caso de muerte del alcaide principal debía sucederle el pariente más cercano que estuviese en el Castillo, teniendo capacidad y edad competente, y si no existía ninguno debía ser nombrado para este cargo con las mismas obligaciones y responsabilidad por los hombres del castillo, uno que les inspirase confianza (Ley 8).
El alcaide estaba obligado a tener provista la fortaleza de suficiente número de ballesteros y otros hombres armados, cuidar de que no hubiesen entre ellos traidores ni alevosos, de velar porque se hiciese bien el servicio y castigar a los que se descuidasen de cumplir sus deberes (Ley 9).
Debía el alcaide tener provisto el castillo de víveres, de agua, de leña y carbón para componer la comida, de vestidos, calzado y demás necesario, y si por falta de estas cosas se perdiese el castillo, incurría en la pena de traición. Debía tener igualmente provisión de armas y cuidado de que no las hurtaren ni disminuyeren, ser tan fuerte y animoso que se defendiese siempre, estar dispuesto para pelear aunque fuese contra su mismo padre, contra su hijo, o contra cualquier otro señor que viniese contra el castillo, de ánimo resuelto y constante para sufrir las incomodidades del hambre y de las heridas, la muerte y otros peligros. Sagacidad y eficacia para exhortar a tiempo el desprecio a la muerte y amor a sus deberes (Leyes 10,11 y 12).
Se le prohibía salir en ningún caso del castillo sin expreso y escrito mandamiento del rey o señor (Ley 13).
Se le mandaba hacer construir todas las obras que pudiesen aprovechar para defenderse y ofender a los enemigos, obligando a todos a trabajar en las re-edificaciones necesarias y urgentes (Leyes 14 y 15).
Si estuviese ausente del castillo al tiempo de sitiarlo debía acudir sin dilación llevando consigo las cosas más necesarias para la defensa (Ley 16).
Cuando el alcaide fuese requerido por medio de nuncio enviado por el rey para que entregase el castillo, debería salir de él, preguntar al rey delante de testigos, y entonces y previa su anuencia, entregarlo (Ley 18).
No era traidor el alcaide de un castillo que no lo quería entregar a otro, siendo requerido por letras falsas o un supuesto nuncio. Tampoco lo era si aquel que lo hubiese de recibir careciese de suficiente número de hombres útiles para su defensa, y pudiese por esta causa perderse, pues si esto lo dijese ante testigos o lo manifestase por sus cartas al rey no sería culpable, más si a pesar de ello fuese segunda vez requerido, entonces sin dilación alguna debía entregarlo (Ley 19).
CONSERJES DE PALACIO.
Los conserjes de palacio eran servidores de palacio.
Al igual que los de las casas reales u otras posesiones reales, tenían a su cargo la conservación y custodia de ellos y de todo cuanto contenían. A ellos correspondía señalar las habitaciones que en las jornadas debían ocupar los individuos de la real servidumbre, recogiendo recibo de los muebles que facilitaran a los mismos y cuidando de recogerlos al concluirse la jornada. Pedían por escrito al Administrador y distribuían entre quienes correspondía el aceite, lumbre, leña y carbón (después, el gas) que se necesitaba en los edificios durante la jornada. Tenían en depósito los muebles inútiles llevando inventario separado de ellos. En su poder obraban las llaves maestras de los reales palacios. Al verificarse obras debían estar al tanto para que los operarios trabajaran como era debido. Los conserjes eran los jefes inmediatos de los llaveros, mozos ordinarios, barrenderos, porteros y demás empleados en la custodia y conservación de los reales palacios y demás posesiones confiadas a aquellos.
PRESTAMERO MAYOR.
El señor, o caballero principal, que tiene de la Iglesia algunos Beneficios desmembrados y secularizados, que se le concedieron para él y sus sucessores en algunas Provincias: y assí hai Prestamero mayor de Vizcaya, y el Duque de Ixar es Prestamero mayor de Castilla.
Antiguo funcionario público que aparece ya documentado en el Reino de Pamplona entre los s. XI y XII, con diversas atribuciones, principalmente la tenencia de localidades, comarcas y fortificaciones. Los ricoshombres y sus prestameros deberían hospedarse en la casa que eligieran tanto para albergar como para recibir los tributos del Rey. Cobrarían los diversos tributos en avena y trigo, repartiéndoselos en la proporción ya señalada entre el ricohombre y el prestamero. Es de destacar el ambiente rural y doméstico de estas relaciones, pues se dictamina hasta la leña que podrán cortar en el monte unos y otros, incluso la tea para alumbrarse. Estos ricoshombres y prestameros necesitan, sin duda, caballerías para acarrear los impuestos y derechos en cereales y vino para las que los villanos deberían contribuir con un cuébano de paja por cada noche y al día siguiente, uno por la mañana y otro por la tarde. Pero los ricoshombres y prestameros no podrían cobrar sus tributos hasta pasada la fiesta de Santa María de agosto. Una vez unida Vizcaya a la Corona de Castilla, siglos posteriores al XIII, era el prestamero el funcionario de más autoridad en el Señorío y, como ejecutor de la justicia, era él quien recibía las disposiciones señoriales. Con la concesión de la prestamería a los linajes vizcaínos y su inclinación a favor de su propia bandería pronto perdió prestigio el cargo hasta la aparición del oficio de Corregidor. Esto ocurre con la redacción del Fuero Viejo de Vizcaya en 1452. Cobra relieve el nuevo funcionario y declina el de prestamero hasta rebajársele casi a la categoría de un simple merino. El Prestamero general aparece con motivo de la promulgación del Fuero de Vizcaya de 1526; podía poner un lugarteniente para las merindades de Busturia, Uribe, Arratia, Bedia, Zornoza y Markina y otro más en la de Durango. De todos modos el Fuero establecía ya el cargo de lugartenientes. (L. 6, T, 2), además de otras disposiciones relativas a los mismos, como las de ordenar que no detenga los presos por las costas y mantenimiento (L. 26, T. 11); que el prestamero que fuere carcelero en Gernika pueda usar oficio de prestamero en ciertas merindades (L. 6, T. 11); que el prestamero, tenga prisiones, y buena guarda, y haya de ser natural de Allende el Ebro, y ha de dar fianzas (L. 6, T. 11). Desde 1549 se autorizó al prestamero general a acompañar al Corregidor y un lugarteniente que designara el cargo en las Encartaciones. Desde 1588 el Prestamero general ya no tenía jurisdicción sobre las seis merindades vizcaínas pero sí en las de Busturia y Markina. A partir del s. XV hasta el XVII incluido, se ve el cargo de prestamero mayor ostentado por el linaje de los Mendoza. En 1559 el oficio de prestamero fue concedido por el rey Felipe II a don Juan Hurtado de Mendoza hasta 1746 en que el cargo quedó vacante y sin apenas merced alguna.
ALCALDE MAYOR.
La primera mención al alcalde mayor como posición legal se encuentra en el Ordenamiento de Alcalá, de finales de la Edad Media; aquí, la ley 11 del título 20 estableció la pena de muerte para los que hirieran o mataran a los alcaldes mayores de Toledo, Ávila, Córdoba, Sevilla, Jaén, Murcia o Algeciras.
Era semejante a un juez de primera instancia.
ESCUDERO.
Un escudero era un pequeño noble que estaba estrechamente relacionado con alguna gran casa real, en muchas ocasiones parientes de las mismas privados de fortuna por la prevalencia del mayorazgo.
En la Edad Media y en los tiempos de la caballería, escudero era lo mismo que armígero. En el lenguaje heráldico actual se encuentra el término moderna blasonado.
Un escudero es, según el Tesoro de la lengua[cita requerida] publicado en 1611:
El hidalgo que lleva el escudo al caballero, en tanto que no pelea con él. En la paz, los escuderos sirven a los grandes señores, de acompañar delante de sus personas, asistir en la antecámara y sala; otros están en sus casas, y llevan acostamiento de los señores, acudiendo a sus obligaciones militares o cortesanas a tiempos ciertos; los que tienen alguna pasada (es decir aquellos con mayores fortunas) huelgan más de estar en sus casas que de servir, por lo poco que medran y lo mucho que les ocupan.
La definición más común de escudero (casi siempre referida a la Edad Media) es la de un adolescente, entrenado para convertirse en caballero. Un niño podía convertirse en escudero a la edad de 14 años. Los escuderos se encontraban en el segundo paso para convertirse en caballero, después de haber servido como paje. Estos servían a un caballero como asistente o portador de escudos, haciendo tareas simples pero importantes, como ensillar un caballo o cuidar las armas y armaduras del caballero. El escudero a veces llevaba la bandera del caballero a la batalla con su maestro.
Un caballero típicamente llevaba a su escudero a la batalla y le daba la oportunidad de demostrar su valía. Si demostraba su lealtad y habilidad en la batalla, tendría su "investidura", una ceremonia oficial que lo convertía en caballero. Sin embargo, durante la Edad Media, el rango del escudero llegó a ser reconocido por derecho propio; ya no se suponía que un escudero se convertiría automáticamente en un caballero. La conexión entre un escudero y cualquier caballero en particular también terminó, al igual que cualquier tarea de portar escudos.
Se llamaba también escuderos a aquellos hombres que, por la nobleza de su linaje, reunían las condiciones para ser armados caballeros aun cuando no llegaran nunca a alcanzar esta dignidad.
Es frecuente encontrarlos presentes en la Reconquista realizando hazañas como la toma de Baeza dado que los escuderos solían construir la oficialidad en las huestes de los grandes magnates medievales.
Los Reyes y los Grandes se preciaban de tener por escuderos a miembros de ramas secundarias de importantes linajes, así cuanto más distinguidos eran sus escuderos mayor el prestigio de la casa a la que servían.
PAJE REAL.
Se denominaba paje a todo joven que estaba al servicio de un noble o de un rey. El nombre deriva del italiano paggio y por contracción de la palabra latina paedagogium. Este servidor se ocupaba del servicio interno de la casa.
Por lo general, el paje solía ser muy joven y tener entre 7 y 14 años aproximadamente. Los pajes del Palacio de Servicio extraordinario tenían acceso a la realeza, debían ser de familia noble o al menos hidalga. Todos ellos recibían una instrucción especializada en el mismo palacio y eran adiestrados en las distintas disciplinas que se les exigían. Muchas veces se trataba de una función temporal, como temple de carácter antes de poder pasar a puestos de más alta responsabilidad, y más tarde eran ascendidos a caballeros mediante una ceremonia.