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domingo, 10 de febrero de 2019

TEORÍA SOBRE LAS PRIMERAS CIVILIZACIONES DE ESPAÑA.

DESDE EL 2.100 HASTA EL 1.900 A. C.

Desde Oriente Medio sobre el 2.100 a. C, el patriarca Jafet tuvo 7 hijos: Gómer(Cimerios, norte del Mar Negro,Rama aria del lenguaje: ASKENAZ SE. del mar Negro; indoeuropeo (14 familias) RIFAT Paflagonios, TOGARMÁ, Armenios), Magog, Madai (Medos, sur del Mar Caspio), Javán (Jonios, griegos del SE. de Europa, Elisá, cerca de Grecia; Kitim, Chipre; Dodanim o Rodanim, Isla de Rodas y otras islas del mar Egeo), Tubal(Tibarenos de Asia Menor), Mesec (Frigios de Asia Menor) y Tirás(fueron un pueblo de navegantes que habitó el litoral y las islas del mar Egeo). Estos hijos, así como algunos de sus nietos, son aquellos de quienes “la población de las islas de las naciones [“pueblos marítimos”, NBE] se esparció por sus tierras, cada una según su lengua, según sus familias, por sus naciones”. (Gé 10:3-5).
Desde una perspectiva histórica, Jafet fue el progenitor de la rama aria o indoeuropea (indogermánica) de la familia humana. Los nombres de sus hijos y de sus nietos aparecen en textos históricos antiguos relacionados con pueblos y tribus que residían principalmente al N. y O. de la Media Luna Fértil. Parece ser que se esparcieron desde el Cáucaso en dirección E. hasta Asia central, y en dirección O. a través del Asia Menor hacia las islas y los litorales de Europa, y quizás hasta España. Las tradiciones árabes afirman que uno de los hijos de Jafet fue también el progenitor de los pueblos chinos.



Estas poblaciones fueron parte del sustrato de países como las actuales Rusia o Ucrania con los cimerios, que incluso se cree que se extendieron hasta Azerbaiyán; de los armenios; de los medos, y de la zona que actualmente se corresponde con Alemania así como de islas y la futura Grecia también. Esos fueron las primeras civilizaciones que de a poco fueron extendiéndose y convirtiéndose en otros pueblos. Algunos son conocidos hasta ahora y seguramente otros se extinguieron en el pasado.


Lugares desde donde se comenzó a poblar la tierra.

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Teniendo en cuenta que Javán nació sobre el 2.300 a. C, él y sus nietos, Elisá, Tarsis (¿2.250 a. C?), Kitim y Dodanim (o Rodanim), probablemente murieron sobre el 1900 a. C. Teniendo en cuenta que el que más lejos viajó, fue Tarsis, suponemos que quizás acompañó a uno de sus hermanos después de la confusión de lenguas, quizás a Elisá, o incluso que fueron todos juntos y Kitim se quedó en Chipre, Rodanim en las islas del Egeo, Elisá, quizás sobre Grecia y de ahí, Tarsis, viajó solo con su familia, hacia el sur de España. Esa zona después se llamó Tartesos. No sabemos si Tarsis pisó tierra de España o lo hicieron sus descendientes y la nombraron así en su honor. Si salieron sobre el 2.100 a. C, tuvieron unos 200 años para llegar a España. Quizás lo hicieran por escalas, que es lo más seguro. Esto denotaría y probaría el nomadismo de esos primeros años de emigración. 

Pongamos por caso que Tarsis tuvo 15 hijos. Estos nacieron sobre el 2.200. Pongamos que sus nietos fuesen 120 (8 por cada hijo). Nacieron sobre el 2.150 a. C, y sobre el 2.100 nacerían sus biznietos, quizás unos 960 (8 por hijo), si tenemos en cuenta que podrían vivir en aquella época unos 200 o 300 años, notamos que cuando salieron, quizás sobre el 2.100 a. C, ya eran unos 1.100. Este cálculo sería a la baja. Aún contando con la muerte de un 10 %, tendríamos una cifra de más o menos 1.000 personas. Si pasásemos a otra generación perfectamente ya tendríamos un pueblo de 6.000 personas sobre el 2.050 a. C.

En Jaén se da una cifra de 20.000 a 60.000 habitantes.
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Posiblemente estas sean las 14 familias indoeuropeas que posteriormente siguen colonizando hacia el interior de Europa y consiguiendo más tierras para sus pueblos. Probablemente hablaran una misma lengua o varias. Está claro que Tarsis y sus descendientes sí hablaban una misma lengua y que cuando llegaron a España no existía ninguna otra cultura allí. Ignoramos si llegaron por vía marítima o por vía terrestre. Por la ruta que siguió el haplogrupo HV, y H lo hizo por vía terrestre. Quizás para el 2000 o 1900 a. C, ya estaban en España. Esto coincidiría con la cultura del vaso campaniforme.


Algunos de los pueblos Indoeuropeos se quedaron cerca del Mar Negro, y de allí se fueron extendiendo hacia el norte, sur, este y oeste en diferentes épocas de la historia. Hubo aportaciones de unos y de otros y por supuesto batallas.

Sobre el 1600 a. C. Egipto fue la Potencia Mundial, y la que dominaba al menos, bastante territorio así como a muchos pueblos.

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Es evidente sin embargo, que aunque España tuvo tratos comerciales con Egipto, y aún con fenicios, la cultura y la civilización que más influencia ejerció en este periodo fueron los griegos.

LOS CELTAS.

Resultado de imagen para celtasSe dice que los pueblos celtas vinieron de las estepas del mar Negro y el 
mar Caspio durante el 1500 a. C. Esto coincide con la emigración de estos pueblos indoeuropeos que fueron a España. Quizás los celtas de España fueron esa parte, de estos pueblos indoeuropeos que bien pronto emigraron a este país. Si quizás existió este otro aporte en el 1500, fue uno posterior. Se cree que viajaron al oeste sobre el 1200 a. C, ocupando partes de Europa. Quizás sobre el 900 a. C, llegaron a los Alpes y en España. En el 700 tenemos la famosa cultura de Halstatt y según se dice en el 500 entran otra vez parte de estos pueblos indoeuropeos en la península pero los iberos los expulsan, dejando a los preceltas aislados de sus "primos".

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Sobre el 300 a. C, tenemos la cultura de la Tène donde ocupan Francia, islas Británicas, Calcanes y en Asia Menor, Galacia. Aquí tendríamos el druidismo que no existe en España, lo que quiere decir que desde el 900 a. C, (si es existió tal entrada y no fue una sola emigración anterior como ya expusimos antes), quedaron aislados los indoeuropeos en España. 

Como resumen, pudiera ser que desde esta primera emigración que dijimos en el comienzo del artículo sobre el 2000 o 1900 a. C, surgiera el pueblo que es  llamado tartesos, y que de este sustrato, por ramas separadas ocuparan diferentes puntos geográficos de España y surgieran primero, los preceltas y los preiberos y después ya, los llamados celtas e iberos, por ello en algunos lugares no les costó mucho unirse como celtíberos. Quizás su lengua tuvo un origen común y después progresó por separado. Aunque los celtas en España y en la mayoría de los lugares, realmente al principio, no tuvieron una lengua escrita pues según se cree, era todo oral. 
O puede ser también que este primer pueblo indoeuropeo derivase en tartesos y preiberos y después estos, emigrando a otros lugares de España ya fueran iberos. Y que los celtas fueran un pueblo que viniera después, sobre el 1200 o 900 a. C, desde las estepas del mar Negro y el mar Caspio, en lo que ya se indicó anteriormente.

Para mí, desde luego tiene más base la primera teoría, que todos fueron un mismo pueblo que se separó en tierras españolas. Lo que está en consonancia con lo que dicen las últimas investigaciones que es que la cultura celta fue llevada desde el oeste hacia el norte y el este y no al revés. Desde España hacia el norte de Europa y hacia centro europa. También los iberos se cree que fueron parte de los primeros invasores de Europa. Esto coincide con la teoría. De hecho los griegos mencionaron que los tartesos fueron la única civilización en Occidente.

Diodoro de Sicilia dice lo siguiente:
<<… en otros tiempos estos dos pueblos, los iberos y los celtas, guerreaban entre sí por la posesión de la tierra, pero cuando más tarde arreglaron sus diferencias y se asentaron conjuntamente en la misma, y acordaron matrimonios mixtos entre sí, recibieron la apelación mencionada [sobre los celtiberos] …>> Diodoro de Sicilia.

Sin embargo, estas palabras no contradicen en nada la teoría, puesto que como dijimos anteriormente, de un mismo origen indoeuropeo, se formaron geográficamente dos pueblos en la península, futuros "celtas" e "iberos",que aún así, estaban separados dentro de sí por muchas tribus, no fueron homogéneos, pues ninguna de las dos culturas fue una única tribu. Con el tiempo estos pueblos fueron adquiriendo costumbres diferentes y fueron llegando al límite de la otra cultura teniendo que haber un pacto de amistad por decirlos así y además permitiendo conjugarse en un solo pueblo.


CULTURA DEL VASO CAMPANIFORME.

Sin embargo, recientemente se ha asociado a los celtas o sus precursores inmediatos con la cultura del vaso campaniforme, que en el Neolítico medio se habría expandido desde la península ibérica, difundiéndose por el frente Atlántico hasta el centro de Europa (zona media del Elba).​ Al confluir así con la cultura de la cerámica cordada se habría constituido el primer horizonte cultural Paneuropeo, que algo más tarde desembocaría en la cultura del bronce en Unetice, cerca de Praga. El estudio aún más reciente de la distribución del haplotipo mitocondrial H, no solo es consistente con estas hipótesis, sino concluye que esta difusión, que parte del SO de Europa, habría supuesto un importante movimiento de población, y no solo la transmisión de un "paquete cultural".

Gracias a la revisión sistemática de los datos proporcionados por el radiocarbono en vasos campaniformes de toda Europa, se ha podido establecer que los más antiguos serían los encontrados en el área del bajo Tajo (Portugal), con una cronología que iría del 2900 al 2500 a. C.​ Según otros autores, su aparición se situaría, en cambio, sobre el *2400 a. C., desapareciendo hacia el 1800 a. C. 

*Desde nuestro punto de vista, lo más probable, es que esta cultura como muy tarde fuese del 2.100 al 2.000 a. C. Quizás esta cultura fue la primigenia, los descendientes de Tarsis, quienes fueron llamados Tartesos o íberos que se fueron expandiendo hacia el norte Atlántico y hacia el centro de Europa.

Extensión aproximada de la cultura del vaso campaniforme.


Lugares donde se encontraron objetos asociados al vaso campaniforme;
datos tomados de Richard J. Harrison.


La interpretación de la cultura arqueológica campaniforme ha variado sensiblemente a lo largo del siglo XX. Muchas de las teorías formuladas acerca de sus orígenes y su difusión han sido discutidas posteriormente. La "cultura del vaso campaniforme" ha sido sugerida como candidata para una temprana cultura indo-europea, más concretamente, para unas ancestrales culturas proto-céltica, proto-itálica o italo-céltica.



Haplogrupos de ADN mitocondrial humano
Eva mitocondrial (L)
L0L1-6
L1L2L3L4L5L6
MN
CZDEGQASRIWXY
CZBFR0JTP U
HVJTK
HV


Sin embargo, el haplogrupo H propiamente dicho solamente se ha encontrado en Europa, aunque con baja frecuencia, en restos humanos a partir del Neolítico temprano, hace 7450 años: tres variantes de H1, así como H23, H26, H46 y H88. La diversidad del haplogrupo H en Europa aparece a partir del Neolítico Medio, en restos de hace aproximadamente 6100 a 5500 años en los cuales se han encontrado también los haplogrupos H3, H5, H7, H10, H16 y H89. Una mayor diversidad y el aumento de la frecuencia fue el resultado de contribuciones genéticas sustanciales de sucesivas culturas paneuropeas y en particular la cultura del vaso campaniforme, que se expandió desde la península ibérica en el Neolítico Tardío, hace unos 4800 años. A partir de entonces se difundieron H2, H3, H4, H11, H13, H16, además de H1.

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Notamos que cuanto más al este se va es menor la presencia del haplotipo H.

LA CULTURA DE CAMPOS DE URNAS.


Cultures, 1200 BC.PNG

Localización geográfica aproximada.
Datos
Cronología:1250-750 a. C.
Localización:Los colores naranja y rojo corresponden respectivamente al área norte y central de los campos de urnas; otras regiones fuertemente influenciadas fueron la de Lausacia (púrpura), Knoviz (azul central) y el Danubio (marrón).
La cultura de los campos de urnas es un extenso horizonte arqueológico que se difundió durante el final de la Edad del Bronce y el principio de la Edad del Hierro por buena parte de Europa, llegando en su momento de apogeo a abarcar desde el Danubio y el Báltico hasta el mar del Norte y el nordeste de la península ibérica. Se caracterizó por un nuevo rito funerario: la incineración del cadáver y la deposición de sus cenizas en urnas de cerámica, las cuales se enterraban en un hoyo practicado en la tierra, formando extensas necrópolis. Al principio se levantaban pequeños túmulos sobre las fosas, luego quizás alguna estela o nada que las indicara. La expansión de este modelo se produjo entre los siglos XIII y VIII a. C. Sin embargo parece que esto solo vino como moda y no entrañó una invasión.

Bronce tardío (1200 a. C.-900 a. C.)
Aparición de asentamientos estables en los que se aprecia una incipiente jerarquización social. Los primeros poblados tartésicos datan de esta etapa final del Bronce. Están compuestos por casas de planta ovalada o circular, construidos sin una organización espacial definida. Se situaban en lugares estratégicos donde dominaban los caminos terrestres y los recursos agrícolas y mineros de la región. Algunos de los asentamientos importantes de esta época son:

Setefilla (Sevilla)
Carmona (Sevilla)
La Tablada (El Viso del Alcor, Sevilla)
Montemolín (Badajoz)
El Berrueco (Cádiz)
Llanete de los Moros, Montoro (Córdoba)
Colina de los Quemados (Córdoba)
Onoba (Huelva)

Todavía del Bronce final, hay un incremento de las piezas metálicas y de orfebrería, así como de la demografía. Los poblados conocidos por la arqueología, como El Carambolo, son de pequeño tamaño, con cabañas circulares u ovales cuyas paredes fueron levantadas con ramas y barro. La sociedad se fue estratificando, concentrándose el poder en unas élites militares cuya evidencia arqueológica son las estelas de guerrero.


Por otro lado, sobre el 800 a. C. se advierten los primeros influjos tartésicos en Andalucía oriental además de intensificarse la explotación de plata a gran escala en la zona de Río Tinto.

Etapa orientalizante (700 a. C.-650 a. C.)

Ya en la Edad del Hierro, coincide con el apogeo socio-cultural y construcción de murallas en algunos poblados como Tejada la Vieja. La fundación de los enclaves comerciales fenicios provocó un proceso de aculturación y adopción de técnicas como el torno de alfarero, las técnicas de filigrana y granulado en orfebrería, así como el gusto por los modelos suntuarios orientales. También en el mundo funerario se impuso la incineración sobre la inhumación.


DESDE EL SIGLO IX.

El profeta Jonás (c. 844 a. E.C.), comisionado por Dios para ir a Nínive (Asiria), intentó eludir su asignación yendo a Jope (la moderna Tel Aviv-Yafo), puerto marítimo del Mediterráneo, donde compró un pasaje para “una nave que iba a Tarsis”. (Jon 1:1-3; 4:2.) Por consiguiente, es obvio que Tarsis tenía que estar en el Mediterráneo o junto a él y en dirección opuesta a Nínive. Además, debía ser más fácil llegar a Tarsis por mar que por tierra.

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Por ello, la Encyclopædia Britannica (1959, vol. 21, pág. 114) dice: “Ni fenicios ni cartagineses dejaron en esa tierra una huella permanente. Sin embargo, los griegos ejercieron en ella una profunda influencia. Las naves de Tiro y Sidón quizás hayan comerciado más allá del estrecho y en Cádiz por lo menos en época tan temprana como el siglo IX a. de J.C.; sin embargo, la arqueología moderna, que ha hallado y excavado ciudades griegas, íberas y romanas, no ha sacado a la luz un solo asentamiento fenicio, ni se han hallado restos fenicios más importantes que algunas baratijas, joyas y otros artículos de trueque. Se desprende, por lo tanto, que, con la posible excepción de Cádiz, los fenicios no construyeron ciudades, sino simples puestos en los que comerciar y donde sus naves pudieran hacer escala”. La historia también muestra que cuando los fenicios y los griegos empezaron a comerciar en España, el lugar ya estaba poblado y los nativos llevaban la plata, el hierro, el estaño y el plomo que iban buscando los comerciantes.
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La ciudad celtíbera mas importante fué Numancia ciudad celtibera asediada por los romanos en el año 134 a.c


Después se hace referencia a “una flota de naves de Tarsis” que Salomón tenía en el mar “junto con la flota de naves de Hiram”, y se dice que estas naves hacían viajes cada tres años para importar oro, plata, marfil, monos y pavos reales.

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Iberos.

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Representaciones iberas.

Se cree que la expresión “naves de Tarsis” con el transcurso del tiempo representó un tipo de nave, como dice cierto léxico: “Naves grandes, propias para la navegación de altura, adecuadas para hacer el trayecto a Tarsis”. (A Hebrew and English Lexicon of the Old Testament, de Brown, Driver y Briggs, 1980, pág. 1077.)

Para que las naves llegasen al mar Mediterráneo, tenían que atravesar por un canal desde el mar Rojo hasta el río Nilo y luego hasta el Mediterráneo, o circunnavegar el continente africano. Aunque hoy resulta completamente imposible determinar los detalles de las rutas de navegación (y los canales) que existían o se utilizaban en el tiempo de Salomón y en el tiempo de Jehosafat, no es suficiente razón para poner en tela de juicio el registro de sus actividades marítimas.

Actualmente la mayor parte de autores consideran que la cultura de Hallstatt (siglo VIII a. C) muy probablemente estaba formada por pueblos que hablaban una lengua cercana al protocelta. Para los campos de Urnas es más difícil hacer identificaciones concretas, aunque no puede descartarse alguna conexión con los celtas y otros pueblos indoeuropeos.

IMPERIO ASIRIO.

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Desde el 740 a. C. Asiria actúa como la Segunda Potencia Mundial derrotando a Egipto y a otras civilizaciones del mundo conocido.
Pero su influencia dura poco, pues Babilonia en el 632 a. C. cu capital, Nínive cae ante los caldeos y los medos (descendientes de Madai).

Sin embargo esta potencia no tuvo mucha repercusión en España.


Etapa orientalizante (700 a. C.-650 a. C.)

Ya en la Edad del Hierro, coincide con el apogeo socio-cultural y construcción de murallas en algunos poblados como Tejada la Vieja. La fundación de los enclaves comerciales fenicios provocó un proceso de aculturación y adopción de técnicas como el torno de alfarero, las técnicas de filigrana y granulado en orfebrería, así como el gusto por los modelos suntuarios orientales. También en el mundo funerario se impuso la incineración sobre la inhumación.

Etapa tardía (650 a. C.-500 a. C.).

Caracterizada por el reinado del único monarca histórico: Argantonio. Sobre el año 600 a. C. los griegos focenses establecen colonias en Andalucía, como evidencia la numerosa presencia de objetos griegos en la cultura tartésica.​ Con el avance de los persas sobre las ciudades griegas de Asia, Argantonio invitó a los focenses a asentarse en su reino definitivamente. Estos rechazaron su oferta, por lo que les dio 1.500 kilos de plata para ayudar en la fortificación de su ciudad que, finalmente cayó. En la batalla de Alalia (535 a. C., Córcega) los griegos fueron derrotados por una coalición formada por cartagineses y etruscos, por lo que Tartessos se quedó sin un importante aliado comercial.

A finales del siglo VII a. C. y coincidiendo con la llegada de las primeras cerámicas griegas, en la región de Huelva se redujo la producción de plata y se abandonaron los centros metalúrgicos. En la segunda mitad del siguiente siglo Huelva entró en decadencia, mientras las murallas de Tejada fueron reforzadas. El comercio y las importaciones fenicias se redujeron drásticamente, desapareciendo las tumbas principescas del valle del Guadalquivir.


LOS ETRUSCOS.

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LOS ETRUSCOS.

Los etruscos fueron un pueblo de la Antigüedad cuyo núcleo geográfico fue la Toscana (Italia), a la cual dieron su nombre. Eran llamados Τυρσηνοί, tyrsenoi, o Τυρρηνοί, tyrrhenoi (Tirrenos), por los griegos; y tusci, o luego etrusci, por los romanos; ellos se denominaban a sí mismos rasenna o rašna (Rasenas). Vinieron con la dispersión de las lenguas desde Oriente Medio hacia el oeste y finalmente se asentaron en la Toscana citada.

Los etruscos eran un pueblo netamente comerciante desde el inicio hasta el final de su civilización, principalmente marítimo, aunque también terrestre. Por otro lado, sus tierras se vieron invadidas varias veces por pueblos bárbaros ya que sus ciudades eran muy ricas y codiciadas, eran paso obligado hacia las fértiles tierras de la Campania y para llegar a Roma (como ocurrió, por ejemplo, con la invasión de Aníbal).

En un principio se aliaron y repartieron las zonas de influencia marítima con los fenicios, en contra de los helenos. Hacia el siglo IV a. C. estrecharon relaciones con Corinto y cesó la hostilidad con los griegos. Sin embargo, en el 545 a. C. se aliaron con los cartagineses nuevamente contra los griegos.

En cuanto a lo continental, tuvo numerosos enemigos. Desde un principio, la Liga Latina (con Roma de aliada o a la cabeza de la misma), en el Lacio; en la Campania los samnitas; en las costas e islas los siracusanos y cumitas y en las llanuras del Po los pueblos celtas serán enemigos de Etruria. Solo conservarán como aliado incondicional durante toda la historia de esta civilización a los faliscos, pueblo asentado al oeste del Tíber.

Hacia el 300 a. C. se aliaron con los helenos en contra de cartagineses y romanos, por el control de las rutas comerciales.


Hacia el 295 a. C. una liga de etruscos, sabinos, umbros y galos cisalpinos combatió contra Roma, saliendo esta última victoriosa. Sin embargo, en sucesivas alianzas temporales con los galos continúan luchando contra los romanos, hasta que una alianza con Roma contra Cartago tiene lugar. Tras esto, los etruscos, ya en decadencia, comienzan a ser absorbidos por los romanos.


IMPERIO MEDOPERSA.

Los persas, se originaron como un grupo de tribus nómadas cuya localización original radicaba al norte de la meseta de Irán. Alrededor de 1400 a. C., algunas de estas tribus, antepasadas de los persas históricos, se trasladaron hacia el sur de Irán.

Antes del surgimiento de la nación persa, la zona del Medio Oriente venía siendo azotada por las guerras. El foco de estas guerras era el pueblo agresor y militarista de Asiria. Los asirios constantemente lanzaban campañas contra los pueblos que los rodeaban, saqueando, efectuando matanzas y deportando a las poblaciones o a sus clases dirigentes por lo menos. Esto provocó un gran deterioro humano y económico en toda la zona, incluso en Asiria, que llegó a despoblarse debido a las graves bajas sufridas en las guerras. Finalmente Asiria comenzó a debilitarse, sus enemigos se unieron en una gran coalición, la derrotaron y para el año 610 a. C. los asirios habían sido totalmente sometidos. La nueva situación mostró cuatro nuevos ejes de poder: en el actual Irán y el oeste de Turquía, los medos; en Mesopotamia, Siria y Palestina los neobabilonios; en el Norte de África los egipcios, que intentaban extender su influencia a Palestina y Siria; y en la zona de Turquía, diferentes estados, con influencias griegas. Estos estados englobaban variadas poblaciones, no todas sumisas al nuevo orden.[cita requerida] Siguió habiendo guerras, pero no tan cruentas como las campañas asirias. El mayor problema era que, a pesar de tener un gobierno nominal, estaban desorganizados. Muchos de esos gobiernos eran intolerantes y cobraban impuestos excesivos. Los persas eran un núcleo de pueblos con identidad propia que habitaban en el sur del actual Irán, estando sometidos al gobierno de los medos, pero con un cierto grado de autogobierno.

Desde el 539 a. C. Medopersia se convierte en la Cuarta Potencia Mundial pues Babilonia cae.

Esta potencia significó el que los cartagineses miraran hacia España para su conquista e influencia.

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Desaparición de Tartessos (500 a. C.)

Tartessos desapareció abruptamente de la historia: a partir de la batalla de Alalia (535 a. C.) quince años después de la muerte de Argantonio, en la que etruscos y cartagineses se aliaron contra los griegos, no hay más referencias escritas.

Una de las posibilidades es que fuera barrida por Cartago tras su victoria sobre los griegos para hacerle pagar así su alianza con estos. O por Gadir, metrópolis fenicia que podía ambicionar el control del comercio de los metales. O quizás por los pueblos de la meseta. Cartago se convirtió así en dueña indiscutible del Mediterráneo Occidental. Cortada la ruta hacia Iberia, los focenses cesan el comercio con Tartessos, que queda lentamente relegada al olvido.

La derrota griega dejó a los tartessos sin sus aliados y expuestos al ataque púnico. Poco después, alrededor del 500 a.C., los tartessos habrían sufrido el ataque de los cartagineses. La capital tartésica fue sitiada por los cartagineses, y, según cuentan algunas fuentes, después de tomar la fortaleza que la defendía por la parte del mar, la muralla fue derribada. Todo el imperio de Tartessos debió hundirse tras la caída de su capital y la misma suerte le cupo a Mainake (Málaga), la ciudad griega fundada bajo la protección de Tartessos. Así Cartago se adueña del Mediterráneo Occidental y la mayor parte de la costa mediterránea ibérica queda bajo su influencia.

Este dominio púnico se mantendría en estas tierras hasta que Cartago se enfrentó a Roma por la hegemonía en el Mediterráneo occidental, en las guerras púnicas, siendo derrotada totalmente en el 146 a. C. Esto marcaría la llegada de los romanos a la península ibérica, donde encuentran una región llamada Turdetania en que vivían los descendientes de los tartessos. A esta región la llamarían la Betica, y al río Tartessos que la cruzaba lo llamarían río Betis.

Pero también se han dado explicaciones de carácter económico: al conseguir Massalia acceder por tierra a las fuentes de estaño británicas y el mismo Gadir llegar a ellas por mar, el monopolio tartésico se derrumbaría, lo que habría provocado una caída en picado de los ingresos y toda una serie de consecuencias internas que llevarían a la decadencia interna del reino y a su disolución. Asimismo se ha considerado la posibilidad del agotamiento de las vetas de minerales, fuente principal de su riqueza comercial.


De cualquier manera, los centros de poder político-económico se desplazaron hacia la periferia del área tartésica, concentrándose en oppida como Carmona o Cástulo, que darían lugar a los estados iberos turdetanos.

Por ello podemos decir entonces, que el sustrato original de España se mantuvo más o menos invariable hasta el año 500 a. C. cuando los cartagineses conquistaron ciudades y se quedaron con el control de la zona, pero al parecer sin dejar mucho su impronta genética. Desde entonces España vendría a ser ocupada por diferentes pueblos, sin que quizás haya mucha genética de ellos en la sangre de los actuales españoles. La influencia cartaginesa duró muy poco. La conquista de los romanos fue más marcada, convirtiendo a los hispanos en hispanorromanos y duró un poco más de 400 años. Muchas generaciones. La de los grupos germanos en especial los visigodos duró unos 300 años. También muchas generaciones. Convirtió a la población en hispanovisigodos. Durante mucho tiempo hubo una obsesión con su cultura y civilización, queriendo todos los miembros de la élite descender de ellos. Después los bereberes y árabes llegaron conquistando Hispania y estuvieron, sobre todo en el sur, casi unos 800 años, en el norte, menos.

Desde el 332 a. C. Grecia es la Potencial Mundial preponderante.

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Cartagineses

EN ESPAÑA PUEDE QUE HUBIESE EN ESTA ÉPOCA 3 MILLONES DE HABITANTES.

Los cartagineses eran un pueblo de origen fenicio que se estableció en Cartago Qart Hadašt (en el actual Túnez). Se independizaron de la metrópolis cuando Tiro declinó bajo el poder asirio. Con su inmejorable situación estratégica, en medio del Mediterráneo, lideró a todas las colonias fenicias de occidente, entre estas, las factorías de Iberia, que enviaban plata, estaño y salazones.

A raíz de la enorme deuda que contrajeron con Roma en la primera guerra púnica, Cartago emprendió la conquista de las regiones mediterráneas de la península ibérica para crear un nuevo imperio cartaginés; Amílcar Barca desde Cádiz, su única plaza, comenzó la invasión del valle del río Betis, cuyos reyezuelos se entregaron por la fuerza o la diplomacia, uniéndose al ejército invasor. Las nuevas prospecciones colmaron de plata las arcas cartaginesas y después de nueve años de guerra, había conseguido para Cartago la plata y los mercenarios de Iberia. Amílcar muere el año 229 a. C. en una escaramuza contra los oretanos.

Su yerno, Asdrúbal, continuó su labor aunque utilizando una política de alianzas con los reyes ibéricos; se fundó la ciudad de Qart Hadasht (Cartagena) y se estableció un tratado con los romanos fijando en el río Ebro los límites de influencia de los dos imperios. Los cartagineses se adueñaron de todo el sur de la península, desde el Levante hasta el golfo de Valencia y puede que dominasen también el territorio de los oretanos. Asdrúbal muere asesinado el año 221.


Aníbal Barca (Aníbal), con solo 25 años, es elegido nuevo general por su ejército; invade el territorio de los olcades y penetra en los territorios de la meseta central al año siguiente, ocupando las ciudades de Toro y Salamanca; pagados los tributos, emprende regreso a Cartago Nova con numerosos rehenes, siendo atacado por un ejército en coalición de carpetanos, vacceos y olcades, a los que derrota junto al Tajo. El ataque a la ciudad de Sagunto desencadena la segunda guerra púnica que concluye con la derrota de Aníbal, el declive del poder cartaginés y la conquista romana de la península ibérica. Durante esta época destacaron Istolacio, y su hermano Indortes, generales celtas de los ejércitos mercenarios (Diodoro 25. 10).


La Iberia cartaginesa

La familia cartaginesa descendiente de Amílcar Barca inició después de la primera guerra púnica la sumisión efectiva de la península, que se extendió a buena parte de ella, sobre todo al Sur y al Levante. Una sumisión lograda mediante tributos, alianzas, matrimonios, o simplemente por la fuerza.

Según algunos historiadores, como el arqueólogo Adolf Schulten, el establecimiento de los cartagineses en el sureste de España y la fundación de la ciudad de Qart Hadasht, la actual Cartagena, en 227 a. C. por Asdrúbal el Bello tuvo como objetivo principal el control de la riqueza generada por las minas de plata de Cartagena.1​

Con la plata de las minas de Cartagena pagaron ellos sus mercenarios, y, cuando por la toma de ésta en 209 a.C. Carthago perdió estos tesoros, Aníbal ya no fue capaz de resistir a los romanos, de manera que la toma de Cartagena decidió también la guerra de Aníbal.

El general Asdrúbal el Bello fundó la ciudad de Qart Hadasht, según algunos historiadores, sobre una primitiva ciudad tartésica denominada Mastia. La ciudad fue amurallada y urbanizada, y según Polibio, sobre el cerro del Molinete de la ciudad se construyó Asdrúbal su palacio. Cartagena se convirtió en base de las operaciones militares de los cartagineses en Iberia.

Por otra parte, además de los ingentes recursos minerales de Iberia, la península proporcionaría a Cartago un importante suministro de tropas tanto mercenarias como de leva con las que enfrentarse a Roma, y con las que reafirmar su dominio en el norte de África, lo que era considerado por los romanos motivo suficiente para invadir Hispania. Entre estas tropas, procedentes de las diversas tribus que habitaban la península, se destacaban sobre todo los ilergetes y los legendarios honderos baleares.

La cuestión de Sagunto

La segunda guerra entre Cartago y Roma se inició por la disputa sobre la hegemonía en Sagunto, ciudad costera helenizada y aliada de Roma. Tras fuertes tensiones dentro del gobierno de la ciudad, que concluyeron con el asesinato de los partidarios de Cartago, Aníbal puso sitio a Sagunto el año 218 a. C., y a pesar de que ésta pidió ayuda a Roma, no la recibió. Tras un prolongado asedio y una lucha muy cruenta en la que incluso Aníbal resultó herido, el ejército cartaginés se apoderó de la ciudad, aunque no sin antes haber sido ésta prácticamente destruida por la batalla y posteriormente por sus habitantes. Muchos de los saguntinos prefirieron suicidarse antes de ser sometidos a la sumisión y la esclavitud que les esperaba a manos de Cartago.

Después la guerra continuó con la expedición de Aníbal a Italia. Fue entonces cuando se produjo la entrada de Roma en la península ibérica. El motivo que impulsó la invasión fue sobre todo la imperiosa necesidad de cortar los suministros, que procedentes de Cartago e Hispania, contribuían a la expedición de Aníbal que tanto daño estaba provocando en la península itálica.

La invasión romana

Roma envió a Hispania tropas al mando de Cneo y Publio Cornelio Escipión. Cneo Escipión fue el primero que llegó a Hispania, mientras su hermano Publio se desviaba hacia Massalia con el fin de recabar apoyos y tratar de cortar el avance cartaginés. Emporion o Ampurias fue el punto de partida de Roma en la península. Su primera misión fue buscar aliados entre los iberos. Consiguió firmar algunos tratados de alianza con jefes tribales íberos de la zona costera, pero probablemente no logró atraer a su causa a la mayoría. Así por ejemplo sabemos que la tribu de los Ilergetes, una de las más importantes al Norte del Ebro, era aliada de los cartagineses. Cneo Escipión sometió mediante tratado o por la fuerza la zona costera al Norte del Ebro, incluyendo la ciudad de Tarraco, donde estableció su residencia.

La guerra entre Cartago y Roma

El primer combate importante entre cartagineses y romanos tuvo lugar en Cissa (218 a. C.) probablemente cerca de Tarraco, aunque se ha pretendido identificarla con Guisona en la actual provincia de Lérida. Los cartagineses, al mando de Hannón, fueron derrotados por las fuerzas romanas al mando del propio Cneo Escipión. El caudillo de los Ilergetes, Indíbil, que combatía en el bando cartaginés, fue capturado. Pero cuando la victoria de Cneo era un hecho, acudió Asdrúbal Barca con refuerzos y dispersó a los romanos, sin derrotarlos. Las fuerzas cartaginesas regresaron a su capital Qart Hadasht (Cartagena), y los romanos a su base principal, la ciudad de Tarraco.

En 217 a. C. la flota de Cneo Escipión venció a la de Asdrúbal Barca en el río Ebro. Poco después llegaron refuerzos procedentes de Italia, al mando de Publio Escipión, y los romanos pudieron avanzar hasta Sagunto.

A Cneo y Publio Escipión hay que atribuir la fortificación de Tarraco y el establecimiento de un puerto militar. La muralla de la ciudad se construyó probablemente sobre la anterior muralla ciclópea; se aprecian en ella marcas de picapedrero ibéricas, ya que para su construcción debió emplearse la mano de obra local.

En 216 a. C. Cneo y Publio Escipión combatieron contra los íberos, probablemente de tribus del sur del Ebro. Los ataques de estos íberos fueron rechazados.

En 215 a. C. los cartagineses recibieron refuerzos al mando de Himilcón Fameas, y se dio un nuevo combate en sur del río Ebro, cerca de la actual Amposta o de San Carlos de la Rápita, en la llamada batalla de Ibera. La rebelión de Sifax, aliado de Roma, en Numidia (Argel y Orán), obligó a Asdrúbal a volver a África con sus mejores tropas (214 a. C.) dejando el campo libre en Hispania a los romanos. Asdrúbal Barca, ya en África, obtuvo el apoyo del otro rey númida, Gala, señor de la región de Constantina, y con ayuda de este (y del hijo de Gala, Masinisa), derrotó a Sifax.

En 211 a. C. Asdrúbal Barca regresó a la península. Le acompañaba Masinisa con sus guerreros númidas.

Quizás entre el 214 y el 211 a. C., Cneo y Publio Escipión remontaron el Ebro. Sabemos seguro que el 211 a. C., los Escipiones contaban en su ejército con un fuerte contingente de mercenarios celtíberos, compuesto de varios millares de combatientes. Los celtíberos actuaban frecuentemente como soldados de fortuna.

Las fuerzas cartaginesas se estructuraron en tres ejércitos, comandados respectivamente por los hermanos Barca Asdrúbal y Magón, y por otro Asdrúbal (hijo este último del comandante cartaginés Aníbal Giscón, muerto en la primera guerra púnica). Por su parte, los romanos se organizaron en otros tres grupos, comandados por Cneo y Publio Escipión y por Tito Fonteyo.

Asdrúbal Giscón y Magón Barca, apoyados por el númida Masinisa, vencieron a Publio Escipión, que resultó muerto. Cneo Escipión hubo de retirarse al desertar los mercenarios celtíberos, a los que Asdrúbal Barca ofreció una suma mayor que la pagada por Roma. Cneo murió durante la retirada, y los cartagineses estaban a punto de pasar el río Ebro cuando un oficial llamado Cayo Lucio Marcio Séptimo, elegido como general por las tropas, les rechazó. El escenario de estos combates es incierto, pero sabemos que Indíbil combatía de nuevo con los cartagineses. El combate tuvo lugar en 211 a. C.

En 210 a. C. una expedición al mando de Cayo Claudio Nerón logró capturar a Asdrúbal Barca, pero este traicionó su palabra y huyó deshonrosamente.

El Senado romano decidió enviar un nuevo ejército al Ebro, para evitar el paso del ejército cartaginés hacia Italia. El mando de este ejército fue confiado a Escipión el Africano, hijo del general de igual nombre, muerto en combate en 211 a. C.

Publio Escipión (hijo) llegó a Hispania acompañado del procónsul Marco Silano (que debía suceder a Claudio Nerón) y del consejero Cayo Lelio, jefe de la escuadra.

A su llegada los tres ejércitos cartagineses se hallaban situados así: el ejército de Asdrúbal Barca tenía sus posiciones en la zona del nacimiento del Tajo; el ejército de Asdrúbal hijo de Giscón se situaba en Lusitania, cerca de la actual Lisboa; y el ejército de Magón quedaba ubicado en la zona del estrecho de Gibraltar.

Publio Escipión, en un golpe audaz, dejó desguarnecido el Ebro, y atacó Cartago Nova por tierra y mar. La capital púnica peninsular, dotada de una guarnición insuficiente al mando de un comandante llamado también Magón (comandante de Cartago Nova), hubo de ceder, y la ciudad quedó ocupada por los romanos. Publio Escipión regresó a Tarraco antes de que Asdrúbal pudiera traspasar las desguarnecidas líneas del Ebro.

Tras esta audaz operación una buena parte de la Hispania Ulterior se sometió a Roma. Publio Escipión supo atraerse a varios caudillos íberos, hasta entonces aliados de los cartagineses, como Edecón (enemistado con Cartago desde que su mujer y sus hijos fueron tomados como rehenes), Indíbil (por la misma causa), y Mandonio (afrentado por Asdrúbal Barca).

En el invierno de 209 a 208 a. C., Publio Escipión avanzó hacia el Sur, y chocó con el ejército de Asdrúbal Barca (que a su vez avanzaba hacia el Norte) cerca de Santo Tomé, en la aldea de Baecula, donde tuvo lugar la batalla de Baecula. Publio Escipión se atribuyó la victoria (lo cual es dudoso), pero, si tal fue el caso, no logró impedir que Asdrúbal Barca siguiera el avance hacia el Norte con la mayor parte de sus tropas. En su avance hacia el Norte Asdrúbal llegó a los pasos occidentales pirenaicos.

Así pues, se sabe que Asdrúbal cruzó los pirineos a través del país de los vascones. Probablemente trataría de concertar una alianza con éstos, aunque en cualquier caso, los vascones carecían de medios para oponerse al avance cartaginés. Asdrúbal acampó en el Sur de las Galias, y después paso a Italia (209 a. C.).

En 208 a. C. Magón Barca se retiró con sus fuerzas a las islas Baleares, y Asdrúbal Giscón se mantuvo en Lusitania.

En 207 a. C., reorganizados los cartagineses y con refuerzos procedentes de África al mando de Hannón, pudieron recobrar la mayor parte del Sur de la península. Tras someter Hannon esta zona, regresó Magón con sus fuerzas, y se trasladó a la zona Asdrúbal Giscón. Pero poco después las fuerzas de Hannon y de Magón fueron derrotadas por el ejército romano mandado por Marco Silano. Hannon fue capturado, y Asdrúbal Giscón y Magón hubieron de fortificarse en las principales plazas fuertes.

Asdrúbal Giscón y Magón Barca recibieron nuevos refuerzos desde África (206 a. C.), y por su parte reclutaron un contingente de indígenas, y presentaron batalla a los romanos en Ilipa (la actual Alcalá del Río, en la provincia de Sevilla), pero en esta ocasión Publio Escipión hijo obtuvo una clara victoria. Magón y Asdrúbal Giscón se refugiaron en Gades, y Publio Escipión quedó dueño de todo el sur peninsular, y pudo cruzar a África donde se entrevistó con el rey númida Sifax, que antes le había visitado en Hispania.

Una enfermedad de Publio Escipión fue aprovechada por una unidad del ejército para amotinarse en demanda de sueldos atrasados, y esto, a su vez, fue aprovechado por los Ilergetes y otras tribus ibéricas para rebelarse, al mando de los caudillos Indíbil (de los Ilergetes) y Mandonio (de los Ausetanos), rebelión dirigida esencialmente contra los procónsules Lucio Cornelio Léntulo y Lucio Manlio Acidino. Publio Escipión apaciguó el motín y puso un final sangriento a la revuelta de los iberos. Mandonio fue preso y ejecutado (205 a. C.); Indíbil logró escapar.

Magón y Asdrúbal Giscón abandonaron Gades con todos sus barcos y sus tropas para acudir a Italia en apoyo de Aníbal, y tras la salida de estas fuerzas, Roma quedó dueña de todo el Sur de Hispania. Roma dominaba ahora desde los Pirineos al Algarve, siguiendo la costa. El dominio romano alcanzaba hasta Huesca, y desde allí hacia el Sur hasta el Ebro y por el Este hasta el mar.

Las guerras de conquista
Revuelta íbera (197-195 a. C.)


Revuelta íbera (197-195 a. C.)
Conquista de Hispania
Relieve de Osuna (M.A.N. Madrid) 03.jpg
Guerrero armado con falcata y escudo oval. Obra íbera, parte de las llamadas esculturas de Osuna. Siglo III - I a. C. M.A.N.

Fechade 197 a. C. a 195 a. C.
LugarHispania
Casus belliCambios administrativos y fiscales, debidos a la transformación del territorio en dos provincias.​
ConflictoLa República envía al cónsul Marco Porcio Catón,​ quien consigue derrotar a los sublevados y restablecer el control de Roma.
ResultadoVictoria romana
ConsecuenciasPrisioneros vendidos como esclavos, el resto de habitantes desarmados.
Cambios territorialesRoma restablece el control sobre Hispania.
Beligerantes
Spqrstone.jpg República romana
Ilergetes
Guerrero de Mogente.jpg Rebeldes hispanos:
Celtíberos
Indigetes
Bergistanos
Lacetanos
Suessetanos
Ausetanos
Comandantes
Spqrstone.jpg Catón el Viejo
Spqrstone.jpg C. Sempronio Tuditano  
Spqrstone.jpg M. Helvio Blasión
Spqrstone.jpg Q. Minucio Termo
Spqrstone.jpg Q. Fabio Buteón
Spqrstone.jpg Publio Manlio
Spqrstone.jpg Ap. Claudio Nerón
Bilistages
Guerrero de Mogente.jpg Culcas
Guerrero de Mogente.jpg Luxinio
Guerrero de Mogente.jpg Budar
Guerrero de Mogente.jpg Besadino  (P.D.G.)
Unidades militares
~50 000 hombres:
  • 4 Legiones
  • 16 000 Infantes
  • 1900 Jinetes
  • 15 000 Aliados
+82 000 hombres:
  • 40 000 (B. Emporion)
  • 20 000 (B. Iliturgi)
  • +12 000 (B. Turda)
  • +10 000 (Turdetania)
Bajas
Desconocidas+64 000 muertos:
  • 12 000 (B. Iliturgi)
  • 12 000 (B. Turda)
  • 40 000 (B. Emporion)


Desde 197 a. C. la parte de la península ibérica sometida a Roma quedó dividida en dos provincias: la Citerior, al Norte (la futura Tarraconense, con Tarraco por capital), y la Ulterior (al Sur), con capital en Córdoba. El gobierno de estas dos provincias correspondería a dos procónsules (llamados también pretores o propretores) bianuales (lo que a menudo resultará incumplido).

Ya el mismo 197 a. C. la provincia Citerior fue escenario de la rebelión de los pueblos íberos e ilergetes, que el procónsul Quinto Minucio Termo tuvo dificultades para controlar. La provincia Ulterior, tras la rebelión de los turdetanos, escapó del control de Roma, muriendo su gobernador. Roma hubo de enviar en 195 a. C. al cónsul Marco Catón, quien cuando llegó a Hispania encontró toda la provincia Citerior en rebeldía, con las fuerzas romanas controlando solo algunas ciudades fortificadas. Catón venció a los rebeldes en el verano de este mismo año y recobró la provincia pero no logró atraerse a sus naturales, ni a los celtíberos que actuaban como mercenarios pagados por los turdetanos y cuyos servicios necesitaba. Tras una demostración de fuerza, pasando con las legiones romanas por el territorio celtíbero, les convenció para que volvieran a sus tierras. La sumisión de los indígenas era aparente, y cuando corrió el rumor de la salida de Catón hacia Italia, la rebelión se reanudó. Catón actuó con decisión, venció a los sublevados y vendió a los cautivos como esclavos. Todos los indígenas de la provincia fueron desarmados. Catón regresó a Roma con un triunfo otorgado por el Senado y un enorme botín de guerra, consistente en más de once mil kilos de plata, más de 600 kg de oro, 123 000 denarios y 540 000 monedas de plata, todo ello arrebatado a los pueblos hispánicos en sus acciones militares. Tal como había prometido a Roma antes de su campaña, «la guerra se alimentará de sí misma».

Otro procónsul de Hispania, Marco Fulvio Nobilior, combatió posteriormente otras rebeliones.

Se acometió después la conquista de Lusitania, con dos destacadas victorias: en 189 a. C. la obtenida por el procónsul Lucio Emilio Paulo, y en 185 a. C. la obtenida por el pretor o procónsul Cayo Calpurnio (esta última más que dudosa).

La conquista de la zona central, la región llamada Celtiberia, se acometió en 181 a. C. por Quinto Fulvio Flaco. Éste venció a los celtíberos y sometió algunos territorios. Pero la empresa fue obra principalmente de Tiberio Sempronio Graco (179 a 178 a. C.) que conquistó treinta ciudades y aldeas, algunas mediante pactos y otras valiéndose de la rivalidad de los celtíberos con los vascones situados más al Norte, con los cuales probablemente concertó las alianzas necesarias para facilitar la dominación romana en la región de Celtiberia.

Quizás en esta época algunas de las aldeas o ciudades vasconas ya habían sido sometidas (o lo fueron posteriormente) pero una parte importante de los vascones debió acceder al dominio romano voluntariamente, por alianza. Tiberio Sempronio Graco fundó sobre la ciudad ya existente de Ilurcís la nueva ciudad de Graccuris o Gracurris o Graecuris (probablemente la actual Alfaro, en La Rioja, o la ciudad de Corella en Navarra), de estructura romana, donde parece ser que fueron asentados grupos celtíberos organizados en bandas errantes. Esta fundación se situaría en 179 a. C. si bien la referencia escrita es posterior. Se cree que la fundación de esta ciudad tenía como finalidad la civilización de la zona celtibérica y la difusión de la cultura romana.

Graccuris debía encontrarse en la zona que durante los siguientes años se disputarán celtíberos y vascones, zona que coincide en líneas esenciales con el Valle del Ebro. Probablemente a Tiberio Sempronio Graco hay que atribuir la mayoría de los tratados concertados con los vascones y los celtíberos. En general los pactos establecían para las ciudades o aldeas un tributo pagadero en plata o productos naturales. Cada ciudad o aldea debía aportar un contingente prefijado para el ejército. Solo algunas ciudades conservaron el derecho a emitir moneda.

Pero los habitantes de las ciudades sometidas por la fuerza no eran casi nunca súbditos tributarios: Cuando ofrecían resistencia y eran derrotados eran vendidos como esclavos. Cuando se sometían antes de su derrota total, eran incluidos como ciudadanos de su ciudad pero sin derecho de ciudadanía romana.

Cuando las ciudades se sometían libremente, los habitantes tenían la condición de ciudadanos, y la ciudad conservaba su autonomía municipal y a veces la exención de impuestos. Los procónsules (llamados también pretores o propretores), es decir los gobernadores provinciales, tomaron la costumbre de enriquecerse a costa de su gobierno. Los regalos forzados y los abusos eran norma general. En sus viajes el pretor o procónsul, y otros funcionarios, se hacían hospedar gratuitamente; a veces se hacían requisas. Los pretores imponían suministros de granos a precios bajos, para sus necesidades y las de los funcionarios y familiares, y a veces también para los soldados. Las quejas eran tan fuertes que el Senado romano, tras oír una embajada de provinciales hispanos, emitió en 171 a. C. unas leyes de control: Los tributos no podrían recaudarse mediante requisas militares; los pagos en cereales eran admisibles pero los pretores no podrían recoger más de un quinto de la cosecha; se prohibía al pretor fijar por sí solo el valor en tasa de los granos; se limitaban las peticiones para sufragar las fiestas populares de Roma; y se mantenía la aportación de contingentes para el ejército. No obstante, como el enjuiciamiento de los procónsules que habían cometido abusos correspondía al Senado a través del Pretor de la Ciudad, rara vez algún procónsul fue juzgado.

Viriato y la rebelión de Lusitania

Campaña de Viriato contra los romanos.

Probablemente fuera Lusitania la zona de la Península que más tiempo resistió el empuje invasor de Roma. Ya desde el año 155 a. C., el caudillo lusitano Púnico efectuó importantes incursiones en la parte de Lusitania dominada por los romanos, terminando con la paz de más de veinte años lograda por el anterior pretor, Tiberio Sempronio Graco. Púnico obtuvo una importante victoria frente a los pretores Manilio y Calpurnio, causándoles alrededor de seis mil muertos.


Situación de la península en torno al 156 a. de C.

Tras la muerte de Púnico, Caisaros tomó el relevo de la lucha contra Roma, venciendo de nuevo a las tropas romanas el año 153 a. C., y arrebatando a éstas sus estandartes, los cuales fueron triunfalmente mostrados al resto de los pueblos ibéricos como muestra de la vulnerabilidad de Roma. Por entonces, también los vetones y los celtíberos se habían unido a la resistencia, dejando la situación de Roma en Hispania en un estado de suma precariedad. Lusitanos, vetones y celtíberos saqueaban las costas mediterráneas, aunque en lugar de asegurar su posición en la Península, se desplazaron hacia el norte de África. Es en este año cuando llegan a Hispania los dos nuevos cónsules, Quinto Fulvio Nobilior y Lucio Mumio. La urgencia por restituir el dominio sobre Hispania hizo que los dos cónsules entraran en su cargo con dos meses y medio de anticipación. Los lusitanos desplazados a África fueron derrotados en Okile (actualmente Arcila, Marruecos) por Mumio, que les forzó a aceptar un tratado de paz. Por su parte, el cónsul Servio Sulpicio Galba había sometido a los lusitanos en la Península, muchos de los cuales fueron asesinados.

Nobilior fue sustituido al año siguiente (152 a. C.) por Marco Claudio Marcelo que ya había sido procónsul el 168 a. C. Éste fue a su vez sucedido el año 150 a. C. por Lucio Licinio Lúculo, que se distinguió por su crueldad y su infamia.

El 147 a. C., un nuevo líder lusitano llamado Viriato vuelve a rebelarse contra el poder de Roma. Huido de las matanzas de Servio Sulpicio Galba tres años antes, y reuniendo a las tribus lusitanas de nuevo, Viriato inició una guerra de guerrillas que desgastaba al enemigo, aunque sin presentarle batalla en campo abierto. Condujo numerosas incursiones y llegó incluso a las costas murcianas. Sus numerosas victorias y la humillación a la que sometió a los romanos le valieron la permanencia durante siglos en la memoria hispánica como el referente heroico de la resistencia sin tregua. Viriato fue asesinado sobre el año 139 a. C. por sus propios lugartenientes, muy probablemente sobornados por Roma. Con la muerte de Viriato desaparece también la última resistencia organizada de los lusitanos, y Roma continuaría adentrándose en la Lusitania, de lo que es buen testimonio el Bronce de Alcántara, datado en 104 a. C.

La guerra contra los pueblos celtíberos

Entre el 135 y el 132 a. C., el cónsul Décimo Junio Bruto realizó una expedición hasta la Gallaecia (Norte de Portugal y Galicia). Casi simultáneamente (133 a. C.) fue destruida la ciudad celtíbera de Numancia, cuyo número de habitantes se estima en unos 8000 a 10.000, último bastión de los celtíberos. Éste sería el punto culminante de la guerra entre celtíberos y romanos, entre el 143 y el 133 a. C.; la ciudad celtíbera acabó siendo tomada por Publio Cornelio Escipión Emiliano, cuando ya el hambre hacía imposible la resistencia. Los jefes celtíberos se suicidaron con sus familias y el resto de la población fue vendida como esclavos. La ciudad fue arrasada.

Durante más de un siglo los vascones y celtíberos se disputaron las ricas tierras del valle del Ebro. Probablemente la celtíbera Calagurris, hoy Calahorra, llevó el peso de la lucha, auxiliada por alianzas tribales; por parte vascona debía existir algún asentamiento medianamente importante situado al otro lado del Ebro, más o menos frente a Calagurris, que obtenía también el apoyo de los vascones de otros puntos. Seguramente los celtíberos llevaron la mejor parte en la lucha, y destruyeron la ciudad vascona, ocupando tierras al otro lado del Ebro.

Pero los llamados «celtíberos» eran enemigos de Roma, y los vascones eran (estratégicamente es lo más razonable) sus aliados. Cuando fue destruida Calagurris por los romanos, fue repoblada con vascones, probablemente procedentes de la ciudad vascona del otro lado del río, destruida tiempo antes por los celtíberos (que habrían ocupado sus tierras al Norte del Ebro), y por vascones de otros lugares.

Cuando el 123 a. C. los romanos ocuparon las islas Baleares, se establecieron en ellas tres mil hispanos que hablaban latín, lo que da idea de la penetración cultural romana en la Península en apenas un siglo.

Las guerras civiles

Hispania no fue ajena a las disputas políticas y militares de los últimos años de la República Romana, cuando Quinto Sertorio se enfrentó al partido de los aristócratas encabezado por Sila en 83 a. C. Al perder en Italia, Quinto se refugió en Hispania, continuando la guerra contra el gobierno de Roma y estableciendo todo un sistema de gobierno con capital en Huesca (Osca). Finalmente, fue Pompeyo quien, tras varios intentos de incursión en Hispania, terminó con Quinto Sertorio utilizando más la intriga política que la fuerza militar. Posteriormente sería el apoyo peninsular a Pompeyo el causante de una nueva guerra en Hispania entre seguidores de éste y los de Julio César. Esta guerra finalizó en 49 a. C. con la victoria de Julio César.

Desde el 63 a. C. Roma le quita el papel de Potencia Mundial a Grecia.

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Varios pueblos antiguos algunos no conocidos y otros como los ligures habitaron Italia. Estos pueblos vinieron después de la Confusión del lenguaje. Quizás entre estos pueblos también estuvieron al menos los preetruscos. Después el pueblo conocido como romanos fue el que absorbió a los otros pueblos y se convirtieron en una sola civilización. Esta cultura fue muy heterogénea.

Julio César y la guerra contra Pompeyo

Julio César invade Hispania como parte de su guerra contra Pompeyo por el poder en Roma. Para entonces, Pompeyo se había refugiado en Grecia, y lo que César pretendía era eliminar el apoyo a Pompeyo en occidente y aislarle del resto del imperio.

La primera batalla entre Julio César y los pompeyanos en Hispania fue la batalla de Ilerda (Lérida), y aunque las fuerzas parecían igualadas en número la victoria se inclinó al lado cesariano. Las tropas se posicionaron en las dos orillas del río Segre. Afranio y Petreyo, los hombres de confianza de Pompeyo, se refugiaron tras los muros de Ilerda tras la riada del Segre a finales de junio del 49 a. C., lo que César aprovechó para remontar el río, cruzarlo y buscar avituallamiento antes de atacar a los leales a su enemigo que, acorralados y sin provisiones, se rindieron el 2 de agosto sin oponer apenas resistencia. Mientras tanto, en la Bética, Varrón trataba de hacerse fuerte, pero César cosechaba mayores simpatías entre los locales porque estos recordaban con agrado todo lo que había hecho por ellos cuando era gobernador de Hispania. El consejo de notables de las principales ciudades se decantó por César y Varrón no tuvo más remedio que someterse a su enemigo.

En esta guerra César sufrió el amotinamiento de las tropas de Plasencia, que habían comenzado a saquear toda la región, noticia que llegó junto con la comunicación de que en Roma había sido nombrado dictador a propuesta del pretor M. Emilio Lépido. La guerra proseguiría por tierra y mar. En Albania tuvo lugar la batalla de Dirraquio y luengo en Grecia la batalla de Farsalia el 9 de agosto de 48 a. C., que volvió a poner en fuga a Pompeyo. Posteriormente, Pompeyo sería asesinado en las costas de Egipto por Ptolomeo XIII, que quería ganarse así el favor de César. César, sin embargo, no solamente no apoyó este gesto, que le pareció de cobardía, sino que hizo liquidar a los traidores que habían vendido a su enemigo.

Sin embargo, pese a la muerte de Pompeyo, los partidarios de este seguían teniendo mucho poder en África y, sobre todo, seguían controlando muchos territorios de Hispania. Finalmente, la de Munda en 45 a. C., fue la última batalla de esta guerra y acabó con las aspiraciones de los pompeyanos supervivientes, sus hijos Cneo y Sexto.

Su victoria sin paliativos en Hispania fue determinante para la carrera política de César y le permitió regresar a Roma para ser investido como dictador perpetuo. Un año más tarde, Julio César sería asesinado a las puertas del Senado de Roma, y su sobrino-nieto Cayo Julio César Octaviano, tras una breve lucha por el poder contra Marco Antonio, fue nombrado cónsul para, posteriormente, ir acumulando poderes que finalmente conducirían a la agonizante república romana hasta el imperio.

Guerras cántabras


Durante el gobierno de César Augusto, Roma se vio obligada a mantener una cruenta lucha contra las tribus astures y cántabras, unos pueblos de guerreros celtas del norte de Hispania que presentaron una feroz resistencia a la ocupación romana, poniendo en jaque durante muchos años a las poderosas legiones de Roma. El propio emperador hubo de trasladarse a Segisama, actual Sasamón, (Burgos), para dirigir en persona la campaña. Finalmente el Imperio romano logró la victoria total y absoluta sobre estas tribus, ocupando totalmente la Península. Roma adoptó con estos pueblos una cruel política de exterminio que supuso la práctica extinción de esta cultura prerromana. Con el final de esta guerra terminarán los largos años de luchas civiles y guerras de conquista en los territorios de la península ibérica, inaugurando una larga época de estabilidad política y económica en Hispania desde el 19 a. C.

Durante estos 200 años España, perdió muchísima población autóctona, casi todos hombres. Serían unas 7 u 8 generaciones de muertes violentas y esclavitud, para la otra mayoría.

EN ESTA ÉPOCA HABRÍA UNOS 4 MILLONES DE HABITANTES.

Recién para el año 500, España tiene una ciudad con 100.000 habitantes, que es Córdoba.


















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