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miércoles, 13 de marzo de 2019

LOS VÁNDALOS.

Durante la Edad de Hierro (800 AC) los pueblos germanos que habitaban el sur de Escandinavia y Jutlandia, efectuaron una expansión hacia el sur en tres grupos diferenciados: los del sur se Escandinavia o germanos del este se asentaron en las costas del mar Báltico, los de las islas danesas al continente, asentándose a ambos lados del río Elba, y los Jutlandia ocuparon el norte de Alemania, esta emigración debió finalizar hacia el 600 AC, dando lugar a tras dialectos diferenciados de la lengua germana.

Los pueblos germánicos en el 200 AC empezaron a emigrar hacia el sur en tres direcciones:


  • Los pueblos germanos del este, como los godos, burgundios y bastarnos, comenzaron a migrar desde Escandinavia hacia la parte oriental de la Europa continental, terminándose asentados en las estepas rusas y el mar Negro.
  • Los germanos del centro, llamados hermiones o irminones como los suevos, marcomanos, hermanduros, lugiones y turingios se dirigieron hacia el sur a la zona de entre el Rin y el Danubio.
  • Los germanos del oeste migraron hacia el sur siguiendo dos direcciones: un grupo llamado los ingaevones o ingaeuones siguieron la costa hacia el oeste y los llamados istaevones o istriones se dirigió hacia el sur.

Los lugiones o lugios que significa “mentirosos” y “confederados” formaba parte del grupo de germanos del centro llamados hermiones o irminones, e incluían a los omanos, buros, varinos, didunos, helvecones, arios o charinos, manimios, elisios.

Durante el siglo I, los lugiones o lugios estuvieron en guerra frecuente con los suevos y los cuados, contando ocasionalmente con la alianza de otras tribus, especialmente los hermunduros. A mediados de siglo derrocaron a un rey de los suevos, y en el 84 sometieron temporalmente a los cuados.

Durante parte de este siglo y en el siguiente, se fusionaron las diversas tribus de lugiones, dando lugar a un grupo denominado los los vandulios o vandalios que significa los “los que cambian” y “los hábiles”.

En tiempos de las Guerras Marcomanas ya predomina la denominación de vándalos y aparecen divididos en varios grupos: los silingos, los lacringos y los victovales o victofalios, estos últimos gobernados por el linaje de los asdingos (astingos o hasdingos), y cuyo nombre evocaba su larga cabellera. Junto a los longobardos, los lacringos y los victovales o victofalios cruzaron el Danubio hacia el 167 y pidieron establecerse en Panonia. Los asdingos o victovales, dirigidos por Rao y Rapto , no fueron admitidos en Panonia (donde se habían establecido longobardos y lacringos), por lo que avanzaron hacia el año 171 en dirección a la parte media de los Cárpatos durante las Guerras Marcomanas, y de acuerdo con los romanos se instalaron en la frontera septentrional de Dacia. Más tarde se adueñaron de la Dacia Occidental.

Emigraciones de los vándalos
Migraciones de los vándalos.

Migraciones de los vándalos.

SIGLO III.

A mediados del siglo III presionados de forma indirecta por los movimientos de los godos y de los burgundios, fueron obligados a desplazarse hacia el sur. Los vándalos silingos y otros grupos lugios siguieron la suerte de los burgundios, uniéndose a ellos, y abandonando sus asentamientos. Se asentaron en la región media de río Main. Sus ataques a Retia (Austria y Babiera) fueron rechazados por el emperador Probo en 278 en la batalla del río Libus (actualmente Lech). En esta región del Main debieron permanecer hasta que se unieron a los vándalos asdingos.

Los vándalos asdingos, que después de las Guerras Marcomanas quedaron establecidos en la región superior del río Theiss, conservaron largo tiempo sus nuevos territorios. Intervienieron en la expedición goda del año 248 sobre la Mesia (actual Servia), y en la Sarmacia del 270 sobre Panonia (Hungría occidental).

SIGLO IV.

Los asdingos intentaron ensanchar sus territorios, y chocaron con los visigodos y con los sármatas; y estas luchas se prolongan hasta el siglo IV. El rey asdingo Visumaro (Wisumarh) combatió contra los godos de Geberico, que atacaron sus territorios. Visumaro murió en lucha contra los godos, y los integrantes de las tribus de asdingos que no quisieron someterse a los godos, hubieron de pasar a territorio imperial, instalándose en Panonia, donde también se asentaron los cuados. El emperador Aureliano, les empleó como tropas auxiliares de Roma, hecho testificado por la Notitia dignitatum, que habla del ala VIII Vandilorum.

Hacia el año 400 reaparecen los asdingos, y esta vez convertidos al arrianismo. Debe suponerse que en este tiempo había aumentado mucho el número de personas que lo formaban, y éste fue el motivo de que, al mando del rey Godigiselo, abandonase su residencia en la región del Theis. Tal vez en esta expedición debieron influir los alanos, que venían huyendo de los hunos.

Los vándalos asdingos junto con los alanos pusieron rumbo al sur en 401 e intentaron cruzar el Danubio para establecerse en las fértiles tierras del Imperio Romano de Oriente. Tras ser rechazados pusieron rumbo al oeste pasando aquel invierno en la provincia de Retia, en la actual Austria.

En torno suyo, se fueron agrupando otros elementos heterogéneos, como suevos, quados, gépidos, hérulos y sajones. A la espera de cruzar el río.

SIGLO V.

En el 405 un ejército bárbaro (godos, vándalos, suevos, burgundios y alanos) mandado por el ostrogodo Radagaiso, sus fuerzas se estiman en 20.000 efectivos de unas 100.000 personas incluyendo mujeres y niños, partió de algún punto en la llanura húngara y atravesó las limes en algún punto entre el este de Nórico y Panonia Superior, para después cruzar los Alpes , iba precedido de un gran número de refugiados que huian antes el avance de los bárbaros. Entraron en Italia por la ruta de Aquilea y llegaron al valle del río Po. Tras cruzar los Apeninos, se dirigieron a Florencia, ciudad que sitiaron.

El magister militum Flavio Estlicón (general romano de origen vándalo), reunió un ejército de unos 15.000 efectivos entre los que se encontraban godos y alanos mandados por un tal Saro, además de hunos de su aliado Uldino. En abril de 406, se concentraron en Ticinum (Pavía) y se dirigieron contra Radagaiso que se encontraba asediando Florencia. La batalla tuvo lugar en Fiesole, Radagaiso fue derrotado y se vio obligado a refugiarse con los restos de sus tropas en los montes cercanos, donde fueron cercados por las tropas del general Estilicón. Cuando el hambre y la sed comenzaron a diezmar a sus hombres, Radagaiso intentó abrirse paso entre el ejército enemigo. A pesar de que se defendió con valor, fue capturado, encarcelado y, finalmente, ahorcado. La mayoría de los supervivientes de su ejército fueron vendidos como esclavos, mientras que el resto se unió al ejército romano, se estima en 12.000.

LOS VÁNDALOS LLEGAN A HISPANIA.

En la nochevieja del 406, se congeló el río Rin, y el primer grupo en cruzarlo fueron los vándalos asdingos bajo el mando del su rey Godigiselo, cuando alcanzaban la ciudad de Tréveris fueron atacados por los los francos ripuarios federados de Roma, sufriendo 20.000 bajas, inmediatamente fue nombrado rey su hijo Gunderico, que con la ayuda de los jinetes alanos de Respendial atacaron a los francos en Tréveris, derrotándolos causándoles 3.000 bajas, dejando el camino libre para invadir la Galia.

Ubicación de
En septiembre del 409 cruzaron los Pirineos y entraron en Hispania. Los grupos germánicos no eran ejércitos, sino pueblos en marcha en busca de tierras donde asentarse. En el 411 hubo un reparto de tierras: Los vándalos asdingos con su rey Gunderico ocuparon la Gallaecia Asturiacensis, los suevos Lugo y Braga, los alanos, las provincias de Lusitania y Cartaginense, y los vándalos silingos con su rey Fredebal o Fredevaldo ocuparon la Bética. Este reparto no fue concertado, sino impuesto a Roma; y, finalmente, se llegó al pacto de federación con Roma y su emperador Honorio que se quedó con la provincia Tarraconense casi entera.

En el año 416 los visigodos ese dirigieron a Hispania al frente de su rey Walia para destruir a los bárbaros. Los primeros en ser atacados fueron los alanos, que dominaban a vándalos asdingos y suevos, fueron destrozados de tal suerte, que muerto su rey Adax, y destruido el reino, los pocos que quedaron se acogieron al patrocinio del rey de los vándalos asdingos, Gunderico que estaba en Gallaecia.

Al año siguiente 418, Walia atacó a los vándalos silingos en la Bética, a los que derrotó y aniquiló, llevando prisionero a Roma a su rey Fredebaldo. Los supervivientes se acogieron a Gunderico.

En el 419, después de que Walia abandonase Hispania, entraron en conflicto, el enfrentamiento de los vándalos con los suevos debió producirse en la región montañosa de León y Asturias: en los montes Nerbasos (segúne Idacio), o en los montes Erbasos (según San Isidoro) los vándalos del rey Gunderico se enfrentaron a los suevos del rey Hermerico que fueron derrotados, pero los vándalos abandonaron la persecución de los suevos.

Los vándalos en el 420 abandonaron sus asentamientos en Gallaecia y se dirigieron a la Bética cuya ocupación dio lugar a “La Vandalucía”, dado que la V no tiene significado en árabe, estos posteriormente la denominaron Andalucía o “Al-Andalus”.

En la Bética, en el 421 los vándalos derrotaron a las fuerzas romanas que, mandadas por el magister militum Castino y reforzadas con elementos godos. La defección de los auxiliares godos contribuyó, a hacer más grave el desastre romano, los hispanoromanos perdieron 20.000 efectivos, y tuvieron que retirarse a la Tarraconense. La Bética y la Cartaginense debieron quedar a merced de los vándalos.

Entre los años 423 y 424, los vándalos siguieron esforzándose por el control de la Bética, ya que la poderosa ciudad de Córdoba se convirtió en un importante bastión independiente hasta su conquista por Leovigildo. En el 425 los vándalos se dirigieron a Cartago Spartaria, las Islas Baleares e Hispalis, al tiempo que hacían la primera incursión en Mauritania. En 426 Gunderico gestionará para hacerse con el control de Hispalis, ciudad en la que murió en 428 y fue sucedido por su hermano menor Genserico (Gaisariks), que significa “príncipe de la jabalina”.

Los vándalos habían aprendido a navegar, aunque entre los romanos había una ley que condenaba a muerte a quien enseñara a cualquier bárbaro el arte de construir o pilotar una embarcación.
Situación de los reinos del Mediterráneo a comienzos del siglo VI

Reinado de Hilderico (523-530)

Como miembro de más edad de la familia real, Hilderico era nieto del rey Genserico y del emperador Valentiniano III, lo que le convertía de facto en aspirante al vacante trono imperial del Imperio Romano de Occidente ( lo que quedaba de él ). Influido grandemente por su madre, Hilderico (que tenía cerca de 60 años cuando ascendió al trono vándalo) adoptó una política de acercamiento político y económico con el Imperio Bizantino y con los católicos, permitiendo el regreso de los obispos católicos a su reino y la reapertura de templos que sus predecesores en el trono habían obligado a clausurar.

Hilderico también andaba en buenos términos con el emperador de Oriente y continuaba enviando a Constantinopla el tributo anual de dinero aceptado por Genserico en el tratado que ratificó sus conquistas.

Este acercamiento a romanos y católicos desagradó profundamente a los integrantes de la nobleza vándala, que se pusieron a la tarea de intentar colocar a la princesa ostrogoda Amalafrida (viuda de Trasamundo) como reina vándala. Había traído consigo, como dote, una guardia de 6.000 jinetes ostrogodos y la soberanía del Lilibeum, que es un promontorio en el occidente de Sicilia a 180 kilómetros de Cartago.

En el año 525 estalló la guerra civil entre Hilderico y los nobles vándalos, aliados con los ostrogodos de Amalafrida, que además contaban con la colaboración de algunas tribus bereberes del sur de los montes Aures. Ambos ejércitos se encontraron en Capsa (actual Gafsa), a 500 kilómetros al sur de Cartago, y el ejército de Hilderico fue el claro vencedor. El rey ordenó encarcelar a la princesa Amalfrida en Cartago, siendo posteriormente estrangulada y ejecutar a todos los supervivientes del contingente ostrogodo. Esto ofendió muchísimo a Teodorico el Grande, que rompió su alianza con los vándalos, pero no quiso arriesgarse a lanzar contra ellos una expedición militar.

Hilderico no tenia espíritu guerrero o interés imperialista, y prefería dejar los asuntos militares en manos de su sobrino Hoamer. A finales del año 528, los jinetes del rey bereber Antalas comenzaron a atacar granjas y poblaciones de la provincia de Bizacena. La caballería vándala de Hoamer expulso a los bereberes al sur de las montañas, pero no logró derrotarlos por completo. Los bereberes se reagruparon, y cuando Hoamer y sus jinetes estaban aprovisionándose y descansando en Theveste, los jinetes bereberes rodearon al contingente vándalo y lo aniquilaron.

Cuando la noticia llegó a Cartago, comenzó el descontento. Para un pueblo guerrero como el vándalo, que el propio rey Hilderico hubiera renegado de sus obligaciones militares y hubiera pasado el mando del ejercito a su sobrino Hoamer era una absoluta deshonra, y si además Hoamer había sido derrotado, la deshonra era aun mayor, y podría dar una señal de debilidad a otros posibles invasores del reino. A la cabeza de los conspiradores se encontraba el siguiente príncipe vándalo en la línea sucesoria, Gelimer, hijo de Geliaris (hermano del rey Trasamundo), y por tanto, bisnieto de Genserico. Gelimer nunca había destacado como soldado, pero era un astuto conspirador y logró convencer a los nobles vándalos de la necesidad de sustituir a Hilderico, que había sido derrotado por unos cuantos jinetes bereberes. Asi, Gelimer tomó el poder encarcelando a Hilderico y a Hoamer, y se coronó rey de los vándalos el 15 de junio de 530.

Reinado de Gelimer (530-534)

El depuesto rey Hilderico había intercambiado gran numero de misivas con el emperador bizantino Justiniano, y las relaciones políticas y comerciales entre ambos reinos habían aumentado durante el reinado de Hilderico, principalmente debido a su indulgencia con los católicos, pues los anteriores reyes vándalos los habían perseguido salvajemente. Justiniano y Hilderico se conocían personalmente, ya que éste había pasado unos años en Constantinopla como rehén y habían trabado amistad.

Pero, con la llegada al poder de Gelimer, a la cabeza de los nobles vándalos más virulentamente anticatólicos, las esperanzas de una paz duradera se evaporaron. Cuando llegó a Constantinopla la nueva de que Hilderico había sido depuesto y encarcelado por su sobrino Gelimer, Justiniano lo tomó como un agravio. El emperador Justiniano comenzó a enviar mensajes diplomáticos a Gelimer, instándole a que enviara a Hilderico y Hoamer a Constantinopla.
Gelimer se encolerizó, y ordenó cegar a Hoamer y mantener a Hilderico en la celda más obscura con el mínimo alimento para su supervivencia. Gelimer replicó que Justiniano no tenía derecho a inmiscuirse en la política interna del reino africano; que Hilderico había sido depuesto por traidor, una acción aprobada por el Real Consejo Vándalo de Cartago; y que antes de lanzarse a la guerra, Justiniano tendría que recordar lo sucedido con la última flota oriental que habían enviado a Cartago.

Justiniano tenía por entonces unos 45 años, llevaba apenas 5 años sentado en el trono bizantino y acaba de terminar una guerra contra los sasánidas. Las fronteras del Imperio Bizantino estaban seguras, y no había disturbios internos en Constantinopla y el ejército bizantino estaba mandado por el magister militum Belisario, que había derrotado a los persas y había sofocado la revuelta del año 532 (la rebelión de Nika) de los ciudadanos de Constantinopla contra el emperador con una eficacia brutal, masacrando a 30.000 rebeldes en el hipódromo de Constantinopla.

Comenzó la reunión de una flota de 500 barcos de transporte tripulados por unos 30.000 marineros, en su mayor parte egipcios y griegos del Asia Menor, al mando de un almirante alejandrino. Además había una flotilla de 92 galeras ligeras con una sola hilera de remos, con 20 remeros en cada galera, que estaban instruidos como combatientes. Juan de Capadocia fue el responsable de pertrechar esta flota, y se enviaron los oficiales a los campos de pastoreo reales de Tracia para reunir 3.000 caballos y tenerlos preparados en Heraclea, en la costa septentrional del mar de Mármara, cuando la flota hiciera escala allí.

Se reclutó un ejército de 10.000 infantes imperiales, 4.000 jinetes imperiales, 1.100 bucelarios, que formaban su guardia personal de Belisario, 400 jinetes hérulos al mando de Faras el hérulo y 600 jinetes hunos al mando de Althias.

Batalla de Ad Decimun, 13 de septiembre de 533
Aparentemente, la fuerza terrestre parecía un poco pequeña para atacar a los vándalos, que disponían de un ejercito estimado en más de 30.000 efectivos. Pero el autor era Procopio de Cesarea, un historiador bizantino y biógrafo oficial de Justiniano, que acompañó a Belisario en la campaña del norte de África.

Justiniano aprovechó, o incluso instigó, rebeliones en las remotas provincias vándalas de Cerdeña y Tripolitania. Para distraer las fuerzas vándalas y debilitar sus fuerzas en África. Gelimer envió a Cerdeña de la mayor parte de la flota vándala y una gran parte de su ejército mandados por su hermano Tzazo.

En la primavera estalló una revuelta contra los vándalos en Trípoli (Libia), el ejército bizantino de la Cirenaica avanzó y conquistó las ciudades de Leptis Magna y Trípoli.

Las fuerzas de Belisario partieron en el equinoccio de primavera 533 desde Constantinopla, embarcaron los caballos tracios en Perinto, y siguieron viaje por el mar de Mármara hasta llegar al Helesponto, anclando una noche frente a Abidos. Alli dos hunos fueron empalados en la colina de Abidos, por haber matado a dos oficiales en una trifulca. Partieron de Abidos con un viento fuerte y constante que les impulsó por el Egeo hasta la isla de Lesbos, allí se redujo a casi una calma chicha y tardamos tres semanas en bordear la costa meridional de Grecia. Las galletas que llevaban como alimento comenzaron a enmohecer, y unos 500 hombres murieron a causa de la ingesta. Belisario ordenó un desembarco general en Metona, una ciudad en el promontorio sudoeste de Grecia, allí requisaron pan fresco. La siguiente escala fue isla de Zante. Nuestro viaje de Zante a Sicilia por el mar Adriático se prolongó dieciséis días por las calmas repentinas; era mediados de junio y el calor era agobiante, como resultado, al agua que transportaban se echo a perder, además hubo peleas entre los embarcados.

Envió por delante a su secretario, Procopio de Cesarea, en una galera ligera para que se dirigiera a Siracusa, la capital, y llevara agua y suministros al puerto de Catania, donde se podía anclar con más seguridad. A su llegada a Sicilia, Belisario envió a varios espías por toda la isla para recoger noticias de la situación de los vándalos. En Siracusa encontraron a un comerciante que acababa de llegar de cartago, que les contó que la flota vándala se encontraba en Lilibeum para aprovisionar antes de reanudar la travesía hasta Cerdeña con los 5.000 mejores soldados vándalos, bajo el mando de su hermano Tzazon, a sofocar la rebelión producida en Cerdeña, y que el rey Gelimer se encontraba en la ciudad de Telepte (cerca del paso de Kasserine), y que los generales vándalos desconocían los movimientos de las tropas Bizantinas.

Belisario, al saber esto, embarcó de inmediato su ejército y zarpó hacia la costa africana, hicieron escala en las pequeñas islas de Gozo y Malta. Al cabo de aproximadamente tres meses de su salida de Constantinopla, llegaron al Caput Vada (Cabo Vada, en Túnez).

El ejercito desembarcó lo más rápido posible. Los primeros en desembarcar fueron los infantes, que inmediatamente cavaron una trinchera y colocaron una empalizada protegiendo el lugar de desembarco. Después de la infantería desembarcaron la caballería, los ingenieros, provisiones, etc.

Tras completar el desembarco, Belisario se reunió con sus generales para decidir su siguiente movimiento. Había dos opciones: Una era dirigirse directamente a Cartago atravesando el desierto tunecino en pleno verano, con muy serias dificultades de aprovisionamiento. La otra opción era dirigirse al oeste por la costa, con la flota siempre a la vista para ayudar en caso de necesidad. Se decidieron por esta última opción, pasando por Thapsus (Tapso) e Hadrumetum (Susa).

Inició la marcha precedido por una vanguardia mandada por Juan el Armenio con 300 jinetes bucelarios, que marchaba 4 kilómetros por delante del grueso de las tropas. El flanco derecho estaba protegido por el mar y la flota, y el flanco izquierdo estaba protegido por los 600 jinetes-arqueros hunos a caballo.

El primer día de marcha, los bizantinos llegaron a localidad de Silectos, que tomaron sin lucha, y donde obtuvieron gran cantidad de fruta fresca y otras provisiones, que Belisario pagó a los civiles, ya que estaba terminantemente prohibido saquear, con el fin de ganarse a la población civil.

Al día siguiente llegaron a Hadrumetum (actual Susa o Sousse) a menos de 100 kilómetros de Cartago, acampando a las afueras.

Cuando el rey Gelimer (que se encontraba en Telepte, a 4 días de marcha al sur de Cartago) recibió los informes que indicaban que el ejercito de Belisario se encontraba a solo 100 km de su capital, no perdió el tiempo. Lo primero que hizo fue enviar un mensajero a toda velocidad hacia Cartago, con la orden de hacer ejecutar inmediatamente al anterior rey vándalo, Hilderico, que se encontraba en prisión. Con Hilderico muerto, los bizantinos no tendrían la excusa de afirmar que estaban ayudando al rey legítimo, ya que Gelimer era en siguiente en la línea sucesoria, y, por tanto, el rey legitimo del reino vándalo.

También mandó regresar a su hermano Tzazon desde Cerdeña con la flota y los 5.000 efectivos que habían mandado para reprimir la rebelión.

Después, ordenó a su hermano Ammatas o Amato (que estaba al mando de guarnición vándala en Cartago) que se dirigiera hacia Ad Decimun Miliarium, (décimo hito, que era como el décimo punto kilométrico, en este caso milla romana) de la calzada que partiendo de Cartago se dirigía a Adrumentum, hacia el sudeste, para entablar allí combate. El plan era muy complicado, cuando el enemigo hubiese entrado en el desfiladero, lanzaría un ataque combinado contra él siguiendo tres direcciones de ataque. Mientras Ammantas salía de Cartago y presentaba combate a la vanguardia bizantina, él con el núcleo principal se lanzarían contra el grueso, su sobrino Gibamundo aparecería por las alturas de occidente y atacaría el flanco izquierdo. En aquella época no había relojes para sincronizar semejante ataque.

Ammatas salió de Cartago el 13 de septiembre y llegó antes que las otras dos columnas. Inmediatamente se puso a la cabeza de un grupo de su caballería y cargó contra la vanguardia bizantina de Juan el Armenio y sus 300 bucelarios, que detuvieron la carga vándala con facilidad, obligándoles a retirarse. En la refriega murió Ammatas y otros muchos.

Gibamundo con sus 2.000 efectivos intervino a continuación, siendo recibidos por los jinetes-arqueros hunos, que los asaetaron en la distancia sin llegar al choque.

Belisario, que no sabía lo que había ocurrido unos kilómetros por delante del grueso, marchaba con su caballería en vanguardia, compuesta de los feodorati, y detrás los 800 bucelarios al mando del general Uliaris y la infantería a retaguardia. Cuando llegaron a Ad Decimuin vieron multitud de cadáveres, mientras dilucidaban qué hacer, vieron una gran nube de polvo que anunciaba la llegada del grueso de las tropas vándalas de Gelimer, desde el sur.

Gelimer también desconocía lo sucedido y proseguía su avance, encontrándose con la caballería de los foederati, mandó cargar de inmediato para tomar posesión de la más alta colina que dominaba la llanura. Los vándalos pusieron en fuga a los feodorati, que en su huida arrastraron a los bucelarios del general Ularis, y todos se dirigieron al galope hacia la infantería de Belisario.

De haber iniciado la persecución su victoria hubiese sido total. Pero al encontrar el cuerpo de su hermano, Gelimer retrocedió para proporcionar las pompas fúnebres a su hermano.

Belisario reagrupó sus fuerzas y contraatacó poco antes de la caída de la noche, los vándalos creyendo que la batalla había terminado, habían desmontado y estaban inspeccionando el campo de batalla y los cadáveres que allí se encontraban, mientras Gelimer estaba ocupado en organizar los ritos funerarios para su hermano. Belisario cargó sobre ellos, los vándalos desorganizados, apenas pudieron oponer resistencia, y la caballería de Belisario terminó con la vida de más de 2.000, mientras el resto, con Gelimer entre ellos, huían hacia la llanura de Boulla, en dirección a Numidia.

Al anochecer, los bucelarios de Juan el armenio y los hunos se unieron al contingente principal de Belisario en Ad Decimun, donde acamparon esa noche.

Batalla de Tricamerón, 15 diciembre de 533
Al día siguiente, los bizantinos llegaron a las puertas de Cartago, las tropas vándalas se habían retirado de la ciudad y sus habitantes el 15 de noviembre abrieron sus puertas y fueron recibidos con júbilo. La primera disposición de Belisario fue reparar las murallas que llevaban un siglo en ruinas.

Entretanto, Gelimer se había retirado a Bulla Regia, donde recibió el refuerzo de las tropas de su hermano Tzazón procedente de Cerdeña, con lo que formó un ejército unas cinco veces mayor que el de Belisario. Trató de conseguir que los hunos se pasaran a sus filas, pero no lo consiguió, con esta fuerza avanzó sobre Cartago. En su avance destruyó el acueducto que suministraba el agua a la ciudad. Se detuvo en la localidad de Tricamarum (Tricamerón) situada a 27 kilómetros de Cartago, levantando su campamento fortificado.

Belisario envió de avanzada a Juan el Armenio con 500 jinetes y él con otros 500 jinetes y la infantería partió al día siguiente hacia Tricamerón. Detrás marchó el resto del ejército.

Gelimer sacó a sus jinetes (unos 5.000) y los formó en tres divisiones, la central mandado por su hermano Tzazón, la derecha mandada por él mismo y la izquierda mandada por Gara, los vándalos tenían orden de emplear solo la espada.

La batalla tardó mucho en iniciarse, Gelimer dejó la iniciativa a Belisario. Juan fue el primero que se lanzó al ataque contra el centro mandado por Tzazón, siendo obligado a replegarse. Lo intentó de nuevo, pero fue rechazado. Lo intento por tercera vez, esta vez reforzado con los soldados de la guardia y arqueros, que hicieron retroceder el centro, Uliaris mató a Tzazon de una lanzada, lo que significó que el centro vándalo se partiera.

Eso fue suficiente para que Gelimer, cobardemente, abandonara a su ejército y se retirara al galope al campamento. Toda la caballería bizantina se lanzó al ataque, poniendo en fuga a sus adversarios, que se replegaron al campamento fortificado.

El encuentro de las caballerías no había durado ni una hora, y la batalla campal estaba aún por decidir. Las bajas habían sido 50 jinetes bizantinos frente a 800 vándalos.

A última hora de la tarde llegó la infantería bizantina, Belisario la hizo avanzar hacia el campamento fortificado vándalo. Gelimer, al ver a todo el ejército bizantino montó en su caballo y huyó del campamento, este acto de cobardía provocó el desconcierto y después el pánico entre sus soldados, muchos huyeron en todas direcciones.

Cuando los soldados de Belisario asaltaron al campamento vándalo, encontraron que este estaba plagado de riquezas; desobedeciendo a sus jefes, se dedicaron al saqueo sin respetar ni al mismo Belisario. Sólo al día siguiente, restablecido el orden, Juan el Armenio con su caballería pudo emprender la persecución de los enemigos, produciéndolos 3.000 bajas entre muertos y prisioneros. Durante la persecución resultó alcanzado Juan de Armenia, una flecha le había traspasado el cuello muriendo poco después. La persecución del rey Gelimer terminó por un tiempo.

Trató de huir a España, donde tenía un aliado, el rey de los visigodos. Pero un viento contrario le obligó a regresar a Hippo Regius, y pidió refugio a una tribu de moros amigos en una escabrosa montaña llamada Pappua, no lejos de Hippo y frente al mar. La embarcación con los tesoros cayó en manos de Belisario, que encargó a Faras el hérulo la misión de capturarle. Mientras Faras y sus hérulos acampaban al pie de la montaña e impedían la fuga de Gelimer, Belisario continuó la tarea de capturar y desarmar a los vándalos fugitivos en toda la diócesis.

Reunió a los prisioneros en Cartago y los usó como obreros en, las fortificaciones. También despachó expediciones a los diversos confines del Reino Vándalo, para obtener nuevamente su lealtad, y engrosó su ejército con levas de africanos romanos. Despachó una expedición a Córcega y Cerdeña, que llevaba la cabeza de Tzazo como prueba de que no mentía al declarar que había conquistado Cartago; y otra a Marruecos con la cabeza de Ammatas, quien había gobernado esa comarca; y otra a Trípoli; y otra más a las fértiles islas Baleares. Todas estas islas o regiones se sometieron inmediatamente a su autoridad, excepto en Lilibeum, donde los godos se negaron a entregar el lugar, y ayudaron a la pequeña guarnición vándala a echar a los hombres de Belisario.

Luego, Belisario escribió una enérgica carta al gobernador de Sicilia, reafirmando el derecho inalienable de Justiniano a ese lugar, y amenazando con la guerra si rehusaban entregárselo; pues comprendía que una base en Sicilia sería una garantía contra una posible invasión de África por los godos.

Mientras Galimer al principio rechazó rendirse, pero después de un invierno particularmente crudo, se rindió a Faras. El emperador Justiniano le perdonó la vida y le asignó una pensión de la que vivió decorosa y tranquilamente hasta su muerte, en Constantinopla.

Todas las riquezas de los vándalos, acumuladas durante siglos de saqueo de Roma y sus provincias, fueron llevadas ante Justiniano junto con Gelimer, constituían un fabuloso botín que jamás había desfilado en un triunfo: miles de lingotes de plata y oro, cofres de monedas de plata y oro, y millares de objetos de oro y plata tanto religiosos como de lujo.

El reino Vándalo de África se terminó y sus provincias en Cerdeña, Córcega y las Islas Baleares cayeron bajo el control de Justiniano, que consiguió el dominio del Mediterráneo occidental.

Los soldados sobrevivientes fueron enrolados en el ejército imperial y enviados a servir en la frontera persa; sus mujeres, tomadas como esposas por los combatientes romanos o rebajadas a la condición de esclavas.

El norte de África pasó a denominarse el Exarcado de África con su capital en Cartago, siendo una región en paz y próspera hasta su conquista por los árabes.

Lista de reyes vándalos (asdingos):

Visumar, siglo IV d. C. d. C. Coetáneo del rey visigodo Geberico
Godegisilio (¿?-406)
Gunderico (Gundaric/Gundioc) (407-428), Unión de los Silingos en 417
Genserico (428-477)
Hunerico (477-484)
Guntamundo (484-496)
Trasamundo (496-523)
Hilderico (523-530)
Gelimer (530-534)

IDIOMA.

El idioma vándalo fue una lengua germánica oriental y probablemente muy relacionada con el idioma gótico. Fue hablado por el pueblo vándalo, con sus ramificaciones de asdingos y silingos.


Fuentes:
  • https://arrecaballo.es/edad-antigua/suevos-vandalos-y-alanos/los-vandalos-en-hispania/
  • Wikipedia.



















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