Restitución de la momia del Cerro Chuscha
Christian Vitry A principios del siglo XX un grupo de buscadores de tesoros extrajo el cuerpo de una niña inca, su tumba se hallaba a más de cinco mil metros de altura, en una de las cimas del nevado de Chuscha ubicado al Oeste de Cafayate. Su vida, muerte y entierro enmarcados en un contexto social casi divino, contrastan fuertemente con la exhumación y poco feliz derrotero de su cuerpo durante casi un siglo. Finalmente, ochenta y dos años después, la momia del Chuscha regresa a la provincia de donde se la llevaron, sentando un precedente histórico de gran importancia. Calpanchay realiza un hallazgo arqueológico en las altas cumbres del cerro Chuscha y poco tiempo después organiza junto a un minero chileno llamado Juan Fernández Salas una expedición a la montaña con la finalidad de "sacar el tapado". Pico, pala y dinamita fueron los elementos usados para violentar la estructura, para luego extraer del pozo realizado el cuerpo de una niña de siete a nueve años de edad aproximadamente que estaba acompañado con una suntuosa vestimenta y diversos objetos que conformaban su ajuar funerario. La momia fue bajada hasta una finca de Tolombón donde, al decir de los seniles lugareños, le prendieron velas y con sumo respeto la llamaron "Reina del Cerro". En el año1922, un comerciante y coleccionista de objetos arqueológicos llamado Pedro Mendoza, compra la momia y se la lleva a Cafayate, para sumar esa "pieza" a su ya rica y surtida colección. Dos años después, en mayo de 1924, el profesor Amadeo Rodolfo Sirolli realiza un viaje de estudios desde Salta a la localidad de Cafayate, y allí, se entera de la existencia de la momia. Conocedor de la importancia de lo que observaba aprovecha la oportunidad para realizar un minucioso inventario y descripción detallada de sus características físicas generales, vestimenta y ajuar, toma además unas cuantas fotografías. Inexplicablemente, y a pesar de su formación, el profesor Sirolli no da a conocer nada de lo observado, sino hasta el año 1954, cuando realiza una conferencia en la sala de la Iglesia San Francisco de la ciudad de Salta, y más formalmente en 1977 cuando publica una cartilla titulada “La momia de los Quilmes”. Poco tiempo después de haber sido observada por Sirolli, la momia Inca fue desterrada para siempre del suelo calchaquí, iniciando un prolongado y triste derrotero. Vendida por su "propietario", don Pedro Mendoza, la momia pasó a manos de un herboristero y coleccionista de objetos arqueológicos de la ciudad de Buenos Aires, el Sr. Perfecto Bustamante. En el año 1932 muere Perfecto Bustamante y pocos años después la viuda, entrega la momia al arqueólogo aficionado Ing. Absjorn Pedersen a cambio una instalación de gas, quien deposita la momia en el sótano de su casa junto a otros bienes arqueológicos, con la ilusión de tener un Museo Privado que jamás se concretó. En los últimos años de su vida, ya viejo, enfermo, viudo, solo y sin recursos, Pedersen decide entregar su colección a la Casa Posadas de Buenos Aires para su remate que se realiza en agosto de 1985. La momia es comprada por un anticuario de la localidad de San Telmo, provincia de Buenos Aires, quien la adquiere por la suma de 48 dólares. Ese mismo año el odontólogo Carlos Colombano la adquiere para su museo privado "Chavín de Huántar" ubicado en la provincia de Buenos Aires. Durante más de diez años el Dr. Colombano realizó algunas exhibiciones públicas de la niña inca momificada y lo que quedaba de su ajuar funerario, sin embargo para los estudiosos del tema esta momia continuaba "desaparecida" desde la década de 1920. En 1988 una importante investigación periodística de Roberto Vitry arroja luz sobre los acontecimientos ocurridos en la década de 1920, al ponerse en contacto con Juan Bühler, que había participado en otras excavaciones en el Chuscha junto a Fernández Salas en busca de otra supuesta momia, nombres y fotografías entran en escena marcando un nuevo rumbo en la búsqueda de la desaparecida momia de los Quilmes. En 1991 la momia es exhibida en un Banco de la peatonal Florida de Buenos Aires, allí es observada por Marcelo Scanu, un aficionado de la arqueología de montaña, quien informa a los especialistas Beorchia y Schobinger que inmediatamente viajan a Buenos Aires y tras una minuciosa observación, confirman que se trata de la momia del cerro Chuscha. A partir de ese momento la suerte de la niña inca comenzó a cambiar. El Dr. Colombano permitió que se le realizaran algunos estudios y, en el año 2001, decidió cederla a la Fundación CEPPA (Centro de Estudios para Políticas Públicas Aplicadas) bajo la presidencia del Dr. Matteo Goretti, dicha institución dispuso los recursos necesarios para realizar una investigación interdisciplinaria que estuvo coordinada por el Dr. Schobinger y los resultados fueron publicados en un libro de más de trescientas páginas. Finalmente, tras cinco años de tenencia de este precioso legado prehispánico, la Fundación CEPPA toma la decisión histórica de restituir la momia a la provincia de donde fue extraída ochenta y dos años atrás. El depositario es el Museo de Arqueología de Alta Montaña, institución especializada en la temática que se encargará de conservar, investigar y difundir estos frágiles y maltratados bienes arqueológicos que durante décadas fueron víctimas de la codicia e ignorancia. La niña del Chuscha está más cerca del paisaje calchaquí que observó por última vez. Fuente: http://www.christianvitry.com/articulos/Arqueo_23_Restitucion.html |
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