"Otro tipo fósil recibe el nombre de Homo erectus... hombre erguido. El tamaño y la forma de su cerebro sí caen dentro del alcance de las medidas inferiores del cerebro del hombre moderno. Además, la Encyclopædia Britannica declaró que “los huesos de las extremidades descubiertos hasta ahora no se han podido distinguir de los de H[omo] sapiens”. Sin embargo, no está claro si era humano o no. Si lo era, entonces era simplemente una rama de la familia humana, y desapareció."
(Libro: "La vida... ¿cómo se presentó aquí? ¿Por evolución, o por creación? págs. 94-95, párrafo 33", editado por los Testigos de Jehová).
Otro tipo fósil que frecuentemente se menciona en la literatura científica es el del hombre de Cro-Magnon, o Cromañón. Fue llamado así por el lugar, en el sur de Francia, donde sus huesos fueron originalmente desenterrados. Estos especímenes “eran casi tan indistinguibles de los de hoy que hasta los más escépticos tuvieron que admitir que eran humanos”, dice el libro Lucy.
Así, pues, hay clara indicación de que no existe fundamento para creer en “hombres-monos”. En vez de eso, los humanos tienen todas las señales de haber sido creados... separados y distintos de todo animal. Los humanos se reproducen solamente según su propio género. Hacen eso hoy, y siempre han hecho eso en el pasado. Cualesquiera criaturas simiescas que vivieran en el pasado eran precisamente eso —antropoides, o monos— no humanos. Y los fósiles de humanos antiguos que difieren ligeramente de los humanos de hoy simplemente demuestran variedad dentro de la familia humana, tal como hoy tenemos muchas variedades que viven lado a lado. Hay humanos de dos metros (siete pies) de estatura y hay pigmeos, con una variedad de tamaños y formas de esqueletos. Pero todas estas variedades pertenecen al mismo tipo o “género” humano, no a un “género” animal."
(Libro: "La vida... ¿cómo se presentó aquí? ¿Por evolución, o por creación? págs. 94-95").
¿Qué hay en cuanto a fechar por millones o por decenas de miles de años la existencia del hombre?
"Tome, por ejemplo, el “reloj” de radiocarbono. Este método de fechar por radiocarbono fue desarrollado durante un espacio de dos décadas por científicos de todas partes del mundo. Recibió amplia aclamación por suministrar fechas exactas de artefactos provenientes de la historia antigua del hombre. Pero entonces hubo en Uppsala, Suecia, una conferencia de los peritos del mundo, entre ellos radioquímicos, arqueólogos y geólogos, para comparar sus apuntes. El informe de su conferencia mostró que las suposiciones fundamentales sobre las cuales se habían basado las medidas habían resultado poco seguras a mayor o menor grado. Por ejemplo, se halló que la proporción de formación de carbono radiactivo en la atmósfera no ha sido consecuente en el pasado, y que este método no es confiable para fechar objetos que sean de aproximadamente 2.000 años antes de la era común, o de tiempo anterior a ese.Tenga presente que la prueba verdaderamente confiable de la actividad del hombre en la Tierra no se da en millones de años, sino en miles. Por ejemplo, en The Fate of the Earth (El destino de la Tierra) leemos: “Solo seis o siete mil años atrás [...] surgió la civilización, y nos permitió edificar un mundo humano”. The Last Two Million Years (Los últimos dos millones de años) declara: “En el Viejo Mundo, la mayoría de los pasos críticos en la revolución agrícola se dieron entre 10.000 y 5.000 años antes de Cristo.” También dice: “Solo durante los últimos 5.000 años ha dejado el hombre registros escritos”. El hecho de que el registro fósil muestra que el hombre moderno apareció de súbito en la Tierra, y de que, como se admite, los registros históricos confiables son recientes, armoniza con la cronología bíblica de la vida humana en la Tierra.
A este respecto, note lo que declaró en la revista Science W. F. Libby, físico nuclear y ganador del premio Nobel, uno de los pioneros en fechar mediante radiocarbono: “La investigación en el desarrollo de la técnica de fechar consistió en dos etapas... determinar la fecha de muestras de las épocas histórica y prehistórica, respectivamente. Arnold [un colaborador] y yo recibimos nuestra primera sacudida cuando los que nos aconsejaban nos informaron que la historia se remontaba únicamente hasta 5.000 años atrás. [...] Uno lee declaraciones que dicen que tal y tal sociedad o lugar arqueológico es de 20.000 años atrás. Aprendimos, algo abruptamente, que estas cifras, estas edades antiguas, no se conocen con exactitud.”
En una reseña de un libro sobre la evolución, el autor inglés Malcolm Muggeridge comentó acerca de la falta de prueba para la evolución. Señaló que, de todos modos, florecía el razonamiento superficial y sin riendas. Entonces dijo: “En comparación con eso, el relato de Génesis parece suficientemente serio, y por lo menos tiene el mérito de estar relacionado válidamente con lo que conocemos acerca de los seres humanos y su comportamiento”. Dijo que las alegaciones sin base de millones de años para la evolución del hombre “y saltos desenfrenados de cráneo a cráneo, no pueden menos que impresionar como pura fantasía al que no haya sido cautivado por el mito [evolucionista]”. Muggeridge llegó a esta conclusión: “De seguro la posteridad quedará asombrada, y espero que en gran medida entretenida, por el hecho de que tal teorizar descuidado y no convincente hubiera cautivado con tanta facilidad mentes del siglo XX, y hubiera sido aplicado tan amplia e imprudentemente.”"
(Libro: "La vida... ¿cómo se presentó aquí? ¿Por evolución, o por creación? págs. 94-95").
La Biblia tiene las llamadas fechas absolutas mediante las cuales se puede ir yendo hacia atrás hasta la misma creación del primer hombre. La fecha del inicio del hombre fue la de 4.026 antes de nuestra era o antes de cristo.
La del diluvio fue en el año 2.370 antes de nuestra era o antes de cristo. Y la de la confusión de las lenguas fue posteriormente, sobre el 2.100 al 2.000 antes de nuestra era o antes de cristo.
Eso quiere decir que es en esa fecha, (hace más o menos 4.000 años), que el hombre empezó a emigrar y asentarse en otras zonas fuera del Oriente Próximo, solo hace unos 4.000 años.
EDADES DE LOS METALES.
La revista ¡Despertad! dice:"Pero, ¿pueden los miles de hachas de piedra, las puntas de flecha y otros artículos de esa clase que indican ‘culturas de herramientas de piedra’ encajar dentro de los 6.000 años de registro histórico de la Biblia? Sí. Considere la explicación en el libro de Génesis.
En la séptima generación después de la creación de Adán, la Biblia dice que vivió un hombre llamado Tubal-caín (¿3.000 a. n. e-2.500 a. n. e?), (Enoc, hijo de Caín, fue padre de Irad; Irad fue padre de Mehujael; Mehujael fue padre de Metusael, y Metusael fue padre de Lamec, este último es el padre de Tubal-caín). Él fue “forjador de toda clase de herramienta de cobre y de hierro.” Es posible que el hombre haya usado solamente implementos de piedra antes del tiempo de Tubal-caín. Pero durante su vida se forjaron el cobre y el hierro. Esto no significa necesariamente que todos los hombres hayan poseído esas habilidades.—Gén. 4:22. Este texto dice: "En cuanto a Zilá, ella también dio a luz a Tubal-caín, forjador* de toda clase de herramienta de cobre y de hierro.+ Y la hermana de Tubal-caín fue Naamá."
*Forjador: Literalmente martillador.
Entonces, algún tiempo después del diluvio de Noé en 2370/2369 a. de la E.C., Jehová dispersó a la humanidad hasta los confines de la Tierra. Muchos grupos quedaron aislados de la ‘influencia prevaleciente’ de la humanidad debido a barreras culturales, lingüísticas y geográficas. Algunas de estas personas llevaron lejos de Sinar en Mesopotamia el conocimiento de cómo labrar los metales.—Gén. 11:1-9. Este texto dice:
"Ahora bien, toda la tierra continuaba siendo de un solo lenguaje* y de un solo conjunto de palabras.* 2 Y aconteció que, al ir viajando hacia el este, finalmente descubrieron una llanura-valle en la tierra de Sinar,+ y se pusieron a morar allí. 3 Y empezaron a decirse, cada uno al otro: “¡Vamos! Hagamos ladrillos y cozámoslos con un procedimiento de quema”. De modo que el ladrillo les sirvió de piedra, pero el betún les sirvió de argamasa.+ 4 Entonces dijeron: “¡Vamos! Edifiquémonos una ciudad y también una torre* con su cúspide en los cielos,+ y hagámonos un nombre célebre,*+ por temor de que seamos esparcidos por toda la superficie de la tierra”.+
5 Y Jehová procedió a bajar para ver la ciudad y la torre que los hijos de los hombres habían edificado.+ 6 A continuación dijo Jehová: “¡Mira! Son un solo pueblo y hay un solo lenguaje para todos ellos,+ y esto es lo que comienzan a hacer. Pues, ahora no hay nada que tengan pensado hacer que no les sea posible lograr.+ 7 ¡Vamos! Bajemos+ y confundamos+ allí su lenguaje para que no escuche* el uno el lenguaje del otro”.+ 8 Por consiguiente, Jehová los esparció desde allí sobre toda la superficie de la tierra,+ y poco a poco dejaron de edificar la ciudad.+ 9 Por eso se le dio el nombre de Babel,*+ porque allí había confundido Jehová el lenguaje de toda la tierra,* y de allí los había esparcido+ Jehová sobre toda la superficie de la tierra."Génesis 11:1-9.
Sin embargo, muchos de sus contemporáneos probablemente no poseían esta habilidad. O quizás se establecieron en zonas donde escaseaban los yacimientos de metal. Considere por ejemplo, los primeros grupos que quizás se hayan abierto camino desde las montañas de Europa central a las tierras bajas del territorio moreno de Dinamarca. No habrían encontrado una gran cantidad de metales, aunque más tarde algunos sí aprendieron a labrar los yacimientos de limonita porosa. Principalmente utilizaron la abundancia de pedernal en la zona, edificando una cultura de herramientas de piedra. Por lo tanto, al mismo tiempo florecieron pueblos que labraban tanto la piedra como el metal."
(Revista ¡Despertad!, 8 de agosto de 1973, págs 19, 20, editado por los testigos de Jehová.)
Los historiadores separan tres momentos: la Edad del cobre, la Edad del bronce y la Edad del hierro.
Como ya vimos antes, muchos de estos primeros pueblos, tenían que recurrir a los recursos que tenían en el lugar donde iban. Otros quizás desconocían la técnica de ciertos metales.
Hemos de pensar también, que en el inicio de la expansión de la humanidad, la esperanza de vida era más alta que después, donde bajó asombrosamente. O sea que quizás sobre el año 2000 antes de nuestra era los hombres vivían alrededor de los 150 años. Ya en la época de Moisés, 1593 a. E. C, los hombres alcanzaban unos 70 u 80 años con mucho poder. La gran mayoría vivía mucho menos como la ciencia lo demuestra.
Adán, 930 años (4026-3096 antes de la era común).
- 1-Caín.
- Después del nacimiento de su hijo Enoc, Caín “se ocupó en edificar una ciudad”, a la que llamó por el nombre de su hijo. Es posible que tal ciudad solo haya sido un pueblo fortificado, según los conceptos actuales, y no se dice cuándo se terminó. El registro bíblico menciona a parte de los descendientes de Caín, algunos de los cuales se distinguieron por la cría nómada de ganado, tocar instrumentos musicales y el forjado de herramientas de metal, así como por practicar la poligamia y por su violencia. La línea de Caín terminó con el diluvio global del día de Noé.
- 2-Set, 912 años (3896-2984 antes de la era común).Sigue en la lista su descendencia.
Enós, 905 años (3791-2886 antes de la era común).
Quenán, 910 años (3701-2791 antes de la era común).
Mahalalel, 895 años (3631-2736 antes de la era común).
Jared, 962 años (3566-2604 antes de la era común).
Enoc, 365 años (3404-3039 antes de la era común).
- Formó parte de la “tan grande nube de testigos” que fueron ejemplos sobresalientes de fe en tiempos antiguos. “Enoc siguió andando con el Dios verdadero.” Como profeta de Jehová, predijo la venida de Dios con sus santas miríadas para ejecutar juicio contra los impíos (Jud 14, 15), y este quizás fue el motivo por el que se le persiguió.
Lamec, 777 años (3152-2375 antes de la era común).
- Adoraba a Jehová. Él profetizó sobre su hijo Noé: “Este nos traerá consuelo aliviándonos de nuestro trabajo y del dolor de nuestras manos que resulta del suelo que Jehová ha maldecido”. Adán todavía estaba vivo en este tiempo.
Noé, 950 años (2970-2020 antes de la era común). DILUVIO UNIVERSAL 1656 años después de la creación del hombre.
Sem, 600 años (2468-1868 antes de la era común). Línea semítica. En algún momento de su vida quizás por inspiración divina se asentó en la ciudad llamada Salem, Jerusalén. Allí fue rey y sacerdote.
- 1-Arpaksad, 438 años (2368-1930 antes de la era común).Que sigue en la línea.
- 2-Elam, el pueblo de los elamitas.
- 3-Lud.
- 4-Asur, el pueblo de los asirios.
- 5-Aram, el pueblo de los arameos.
Selah, 433 años (2333-1900 antes de la era común).
Éber, 464 años (2303-1839 antes de la era común).
Péleg, 239 años (2269-2030 antes de la era común). CONFUSIÓN DE LENGUAS.
Reú, 239 años (2239-2000 antes de la era común).
Serug, 230 años (2207-1977 antes de la era común). Él con su descendencia, originó este pueblo de la antigüedad al norte de Mesopotamia.
Nacor, 148 años (2177-2029 antes de la era común). Él con su descendencia, originó este pueblo de la antigüedad al norte de Mesopotamia. Quizás su nombre sea Nahur.
Taré, 205 años (2148-1943 antes de la era común). Él con su descendencia, originó este pueblo de la antigüedad al norte de Mesopotamia. Vivía en Ur.
- 1-Harán. Su hijo Lot, fue el progenitor de los pueblos de Moab y Ammón.
Milca. Se casó con su tío Nacor.
Iscá.
- 2-Nacor. Sus hijos con Milca fueron: Uz, le sigue su hermano Buz, Quemuel —el padre de Aram— Késed, Hazó, Pildás, Jidlaf y Betuel (Su hijos fueron Rebeca y Labán y este a su vez fue padre de Lea y de Raquel). Con el tiempo, también viajó a Harán, y después en Hebrón, en la tierra de Canaán.
- 3-Abrahán, 175 años (2018-1843 antes de la era común). VIAJÓ DE UR A HARÁN, y posteriormente a Hebrón en Canaán. Que sigue.
Isaac, 180 años (1918-1738 antes de la era común). Casó con Rebeca.
- 1-Esaú, Edom, el pueblo de los edomitas.
- 2-Jacob, 147 años (1858-1711 antes de la era común).
Después Jacob, vienen las 12 tribus de Israel, su esclavitud y su liberación en 1513 antes de nuestra era.
Periodo de los reyes y su relación con las potencias mundiales, primero Egipto, después Asiria, Babilonia, Medopersia, Grecia y Roma.
DETALLES QUE NOTAMOS EN LA HISTORIA, DESPUÉS DE LA CONFUSIÓN DEL LENGUAJE.
Si estableciésemos el 2200 o el 2100 antes de nuestra era, como el año de inicio en la expansión de la humanidad, quizás ya compuesta de miles de personas, diríamos que la línea de Sem, se quedó en el llamado Creciente Fértil. Mientras que las líneas de Cam y Jafet salieron de ahí con sus respectivas descendencias. Pudiendo ser en unos siglos, sobre el 1800 a. E. C, decenas de miles de personas. Incluso sobre el 1500 a. E. C, podrían ser millones de personas.En la línea de Cam (hermano de Sem), su hijo Cus, tuvo a Nemrod. Fue el fundador y rey del primer imperio que llegó a existir después del Diluvio (entre 2370 a 2030). Este imperio se creó para no esparcirse por la tierra.
En un principio, el reino de Nemrod fueron las ciudades de Babel, Erec, Akkad y Calné, todas ellas en la tierra de Sinar. (Gé 10:10.) Por lo tanto, la edificación de Babel y su torre probablemente empezó bajo su dirección. Esta conclusión también concuerda con el punto de vista tradicional judío. Josefo escribió: “[Nebrodes (Nemrod)] paulatinamente convirtió el gobierno en una tiranía, viendo que la única forma de quitar a los hombres el temor a Dios era [...] atarlos cada vez más a su propia dominación. Afirmó que si Dios se proponía ahogar al mundo de nuevo, haría construir una torre tan alta que las aguas jamás la alcanzarían, y al mismo tiempo se vengaría de Dios por haber aniquilado a sus antepasados. La multitud estuvo dispuesta a seguir los dictados de Nebrodes [Nemrod] y a considerar una cobardía someterse a Dios. Y levantaron la torre [...] más rápido de lo que sería de esperar”. (Antigüedades Judías, libro I, cap. IV, secs. 2, 3.)
Parece ser que después de la construcción de la Torre de Babel, Nemrod extendió su dominio al territorio de Asiria, y allí edificó a “Nínive y a Rehobot-Ir y a Cálah y a Resen entre Nínive y Cálah: esta es la gran ciudad”. (Gé 10:11, 12; compárese con Miq 5:6.) Ya que Asiria debió recibir su nombre de Asur, el hijo de Sem, Nemrod, nieto de Cam, invadió el territorio semita. Por lo tanto, parece que Nemrod fue el primero que se hizo un poderoso o héroe, no solo como cazador de animales, sino también como guerrero u hombre agresivo. (Gé 10:8.) La Cyclopædia de M’Clintock y Strong, dice a este respecto: “La expresión ‘poderoso cazador’ no parece limitarse a la caza, como puede verse por el hecho de que se relacione con la construcción de ocho ciudades. [...] Lo que Nemrod hizo como cazador no fue más que una muestra de lo que haría como conquistador, pues la caza y el heroísmo estuvieron desde antiguo especial y naturalmente relacionados [...]. En los monumentos asirios se representan muchas hazañas de caza, y la palabra misma se empleó con frecuencia para referirse a las campañas militares. [...] La caza y la guerra, que en el mismo país estuvieron posteriormente muy relacionadas, pueden prácticamente relacionarse o identificarse aquí. Por consiguiente, la expresión significaría que Nemrod fue el primero que fundó un reino después del Diluvio, con el objeto de unir los fragmentos de gobierno patriarcal esparcido y consolidarlos bajo su liderazgo como único jefe y amo, todo en abierto desafío a Jehová, pues se trataba de una violenta intrusión del poder camítico en territorio semítico” (1894, vol. 7, pág. 109).
Posteriores generaciones se sucedieron en la construcción de la ciudad. Hammurabi la agrandó y reforzó, y la convirtió en la capital del Imperio babilonio semita.
Durante la hegemonía de la potencia mundial asiria, Babilonia figuró en diversas luchas y revueltas. Luego, con la decadencia de este segundo imperio mundial, Nabopolasar fundó una nueva dinastía caldea en Babilonia alrededor de 645 a. E.C. Su hijo Nabucodonosor II concluyó la restauración de la ciudad y la llevó a su máxima gloria, por lo que se jactaba diciendo: “¿No es esta Babilonia la Grande, la cual yo mismo he construido?”. (Da 4:30.) La ciudad mantuvo este esplendor como capital de la tercera potencia mundial hasta la noche del 5 de octubre de 539 a. E.C. (calendario gregoriano), cuando cayó ante las fuerzas invasoras medopersas bajo el mando de Ciro el Grande.
En la línea de Sem, se nos dice que tuvieron hijos e hijas además de los citados anteriormente.
Sem fue, por lo tanto, el progenitor de los pueblos semitas: los elamitas, los asirios, los caldeos primitivos, los hebreos, los arameos (o sirios), diversas tribus árabes y quizás los lidios de Asia Menor. Esto significaría que la población que descendió de Sem estaba concentrada principalmente en el ángulo sudoccidental del continente asiático, se extendía por casi toda la Media Luna Fértil y ocupaba una considerable porción de la península arábiga.
"Desde 1933 se han venido realizando excavaciones en la antigua ciudad real de Mari (Tell Hariri), ubicada cerca del Éufrates y a unos 11 Km. al NNO. de Abu Kemal, en el SE. de Siria. Con el tiempo se desenterró un enorme palacio de unas 6 Ha. que tenía 300 habitaciones, en el que se encontraron unos archivos con más de 20.000 tablillas de arcilla. En el recinto palaciego se hallaban las estancias reales, habitaciones administrativas y una escuela de escribas. Muchas paredes lucían grandes pinturas murales al fresco, en los cuartos de baño había bañeras y en las cocinas del palacio se encontraron moldes de pastelería. Según parece, la ciudad fue una de las más sobresalientes y brillantes que hubo hacia el inicio de la andadura del II milenio a. E.C. Las inscripciones en tablillas de arcilla contenían, entre otras cosas, decretos reales, asuntos públicos, cuentas y dictámenes para la construcción de canales, esclusas, diques y otros proyectos de riego, así como correspondencia aduanera y de política exterior. Hay registro de frecuentes censos tomados con motivo de la aplicación de impuestos y el alistamiento militar. La religión ocupaba un lugar destacado, en particular el culto a la diosa de la fertilidad, Istar, cuyo templo también se encontró. Se practicaba la adivinación del mismo modo que en Babilonia: mediante la observación del hígado, la astrología y métodos similares. El rey babilonio Hammurabi destruyó prácticamente esta ciudad. Fue de particular interés el hallazgo de nombres como Péleg, Serug, Nacor, Taré y Harán, todos anotados como nombres de ciudades del N. de Mesopotamia y que correspondían a nombres de familiares de Abrahán."
(Libro Perspicacia para comprender las Escrituras, editado por los testigos de Jehová).
Al parecer, los descendientes de Éber mediante Joqtán se establecieron en Arabia, mientras que los que procedieron de Péleg lo hicieron en Mesopotamia.
Y según lo que leímos anteriormente Péleg, Serug, Nacor y Taré eran nombres de ciudades al norte de Mesopotamia, lo que quiere decir que esa fue su ubicación.
La ciudad de Ur de los caldeos.
Taré (2148-1943 antes de la era común), vivía en Ur de los caldeos y allí crió a su familia. Ur, era una próspera metrópoli ubicada en la tierra de Sinar, cerca de la confluencia actual de los ríos Éufrates y Tigris. Estaba a unos 240 Km. al SE. de Babel o Babilonia, en un tiempo la ciudad real de Nemrod, muy famosa por su inacabada Torre de Babel.
Abrahán conoció a Sem (solaparon su vida durante 140 años (del 2008- 1868 a. E. C. desde la edad de 10 años de Abrán), y de seguro le proveyó muchísima información sobre toda su vida y la de Noé. También fue una columna para él y patriarca de la familia, al parecer sus descendientes hasta Abrahán se fueron tras otros dioses.
Nemrod, hijo de Cus, descendiente de Cam, creó el primer imperio babilónico, y este ejerció mucha influencia en las culturas de las siguientes potencias como la persa, la egipcia, la griega y otras. Debido a ella, los hombres de las tribus posteriores que se expandieron a otros lugares adoraron dioses a semejanza de Babilonia.
"Según la Biblia, tan solo ocho seres humanos sobrevivieron al Diluvio de los días de Noé. Ahora bien, ciertos demógrafos creen que, mil cuatrocientos años después (sobre el año 1000 antes de la era común, en tiempos del rey israelita Rehoboam), la población de la Tierra llegó a los 50.000.000. ¿Resulta inverosímil semejante aumento?
Ante todo ha de decirse que la cifra de 50.000.000 no es más que un cálculo aproximado. Sin embargo, es interesante tener en cuenta lo que la Biblia indica en Génesis 9:1: “Dios pasó a bendecir a Noé y a sus hijos y a decirles: ‘Sean fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra’”. Más adelante, en los capítulos 10 y 11, aparece una lista de 70 familias descendientes de Sem, Cam y Jafet, los hijos de Noé. Si seguimos leyendo, nos encontramos con una genealogía que va desde Sem hasta Abrahán, en la que se indica que aquellos hombres llegaron “a ser padre[s] de hijos e hijas”. Debió de ser una época de elevada natalidad, en concordancia con la instrucción divina de “llen[ar] la tierra”.
¿Qué podemos decir de la tasa de mortalidad? Los mismos capítulos de Génesis hacen referencia a la extrema longevidad de las personas durante los primeros siglos que siguieron al Diluvio.* Cuando coinciden una elevada natalidad y una baja mortalidad, el resultado es un rápido crecimiento demográfico."
(Revista ¡Despertad! del 8 de mayo de 2004, editada por testigos de Jehová).
Abrahán. (2018-1843 antes de la era común).
"Cronología egipcia. La historia egipcia se entrecruza en ciertos momentos con la israelita. En esta publicación se da la fecha de 1728 a. E.C. para la entrada de Israel en Egipto, y 1513 a. E.C., doscientos quince años más tarde, para el éxodo.
"Desde 1933 se han venido realizando excavaciones en la antigua ciudad real de Mari (Tell Hariri), ubicada cerca del Éufrates y a unos 11 Km. al NNO. de Abu Kemal, en el SE. de Siria. Con el tiempo se desenterró un enorme palacio de unas 6 Ha. que tenía 300 habitaciones, en el que se encontraron unos archivos con más de 20.000 tablillas de arcilla. En el recinto palaciego se hallaban las estancias reales, habitaciones administrativas y una escuela de escribas. Muchas paredes lucían grandes pinturas murales al fresco, en los cuartos de baño había bañeras y en las cocinas del palacio se encontraron moldes de pastelería. Según parece, la ciudad fue una de las más sobresalientes y brillantes que hubo hacia el inicio de la andadura del II milenio a. E.C. Las inscripciones en tablillas de arcilla contenían, entre otras cosas, decretos reales, asuntos públicos, cuentas y dictámenes para la construcción de canales, esclusas, diques y otros proyectos de riego, así como correspondencia aduanera y de política exterior. Hay registro de frecuentes censos tomados con motivo de la aplicación de impuestos y el alistamiento militar. La religión ocupaba un lugar destacado, en particular el culto a la diosa de la fertilidad, Istar, cuyo templo también se encontró. Se practicaba la adivinación del mismo modo que en Babilonia: mediante la observación del hígado, la astrología y métodos similares. El rey babilonio Hammurabi destruyó prácticamente esta ciudad. Fue de particular interés el hallazgo de nombres como Péleg, Serug, Nacor, Taré y Harán, todos anotados como nombres de ciudades del N. de Mesopotamia y que correspondían a nombres de familiares de Abrahán."
(Libro Perspicacia para comprender las Escrituras, editado por los testigos de Jehová).
Al parecer, los descendientes de Éber mediante Joqtán se establecieron en Arabia, mientras que los que procedieron de Péleg lo hicieron en Mesopotamia.
Y según lo que leímos anteriormente Péleg, Serug, Nacor y Taré eran nombres de ciudades al norte de Mesopotamia, lo que quiere decir que esa fue su ubicación.
ABRAHÁN Y SU DESCENDENCIA.
Taré, (2148-1943 a. E. C) padre de Abrahán, se asentó en la ciudad de Ur de los caldeos donde este nació.
La ciudad de Ur de los caldeos.
Sobre esas fechas hubo un tiempo de dominio por parte de la ciudad de Elam, zona donde se asentaron los descendientes de Elam, uno de los hijos de Sem. Como estaba situada en el extremo oriental de la Media Luna Fértil, Elam ocupaba una posición fronteriza y era una de las regiones pobladas en su mayor parte por semitas; limitaba con zonas habitadas por los otros descendientes de Noé, en especial los de la rama jafética.
La primera mención bíblica de Elam como nación se remonta al tiempo de Abrahán (2018-1843 a. E.C.), cuando Kedorlaomer, “rey de Elam”, marchó con una alianza de reyes hacia la región del mar Muerto contra la coalición cananea de reyes. (Gé 14:1-3.) Kedorlaomer aparece como el jefe de la alianza y como rey que había tenido autoridad sobre los reyes cananeos (descendientes de Cam por medio de su hijo Canaán), a los que entonces derrotó. (Gé 14:4-17.) Una campaña de tal envergadura, con un viaje de ida y vuelta de unos 3.200 Km., no era infrecuente para los reyes mesopotámicos, ni siquiera en aquel tiempo. La historia confirma que a principios del II milenio a. E.C., hubo un período de dominación elamita en la región mesopotámica. Un oficial elamita llamado Kudur-Mabuk tomó Larsa, una ciudad importante que se encontraba junto al Éufrates, al norte de Ur, y colocó como rey a su hijo Warad-Sin. Es digno de mención que tanto el nombre de este último como el de su hermano —Rim-Sin, quien le sucedió en el trono— son semíticos, lo que confirma la influencia de los semitas en Elam. Era una de las regiones pobladas en su mayor parte por semitas; limitaba con zonas habitadas por los otros descendientes de Noé, en especial los de la rama jafética.
Hammurabi puso fin a este período de poder elamita en Babilonia. Sin embargo, para la última parte del II milenio a. E.C., Elam conquistó de nuevo Babilonia y volvió a ejercer su dominio durante varios siglos. Se cree que fue en ese tiempo cuando se trasladó de Babilonia a Susa la famosa estela que contiene el código de Hammurabi, y fue allí donde los arqueólogos la descubrieron.
También existían ciudades-estado, abajo en el mapa, en las cuales unas disputaban con otras, el poder.
Aunque escritos antiguos daban testimonio de la existencia de Mari, su localización exacta fue un misterio por mucho tiempo. Según los escribas sumerios, esta ciudad era la sede de una dinastía que bien pudo haber gobernado alguna vez en toda Mesopotamia. Levantada a orillas del Éufrates, Mari estaba situada estratégicamente en la encrucijada de rutas comerciales que unían el golfo Pérsico con Asiria, Mesopotamia, Anatolia y la costa mediterránea. Por la ciudad pasaban mercancías muy escasas en Mesopotamia, como la madera, el metal y la piedra. Los impuestos sobre estos artículos la enriquecieron en gran manera, lo que le permitió imponer su autoridad en aquella región. Sin embargo, este predominio terminó cuando el rey Sargón de Akkad conquistó Siria.
Durante unos trescientos años luego de la conquista de Sargón, Mari fue dirigida por una serie de gobernadores militares, bajo los cuales recuperó cierta medida de prosperidad. No obstante, para el reinado del último monarca, Zimri-Lim, Mari estaba en decadencia. Este gobernante intentó consolidar su imperio mediante una serie de conquistas militares, tratados y alianzas matrimoniales. Sin embargo, hacia el año 1760 antes de nuestra era, el rey Hammurabi de Babilonia conquistó y destruyó la ciudad, y así puso fin a lo que Parrot llamó “una de las civilizaciones que iluminó el mundo antiguo”.
Cuando las tropas de Hammurabi arrasaron Mari, rindieron sin querer un gran servicio a los historiadores y arqueólogos de la actualidad. Al tumbar los muros de adobe, enterraron edificios de hasta cinco metros [15 pies] de altura en ciertas partes, lo cual los libró de los estragos del tiempo. Los arqueólogos han desenterrado las ruinas de templos y palacios, así como muchos enseres y miles de inscripciones que arrojan luz sobre la antigua civilización.
Taré (2148-1943 antes de la era común), vivía en Ur de los caldeos y allí crió a su familia. Ur, era una próspera metrópoli ubicada en la tierra de Sinar, cerca de la confluencia actual de los ríos Éufrates y Tigris. Estaba a unos 240 Km. al SE. de Babel o Babilonia, en un tiempo la ciudad real de Nemrod, muy famosa por su inacabada Torre de Babel.
Según Josué 24:2, en un tiempo adoraba a otros dioses aparte de Jehová, quizás al dios-luna Sin, la deidad predilecta de Ur. Sin embargo, cuando Jehová llamó a Abrahán para que partiese de Ur, Taré, como cabeza de familia, también fue a Harán, donde vivieron todos hasta después que él murió, aproximadamente en el año 1943 a. E.C.
Harán era una ciudad del N. de Mesopotamia, donde Abrán (Abrahán) residió por algún tiempo y donde murió su padre Taré. (Gé 11:31, 32; 12:4, 5; Hch 7:2-4.) Parece ser que el nombre Harán también abarcaba la zona circundante, pues se le menciona entre las “naciones” que conquistaron los reyes de Asiria.
Abrahán conoció a Sem (solaparon su vida durante 140 años (del 2008- 1868 a. E. C. desde la edad de 10 años de Abrán), y de seguro le proveyó muchísima información sobre toda su vida y la de Noé. También fue una columna para él y patriarca de la familia, al parecer sus descendientes hasta Abrahán se fueron tras otros dioses.
Para cuando el hambre obligó a Abrahán (Abrán) a abandonar Canaán y bajar a Egipto (entre los años 1943 a. E.C. y 1932 a. E.C.), un Faraón (cuyo nombre no se da en la Biblia) gobernaba el país.
Parece que Egipto recibía bien a los extranjeros, y no hay registro de que se le tuviera ninguna animosidad a Abrahán, un nómada que moraba en tiendas. Sin embargo, el temor de Abrahán a ser asesinado por causa de su bella esposa debió estar bien fundado, e indica el bajo grado de moralidad que existía en Egipto. (Gé 12:11-13.) Las plagas que le sobrevinieron a Faraón por haber llevado a Sara a su casa tuvieron su efecto y resultaron en que se ordenase a Abrahán que abandonara el país; sin embargo, no se marchó solo con su esposa, sino con más bienes de los que había llevado.
Estando Abrahán en Egipto se trajo una concubina con la que tuvo descendencia llamada Agar. Uno de sus hijos en 1932 a. E. C, fue Ismael, el hijo primogénito de Abrahán y Agar, la criada egipcia de Sara. Ismael se casó con una egipcia, con la que tuvo doce hijos (Nebayot, Quedar, Adbeel, Mibsam, Mismá, Dumá, Masá, Hadad, Temá, Jetur, Nafís y Quedemá), los principales de los clanes ismaelitas. (Gé 21:21; 25:13-16.) Ismael también tuvo al menos una hija, Mahalat, que se casó con Esaú. Por lo tanto, étnicamente, los ismaelitas eran en un principio tres cuartas partes camitas y una cuarta parte semitas.
Sobre estas fechas 1933 o 1932 a. E. C. fue cuando cuatro reyes aliados, encabezados por el rey mesopotámico Kedorlaomer, lograron aplastar a cinco reyes cananeos que se habían rebelado, Sodoma y Gomorra fueron saqueadas y a Lot se lo llevaron cautivo junto con todas sus propiedades. Al enterarse de esto, Abrahán rápidamente juntó en formación militar a sus hombres adiestrados, 318 esclavos de su casa. Junto con sus aliados, Aner, Escol y Mamré, emprendió una marcha forzada en persecución de los captores hasta más allá de Damasco, a unos 300 Km. en dirección norte, y, gracias a la ayuda de Jehová, derrotó a una fuerza muy superior a la suya. Así se rescató a Lot y todo lo suyo. (Gé 14:1-16, 23, 24.) Al regreso de Abrahán de esta gran victoria, Melquisedec (quizás Sem), un “sacerdote del Dios Altísimo” que también era rey de Salem, salió y bendijo a Abrahán, quien a su vez “le dio el décimo de todo”.
Es evidente que después de la confusión del lenguaje, Sem (2468-1868 a. E. C) probablemente por dirección divina emigró hacia el futuro Jerusalén, a Salem sobre el ¿2200? a. E. C. a los 268 años de edad más o menos. Para antes del año 1933 a. E. C. él ya servía allí como rey y sumo sacerdote del Dios Altísimo. Como hombre de fe instruyó a toda su familia y es altamente seguro que sus descendientes les hablaran a sus hijos de esto aunque ellos mismos quizás buscaran otros dioses. Este es el caso de Abrahán quien se nos dice que era un adorador de Jehová, lo que indica que recibió educación sobre el Dios Jehová y sus promesas. Ignoramos si Abrahán ya conocía a Sem antes de su visita a Salem.
Ismael murió en 1795 a. E. C. a los 137 años. Ese mismo año fue el que José estuvo como esclavo en Egipto.
Fueron nómadas. Las regiones donde a veces levantaban sus campamentos estaban cerca de la frontera de Egipto. Al parecer hubo matrimonios mixtos, entre los ismaelitas y los madianitas, pues eran de origen hermanos, y se les llamó indistintamente a veces.
Finalmente, al parecer, estos ismaelitas fueron absorbidos, de una forma u otra por los árabes.
“Además, Abrahán volvió a tomar esposa”, a Queturá, y engendró a otros seis hijos, Zimrán, Jocsán, Medán, Madián, Isbac y Súah. Jocsán fue padre de Seba y de Dedán.
Los hijos de Dedán fueron Asurim, Letusim y Leumim.
Los hijos de Madián fueron Efá, Éfer, Hanok, Abidá y Eldaá. De modo que de él no solo descendieron los israelitas, los ismaelitas y los edomitas, sino también los medanitas, los madianitas y otros pueblos.
Abrahán y Sara se mudaron a Guerar, donde el rey de esa ciudad filistea tomó a Sara para su harén. Jehová intervino, Sara fue puesta en libertad y al tiempo señalado, en 1918 a. E.C., cuando Abrahán tenía cien años y Sara noventa, nació Isaac, el heredero que había sido prometido en su día.
A Sem, que murió en 1868 a. E. C, de seguro, le volvió a entristecer otra vez la violencia y avaricia del hombre, parte inclusive de sus propios descendientes.
Muere Abrán en el año 1843 a. E. C.
Nemrod, hijo de Cus, descendiente de Cam, creó el primer imperio babilónico, y este ejerció mucha influencia en las culturas de las siguientes potencias como la persa, la egipcia, la griega y otras. Debido a ella, los hombres de las tribus posteriores que se expandieron a otros lugares adoraron dioses a semejanza de Babilonia.
ISAAC.
Isaac se casó con su prima Rebeca, quien dejó voluntariamente a su familia y su ciudad, Harán misma o un lugar cercano, quizás la Nahur que con frecuencia se menciona en varias tablillas de Mari del II milenio a. E.C. y demás parientes para regresar con la caravana a la tierra del Négueb, donde vivía Isaac. Se casaron en 1878 a. E. C.
Debido a que hubo un hambre, Isaac trasladó a su familia a Guerar, en territorio filisteo, ya que Dios le había dicho que no bajase a Egipto.
En este territorio filisteo, no demasiado amigable, Isaac, al igual que su padre Abrahán, se valió de la estrategia al decir que su esposa era su hermana. Después de un tiempo, la bendición de Jehová sobre Isaac llegó a ser fuente de envidia para los filisteos, por lo que se le hizo necesario trasladarse primero al valle torrencial de Guerar, y luego a Beer-seba, en el límite de la árida región del Négueb. Mientras estaba allí, los filisteos, anteriormente hostiles, fueron buscando “un juramento de obligación” o un tratado de paz con Isaac, puesto que, como reconocieron, “tú ahora eres el bendito de Jehová”. Los hombres de Isaac hallaron agua en ese lugar, e Isaac lo llamó Sibá. “Por eso el nombre de la ciudad es Beer-seba [que significa “Pozo del Juramento”, o: “Pozo de Siete”], hasta el día de hoy.”
Después Isaac envió a Jacob a Padán-aram para asegurarse de que no se casase con una cananea, como había hecho su hermano Esaú lo que había causado mucha vejación a sus padres. Cuando Jacob regresó muchos años más tarde, Isaac residía en Quiryat-arbá, es decir, Hebrón, en la región montañosa. En 1738 a. E.C., el año antes de que su nieto José fuese nombrado primer ministro de Egipto, murió Isaac a la edad de ciento ochenta años, “viejo y satisfecho de días”. Se le enterró en la misma cueva de Macpelá donde habían sido enterrados sus padres y su esposa, y donde más tarde se enterró a su hijo Jacob.
JACOB.
Jacob tenía setenta y siete años cuando dejó Beer-seba para ir a la tierra de sus antepasados, donde pasó los siguientes veinte años de su vida. (Gé 28:10; 31:38.) Después de viajar unos 100 Km. en dirección NNE., se detuvo en Luz (Betel), en las colinas de Judea, para pasar la noche, y usó por almohada una piedra.
Jacob continuó su viaje y por fin se encontró con su prima Raquel en las inmediaciones de Harán. Labán —padre de Raquel y hermano de la madre de Jacob— le invitó a quedarse con ellos. Jacob se enamoró de Raquel y le ofreció a su padre trabajar siete años para él si se la entregaba como esposa. Los años transcurrieron “como unos cuantos días” debido al amor tan profundo que Jacob sentía por Raquel. Sin embargo, a Jacob le engañaron el día de la boda: le entregaron a Lea, la hermana mayor de Raquel. Labán le ofreció la siguiente explicación: “No se acostumbra [...] dar la menor antes de la primogénita”. Después de celebrar esta boda por una semana, Labán también le entregó a Jacob su hija Raquel como esposa con la condición de que trabajara otros siete años en pago por ella. Además, a Lea y a Raquel les dio dos siervas, Zilpá y Bilhá, respectivamente.
De esta unión Jehová empezó a formar una nación numerosa. Lea le dio a luz a Jacob cuatro hijos seguidos: Rubén, Simeón, Leví y Judá. Como Raquel veía que seguía estéril, le dio a Jacob su esclava Bilhá, con la que tuvo dos hijos: Dan y Neftalí. Luego Lea quedó estéril, de manera que le dio a Jacob su esclava Zilpá, y de ella recibió dos hijos: Gad y Aser. Lea volvió a dar a luz hijos; primero tuvo a Isacar, luego a Zabulón y después tuvo una hija llamada Dina. Por fin Raquel llegó a estar encinta y dio a luz a José. Por consiguiente, en un período relativamente corto de siete años, Jacob fue bendecido con muchos hijos.
Después que Jacob se separó de Esaú, se estableció en Sucot. Este fue el primer lugar donde permaneció durante cierto tiempo desde que regresó de Padán-aram. Aunque no se dice cuánto tiempo pasó allí, puede que hayan sido varios años, pues edificó una casa permanente en la que vivir y cabañas o establos cubiertos para su ganado.
El siguiente traslado de Jacob fue hacia el O., a través del Jordán, a las inmediaciones de Siquem, donde compró una porción de terreno de los hijos de Hamor por “cien piezas de moneda [heb. qesi·táh]”.
En Siquem, Dina, la hija de Jacob, empezó a relacionarse con las cananeas, lo que llevó a que Siquem, el hijo de Hamor —un principal—, la violara. Tras este episodio, los acontecimientos se sucedieron sin que Jacob pudiese controlarlos: sus hijos mataron a todo varón de Siquem, tomaron cautivas a las mujeres y los niños, se apropiaron de las pertenencias y riquezas de la comunidad e hicieron que su padre Jacob fuese un hedor para los habitantes de la tierra.
A continuación, Jacob recibió el mandato divino de partir de Siquem y trasladarse a Betel, y así lo hizo. Sin embargo, antes de ir, ordenó a los de su casa que se limpiasen, se cambiasen de ropa y apartasen todos los dioses falsos (probablemente incluyendo los terafim de Labán), así como los aretes que tal vez llevaban como amuletos. Jacob enterró todo esto fuera de la vista cerca de Siquem.
Tampoco sabemos cuánto tiempo vivió Jacob en Betel. Después de partir de allí y trasladarse hacia el S., y mientras todavía estaban a cierta distancia de Belén (Efrata), Raquel empezó a tener dolores de parto, y murió al dar a luz a Benjamín, su segundo hijo. Jacob enterró allí a su amada Raquel y erigió una columna para señalar su tumba.
Posiblemente antes de que José fuese vendido como esclavo y llevado a Egipto, Jacob se trasladó a Hebrón, donde aún vivía su anciano padre Isaac, aunque no puede precisarse con exactitud la fecha. (Gé 35:27.)
Un día Jacob envió a José, quien entonces tenía diecisiete años, a ver cómo les iba a sus hermanos, que estaban cuidando los rebaños de su padre. Cuando por fin los localizó en Dotán, a unos 100 Km. al N. de Hebrón, sus hermanos lo prendieron y lo vendieron a una caravana de comerciantes que se dirigía a Egipto. Esto sucedió en 1750 a. E.C. Luego hicieron que su padre creyese que una bestia salvaje había matado a José. Jacob se lamentó durante muchos días por la pérdida de su hijo, rehusando ser consolado y diciendo: “[¡]En duelo bajaré a donde mi hijo, al Seol!”. (Gé 37:2, 3, 12-36.) La muerte de su padre Isaac, en 1738 a. E.C., tan solo aumentó su dolor.
Unos diez años después de la muerte de Isaac, Jacob se vio obligado a enviar a diez de sus hijos a Egipto en busca de cereales como consecuencia de un hambre que afectó una extensa zona.
En el año 1728 a. E.C., la casa de Jacob viajó a Egipto debido al hambre, y allí vivieron sus descendientes como residentes forasteros durante doscientos quince años. Otros tantos 215 años moraron en Canaán.
En el año 1711 a. E. C. muere Jacob.
En el año 1657 a. E. C. muere José a los 110 años.
En 1513 a. E. C, fueron liberados los israelitas de Egipto. Moisés (1593-1473 a. E. C) (hijo de Amram, nieto de Qohat y bisnieto de Leví, tataranieto de Jacob), escribió el primer libro de la Biblia, Génesis, en ese año, en 1513 antes de nuestra era. Toda la información contenida en el libro de Génesis narra acontecimientos que ocurrieron antes del nacimiento de Moisés. Pudo recibirla directamente por revelación divina.
Es obvio que alguien tenía que recibir de esa manera todos los datos relacionados con lo que sucedió antes de la creación del hombre, ya fuera Moisés o alguien anterior a él. (Gé 1:1-27; 2:7, 8.) Sin embargo, tanto esta información como la restante pudo haberle llegado a Moisés por tradición oral. Debido a la longevidad de los hombres de aquel tiempo, la transmisión pudo haberse efectuado desde Adán hasta Moisés mediante solo cinco eslabones humanos: Matusalén (3339-2370 a. E. C, Adán muere en 3096), Sem (2468-1868a. E. C), Isaac ((1918-1738 antes de la era común), Leví (c. 1770-1633 a. E. C) y Amram (c. 1690-¿1560? a. E. C).
Una tercera posibilidad es que Moisés obtuviese mucha de la información para escribir Génesis de documentos o escritos ya existentes. Ya en el siglo XVIII de nuestra era, el docto holandés Campegius (Kempe) Vitringa sostuvo este mismo punto de vista, apoyándose en el hecho de que en el texto de Génesis aparece unas diez veces la expresión “estas son las generaciones de” (Mod), y una vez, “este es el libro de las generaciones de”. (Gé 2:4; 5:1; 6:9; 10:1; 11:10, 27; 25:12, 19; 36:1, 9; 37:2.) La palabra hebrea que en estas dos expresiones se traduce por “generaciones” es toh·le·dhóhth, un término que se traduciría mejor por “historias” u “orígenes”. Por ejemplo, no parece propio hablar de las “generaciones de los cielos y la tierra”, pero sí de la “historia de los cielos y la tierra”. (Gé 2:4.) Por esa razón, varias traducciones modernas emplean la palabra “historia” en todos los versículos citados anteriormente (NM), o al menos en algunos de ellos (BC; CI; Ga; MK; NBE; Str; Val, 1989; VP). En cualquier caso, no cabe duda de que tal como el hombre hoy está interesado en guardar un registro histórico exacto de los acontecimientos, también lo estuvo desde un principio.
Aunque no existen pruebas bíblicas para sustentarlo, tanto Vitringa como otros estudiosos han entendido que cada vez que en el texto de Génesis se emplea toh·le·dhóhth, se hace referencia a documentos escritos diferentes que obraban en poder de Moisés y en los que se basó para escribir gran parte del libro. Han entendido que los nombres a los que se refiere la expresión “historia de” (Adán, Noé, los hijos de Noé, Sem, Taré, Ismael, Isaac, Esaú y Jacob) fueron los autores del documento o bien sus depositarios. Claro que esta explicación deja sin aclarar cómo llegaron estos documentos a las manos de Moisés y por qué tuvo que valerse de información que procedía de hombres que no se distinguieron por ser adoradores fieles de Jehová (como Ismael y Esaú) para escribir una buena parte de Génesis. Por otra parte, es del todo posible que la expresión “esta es la historia de” sea tan solo una frase introductoria para dividir convenientemente en secciones un relato que en conjunto resulta largo. Mateo hace en su evangelio un uso similar de este recurso.
1512 a. E.C. Se completa la construcción del tabernáculo y se instala el sacerdocio. Por lo tanto comienza la organización de los israelitas. Parece que antes de la Ley de Moisés, en tiempos patriarcales, los cabezas de familia representaban a sus familias al ofrecer sacrificios sobre los altares que habían erigido.
En 1467 a. E. C. ya ocupan toda la tierra que Dios les dio. La maldición de Canaán vio su cumplimiento unos ocho siglos después que se pronunció, cuando los israelitas de origen semítico subyugaron a los descendientes de Canaán y, más tarde, cuando estos llegaron a estar bajo la dominación de las potencias jaféticas de Medo-Persia, Grecia y Roma.
1117 a. E. C. primer rey de Israel, Saúl.
EGIPTO. PRIMERA POTENCIA MUNDIAL.
Como hemos notado sobre el 2370 al 2030 el pueblo más fuerte, fue el formado por Nemrod que pudiéramos decir, que era la simiente del imperio babilónico. Posteriormente, los elamitas dominaron la región. Otra vez los babilonios les dominaron, pero Elam volvió a sacudirse su yugo. Finalmente, los elamitas ya no pudieron contra los babilonios.
Debido a su ingeniería con el río Nilo, los egipcios fueron la primera civilización en tener excedentes agrícolas. De hecho como hemos visto en tiempos de hambre los pueblos cercanos, como los de la zona Mesopotámica acudían allí. No es de extrañar que alrededor del 1600 a. E. C o un poco después se convirtiera en la primera potencia mundial de la historia. Dominaron toda la zona más poblada y más adelantada de la tierra.
A partir del año 740 a. E. C. hasta el 607 a. E. C, Asiria fue la siguiente potencia mundial.
El rey asirio Esar-hadón (contemporáneo del rey judaíta Manasés [716-662 a. E.C.]) invadió Egipto, conquistó Menfis, en el Bajo Egipto, y envió a muchos al exilio. Al parecer el Faraón que gobernaba en ese tiempo todavía era Taharka (Tirhaqá).
Asurbanipal reanudó el ataque y saqueó la ciudad de Tebas (la bíblica No-amón), en el Alto Egipto, donde se encontraban las mayores riquezas de los templos de Egipto. De nuevo la Biblia señala la participación de etíopes, libios y otros pueblos africanos.
La Crónica de Babilonia (B. M. [Museo Británico] 21901) relata la caída de Nínive, capital de Asiria, después del sitio al que la sometió el rey babilonio Nabopolasar, con el apoyo de Ciaxares el medo, en el año decimocuarto de su reinado (632 a. E.C.). Esta dice: “La ciudad [convirtieron] en montes de ruinas y cúmu[los (de restos)]”. (La Sabiduría del Antiguo Oriente, edición de J. B. Pritchard, 1966, pág. 239.) De esta manera llegó a un fin ignominioso el cruel gobierno asirio.
Desde el 607 hasta el 539 a. E. C. lo fue Babilonia.
El crecimiento de la población tras el Diluvio.
"Según la Biblia, tan solo ocho seres humanos sobrevivieron al Diluvio de los días de Noé. Ahora bien, ciertos demógrafos creen que, mil cuatrocientos años después (sobre el año 1000 antes de la era común, en tiempos del rey israelita Rehoboam), la población de la Tierra llegó a los 50.000.000. ¿Resulta inverosímil semejante aumento?
Ante todo ha de decirse que la cifra de 50.000.000 no es más que un cálculo aproximado. Sin embargo, es interesante tener en cuenta lo que la Biblia indica en Génesis 9:1: “Dios pasó a bendecir a Noé y a sus hijos y a decirles: ‘Sean fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra’”. Más adelante, en los capítulos 10 y 11, aparece una lista de 70 familias descendientes de Sem, Cam y Jafet, los hijos de Noé. Si seguimos leyendo, nos encontramos con una genealogía que va desde Sem hasta Abrahán, en la que se indica que aquellos hombres llegaron “a ser padre[s] de hijos e hijas”. Debió de ser una época de elevada natalidad, en concordancia con la instrucción divina de “llen[ar] la tierra”.
¿Qué podemos decir de la tasa de mortalidad? Los mismos capítulos de Génesis hacen referencia a la extrema longevidad de las personas durante los primeros siglos que siguieron al Diluvio.* Cuando coinciden una elevada natalidad y una baja mortalidad, el resultado es un rápido crecimiento demográfico."
(Revista ¡Despertad! del 8 de mayo de 2004, editada por testigos de Jehová).
Abrahán. (2018-1843 antes de la era común).
"Cronología egipcia. La historia egipcia se entrecruza en ciertos momentos con la israelita. En esta publicación se da la fecha de 1728 a. E.C. para la entrada de Israel en Egipto, y 1513 a. E.C., doscientos quince años más tarde, para el éxodo.
El faraón Sisaq atacó Jerusalén durante el quinto año de Rehoboam, en 993 a. E.C.; el rey So de Egipto fue contemporáneo del rey Oseas (c. 758-740 a. E.C.), y la batalla contra el faraón Nekó, en la que murió Josías, probablemente se produjo en 629 a. E.C. (1Re 14:25; 2Re 17:4; 2Cr 35:20-24.) Las diferencias entre las fechas supracitadas y las que suelen dar los historiadores modernos alcanzan el siglo o más en el caso del éxodo y se reducen a unos veinte años para el tiempo del faraón Nekó."
(Libro Perspicacia para comprender las Escrituras, editado por los testigos de Jehová).
En el año 1513 antes de la era común, los israelitas que salieron de Egipto pudieron ser 3 millones de personas.
"Después del diluvio universal, toda la humanidad continuó “siendo de un solo lenguaje [literalmente, “labio”] y de un solo conjunto de palabras” durante algún tiempo. (Gé 11:1.) La Biblia indica que la lengua que más tarde se llamó hebreo fue el “un solo lenguaje” original. Como se mostrará más adelante, esto no significa que todos los otros idiomas se derivaron del hebreo y que estén relacionados con él, pero el hebreo precedió a todas las demás lenguas.
El relato de Génesis menciona que una parte de la familia humana postdiluviana se unió en un proyecto contrario a la voluntad divina, que se le había dado a conocer a Noé y a sus hijos. (Gé 9:1.) En lugar de esparcirse y ‘llenar la tierra’, se propusieron centralizar la sociedad humana, concentrándose en un lugar de la llanura de Sinar (Mesopotamia). Este también habría de convertirse en un centro religioso, con una torre para esos fines. (Gé 11:2-4.)"(Libro Perspicacia para comprender las Escrituras, editado por los testigos de Jehová).
Dios hizo que sus lenguas se confundiesen. De esa forma las personas se fueron agrupando y emigrando a otros lugares.
A día de hoy resultaría imposible saber qué lenguajes son originales de la confusión de lenguas, y cuáles fueron descendientes de estas.
"Normalmente, la filología, el estudio comparativo de los idiomas, clasifica a estos en diferentes “familias”. La “lengua fundamental común” de cada familia principal aún no se ha identificado; con mucha menos razón, por lo tanto, se conoce la “lengua fundamental común” de los miles de idiomas que se hablan en la actualidad. El registro bíblico no dice que todos los idiomas descendieron o se ramificaron del hebreo. En lo que comúnmente se llama “la tabla de las naciones” (Gé 10) están los descendientes de los hijos de Noé —Sem, Cam y Jafet—, y en cada caso están agrupados ‘según sus familias, según sus lenguas, en sus tierras, por sus naciones’. (Gé 10:5, 20, 31, 32.) Por tanto, parece ser que cuando Jehová Dios confundió el lenguaje humano de manera milagrosa, no produjo dialectos del hebreo, sino varios idiomas completamente nuevos, con los que se podía expresar toda la gama de sentimientos y pensamientos humanos.
Parece ser que con el transcurso del tiempo las lenguas originales que resultaron de la acción divina en Babel produjeron dialectos emparentados. Estos dialectos se desarrollaron hasta formar idiomas separados, y su relación con los otros dialectos “hermanos” o con la “lengua fundamental común” se hizo en ocasiones prácticamente imperceptible. Incluso los descendientes de Sem, que al parecer no figuraron entre la muchedumbre de Babel, no solo hablaron hebreo, sino también arameo, acadio y árabe. Diversos factores han contribuido históricamente al cambio en los idiomas: separación por distancia o barreras geográficas, guerras y conquistas, deterioro de las comunicaciones e inmigración de otros grupos lingüísticos. Debido a estos factores, las principales lenguas de la antigüedad se han fragmentado; algunas se han fusionado parcialmente con otras, mientras que otras lenguas han desaparecido por completo, reemplazadas por las de los pueblos conquistadores.
La investigación lingüística concuerda con la información expuesta. En The New Encyclopædia Britannica (1985, vol. 22, pág. 567) se hace el siguiente comentario: “Los testimonios más antiguos en lengua escrita —el único registro fósil de escritura con el que el hombre puede contar— datan de no más de unos cuatro mil o cinco mil años”. Un artículo publicado en la revista Science Illustrated (julio de 1948, pág. 63) observa: “Las formas más antiguas de los idiomas que hoy conocemos fueron mucho más difíciles que sus descendientes modernos [...], parece que el hombre no comenzó con un habla sencilla que progresivamente se hizo más compleja, sino, más bien, que se valió de un habla sumamente compleja en sus albores y con el tiempo la simplificó hasta las formas modernas”. El doctor Mason, lingüista contemporáneo, también señala que “la idea de que los ‘salvajes’ hablan con una serie de gruñidos y no pueden expresar muchos conceptos ‘civilizados’ está muy equivocada”, y que “muchos de los idiomas de los pueblos de escasa cultura son bastante más complejos que los idiomas europeos modernos”. (Science News Letter, 3 de septiembre de 1955, pág. 148.) Por lo tanto, las pruebas están en contra de un origen ‘evolutivo’ del habla o de las lenguas antiguas.
Sir Henry Rawlinson, filólogo orientalista, observó lo siguiente sobre el foco desde donde empezaron a esparcirse los lenguajes antiguos: “Si nos hubiésemos de guiar por la mera intersección de sendas lingüísticas, sin depender en absoluto de las referencias al registro de las Escrituras, aún se nos llevaría a fijar en las llanuras de Sinar el foco del que irradiaron las diferentes ramas [lingüísticas]”. (The Journal of the Royal Asiatic Society of Great Britain and Ireland, Londres, 1855, vol. 15, pág. 232.)
Entre las “familias” principales que mencionan los filólogos modernos están: la indoeuropea, la chinotibetana, la afroasiática, la japonesa y la coreana, la dravídica, la malayopolinesia y la negroafricana. Hoy día todavía es imposible clasificar muchos idiomas. Dentro de cada una de las familias principales hay muchas subdivisiones o familias más pequeñas. Por ejemplo, la familia indoeuropea incluye ramas como la germánica, la románica, la baltoeslava, la indoirania, la griega, la céltica, la albanesa y la armenia. A su vez, la mayoría de estas familias más pequeñas constan de varios idiomas. Por ejemplo, entre las lenguas románicas están: el francés, el español, el portugués, el italiano y el rumano.
Desde Abrahán (2078-1903 antes de la era común) en adelante. Abrahán el hebreo no debió tener dificultad alguna en conversar con el pueblo de ascendencia camítica de Canaán (Gé 14:21-24; 20:1-16; 21:22-34), pues no se menciona que en sus contactos hubiese presente un intérprete, aunque lo mismo debe decirse de su visita a Egipto. (Gé 12:14-19.) Es probable que por haber vivido en Ur de los caldeos, Abrahán supiese acadio (asirobabilonio) (Gé 11:31), un idioma que por algún tiempo fue lengua internacional. Es posible que la gente de Canaán fuese hasta cierto punto bilingüe, pues vivía relativamente cerca de las comunidades semíticas de Siria y Arabia. Además, dado que en el alfabeto se aprecian indicios claros de su origen semítico, es posible que este hecho en sí mismo haya contribuido considerablemente a que personas de otros grupos lingüísticos, en particular gobernantes y funcionarios, empleasen también las lenguas de origen semítico.
Al parecer, Jacob tampoco tuvo dificultad alguna en comunicarse con sus parientes arameos (Gé 29:1-14), aunque en ocasiones se aprecian diferencias en el empleo de ciertos términos. (Gé 31:46, 47.)
José, que seguramente aprendió egipcio cuando sirvió de esclavo en la casa de Potifar, se valió de un intérprete la primera vez que habló con sus hermanos hebreos cuando fueron a Egipto. (Gé 39:1; 42:6, 23.) Moisés, educado en la corte faraónica, debió aprender varios idiomas: el hebreo, el egipcio, probablemente el acadio y algunos otros. (Éx 2:10; compárese con los vss. 15-22.)
Con el tiempo, el acadio dejó de ser la lengua franca o de comunicación internacional y fue sustituido por el arameo, que se llegó a usar incluso en correspondencia oficial con Egipto. Sin embargo, cuando el rey asirio Senaquerib invadió Judá (732 a. E.C.), la inmensa mayoría del pueblo de Judá no entendía el arameo (sirio antiguo), si bien sus funcionarios sí lo entendían. (2Re 18:26, 27.) De modo semejante, la lengua caldea de los babilonios de origen semita que conquistaron Jerusalén en 607 a. E.C. les pareció a los judíos como quienes “tartamudean con los labios”. (Isa 28:11; Da 1:4; compárese con Dt 28:49.) Aunque Babilonia, Persia y otras potencias mundiales construyeron grandes imperios y dominaron sobre pueblos de muy diversos idiomas, no pudieron eliminar la barrera divisiva impuesta por las diferencias lingüísticas.
Estabilidad del hebreo. Hay numerosísimos ejemplos en la historia de idiomas que han ido evolucionando con el transcurso del tiempo. El español que se hablaba en la época del Cid Campeador (siglo XI E.C.) hoy les parecería a la mayoría de los hispanohablantes un idioma extranjero. Por lo tanto, bien pudiera ocurrir que el idioma que Adán hablaba hubiese cambiado considerablemente para cuando Moisés comenzó la redacción de las Escrituras Hebreas. Sin embargo, la larga duración de la vida durante esos dos mil quinientos años pudo ser un factor contrario a esa evolución. Solo se necesitó un eslabón entre Adán y los sobrevivientes del Diluvio: Matusalén. Además, Sem, que fue contemporáneo de Matusalén durante bastantes años antes del Diluvio, aún vivía para el tiempo de Isaac; y entre la muerte de Isaac (1738 a. E.C.) y el nacimiento de Moisés (1593 a. E.C.) transcurrieron menos de ciento cincuenta años. El que algunos personajes separados entre sí por varias generaciones fueran contemporáneos serviría para conservar la uniformidad del idioma hablado. No obstante, no siempre es posible saber lo cerca que vivieron unos de otros los hombres que sirvieron de eslabones humanos, como Sem y Abrahán. La comunicación habitual es un factor importante en la estabilidad de un idioma.
Las diferencias que fueron surgiendo entre las lenguas semíticas, como el hebreo, el arameo, el acadio y diversos dialectos árabes, hacen patente que no todos los descendientes de Sem conservaron la pureza del “un solo lenguaje” antediluviano. Ya en el siglo XVIII a. E.C. (hacia el año 1761 a. E.C.), el nieto y el sobrino nieto de Abrahán usaron términos diferentes para dar nombre al majano que sirvió de memoria o testimonio entre ellos; Jacob, el padre de los israelitas, lo llamó “Galeed”, mientras que Labán, residente en Siria o Aram (Labán no era descendiente de Aram), empleó la voz aramea “Jegar-sahadutá”. (Gé 31:47.) Ha de decirse, no obstante, que la diferencia entre estos dos términos no indica necesariamente que ya en esa época el hebreo y el arameo fuesen muy distintos, pues hay que tener en cuenta que al parecer Jacob no encontró en Siria dificultad alguna para comunicarse. Seguramente, la aparición de nuevas circunstancias y utensilios hizo que se fueran acuñando palabras nuevas para designarlos. Era de esperar que esos términos variaran de un lugar a otro entre grupos de una misma familia lingüística distanciados geográficamente, aun cuando la estructura gramatical de su idioma permaneciera más o menos igual.
Entre los mismos israelitas se dieron algunas pequeñas variaciones en la pronunciación, como les ocurrió a los efraimitas durante el período de los jueces con la palabra “Schibolet” (1473-1117 a. E.C.). (Jue 12:4-6.) Sin embargo, esto no presupone, como algunos han dicho, que ya por aquel entonces los israelitas hablaban dialectos diferentes."
(Libro Perspicacia para comprender las Escrituras, editado por los testigos de Jehová).
Existen otras lenguas muy antiguas como la egipcia:
"Los eruditos modernos tienden a clasificar la lengua egipcia como “semítico-camítica”. Aunque era básicamente camítica, se dice que hay muchas analogías entre su gramática y la de las lenguas semíticas, así como algunas similitudes en el vocabulario. A pesar de estas aparentes semejanzas, se reconoce que “el egipcio difiere de todas las lenguas semíticas mucho más que estas entre sí, de modo que, al menos hasta que se defina mejor su relación con las lenguas africanas, se le debe excluir del grupo semítico”. (Egyptian Grammar, de A. Gardiner, Londres, 1957, pág. 3.) José se valió de un intérprete egipcio para hablar con sus hermanos cuando quiso esconderles su identidad. (Gé 42:23.)
Hay muchos factores que hacen extremadamente difícil llegar a conclusiones definitivas sobre el idioma primitivo utilizado en Egipto. Uno de ellos es el sistema egipcio de escritura. Las inscripciones antiguas usan signos pictográficos (representaciones de animales, pájaros, plantas u otros objetos) combinados con algunas formas geométricas, sistema de escritura que los griegos llamaron jeroglífico. Aunque algunos signos representaban sílabas, estas solo se emplearon para complementar los jeroglíficos, nunca para sustituirlos. Además, en la actualidad se desconocen los sonidos que aquellas sílabas representaban. Algunos escritos cuneiformes de mediados del II milenio a. E.C. que hablan de Egipto han aportado datos de interés. Las transcripciones griegas de nombres egipcios y de otras palabras, de aproximadamente el siglo VI E.C., y algunas transcripciones arameas de un siglo más tarde, también han ayudado a deletrear las palabras egipcias transcritas. No obstante, la reconstrucción de la fonología del antiguo egipcio aún se basa en el copto, el egipcio hablado a partir del siglo III E.C. De modo que solo se puede tener un conocimiento aproximado de la estructura original del vocabulario antiguo en su forma más primitiva, en particular anterior a la estancia israelita en Egipto. Como ejemplo, véase NO, NO-AMÓN.
Por otra parte, el conocimiento de otros idiomas camíticos africanos es muy limitado en la actualidad, por lo que es difícil determinar la relación del egipcio con estos. No se conoce ninguna inscripción de idiomas africanos no egipcios anterior a nuestra era. Los hechos apoyan el relato bíblico de la confusión de las lenguas, y parece claro que los egipcios primitivos, en tanto descendientes de Cam por medio de Mizraim, hablaban un idioma separado y distinto de las lenguas semíticas.
La escritura jeroglífica se usó sobre todo para inscripciones en monumentos y pinturas murales, en las que los símbolos se trazaban con gran detalle. Aunque continuó empleándose hasta el principio de la era común, en particular en textos religiosos, los escribas idearon una escritura menos incómoda, de formas cursivas y más simplificadas, que impresionaban con tinta sobre cuero y papiro. A este sistema se le denominó hierático. Le siguió otro todavía más fácil de escribir, llamado demótico, en especial a partir de la “dinastía XXVI” (siglos VII y VI a. E.C.). No se logró descifrar los textos egipcios hasta después del descubrimiento de la Piedra Rosetta, en el año 1799. Esta inscripción, actualmente en el Museo Británico, contiene un decreto en honor a Tolomeo V Epífanes que data del año 196 a. E.C. La escritura está en jeroglífico egipcio, demótico y griego; gracias al texto en este último idioma fue posible descifrar el egipcio".
(Libro Perspicacia para comprender las Escrituras, editado por los testigos de Jehová).
También existen lenguas de este tiempo como el arameo, la lengua acadia, el árabe.
Lenguas del mundo por familias:
(Libro Perspicacia para comprender las Escrituras, editado por los testigos de Jehová).
En el año 1513 antes de la era común, los israelitas que salieron de Egipto pudieron ser 3 millones de personas.
¿Qué hay en cuanto al lenguaje?
"Después del diluvio universal, toda la humanidad continuó “siendo de un solo lenguaje [literalmente, “labio”] y de un solo conjunto de palabras” durante algún tiempo. (Gé 11:1.) La Biblia indica que la lengua que más tarde se llamó hebreo fue el “un solo lenguaje” original. Como se mostrará más adelante, esto no significa que todos los otros idiomas se derivaron del hebreo y que estén relacionados con él, pero el hebreo precedió a todas las demás lenguas.
El relato de Génesis menciona que una parte de la familia humana postdiluviana se unió en un proyecto contrario a la voluntad divina, que se le había dado a conocer a Noé y a sus hijos. (Gé 9:1.) En lugar de esparcirse y ‘llenar la tierra’, se propusieron centralizar la sociedad humana, concentrándose en un lugar de la llanura de Sinar (Mesopotamia). Este también habría de convertirse en un centro religioso, con una torre para esos fines. (Gé 11:2-4.)"(Libro Perspicacia para comprender las Escrituras, editado por los testigos de Jehová).
Dios hizo que sus lenguas se confundiesen. De esa forma las personas se fueron agrupando y emigrando a otros lugares.
A día de hoy resultaría imposible saber qué lenguajes son originales de la confusión de lenguas, y cuáles fueron descendientes de estas.
"Normalmente, la filología, el estudio comparativo de los idiomas, clasifica a estos en diferentes “familias”. La “lengua fundamental común” de cada familia principal aún no se ha identificado; con mucha menos razón, por lo tanto, se conoce la “lengua fundamental común” de los miles de idiomas que se hablan en la actualidad. El registro bíblico no dice que todos los idiomas descendieron o se ramificaron del hebreo. En lo que comúnmente se llama “la tabla de las naciones” (Gé 10) están los descendientes de los hijos de Noé —Sem, Cam y Jafet—, y en cada caso están agrupados ‘según sus familias, según sus lenguas, en sus tierras, por sus naciones’. (Gé 10:5, 20, 31, 32.) Por tanto, parece ser que cuando Jehová Dios confundió el lenguaje humano de manera milagrosa, no produjo dialectos del hebreo, sino varios idiomas completamente nuevos, con los que se podía expresar toda la gama de sentimientos y pensamientos humanos.
Parece ser que con el transcurso del tiempo las lenguas originales que resultaron de la acción divina en Babel produjeron dialectos emparentados. Estos dialectos se desarrollaron hasta formar idiomas separados, y su relación con los otros dialectos “hermanos” o con la “lengua fundamental común” se hizo en ocasiones prácticamente imperceptible. Incluso los descendientes de Sem, que al parecer no figuraron entre la muchedumbre de Babel, no solo hablaron hebreo, sino también arameo, acadio y árabe. Diversos factores han contribuido históricamente al cambio en los idiomas: separación por distancia o barreras geográficas, guerras y conquistas, deterioro de las comunicaciones e inmigración de otros grupos lingüísticos. Debido a estos factores, las principales lenguas de la antigüedad se han fragmentado; algunas se han fusionado parcialmente con otras, mientras que otras lenguas han desaparecido por completo, reemplazadas por las de los pueblos conquistadores.
La investigación lingüística concuerda con la información expuesta. En The New Encyclopædia Britannica (1985, vol. 22, pág. 567) se hace el siguiente comentario: “Los testimonios más antiguos en lengua escrita —el único registro fósil de escritura con el que el hombre puede contar— datan de no más de unos cuatro mil o cinco mil años”. Un artículo publicado en la revista Science Illustrated (julio de 1948, pág. 63) observa: “Las formas más antiguas de los idiomas que hoy conocemos fueron mucho más difíciles que sus descendientes modernos [...], parece que el hombre no comenzó con un habla sencilla que progresivamente se hizo más compleja, sino, más bien, que se valió de un habla sumamente compleja en sus albores y con el tiempo la simplificó hasta las formas modernas”. El doctor Mason, lingüista contemporáneo, también señala que “la idea de que los ‘salvajes’ hablan con una serie de gruñidos y no pueden expresar muchos conceptos ‘civilizados’ está muy equivocada”, y que “muchos de los idiomas de los pueblos de escasa cultura son bastante más complejos que los idiomas europeos modernos”. (Science News Letter, 3 de septiembre de 1955, pág. 148.) Por lo tanto, las pruebas están en contra de un origen ‘evolutivo’ del habla o de las lenguas antiguas.
Sir Henry Rawlinson, filólogo orientalista, observó lo siguiente sobre el foco desde donde empezaron a esparcirse los lenguajes antiguos: “Si nos hubiésemos de guiar por la mera intersección de sendas lingüísticas, sin depender en absoluto de las referencias al registro de las Escrituras, aún se nos llevaría a fijar en las llanuras de Sinar el foco del que irradiaron las diferentes ramas [lingüísticas]”. (The Journal of the Royal Asiatic Society of Great Britain and Ireland, Londres, 1855, vol. 15, pág. 232.)
Entre las “familias” principales que mencionan los filólogos modernos están: la indoeuropea, la chinotibetana, la afroasiática, la japonesa y la coreana, la dravídica, la malayopolinesia y la negroafricana. Hoy día todavía es imposible clasificar muchos idiomas. Dentro de cada una de las familias principales hay muchas subdivisiones o familias más pequeñas. Por ejemplo, la familia indoeuropea incluye ramas como la germánica, la románica, la baltoeslava, la indoirania, la griega, la céltica, la albanesa y la armenia. A su vez, la mayoría de estas familias más pequeñas constan de varios idiomas. Por ejemplo, entre las lenguas románicas están: el francés, el español, el portugués, el italiano y el rumano.
Desde Abrahán (2078-1903 antes de la era común) en adelante. Abrahán el hebreo no debió tener dificultad alguna en conversar con el pueblo de ascendencia camítica de Canaán (Gé 14:21-24; 20:1-16; 21:22-34), pues no se menciona que en sus contactos hubiese presente un intérprete, aunque lo mismo debe decirse de su visita a Egipto. (Gé 12:14-19.) Es probable que por haber vivido en Ur de los caldeos, Abrahán supiese acadio (asirobabilonio) (Gé 11:31), un idioma que por algún tiempo fue lengua internacional. Es posible que la gente de Canaán fuese hasta cierto punto bilingüe, pues vivía relativamente cerca de las comunidades semíticas de Siria y Arabia. Además, dado que en el alfabeto se aprecian indicios claros de su origen semítico, es posible que este hecho en sí mismo haya contribuido considerablemente a que personas de otros grupos lingüísticos, en particular gobernantes y funcionarios, empleasen también las lenguas de origen semítico.
Al parecer, Jacob tampoco tuvo dificultad alguna en comunicarse con sus parientes arameos (Gé 29:1-14), aunque en ocasiones se aprecian diferencias en el empleo de ciertos términos. (Gé 31:46, 47.)
José, que seguramente aprendió egipcio cuando sirvió de esclavo en la casa de Potifar, se valió de un intérprete la primera vez que habló con sus hermanos hebreos cuando fueron a Egipto. (Gé 39:1; 42:6, 23.) Moisés, educado en la corte faraónica, debió aprender varios idiomas: el hebreo, el egipcio, probablemente el acadio y algunos otros. (Éx 2:10; compárese con los vss. 15-22.)
Con el tiempo, el acadio dejó de ser la lengua franca o de comunicación internacional y fue sustituido por el arameo, que se llegó a usar incluso en correspondencia oficial con Egipto. Sin embargo, cuando el rey asirio Senaquerib invadió Judá (732 a. E.C.), la inmensa mayoría del pueblo de Judá no entendía el arameo (sirio antiguo), si bien sus funcionarios sí lo entendían. (2Re 18:26, 27.) De modo semejante, la lengua caldea de los babilonios de origen semita que conquistaron Jerusalén en 607 a. E.C. les pareció a los judíos como quienes “tartamudean con los labios”. (Isa 28:11; Da 1:4; compárese con Dt 28:49.) Aunque Babilonia, Persia y otras potencias mundiales construyeron grandes imperios y dominaron sobre pueblos de muy diversos idiomas, no pudieron eliminar la barrera divisiva impuesta por las diferencias lingüísticas.
Estabilidad del hebreo. Hay numerosísimos ejemplos en la historia de idiomas que han ido evolucionando con el transcurso del tiempo. El español que se hablaba en la época del Cid Campeador (siglo XI E.C.) hoy les parecería a la mayoría de los hispanohablantes un idioma extranjero. Por lo tanto, bien pudiera ocurrir que el idioma que Adán hablaba hubiese cambiado considerablemente para cuando Moisés comenzó la redacción de las Escrituras Hebreas. Sin embargo, la larga duración de la vida durante esos dos mil quinientos años pudo ser un factor contrario a esa evolución. Solo se necesitó un eslabón entre Adán y los sobrevivientes del Diluvio: Matusalén. Además, Sem, que fue contemporáneo de Matusalén durante bastantes años antes del Diluvio, aún vivía para el tiempo de Isaac; y entre la muerte de Isaac (1738 a. E.C.) y el nacimiento de Moisés (1593 a. E.C.) transcurrieron menos de ciento cincuenta años. El que algunos personajes separados entre sí por varias generaciones fueran contemporáneos serviría para conservar la uniformidad del idioma hablado. No obstante, no siempre es posible saber lo cerca que vivieron unos de otros los hombres que sirvieron de eslabones humanos, como Sem y Abrahán. La comunicación habitual es un factor importante en la estabilidad de un idioma.
Las diferencias que fueron surgiendo entre las lenguas semíticas, como el hebreo, el arameo, el acadio y diversos dialectos árabes, hacen patente que no todos los descendientes de Sem conservaron la pureza del “un solo lenguaje” antediluviano. Ya en el siglo XVIII a. E.C. (hacia el año 1761 a. E.C.), el nieto y el sobrino nieto de Abrahán usaron términos diferentes para dar nombre al majano que sirvió de memoria o testimonio entre ellos; Jacob, el padre de los israelitas, lo llamó “Galeed”, mientras que Labán, residente en Siria o Aram (Labán no era descendiente de Aram), empleó la voz aramea “Jegar-sahadutá”. (Gé 31:47.) Ha de decirse, no obstante, que la diferencia entre estos dos términos no indica necesariamente que ya en esa época el hebreo y el arameo fuesen muy distintos, pues hay que tener en cuenta que al parecer Jacob no encontró en Siria dificultad alguna para comunicarse. Seguramente, la aparición de nuevas circunstancias y utensilios hizo que se fueran acuñando palabras nuevas para designarlos. Era de esperar que esos términos variaran de un lugar a otro entre grupos de una misma familia lingüística distanciados geográficamente, aun cuando la estructura gramatical de su idioma permaneciera más o menos igual.
Entre los mismos israelitas se dieron algunas pequeñas variaciones en la pronunciación, como les ocurrió a los efraimitas durante el período de los jueces con la palabra “Schibolet” (1473-1117 a. E.C.). (Jue 12:4-6.) Sin embargo, esto no presupone, como algunos han dicho, que ya por aquel entonces los israelitas hablaban dialectos diferentes."
(Libro Perspicacia para comprender las Escrituras, editado por los testigos de Jehová).
Existen otras lenguas muy antiguas como la egipcia:
"Los eruditos modernos tienden a clasificar la lengua egipcia como “semítico-camítica”. Aunque era básicamente camítica, se dice que hay muchas analogías entre su gramática y la de las lenguas semíticas, así como algunas similitudes en el vocabulario. A pesar de estas aparentes semejanzas, se reconoce que “el egipcio difiere de todas las lenguas semíticas mucho más que estas entre sí, de modo que, al menos hasta que se defina mejor su relación con las lenguas africanas, se le debe excluir del grupo semítico”. (Egyptian Grammar, de A. Gardiner, Londres, 1957, pág. 3.) José se valió de un intérprete egipcio para hablar con sus hermanos cuando quiso esconderles su identidad. (Gé 42:23.)
Hay muchos factores que hacen extremadamente difícil llegar a conclusiones definitivas sobre el idioma primitivo utilizado en Egipto. Uno de ellos es el sistema egipcio de escritura. Las inscripciones antiguas usan signos pictográficos (representaciones de animales, pájaros, plantas u otros objetos) combinados con algunas formas geométricas, sistema de escritura que los griegos llamaron jeroglífico. Aunque algunos signos representaban sílabas, estas solo se emplearon para complementar los jeroglíficos, nunca para sustituirlos. Además, en la actualidad se desconocen los sonidos que aquellas sílabas representaban. Algunos escritos cuneiformes de mediados del II milenio a. E.C. que hablan de Egipto han aportado datos de interés. Las transcripciones griegas de nombres egipcios y de otras palabras, de aproximadamente el siglo VI E.C., y algunas transcripciones arameas de un siglo más tarde, también han ayudado a deletrear las palabras egipcias transcritas. No obstante, la reconstrucción de la fonología del antiguo egipcio aún se basa en el copto, el egipcio hablado a partir del siglo III E.C. De modo que solo se puede tener un conocimiento aproximado de la estructura original del vocabulario antiguo en su forma más primitiva, en particular anterior a la estancia israelita en Egipto. Como ejemplo, véase NO, NO-AMÓN.
Por otra parte, el conocimiento de otros idiomas camíticos africanos es muy limitado en la actualidad, por lo que es difícil determinar la relación del egipcio con estos. No se conoce ninguna inscripción de idiomas africanos no egipcios anterior a nuestra era. Los hechos apoyan el relato bíblico de la confusión de las lenguas, y parece claro que los egipcios primitivos, en tanto descendientes de Cam por medio de Mizraim, hablaban un idioma separado y distinto de las lenguas semíticas.
La escritura jeroglífica se usó sobre todo para inscripciones en monumentos y pinturas murales, en las que los símbolos se trazaban con gran detalle. Aunque continuó empleándose hasta el principio de la era común, en particular en textos religiosos, los escribas idearon una escritura menos incómoda, de formas cursivas y más simplificadas, que impresionaban con tinta sobre cuero y papiro. A este sistema se le denominó hierático. Le siguió otro todavía más fácil de escribir, llamado demótico, en especial a partir de la “dinastía XXVI” (siglos VII y VI a. E.C.). No se logró descifrar los textos egipcios hasta después del descubrimiento de la Piedra Rosetta, en el año 1799. Esta inscripción, actualmente en el Museo Británico, contiene un decreto en honor a Tolomeo V Epífanes que data del año 196 a. E.C. La escritura está en jeroglífico egipcio, demótico y griego; gracias al texto en este último idioma fue posible descifrar el egipcio".
(Libro Perspicacia para comprender las Escrituras, editado por los testigos de Jehová).
También existen lenguas de este tiempo como el arameo, la lengua acadia, el árabe.
Lenguas del mundo por familias:
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