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lunes, 27 de septiembre de 2021

ROSTRO DE UNA ANCIANA CELTA DE LA EDAD DE HIERRO.

 


                                 Representación digital propia de cuando era joven. 

Vivió hace unos 2000 años, en la época llamada Edad del Hierro. Era de Escocia,  probablemente vivió en la isla escocesa de Lewis, y el de arriba era su posible rostro. Pertenecía al famoso pueblo de los celtas.


Karen Fleming, estudiante de maestría en Arte Forense e Identificación Facial de la Universidad de Dundee (Escocia, Reino Unido), utilizó el cráneo de una antigua druida para elaborar una reconstrucción en cera y en 3D del rostro de la apodada como Hilda.


Se cree que Hilda murió entre el 55 a.C. y 400 d.C. cuando tenía más de 60 años de edad por lo que se especula que pudiera ser perteneciente a una clase privilegiada en la sociedad.


Fuentes:

  • https://actualidad.rt.com/actualidad/324162-escocia-reconstruir-rostro-mujer-edad-hierro-hilda

sábado, 18 de septiembre de 2021

CELTIBÉRICOS. OLCADES


PUEBLO: CELTÍBERO.

LENGUA: CELTÍBERA.

ESCRITURA: IBÉRICA ADAPTADA AL CELTIBÉRICO.

ENTERRAMIENTO: INCINERACIÓN.

DECADENCIA: SIGLO I a.n.e.

Los olcades eran una tribu celtíbera o ibera localizada en la provincia de Cuenca, aunque su ubicación ha suscitado diversas hipótesis. Tenían por vecinos a los poderosos carpetanos al oeste, los arévacos (situados en la actual provincia de Guadalajara) al norte, los oretanos al sur, y los edetanos al este. Ocuparían las abruptas tierras meridionales del sistema Ibérico y de la cuenca del Júcar al sur de la serranía de Cuenca, ya perteneciente a los celtíberos, entre las llanuras litorales habitadas por edetanos y las del interior por carpetanos. Los yacimientos arqueológicos (Iniesta, Barchín del Hoyo, Manchuela conquense) indican que todo el territorio manchego al sur de la Serranía conquense era de cultura íbera lo que sitúa al pueblo olcade dentro del ámbito del mundo ibero o bien habría que situarlo más al norte, ya en plena serranía. Debido a sus contactos con los celtíberos por su vecindad pudiera ser que sufrieran algún tipo de influencia cultural.





Hecateo de Mileto los situaba entre el alto Tajo y el Júcar medio. Posteriormente, solo se citan en época anibálica, desapareciendo posteriormente absorbidos entre celtíberos y edetanos, y siendo mal conocidos. Más tarde Tito Livio los consideró un apéndice de los carpetanos. Por otra parte el historiador Manuel Gómez-Moreno los situaba en La Alcarria.

A esta tribu se le han adjudicado las ciudades celtíberas de Caesada (Hita) y una serie de oppida situados en las altiplanicies del occidente de la provincia de Cuenca, como Segóbriga, Valeria, Laxta y Ercávica. En 221 a. C. su capital, Althia, fue tomada por Aníbal tras vencer a una coalición de vettones, olcades y carpetanos. Dado que el nombre es dado por los historiadores griegos, algunos eruditos sugieren que fue "Kelin", en el yacimiento de Los Villares, en Caudete de las Fuentes. A lo largo del siglo III a.C. desaparecen como etnia, siendo su territorio absorbido por los carpetanos.

Existe la hipótesis de que quizá no fueron ellos quienes construyeran esas ciudades, si no que se asentaran al lado de ellas o convivieran con los pobladores de estas, ya fueran para mejorar el pasto de su ganado, o por riquezas, posiblemente vendiéndose al mejor postor, motivo por el cual creemos que al anexionarse a otras tribus como por ejemplo carpetanos, oretanos, edetanos no se tenga demasiada información acerca de ellos.

Sobre el s. I a. C. asumen la escritura ibérica con adaptaciones al sistema fónico celtíbero, apareciendo los primeros textos en esta lengua en las téseras de hospitalidad halladas en algunos yacimientos. Se trata de pequeñas tablillas de bronce o plata en la que se establecía un pacto de hospitalidad entre pueblos o personas. Esta tablilla, que normalmente tenía forma de animal estaba constituida por dos partes similares que al unirse encajaban formando la pieza completa. Una mitad se la quedaba el anfitrión y la otra se la llevaba el visitante. Cada mitad estaba llamada a cumplir una función de contraseña o de identificación cuando, el huésped visitara de nuevo a su antiguo anfitrión. Esta tésera era heredada de padres a hijos, de forma que el pacto de hospitalidad seguía vigente generación tras generación.

Solían vestir con ropas de lana gruesa tejidas por las mujeres, prendas que según los últimos estudios se asemejarían a cuerpos de animales, como cabras y corderos, lo que no sabemos si era por respeto y agradecimiento por abastecerles de alimentos o quizá por facilitar el trabajo y cuidado diario con dichos animales.

Los Olcades utilizaban a diario los orines para lavarse el cuerpo y los dientes, y lo hacían para evitar infecciones, como antiséptico, también para tratar enfermedades de la piel. Costumbres y creencias que despertaron curiosidad y admiración. Los hemos descrito como guerreros, pero su mayor virtud era la hospitalidad, la amistad y el gran conocimiento sobre temas orientados al campo de las energías y el esoterismo.

Era un pueblo que siempre se construía en territorios cercanos al agua, conocedores de su poder espiritual. No olvidemos que estamos hablando de que en su origen sus creencias eran celtas. Las aguas de los ríos, las rocas, los árboles, las montañas tuvieron un poder mágico y sobrenatural.

Se ubicaban cerca de manantiales, donde realizaban sus rituales, rodeados de naturaleza en los que se podían dedicar en cuerpo y alma a la verdadera madre de la creación. Tenían creencias religiosas conectadas con el mundo de la naturaleza, donde tenía cabida la existencia de seres mágicos relacionados con la fertilidad de la tierra, la vida y la muerte.

Casi en todos los hallazgos de los asentamientos de los Olcades se han encontrado, en las afueras, necrópolis con enterramientos y urnas cinerarias, por lo que podemos deducir que realizaban rituales de incineración, conectadas a las ideas de inmolación con fuego, tal como Taranis, dios del paganismo céltico. El dios del trueno, de la luz, representa el ruido, la destrucción, la fuerza sobrenatural de las tormentas. Y el cielo, la rueda cósmica que simboliza el ritmo de las noches y de los días, el universo en su globalidad, la noción de infinito.

La importancia de tener una fuente de agua dentro o en las inmediaciones de las necrópolis podría estar relacionada con la creencia en Airón, un dios indígena que estaba arraigado en Hispania antes de que los romanos emprendieran su conquista. Este dios, cuyo culto fue respetado por los romanos, se relaciona con aguas profundas ubicadas en pozos y lagunas, en simas, por lo tanto hay una relación directa entre Airón y el inframundo. Airón ofrece un doble aspecto, positivo y negativo, la cara y la cruz de la misma moneda.

En su aspecto positivo, Airón es el dios de la vida, pues del inframundo emerge el agua, fuente de vida y la vegetación. Y en su vertiente negativa, Airón se nos manifiesta como el dios de la muerte, el pozo de agua inagotable o la laguna insondable, son una metáfora en el que el canal que comunica el mundo de los muertos de donde no se puede salir, con la tierra habitada por los hombres y con el cielo donde se suponía que moraban los dioses.

Moneda olcade emitida en el siglo II a. d. C localizada en la actual Arcas. / wikimoneda.com

Llevado a su desaparición por diferentes motivos, entre otros por una contaminación cultural y social que les hizo anexionarse a otros pueblos. Eran gente guerrera, capaces de plantar cara al mismísimo Viriato, líder de la resistencia romana. Leales, hospitalarios, trabajadores, tenían unas aptitudes que les llevaron a ser rifados por otros pueblos asombrados por sus capacidades. Los Olcades eran poseedores de conocimientos mágicos que traducían en rituales a la Madre Tierra, en forma de agradecimiento o sacrificio.

Ruinas romanas de Valeria, posible asentamiento primitivo de los Olcades. / Cadena SER

Las excavaciones de las últimas décadas, al situarlos en zona plenamente ibera, sitúan al pueblo, supuestamente olcade, en el entorno del oppidum ibero de Ikalesken (Iniesta) que dominaría el territorio actual de la Manchuela conquense y albaceteña y limitaría al norte con las zonas celtíberas de Valeria, Segóbriga, etc.

Fuentes: 

  • https://cadenaser.com/emisora/2018/12/18/ser_cuenca/1545131551_874828.html
  • Wikipedia.

viernes, 17 de septiembre de 2021

IBEROS. LOS ILERGETES.

PUEBLO: ÍBERO.


LENGUA: ÍBERO.


ESCRITURA: IBÉRICO NORORIENTAL.


ENTERRAMIENTO: INCINERACIÓN.


DECADENCIA: 192 a. n. e. FUERON ABSORVIDOS POR LOS ROMANOS YA CONSIDERÁNDOSE HISPANO-ROMANOS.


Los ilergetes o iltirgeskios 'habitantes de Iltirta' (gen. iltirgesken) en lengua indígena, eran uno de los pueblos que ocupaban parte de la península ibérica antes de la llegada de los romanos.

Estaban ubicados en parte de lo que sería conocido posteriormente como la Tarraconense, desde el Bajo Urgel hasta el río Ebro, ocupando lo que en la actualidad son las provincias de Huesca y de Lérida, ocupando las ricas cuencas del río Segre, el Noguera Pallaresa, el Noguera Ribagorzana, el Cinca y el Alcanadre, aunque es impropio tratar de establecer fronteras definidas en aquella época. Se hallan señales de su presencia durante largos periodos en la actual provincia de Zaragoza y el norte de Castellón, donde presionaban a los edetanos.

Su sociedad política estaba fundamentada en la existencia de un Rey (régulos en las crónicas romanas, "reyes pequeños"), muy jerarquizada con oligarcas que mantenían la estructura social y un fuerte componente militar.​ Se sostiene la tesis de que era una sociedad muy avanzada a la llegada de los romanos y que eran buenos comerciantes. Algunas ciudades grandes parecían disponer de una cierta autonomía con órganos de gobierno a modo de curias a partir del siglo I a. C., aunque bien podrían estar influidas por el proceso de romanización acentuada a partir del 195 a. C.

Su capital era Atanagrum, cuya ubicación exacta se desconoce. Otra ciudad importante era Ilerda, también denominada Iltirta o Iltirda, (la actual Lérida), y que en determinados momentos fue también capital, llegando a considerarse en algunos periodos como la ciudad más grande en la península al norte de Sagunto.

Su economía estaba basada en la ganadería y el cultivo de grano. Se han encontrado molinos manuales giratorios. Fue muy importante el desarrollo de la metalurgia, la orfebrería y la industria textil. La cerámica tenía componentes fenicios y griegos, con motivos ornamentales geométricos. Usaban la moneda, de bronce (ases) y de plata (dracmas), al menos desde el siglo III a. C., lo que favoreció el comercio y la captación de impuestos.

Antes de terminar el verano del 218 a.C., los romanos disponían de una base segura desde la que proyectarse al resto de la costa levantina, en la que recibían constantes refuerzos procedentes de Marsella.

La actitud dubitativa del general cartaginés, Hannon, no atacando en sus inicios a los romanos, permitió que éstos afirmasen su poderío en la zona, al tiempo que las tribus iberas, inicialmente partidarias de los púnicos, se vieran obligadas a aliarse con aquellos.

Este es el momento en que hace su aparición en la historia el rey de los ilergetes, Indíbil, que ante la actitud adoptada por los romanos, se enfrentó abiertamente a ellos. Esta conducta fue seguida por su cuñado, Mandonio, rey de los cessetanos.

Indibil movió su ejército en apoyo de su cuñado, actuando en ese momento forzado por los acontecimientos. Hannón, vista la situación, informó de la acción romana a Asdrúbal, que se encontraba en Cartagena.

A finales de Septiembre, los 10.000 hombres de Hannon y otros 1.500 apotados por Indíbil se encontraban acampados delante de las murallas de Cissa (Tarragona) en espera de acontecimientos, pero en una rápida marcha, Cneo se presentó frente a ellos con la totalidad de su ejército, unos 25.000 hombres[6], produciéndose la primera gran batalla de la II Guerra Púnica en la Península Ibérica, cuando  Aníbal ni siquiera había llegado aún a Italia.

LA BATALLA DE CISSA

Cneo desplegó sus fuerzas de la manera tradicional: las dos legiones en el centro, las dos unidades aliadas a sus flancos, y más al exterior, en ambas alas, su caballería campania y legionaria, no empeñando de momento en el combate más que algunos aliados iberos de caballería, junto a la caballería legionaria. En reserva mantuvo a los iberos recién reclutados así como a los tripulantes de los barcos que había dejado anclados en Ampurias.

Cneo pretendía arrollar el centro púnico con sus legiones, provocando su huida. A continuación, la caballería campania sacaría del campo de batalla a la caballería ibera. Como colofón tras la desbandada, el grueso de la infantería atacaría la ciudad, mientras las fuerzas de reserva se harían con el campamento cartaginés.

Por su parte, Hannón, ante la inferioridad numérica de sus fuerzas, desplegó a sus hombres en línea lo más extendida posible, situando a los hombres de Indíbil a su derecha. Con ello, pretendía compensar la superioridad numérica de los romanos, que le doblaban en número, estableciendo una línea más extensa, pero más delgada de combatientes, con la idea de sujetar a la infantería romana, en tanto que Indíbil, teóricamente más fuerte que sus oponentes, batía un flanco romano y rodeaba a su infantería, para así provocar la victoria propia.

Siguiendo sus procedimientos de combate habituales, las legiones romanas avanzaron, mientras la infantería púnica permanecía estática. A los veinte metros reglamentarios los hastati lanzaron los pilas ligeros y a continuación los pesados contra las filas púnicas. Ante tal avalancha de venablos y antes de que llegase el momento del contacto, las filas se rompieron y los infantes púnicos e iberos huyeron en desbandada.

Mientras tanto, Indíbil, combatía con éxito frente al ala izquierda romana formada por la caballería legionaria.

Ante la huida de la infantería cartaginesa, Cneo lanzó su reserva ibera en apoyo de su flanco izquierdo para que se enfrentase a los ilergetes, con una doble finalidad: frenar a Indíbil y dar una oportunidad a sus nuevos aliados de estar en el triunfo. Asimismo ordenó que la caballería de su ala derecha se desplazase por detrás de las legiones para apoyar esta acción. Esto trajo consigo  que, en poco tiempo, los ilergetes estuviesen totalmente rodeados por fuerzas muy superiores en número, provocando su rendición. Mientras tanto, una parte de la infantería púnica en su huida había atravesado el campamento propio refugiándose en la ciudad, y otra parte huyó hacia el sur aprovechando el hueco que produjo la maniobra de la caballería del ala derecha.

Una vez capturado Indíbil y situadas las tropas frente a Cissa, Cneo envió unos emisarios a la ciudad. El mensaje era claro: rendición y respeto de las vidas de los prisioneros, o destrucción de la ciudad; además, para que quedase claro el mensaje, anunciaba que crucificaría en el campo de batalla a los ilergetes prisioneros, previamente al asalto de la ciudad. La respuesta fue instantánea: rendición.

El resultado de la batalla fue tremendamente fructífero en el campo táctico: los púnicos habían sufrido 6.000 bajas en combate además de 2.000 prisioneros, entre los que se encontraban el propio Hannon y el rey de los Ilergetes Indíbil y es de suponer que también cayó en su poder Mandonio.

Con el fin de atraerse la lealtad de los ilergetes puso en libertad a Indíbil, si bien le exigió un cierto número de rehenes según se desprende de lo que Tito Livio expone en su ya reiterada obra, cuando dice, a propósito de hechos que se relatarán más adelante, que le había impuesto mayor número de rehenes que antes.

Asdrúbal llegó demasiado tarde para ayudar a Hannón y aunque no era lo suficientemente fuerte como para atacar a los romanos, cruzó el río y envió una columna que hostigó a sus fuerzas, capturando a un cierto número de marineros, e infligiéndole tales bajas que la eficacia de la flota romana se redujo de 60 a 35 buques.

Después de castigar a los oficiales a cargo de los contingentes navales por la laxitud de su disciplina, Escipión y el ejército romano se retiró a Tarraco y más tarde a Ampurias. Asdrúbal, por su parte, lo hizo a Cartagena después de la deserción de algunas ciudades aliadas al sur del Ebro. No obstante, el prestigio romano se estableció en España, mientras que los cartagineses habían sufrido un importante revés

Las consecuencias estratégicas de esta victoria fueron de una gran trascendencia, pues al tiempo que Cneo se convirtió en dueño de las tierras al  norte del Ebro, proporcionándole una magnífica base de operaciones para acciones posteriores, Asdrúbal se vio imposibilitado para enviar a Aníbal  los refuerzos que tanto necesitaba en Italia.

G.B. D. Agustín Alcázar Segura (R)dice:

"Indíbil tan solo respetaba a la figura de Escipión, considerando que el resto de sus generales lo eran tan solo de nombre y que habiendo aquel abandonado Hispania era el momento oportuno para desembarazarse del dominio romano y volver a las costumbres y usos de sus padres.

Los argumentos hicieron mella en sus compatriotas, en los ausetanos (habitantes de la zona de Vich) y en otros pueblos limítrofes (lacetanos, suessetanos y edetanos), de suerte que en pocos días se reunieron todos en el territorio de los sedetanos (probablemente al sur de Tarragona), donde se había fijado la cita general y donde había de darse la batalla decisiva. Según Tito Livio, el contingente de fuerzas que consiguieron reunir fue de 30.000 infantes y 4.000 jinetes.

Los generales romanos Léntulo y Acidino temieron que la sedición se propagara todavía más y se dirigieron a toda prisa al corazón de las tierras insurgentes, estableciendo su campamento a unos 4’5 km del enemigo. La fecha sería, con toda probabilidad, en la primavera del año 205 a.C. En cuanto a los efectivos que constituían el ejército romano tan solo sabemos que estaba formado por guarniciones propias, reforzadas con tropas de los pueblos aliados.

Los citados generales trataron inicialmente de convencerles para que depusieran las armas; para lo cual enviaron legados, pero los rebeldes no estaban dispuestos a abandonar su actitud.

La última batalla de Indíbil

Así las cosas, unos forrajeadores romanos se vieron sorprendidos por jinetes ibéricos, lo que dio  origen a una escaramuza entre la caballería de ambos bandos, con resultado indeciso.

Al siguiente día todas las fuerzas iberas desplegaron a un km y medio del campamento romano dispuestas a entablar batalla. En el centro se situaron los ausetanos, en el ala derecha los ilergetes y la izquierda estaba integrada por soldados de otros pueblos ibéricos de menor renombre.

Muerte de Indíbil

Los íberos dejaron entre las alas y el centro espacios suficientes para que la caballería pudiera desplegar holgadamente; pero Léntulo dio las órdenes oportunas para ocuparlos antes que los iberos.

Por su parte, Léntulo, entabló un combate de infantería con no muy buena fortuna, pues la legión XII empezaba ya a ceder en el ala izquierda ante el empuje de los ilergetes; situación que fue superada con la llegada de la legión XIII, que había permanecido en reserva.

Pronto apareció la caballería romana, que rompió las líneas de la infantería ibérica, al tiempo que cerraba el paso a la caballería indígena. Los de Indíbil echaron pie a tierra y renunciaron a pelear a caballo, de modo que las filas quedaron perturbadas y el desorden empezó a cundir entre los combatientes ibéricos.

En este momento, Indíbil en persona, con los jinetes desmontados, se puso al frente de las tropas sosteniéndose durante algún tiempo una lucha encarnizada; ésta se mantuvo hasta que hubieron sucumbido los que peleaban en torno al rey, hasta que éste cayó muerto al ser clavado al suelo por una jabalina. A partir de este momento se inició la desbandada entre las tropas íberas. Las bajas habidas en este bando se cifraron en 13.000 muertos, quedando otros 800 prisioneros, en tanto que los restantes quedaron dispersos por los campos.

En realidad habían sido los ilergetes los que en aquella jornada definitiva habían sostenido el peso de la batalla. En cuanto a Indíbil, luchó como cabía esperar de un caudillo que gozaba de buena fama de bravura.

Después de tan decisiva derrota, Mandonio convocó a los supervivientes íberos a una asamblea general en la que se decidió enviar una embajada a los generales romanos vencedores, dispuestos a deponer las armas y a brindarles su rendición.

Estos respondieron que aceptarían su sumisión si entregaban vivos a Mandonio y demás culpables de la guerra y que, de lo contrario, lanzarían su ejército contra la región de los ilergetes, de los ausetanos y, después, sobre las de los otros pueblos.

Es posible que partiera de ellos mismos la decisión de entregarse con alguna esperanza de salvarse y salvar a sus pueblos, pero el resultado fue que los romanos les dieron muerte en el suplicio de la cruz.

El precio de la paz fue el pago de un estipendio doble aquel año, trigo para seis meses, sagun y togas para el ejército, y rehenes de cerca de treinta pueblos de la zona de Cataluña. Se confiscaron los bienes de los caudillos ejecutados y se pusieron guarniciones en los pueblos rebeldes."

(Por G.B. D. Agustín Alcázar Segura (R).)

Además de las batallas donde Indíbil y Mandonio, lugarteniente de aquel, intervinieron, los ilergetes todavía se sublevaron en el 195 a. C. contra Roma y debieron ser sometidos por Catón. A partir de este momento comienza la decadencia de este pueblo que en el 192 a. C. debe pedir a Roma ayuda para defenderse de sus vecinos, sometidos ya a vasallaje romano sus reyes y eliminadas las defensas de las ciudades.

El yacimiento arqueológico de un asentamiento ilergete que más información ha ofrecido sobre la historia de este pueblo, además de las obras de los autores antiguos romanos, es el de La Pedrera de Vallfogona.

Fuentes:

  • https://observatorio.cisde.es/archivo/11175/
  • Wikipedia.












jueves, 16 de septiembre de 2021

IBEROS. LOS LAYETANOS Y LACETANOS.

PUEBLO: ÍBERO.


LENGUA: ÍBERO.


ESCRITURA: IBÉRICO NORORIENTAL.


ENTERRAMIENTO: INCINERACIÓN.


Los layetanos (en latín laiētanī y en griego λαιαιτανοί laiaitanoi) o layeskos 'habitantes de Laie' (gen. laiesken) en lengua indígena, era un pueblo íbero que habitaba en la costa de la provincia de Barcelona, entre los ríos Llobregat y Tordera. Por el interior se extendían por la llanura del Vallés, quizá hasta la actual Manresa, aunque más probablemente esta ciudad fuera de los lacetanos.



Las principales ciudades de su territorio fueron Ailuron o Lauro —la actual Mataró—, como ciudad extramuros que formaría un conjunto con la ciudadela y cerca de Ilturo —Burriac—, Baitulon —Baetulo, la actual Badalona a orillas del río Vaetulo, hoy Besós—, Barcinon (Barkeno), Egara —Tarrasa— y Blanda —Blanes, cerca del río Larnum, hoy Tordera—.



Barcinon fue fundada hacia el siglo VI a. C. —aunque después quizás fue refundada como Barkeno por los cartagineses—. Anteriormente existió una ciudad cercana a Montjuic, que probablemente se llamaba Laie de la que tomaron el nombre.


Como otros pueblos iberos, construían sus poblados sobre cerros y rodeados de murallas; las casas eran rectangulares y de piedra. Vivían de la caza, la pesca y la agricultura y tejían lana y lino. Su cerámica era poco desarrollada y trabajaban el bronce y el hierro. Almacenaban el grano en silos. Sus vinos eran apreciados. Uno de sus alimentos básicos fue un derivado lácteo similar al yogur.


Claudio Ptolomeo menciona también, como situado entre Baitulon y Ailuron, el Lunarion Akrum, el «Promontorio Lunario», probablemente un santuario lunar.


Existen referencias de monedas acuñadas con las leyendas Laiesken e Ilturo.


Dado que los pueblos de la zona, al contrario que los ilergetes y edetanos, tenían una capacidad militar muy reducida, no tuvieron más remedio que aceptar la “protección” de los romanos. La primera tribu hispana que tuvo el «honor» de quedar sometida fue la de los layetanos.

Los lacetanos provienen probablemente de los layetanos.






En el barrio de Montflorit de Cerdanyola del Vallès se levanta el yacimiento de Ca n'Oliver, un asentamiento arqueológico de la época ibérica que, tras 20 años de investigación, ha sido museizado y se integra dentro de la Ruta de los Íberos.

Situado en la mejor de las ubicaciones defensivas –en el cerro de Collserola–, este equipamiento de 6.000 metros cuadrados permite conocer de primera mano los principales rasgos y la evolución de la cultura ibérica layetana. Así, ofrece audiovisuales, exposiciones y más de 400 objetos cotidianos hallados en las excavaciones arqueológicas de los yacimientos de Cerdanyola.


Todo con el objetivo de acercar al público un conjunto patrimonial excepcional de un poblado que estuvo habitado entre los siglos VI y I a.C. y también en la Edad Media. Se destruyó a consecuencia de la nueva organización territorial que implantaron los romanos cuando conquistaron la península.

PUEBLO: ÍBERO.



LENGUA: ÍBERO.



ESCRITURA: IBÉRICO NORORIENTAL.



ENTERRAMIENTO: INCINERACIÓN.

Los lacetanos eran la tribu íbera que habitaba en los pirineos centrales desde, aproximadamente, el siglo VIII a. C. hasta finales del siglo I a. C. Tenían por vecinos a los bergistanos al norte (Berga); los ausetanos al este (Osona); los ilergetes al oeste (Lérida) y a los layetanos y cossetanos al sur (Barcelona y Tarragona).

El Solsonés era el núcleo más importante de los lacetanos,la capital era Setelsis,la actual Solsona, con extensiones hacia Poniente, parte de la Noya, del Bages y, quizá, la Segarra. Junto con los ilerdenses y los ausetanos destacaron, por oponerse al dominio romano y, como consecuencia, fueron sometidos por el cónsul Catón (195 a. C.).

Otras ciudades lacetanas importantes son: Iesso (Guisona) y Sigarra (Prats del Rey).

Se sabe que la Lacetania estaba formada en una confederación de diez ciudades, pero no se ha identificado prácticamente ninguna.
Se fusionaron con los Cesetanos del interior, con los Cosetanos de la costa y finalmente con los Layetanos.

Según Enrique Cabrejas Iñesta en su Blog de Enrique Cabrejas Iñesta o Enric Cabrejas. Investigador de la historia dice:

"Y es que lacetanos es un exónimo, es decir un nombre traducido del original ibérico y cuyo etnónimo fue lawz “Lakes” y que caligrafiado en griego capital se verá como ΛΑΚΕΣ, dicho en otras palabras que todos puedan entender: LAGO. Verán, los LAKES y que efectivamente por sus creencias eran TANOS fueron originarios de Laconia, por tanto descendientes de LACONES y para entendernos mejor -un pueblo espartano-. Su expansión por la península como colonizadores de la época griega oscura o frigia fue más allá de una Cataluña central de la cual como colonos se les supone y en una diáspora inadvertida por las crónicas en su periplo ibérico conquistaron áreas incluso de las actuales Bajo Aragón y Castilla La Mancha. Se les conoció con el nombre de LAKAS o LAKAZ." 
(http://enriquecabrejas.blogspot.com/2016/08/el-origen-de-los-lacetanos.html)

A finales de Abril de 218 a.C. Aníbal inició su expedición hacia Italia, poniéndose en ruta desde Qart-Hadanht (Cartagena), hacia el río Ebro con un ejército de 90.000 infantes, unos 12.000 jinetes y 37 elefantes. Según Polibio, previamente mandó a Cartago una fuerza de 1.200 jinetes, 13.850 infantes y 870 honderos baleares.

Tras cruzar el Ebro dedicó unas semanas a someter a las tribus ibéricas del Noreste (bargusios, ausetanos, arenosios y lacetanos), pues no podía arriesgarse a dejar en su retaguardia tribus potencialmente hostiles que amenazaran sus líneas de comunicación.

A continuación, reorganizó sus fuerzas, dejando en la Península Ibérica dos ejércitos: uno al Norte del Ebro, compuesto por 10.000 infantes y 1.000 jinetes, bajo el mando del general Hannón; otro, integrado por 12600 infantes, 2500 jinetes y 21 elefantes, al mando de su hermano Asdrúbal, que se encargaría de la defensa del resto de las tierras hispanas. Asimismo, dejó bajo el mando de Asdrúbal  una flota de 57 barcos (50 quinquerremes, 2 cuatrirremes y 5 trirremes).

El resto del ejército compuesto por unos 55.000 infantes, 8.000 jinetes y 15 elefantes, reemprendió su camino hacia Italia, cruzando los pasos pirenaicos en busca del río Ródano, que atravesó por una zona indeterminada, y en fecha anterior a la que esperaba el  ejército romano al mando del cónsul Publio Cornelio Scipión.

Al situarse del lado cartaginés, fueron sorprendidos por el romano Cneo Escipión que vino con 16.000 hombres en 60 naves, cuando acudían a socorrer a sus vecinos ausetanos.

Dado que los pueblos de la zona, al contrario que los ilergetes y edetanos, tenían una capacidad militar muy reducida, no tuvieron más remedio que aceptar la “protección” de los romanos. La primera tribu hispana que tuvo el «honor» de quedar sometida fue la de los layetanos.






miércoles, 8 de septiembre de 2021

PROGRESIÓN DE CIVILIZACIONES EN IBERIA.

 Los arqueólogos, historiadores y demás entendidos en la materia, clasifican la historia en diferentes fases. Prehistoria, Edad Antigua, Edad Media y Edad Moderna, Edad Contemporánea.


Prehistoria: desde el origen de la humanidad (es decir, hace unos 2 o 3 millones de años a.C.) hasta que se inventó la escritura (hace cuatro mil años a.C.)

Edad Antigua: comienza con la aparición de la escritura y termina con la caída del Imperio Romano (en el siglo V d.C.)

Edad Media: desde el siglo V hasta que los españoles descubren América, en el siglo XV (concretamente, en el año 1492).

Edad Moderna: desde el XV hasta que se da inicio la Revolución Francesa.

Edad Contemporánea: desde el XIX hasta la actualidad.


Sin embargo, en este blog, no se van a tener en cuenta esas divisiones, pues no existieron. En algunos momentos, se respetará el nombre usado por la mayoría de los expertos para saber de qué acontecimientos estamos hablando, pero solo en algunos casos, que las circunstancias nos obliguen.

La población de España se puede retrasar como muy tarde al 2.200 a. n. e.(antes de nuestra era).

Parece haber buena razón para creer que los descendientes de Javán (c. 2280 a. n. e.), hijo de Jafet, (los jonios) por la línea de Tarsis llegaron hasta la península ibérica, específicamente hacia el sur del territorio, donde constituyeron el grupo étnico más destacado. Esta posible ubicación de Tarsis también armoniza satisfactoriamente con las demás referencias bíblicas a este lugar.

JAVÁN

Cuarto hijo de Jafet mencionado por nombre y padre de Elisá, Tarsis, Kitim (posiblemente primeros pobladores de Chipre) y Dodanim (o Rodanim) (creen probable que sus descendientes poblaran la isla de Rodas y las islas vecinas del mar Egeo). Estos descendientes postdiluvianos de Noé aparecen entre aquellos que poblaron “las islas de las naciones”, frase que puede hacer referencia no solo a las islas, sino también a las regiones costeras. La historia muestra que los descendientes de Javán y sus cuatro hijos se establecieron en las islas y en las regiones costeras del mar Mediterráneo, desde Chipre (Kitim) hasta el Mediterráneo occidental. 

De hecho, a Grecia, se le dice Javán. Esto es significativo y entendemos el por qué de la presencia griega en España, desde los comienzos de Iberia. Obviamente estos pobladores de esta Iberia antigua, eran de la misma familia que los pobladores de Grecia y sus islas.

Tarsis (c. 2250 a. n. e.) pobló la antigua Iberia quizás a los 100 años (c. 2150 a. n. e.), acompañando al grupo principal desde Chipre o desde alguna de las islas del mar Mediterráneo, quizás Córcega.

Se ignora si fueron los descendientes de Tarsis los que pulularon por todo el territorio ibérico formando pueblos o tribus diferentes, o tuvieron diferentes colonizaciones de otros descendientes de Noé posteriormente.

En estos tiempos lo más probable es que o no tuvieran el conocimiento de los metales o bien, no disponían de los recursos. Es en estos años en los que viven en cuevas y sobreviven de la caza y de la recolección.

Se da en poblaciones que se establecieron en el norte de España, actual zona de Asturias y Cantabria, Levante, y zona portuguesa. De ese contexto son las pinturas rupestres.









Bastantes generaciones después se expandieron y quizás recibieron nuevas oleadas de gentes, las cuales influenciaban en nuevas ideas. Además el comercio e intercambio según fue pasando el tiempo con otras culturas, favoreció el progreso.


Oscar Nilsson trabajando con la reconstrucción del rostro del "Hombre de Stonehenge", que vivió aproximadamente del 2000 a.n.e. al 1800 a. n. e.), Stonehenge Visitor Centre, Inglaterra. (Clare Kendell/Página Oficial de ODNilsson).


Tenía la nariz rota y era como de más de 40 años. Vivía cerca de Jericó hace quizás milenios. Se ignora quién era pero sí se sabe que debía ser alguien importante para la comunidad de la que aparentemente formaba parte.

Entrando en lo que se denomina el neolítico, se desarrolló en torno al Mediterráneo, en la costa valenciana principalmente, donde se hallan los yacimientos más importantes. 


Mujer de unos 20 años que se encontró enterrada en Gran Bretaña que murió aparentemente en el parto al igual que su bebé. Los expertos la encuadran en este tiempo.

Se la llamó Avgi, que significa Amanecer, y solo tenía 18 años. Tenía un rostro rudo, bastante masculino como podemos notar por su reconstrucción facial. Se la encontró en la cueva de Theopetra, en la provincia griega de Meteora y tendría varios milenios(quizás del 1900 aC.) Vivió en el territorio que hoy día ocupa el país de Grecia.


Hombre de Cheddar encontrado en Reino Unido. Se cree que puede ser del 2000 a. n. e.

Una sima, probablemente semioculta en el paisaje, se tragaba de golpe a "Elba", una mujer de entre 20 y 40 años, y a sus tres uros, a los que llevaba a través de los montes entre las sierras de O Courel y Os Ancares. Esta pastora agonizaría en la oscuridad de la gruta y el progresivo derrumbamiento de la cueva preservaría sus restos para la posteridad. Los datos obtenidos a través de sus huesos y su ADN han permitido además realizar su reconstrucción facial.


        Joven de Barcelona del llamado Neolítico.


Indígenas shishálh de Canadá de alrededor del 1800 a 1900 a.n.e.



Hombre de Noruega de hace milenios de años.
El esqueleto mejor conservado de 4.000 años en Gran Bretaña, el Hombre de la Edad de Bronce, se encontró en 1834 en una tumba improvisada dentro de un ataúd hecho de un roble de Yorkshire ahuecado. El esqueleto conservado, teñido de negro por el ácido tánico en el roble, se envolvió en una piel de animal y se acompañó de una serie de artículos de sepultura que incluían una hoja de daga de bronce con pomo de ballena, pedernales y un recipiente de corteza que contenía residuos de comida.

Está caracterizada por la cerámica cardial, caracterizada por una decoración impresa mediante conchas de molusco (Cardium edule). Se han encontrado yacimientos en Cataluña, el Levante y Andalucía. En ellos hay muestras de prácticas agrícolas pero con predominio de una economía ganadera. Los asentamientos son en cuevas.


Caracterizada por la expansión de la economía productora por el resto de la península: de este periodo son los asentamientos de las dos mesetas, del valle del Ebro y del País Vasco, por lo que los yacimientos ahora no se encuentran en zonas montañosas, sino en tierras fértiles y en llanos, donde se construyeron los poblados. Proliferaron además las sepulturas organizadas en necrópolis. Mientras, en Cataluña y el sur de Francia apareció la denominada cultura de los sepulcros de fosa, caracterizada por sus tumbas individuales o dobles con ajuar, cubiertas por losas. Eran grupos predominantemente agrícolas, poseían una técnica cerámica muy avanzada y los restos funerarios demuestran que se trataba de una sociedad igualitaria.


Uno de los fenómenos culturales más interesantes de la época es el de los monumentos megalíticos: enterramientos colectivos, comunes también a la fachada atlántica de Europa occidental y relacionados con el desarrollo de las creencias religiosas. Son de características muy diversas, desde la pequeña cista hasta la gran tumba de corredor, pero todos ellos eran construidos con enormes piedras y techadas posteriormente con una o varias losas planas, aunque a veces se utilizaban elementos más pequeños. Se encuentran por todo el territorio peninsular y su utilización se prolongó hasta ya entrada la llamada Edad del Bronce.

Un estudio realizado por investigadores de las Universidades de Granada, de Tübingen (Alemania) y del Centro de Investigación Ambiental de las Universidades Escocesas (SUERC) ha demostrado que las sepulturas megalíticas no solo eran lugares de enterramiento, sino que también era habitual desenterrar los restos óseos para su uso en otras prácticas sociales.


Los científicos apuntan que la presencia de restos óseos humanos entre los vivos debió ser una práctica habitual en las sociedades megalíticas y estos restos pudieron haber sido considerados como reliquias utilizadas como medio para marcar y mantener importantes relaciones interpersonales. Por ejemplo, pudieron ser reconocidos como restos de ancestros o personas significativas para la comunidad.

La pintura levantina es característica del llamado Neolítico peninsular. Las representaciones se localizan en abrigos rocosos de las sierras interiores, donde aparecen escenas de conjuntos con mucho dinamismo y con figuras humanas estilizadas, reflejo de un mayor grado de esquematización y abstracción que la pintura cantábrica del llamado Magdaleniense.



Después hay un período en el que se introduce ya la metalurgia, sea porque tuvieron ya los conocimientos o porque consiguieron los recursos.

Esto se sabe debido a la grandiosidad de los megalitos, en Andalucía y en Extremadura. Destacó el desarrollo del megalitismo, que está relacionado con la metalurgia del cobre. Entre estos megalitos se encuentran los de Los Millares, los de Menga y los de El Romeral. Se construyeron poblados amurallados, como el ya mencionado de Los Millares. De todos los restos arqueológicos encontrados en los yacimientos, se ha encontrado un vaso campaniforme, un nuevo tipo de cerámica en forma de campana invertida.


Se trata de una sociedad establecida en pequeñas poblaciones fortificadas, con unas superficies de entre una hectárea y cinco, y necrópolis megalíticas de tholoi en las inmediaciones. Su economía estaba basada en una agricultura de secano, con indicios de estar complementada por cultivos de regadío. También tenían una cabaña ganadera de cierta entidad y comerciaban con el Atlántico y África. La metalurgia del cobre que practicaban está considerada de origen autóctono.


Contemporáneo a Los Millares y con características similares, el complejo de Vila Nova se desarrolló en la desembocadura del río Tajo, en el actual Portugal. La principal diferencia estriba en las necrópolis, donde se encuentra una relativa abundancia de hipogeos y cuevas artificiales en detrimento de los tholoi, justo al contrario que en el sudeste.

En el centro peninsular hallamos también la cultura de Las Motillas, elevaciones defensivas situadas en el entorno del Guadiana.


                         Ídolo oculado calcolítico.

El paso de la metalurgia del cobre a la del bronce data de la cultura de El Argar. El Argar se localizaba en las actuales Murcia, Almería, Alicante, Albacete, Jaén y Granada. Junto a El Argar data también la cultura talayótica de las islas Baleares, que se caracterizó por la construcción de murallas ciclópeas y por la edificación de los talayots, unas torres que flanqueaban el recinto amurallado; las taulas, unas mesas con una desconocida función; y navetas, recintos en forma de nave invertida con finalidad financiera.

Es una de las culturas antiguas mejor estudiadas gracias al excelente estado de conservación de sus restos arqueológicos. Este complejo cronocultural es considerado indicativo de los procesos de jerarquización sociales que se extendieron por Andalucía oriental y el Levante español. Debe su nombre al yacimiento epónimo de El Argar, en el municipio de Antas, Almería.

Su pervivencia fue de unos 800-900 años, distinguiéndose al menos dos fases, durante las cuales se produjo una continua jerarquización social interna y una expansión externa sobre las regiones colindantes. Hacia 1500 a. n. e. la sociedad argárica desapareció bruscamente.














INDIO AMERICANO HABITANTE EN KENNEWICK, ESTADOS UNIDOS, HACE UNOS 3500 AÑOS.

Está caracterizada por pueblos levantados sobre cabezos o colinas de difícil acceso, muchos de ellos con fortificaciones y de tamaño mayor que en la etapa anterior. Sus casas suelen ser de planta más o menos rectangular y en sus suelos o paredes se depositaban los muertos, convirtiéndose así simultáneamente en viviendas y necrópolis. La agricultura y ganadería desempeñaban un papel fundamental, así como la metalurgia, mediante la cual fabricaban las armas y objetos suntuarios de cobre, plata, oro y bronce que otorgaban estatus social a sus poseedores. El control de las materias primas y de la metalurgia condujo a una clara estratificación social que llevó al establecimiento de las jefaturas, que, según algunos autores, se convirtieron en incipiente Estado.

Los grupos argáricos tuvieron intensos contactos con sus vecinos del área del Guadiana y del Guadalquivir. Hacia el norte, el Bronce Manchego o complejo de Las Motillas se extendió por Albacete y Ciudad Real. En un principio se creyó que este no era más que una expresión diferenciada de la cultura argárica, resultante de su expansión hacia el interior, pero actualmente se tiende a caracterizarlo como un horizonte propio, con importantes relaciones con el Argar y el Bronce valenciano. Los asentamientos manchegos son bastante numerosos y, aunque dispersos y extensivos dentro de un territorio, mantenían relaciones entre sí formando agrupaciones. Los caracterizados como morras (en Albacete) y motillas (en Ciudad Real), eran fortalezas circulares dispuestas en anillos concéntricos en torno a una gran torre central, constituyendo lugares de habitación sin parangón en el resto de la Península. Existe, incluso, un asentamiento muy singular, el crannóg de El Acequión, que demuestra la versatilidad de estos grupos para adaptarse al medio. Sus redes de relaciones y comunicaciones se mantuvo casi intacta hasta la época romana.
Tesoro de Villena, el mayor y más importante conjunto de orfebrería prehistórica de la Península.

Durante el Bronce final comenzó a despuntar en las Islas Baleares la cultura talayótica, que llegaría a su clímax durante la Edad del Hierro. También hacia el final del periodo (1200-1000 a. C.) se extendieron por el área de Cataluña los primeros asentamientos de los campos de urnas.

            Joven micénico de la Edad del Bronce.

La cultura de los campos de urnas es un extenso horizonte arqueológico que se difundió durante el final de la Edad del Bronce y el principio de la Edad del Hierro por buena parte de Europa, llegando en su momento de apogeo a abarcar desde el Danubio y el Báltico hasta el mar del Norte y el nordeste de la península ibérica. Se caracterizó por un nuevo rito funerario: la incineración del cadáver y la deposición de sus cenizas en urnas de cerámica, las cuales se enterraban en un hoyo practicado en la tierra, formando extensas necrópolis. Al principio se levantaban pequeños túmulos sobre las fosas, luego quizás alguna estela o nada que las indicara. La expansión de este modelo se produjo entre los siglos XIII y VIII a. C.

Al final del segundo milenio a. C. en la llamada Edad del Hierro llegaron fenicios, griegos y cartagineses a las costas levantinas, mientras pueblos indoeuropeos cruzaban por los Pirineos y se establecían en las ciudades de Galicia y Asturias, donde desarrollaron la cultura castreña.

Es prácticamente imposible precisar el momento en que apareció la metalurgia del hierro en la península, ya que durante algunos siglos este metal coexistió con el bronce. Es posible que la trajesen los fenicios al establecerse en el sur de la península hacia el año 1000 a. C. o bien los griegos, que fundaron su primera colonia (probablemente Rhodes, actual Rosas, Gerona) en el siglo VIII a. C.


La aparición de un nuevo metal, el hierro, inicia una nueva etapa del periodo todavía denominado Prehistoria, aunque en estos primeros momentos ello no supuso cambios culturales importantes para los pueblos asentados en la península ibérica.

Esta nueva tecnología, que exigía hornos de fundición para alcanzar mayores temperaturas, no se difundió homogéneamente. Su implantación se inicia a mediados del siglo VIII a.C. en las zonas litorales, donde destacan áreas culturales protohistóricas tan importantes como la de Tartesos, mientras en el interior el cambio transcurrió mucho más lentamente, conviviendo con el bronce. La amplia diversidad regional que muestran los yacimientos preludia la configuración territorial con la que los pueblos ibéricos irán abandonando la Prehistoria para adentrarse de lleno en la antigüedad histórica.

En esta larga época suelen distinguirse dos grandes etapas: la primera Edad del Hierro (750 a.C. – 500 a.C.), y la segunda Edad del Hierro (500 a.C. – 200 a.C.), cada una ilustrada con mapas del mismo título.

En la primera distinguimos dos grandes áreas culturales con regiones internas diferenciadas: en el sur y este peninsular, cuyos pueblos reciben las aportaciones que llegan del Mediterráneo, se distinguen manifestaciones protocoloniales en el levante, colonizaciones fenicias en el sur Mediterráneo y Atlántico (Gadir), las primeras colonias griegas y áreas de influencia de estas, así como la importante área tartésica en Andalucía (especialmente en torno a los ríos Tinto, Odiel y bajo Guadalquivir).

En el centro y norte peninsular, cuyos pueblos permanecen ajenos a las influencias mediterráneas, manteniendo tradiciones (muchos siguen usando el bronce) y personalidad indígena, destacan: la cultura de los campos de urnas tardíos (Cataluña y valle del Ebro), la castreña soriana, las atlánticas (Portugal, Galicia y cornisa cantábrica) y la de Soto de Medinilla en la cuenca del Duero.
Más allá de las peculiaridades de cada uno de los grupos culturales peninsulares en la primera Edad del Hierro o Hierro I, es común a todos ellos el mantenimiento de su propia originalidad autóctona a pesar de las constantes influencias que van penetrando de otras culturas, particularmente las que llegaban a las costas desde oriente y se iban difundiendo lentamente a partir de Andalucía, el sudeste y levante, hasta alcanzar los más diversos territorios, aun los de más difícil acceso desde el litoral.

Para que ello fuera posible, a pesar de su lentitud, la temprana presencia fenicia revela que, desde antes del siglo VIII a.C., se establecieron contactos comerciales verificables con la Península, en una etapa de precolonización, como se ha señalado anteriormente. Poco a poco, las relaciones con las ciudades púnicas del Oriente cercano y norteafricano se intensificarán pasado el siglo VII a.C. con el control de la zona del suroeste por los fenicios a través de sus propios asentamientos, creando una red de exportaciones de productos elaborados en sus metrópolis y organizando en Iberia una estructura comercial que desde la costa penetraba al interior.

Ella era más que una cara bonita. El antiguo egipcio Meresamun, que vivió alrededor del año 800 a. C., era una chica trabajadora, una sacerdotisa-música que servía a Amón, la deidad preeminente de Tebas.

TARTESOS.


En la zona de Huelva y en la del bajo Guadalquivir las colonizaciones favorecieron el desarrollo de la cultura de Tartesos (se ha hablado de un reino de Tartesos, e incluso de alguno de sus reyes) durante la llamada primera Edad del Hierro o Hierro I, en un proceso histórico y cultural caracterizado por profundas transformaciones en las sociedades indígenas, que en el bronce final y en el Hierro I explotaban los yacimientos mineros y las tierras agrícolas del valle del Guadalquivir, y con las que se iniciaron frecuentes intercambios y contactos humanos. Quizás los tartesos fueran los descendientes de los primeros pobladores de Iberia, a los que podríamos llamar incluso protoíberos. La influencia de los usos y costumbres procedentes del Mediterráneo oriental en estas comunidades se hizo evidente en los aspectos social, económico y material (aumento de las importaciones de cerámicas, objetos de orfebrería, telas..., consumo de aceite, vino...).

El espacio tartésico, limitado en un primer momento al área geográfica de los ríos Tinto, Odiel y bajo Guadalquivir, se irá extendiendo hasta ocupar todo el sur peninsular y llegar a las desembocaduras del Guadiana y Segura, con notable influencia en el sudeste peninsular, el sur de levante, la costa sur de Portugal y las tierras del interior de Andalucía, como se aprecia en el mapa Primera Edad del Hierro. La incesante búsqueda de los arqueólogos no ha conseguido aún encontrar la capital, o el núcleo irradiador de la cultura tartésica.

TURDETANIA.


Turdetania es una región que abarcaba el valle del Guadalquivir desde el Algarve hasta Sierra Morena, ocupando la mayor parte de la actual Andalucía, limitaba con la Bastetania, la Carpetania y la Oretania, coincidió con los antiguos territorios de la civilización de Tartessos.

Estrabón la menciona como tierra rica en recursos marinos y terrestres, bañada por el Betis, poblada por los turdetanos/túrdulos (pueblos diferentes según Plinio el Viejo y Polibio que sitúa a los túrdulos en el norte), cuenta que existían más de doscientas ciudades citando a Corduba (Córdoba), Hispalis (Sevilla) y Gades (Cádiz).

Turdetania fue denominada Bética cuando fue conquistada por Roma. Tanto turdetanos como túrdulos tuvieron alfabeto propio y hablaron un idioma de origen tartésico, distinto de las lenguas íberas.


       LENGUAS INDÍGENAS PRERROMANAS.
 
Las lenguas paleohispánicas de las que se conocen textos escritos son:

El ibérico, probablemente la lengua vernácula de los pueblos que habitaban el territorio ibérico de acuerdo con la opinión de la mayor parte de los investigadores, aunque para otros sería una lingua franca del área ibera.

El íbero o ibérico fue una lengua paleohispánica (o familia de lenguas) hablada por los íberos en toda la costa mediterránea peninsular. Su extensión iría desde el río Hérault en Francia al norte hasta no más al sur de Porcuna, en Jaén.

Algunos investigadores como Javier de Hoz consideraban al ibérico como una lengua franca que se había extendido gracias al comercio, espoleado por el contacto con los griegos focenses,​ mientras que otros investigadores consideran al ibérico como la lengua materna de un grupo culturalmente heterogéneo.

De los pueblos prerromanos, se cree que eran de lengua íbera los siguientes: ausetanos (Vic, Gerona), ilergetes (Lérida y Huesca hasta los Pirineos), indigetes (costa de Gerona), layetanos (Barcelona), cossetanos (Tarragona), ilercavones/ilergavones (Castellón y Tarragona), edetanos (Valencia, Castellón y Teruel), contestanos (Valencia, Elche, Cartagena y Albacete), bastetanos (Granada, Almería, Murcia y Albacete) y oretanos (Jaén, Ciudad Real y Albacete). Los túrdulos y turdetanos se consideran habitualmente como hablantes del tartesio.

El celtibérico es la única lengua del grupo de lenguas hispano-célticas documentada directamente mediante inscripciones en la propia lengua.

A juzgar por el registro arqueológico, los celtas llegaron a la península ibérica en el siglo XIII a. C. con la gran expansión de los pueblos de la cultura de los campos de urnas, ocupando entonces la región noreste. En el siglo VII a. C., durante la cultura de Hallstatt se expanden por amplias zonas de la meseta y Portugal, llegando algunos grupos a Galicia. Sin embargo, tras la fundación griega de Masalia (actual Marsella), los íberos vuelven a ocupar el valle medio del Ebro y el noreste peninsular a los celtas, dando pie a nuevos establecimientos griegos (Ampurias). Los celtas de la península quedaron así desconectados de sus parientes continentales, de manera que ni la cultura celta de La Tène ni el fenómeno religioso del druidismo les llegarían nunca.

De este modo, con el tiempo, el aislamiento y la muy posible influencia de otras lenguas pre-indoeuropeas habladas en la península se desarrolló una lengua independiente del celta común, el idioma celtíbero.

Esta fue la lengua hablada por los celtíberos, un conjunto de tribus y pueblos que habitaban en el noreste del área central de la península ibérica, de cultura céltica pero con influencia ibérica, adoptando de éstos, entre otros rasgos, su sistema de escritura como más adelante se expondrá. Su territorio se extendía por el sistema Central y el valle alto del Ebro, y entre ellos se encontraban principalmente los arévacos, los pelendones, los lusones, los titos, los belos, y tal vez también se podría incluir aquí a los antiguos olcades, los turboletas, y los berones. En el 133 a. C., tras la caída de Numancia, su territorio pasó a formar parte de la provincia romana de Hispania Citerior.



El lusitano, que puede identificarse o no como una lengua hispano-céltica, pero que es indudablemente indoeuropea.

El tartésico (también conocida como sudlusitana suroccidental o del sudoeste), de difícil clasificación, no pudiéndose establecer con certeza si se trataba de una lengua indoeuropea o preindoeuropea.

La escritura de las estelas es una escritura paleohispánica muy similar, tanto por la forma de los signos como por el valor que los signos representan, a la escritura ibérica suroriental que expresa lengua ibérica. Sobre el origen de las escrituras paleohispánicas no hay consenso: para algunos investigadores su origen esta directa y únicamente vinculado al alfabeto fenicio, mientras que para otros en su creación también habría influido el alfabeto griego y hasta algunos signos tomados de una tradición local indígena.

Con la excepción del alfabeto greco-ibérico, el resto de escrituras paleohispánicas comparten una característica tipológica distintiva: presentan signos con valor silábico para las oclusivas y signos con valor alfabético para el resto de consonantes y vocales. Desde el punto de vista de la clasificación de los sistemas de escritura no son alfabetos ni silabarios, sino escrituras mixtas que se identifican normalmente como semisilabarios. La particularidad de la escritura tartesia es la sistemática redundancia vocálica de los signos silábicos, fenómeno que en las otras escrituras paleohispánicas es residual. Algunos investigadores consideran esta escritura como un semisilabario redundante, mientras que otros la consideran un alfabeto redundante. El fenómeno de la redundancia vocálica de los signos silábicos fue descubierto por Ulrich Schmoll y permite clasificar la mayor parte de los signos de esta escritura en silábicos, vocálicos y consonánticos. Aun así, su desciframiento aún no se puede dar por cerrado, puesto que no hay consenso entre los diferentes investigadores que han hecho propuestas concretas.


Lenguas indirectamente conocidas.
Otras sólo se conocen a través de topónimos, antropónimos y teónimos conocidos a través de las fuentes griegas y romanas o de inscripciones en lengua latina:

El aquitano, relacionado con el paleovasco o vasco arcaico.

El antiguo europeo.

Las lenguas celtas diferentes del celtíbero (celta hispánico oriental), entre ellas el celta galaico. Otros autores sostienen que la evidencia disponible permite hablar de lenguas indoeuropeas no célticas en el oeste de la península. Claramente la lengua lusitana es de este tipo, pero al parecer otros grupos, como los vetones (vettones) o los galaicos (callaeci), podrían haber hablado lenguas indoeuropeas no célticas.

LA LLAMADA EDAD DEL HIERRO.

Mientras tanto, el centro de la Península iba recibiendo con mucha mayor lentitud los cambios tecnológicos y sus poblaciones no alcanzarían la prosperidad y el auge de la zona meridional. La ocupación del espacio se produce a través de una proliferación de pequeños poblados amurallados, como es el caso de la cultura de Soto de Medinilla en el valle del Duero, que toma su nombre del yacimiento vallisoletano mejor estudiado.

Durante la segunda Edad del Hierro (500 a.C. – inicios de la romanización) se generaliza por toda la Península el uso del hierro y aumenta la cantidad y variedad de herramientas. En este periodo, sobre el sustrato de las poblaciones de la etapa anterior, surgen nuevas estructuras sociales y económicas que dan origen a la configuración cultural y territorial peninsular descrita por los escritores grecolatinos, principalmente Plinio y Estrabón, sobre la que se asentará el progresivo proceso de aculturación iniciado por Roma.

Historiadores y arqueólogos han puesto de manifiesto la dificultad de relacionar los datos que aportan los restos materiales con las informaciones que proporcionan las fuentes historiográficas y literarias, muchas veces confusas y contradictorias. No obstante, la arqueología viene realizando un esfuerzo importante por definir o redefinir la distribución cultural de los pueblos prerromanos de acuerdo con los datos que las investigaciones sacan a la luz, como se refleja en el mapa Segunda Edad del Hierro. Pueblos prerromanos, donde se presenta la ubicación de los principales yacimientos arqueológicos o lugares de asentamiento identificados en la península ibérica, en relación con las áreas asignadas tradicionalmente por la bibliografía a los grandes grupos étnicos. Este mapa, y la información anexa a él, ha de contemplarse teniendo en cuenta que los límites de los diferentes espacios ocupados por estos grupos de población generalmente son difusos, las interrelaciones socioeconómicas son constantes y sus áreas territoriales sufren procesos de contracción y expansión a lo largo de los siglos, como sucede por ejemplo con lusitanos y vetones.

CULTURA IBÉRICA.

En el sur y levante el influjo de la aculturación colonial griega sobre sustratos sociales anteriores da lugar a la cultura ibérica, conformada por grupos diferenciados: turdetanos, bastetanos, oretanos, túrdulos, contestanos, edetanos, ilercavones, ilergetes, cesetanos, layetanos, indigetes...


Su preponderancia en la Península (no en baldedenominada ibérica), se explica por su intensa actividad comercial, el perfeccionamiento de las técnicas agropecuarias y su especialización en cultivos típicamente mediterráneos (cereales, vid, olivo), así como por el desarrollo de una metalurgia del hierro especializada y por el crecimiento de su población, que confiere a todo el litoral mediterráneo una mayor densidad demográfica. Sus cultos y ritos funerarios (incineración) revelan una organización bien estructurada y una evolución social e ideológica hacia un mayor grado de desarrollo. Los pueblos de esta cultura protagonizaron la culminación del proceso de urbanización de la sociedad peninsular introduciendo el sistema palacial. Llegaron a la creación de importantes obras de arte, como las damas de Elche (Alicante), Baza (Granada) o Cerro de los Santos (santuario desaparecido cerca de Yecla) y la creación de primorosos trabajos de orfebrería de oro y plata (tesoros de Jávea, Alicante y Cástulo, en Linares, Jaén). Incluso dispusieron de un alfabeto, todavía no desentrañado, cuyo uso se extendió al sur de Francia hasta que llegó, con la romanización, el alfabeto y la lengua latina.
El Slonk Hill Man vivió en la Edad del Hierro, cerca del 250 a.C., y sus restos indican que era fuerte, y que vivió una vida saludable. Esta reconstrucción fue hecha para el Brighton Museum.

LOS CELTAS DE IBERIA.

Los celtas eran un pueblo indoeuropeo que junto a los itálicos, con los que ofrecen afinidades, procederían de las regiones más occidentales del área ocupada por los indoeuropeos, antes de dividirse y expandirse desde el Atlántico hasta el corazón de Asia y la India. Desde esa zona inicial, situada quizá en algún lugar de la estepa boscosa ruso-ucraniana o del norte de los Balcanes, los proto-itálicos descendieron hacia Italia, y los proto-celtas se expandieron hacia Occidente hasta alcanzar la península ibérica.

Al parecer el grupo céltico más primitivo sería el lusitano (¿1800 a.n.e.?). Quizás otro grupo posterior fue el de los celtíberos proviniendo de la cultura centroeuropea de los Campos de Urnas (¿1200 a.n.e.?).

Por ello, la Península está ocupada por un conjunto de pueblos de raíz indoeuropea con mayor o menor grado de influencia celta: en la Meseta, celtíberos, vacceos y vetones; en la fachada atlántica, célticos del sudoeste, lusitanos y grupos castreños del noroeste; y en el norte, astures, cántabros, autrigones, várdulos, caristios y berones. A estos hay que añadir los vascones, ubicados en el Pirineo navarro.

Pese a las variedades regionales, los más recientes estudios sobre ocupación del territorio muestran, en general, un progresivo incremento demográfico en estas áreas durante el Hierro II, con proliferación de poblados amurallados que agrupan una mayor concentración de población. Algunos dieron lugar, especialmente a partir del siglo II a.C., a la creación de óppida, auténticos centros urbanos con funciones administrativas y de control del territorio que, con la ocupación romana, se convertirán en civitates. La economía será pastoril, complementada con una agricultura de subsistencia basada en el cereal de secano, particularmente en las cuencas del Duero o del Ebro. Cerámica y metalurgia (armas, fíbulas, brazaletes…) alcanzan un notable desarrollo, así como los intercambios comerciales a los que ya se ha aludido. Entre las manifestaciones artísticas son reseñables los verracos del área vetona y las estelas cántabras.

IDIOMA LUSITANO.
Las inscripciones se han encontrado en Arroyo de la Luz (Extremadura, España), Cabeço das Fráguas (Guarda, Portugal), Lamas de Moledo (Viseu, Portugal) y Arronches (Alto Alentejo, Portugal).

Si se tiene en cuenta también la información dada por los diferentes teónimos, antropónimos y topónimos, la extensión corresponde al nordeste del moderno Portugal y zonas adyacentes de España, con centro en la Sierra de la Estrella.

Existen sospechas fundadas de que la zona de los pueblos galaicos, astures y quizás los vettones, es decir todo el noroeste peninsular, hablarían lenguas emparentadas con el lusitano. De hecho la mayor parte de las inscripciones halladas en la actual Galicia (todas ellas teónimos) son idénticas o asimilables a las del territorio lusitano propiamente dicho.

Es de suponer que, al igual que todos los demás pueblos indoeuropeos, los lusitanos entraron en la península ibérica en algún momento anterior al siglo II a. C., pudiendo ser incluso anteriores a la expansión celta de los siglos VIII y VII a.C. y con una fecha probable en el siglo VI a. C. Algunos autores los consideran provenientes de los Alpes y otros en cambio prefieren considerarlos un pueblo autóctono.

           Joven de Malta de hace miles de años.
Se cree que tienen 12 y 13 años y que son hermanos. Son de la tribu de los Sungir de la actual Rusia.


Princesa siberiana de alrededor del 500 a. n. e. tatuada.

Fuentes: 
  • http://atlasnacional.ign.es/wane/Prehistoria
  • Wikipedia.
  • https://historia.nationalgeographic.com.es/a/desenterrar-a-muertos-era-practica-habitual-sociedades-megaliticas-hace-5000-anos_15626
  • http://myhnt.info/eva/nota.aspx?id=555806