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lunes, 8 de noviembre de 2021

LA APOSTASÍA PREDICHA.

Jesucristo se valió de una ilustración para representar ciertos desenvolvimientos en la obra que él había comenzado en la Tierra. Aquella obra de sembrar tenía por propósito producir la cosecha necesaria de cristianos verdaderos que habrían de estar asociados con él en el gobierno celestial que se conoce como “el reino de los cielos.” Así predijo que el enemigo Satanás el Diablo invadiría su buena siembra. El campo no solo produciría la siega deseada de cristianos verdaderos semejantes a trigo, sino también una cosecha de cristianos falsos parecidos a mala hierba. Se permitiría que ambos crecieran juntos hasta el tiempo de la siega, cuando se efectuaría el trabajo de separarlos. Además, esta obra de separarlos sería otro rasgo de los “últimos días,” la “conclusión de un sistema de cosas.”—Mat. 13:24-30, 36-43; compare con Mateo 24:3; 2 Timoteo 3:1.

El apóstol Pablo predijo en 2 Tesalonicenses 2:3 una apostasía entre los que profesaban ser cristianos. 

"Que nadie los engañe de ninguna manera, porque ese día no vendrá sin que antes llegue la apostasía y sea revelado el hombre que desafía la ley, el hijo de la destrucción" (2 Tesalonicenses 2:3).

Mencionó específicamente a ciertos apóstatas, como Himeneo, Alejandro y Fileto. "manteniendo la fe y una buena conciencia, la cual algunos han rechazado, y como resultado su fe ha naufragado. Entre estos están Himeneo y Alejandro, a los que he entregado a Satanás para que por medio de la disciplina aprendan a no blasfemar". (1 Timoteo 1:19,20).

"Pero rechaza la palabrería inútil que desprecia lo que es santo, porque llevará a más y más irreverencia, y sus palabras se esparcirán como gangrena. Este es el caso de Himeneo y Fileto.  Estos hombres se han desviado de la verdad, diciendo que la resurrección ya ha sucedido, y están arruinando la fe de algunos" (2 Timoteo 2:16-18).

El apóstol Juan, la última barrera contra la apostasía abierta, murió alrededor del año 100 E. C.

Las 7 congregaciones a las que visitó Jesús fueron: Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea”.

Es evidente que en Apocalipsis ya se habla de intentos de la apostasía por entrar. 

Cuando los antiguos superintendentes de las congregaciones, tanto de Jerusalén, como de cualquier otro lugar fueron muriendo junto al apóstol Juan, Satanás entró en juego engañando a los superintendentes y al mismo rebaño. Poco a poco, la excepción, fue convirtiéndose en la norma, y ya eran pocos los que se resistían y muchos los que imponían los puntos de vista y creencias equivocadas.



Posteriormente se nos habla de congregaciones en Magnesia del Meandro (cerca de Éfeso) y Trales (en la actual Turquía).

Un obispo de la iglesia de Trales, llamado Polybius (fl. ca. 105) está documentado mediante una carta de Ignacio de Antioquía. Oficialmente, la ciudad fue cristianizada, junto con el resto de Caria, poco después de la conversión del emperador Constantino I, momento en que se confirmó la sede episcopal.

*Clemente de Roma. Se le considera "obispo" o superintendente de Roma. De hecho, Ireneo de Lyon indicó que «Clemente había visto personalmente a los apóstoles y escuchaba con sus propios oídos la predicación de ellos».

*Ireneo de Lyon (c. 140-c. 202). "Obispo" de Lyon desde 189. Discípulo de Policarpo, discípulo a su vez de Juan según se cree.
Fue enviado al Obispo de Roma Eleuterio para rogarle, mediante «la más piadosa y ortodoxa de las cartas», en nombre de la unidad y de la paz de la Iglesia, que tratase con suavidad a los hermanos montanistas de Frigia.

MontanistasEl conocimiento que se tiene de este movimiento se funda en el testimonio de los autores cristianos, como Eusebio de Cesarea, Epifanio, Clemente de Alejandría, Orígenes e Hipólito. De mayor importancia es, sin embargo, una fuente original en los escritos de Tertuliano, que se adhirió al montanismo hacia el final de su vida.

El origen de este movimiento se puede fijar entre los años 160 y 170 en Ardabau, Frigia. Allí, un hombre llamado Montano se sintió transportado a estados de éxtasis durante los cuales profería advertencias proféticas. Luego se unieron a él dos mujeres, Prisca y Maximila, que también empezaron a profetizar, y cuya popularidad llegó a superar a la del propio Montano. Montano y sus profetisas anunciaban el final inminente del mundo, ordenando a sus fieles que se reunieran en un lugar determinado para esperar allí el descenso de la Jerusalén celestial.

Decían tener revelaciones directas del Espíritu Santo. Hablaban durante estado de éxtasis. Enseñaban un ascetismo intenso, ayuno, pureza personal y deseo ardiente de sufrir el martirio. Tal estilo de vida era esencial en vistas al inminente regreso de Cristo.

Según la discípula Prisca, Cristo se le apareció en forma de mujer. Cuando ella fue excomulgada, exclamó: "Yo no soy un lobo: Soy palabra, espíritu y poder"

Esta herejía fue acogida rápidamente en distintos estratos de la sociedad, los cuales se organizaron en comunidades y realizaron una propaganda muy activa entre cristianos y paganos subsistiendo hasta fines del siglo IV.  

Se encuentran rastros de este movimiento en el año 177 en Lyon. La carta de los mártires de Lyon a las iglesias de Asia y de Roma, por ejemplo, habla de la doctrina de Montano. También se encuentran evidencias de él en Roma y en África, donde, hacia el año 205, Tertuliano se adhirió oficialmente al movimiento. Según Jerónimo y otros "padres", los montanistas creían que la Trinidad es una sola persona.
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Explicó que al rechazar a los falsos profetas había que acoger el verdadero don de profecía. Pese a rechazar los «excesos carismáticos» y apocalípticos del montanismo, consideró que no se podían prohibir las manifestaciones del Espíritu Santo dentro de las iglesias romanas.

Sucedió a Potino en la sede episcopal de Lyon desde el 189 e intervino ante el obispo romano Víctor (190) para que no separara de la comunión a los cristianos orientales que celebraban la Pascua el mismo día que los judíos. No se tiene certeza sobre la fecha de su muerte, pero se estima que ocurrió entre el año 202 y el 207.

Ireneo quería que su amigo y anterior asociado Florino volviera a la enseñanza bíblica sana, y deseaba rescatarlo del valentinismo. Aquello lo llevó a escribir una carta a Florino y decirle: “Esas doctrinas, Florino, [...] no son de sano entendimiento; esas doctrinas no son consecuentes con la iglesia y envuelven en la mayor impiedad a los que las siguen; [...] los presbíteros que vivieron antes que nosotros, que conversaron con los apóstoles, no te pasaron esas doctrinas”.

ValentinismoClemente de Alejandría (c.150 – c.215), otro erudito y profesor cristiano, reporta que Valentín fue discípulo de Teudas, a su vez un discípulo del apóstol Pablo.​ Tenía reputación de ser un hombre extremadamente elocuente que poseía mucho carisma y tenía una habilidad innata para atraer a la gente. Viajó a Roma en algún punto entre 136 y 140, en época del Papa Higinio y habría ascendido al punto más alto de su carrera en la enseñanza entre los años 150 y 155, durante la época del Papa Pío I.

Se dice que Valentín fue un maestro muy exitoso, y por algún tiempo a mediados del siglo ii fue incluso un miembro prominente y respetado de la comunidad católica de Roma. En algún punto durante su carrera habría incluso aspirado a alcanzar el oficio de obispo, y al parecer fue después de haberse rehusado a aceptar la posición que se separó de la Iglesia Católica. Se dice también que fue un escritor prolífico, pero los únicos restos que sobreviven de su trabajo vienen de citas que han sido transmitidas por Clemente de Alejandría, Hipólito de Roma y Marcelo de Ancira. La mayoría de académicos creen también que Valentín escribió el Evangelio de la Verdad (conocido a la sazón como "Evangelio de Valentín"), uno de los textos de Nag Hammadi.​

Hacia el año 160 existía una escuela valentiniana, que pudo haber sido fundada por el mismo Valentín una o dos décadas antes. Valentín tuvo numerosos discípulos, de los que quedan algunos escritos, y de los que nos dan noticias numerosos escritores cristianos: S. Ireneo en el Adversus haereses, Hipólito en los Philosophumena (o Refutatio), Tertuliano en el Adversus Valentínianum, etc. Entre los valentinianos más notables se cuentan Heracleón, Ptolomeo, Florino, Axionico y Teódoto.

Su secta se dividió en dos ramas: la ítala y la anatolia. A la primera, más sobria, pertenecen Ptolomeo, Florino y Heraklion. La rama anatolia u oriental, más complicada y menos conocida, tiene como representantes a Marcos el mago, Axiónico y Ardesianes.

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En un esfuerzo por recordarle a Florino el excelente adiestramiento que había recibido a los pies del distinguido Policarpo, Ireneo pasó a decir: “Recuerdo los sucesos de aquellos tiempos [...] por eso puedo decir hasta en qué lugar acostumbraba sentarse y pronunciar discursos el bendito Policarpo [...] También que mencionaba su relación como de familia con Juan y con los demás que habían visto al Señor; también que solía relatar las palabras de ellos”.

Ireneo le recordó a Florino que Policarpo enseñaba lo que había recibido “de testigos oculares de la Palabra de vida, [y había] relatado todo en armonía con las Escrituras. Estas cosas que se me concedieron por la misericordia de Dios las oí entonces y las escribí, no en papel, sino en el corazón; y continuamente por la gracia de Dios recuerdo estas cosas con exactitud. Y [respecto al valentinismo] puedo dar testimonio a la vista de Dios de que si aquel bendito presbítero apostólico [Policarpo] hubiera oído tal cosa, habría gritado y se habría tapado los oídos [...] Habría huido del lugar donde, sentado o de pie, hubiera escuchado tales palabras”.

Ireneo se limita a enumerar el listado de los "obispos" de Roma:

"Luego de haber fundado y edificado la Iglesia los beatos Apóstoles, entregaron el servicio del episcopado a Lino: a este Lino lo recuerda Pablo en sus cartas a Timoteo. Anacleto lo sucedió. Después de él, en tercer lugar desde los Apóstoles, Clemente heredó el episcopado, el cual vio a los beatos Apóstoles y con ellos confirió, y tuvo ante los ojos la predicación y Tradición de los Apóstoles que todavía resonaba […]. A Clemente sucedió Evaristo, a Evaristo Alejandro, y luego, sexto a partir de los Apóstoles, fue constituido Sixto. En seguida Telésforo, el cual también sufrió gloriosamente el martirio; siguió Higinio, después Pío, después Aniceto. Habiendo Sotero sucedido a Aniceto, en este momento Eleuterio tiene el duodécimo lugar desde los Apóstoles.

Ireneo de Lyon. Adversus Haereses (Contra los herejes) III, 3.3

LINO: Cristiano de Roma que Pablo menciona cuando envía saludos a Timoteo. (2Ti 4:21.) Ireneo (nacido c. 120-140 E.C.) y otros historiadores posteriores relacionaron a este Lino con uno de los superintendentes de Roma del mismo nombre, pero esta relación solo tiene el respaldo de la tradición.

Así, se ha establecido que posteriormente a Lino, se sucedió Anacleto siguiendo la línea hasta Eleuterio quien era el obispo de Roma en tiempos en que Ireneo escribió el "Adversus Haereses" (hacia 180 d. C.), de estos nombres cabe destacar el de Clemente, cuya existencia parece comprobada por la epístola atribuida a él, tanto por Eusebio como por Ireneo, y dirigida a una de las iglesias establecidas en Grecia llamada “Carta a los Corintios”, en la que el autor saluda en nombre de «la Iglesia de Dios que reside en Roma»:

”Y nuestros apóstoles sabían por nuestro Señor Jesucristo que habría contiendas sobre el nombramiento del cargo de obispo. Por cuya causa, habiendo recibido conocimiento completo de antemano, designaron a las personas mencionadas, y después proveyeron a continuación que si éstas durmieran, otros hombres aprobados les sucedieran en su servicio.”

Clemente de Roma. Epístola a los Corintios. XLIV.

*Abercio (¿?-167). obispo de Hierápolis, ciudad situada cerca de Esmirna y hace mucho desaparecida, fue un religioso que combatió vigorosamente los cultos paganos, cuyo retorno fuera propiciado por un decreto del emperador Marco Aurelio.

*Potino (c. 87-177). Obispo de Lyon.

*Ignacio de Antioquía (Siria, Imperio romano, 35 - Roma, entre 108 y 110). Obispo de Antioquía de Siria. Fue condenado a morir en Roma.

... para ser trigo de Dios, molido por los dientes de las fieras y convertido en pan puro de Cristo.
Ignacio de Antioquía, Ad Rom. 4, 1.

Algunas de sus cartas fueron escritas a las Iglesias del Asia Menor con dos propósitos bien definidos, siendo el primero exhortarlas a mantener la unidad interna y la segunda prevenirlas contra ciertas enseñanzas docéticas y judaizantes. La uniformidad de los planteamientos de Ignacio sugiere la existencia de un conflicto generalizado en esta parte del Asia Menor, como si toda la región estuviese atravesando circunstancias similares. La otra carta fue dirigida motu proprio a la Iglesia de Roma para rogar a sus miembros que no intercedieran por él.

En sus cartas, Ignacio se describe a sí mismo utilizando el término griego «katakritos» (condenado a muerte), lo que no aclara las circunstancias de su detención. En otros lugares afirma llevar cadenas «por causa del Nombre» (Ad Eph. 1, 2), refiriéndose a Jesucristo. A finales del siglo XIX, Joseph Barber Lightfoot pensaba que Ignacio había sido detenido en el transcurso de una persecución en contra de los cristianos. Sin embargo, el hecho de que en la correspondencia de Ignacio no se encuentren referencias al respecto y que su principal preocupación parezca ser la organización de las iglesias a las que escribe ha llevado a postular asimismo que Ignacio pudo ser detenido a causa de un enfrentamiento habido dentro de la comunidad antioquena entre dos grupos o facciones cristianas representantes de órdenes eclesiales distintos: los así llamados «ministeriales» y los «carismáticos». Como obispo de Antioquía, Ignacio pertenecería a la clase ministerial y la tensión con esos elementos carismáticos pudo generar un conflicto de tal magnitud que las autoridades de la ciudad detuvieran a Ignacio para solucionarlo. Eso explicaría la insistencia con que aboga en sus cartas por mantener la unidad en torno a la jerarquía eclesiástica.

Se iba percibiendo la entrada de la apostasía en esos tiempos.

La delegación de Éfeso estaba encabezada por su obispo Onésimo, del que no se sabe nada. Se ha especulado que este Onésimo podría ser el mismo que se nombra en la Epístola a Filemón, escrita por Pablo de Tarso. Según esta hipótesis, Onésimo sería el esclavo de Filemón por el que intercedió Pablo décadas antes, que luego habría progresado hasta convertirse en el obispo de la importante iglesia de Éfeso. Ignacio no se hace eco de esta remota posibilidad y solo dice de él que era «indescriptible en la caridad» (Ad Eph. 1, 3). Le acompañaban en la embajada «Burro, Euplo y Frontón» (Ad Eph. 2, 1), además de un tal «Krocos». Burro era un diácono de Éfeso que conocía, paradójicamente, el difícil arte de la escritura. Ignacio, que en la carta le llama «compañero de esclavitud», solicitó a los efesios que lo dejasen a su servicio como secretario (Ad Eph. 2, 1), cosa que en efecto ocurrió, según se desprende de cartas posteriores (Ad Phil. 11, 2) (Ad Smyrn. 12, 1).

Durante su estancia en la ciudad, las iglesias vecinas de Éfeso, Magnesia del Meandro y Trales enviaron delegaciones para saludar a Ignacio y atender sus necesidades. Ignacio habló con ellas y tuvo así noticia de la existencia de disensiones y heterodoxias en la zona. A consecuencia de ello, redactó tres cartas: «A los efesios», «A los magnesios» y «A los tralianos» y las entregó a las respectivas delegaciones para que fuesen leídas en la «ekklesia» o asamblea. Su intención al escribirlas era combatir las «falsas doctrinas» que, según él, amenazaban a las comunidades y reforzar con su apoyo la autoridad de los obispos locales. El hecho mismo de escribir cartas tenía ciertas resonancias históricas, pues en aquel tiempo era conocida la carta que Pablo de Tarso había escrito a los efesios medio siglo antes.

La delegación de Éfeso estaba encabezada por su obispo Onésimo, del que no se sabe nada. Se ha especulado que este Onésimo podría ser el mismo que se nombra en la Epístola a Filemón, escrita por Pablo de Tarso. Según esta hipótesis, Onésimo sería el esclavo de Filemón por el que intercedió Pablo décadas antes, que luego habría progresado hasta convertirse en el obispo de la importante iglesia de Éfeso. Ignacio no se hace eco de esta remota posibilidad y solo dice de él que era «indescriptible en la caridad» (Ad Eph. 1, 3). Le acompañaban en la embajada «Burro, Euplo y Frontón» (Ad Eph. 2, 1), además de un tal «Krocos». Burro era un diácono de Éfeso que conocía, paradójicamente, el difícil arte de la escritura. Ignacio, que en la carta le llama «compañero de esclavitud», solicitó a los efesios que lo dejasen a su servicio como secretario (Ad Eph. 2, 1), cosa que en efecto ocurrió, según se desprende de cartas posteriores (Ad Phil. 11, 2) (Ad Smyrn. 12, 1).

La comunidad de Éfeso estaba dividida y la autoridad de su obispo era cuestionada. La carta de Ignacio debía leerse ante los miembros de la asamblea como un llamamiento a la unidad, entendida en este caso como unidad en torno al obispo, también presente: «os conviene correr a una con la voluntad del obispo» (Ad Eph. 4, 1). La unidad, según Ignacio, empezaba ya por el presbiterio o colegio de ancianos, que debían armonizar con el obispo «como las cuerdas con la cítara» (Ad Eph. 4, 1). Esta metáfora musical alcanzaba asimismo al resto de la asamblea, que debía cantar a coro, con una única voz, «al Padre, por medio de Jesucristo» (Ad Eph. 4, 2). Ignacio añade al carácter disciplinar de sus recomendaciones una interpretación espiritual del episcopado: «… es necesario considerar al obispo como al Señor mismo» (Ad Eph. 6, 1), pensamiento que desarrollará después, en otras cartas.

No solo la unidad de los efesios preocupaba a Ignacio. También la presencia de heterodoxias: «He sabido que han pasado algunos que querían sembrar mala doctrina (Ad Eph. 9, 1)». Ignacio los llama «perros rabiosos que muerden a traición» (Ad Eph. 7, 1). La doctrina concreta que estos tales enseñaban no se menciona explícitamente y solo se puede inferir indirectamente de la respuesta de Ignacio. Quizás enseñaban que Jesús era solo un hombre nacido de María y elegido por Dios como Mesías, o quizás enseñaban que, por el contrario, era verdadero Dios pero que no había existido «en la carne», es decir, en forma humana, sino solo en apariencia. La respuesta de Ignacio rechaza ambas cristologías resaltando a un tiempo la naturaleza humana y divina de Cristo:

εἷς ἰατρός ἐστιν, σαρκικός τε καὶ πνευματικός, γεννητὸς καὶ ἀγέννητος, ἐν ἀνθρώπῳ θεός, ἐν θανάτῳ ζωὴ ἀληθινή, καὶ ἐκ Μαριας καὶ ἐκ θεοῦ, πρῶτον παθητὸς καὶ τότε ἀπαθής, Ἰησοῦς Χριστὸς ὁ κύριος ἡμῶν.

Hay un médico, carnal y espiritual, creado e increado, en hombre Dios, en muerte vida verdadera, y (nacido de) de María y de Dios, primero pasible y luego impasible, Jesucristo, el Señor nuestro.
Ad Eph. 7, 2

La respuesta a esta heterodoxia que los cristianos de Éfeso parecen haber rechazado lo podemos constatar en : «(...) pero no les habéis permitido sembrarla entre vosotros, tapasteis vuestros oídos para no recibir lo que ellos siembran (Ad Eph. 9, 1)». Esta respuesta no es simplemente doctrinal, sino que Ignacio pide oraciones por aquellos que esparcen esta mala doctrina para que, viendo el buen ejemplo de los cristianos de Éfeso, se lleguen a convertir. Es ante todo, el buen ejemplo, la santidad de la Iglesia de Éfeso, la respuesta a esta herejía que se expande:

"Orad sin cesar" por los otros hombres, porque hay en ellos esperanza de arrepentirse, para que lleguen a Dios. Permitidles, pues, al menos por vuestras obras, ser vuestros discípulos. Frente a sus iras, vosotros sed mansos; a sus jactancias, vosotros sed humildes; a sus blasfemias, vosotros mostrad vuestras oraciones; a sus errores, vosotros sed "firmes en la fe"; a su fiereza, vosotros sed apacibles, sin buscar imitarlos.
Ad Eph. 10, 1.2

La embajada de los magnesios estaba compuesta por el obispo Damas, los presbíteros Basso y Apolonio y el diácono Zósimo, a quien Ignacio llama de nuevo «compañero de esclavitud» (Ad Magn. 2, 1). La comunidad de Magnesia estaba inmersa en un conflicto similar al de los efesios. Por una parte, el obispo Damas era muy joven y aunque, según Ignacio, los presbíteros no se aprovechaban de esa circunstancia (Ad Magn. 3, 1), otros «prescindían de él» (Ad Magn. 4, 1) y se reunían por su cuenta. Ignacio exhorta a los magnesios para que hagan todo «en la concordia de Dios», y añade: «con el obispo presidiendo en el lugar de Dios» (Ad Magn. 6, 1). De aquellos carismáticos que actuaban al margen de la jerarquía local dice: «No parecen tener la conciencia limpia, pues no se reúnen válidamente» (Ad Magn. 4, 1). La eclesiología de Ignacio es rica en metáforas. El obispo es presentado como imagen del Padre, el presbiterio es llamado «asamblea de los apóstoles» (Ad Magn. 6, 1) o «senado de Dios» (Ad Tral. 3, 1) y de los diáconos dice que son servidores de la Iglesia al servicio de Jesucristo y que fueron establecidos por la voluntad de Dios. La expresión «compañero de esclavitud», que utiliza Ignacio para referirse a ellos, aparece en cuatro cartas.30​ No se sabe la razón de su uso. Se ha especulado al respecto que quizás Ignacio no fuese realmente el obispo de Siria sino un diácono de allí. Se aduce en favor de esta posibilidad el hecho de que Ignacio declare en otras cartas que es «el último de la Iglesia de Siria», y añada asimismo que no es digno de pertenecer a ella.31​ Sin embargo, esto choca frontalmente con alguna información contenida en la carta a los romanos.

Además de exhortar a la unidad, Ignacio previene a los magnesios contra doctrinas judaizantes, extrapolando tal vez su experiencia al frente de la Iglesia antioquena. Ignacio es duro en el fondo y en la forma. Trata al judaísmo de «viejos cuentos», tildándolo de «inútil» (Ad Magn. 8, 1). También lo considera «mala levadura, anticuada y agria» (Ad Magn. 10, 2). Frente al modo de vida judío, contrapone él la vida en Cristo, diciendo: «Es absurdo hablar de Jesucristo y vivir al modo judío» (Ad Magn. 10, 3). De Cristo afirma que es «la Palabra de Dios salida del Silencio» (Ad Magn. 8, 1). Al igual que hiciese en la carta a los efesios, Ignacio termina pidiendo con preocupación a los magnesios que recen por la Iglesia de Siria «para que Dios se digne hacer caer sobre ella su rocío» (Ad Magn. 14, 1).

 La delegación de Trales estaba bajo la autoridad del obispo Polibio, que tal vez acudió solo, dado que en la carta no se mencionan otros nombres. Los problemas de la Iglesia de Trales eran diferentes. Aunque no faltan en la carta exhortaciones a la unidad (comunión con el Papa, los Obispos; también confianza en la sus sacerdotes y diáconos), no parece que hubiese, como ocurría en Éfeso o Magnesia, un desafío concreto contra la autoridad. La comunidad parecía tranquila pero debía estar atenta de las «hierbas extrañas» o herejías (Ad Tral. 6, 1). Si en las otras comunidades había controversias derivadas de la animadversión mutua entre judíos y cristianos, en Trales la hierba extraña, o «veneno mortal» (Ad Tral. 6, 2) que dice Ignacio, es una doctrina, fruto del sincretismo griego, conocida como docetismo. El docetismo, del griego dókesis, que significa «apariencia», era una creencia que, ante la imposibilidad de conciliar que Jesucristo pudiera ser Dios y sufrir la abominable muerte en la cruz, afirmaba que tal sufrimiento y tal muerte habían sido solo «aparentes». Para refutar esta doctrina, Ignacio refuerza la humanidad e historicidad de Jesús diciendo que nació «verdaderamente», que sufrió «verdaderamente», que fue crucificado «verdaderamente» y que resucitó «verdaderamente» (Ad Tral. 9, 1). Además de eso, ofrece unos sucintos datos biográficos sobre la persona de Jesús que era «del linaje de David e hijo de María» (Ad Tral. 9, 1) y que, como inapreciable argumento, «comía y bebía» (Ad Tral. 9, 1). La argumentación de Ignacio se entrelazaba con su propia situación como condenado a muerte ya que, si la muerte de Jesucristo había sido solo «aparente», carecía de sentido morir «verdaderamente» por él. Para Ignacio, la muerte y resurrección de Cristo es lo que daba sentido a la suya. Por eso dice que, de ser cierta la doctrina doceta, «moría inútilmente» (Ad Tral. 10). Como las otras cartas, también esta termina pidiendo a los tralianos que recen por la Iglesia de Siria.

Del trayecto hasta Tróade no se conserva ninguna noticia, ni siquiera en las cartas. El Martirio colbertino comenta únicamente que, como los soldados apremiaban, se hicieron a la mar en Esmirna y arribaron a Troas. A pesar del silencio de las fuentes, se deduce de la correspondencia que viajaban con él varias personas. Es el caso de Filón, diácono de Cilicia que, según Ignacio, «me sirve en el ministerio de Dios» (Ad Phil. 11, 1), el de Reo Agatopodo «que me sigue desde Siria renunciando a su vida» (Ad Phil. 11, 1) y el del diácono Burro, cuya presencia está atestiguada porque redactará las restantes cartas de Ignacio. En la ciudad de Tróade había una comunidad cristiana o, cuando menos, algunos hermanos, que debieron de recibirle. Estando allí, redactó tres cartas más que completan el número de siete que se le atribuyen. Son: «A los filadelfios», «A los esmirniotas», y la «Carta a Policarpo».

Ignacio había pasado por Filadelfia durante el viaje que, por tierra y por mar (Ad Rom. 5, 1), le había llevado hasta Esmirna. Lo ocurrido en esa localidad se conoce únicamente por la carta que luego les dirigió desde Tróade y en la que aborda, como hiciese antes con los efesios, magnesios y tralianos, los problemas de la comunidad. La diferencia radica esta vez en que Ignacio conoció la situación de primera mano y en que él, a su vez, era conocido por los filadelfios: «... no se podrá decir que fui gravoso a nadie...» (Ad Phil. 6, 3). La «Carta a los filadelfios» denota, como las otras, problemas de unidad y doctrina: «Huid de la división y de las malas doctrinas» (Ad Phil. 2, 1). Algunos celebraban la eucaristía por su cuenta y otros profesaban alguna forma de judaísmo. Cuando estos mismos le preguntaron en qué archivos estaba consignado el evangelio que él predicaba, Ignacio respondió: «Mi archivo es Jesucristo, su cruz, su muerte, su resurrección y la fe que, de él, me viene» (Ad Phil. 8, 2). También afirma en la carta: «Es mejor escuchar el cristianismo de labios de un circunciso que el judaísmo de labios de un incircunciso» (Ad Phil. 6, 1).

El hecho de que tantas comunidades de Asia vivieran inmersas en conflictos doctrinales ha suscitado un debate, vivo aún hoy, sobre el número y la naturaleza de las doctrinas combatidas por Ignacio. Es difícil explicar que todas las comunidades de Asia referidas por Ignacio padeciesen al mismo tiempo estos problemas. Al examinar las cartas, se perciben en cada una de ellas matices doctrinales específicos. Así, mientras la carta a los tralianos desarrolla una polémica antidoceta, en Magnesia y Filadelfia arremete contra el judaísmo. Esto ha llevado a formular la hipótesis de que en Asia coexistían dos grupos o tendencias opuestas al cristianismo defendido por Ignacio. También se ha supuesto la existencia de un único grupo con características mezcladas, o incluso tres grupos de opositores. La enérgica reacción de Ignacio podría representar, a su vez, la posición y el estatus de la Iglesia antioquena, caracterizada por una avanzada unidad eclesial (episcopado monárquico) y su endémica aversión al judaísmo.

Estando en Tróade, Ignacio recibió una noticia tranquilizadora de la que da cuenta en la carta: la Iglesia de Siria «ha encontrado la paz» y, por ello, ruega a los filadelfios que escojan a un diácono para que vaya como embajador a Siria y se alegre con ellos (Ad Phil. 10, 1).

La «Carta a Policarpo» es el único de los escritos de Ignacio que está dirigido a una persona y no a una comunidad. Impresionado por el joven obispo, Ignacio le escribió desde Tróade una carta de exhortación. Es la carta que una persona camino de la muerte dirige a otra que tiene una vida por delante y una tarea que cumplir al frente de su Iglesia. Es una relación de consejos muy variados destinados a preparar a Policarpo para su labor episcopal.

Sé prudente como la serpiente, puro como la paloma (Ad Pol. 2, 2). Sé sobrio como un atleta (Ad Pol. 2, 3). Dedícate a la oración (Ad Pol. 1, 3). Pide más conocimiento (Ad Pol. 1, 3). Mantente firme como un yunque (Ad Pol. 3, 1). Sé más diligente (Ad Pol. 3, 2). Observa los tiempos (Ad Pol. 3, 2).

El conflicto de la Iglesia de Siria está presente en todas las cartas de Ignacio, primero como petición de ruego a las iglesias y luego como exhortación a la alegría en las siguientes. Se desconoce qué clase de conflicto tenían en Siria ni si tenía relación con el cautiverio de Ignacio. Esto ha dado lugar a diversas especulaciones. La primera de ellas es la teoría de la persecución, que habría continuado tras la detención de Ignacio y que, estando en Tróade, habría cesado.39​ La paz se habría conseguido, por tanto, frente a una circunstancia externa de carácter hostil. Contra esta posibilidad se arguye la falta de referencias directas a dicha persecución en la correspondencia de Ignacio.

En otro sentido, se presume que esta paz se refiere al proceso de elección del sucesor de Ignacio al frente de la Iglesia de Antioquía, proceso que estaría teniendo lugar durante el viaje de Ignacio, o también que podría referirse al fin de cierta disensión interna habida en aquella Iglesia. El final de la carta revela urgencia en su redacción.

No podré escribir a las otras iglesias porque, inesperadamente, zarpo de Tróade a Neápolis.
Ad Pol. 8, 1.

Una de las primeras desviaciones fue separar los términos “superintendente” (gr.: e·pí·sko·pos) y “anciano” (gr.: pre·sby·té·rous), de modo que ya no se emplearan para referirse al mismo puesto de responsabilidad. No había pasado una década desde la muerte del apóstol Juan, cuando Ignacio, “obispo” de Antioquía, escribió en su carta a los cristianos de Esmirna: “Seguid todos al obispo [superintendente], como Jesucristo al Padre, y al presbiterio [cuerpo de ancianos] como a los apóstoles”. Así Ignacio abogó por que cada congregación estuviera bajo la supervisión de un solo obispo,* o superintendente, a quien se distinguiría de los presbíteros, o ancianos, y reconocería mayor autoridad.

Ahora bien, ¿cómo se produjo esta separación? Augustus Neander, en el libro The History of the Christian Religion and Church, During the Three First Centuries (Historia de la religión y la Iglesia cristianas durante los primeros tres siglos), explica lo que sucedió: “En el siglo II [...], debe haberse creado el puesto permanente de presidente de los presbíteros, a quien se dio el nombre de [e·pí·sko·pos], puesto que él era en especial quien tenía la superintendencia de todo, y así se le distinguió de los demás presbíteros”.

De ese modo se colocó el fundamento para que poco a poco apareciera una clase clerical. Aproximadamente un siglo después, Cipriano, “obispo” de Cartago (en el norte de África), defendió con vigor la autoridad de los obispos como grupo separado de los presbíteros (después conocidos como sacerdotes), los diáconos y los legos. Pero no favorecía la primacía de un obispo sobre los demás.

La ascensión gradual de los obispos y los presbíteros en la jerarquía dejó abajo a los demás creyentes de la congregación. El resultado fue una separación entre el clero (los que llevaban la delantera) y los legos (el cuerpo pasivo de los creyentes). La Cyclopedia de McClintock y Strong explica: “Desde los días de Cipriano [quien murió alrededor de 258 E.C.], el padre del sistema jerárquico, se destacó la distinción entre clero y legos, y en poco tiempo fue aceptada universalmente. De hecho, desde el siglo III el término clerus [...] se aplicó casi exclusivamente al ministerio para distinguirlo de los legos. Al surgir la jerarquía romana, el clero no solo pasó a ser un orden distinto [...], sino que también fue reconocido como el único sacerdocio”.

Así, en un período de unos ciento cincuenta años desde la muerte del último de los apóstoles, dos cambios significativos de organización se produjeron en la congregación: primero, la separación entre el obispo y los presbíteros, que llevó a aquel a ocupar el peldaño superior en la jerarquía; segundo, la separación entre el clero y los legos. En vez de reconocer que todos los creyentes engendrados por el espíritu formaban “un sacerdocio real”, al clero ‘se le reconocía como el único sacerdocio’.

*Papías de Hierápolis (c. 69-c. 150). Contemporáneo de Policarpo. Se dice que conoció al apóstol Juan. “JAMÁS he seguido [...] a los que abundan en palabras, sino más bien a los que enseñan la verdad”, escribió Papías, cristiano del siglo II de nuestra era.

Papías explica: “No pesará escribir [...] las cosas que en otro tiempo aprendí de los más antiguos y encomendé a la memoria, para que se afirme la verdad de las mismas con nuestra aserción. Pues jamás he seguido, como muchos acostumbran, a los que abundan en palabras, sino más bien a los que enseñan la verdad; ni tampoco a los que recuerdan preceptos nuevos e inusitados, sino a los que recordaban los mandatos del Señor entregados en figuras y sacados de la misma verdad. Porque si entretanto me salía al encuentro alguno que había tratado con los ancianos, le preguntaba curiosamente cuáles fuesen los dichos de los ancianos; qué acostumbraban a decir Andrés, Pedro, Felipe, Tomás, Santiago, Juan, Mateo, y qué los demás discípulos del Señor”.

Sin duda, Papías tenía acceso a un copioso conocimiento espiritual. No podemos más que imaginar con cuánto interés debió escuchar los detalles de la vida y el ministerio de cada uno de los apóstoles. Hacia el año 135 E.C., Papías recogió en un libro lo que tenía que contar. Lamentablemente, esta obra ha desaparecido. Citan de ella Ireneo, supuesto cristiano del siglo II, y Eusebio, historiador del siglo IV. El hecho es que aún se leía en el siglo IX y quizás haya existido hasta el siglo XIV.

Papías creía en el venidero Reino Milenario de Cristo. (Revelación [Apocalipsis] 20:2-7.) Según Ireneo, Escribió que esperaba el tiempo en que “la creación, renovada y hecha libre, fructifique en abundancia toda suerte de manjares, del rocío del cielo y de la grosura de la tierra. Los Presbíteros [o ancianos], que vieron a Juan el discípulo del Señor, recuerdan haberle oído cómo, sobre los tiempos aquellos, enseñaba el Señor”. Papías escribió después: “Estas cosas son creíbles a los que tienen fe. El traidor Judas —dice— no creía y preguntaba: ¿Cómo va a llevar a cabo el Señor tales frutos? Díjole el Señor: (Ya lo) verán los que lleguen a aquello”.

Papías escribió en un momento en que el gnosticismo estaba muy extendido. Los gnósticos fusionaron la filosofía, la especulación y el misticismo paganos con el cristianismo apóstata. En realidad, la exposición que Papías hizo de los oráculos, o sentencias, del Señor intentaba detener la ola de gnosticismo. Después de él, Ireneo siguió combatiendo la espiritualidad falsa y exagerada de los gnósticos. La literatura gnóstica debe de haber sido voluminosa, lo que llevó a Papías a aludir con sarcasmo a “los que abundan en palabras”. Su objetivo era claro: contrarrestar la falsedad con la verdad. (1 Timoteo 6:4; Filipenses 4:5.)

Comentarios sobre los evangelios

En los fragmentos que se conservan de los escritos de Papías se hace mención de las narraciones de Mateo y Marcos. Por ejemplo, Papías dice tocante al documento de este último: “Marcos, que fue intérprete de Pedro, escribió con exactitud todo lo que recordaba”. Además, añade en testimonio de la exactitud de este Evangelio: “Marcos en nada se equivocó al escribir algunas cosas tal como las recordaba. Y es que puso toda su preocupación en una sola cosa: no descuidar nada de cuanto había oído ni engañar en ello lo más mínimo”.

Los escritos de Papías constituyen un testimonio externo de que Mateo escribió su obra originalmente en hebreo. Dice: “Mateo ordenó en lengua hebrea las sentencias, y cada uno las interpretó conforme a su capacidad”. Es probable que Papías también se refiriera a los relatos evangélicos de Lucas y Juan, al igual que a otras porciones de las Escrituras Griegas Cristianas. Si así fuera, sería uno de los testigos más antiguos que corroboran su autenticidad e inspiración divina. Lamentablemente, solo se conservan exiguos fragmentos de sus escritos.

*Policarpo de Esmirna(c. 69-c. 155). Obispo de Esmirna. De hecho, Ireneo relata que Policarpo “no solo fue instruido por apóstoles y trató con muchos que habían visto a Cristo, sino que también fue nombrado por apóstoles para Asia, superintendente en la iglesia que está en Esmirna”. Solo podemos imaginarnos el gozo y la satisfacción que tiene que haberle causado a Policarpo un compañerismo tan edificante. Debe de haberle ayudado a capacitarse para su asignación de superintendente en la congregación. 
Parece que estaba dispuesto a gastarse a favor de los demás. Por eso, cuando Ignacio de Antioquía, Siria, era llevado al martirio en Roma y pidió a los filipenses que enviaran una carta a la congregación de donde venía, Policarpo de Esmirna se encargó de que la carta llegara a su destino. En aquel tiempo Policarpo también envió su propia carta a los filipenses.

CONMEMORACIÓN DE LA MUERTE DEL SEÑOR.

Jesús mandó que se celebrara la Conmemoración de su muerte el 14 de Nisan del año 33. Algunos querían que su muerte se conmemorara cada año un día específico de la semana, en lugar del que correspondía al 14 de Nisán. Además consideraban más importante el día de la resurrección de Jesús que el día de su muerte. Por eso escogieron el domingo.
Pero puesto que la Pascua judía cae en un día distinto cada año, según el calendario gregoriano que es el que se usa actualmente, es solo natural que sucediera lo mismo en el caso de la Conmemoración.

Muchos celebraron la Conmemoración el día que correspondía al 14 de Nisán. A estos se les empezó a llamar cuartodecimanos, que significa "decimocuartistas".

Aunque en Asia Menor muchos siguieron la costumbre apostólica, en Roma se escogió el domingo para esta celebración. Alrededor del año 155 E.C., este Policarpo que era de Esmirna y además un representante de las congregaciones de Asia, viajó a Roma para analizar esta y otras discrepancias. Lamentablemente, no hubo acuerdo.

Ireneo de Lyón escribió en una carta: “Ni Aniceto [de Roma] podía convencer a Policarpo de no observar el día —como que siempre lo había observado, con Juan, discípulo de nuestro Señor, y con los demás apóstoles con quienes convivió—, ni tampoco Policarpo convenció a Aniceto de observarlo, pues éste decía que debía mantener la costumbre de los presbíteros antecesores suyos”. (Historia Eclesiástica, Eusebio, V, 24.) Nótese que se dice que Policarpo basaba su posición en la autoridad de los apóstoles, mientras que Aniceto se dejaba guiar por la costumbre de los presbíteros de Roma que le habían antecedido.

Él fue uno de los mayores defensores del verdadero cristianismo en esa época tumultuosa. 

*Polícrates de Éfeso (c. 130-c. 210). Superintendente de Éfeso.  Contemporáneo de los llamados Padres de la Iglesia, fue discípulo del conocido como san Policarpo de Esmirna,1​ el que a su vez fue discípulo del apóstol Juan, citado por Eusebio, en su Historia eclesiástica, V, xxi (H. E. V.xxi).

Aunque solo sobreviven, al parecer, sus breves cartas, una de ellas dirigida al obispo de Roma, Víctor I; y consignadas por el historiador conocido como «padre de la iglesia», Eusebio de Cesarea, es el único testigo de gran peso de que la Pascua original tal como la practicó Jesucristo y los apóstoles (anual y en fecha fija, día de la semana móvil, sin importar si era domingo o no);​ se seguía conmemorando entrado el siglo III.

Presidió un sínodo de obispos de Asia y todos estos pastores aprobaron una carta3​ que fue enviada al obispo Víctor de Roma.2​ La carta declaraba:
«Nosotros observamos el día genuino, ni le agregamos a eso o tomamos de allí. Porque en Asia grandes luces han dormido [grandes hombres de Dios] los cuales se levantarán de nuevo durante el día de la manifestación del Señor, en el cual él vendrá con gloria del cielo, y levantará a todos los santos: Felipe, uno de los doce apóstoles, que duerme en Hierapolis y sus dos ancianas hijas vírgenes; su otra hija, también, que habiendo vivido bajo la influencia del Espíritu Santo, ahora igualmente descansa en Efeso; es más, Juan, que descansó en el pecho de nuestro Señor, que también fue un sacerdote, y lució en la frente la placa de oro sacerdotal, ambos mártir y maestro; él está enterrado en Efeso. También Policarpo de Esmirna, ambos Obispo y mártir y Traseas, ambos Obispo y mártir, de Eumenia, que duerme en Esmirna. Porque mencionar a Sagaris, Obispo y mártir, que duerme en Laodicea; además, el bienaventurado Papirius, y Melito, que vivió en total bajo la influencia del Espíritu Santo, que ahora descansan en Sardis, esperando el episcopado del cielo, en el cual él se levantará de los muertos. Todos éstos observaron el decimocuarto día de la Pascua según el evangelio, desviándose en ningún aspecto, sino siguiendo la regla de la fe. Además Yo Policrates, que soy el menor de ustedes, según la tradición de mis parientes, algunos de quienes yo he seguido. Porque siete de mis parientes fueron Obispos, y yo soy el octavo: mis parientes siempre observaron el día cuando el pueblo de los Judíos tira la levadura. Yo por lo tanto, hermanos, ahora tengo sesenta y cinco años en el Señor, que habiendo conferido con los hermanos por todo el mundo [Asia] y habiendo estudiado el todo de las Sagradas Escrituras, no estoy en nada alarmado en aquellas cosas con las cuales soy amenazado, para intimidarme. Porque ellos que son más grande que yo han dicho, “Nosotros debemos obedecer a Dios antes que a los hombres”.»

Eusebio (H. E. V.xxiii) e History of the Christian Church de Phillip Schaff, Vol II, Anti-Nicean Christianity, 100-325 d. C., pp216-217

Al recibir esta carta el obispo Víctor de Roma envió una carta a los pastores en las Iglesias de Asia y las provincias vecinas, con intención de excomulgarlos. No tuvo éxito en ese entonces, 196 d. C. principalmente debido a una carta escrita por San Ireneo al obispo Víctor y otros obispos occidentales.4​ En la Historia Eclesiástica de Eusebio, V.xxiii & xxiv y la History of the Christian Councils de Hefele, Vol. I, pág. 315, citan a Ireneo.

Una carta de Ireneo de Lyon está entre los antedichos extractos, y muestra que la diversidad en la práctica respecto a la Pascua había existido por lo menos desde tiempos del Papa San Sixto I (cerca de 120 d. C.). Además Ireneo afirma que San Policarpo, quien, al igual que los demás asiáticos, guardaba la Pascua el día catorce de la luna, sin importar qué día de la semana cayese, siguiendo con ello la tradición que él sostenía se derivaba del apóstol San Juan, vino a Roma cerca de 150 d. C. sobre este mismo asunto, pero el Papa Aniceto no pudo persuadirlo de desistir de su observancia cuartodecimana.​ Sin embargo, él no fue excluido de la comunión con la Iglesia Romana; San Ireneo, al condenar la práctica cuartodecimana, sin embargo, le reprocha al Papa San Víctor I (cerca de 189-99) el haber excomulgado a los asiáticos muy precipitadamente y el no haber seguido la moderación de sus predecesores. El asunto así debatido trataba principalmente si la Pascua se debía celebrar en domingo, o si los cristianos debían observar el día santo de los judíos, el catorce de Nisán, que podía ocurrir en cualquier día de la semana. Los que celebraban la Pascua con los judíos eran llamados cuartodecimanos o terountes (observantes); pero aun en tiempos del Papa Víctor esta costumbre apenas se extendió más allá de las Iglesias de Asia Menor. Después de las fuertes medidas del Papa los cuartodecimanos parecieron haber mermado. Orígenes en la Philosophumena (VIII, XVIII) parece considerarlos como un puñado de disidentes obstinados en el error.

En una carta de Polícrates de Éfeso al obispo Víctor cerca del año 194, mencionada por Eusebio de Cesarea (H. E. V.xxiv) dice que «Melitón el eunuco» fue enterrado en Sardis.

*Justino Mártir (Flavia Neapolis, Siria, ca. 100/114 - Roma, 162/168)

*Hipólito de Roma (c. 170-c. 236). Presbítero de Roma. Hipólito de Roma, al igual que Tertuliano, escribió contra el Modalismo, doctrina que profesaban Noeto, Práxeas y Sabelio. Los tres afirmaban que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo eran la misma persona.

*Ceferino (¿?-217). Roma. Supuestamente Papa.

*Calixto I (Roma, ha.155-íbidem, 222) . Supuestamente Papa.

*Novaciano (Frigia, 210- 258). Sacerdote.

*Tertuliano (c. 160-c. 220). Presbítero de Cartago. Nació, vivió y murió en Cartago, en el actual Túnez, y ejerció una gran influencia en la Cristiandad occidental de la época. Tertuliano, al igual que Hipólito de Roma, escribió contra el Modalismo, doctrina que profesaban Noeto, Práxeas y Sabelio. Los tres afirmaban que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo eran la misma persona.

*Panteno de Alejandría (Sicilia, ?-Alejandría, h. 200).

*Cipriano de Cartago (c. 200 - 14 de septiembre de 258). Obispo de Cartago.

*Clemente de Alejandría (c. 150-216). Alumno de Panteno.

Unas cuantas décadas después de la muerte de los apóstoles ya se veían cismas entre los cristianos. Will Durant declara: “El mismo Celso [opositor del cristianismo que vivió durante el segundo siglo] había señalado con sarcasmo que los cristianos estaban ‘divididos en muchísimas facciones, pues cada individuo deseaba tener su propio partido’. Para cerca de 187 [E.C.] Ireneo señaló veinte variedades del cristianismo; cerca de 384 [E.C.] Epifanio contó ochenta” (The Story of Civilization: Part III—Caesar and Christ).

*Evaristo, "obispo" de Roma, nominado falsamente como el 5 Papa de la Iglesia Católica. Al parecer, superintendente del 99 al 108.

*Alejandro I, "obispo" o superintendente de Roma, nominado falsamente como el 6 Papa de la Iglesia Católica. Al parecer fue superintendente desde el 108 al 119, pero existen muchas dudas sobre su obra y su persona.

*Sixto I, "obispo" o superintendente de Roma, nominado falsamente como el 7 Papa de la Iglesia Católica. Al parecer fue superintendente desde el 114 al 125. Empezó a imponer normas apartadas de la enseñanza sana que provino de los primeros apóstoles y de Jesús. Confirmó la actitud de dar más importancia a Roma y a sus superintendentes u "obispos" que a los demás.

*Telesforo, "obispo" o superintendente de Roma, nominado falsamente como el 8 Papa de la Iglesia Católica. Al parecer fue superintendente desde el 125 al 137.

*Higinio, "obispo" o superintendente de Roma, nominado falsamente como el 9 Papa de la Iglesia Católica. Al parecer fue superintendente desde el 137 al 140.

Según el Liber Pontificalis, durante su pontificado organizó las órdenes menores en el clero y definió los grados de la jerarquía eclesiástica que, debido a las persecuciones sufridas con Trajano, Adriano y Antonino Pío, habían terminado confundidas.

La tradición afirma que instauró la figura de los padrinos en el bautismo, con el objeto de que los bautizados fuesen guiados espiritualmente.

Higinio estableció asimismo que todos los templos debían consagrarse y que para su construcción contasen con la autorización de obispo correspondiente.

Como notamos, de forma gradual iban añadiendo más normas alejadas de los escritos originales y de las enseñanzas verdaderas.

*Pío I, "obispo" o superintendente de Roma, nominado falsamente como el 10 Papa de la Iglesia Católica. Al parecer fue superintendente desde el 140 al 155. Pío I era conocido, según un documento del siglo II llamado fragmento muratoriano, y el Catálogo Liberiano como hermano de Hermas, el autor de El Pastor. Se dice que este Hermas sería aquel a quien el apóstol Pablo envía sus saludos. No existe base ni para afirmarlo ni para negarlo. Se nos dice de Hermas que sus dos hijos apostataron del cristianismo durante las persecuciones.

*Aniceto (c. 98-166), "obispo" o superintendente de Roma, nominado falsamente como el 11 Papa de la Iglesia Católica. Al parecer fue superintendente desde el 155 al 166.

Recibió en Roma a Policarpo de Esmirna, obispo o superintendente de Esmirna, que había sido discípulo de Juan el Apóstol y maestro de Ireneo de Lyon, al objeto de establecer la fecha de celebración de la Pascua. Policarpo, y la Iglesia oriental en su conjunto, entendía que la celebración debía realizarse el día 14 del mes de Nisán independientemente del día de la semana en que cayera. Esta postura que seguía la tradición johánica y que suponía celebrar la Pascua de Resurrección el mismo día que los judíos, es conocida como «práctica cuartodecimal» y no era considerada por el papa Aniceto como correcta ya que entendía, junto a la Iglesia occidental, que la Pascua debía celebrarse el domingo siguiente al día 14 de Nisán.

Como se dijo anteriormente basó el obispo de Roma su idea en la práctica de sus antecesores mas bien que en la de los apóstoles y la enseñanzas de Jesús.

111 e. c- Persecución de cristianos en Bitinia-Ponto.

156 e. c- Persecución en Esmirna. Policarpo es asesinado.

El cristianismo había llegado a Lyon cuando Policarpo de Esmirna (en la Turquía moderna) envió a Potino como misionero a la Galia (Francia actual). A través de un trabajo diligente, Pothinus estableció grupos de iglesias en Lyon y la cercana Viena.

*Sotero (c. 103-175), "obispo" o superintendente de Roma, nominado falsamente como el 12 Papa de la Iglesia Católica. Al parecer, fue superintendente desde el 166 al 175.

*Dionisio de Corinto (c. 120-178), obispo de Corinto.

De sus cartas a las diócesis de Grecia no se conserva ninguna pero Eusebio de Cesarea da una lista y San Jerónimo unos fragmentos. Sabemos que escribió a las comunidades de Lacedemonia, hablando de la ortodoxia, la paz y la unión; y a los atenienses, exhortándolos a vivir según el Evangelio y no caer en la apostasía; a los de Nicomedia, hablando contra el marcionismo; a los de Gortina y otros lugares de Creta, loándolo el obispo Felipe; a los de Amastris, hablando del celibato y el matrimonio, y a Pinito de Cnossos, sobre el celibato. La más importante fue la carta a los romanos, la única de la que se conservan fragmentos. Era una respuesta a una carta del obispo de Roma, en la que había enviado limosnas. Murió supuestamente martirizado el 178.

Notamos cómo se empieza a cultivar el germen del celibato.

*Hegesipo de Jerusalén (c. 130-180), fue un escritor paleocristiano del s. II, nacido en Oriente, de familia muy probablemente judía y convertido al cristianismo.​ Emprendió un viaje que le llevó a Corinto y a Roma. En esta última ciudad vivió 20 años, durante el pontificado de Aniceto (154-165) y permaneció allí hasta el tiempo del obispo de Roma, Eleuterio (174-189).

El motivo de su viaje fue la difusión alarmante de la herejía gnóstica. Su intención era recoger información sobre la verdadera doctrina de algunas de las iglesias más principales y, sobre todo, escuchar la doctrina de Roma. Respecto a la visita que Hegesipo realiza a Corinto, Eusebio de Cesarea comenta, en su Historia eclesiástica que:

Y la iglesia de los corintios permaneció en la verdadera doctrina hasta que Primo fue obispo de Corinto. Cuando yo navegaba hacia Roma, conviví con los corintios y con ellos pasé bastantes días, durante los cuales me reconforté con su recta doctrina. Y llegado a Roma, hice un viaje hasta Aniceto, cuyo diácono era Eleuterio. En cada etapa del recorrido y en cada ciudad las cosas están tal como las predican la Ley, los Profetas y el Señor»

Eusebio de Cesarea, Historia eclesiástica.

Además, hizo notar con gran satisfacción que todas las herejías provenían de individuos, pero que ninguna de las Iglesias ni sedes episcopales habían caído en el error.

A su regreso al Oriente publicó un relato de su viaje en sus «memorias», que comprendía cinco libros. Hypomnémta lo tituló y estaban destinadas a referir «la tradición sin error de la predicación apostólica en evidente polémica contra el gnosticismo. Sus escritos sólo nos han llegado de manera fragmentaria (se conservan unos cuantos capítulos de los cinco libros de la Historia de la Iglesia que escribió y que comprendían desde la Pasión de Cristo hasta la época del autor), lo que resulta lamentable, porque en ellos se atestigua el carácter polémico de esta obra con las siguientes palabras: «Y, sin embargo, en los tiempos de que hablamos, la verdad sacó de nuevo al medio numerosos defensores suyos, que no solamente lucharon contra las impías herejías con argumentos no escritos, sino también con demostraciones escritas. Entre éstos destacaba Hegesipo… algunos hechos de los tiempos de los apóstoles. Efectivamente, en cinco libros comentó la tradición limpia de error en la predicación apostólica, con un estilo sencillísimo» .

La mayoría de los fragmentos conservados se refieren a los primeros tiempos de la iglesia de Jerusalén, especialmente a la Iglesia primitiva. Tratan por ejemplo de la leyenda sobre la muerte de Santiago el hermano del Señor, de Simeón, segundo obispo de aquella ciudad, y de los parientes de Jesús . Hegesipo afirma que varios grupos gnósticos tuvieron su origen en sectas judías.

*Eleuterio, "obispo" o superintendente de Roma, nominado falsamente como el 13 Papa de la Iglesia Católica. Al parecer, fue superintendente desde el 175 al 189.

Este obispo, cuyo nombre en griego significa "hombre libre" y parece indicar que fue un esclavo liberado, llegó a Roma acompañando al obispo romano Aniceto y durante el pontificado de este fue diácono de la Iglesia de Roma y actuó como secretario "papal" en el encuentro que Aniceto tuvo con Policarpo de Esmirna.

Sus primeros cinco años de pontificado tuvieron lugar durante el mandato del emperador Marco Aurelio quien ya había relajado su ímpetu perseguidor contra los cristianos, pero será a la subida al trono de su hijo Cómodo cuando cesen las persecuciones y la Iglesia pueda dedicarse a solucionar las divisiones que las doctrinas gnósticas, montanista y marcionita habían provocado en su seno.

Alrededor del 177, Ireneo, nativo de Esmirna, acompaña a varios confesores de Lyon a ver al obispo "papa" Eleuterio para discutir con él la cuestión de los efectos de la herejía Montanista. Ireneo es portador de una carta en la que la iglesia (congregación) de Lyon ruega al obispo de Roma que preserve la unidad de la comunidad.

Más tarde, también por motivos de la controversia montanista, vino a Roma a reunirse con Eleuterio, el obispo Abercius de Hierápolis en Frigia. También en tiempos de Eleuterio tiene lugar en Roma el cisma de Blasto debido a la cuestión pascual.

Durante el pontificado de Eleuterio, Ireneo escribe una gran obra contra los gnósticos, el Adversus haereses, donde estudia todas las escuelas heterodoxas.

Eleuterio mandó a Fugacio y Damián a convertir a los bretones. Suprimió algunas costumbres hebraicas sobre la pureza e impureza de las viandas de las cuales los cristianos daban gran importancia.

177 e. c- Algunos cristianos fueron encarcelados a la espera de la llegada del gobernador a la región.

Pothinus, el obispo de Lyon de 92 años, murió en su celda después de la tortura.

Entre ese grupo estaba la esclava Blandina, que ya había soportado todas las torturas y crueldades imaginables. Fue suspendida en una estaca y expuesta a las fieras.

Sanctus, un diácono de Vienne también se mantuvo firme en su fe, incluso cuando se colocaron placas al rojo vivo en las partes más tiernas de su cuerpo. Fue un ejemplo para las otras víctimas, mostrando que "nada es terrible donde está el amor del Padre, y nada es doloroso donde está la gloria de Cristo".

180 e. c- Los mártires de Scillitan eran una compañía de doce cristianos norteafricanos que fueron ejecutados por sus creencias el 17 de julio de 180 d.C. Los mártires toman su nombre de Scilla (o Scillium ), una ciudad de Numidia, cerca de Cartago .

*Víctor I, "obispo" o superintendente de Roma, nominado falsamente como el 14 Papa de la Iglesia Católica. Al parecer, fue superintendente desde el 189 al 199.

Proveniente de África e hijo de Félix,​ fue el primer "papa" que afirmó la existencia de un magisterio moral del obispado de Roma sobre los otros obispados de la Iglesia y comienza a sustituir el griego utilizado en la liturgia por el latín, aunque la misa seguirá celebrándose en griego hasta 230.

Durante su pontificado, Víctor sentó las bases para la celebración de los concilios al ordenar a los obispos del orbe cristiano que se reunieran en sínodos para considerar —confiaba él— la condena de la celebración de la Pascua según la costumbre judía que la celebraba el día 14 del mes de Nisán aunque no coincidiera en domingo.

Los obispos de Asia Menor, encabezados por Polícrates obispo de Éfeso, rehusaron abandonar la práctica que, según ellos y tal y como le expresó Polícrates al papa en una carta que le envió hacia 190, esta práctica, conocida como cuartodecimal fue la de los apóstoles Felipe y Juan, y la de Policarpo de Esmirna y Melitón de Sardes. Como respuesta, Víctor envió una carta a los obispos declarando excluidos de la comunión a las iglesias de Asia. Esta decisión trajo un gran revuelo entre los obispos. Entonces intervino Ireneo de Lyon y, después de afirmar que él personalmente mantenía el domingo para la celebración de la Pascua, le rogaba al papa Víctor a seguir la posición de sus predecesores y que aceptara la duplicidad de costumbre.

Parece ser que Víctor quiso imponer su voluntad sobre la celebración dominical de la Pascua, pues Blasto, que era un fuerte defensor de la práctica cuartodecimal se separó de la Iglesia creando un cisma.

Aproximadamente en 198, Víctor excomulgó a Teodoto, un curtidor de Bizancio por practicar la doctrina adopcionista, aunque no pudo impedir que sus discípulos siguieran propagando sus ideas en Roma.

A finales del siglo II fueron instalándose en Roma representantes de todas las tendencias. Roma va a ser la arena donde se enfrentan al cristianismo distintas ideas y vertientes de un gran número de escuelas heterodoxas que habían proliferado a todo lo largo del imperio. En Roma se encuentran individuos procedentes de Asia, de Siria, de Egipto, de Mesopotamia. Roma es ahora una gran ciudad cosmopolita donde se dan citas todas las razas y religiones. En ella se habla griego lo mismo que latín. La Iglesia se vio afectada por la influencia de la urbe en ella en el aspecto de cultura y civilización.

Por otra parte, estableció que, en casos de emergencia, se pudiese utilizar cualquier agua para el bautismo.

Falleció el 28 de julio de 199, tras sufrir martirio.

200-202 e. c- Cuando Orígenes (c. 184-c. 253)«aún no tenía diecisiete años», el emperador romano Septimio Severo ordenó la ejecución de ciudadanos romanos que practicaban abiertamente el cristianismo. El padre de Orígenes, Leónidas (c. 150-202), fue detenido y encarcelado. Eusebio informa que Orígenes quería entregarse a las autoridades para que también lo ejecutaran,​ pero su madre escondió toda su ropa y no pudo ir ante las autoridades ya que se negó a salir de casa desnudo.​ Según McGuckin, incluso si Orígenes se hubiera entregado, es poco probable que hubiera sido castigado, ya que el emperador solo tenía la intención de ejecutar a los ciudadanos romanos. El padre de Orígenes fue decapitado, y el Estado confiscó todas las propiedades de la familia, dejándola destrozada y empobrecida. Orígenes era el mayor de nueve hijos​ y, como heredero de su padre, asumió la responsabilidad de mantener a toda la familia.

En estos años se nos habla de un tal Demetrio en Alejandría. Demetrio era un líder carismático que gobernó la congregación cristiana de Alejandría con mano de hierro, y fue el principal responsable de la elevación de la dignidad del obispo de Alejandría;​ antes de Demetrio, el obispo de Alejandría había sido considerado simplemente como un sacerdote elegido para representar a sus compañeros,​ pero después de Demetrio, el obispo fue considerado claramente como un rango superior a sus compañeros sacerdotes. 

Orígenes huyó de Alejandría y viajó a la ciudad de Cesarea Marítima en la provincia romana de Palestina,​ donde los obispos Teoctistus de Cesarea y Alejandro de Jerusalén se convirtieron en sus devotos admiradores y le pidieron que pronunciara discursos sobre las Escrituras en sus respectivas iglesias.​ Esto efectivamente equivalía a dejar que Orígenes ofreciera homilías, a pesar de que no estaba formalmente ordenado.

Los cristianos del Mediterráneo oriental continuaron reverenciando a Orígenes como el más ortodoxo de todos los teólogos,​ y cuando los jerarcas palestinos se enteraron de que Berilio (obispo de Bostra y uno de los líderes cristianos más enérgicos de la época) había estado predicando el adopcionismo (es decir, la creencia de que Jesús nació humano y solo se hizo divino después de su bautismo),​ enviaron a Orígenes para convertirlo a la ortodoxia.​ Orígenes involucró a Berilio en una disputa pública, que fue tan exitosa que Berilio prometió enseñar solo la teología de Orígenes a partir de ese momento. En otra ocasión, un líder cristiano en Arabia llamado Heracleides comenzó a enseñar que el alma era mortal y que perecía con el cuerpo. Orígenes refutó estas enseñanzas, argumentando que el alma es inmortal y nunca puede morir.

BAUTISMO DE INFANTES.

Los cristianos primitivos no bautizaban a infantes.

El primero que habla sobre ello es Orígenes(185-284 E.C.) cuando dice: "Es la costumbre de la Iglesia que se administre el bautismo incluso a los infantes". (Selectiones From the Commentaries and Homilies of Origen, Madrás, India, 1929, pág. 211.)

La práctica fue confirmada por el Tercer Concilio de Cartago (253 E.C.).

Cipriano de Cartago (200 - 258) - pastor de Cartago, dice: “A los niños se les bautizaba al octavo día, o antes, por temor a que se condenaran”. (Epístola LVIII,2).

El Concilio de Cartago (253 Ad) da por aceptado el bautismo a infantes y discute si deben ser bautizados antes de ocho días.

San Agustín de Hipona (354 -430) - obispo de Hipona es otro defensor del bautismo infantil y señala que Cristo es el verdadero ministro del bautismo, nunca sugiere que los infantes necesitaran o tuvieran fe para recibir el bautismo, sino que la fe de los padres y de la iglesia los beneficiaba.

De esta forma, ya vemos cómo se iba corrompiendo la enseñanza pura.

202 e. c- Durante la persecución del emperador Septimio Severo, una joven mujer rica de 22 años, llamada Perpetua, fue arrestada y acusada por cristianismo junto con su esclava Felicidad (también conocida como Felícitas), y otras tres personas más. Ante su negativa a adorar a los dioses paganos, fueron condenadas a muerte en el anfiteatro.

Perpetua pertenecía a una rica e influyente familia cartaginesa que se había iniciado en la religión cristiana por medio de un diácono llamado Sáturo. Con ella se convirtieron también sus esclavos: Felicidad, Revocato, Saturnino y Segundo.

Como declara Wolfson: “Los Padres [de la iglesia] empezaron a buscar en el almacén de la terminología filosófica dos buenos términos técnicos; uno de estos se usaría para designar la realidad de lo distintivo de cada miembro de la Trinidad individualmente, y el otro se usaría para designar la unidad común subyacente de esos miembros”. Sin embargo, tuvieron que admitir que “el concepto de un Dios trino y uno es un misterio que no puede ser resuelto por la razón humana”. Por contraste, Pablo había reconocido claramente el peligro de tal contaminación y ‘perversión de las buenas nuevas’ cuando escribió a los cristianos gálatas y colosenses: “Cuidado: quizás haya alguien que se los lleve como presa suya mediante la filosofía [griego: fi·lo·so·fí·as] y el vano engaño según la tradición de los hombres, según las cosas elementales del mundo y no según Cristo”. (Gálatas 1:7-9; Colosenses 2:8; 1 Corintios 1:22, 23.)

En el primer siglo estos hombres no constituían una clase clerical separada. No usaban vestidura distintiva. Su espiritualidad era lo que los distinguía. De hecho, cada congregación tenía un cuerpo o grupo de ancianos (superintendentes), no una gobernación monárquica por un solo hombre.

Fue solo a medida que pasó el tiempo que la palabra e·pí·sko·pos* (superintendente) fue convertida en “obispo”, con el significado de un sacerdote que tiene jurisdicción sobre otros miembros del clero de su diócesis.

Como lo explica el jesuita español Bernardino Llorca: “Primero, no se hacía distinción suficiente entre los obispos y presbíteros, y se atendía solamente a la significación de las palabras: obispo equivale a superintendente; presbítero equivale a más anciano. [...] Mas poco a poco se marcó la distinción, designando con el nombre de obispo a los superintendentes mayores, que poseían la suprema autoridad sacerdotal y facultad de imponer las manos y conferir el sacerdocio” (Historia de la Iglesia Católica). De hecho, los obispos empezaron a funcionar en un sistema de tipo monárquico, especialmente desde el principio del siglo IV. Se estableció una jerarquía o cuerpo gobernante de clérigos, y con el tiempo el obispo de Roma, que alegó ser sucesor de Pedro, fue reconocido por muchos como el obispo supremo y papa.

Michael Walsh, ex jesuita, explica: “Parece que fue en el siglo III cuando por primera vez se llamó ‘papa’ a un obispo de Roma, y el título se dio al papa Calixto [...] Para fines del siglo V ‘papa’ solía significar el obispo de Roma y nadie más. Sin embargo, solo en el siglo XI podía un papa insistir en que el título aplicaba solamente a él” (An Illustrated History of the Popes [Historia ilustrada de los papas]).

Tras la muerte del último apóstol, algunos individuos lucharon por alcanzar mayor prominencia. La obra The Cambridge History of Christianity señala que “probablemente no existió un único y ‘monárquico’ obispo en Roma sino hasta mediados del siglo segundo”. Ya en el siglo tercero, el obispo de Roma se había autoproclamado la máxima autoridad de la Iglesia, por lo menos en algunas regiones.* Con el fin de probar la afirmación de que el obispo de Roma ostenta la autoridad suprema, suele aportarse una lista de sucesores de Pedro.

Uno de los primeros obispos de Roma que impuso su autoridad fue el papa León I (papa: 440-461 E.C.). Michael Walsh sigue explicando: “León tomó para sí el título de Pontifex Maximus, que era un título pagano que llevaron los emperadores romanos hasta cerca del fin del siglo IV y que todavía usan los papas hoy”. León I basó sus acciones en la interpretación católica de las palabras de Jesús en Mateo 16:18, 19. (Véase la página 268.) León I “declaró que porque San Pedro era el primero entre los Apóstoles, la iglesia de San Pedro debería recibir primacía entre las iglesias” (Man’s Religions [Las religiones del hombre]). Por este acto León I manifestó claramente que mientras el emperador tenía poder temporal en Constantinopla, en Oriente, él ejercía poder espiritual desde Roma en Occidente. Este poder se ilustró también cuando el papa León III coronó emperador del Santo Imperio Romano a Carlomagno en 800 E.C.

*Ceferino, "obispo" o superintendente de Roma, nominado falsamente como el 15 Papa de la Iglesia Católica. Al parecer, fue superintendente desde el 199 al 217.

Conocemos mucho más de Ceferino que de cualquier otro pontífice de los primeros años de la Iglesia, aunque esta información está posiblemente sesgada al proceder del teólogo romano Hipólito,​ quien, en su obra Philosopheumena, acusaba al papa de adepto al monarquianismo modalístico o modalismo, doctrina que negaba la Trinidad y que posiblemente aceptó Ceferino, influenciado por su consejero Calixto, como respuesta al montanismo.​ En dicha obra, Hipólito describe a Ceferino como torpe e ignorante, lo cual puede ser cierto, ya que no gozaba de los conocimientos teológicos de su archidiácono y consejero.

Ceferino estableció que los jóvenes, cumplidos los 14 años, hiciesen la comunión por Pascua​ y que los cálices no fueran de madera, sino de vidrio.​ Introdujo, además, el uso de la patena. También excomulgó a Tertuliano.

Ordenó que los sacerdotes y diáconos se ordenasen públicamente en presencia de muchos clérigos y legos para que fuera manifiesta la inocencia y que fueran dotados para estos oficios personas de vida irreprensible.

Durante su pontificado, iniciado bajo el gobierno del emperador Septimio Severo, se reanudaron las persecuciones contra los cristianos,​ persecuciones que se suavizaron a su muerte y durante el mandato de su sucesor, Caracalla, pero que se reactivaron al ascender, en 217, al trono del imperio Macrino, lo que hace afirmar a ciertas fuentes que Ceferino murió en ese mismo año tras sufrir martirio, aunque, al no existir pruebas documentales de tal afirmación, lo más probable es que falleciera de muerte natural

Notamos el germen de la creencia trinitaria posterior.

*Noeto, un presbítero católico de la iglesia de Asia Menor aproximadamente del año 230 DC, era nativo de Esmirna, donde (o tal vez en Éfeso) se convirtió en un representante destacado del tipo particualar de cristología que ahora se llama monarquianismo modalista o patripasianismo.

Sus puntos de vista, los cuales lo condujeron a su excomunión de la Iglesia de Asia, son conocidos principalmente a través de los escritos de Hipólito, su contemporáneo en Roma, donde él se estableció y tuvo un gran seguimiento. Aceptó el cuarto Evangelio, pero consideró sus declaraciones acerca del Logos como alegóricas. Su discípulo Cleomenes sostuvo que Dios es a la vez invisible y visible, siendo visible como Hijo.

*Práxeas, teólogo católico que abogaba por la trinidad. "Práxeas fue el primero que trajo de Asia a Roma este género de perversidad herética. Era hombre de carácter inquieto, hinchado por el orgullo de haber sido confesor, solo por algunos momentos de fastidio que padeció durante algunos días en la cárcel. En aquella ocasión, aun cuando «hubiese entregado su cuerpo al fuego, de nada le habría servido» (1 Cor. 13,3), porque no tenía caridad. Había resistido a los dones de Dios y los había destruido. El obispo de Roma había reconocido los dones proféticos de Montano, de Frisca y de Maximila. Con este reconocimiento había devuelto su paz a las iglesias de Asia y de Frigia, cuando Práxeas, urdiendo falsas acusaciones contra los mismos profetas y contra sus iglesias y recordándole la autoridad de los obispos que le habían precedido en la sede (de Roma), le obligó a revocar las cartas de paz que había expedido ya y le hizo renunciar a su propósito de reconocer los carismas. Práxeas, pues, prestó en Roma un doble servicio al demonio: echó afuera la profecía e introdujo la herejía; puso en fuga al Paráclito y crucificó al Padre" (c.1).

*Sabelio, fue un sacerdote y teólogo cristiano del siglo III que enseñó en Roma.

Tal vez fuera originario de Libia. Basilio y otros lo presentan como natural de la Pentápolis libia, pero según Dionisio de Alejandría (ca. 260) esto parece basarse en el hecho de que Pentápolis fue un lugar donde las enseñanzas que compartía Sabelio prosperaron. Lamentablemente, actualmente no contamos con copias de los escritos de Sabelio.

Sabelio, con el fin de no debilitar la monarquía divina (unidad), enseñó que el mismo y único Dios se manifestaba y operaba en tres modos distintos, por lo que era ‘‘Padre’’ en el Antiguo Testamento, ‘‘Hijo’’ en la encarnación y ‘‘Espíritu Santo’’ en Pentecostés. Esta teología se alinea con el ya conocido ‘‘modalismo’’,​ y fue condenado hacia el 220 por el papa Calixto. El éxito de la enseñanza de Sabelio fue tal que, en las polémicas trinitarias posteriores, el nombre de ‘‘sabelianismo’’ se aplicaba casi indistintamente para todo tipo de modalismo.

*Calixto I (c. 155-222), "obispo" o superintendente de Roma, nominado falsamente como el 16 Papa de la Iglesia Católica. Al parecer, fue superintendente desde el 217 al 222.

El primero al que se le denomina Papa, pero solo era un término para indicar que era el obispo de Roma.

Calixto, nacido como esclavo en el seno de una familia pagana de origen griego residenciada en Roma, en el barrio Trasteveres (según uno de sus rivales y biógrafos, Hipólito de Roma​) aproximadamente en el 155, y en cuya lengua nativa su nombre significa "el más bello" (kallistos),​ no abrazó el cristianismo hasta la edad adulta. Al parecer su padre, llamado Domicio o Carpóforo, era un cristiano encubierto.

Como administrador de los bienes de un alto funcionario del emperador Cómodo, un cristiano llamado también Carpóforo (es decir, su hijo Carpóforo-Calixto) se vio implicado en una malversación de fondos que le valió ser condenado a muerte en un molino. Sin embargo Calixto huyó, pero fue capturado en Portus, en las afueras de Roma, cuando intentaba arrojarse por la borda del puerto. Al parecer esos fondos los destinó para ayudar a mujeres viudas y huérfanos cristianos.​

Los acreedores de Calixto permitieron su liberación con el fin de que el joven buscara la forma de recobrar el dinero extraviado y así satisfacer sus acreencias, cosa que nunca sucedió. Al parecer volvió a estar preso por generar escarnio público en una sinagoga, cuando intentaba solicitar un crédito a la fuerza.

Fue enviado a las minas de azufre de Cerdeña, para realizar trabajos forzados, cuando fue denunciado como cristiano. Allí permaneció durante tres años hasta que, alrededor del 190, logró ser liberado gracias a la intercesión de Marcia, una concubina del emperador Cómodo, y de Jacinto, un eunuco emisario de Marcia.

Tras su liberación, el papa Víctor I lo destinó a Antium otorgándole una pensión, puesto que su salud se debilitó estando en Cerdeña.1​ Allí vivió hasta su traslado a Roma reclamado por el papa Ceferino, quien haciéndolo su secretario personal, le nombró diácono y administrador del cementerio cristiano en la Vía Apia, convirtiéndose propablemente en el primer territorio de la iglesia de Roma.

Prácticamente todo lo que se sabe de su pontificado procede de los escritos de Hipólito de Roma quien, en su obra Philosophumena, lo acusa de herético, ambicioso y corrupto.​ Estos calificativos deben considerarse como totalmente sesgados, ya que la opinión de Hipólito carece de objetividad pues se opuso desde el primer momento a la elección de Calixto y llegó, apoyado por sus seguidores, incluso a hacerse nombrar Pontífice, lo que le convierte en el primer antipapa de la historia de la Iglesia.

Hipólito acusó a Calixto de monarquiano y de admitir que fueran ordenados hombres con hasta tres matrimonios simultáneos. También fue motivo de enfrentamiento la negación de Hipólito a la validez de matrimonios entre personas libres y esclavas, y el hecho de que Calixto permitiera el retorno a la Iglesia de los fornicarios, con tal que expresaran su arrepentimiento y cumplieran la penitencia que se les impusiere, mediante un decreto que expidió en el 217.

Hipólito también afirmó que el papa era propagador de la herejía del modalismo. En definitiva el enfrentamiento de estos dos hombres supuso la lucha entre el rigorismo de Hipólito y la visión pastoral de Calixto.

Calixto también tuvo que enfrentarse a Tertuliano, el teólogo que abrazó y difundió por el norte de África las doctrinas de Montano.

Murió asesinado en Roma, en el 222, con 67 años, probablemente en un levantamiento popular.

*Urbano I, "obispo" o superintendente de Roma, nominado falsamente como el 17 Papa de la Iglesia Católica. Al parecer, fue superintendente desde el 222 al 230.

*Ponciano, "obispo" o superintendente de Roma, nominado falsamente como el 18 Papa de la Iglesia Católica. Al parecer, fue superintendente desde el 230 al 235.

Procedió a confirmar la condena que Demetrio de Alejandría lanzó sobre los textos de Orígenes sobre la Resurrección y ordenó el canto de los Salmos en las iglesias y la recitación del Confiteor antes de morir y el uso del saludo Dóminus vobiscum (‘El Señor esté con vosotros’).

Al igual que sus antecesores, se enfrentó al antipapa Hipólito que mantuvo el cisma que había iniciado al negarse a reconocer a Ponciano como obispo legítimo. Ponciano formaba parte de los amigos del emperador Alejandro Severo, cuya destitución, muerte y la consiguiente subida al trono del imperio de Maximino el Tracio, reactivó las persecuciones contra los cristianos y provocó que tanto Ponciano como Hipólito fueran deportados a las minas de sal de Cerdeña donde lograron reconciliar sus posturas, poniendo fin al primer cisma que había sufrido la Iglesia al renunciar ambos,​ con lo cual fue posible la elección de Antero.

Poco después de la renuncia, Ponciano e Hipólito fueron martirizados. 

*Antero, fue el decimonoveno papa de la Iglesia católica, ejerciendo entre los años 235 y 236.

*Fabián (c. 200-250),  fue el vigésimo papa de la Iglesia católica, ejerciendo entre los años 236 y 250.

Debido al crecimiento de Roma dividió la ciudad en siete distritos poniendo a cargo de cada uno de ellos a un diácono para su gobierno y administración. Consagró a varios obispos, entre ellos a Dionisio de París al que envió a misionar las Galias, y según la tradición, Fabián instituyó las cuatro órdenes menores. Estableció que todos los años el Jueves Santo fuese renovado el Santo Crisma y que se quemara el del año anterior. También reguló que el Santo Crisma debería prepararse con aceite mezclado con bálsamo.

Fabián murió mártir el 20 de enero de 250, bajo la persecución de Decio y fue enterrado en la catacumba de San Calixto.

*Dionisio de París, también llamado el Apóstol de las Galias, el Santo sin Cabeza o simplemente San Denis, fue el primer obispo de París donde fue martirizado junto con sus dos compañeros Rústico y Eleuterio, durante una persecución anterior a la de Diocleciano.

Dionisio de París habría llegado a Francia hacia el 250 o 270 desde Italia con seis compañeros con el fin de evangelizarla. Fue el primer obispo de París, y apóstol de las Galias.

Dionisio fundó en Francia muchas iglesias y fue martirizado en 272, junto con Rústico y Eleuterio, durante la persecución de Aureliano. Según creen algunos es en Montmartre (mons Martyrum), o en el sur de la Isla de la Cité, según otros, donde se eleva, en la actualidad, la ciudad de Saint-Denis lugar en el que fueron condenados a muerte.

*Cornelio (c. 180-253), fue el 21.er papa de la Iglesia católica, de 251 a 253.

Después del martirio de su predecesor el papa Fabián, arreció la persecución del emperador Decio, lo que provocó que hubiera que esperar dieciocho meses hasta que, fallecido aquel, resultase elegido Cornelio como nuevo pontífice.

Las persecuciones de Decio habían provocado entre los cristianos un elevado número de apostasías al renunciar a su fe. Estos cristianos apóstatas fueron conocidos como lapsi (que en latín significa «caídos») y provocarían un nuevo cisma durante el pontificado de Cornelio.

En efecto, mientras el papa Cornelio, apoyado por el obispo de Cartago Cipriano, era partidario de la readmisión en el seno de la Iglesia de los apóstatas, el presbítero romano Novaciano quien fue el primer teólogo en escribir sus tratados en latín, era totalmente opuesto a dicho perdón ya que opinaba que la Iglesia tenía que estar compuesta de santos y por tanto aquellos que hubieran pecado mortalmente tenían que ser excluidos (Novacianismo).

El enfrentamiento de ambas posturas provocó que Novaciano se hiciera nombrar por tres obispos como papa y fundara la Iglesia de los puros (katharoi) que perduraría hasta el siglo VII. Esto hizo que se convocara un sínodo en otoño de 251 en el que se condenó y excomulgó a Novaciano.

En el año 252 las persecuciones contra los cristianos se reiniciaron y Cornelio fue desterrado a Civitavecchia por el emperador Treboniano Galo, quien al parecer le acusó de ofender a los dioses romanos y provocar con ello una epidemia en Roma, fue posteriormente encarcelado y falleció, tras sufrir martirio, en junio de 253.

*Lucio I, fue el papa n.º 22 de la Iglesia católica de 253 a 254.

Hijo de Porfirio, Lucio, que al igual que muchos cristianos se encontraba sufriendo pena de destierro por orden del emperador Treboniano Galo, pudo regresar a Roma tras la muerte de este en mayo de 253​ y ser elegido sucesor del papa Cornelio.

Su pontificado fue muy breve ya que falleció el 5 de marzo de 254 y durante el mismo continuó la política de su predecesor contra los novacianos.

*Esteban I, (Roma, c. 200 - 2 de agosto de 257) fue el 23.er papa de la Iglesia católica (de 254 a 257). Se le atribuye la prohibición de que las vestiduras eclesiásticas fueran empleadas para usos mundanos. 

Hijo de un tal Jovius, era archidiácono cuando sucedió a Lucio I. Su pontificado se inserta entre dos olas de persecuciones contra los cristianos. Esto, aunque supuso un periodo de tranquilidad respecto a sus relaciones con el Imperio romano, suscitó un recrudecimiento en el seno de la Iglesia acerca del problema de los lapsi, cristianos que renegaban de su religión.

En efecto, rompiendo con la postura de sus dos predecesores, Esteban I era contrario a la readmisión en el seno de la Iglesia de los cristianos que habían apostatado de su fe durante los periodos de persecución sufridos.

La postura rigorista respecto a los antiguos apóstatas, defendida también por los novacianos, unida a su defensa de la validez del bautismo administrado por clérigos que habían apostatado, supuso su enfrentamiento con la Iglesia de África, encabezada por el obispo de Cartago San Cipriano, y con la Iglesias de Alejandría y Cesarea que sostenían tanto la readmisión de los lapsi como la necesidad de un nuevo bautismo para los bautizados por estos.

Para imponer su opinión en la controversia desatada respecto a los lapsi (Novacianismo), Esteban hizo uso —por primera vez en la historia de la Iglesia— de la pretensión de que la Iglesia de Roma no sólo tenía una autoridad moral sobre las restantes Iglesias de la cristiandad, sino de que además poseía una autoridad jurídica que le permitía imponerse sobre el resto de las iglesias del mundo.

Esto llevó a una ruptura de las iglesias africanas con Roma que se mantuvo hasta la muerte de Esteban, que según la tradición se debió al martirio al ser degollado sobre la misma silla pontificia durante las nuevas persecuciones ordenadas por el emperador Valeriano.

Es evidente aquí cómo de nuevo se intenta dar preminencia a la figura de Roma y su obispo como autoridad general.

*Sixto II, fue el papa n.º 24 de la Iglesia católica de 257 a 258.

Durante el pontificado de Esteban I se había producido la ruptura entre la Iglesia de Roma con las Iglesias de África y Asia Menor. Los primeros defendían la validez de los bautismos oficiados por los lapsi, siempre que se hubieran hecho en nombre de la santísima Trinidad, mientras que los segundos negaban su validez por considerarlos herejes. Sixto II logró poner fin a la disputa que enfrentaba a la cristiandad al renunciar a imponer la postura defendida por Roma. Las relaciones con Cipriano de Cartago, obispo de Cartago volvieron a ser amistosas, sin duda porque fue aceptada la postura de este: que fuera competencia de cada obispo, en su propia Iglesia, la toma de decisiones sobre el caso que se presentara. En lo que las dos partes estaban absolutamente conformes era en que la legitimidad de cada sede episcopal venía de su fundador o patriarca, que era siempre, directamente o por jerarquía, un apóstol: a las enseñanzas impartidas por él se les debía obediencia.

*Dionisio, fue el papa n.º 25 de la Iglesia católica de 259 a 268. 

Tras la muerte del papa Sixto II, la sede papal permaneció vacante durante casi un año debido a las persecuciones que contra los cristianos había desatado el emperador Valeriano.

Sacerdote de gran reputación en la Iglesia de Oriente, Dionisio se trasladó a Roma como presbítero durante el pontificado de Esteban I destacando en esta etapa en la controversia que vivía la Iglesia por la cuestión de los lapsi, aquellos cristianos que por miedo al martirio habían apostatado de su fe en Cristo.

Combatió el Modalismo, doctrina que siguiendo las enseñanzas de Sabelio proponía que las tres personas de la Trinidad no eran sino una cuestión de nombres, distintos modos de nombrar a un único Dios. También se enfrentó a los subordinacionistas, quiénes presentaban al Hijo como un ser creador.

Pero el hecho más relevante de su pontificado fue su enfrentamiento con su homónimo, el obispo de Alejandría, Dionisio, a quien exigió que aclarase su posición sobre la acusación que pesaba contra él de haber hecho unas declaraciones heréticas respecto a la doctrina trinitaria al defender el triteísmo, doctrina que propugnaba la separación de la tres personas de la Trinidad en tres deidades distintas. Este enfrentamiento que se conoce en la historia como "la controversia de los dos Dionisios", dio lugar a un intercambio de correspondencia entre Roma y Alejandría en la que Dionisio de Alejandría escribió su “Apología y Refutación”, defendiendo la ortodoxia de sus ideas al reducir el problema a una simple cuestión semántica entre los cristianos orientales que usaban como lengua litúrgica el griego y los cristianos occidentales que usaban el latín.

Dionisio reorganizó las parroquias romanas y obtiene de Galieno libertad para los cristianos.

*Félix I, (Roma, ¿202? -íbidem, 30 de diciembre de 274) fue el papa 26 de la Iglesia católica desde el 5 de enero de 269 al 30 de diciembre del 274.

Se le atribuyó la institución de la costumbre de celebrar las misas católicas sobre altares construidos sobre las tumbas de los primeros mártires. También enfretó la herejía samósata, la cual predicaba que Jesús era un simple ser humano que estaba bajo el control de Dios.

En los comienzos de su pontificado llegaron a Roma noticias del sínodo que se había celebrado en Antioquía y que había depuesto al obispo antioquiano Pablo de Samosata por enseñar una doctrina contraria a las enseñanzas de la Iglesia sobre la Trinidad.

La cuestión había tomado un carácter meramente político, por el apoyo que Pablo de Samosata le dio al emperador Aureliano. Pese a ello, Félix emitió un decreto indicando que ningún cristiano podría optar por ser consagrado como obispo si no estaba en comunión con la sede de Roma, con lo que ratificó la deposición del obispo de la ciudad, aprobada en el concilio de Antioquía del 269, afirmando la "divinidad y humanidad de Jesucristo" y las "dos naturalezas distintas en una sola persona".

*Eutiquiano, fue el papa n.º 27 de la Iglesia católica de 275 a 283.

Como pontífice estableció que los mártires no fuesen enterrados cubiertos con una simple sabana blanca sino con la «dalmática», una vestidura muy parecida al manto de los emperadores romanos y que hoy es usada por los diáconos en las ceremonias solemnes.

Se le atribuye la práctica de la bendición de la recolección de los campos.

*Cayo, fue el papa n.º 28 de la Iglesia católica de 283 a 296.

Sobrino del emperador romano Diocleciano, este parentesco le permitió trasladarse a Roma bajo la protección imperial, donde la tradición dice que residió en una casa lindante con la de su hermano San Gabino y la hija de este, la virgen romana Santa Susana.

Aprovechando que su pontificado se desarrolló en un período libre de persecuciones, Cayo dedicó sus esfuerzos a delimitar las instituciones de la Iglesia y así apoyó el desarrollo de las escuelas de Alejandría y Antioquía. Asimismo estableció que nadie podía ser nombrado obispo sin antes haber pasado por los grados de ostiario, lector, acólito, exorcista, subdiácono, diácono y sacerdote.

Murió poco antes de desatarse la última y más terrible persecución que habría de abatirse contra los cristianos. Aunque Cayo no murió como mártir, parece que sí sufrió grandes hostilidades por parte de los oficiales romanos, posiblemente dado su parentesco con el emperador.

*Marcelino, fue el papa n.º 29 de la Iglesia católica de 296 a 304.

 Hijo de Proyecto, fue elegido papa durante el gobierno del emperador Diocleciano. Durante el pontificado de Marcelino, Diocleciano fue persuadido por su césar Galerio para emitir un edicto contra la cristiandad por el que se expulsó a los cristianos del ejército, se confiscaron las propiedades de la Iglesia, se cerraron o destruyeron sus templos, y se profanaron y quemaron los libros y vasos sagrados. Finalmente, tras dos incendios en el palacio del emperador cuya autoría se atribuyó a los cristianos, se sentenció a muerte a los que no apostataran de su fe.

Durante esta persecución Marcelino fue acusado por los donatistas de haber ofrecido sacrificios e incienso a los dioses paganos y de haber entregado los libros sagrados a las autoridades romanas. Estas acusaciones fueron posteriormente rebatidas por Agustín de Hipona.

Algo interesante que se nos resalta en tiempos de este obispo de Roma es que los cristianos entraron a formar parte del ejército romano. De esta forma vemos lo alejados que ya estaban de las enseñanzas sanas de Jesús y de los primeros apóstoles.

*Marcelo,  fue elegido como papa N.º 30 de la Iglesia católica, después de cuatro años de la muerte del papa Marcelino debido a la persecución del emperador Diocleciano (303 al 305). Le tocó hacerle frente a la crisis dejada entre los cristianos por dicha persecución y que por miedo al martirio habían apostatado de su fe o simplemente abandonado las prácticas religiosas, pero ahora querían regresar a la Iglesia. Decretó que aquellos que deseaban volver a la Iglesia tenían que hacer penitencia por haber renegado de la fe durante la persecución. Los que estaban en contra de esta decisión consiguieron que el emperador Majencio lo desterrara.

Murió en el exilio el 16 de enero de 309. Su cuerpo fue devuelto a Roma y sepultado en el cementerio de Priscila.

Durante su pontificado se dedicó a volver a edificar los templos destruidos en la persecución. Dividió Roma en veinticinco sectores con un presbítero o párroco al frente de cada uno de ellos. De carácter enérgico, ordenó que los obispos no se pudieran reunir en concilio sin su autorización explícita.

*Eusebio, fue el papa número 31.er papa de la Iglesia católica, en 309. Su pontificado, en el 309, fue muy breve.

Tuvo que enfrentarse al problema de los lapsi'ː los cristianos que por la persecución habían abandonado la fe y ahora querían regresar. Los esfuerzos del papa por abrir las puertas de la Iglesia nuevamente a los que habían salido, encontraron una fuerte oposición en Heraclio. La lucha entre ambos fue tan intensa que el propio emperador Majencio desterró a los dos. Eusebio murió en Sicilia poco después. Está enterrado en la catacumba de Calixto I en Roma.

*Melquíades, fue el trigésimo segundo papa de la Iglesia católica. Probablemente, procedía del norte de África, a pesar de su nombre griego, aunque no se poseen datos fidedignos sobre su biografía.

El historiador español del siglo XVIII José Antonio Álvarez Baena señala que era: «De padres africanos, emigrados a España, fue natural de Mantua de los Carpetanos (después Madrid), viajó a Italia en 299, y padeció mucho en la persecución de Diocleciano y Maximiano, con peligro de perder la vida».1​ No obstante, el resto de las fuentes lo consideran como natural del Norte de África.2​3​

Durante el pontificado del papa Melquíades, ocurrió el triunfo del emperador Constantino I el Grande sobre Majencio en la batalla del Puente Milvio sobre el río Tíber, batalla en la cual Majencio murió ahogado cuando huía del avance de Constantino.

Poco tiempo después, en el (313) en Milán, Constantino proclamó el Edicto de Milán, con el cual garantizaba la paz y libertad de la Iglesia. El nuevo emperador, obsequió al pontífice una finca en el palacio imperial Lateranense, la cual comenzó a ser desde entonces la residencia oficial de los papas. En solar contiguo, el propio Constantino ordenará edificar la primera basílica romana; la basílica Laterana, sede oficial del papa. Hoy se la conoce como San Juan de Letrán.

Melquíades reunió un concilio para condenar a los donatistas y, según el Liber Pontificalis, comenzó con la práctica de repartir en las iglesias de Roma la eucaristía consagrada por el propio papa,4​ práctica atestiguada en Roma pero que la Enciclopedia Católica duda en atribuir a este pontífice.

MÁS APOSTASÍA DURANTE EL SIGLO III.

*Silvestre I, (ca. 270 - 31 de diciembre de 335) fue obispo de Roma desde el 31 de enero de 314 hasta su muerte.

*Basílides de Astorga, "obispo" de Astorga (León). Sobre el 249 compró un documento en el que repudiaba su fe cuando se le persiguiese. Debido a ello fue apartado de su responsabilidad por un concilio de 36 obispos reunidos por Cipriano de Cartago, obispo de Cartago. Sabino fue nombrado para sustituirle como obispo.

*Marcial de Mérida, obispo de Mérida. Sobre el 249 compró un documento en el que repudiaba su fe cuando se le persiguiese. Debido a ello fue apartado de su responsabilidad por un concilio de 36 obispos reunidos por Cipriano de Cartago, obispo de Cartago junto a Basílides de Astorga. Félix fue su sucesor.

*Félix de Mérida, obispo de Mérida sobre el 252 o 255. Por los escritos de Cipriano de Cartago, se conoce que Félix estuvo con él en Cartago, en el norte de África y a unos diecisiete km de la actual ciudad de Túnez.

*Atanasio de Alejandría (c. 296-373), fue obispo de Alejandría.

*Alejandro de Alejandría (250-326), fue obispo de Alejandría.

*Luciano de Antioquía (c. 240-312).

*Eusebio de Cesarea (c. 263-30 de mayo de 339). Obispo de Cesarea.

“La primera mención de la celebración de la Navidad se hizo en un calendario romano primitivo del año 336 A.C.” (The World Book Encyclopedia.)

De modo que no solo se transfirieron de la Tierra al cielo las bendiciones del milenio, sino que el Reino fue pasado del cielo a la Tierra. Esta “reubicación” fue completada por Agustín de Hipona (354-430 E.C.). En su famosa obra La Ciudad de Dios (edición en español preparada por José Morán), declaró: “La Iglesia es, pues, ahora el reino de Cristo y el reino de los cielos”.













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